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Argumento:

A puerta cerrada, obra en un solo acto. La historia se desarrolla en el infierno, en una


habitación cuya puerta está cerrada para siempre, y es ahí donde se perfila la personalidad de
los tres protagonistas (dos mujeres y un hombre) que habrán de convivir eternamente. Una
vez "desnudos como gusanos" –según palabras de uno de ellos- fallan en su intento de vivir
armónicamente, pues cada uno es espejo del otro, comprobándose así la teoría sartreana de
"el infierno son los demás". Este encuentro llevará a los personajes a analizar su vida terrenal,
en un acto de crítica que no los conducirá a nada.

Personajes:

Garcin: Se muestra atormentado por su pasado a causa de ser considerado un cobarde por los
demás. En vida fue un periodista, dirigente de un periódico pacifista. Busca la aprobación de
Inés porque la considera de su misma condición.

Inés: Por su condición homosexual, es el personaje más consciente de la situación que padecen
en el infierno. En la tierra fue condenada a causa de sus preferencias sexuales.

Estelle: Cree que su estancia en el infierno es un error. Desea el cariño de Garcin para no
sentirse sola, sin embargo, es deseada por Inés que intentará seducirla sin ningún resultado.

 Resumen de la obra por escenas:

Pieza en un acto de cinco escenas. Personajes: Inés, Estelle, Garcin y el camarero.

Escena I.

(Un salón estilo Segundo Imperio. Una estatua de bronce sobre la chimenea.)

Se encuentra Garcin conversando con un camarero que lo condujo a un salón estilo segundo
imperio, sin espejos y sin ventanas. Garcin comenta que se imaginaba diferente el lugar,
pregunta por los palos de espetar, las parrillas y los embudos; el camarero dice que todos los
clientes preguntan lo mismo y todos se quejan del hecho que les quiten sus cepillos de dientes
a la entrada, además explica al nuevo inquilino que la falta de camas y las luces encendidas
todo el tiempo son para no dormir. Garcin pregunta por el timbre que está junto a la puerta y
el camarero responde que no funciona pero que él estará a sus órdenes y se retira.

Escena II.

Solo en la habitación, Garcin camina, acaricia la estatua, se sienta, se levanta, llama al


camarero y toca el timbre sin obtener respuesta. Lanza puñetazos contra la puerta y va a
sentarse, en ese momento se abre la puerta y entra Inés con el camarero.

Escena III.

El camarero instala a Inés y le dice que todo lo referente a los cepillos de dientes, la estatua y
el timbre le pregunte a Garcin que ya está enterado y se va. Inés le pregunta a Garcin por una
tal Florence que garcin no conoce y le pregunta también si él es el verdugo por que tiene cara
de miedo. Garcin le confiesa que hubiera preferido estar solo porque tiene muchos
pensamientos por ordenar pero ante la necesidad de estar juntos tienen que actuar
cortésmente y llevar la fiesta en paz. Inés le reprocha a Garcin su tic de los labios
argumentando que eso le da más miedo. Garcin se lleva las manos a la cara y se cubre el
rostro. Se abre la puerta y son ahora Estelle y el camarero.

Escena IV.

Estelle mira a Garcin que no ha levantado la cara y le dice "sé lo que ocultas con las manos, sé
que ya no tienes rostro", y Garcin responde que él no es el verdugo. Pregunta al camarero si
esperan a alguien más. El camarero dice que no, Estelle se ríe de los sillones tan feos que
tienen, cada uno escoge el suyo y se presentan: Estelle Rigault, Inés Serrano y Joseph Garcin. El
camarero pregunta si lo necesitan, se inclina y sale.

Escena V.

Inés dice a Estelle que es muy hermosa. Por la conversación de los personajes empieza a
entenderse que están muertos, cosa que no se ha dicho explícitamente durante la obra. Se
preguntan ahora hace cuánto tiempo que murieron y a causa de qué: Estelle murió de una
pulmonía, a Inés la mató un gas y Garcin recibió doce balas en el pellejo y exclama que no es
un muerto recomendable, Estelle le aconseja que se hagan llamar ausentes.

Hace mucho calor y Garcin intenta quitarse la chaqueta pero Estelle se lo impide
argumentando que le horrorizan los hombres en mangas de camisa. Al preguntarle a Inés por
su preferencia hacia los hombres en mangas de camisa, dice que a ella simplemente no le
gustan los hombres.

Acuerdan en contar los motivos por los que está ahí. Estelle cree que es un error, ella se casó
con un anciano amigo de su padre al que cuidó y hacía dos años conoció a un hombre al que
amó. Garcin dirigía un periódico pacifista y al estallar la guerra lo fusilaron, pregunta dónde
está la falta y Estelle lo llama héroe. Inés les dice que no se hagan los santos que ya no pueden
engañar a nadie y les hace ver que el hecho de estar en el infierno no es error de nadie, están
condenados. La razón que encuentra Inés para estar juntos es que cada uno será verdugo de
los otros dos. Garcin propone ignorarse y quedarse cada quien en su lugar. Estelle le pide un
espejo, Garcin no contesta e Inés se ofrece como tal y se acerca demasiado a Estelle para que
se vea a través de sus ojos, se coquetean mutuamente. Inés le confiesa que le gusta mucho
pero Estelle está más preocupada por Garcin que finge no darse cuenta de nada. Lo llaman y el
les pide que respeten el acuerdo. Inés dice que no puede porque están en el mismo cuarto y
eso no se puede dejar de sentir. Garcin confiesa que está ahí por haber torturado a su mujer
con sus actitudes e infidelidades. Inés les cuenta que en su historia hay tres muertes: un
hombre y dos mujeres, él murió atropellado por un tren (al parecer era el marido de Florence),
meses después estando Inés dormida, Florence abrió la llave del gas y se volvió a dormir, así
murieron las dos. Estelle se vio orillada a contar que el joven que había sido su amante se
suicidó: Estelle sostenía relaciones con él y quedó embarazada, se fue cinco meses a Suiza y el
muchacho estuvo con ella. Él estaba feliz con la niña pero Estelle no y un día la arrojó al lago. El
muchacho lo vió todo y de regreso a paría se voló la tapa de los sesos. Estelle volvió con su
marido que nunca sospechó nada. Los tres se torturan observando lo que pasa en la tierra con
la gente que dejaron y en los lugares que vivieron. Inés trata de tener a Estelle pero ella la
rechaza, Estelle le pide consuelo a Garcin porque no quiere sentirse sola ni acosada por Inés,
Garcin le responde, Inés le recuerda que ella también está ahí. La pareja empieza a besarse,
Garcin se detiene y le pide a Estelle su confianza. Les cuenta que huyó del periódico a causa de
la guerra y ahí lo agarraron. Su mujer murió dos meses atrás por pena. Garcin se atormenta
porque su imagen ante los demás es de un cobarde. Inés le dice que Estelle también piensa
eso pero le dirá lo contrario para agradarlo. Garcin se separa molesto e intenta salir por la
puerta que no abre, la golpea y suplica que la abran y la puerta se abre bruscamente (Garcin
está a punto de caer). Estelle se lanza contra Inés y le dice a Garcin que la echen y cierren la
puerta. Garcin le ordena que la deje porque si él está ahí es por Inés. Inés y él son iguales, si
ella le cree él se salvará porque sólo Inés ha comprendido la esencia de Garcin. Inés le dice que
será difícil porque ella es de cabeza dura y le creerá. Garcin dice que murió demasiado jovén
para haber realizado sus actos. Inés responde que no es justificación, dice que uno muere
siempre muy pronto o muy tarde pero la vida está ahí y ella habla por nosotros, sin embargo,
está dispuesta a escuchar a Garcin que trata de convencerla. Se acerca a la estatua y la
acaricia, dice que todo estaba previsto y dice que no se había imaginado el infierno así: "No
hay necesidad de parrillas; el infierno son los otros". Estelle se ofrece a Garcin y él la rechaza
porque no podrá amarla mientras Inés esté entre ellos. Estelle se precipita contra Inés con el
cortapapeles y la golpea con rabia pero Inés le recuerda que está muerta ya y es imposible
lastimarla. Tendrán que estar juntos para siempre y terminan riéndose. (Caen sentados, cada
uno en un sofá. Largo silencio. Dejan de reír y se miran. Garcin se levanta.) Garcin pide que
continúen. Se cierra el telón.

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