Professional Documents
Culture Documents
Bolívar, vencedor de tantas cosas, no pudo vencer nunca la aversión que sentía
1830 escribe: “Mi mal se complicando y mi flaqueza es tal que hoy mismo me he dado
una caída formidable, cayendo de mis propios pies sin saber cómo y medio muerto”.
de Colombia la grande, Bolívar llegó a Santa Marta. “Los tiranos de mi país me lo han
quitado; así yo no tengo patria a quien hacer el sacrificio”, era su declaración dolida.
aunque aniquilado por la tuberculosis tiene energía suficiente para recordarle el deber de
político, y sabremos, en fin, si hay patria o no hay patria. Entonces, y sólo entonces,
podré entrar en el poder ejecutivo, suponiendo siempre que las elecciones se hacen
conforme a la ley”.
que un hidalgo español –don Joaquín de Mier- pone a disposición del Libertador.
Mier- ¿No ves su estado? No puede dar un paso”. Bolívar, el gentil caballero de
siempre, trató de incorporarse en el coche y tuvo para su amable anfitriona la última de
sus galanterías: "Señora, aun me quedan alientos para ir a besar a usted las manos!"
compatriotas; sin excepción los sigue amando. Sobre todo a los inocentes a los que
vendrán en el curso fluido de las generaciones, los redime del oprobioso baldón de hijos
inicuos. Al decreto de su proscripción responde sin rencor, con toda la nobleza que sólo
presentó el Congreso de aquella república, y así le certifica “el afecto que aún en mis
dos volúmenes que su amigo el General Sir Roberto Wilson le había obsequiado, y los
presenciado mis esfuerzos por plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He
sido víctima de mis perseguidores que me han conducido a las puertas del sepulcro,
Una vez más, decía Bolívar una absoluta verdad: había trabajado con desinterés;
merece una más detenida consideración. Bolívar inició su carrera política siendo rico.
Estuvo en el apogeo del mando: gobernó a Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, fue
jefe indiscutido del Perú, creador y padre –también autoridad suprema- de Bolivia.
Entonos esos años de mandando en seis naciones, perdió su cuantiosa fortuna. Los
cuatro millones de pesos que él tenía en 1810 se consumieron en veinte años de acción
política esforzada y generosa, tan sólo le quedaban las tierras de Aroa, hipotecadas, que
eran herencia de sus abuelos, y unas pocas e insignificantes alhajas. Ni una casa, ni
Hipólita, a la viuda del prócer Camilo Torres y a las de muchos otros combatiente, a las
madres e hijos de soldados los socorría con sus ingresos. De sí propio había dicho: "Yo
moriré como nací, desnudo". Para amortajar su cuerpo exánime hubo de utilizarse una
Todavía hay algo que añadir. ¿Cuánto recibía Bolívar en dinero mientras era,
respuesta sorprende por insólita: !Nada! El mismo explicó a Santander tan inusitada
situación: "Diré a Ud., de paso, que mi posición actual es tan rara que no tengo con
que vivir, siendo a la vez presidente de Colombia y dictador del Perú. Por no ponerse a
Colombia, ya no puedo pedir sueldo allá. Así es que estoy pidiendo dinero prestado, y
tendré que vivir de prestado hasta que vuelva a Guayaquil”. En 1828, escribió:
“Quisiera tener una fortuna material para dar a cada colombiano; pero no tengo
nada: no tengo más que corazón para amarlos y una espada para defenderlos”.
Que nos unamos todos, en su ruego postrero. Menciona a las banderías o facciones con
el nombre que entonces se les daba: partidos “Si mi muerte contribuye para que cesen
refiere a los partidos políticos, los cuales aparecen mucho después de su muerte, y son
partidos políticos. Bolívar pide que cesen las facciones regionalistas, las divisiones
grancolombiana.
cada uno de los pueblos de América. Debemos recordar sus palabras porque nos señalan
que en nuestros días los niños, los jóvenes y en general los pobladores del hemisferio,
nuestros pueblos. Divididos hemos sido débiles, y pasto propicio para la explotación
extranjera y el atraso.
más de trescientos millones de habitantes, con todas las riquezas de la porción mayor y
principal del Nuevo Mundo, y con las energías multiplicadas por la unión.
El había ofrecido desde 1815 que los suspiros últimos de su existencia serían por
la Patria, por nuestra América, a la cual se debía por entero y para la eternidad de los
siglos. En su proclama final cumple. “Mis últimos votos por la felicidad de la Patria”.