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LA FORTUNA

Manuel M. Flores

En su curso voluble la Fortuna


todo cuanto me diera me quitó;
Y la Miseria, pálida y hambrienta
el umbral de mi puerta se sentó.

Y llegó la Amistad -la que un día


el festín de mis dichas presidió-
y aunque le dije “ven”, ella –espantada-
al ver aquel espectro se alejó.

Amor llegó también... Sellé mi labio,


porque temí que se alejara Amor;
pero él, sin vacilar, bañado en lágrimas,
vino a mi presuroso... y me abrazó.

Y la Miseria, pálida y hambrienta,


que al umbral de mi puerta se sentó,
a la luz de aquel ángel que lloraba,
ella, ¡la horrible arpía!, se embelleció.

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