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Matrimonio gay y adopción: ¿qué sigue?

Por Alejandro Juárez Zepeda*

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se encuentra en plena discusión


del proyecto de sentencia preparado por la ponencia del ministro Sergio Valls, que
declara infundada la acción de inconstitucionalidad 2/2010, presentada por la
Procuraduría General de la República (PGR) en contra de las reformas al Código Civil
del Distrito Federal que extienden el derecho al matrimonio, con todos sus efectos –
incluida la adopción de niños y niñas–, a las parejas conformadas por personas del
mismo sexo.

En la sesión correspondiente al jueves 5 de agosto, quedó aprobado por 8 votos a


favor el matrimonio universal en el Distrito Federal como una cuestión de derechos
fundamentales, pero será hasta la próxima semana cuando se debata lo
correspondiente al tema de la adopción de niños y niñas por parte de matrimonios
homosexuales.

Dicho debate correrá por distintas vías. Una de ellas frenó el sentido original del
proyecto del ministro Valls, que proponía obviar la discusión sobre adopción en virtud
de que la reforma no había tocado el artículo relativo. Así pues, varios ministros
combatieron esta postura al alegar la existencia de un nuevo acto jurídico impugnable
pues, en su opinión, la nueva publicación del artículo 391 (sobre adopción), lo creaba.

En el mismo sentido, varios de los ministros presumieron la existencia de un sistema


normativo o nexo causal entre los artículos 146 (matrimonio) y 391 (adopción). Esto
quiere decir que la reforma del primero genera efectos jurídicos sobre el segundo,
alterando sus alcances.

Por su parte, el ministro Salvador Aguirre desestimó los estudios científicos solicitados
por la ponencia de Sergio Valls a investigadores y académicos de la UNAM, que dan
cuenta sobre el impacto que tiene la crianza de niños y niñas por personas
homosexuales, y pidió, en cambio, la presentación de estudios “serios”.

Previamente, el programa Ombudsgay de i(dh)eas, Litigio Estratégico en Derechos


Humanos, A.C. sometió a consideración de la SCJN una opinión técnica o amicus
curiae, que evidenciaba el estado del arte respecto a estos temas y recogía de forma
científica lo más acabado en materia de derecho internacional y comparado, con
relación al matrimonio gay y la adopción.

El documento aborda, entre otros, los siguientes aspectos: concepto del matrimonio y
su evolución; el matrimonio como medio para dar publicidad a las relaciones afectivas
de todo individuo; igualdad de derechos y no discriminación; exigencias derivadas del
modelo de democracia constitucional; efectos del matrimonio entre personas del
mismo sexo en el federalismo; homoparentalidad o repensar la familia; interés superior
de la infancia: significado y alcances; jurisprudencia nacional e internacional aplicable;
y, estudios sobre los efectos de la homoparentalidad en menores bajo esta crianza.

Dicho documento es producto de la colaboración entre un equipo multidisciplinario de


expertas y expertos, así como del Programa Universitario de Estudios de Género de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Fundar Centro de Análisis e
Investigación y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (y puede ser
descargado desde www.idheas.org).

En virtud de lo anterior, consideramos oportuno e importante hacer las siguientes


consideraciones:

1. No es atribución de la SCJN determinar la validez de estudios científicos


(sociológicos, filosóficos, antropológicos, psiquiátricos, piscológicos, médicos,
biológicos o geométricos) presentados por terceros, sino ser garantes de la
Constitución y asegurar el imperio de los derechos humanos en México.

2. Sin embargo, numerosos estudios científicos (varios de ellos citados en nuestro


amicus curiae) señalan que los niños que crecen en familias homoparentales se
desarrollan de forma semejante a como lo hacen los que se desenvuelven en las
familias tradicionales. Del mismo modo, como ha señalado a la SCJN el Instituto
Mexicano de Psicoanálisis: “no hay evidencia científica empírica que indique que las
parejas del mismo sexo no sean aptas para la crianza de un niño o niña”.

3. En el caso de la adopción de niños y niñas por parejas del mismo sexo, lo que debe
quedar garantizado, de acuerdo con el principio del interés superior de la infancia,
es que los homosexuales que deseen adoptar acrediten todos los requisitos del
caso (es decir, su idoneidad como adoptantes), en igualdad de circunstancias con
respecto a los heterosexuales, pero nada más. Lo anterior tiene que ver con tener
“medios bastantes para proveer la subsistencia, la educación y el cuidado de la
persona que trate de adoptarse” y otras capacidades que se consideran a la hora
de dar a un niño o niña en adopción. Pero hacer una diferenciación con base en las
preferencias contraviene lo dispuesto por el artículo 1°, párrafo tercero, de la
Constitución y vulnera los principios de igualdad y no discriminación.

4. En 1974 se elimina a la homosexualidad del catálogo de enfermedades mentales y


se establece como una orientación sexual ordinaria. Los homosexuales también son
personas y tienen derecho a ser padres y madres. Como apunta el sociólogo Óscar
Guasch: “considerar peligroso que los homosexuales críen niños porque éstos, a su
vez, puedan hacerse homosexuales, implica que la homosexualidad es algo malo o
pernicioso”.

5. Las familias homoparentales han existido siempre en la invisibilidad y la


marginación. No obstante, es deber del Estado brindar protección a todos los
modelos familiares sin discriminación, independientemente de la orientación sexual
de sus miembros. Resulta fundamental, igualmente, asegurar el derecho de los
niños y niñas a un hogar en donde puedan desarrollarse plenamente. En lugar de
poner trabas a las familias diversas, el Estado debe diseñar e implementar políticas
públicas que aseguren la integración y el desarrollo de los niños y niñas criados
bajo los distintos esquemas familiares.

La acción de inconstitucionalidad presentada por la PGR en contra del matrimonio gay


y la adopción de niñas y niños por parejas homosexuales es un recurso discriminatorio
que pudiera, en otro nivel, cobrar efectos positivos, ya que resulta urgente generar en
México un debate amplio sobre la necesidad de construir una sociedad libre de toda
discriminación.

La SCJN no debe permitir, bajo ningún concepto, la incorporación de prejuicios en el


sistema normativo mexicano. En cambio, la sociedad en su conjunto puede
aprovechar esta coyuntura para incorporar en su vida cotidiana prácticas que
favorezcan la convivencia sobre la base de la igualdad, el respeto y la celebración de
la diversidad.

* El autor es coordinador del programa Ombudsgay de i(dh)eas, Litigio Estratégico en


Derechos Humanos. A.C. ombudsgay@idheas.org

Mexico, DF, a 5 de agosto de 2007.

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