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POLÍTICA MIGRATORIA
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carácter humanitario de las mismas. Se dio prioridad al ingreso de
contingentes inmigratorios con problemas socioeconómicos, conflictos
existentes con minorías nacionales, o por problemas bélicos, o a aquellos
que ya no han podido estar en su lugar de origen.
Justo es señalar que la Argentina siempre ha sido un país de
fronteras abiertas, como lo establece nuestra propia Constitución
Nacional. De todas formas, cualquier política inmigratoria tiene que
enmarcarse en intenciones globales, aunque atienda situaciones
concretas. Hoy, los refugiados recibidos en 1979 se han convertido en un
problema estratégico, al tiempo que se enlaza con los conflictos derivados
de la desocupación creciente. En consecuencia, para la Argentina no es
cuestión de asumir dificultades ajenas, sino de estructurar políticas desde
sus propios requerimientos.
La inmigración, pues, en las condiciones apuntadas, debe ser una
estrategia fundamentada y suficientemente debatida. Premisa ésta que, al
menos hasta el momento, no parece observarse en la dimensión
adecuada
Así la crónica del diario El Territorio en su edición del día 19 de
febrero de 1980 anunciaba el importante acontecimiento que abría las
puertas de esta tierra a laosianos y camboyanos.
“Le toca a Misiones ser protagonista del rol de anfitrión que el país
comprometió internacionalmente, cuando decidió recibir en carácter de inmigrantes,
a los refugiados del sudeste asiático. Por eso, la experiencia para la provincia y sus
pobladores que los van a acoger, es única, sin antecedentes, desde el punto de vista
que por primera vez, se va a producir la relación de convivencia entre misioneros y
laosianos, la única válida y la más eficaz para emitir luego, juicios y definiciones, del
resultado obtenido de la adaptación”.
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parecían mucho más pequeños y los adultos, cronológicamente aún
jóvenes, representaban ser mayores.
Todos los que de una u otra manera pudieron expresarse, habían
manifestado conformidad con los requisitos establecidos por el Estado
Argentino, los que se mostraron en un principio estar predispuestos a
realizar todas las tareas que le fueran asignadas. Cabe acotar que al
poco tiempo de haberse radicado en sus nuevos destinos su
comportamiento ocupó gran parte de los titulares de diarios del país.
Entre ellos había grupos que podríamos llamar rebeldes, cuyas actitudes
relacionadas con los compromisos establecidos los mezclaron con hechos
que inquietaron el normal ritmo de las actividades de los vecinos,
expectantes ante su comportamiento como también la manera y el
momento en que se produciría su inserción definitiva.
A juzgar por lo vivido, la actitud de la población fue de total
solidaridad, aunque el momento no se prestaba para reacciones violentas
o simplemente para quejas, puesto que se vivía en pleno régimen militar,
los que justamente habían sido los gestores de esta “salida”.
Llegaron a la Argentina en carácter de refugiados1. En aquel
momento también aquí habrá un clima de violencia por la represión que
cobró miles de víctimas. A pedido de las Naciones Unidas y, para
“blanquear” la imagen del país en materia de derechos humanos, el hecho
de brindar albergue a ciudadanos extranjeros -que estaban pasando por
una situación límite- resultó atractiva y oportuna para los funcionarios
militares.
Recordamos que comenzaron a molestar ciertas preferencias de
las que eran beneficiarios como ser, entre otras: la utilización de un
centro recreativo, el que se adaptó para su “momentánea estadía” que se
prolongó por más de dieciocho años. También se quitó el tinglado de un
mercado para solar de los visitantes. El gobierno a través de organismo
oficial, Defensa Civil, se encargaba de la manutención, provisión y
preparación de las comidas diarias.
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Según el derecho internacional, es "refugiado" la persona que, debido a un temor
fundado de persecución, o viendo amenazada su seguridad por hechos que alteran el
orden público, se ha visto obligada a abandonar su país de origen o se encuentra fuera
de su país. Las cifras mencionadas por el ACNUR se basan en esta definición. Los
refugiados, en consecuencia, son personas reconocidas como tales por los gobiernos
firmantes de los distintos instrumentos legales de las Naciones Unidas o regionales,
relacionados con el estatus legal del refugiado, también pueden ser reconocidas por el
ACNUR, en función de definición incluida en el mandato del Alto Comisionado. (A estos
se les conoce como refugiados "bajo mandato"). Esta categoría incluye a personas que
se encuentran en Europa y en América del Norte, a las que se les ha concedido
protección temporal como colectivo.
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La situación, desde su arribo a Posadas, se presentó bastante
intrincada ya que la localización en sus nuevos destinos en el interior de
la provincia estuvo acompañada de permanentes desaciertos, puesto que
no aceptaban imposiciones. Al poco tiempo todos estuvieron de vuelta en
el Centro de Refugiados en un terreno adyacente al ex Balneario “El
Brete” denominado “Expo-Feria”, aunque sin el apoyo original,
disminuyendo poco a poco el aporte y la atención de los organismos
provinciales.
Al poco tiempo comenzaron a arreglarse solos. Las mujeres se
dedicaron a mantener a su familia con la venta de ropa en las calles de la
capital como así mismo en todo el interior. Esta actividad se redujo al
momento de la inauguración del Puente Posadas-Encarnación, acaecido
en 1991, ya que el tráfico de mercaderías se incrementó sensiblemente
por las novedades y mejor precio en la vecina orilla.
Con respecto al medio ambiente, diferente del de sus lugares de
origen, había influido notablemente en su estado de ánimo, restándoles
fuerza y provocando desconcierto en su estadía, al saber que
prácticamente no tendrían retorno. Entiéndase que el aporte que los
asiáticos recibían se evaluaba como un subsidio, más que como una
compensación por el trabajo encomendado, y que la respuesta no era lo
suficientemente correspondida, en relación al esfuerzo realizado por
funcionarios y/o directivos de los establecimientos que se sumaron a esta
“patriada”.
Se sabía que en cualquier momento esta relación iba a hacer
eclosión, puesto que las diferencias con el obrero de la zona eran
evidentes. Las mujeres de esta comunidad se lamentaban de que “ni
como empleadas domésticas” eran aceptadas en las familias posadeñas.
También sabían perfectamente que nunca más se irían de la tierra
colorada, aunque muchos siguen aun hoy intentando el éxodo a su país.
Cabe destacar que no “estuvieron solos”, fue permanente la ayuda
de sus parientes residentes en Buenos Aires o en otros países los que
estuvieron con mejores condiciones de ingresos e inclusive formando
parte de otro estrato social. También fue una realidad el hecho de que
nunca se alejaron de sus raíces y jamás se permitieron mezclarse con los
de “la otra raza”.
La legislación vigente contempla para inmigrantes y en particular
para refugiados la obligatoriedad de que los traslados y movimientos
deben ser consensuados previamente entre los países de origen y el de
destino, según lo establece la Ley 24493/95. Se conviene de común
acuerdo su aceptación, siendo éste aparentemente el caso de los
refugiados, a pesar de que ya se han cumplido los plazos establecidos
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para la permanencia como así también los derechos que le caben para
desenvolverse, trabajar y trasladarse por el país.
Esta situación trae el recuerdo de cuando intentaron trasladarse
por el Paraná hasta Buenos Aires -valiéndose de canoas robadas en la
costa del predio- aunque una vez descubiertos aguas abajo, fueron
traídos al Centro de Refugiados.
De los que habían ingresado, hasta el año 1991 ninguno pudo
regresar. Sólo partieron hacia otros países como EEUU, Francia o
Canadá aquellos que pudieron sortear las tramitaciones, cumplir los
requisitos de garantías y avales que aseguraran que tenían suficientes
medios económicos propios para residir en esos países. También llegaron
a Buenos Aires en busca de mejores condiciones laborales.
A pesar de haber residido tantos años en Misiones, los adultos no
lograron aprender el idioma castellano y muy pocos son los que han
solicitado la nacionalidad, lo que no deja de ser un impedimento para
tener o desarrollar una actividad estable. Evidentemente esta actitud
puede ser interpretada como una falta total de compromiso, lo que deja
ver a las claras el desarraigo que caracteriza a estas personas e inclusive
trasciende al resto de los integrantes de la familia incluidos a los más
jóvenes.
A este grupo corresponde denominarlos refugiados, no inmigrantes,
tampoco repatriados2 o desplazados3.
De acuerdo con estadísticas de las Naciones Unidas, los
“refugiados” -por definición- nunca terminan de adaptarse al país que los
recibe. De allí, su interés de regresar a su lugar de origen.
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Repatriados: El problema de los movimientos de refugiados tiene solución. La mayoría
de los refugiados se han visto obligados a abandonar sus hogares y están dispuestos a
volver tan pronto como las condiciones se lo permitan. El ACNUR asiste a los refugiados
para que vuelvan voluntariamente a sus hogares, en seguridad y con dignidad, y a
reintegrarse. Se preocupa también por sus condiciones de vida después de su
repatriación. La duración de la asistencia es variable en función de las condiciones de
cada operación; los 3,3 millones de repatriados que reciben ayuda activa del ACNUR
representan una pequeña fracción del número total de personas que han vuelto a sus
hogares durante los últimos 40 años. En general, las personas repatriadas reciben
asistencia tan solo durante los dos primeros años después de su retorno.
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Desplazados internos: Se trata de personas en situación similar a la de los refugiados,
aunque no hayan cruzado ninguna frontera internacional. Si el gobierno lo solicita o por
lo menos da su consentimiento, y si hay un mandato previo del Consejo de Seguridad de
la ONU o de Secretario General, el ACNUR puede asistir también algunos grupos de
"desplazados internos". Según varias fuentes de información, incluyendo al Comité para
Refugiados de los Estados Unidos y al Representante del Secretario General para las
personas desplazadas, se estima en 26 millones por lo menos, el número de personas
desplazadas dentro de su propio país.
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Los pedidos de autorización para regresar a Laos se analizaron
con el delegado diocesano de Migraciones y el Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para Refugiados (A.C.N.U.R.). El tiempo, las mejoras en
las condiciones de vida de la población, la estabilidad económica y
política de Laos han favorecido y posibilitado su regreso.
Las cuestiones derivadas del desconocimiento del idioma y la
discriminación en el mercado laboral fueron las principales causas de la
marginación de los refugiados. Casi sin excepción quisieron volver a su
patria. Pero Laos no respondió a los numerosos pedidos de la UN
(Naciones Unidas) y la respuesta de la diplomacia asiática ha sido
discretamente reiterada en tres oportunidades, "que se estaba a la espera
de una mejor situación económica de Laos".
La mayoría se resistió a partir al interior de la provincia. De los
primitivos boxes de zinc que cada familia ocupó en el predio de la Expo-
Feria (el que la Municipalidad cedió con el fin de que se realizaran
exposiciones agro-industriales) se trasladaron a casas de madera
construidas por ellos mismos en los límites del citado predio, muy
similares a las de los criollos de barrios pobres.
Como proyecto derivado de la construcción de la Costanera de
Posadas y la necesidad del Ente Binacional Yacyretá, fueron previstas
nuevas viviendas para familias de la zona costera.
Con la recuperación de la democracia en 1983 y los sucesivos
gobiernos constitucionales (Presidencia del Dr. Raúl Alfonsín y del Dr.
Carlos Menem) no se modificó sustancialmente la situación de los
refugiados. La continuidad institucional, que vale para que una Nación
cumpla con sus compromisos más allá de quien gobierna, aún no se
entiende como tal.
Entre los beneficiados figuraban 108 familias, integrantes de la
comunidad de refugiados laosianos del balneario “El Brete”. Compartirían
el lugar con vecinos relocalizados provenientes de las chacras N° 173 y
N° 174 del barrio Tiro Federal. En la Chacra N° 102 entre las Avenidas
Aguado y Almirante Brown, la EBY construyó barrios de viviendas para
relocalizados dentro del programa de reasentamiento de vecinos
afectados por las obras de la Costanera.
No obstante los refugiados, tras prácticamente 20 años de vivir en
Posadas y luego de los problemas de ambientación en la primera etapa
de su estadía, comenzaron a sentir esta tierra como propia. Les costó
mucho porque desde su visión de refugiados, las imágenes que
acompañaron su viaje a América rescataron un contenido casi excluyente
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del estilo de vida estadounidense. Y hacia ese rumbo apuntaban casi
todos, como destino final.
Las familias lugareñas que esperaban una casa decían que tenían
prioridad frente a los asiáticos que vivían en el balneario. Mientras tanto
los laosianos seguían peregrinando de un lado al otro con el rechazo de
los vecinos, quienes también se sentían defraudados porque el barrio
había dejado de ser el lugar tranquilo que había caracterizado a esa vasta
zona. La postura era atendible, porque los laosianos poco y nada sabían
de la existencia de un país como la Argentina, que pese a sus
contradicciones, exhibía una inequívoca vocación solidaria y sus
habitantes siempre terminaron aceptando al que llegaba de otras tierras.
Durante estos últimos diez años prácticamente esta comunidad se
mantuvo totalmente ignorada y solamente aparecieron en los diarios
protagonizando hechos nada favorables como ser: estar involucrado en
peleas con los vecinos, en el robo de energía de los cables de la calle,
provocando disturbios, siendo motivo de quejas por la desaparición de
gatos y perros, como así también criticados por la recolección de
chicharras y cascarudos (aparentemente para el consumo). También se
los había incriminado como los responsables del extravío de una anciana
en el predio donde había caído el avión de “Austral” cercano a la
cabecera de pista Aeropuerto de Posadas puesto que se les habían
atribuido costumbres antropófagas, situación que inmediatamente fue
desmentida, en forma muy categórica por el responsable de la
comunidad.
Algunos se fueron acomodando a su manera, constituyendo un
grupo considerado "pacífico" con relación a los llamados "belicosos". Los
primeros estuvieron ubicados en un predio sobre la Ruta Nacional N° 12
en el que el ACNUR, construyó unas 20 viviendas. En el lugar, los
laosianos se dedicaron a la huerta, a la cría de aves y otros animales de
corral, productos que luego eran comercializados constituyendo los
principales ingresos para su sostén. Con el paso de los años fueron
echando raíces y definitivamente se establecieron. El otro grupo, los
“belicosos” asentados en el predio cercano a la costa, fueron familias que
han soportado una “oculta” discriminación de la sociedad misionera que,
mucho tiempo después, terminó acostumbrándose a su presencia,
ignorando inclusive su existencia.
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CONCLUSIÓN
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ENTES Y ORGANISMOS CONSULTADOS
ORGANISMOS PROVINCIALES
Centro de Refugiados Subvietnamitas.
Centro de Recepción y Adaptación de Refugiados.
Club de Empleados Municipales de la Municipalidad de Posadas.
Comisión Provincial Pro-Refugiados del Su-Este Asiático.
Cooperativa Agrícola de Montecarlo y Wanda.
Delegado Diocesano de Migraciones Sr. Luis Cáceres.
Delegado: Plan Educativo de Apoyo al Contingente de Inmigraciones del
Sud-Este Asiático.
Dirección Municipal de Cultura de la Municipalidad de Posadas.
Dirección Nacional de Migraciones.
D.I.N.E.A. Dirección Nacional de Educación de Adultos.
I.PRO.D.HA. Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional.
Maestros Rurales Bilingües (Español-Francés)
Padre religioso de la Congregación de los Oblatos de María de
Montevideo, uruguay.
Secretario de la Comisión Vecinal de Laosianos Sr. Phanthachit.
El Territorio, diario fundado en Posadas, Misiones en el año 1925.
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BIBLIOGRAFÍA
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