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¡SI YO FUERA EL DIABLO!

George R. Knight

Sesión de la Asociación General


2 de julio, 2000

El adventismo del séptimo día del borde del siglo 21 está en alguna parte donde nunca se lo
esperó así–en la tierra. Más allá de eso, se ha expandido a través de los sueños más salvajes de
sus fundadores y parece continuar expandiéndose. Cuando me uní a la iglesia en 1961, había
algo más de 1 millón de adventistas alrededor del mundo. Esa figura se ha expandido a más de 2
millones en 1970, 3 ½ millones en 1980, cerca de 7 millones en 1990, y aproximadamente 11
millones en 2000. En el presente índice de crecimiento podríamos esperar encontrar 20 millones
de adventistas en 2013 y 40 millones alguna vez entre 2025 y 2030, si el tiempo alcanzara.

¡Qué cambio desde 1848, cuando había cerca de 100 creyentes! Para ellos, las publicaciones de
Ellen White veían que el adventismo sería algún día como arroyos de luz extendiéndose
claramente alrededor de la tierra; debe haber parecido una locura sin sentido. Si alguno de ellos
hubiera predicho 11 millones de adventistas, los otros, como Sara of old, probablemente se
hubieran reído a carcajadas. Hay sentido en que lo imposible haya ocurrido.

Aquellos primeros creyentes fueron pocos, pobres y débiles. Por otro lado, la iglesia hoy es
grande, con la mayor presencia difundida alrededor del mundo en la historia de cualquier iglesia
protestante, y con billones de dólares en activos y medios.

Pero aún así, el crecimiento ha traído sus propias complicaciones y desafíos. Las cosas eran
simples en los primeros días de la iglesia. Todos hablaban el mismo idioma, todos pertenecían a
la misma raza, todos vivían en una, relativamente, restringida parte del nordeste de los Estados
Unidos, y todos habían sido criados en una cultura que les proveyó un sistema compartido de
valores y expectativas.

En el año 2000 el adventismo está lejos de ser simple. Somos de más de 200 naciones,
utilizamos más de 700 idiomas, y variamos grandemente en nuestros trasfondos y expectativas
culturales.

El adventismo hoy ha dejado sin comparación finanzas y reservas de obreros capacitados, y


enfrenta desafíos sin precedentes para moverse hacia su misión. Si ya hubiera cumplido lo
imposible en su historia pasada, todavía enfrenta el desafío de cumplir lo imposible en su historia
futura. Afortunadamente, nuestro Dios es un experto en hacer lo imposible. Para mejor o para
peor, de todos modos, Él ha elegido usar falibles instrumentos humanos para finalizar Su trabajo.

Ahora, si yo fuera el diablo, competiría con todas mis energías contra el elemento humano en el
plan de Dios mientras Su iglesia busca moverse del presente al futuro. De hecho, si yo fuera el
diablo, planearía mi estrategia muy cuidadosamente. Tendría un plan bien pensado para frustrar
a la iglesia en su misión.

El primer ítem en mi agenda sería la próxima generación de adventistas. Si yo fuera el diablo


pondría mis mejores energías en hacer que la iglesia rechace las ideas y los planes de la próxima
generación. Eso no debería resultar demasiado difícil porque en la mayoría de las áreas ellos no
se visten como los mayores, no cantan como ellos, o siquiera piensan como ellos. Cuando logre
que los más viejos frunzan el ceño frente a las guitarras, al mismo tiempo los ayudaré a olvidar
que los primeros adventistas no permitían el uso de órganos en sus iglesias. Mientras le dé un
golpe bajo a sus así llamados “dramas (obras de teatro, representaciones)”, haré que sus adultos
se olviden que Jesús usó historias ficticias tales como el hombre rico y Lázaro, y que Ellen White
usó el término “drama” para referirse a lo que pensamos sobre las novelas. Y seguramente
animaría a los miembros más adultos a pensar que sus dramas son algo muy malo antes de que
piensen que son parábolas representadas. También ayudaría que la iglesia adventista se olvide
que su propio movimiento fue en gran medida comenzado por gente joven, cuyas ideas eran
innovadoras y creativas.

Nuestro diablo no es un tonto. El sabe que si puede desanimar lo mejor del joven apoderándose
de la iglesia, ésta al final estará muerta o muriendo. Para alcanzar a la nueva generación
nosotros debemos aprender a comunicarnos en el idioma de su tiempo, simplemente como Jesús
lo hizo en su momento, y James White hizo en el suyo. Si la iglesia insiste en usar los estilos, el
lenguaje del siglo 19 para alcanzar a la gente joven en su siglo 21, terminará, eventualmente,
como los Amish (menonitas), que han mantenido sus formas y tradiciones pero han perdido su
misión en el mundo. La iglesia necesita reconocer que las generaciones futuras ni siquiera
piensan como aquellos que nacieron en los 40 o antes. La marca de la lealtad ya no existe. El
mundo post-Watergate, post-Viet Nam, post-moderno también tiende a ser post-denominacional.
La iglesia no puede esperar lealtad sin razón o culpable-dependiente simplemente porque la
gente nació adventista o porque piensen que el adventismo posee la verdad. Por el contrario, la
iglesia necesitará demostrar que es realmente lo que dice ser y que está usando sus fondos y
fuentes fielmente. Los jóvenes de hoy tienen menos problemas en usar sus fondos y talentos
fuera del adventismo organizado que los más viejos.

Este no es un problema pequeño. La juventud de la iglesia es su elemento más valioso y la


juventud de afuera de la iglesia es su presente y futuro campo misionero. La juventud es la
oportunidad más grande del adventismo y su desafío más serio. La iglesia debe formular planes
para alcanzar sus mentes y conseguir apoyo. Ellos serán la iglesia del futuro.

Si yo fuera el diablo haría que la iglesia pensara en chico. Esta táctica está cercanamente
relacionada con la de frustrar a la gente joven, porque el joven todavía no ha descubierto que
todo es imposible. Yo sé de adventistas que pueden dar 110 razones de por qué casi cualquier
cosa que se sugiere no puede realizarse. Y son, usualmente, muy fuertes en sus argumentos
usando versículos de la Biblia y declaraciones de Ellen White, tomándolas fuera de sus contextos
históricos.

Tales apóstoles del negativismo aparentemente nunca leyeron (T6 476: “Nuevos métodos y
nuevos planes aparecerán de nuevas circunstancias. Nuevos pensamientos vendrán con nuevos
obreros que se den a sí mismos al trabajo...Ellos recibirán planes concebidos por el mismísimo
Señor.” (Nuevos obreros, por su puesto, son a menudo obreros jóvenes). (Traducción libre, no
la encontré - Valeria Acosta).

Los apóstoles del negativismo necesitan aprender la lección del abejorro. Es aerodinámicamente
imposible para un abejorro volar, pero ellos no lo saben, por eso lo hacen de todos modos.
Pensando en chico en el adventismo, significa que la iglesia “X” bautiza 50 en 2001 antes que
25; esto significa llegar a la marca de los 20 millones para el año 2013. Con pensamiento en
chico, la iglesia permanecerá en el planeta por un largo tiempo.

Pienso en mi amigo en Hawaii, Arnold Trujillo. El tiene ahora 29 iglesias y compañías con 5500
miembros pero ha declarado públicamente que su meta es tener 10,000 hogares-iglesia de 12
miembros cada uno para 2005 y está preparando el terreno para tal expansión. ¿Eso es visión o
ilusión? Ambas pueden estar cerca y juntas. Pero nunca olviden la imposible tarea de los
antepasados. ¿Cuál, necesitamos preguntar, es la magnitud de la fe de la lluvia tardía? ¿Cómo
podemos nosotros pensar en grande y utilizar mejor nuestros fondos y fuerzas de trabajo para
hacer que nuestros sueños se conviertan en realidad?

Si yo fuera el diablo haría que la gente creyera que hay solamente una manera de hacer las cosas
y que todos tienen que hacerlo de esa única manera. El culto, por ejemplo. Unos pocos años
atrás la División Norteamericana experimentó cierta tensión en lo que fue llamando culto de
celebración. Yo no sé tanto sobre los cultos de celebración, pero sí sé que en el servicio
promedio adventista puedo quedar dormido durante la invocación, despertarme para la
bendición, y ser capaz de decirles todo lo que ocurrió en el medio.

La iglesia necesita darse cuenta, como Ellen White lo pone, que “no todas las mentes han de ser
alcanzadas por los mismos métodos.” Los estilos de culto, por ejemplo, están relacionados con
las clases socioeconómicas de la gente. Lo que puede llegar a una comunidad de clase media-
alta, puede no atraer a los pentecostales o a la alta iglesia anglicana u ortodoxa. No dije que
deberíamos transformarnos en pentecostales u ortodoxos, pero que deberíamos utilizar estilos
que apunten a sus necesidades. El adventismo no necesita 1 o 2 formas de adorar. Necesita 50 o
más, si es para alcanzar a la gente. Otra forma de decirlo es que todos en la iglesia se ven como
yo, no estamos llegando muy lejos.

He hablado sobre culto, adoración, pero lo mismo puede decirse sobre evangelismo. Nuestro
Dios creó variedad en todas partes. Debemos movernos más allá de los simples lotes de cosecha
en cualquier comunidad dada y llegar afuera a todos los hijos de Dios. Necesitamos desarrollar
conscientemente métodos y procedimientos que sean un poco diferentes de nuestros tradicionales
métodos y procedimientos si vamos a alcanzar a aquellos que son muy diferentes a nosotros.

Si yo fuera el diablo desprestigiaría la importancia de nuevas tecnologías en terminar el trabajo


de la iglesia. La nueva tecnología ejerce un tremendo poder para bien y para mal. Demasiado a
menudo hemos dejado el campo al diablo. H. M. S. Richards me dijo una vez que tuvo que
luchar con los hermanos a cada paso. La radio era demasiado nueva, demasiado radical,
demasiado innovadora, demasiado no-probada, un desperdicio del dinero del Señor.

Hoy nos paramos sobre la frontera de las tecnologías para esparcir los mensajes de los tres
ángeles que Richards ni siquiera soñó. Hoy, como nunca antes, necesitamos una generación con
el espíritu de H. M. S. Richards pero con las imaginaciones del siglo 21.
Antes de dejar el tema de la tecnología, necesito decir que pensé que la idea de los programas de
red (NET) eran una locura. ¿Quién iría a la iglesia a mirar un predicador en una pantalla? Estoy
feliz de decirles que yo estaba equivocado. Las programaciones de la Red (NET) han puesto a
los adventistas en la mismísima frontera de algunos tipos de comunicación mundial. ¿Qué otras
ideas hay por ahí afuera para el descubrimiento? ¿Cómo podemos utilizarlas mejor?

Si yo fuera el diablo haría de los pastores y administradores el centro del trabajo de la iglesia.
Debe haber sido el diablo el que nos dio la idea de que el pastor debe hacer todo, la predicación,
dar los estudios bíblicos, ser el principal ganador de almas de la iglesia, y hacer y llevar adelante
las decisiones de los negocios para la iglesia.

Necesitamos movernos más allá del lugar donde vemos iglesias como centros de entretenimiento
para los santos. Necesitamos hacer más sacerdotes en el sacerdocio de los creyentes. Si
esperamos que el clérigo termine el trabajo, el adventismo estará en el planeta Tierra por un
poquito más que la eternidad.

El desafío es crear una generación de pastores y administradores adventistas que se transformen


en equipadores / preparadores, que estén capacitados en ayudar a la gente a usar sus talentos en
el trabajo de alcanzar al mundo. Los pastores necesitan transformarse en capacitadores, no en
madres gallinas permaneciendo inmóviles sobre sus polluelos. Al McClure es conocido por
haber dicho a una convención plantadora de iglesias que cualquier iglesia no revoluciona o
planta una nueva iglesia en tres años debido a la pérdida de su pastor. Si el anciano McClure no
dijo eso, debiera haberlo hecho. El adventismo necesita dar pasos definitivos para asignar al rol
del pastor el de capacitador.

Si yo fuera el diablo, socavaría la importancia de la congregación local. Una de las grandes


necesidades del adventismo es la creación y mantención de congregaciones locales vibrantes.
Una congregación saludable no es un grupo de individuos, sino un cuerpo de creyentes llegando
a la comunidad y a sus alrededores.

La tarea de la iglesia mundial en su organización de Asociación General es coordinar fondos y


personal para enviar el mensaje de Cristo a los rincones más lejanos de la tierra. Por
consiguiente el congregacionalismo, como una forma de organización, no es suficiente en sí
mismo. Pero, por otro lado, la denominación a la larga será tan saludable como sus
congregaciones locales. ¿Qué puede hacerse a nivel local?

Si yo fuera el diablo crearía más niveles administrativos y generaría más administradores. De


hecho, si yo fuera el diablo tomaría tantos empleados exitosos de la iglesia tan lejos de la escena
de acción como fuera posible. Los pondría detrás de escritorios, los cubriría con papeles, y los
inundaría con juntas y comités. Si eso no fuera suficiente, los removería al así llamado nivel
“más alto” y “más alto” hasta que tengan poquito y sostenido contacto con la gente que integra la
iglesia.

Ahora, no me mal interpreten. Yo creo en la organización de la iglesia. Pero también creo en la


comida, y sé que demasiado de algo bueno tiene menos que resultados saludables.
Muchos creen que el adventismo necesita recortar el número de sus clases administrativas y las
sumas de sus estados administrativos reales para que más dinero y energía se ponga en lucha al
frente de la batalla.

Muchos adventistas están cansados de pagar cuentas masivas por un sistema multi-estratos. En
el consejo anual de 1999 en Brasil, señalé que no hay iglesia en el mundo con tantos niveles
administrativos para solventar como el adventismo. Cuando el artículo fue publicado por la
Adventist Review, el editor quiso insertar “exepto los católicos romanos”. Yo respondí
diciéndoles que agreguen “incluyendo a los católicos romanos”. El sistema católico romano
tiene 2 niveles sobre la iglesia local, mientras que el adventismo tiene 4.

El sistema corriente se ha desarrollado en la era de los carros con caballos, cuando aún el
teléfono no había aparecido. El desafío para la iglesia en el siglo 21 será reorganizar líneas que
tomen en cuenta transportes modernos y comunicación. Estoy recién completando un libro sobre
la historia de la organización de la iglesia adventista que sugiere un modelo de tres pisos
totalmente reestructurado que se arregla de tal manera que puede capturar las ventajas de una
iglesia mundial mientras que, al mismo tiempo, provee para la iniciativa local.

Más y más adventistas se están dando cuenta de que hay otras formas de estructurar la iglesia en
el mundo post-moderno que pondrán en libertad tanto a obreros como a dinero para terminar el
trabajo de Dios en la tierra. Demasiado dinero, dicen muchos, está siendo usado para la
maquinaria, como si la maquinaria fuera un fin en sí misma. Muchas de las oportunidades
potenciales del futuro son contingentes sobre reestructurar exitosamente de una manera que
librará fuentes y animará a la inversión de fuentes adicionales. Esta tarea puede ser uno de los
grandes desafíos de nuestro tiempo.

Si yo fuera el diablo haría que los adventistas tuvieran miedo del Espíritu Santo. Demasiados de
nosotros le temen al pentecostalismo cuando piensan en el tema del Espíritu Santo. Por otro
lado, necesitamos recordar la enseñanza de la Biblia sobre la necesidad del Espíritu en el trabajo
cristiano, y el pensamiento de Ellen White de que la recepción del Espíritu Santo trae todas las
otras bendiciones en su lluvia.

Algunos años atrás noté en una presentación de la Asociación General que los adventistas no
creían realmente en las 27 creencias fundamentales–especialmente la de la perpetuidad de los
dones espirituales hasta el fin del tiempo. Tendemos a creer en don espiritual antes que en dones
espirituales, y la mayoría de nosotros restringe ese don a una individua, seguramente, en su
tumba por los últimos 85 años. Si yo tuviera un verdadero don de lenguas, hoy probablemente
tendría éxito en esta plataforma. Si yo tuviera un verdadero don de profecía habría una junta
masiva para estudiar la situación por los próximos diez años.

Ahora tengo que admitir que, incluso hablando sobre tales cosas, me pongo nervioso porque el
Espíritu es difícil (imposible) de controlar. Pero, por otro lado, tenemos la promesa de Joel 2 del
derramamiento espiritual en los últimos días–un derramamiento espiritual que dividirá a la
iglesia por la mitad.
¿Cuánto pensamos realmente en el Espíritu Santo y en el derramamiento de la lluvia tardía?
¿Estamos muy enfocados en metas, estructuras, y esfuerzos humanos que hemos olvidado el
poder esencial detrás de cada uno de ellos? ¿Qué pasos pueden darse para darle al Espíritu su
lugar correspondiente en el adventismo? ¿O esperamos finalizar nuestro trabajo sin Su
conflictiva presencia?

Estoy intrigado por declaraciones tales como 1SM 118. Todos conocemos el trabajo final como
fuego en el rastrojo, pero, ¿hemos leído el resto del párrafo? “Dios empleará agencias cuyos
hombres originales serán incapaces de discernir; ángeles harán un trabajo que los hombres
podrían haber tenido la bendición de cumplir, si no hubieran rechazado responder los clamores
de Dios.” (Traducción libre, no la encontré - Valeria Acosta).

Si yo fuera el diablo animaría a la denominación a seguir jugando el juego de los números. La


peor cosa que alguna vez ocurrió al adventismo es cuando aprendimos a contar. Contamos
números, iglesias, instituciones, dinero, y todo lo demás. Mientras que los números tienen su
lugar apropiado, pueden tener muy poco que ver con la realidad de un trabajo terminado.

Un resultado del juego de los números es que tendemos a poner nuestro dinero donde se pueda
obtener la mayor cantidad de almas por el menor dinero, donde obtenemos los mayores
resultados. Eso ha significado que no hemos puesto el tipo de esfuerzo en esas partes del mundo
que son más difíciles. Además, en la División Norteamericana, sucede que el grupo más difícil
de evangelizar es el de los caucásicos / caucasianos. Algunos años atrás le escribí al presidente
de la división que si no comenzaba a poner más esfuerzo en evangelizar creativamente a ese
auto-satisfecho grupo, en 50 años el mayor grupo de gente no alcanzada en el mundo podría ser
el de los norteamericanos blancos. El problema de los números toma diferentes configuraciones
en varias partes del mundo, pero necesitamos enfrentarlo consistentemente en nuestra
planificación si esperamos alguna vez alcanzar a todos los hijos de Dios.

Si yo fuera el diablo haría que los adventistas del séptimo día olvidaran o, al menos,
desprestigiaran su herencia apocalíptica. El adventismo nunca se ha visto a sí mismo
simplemente como otra denominación, sino más bien como un pueblo de profecía con sus raíces
en Apocalipsis 10-14. Es ésa la creencia, en el adventismo como un pueblo especial llamado con
un mensaje urgente, que ha conducido a la iglesia hasta lo último de la tierra.

Cuando esa visión se acabe, el adventismo se transformará simplemente en otra desdentada


denominación que solamente sea un poquito más peculiar en algunas de sus creencias que
algunas de las otras.

Nuestra aproximación a lo apocalíptico en planificación futura determinará si el adventismo


continuará siendo un movimiento o si será transmutado a un monumento al movimiento y,
eventualmente, a un museo sobre el movimiento.

Mientras estamos en el tema de lo apocalíptico, es significativo que hablemos a la gente de


nuestros días. No solamente excita a la gente sobre la cercanía del advenimiento decirles que
hubo un gran terremoto en Lisboa en 1755 y que las estrellas cayeron en 1833. No tengo
inconvenientes con esos eventos en términos de su historicidad y de su poder sobre la gente del
siglo 19, pero necesitamos ayudar a las personas a ver los eventos apocalípticos que están
ocurriendo en el marco de nuestros días.

Si yo fuera el diablo haría que los adventistas sostengan que todas sus creencias son de igual
importancia. Por el contrario, el hecho evidente es que una salvadora relación con Jesús está en
el mismo centro del cristianismo. Esa relación no está en el mismo nivel que comer un trozo de
cerdo. He conocido guardadores del sábado que son peores que el diablo. Incluso he conocido
vegetarianos que son peores que el diablo. La iglesia necesita pensar en sus creencias en
términos de lo que es primario y lo que es secundario; lo que es central, y lo que está en el borde.
La figura Bíblica es clara en que todo cristiano genuino fluye de una salvadora relación con
Cristo Jesús. Es demasiado fácil ser un adventista sin ser un cristiano. En nuestro evangelismo y
en todo nuestro programa adventista de alcance la centralización de Cristo necesita ser cristal
claro. El desafío es estructurar concientemente nuestro alcance para que las personas lleguen a
ser cristianas cuando se convierten en adventistas, porque el adventismo no tiene significado
fuera del su marco cristiano.

Si yo fuera el diablo haría que los adventistas se peleen unos con otros. Cualquier tema anterior
lo haría–culto, estilos, teología, reglas de vestido. Cualquier cosa funcionaría para con mi
propósito, si yo fuera el diablo. Después de todo, si los adventistas estuvieran ocupados
disparando todas sus balas el uno al otro, no me dejarían demasiado a mí. El diablo ha tenido
éxito con esta estrategia. ¿Qué se puede hacer para ayudarnos a encontrar y derrotar al enemigo
real?

Si yo fuera el diablo, haría que tantos adventistas como fuera posible pensaran trivialmente,
nacionalmente, y racialmente. Haría de la iglesia un gran poder que luche sin tocar la misión o la
eficiencia.

Habiendo hecho la declaración, me apresuro a agregar que hay injusticias que necesitan ser
rectificadas y situaciones complejas que nunca podrán ser completamente alisadas. Mi petición
es que aún en las situaciones más difíciles e injustas necesitamos comportarnos como hermanas y
hermanos nacidos de nuevo, que son capaces de discutir estas cosas sin perder de vista la misión
de la iglesia que hace significativos los puntos en primer lugar. En esta línea, el adventismo
necesita desarrollar mecanismos para enriquecer y alumbrar su musculatura y su
internacionalismo.

Por último, si yo fuera el diablo haría que los adventistas se vieran miserables los sábados.
¿Cuándo se regocijan los adventistas–en la puesta de sol del viernes o en la puesta de sol del
sábado?

Muchísimos de nosotros actúan como si el sábado fuera una penalidad por ser un adventista en
vez de una señal de nuestra salvación y la bendición más grande de la semana.

Esta actitud desafortunada aparece en muchísimas de nuestras iglesias. Por qué, he estado en
iglesias adventistas donde ni uno siquiera me saludó. Entonces no los molesté con un saludo.
Antes bien, simplemente tomé un asiento. Luego, cerca de las 11:05 alguien se paró a
preguntarme si yo era el predicador. En la mitad de mi sermón les pregunté, si ellos fueran
visitas no adventistas, si hubieran regresado. Yo les diría que yo no lo hubiera hecho.
Llenar una iglesia toma más que doctrina correcta. Necesitamos no solamente verdad doctrinal,
sino la verdad como es en Jesús (Lucas 13:35).

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Estoy cansado de jugar el rol de diablo. ¿Dónde está Dios en todo esto? Si yo fuera Dios
animaría a la iglesia adventista del séptimo día a comenzar a pensar, planear, y actuar de una
manera que derrote el plan de juego del diablo. Animaría al adventismo a multiplicar el poder de
sus bendiciones; tratar sus desafíos de una manera abierta, honesta y cristiana; y a poner todas
sus energías en maximizar las oportunidades misioneras.

El éxito no vendrá por accidente, sino que será el producto de pensamiento, planificación y
acción deliberadas.

Cerrando me gustaría agradecer a la administración de la Asociación General por el llamado al


pensamiento y discusión significativos en las 5 ventanas de la iglesia que ellos proveen durante
esta sesión. La tarea para cada delegado esta tarde es hacer una lista de lo que él o ella considera
ser 1) las más grandes oportunidades para la iglesia hoy y 2) los desafíos más grandes mientras la
iglesia enfrenta una misión completa en el siglo 21.

Traducción: Valeria Acosta

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