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Índice
1
2) Aquellas atribuciones que pueden ser delegadas en los términos del art. 76 de la
CN (zona de reserva relativa de ley en la que existe la posibilidad de la delegación
legislativa) ..................................................................................................................53
3) Habilitación de competencias reglamentarias a organismos administrativos (art. 75
inc. 20 de la CN), al Poder Judicial o a corporaciones públicas no estatales
(inexistencia de delegación legislativa).......................................................................53
II. Facultades administrativas o jurisdiccionales que el Congreso puede crear .............59
4° Parte: Conclusiones y recomendaciones.....................................................................61
A partir de los conceptos expuestos a lo largo de este Informe y teniendo en cuenta el
trabajo de clasificación normativa realizado por la Dirección de Información
Parlamentaria y los asesores de los legisladores, que no ha podido ser revisado
detenidamente por los integrantes del equipo técnico de juristas, se sugieren los
siguientes cursos de acción:.............................................................................................61
Dr. Enrique Paixao Dr. Alberto García Lema .....................62
Dr. Luis Lozano Dr. Alfonso Santiago........................................................................62
Bibliografía......................................................................................................................63
Anexo:
2
Presentación
Cabe tener presente que la Ley 26.519 dispuso, por su artículo 2 la creación de
una Comisión Bicameral Especial, integrada del modo allí señalado, cuya misión,
prevista por el artículo 3, debía ser “revisar, estudiar, compilar y analizar … la totalidad
de la legislación delegante preexistente en virtud de la disposición transitoria octava de
la Constitución Nacional …”. Se desprende de lo dicho en el segundo apartado de ese
artículo 3 que el análisis a realizar debe comprender “entre otros puntos”, los siguientes:
a) cuáles son las leyes que delegan facultades; b) cuáles de ellas están vigentes; c)
cuáles fueron modificadas, derogadas o son de objeto cumplido; d) si las materias se
corresponden con lo regulado en el artículo 76 de la Constitución Nacional.
Para cumplir con tales objetivos la Comisión Bicameral Especial cuenta con el
apoyo de la Dirección de Información Parlamentaria y del Sistema Argentino de
Informática Jurídica (v. segunda parte del artículo 7), cuyo trabajo y en particular de
dicha Dirección, ha sido previo y exhaustivo a la intervención del equipo técnico –
jurídico, previsto en el artículo 5, que me toca integrar.
3
circunstancia que representa un avance para su análisis, respecto a la indeterminación
que motivó la solución de prórroga general de toda la legislación delegante anterior a la
reforma de 1994 de la Constitución Nacional, para evitar la caducidad prevista en su
Disposición Transitoria Octava, dispuesta por anteriores leyes complementarias de ella.
4
reserva absoluta de ley en los que no es posible la delegación legislativa
(zona de reserva absoluta de ley); las materias en que es posible una
delegación legislativa del Congreso al Poder Ejecutivo (zona de reserva
relativa de ley); y, por último, aquellas materias en las que el Congreso
ha habilitado un ejercicio amplio de la potestad reglamentaria por parte
de determinados sujetos, por lo que propiamente no corresponde hablar
de una delegación legislativa, sino de una habilitación legislativa para
un ejercicio de facultades reglamentarias (inexistencia de delegación
legislativa);
- finalmente, en la cuarta parte se formulan algunas conclusiones y
recomendaciones.
Los contenidos de este Informe han sido consensuados por cuatro de los
integrantes del Equipo Tècnico-Jurìdico, quienes tambièn han expresado otras opiniones
individuales que anexan a este Informe.
5
1° Parte: El nuevo régimen constitucional de la delegación
legislativa establecido en la reforma constitucional de 1994
I . Introducción
1
“La letra del texto constitucional (artículos 99.3 y 76) refleja sin ambigüedades la decisión que tomó la
Convención Constituyente de 1994 de, por una parte, mantener el principio general contrario al ejercicio
de facultades legislativas por el Presidente como una práctica normal y, por la otra, de introducir mayores
precisiones sobre las condiciones excepcionales en que ello sí puede tener lugar.” Cfr. caso “Colegio
Público de Abogados de Capital Federal c. EN-PEN- Ley 25414 dto 1204/02 s/amparo”, Corte Suprema,
4 de noviembre de 2008, consid. 9, 3º párrafo.
6
El fundamento que se ha esgrimido para permitir constitucionalmente la
delegación legislativa es que la demanda normativa que requiere el adecuado
funcionamiento de los sistema políticos contemporáneos, no puede ser adecuadamente
atendida por el procedimiento ordinario de sanción de las leyes, dada la cantidad,
complejidad técnica y rapidez de respuesta normativa que demanda el eficaz
desenvolvimiento de la vida política en nuestros días.
2
) La Corte Suprema expuso en numerosos casos esta doctrina de la delegación impropia del siguiente
modo: “Ciertamente el Congreso no puede delegar en el Poder Ejecutivo o en otro departamento de la
administración, ninguna de las atribuciones o poderes que le han sido expresa o implícitamente
concedidos. Es un principio esencial para el mantenimiento e integridad del sistema de gobierno adoptado
por la constitución... Hay delegación cuando una autoridad investida cierto poder determinado hace pasar
el ejercicio de ese poder a otra autoridad o persona descargándola en ella... Existe una distinción
fundamental entre delegación de poder para hacer la ley y la de conferir cierta autoridad al Poder Ejecu-
tivo o a un cuerpo administrativo, a fin de reglar los pormenores y determinaciones necesarias para le
ejecución de aquella. Lo primero no puede hacerse, lo segundo esta permitido... Cuando el Poder
Ejecutivo es llamado a ejercitar sus poderes reglamentarios en presencia de una ley que ha menester de
ellos, lo hace no en virtud de una delegación de atribuciones legislativas, sino a titulo de una facultad
propia consagrada por el art. 86 inc 2º (hoy 99 inc. 2º) de la constitución y cuya menor o mayor extensión
queda determinada por el uso que de la misma facultad haya hecho el Poder Legislativo. Habría una
especie de autorización legal implícita dejada a la discreción del Poder Ejecutivo sin más limite que la de
no alterar el contenido de la sanción legislativa con excepciones”.
3
) Fallos 148:432 (1927).
4
) Fallos, 316:2624 (1993).
5
) Obra de la Convención Nacional Constituyente. Ministerio de Justicia de la Nación, t. V, pag. 4883.
7
Dicha exposición fue recordada recientemente por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación(6), que también mencionó las palabras del convencional Enrique Paixao,
cuando al referirse, en la misma ocasión, al conjunto de las reformas expresó que
“significa asumir como hecho que la actual etapa histórica argentina no es la etapa del
hiper presidencialismo al servicio de la organización nacional, sino la de una
descentralización del poder que posibilite un avance armónico y por consenso de la
mayor cantidad posible de integrantes de la sociedad argentina…”. Citó, asimismo, ese
Alto Tribunal al convencional Raúl Alfonsín quien centró la intención del constituyente
en “atenuar el presidencialismo y desconcentrar las facultades del Presidente”,
aclarando que: “dicha concentración del poder distorsiona la representatividad y el
sistema de separación de poderes, y debilita el control de la validez y legitimidad de las
acciones del Ejecutivo por parte de los otros poderes del Estado”.
Por otra parte, tal línea conceptual había sido anticipada por el ministro Juan
Carlos Maqueda –también convencional constituyente en 1994- en su voto en disidencia
en una causa anterior, del 26 de agosto de 2008(7), que contiene, entre sus citas, una
ampliación de los conceptos de Raúl Alfonsín, en cuanto expresara que: “Cuando exista
alguna duda interpretativa entre las facultades del Presidente y del Congreso, los jueces
y demás intérpretes -a nuestro juicio- deberán dar prioridad a la solución que privilegia
al Congreso, ello puesto que la intención de estas reformas es fortalecer al Poder
Legislativo para establecer un nuevo equilibrio de poderes…”.
Completando tal idea, en línea con la conclusión seguida por la Corte Suprema
en el citado leading case “Consumidores Argentinos”, el ministro Maqueda había dicho
ya en su voto en la causa “Caliguri” que: “En lo que respecta a las relaciones entre el
ejecutivo y el legislativo, la reforma constitucional ha pretendido revalorizar las
atribuciones del Congreso ya que lo que se encuentra en juego no es otra cosa que los
principios que hacen a la representación política y a sus fortalezas y debilidades. La
cuestión no se reduce al mero análisis del reconocimiento de atribuciones a los distintos
órganos del poder sino al funcionamiento real de los controles. En la complejidad de la
sociedad moderna es comprensible que la tarea ejecutiva, por sus propias características,
tienda a convertirse en el centro de la toma de decisión política pero, precisamente por
ello, debe revitalizarse y redimensionarse al Congreso como ámbito del debate y diseño
de políticas públicas y proyectos institucionales, y a tales fines rescatar y dinamizar las
6
) Fallo del 19 de mayo de 2010, in re C. 923. XLIII, “Consumidores Argentinos c/EN – PEN – Dto.
558/02-SS - ley 20.091 s/Amparo ley 16.986”, considerando 5to.
7
) “Caliguri, Rosa Clara c/Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados
s/diferencias de salarios”, in re C. 2650 XXXIX,
8
funciones de control propias de un Congreso republicano. El gobierno moderno requiere
compatibilizar la eficacia y el control…” (considerando 8).
Dentro de ese marco conceptual y conforme con los fines que presidían su tarea,
la Asamblea Constituyente de 1994 decidió transparentar la realidad constitucional
previa a ella, e incorporar y reglar la institución de la delegación legislativa en el propio
texto de la Constitución Nacional, mediante el dictado de tres cláusulas:
9
- Art. 100 inc. 12: “Corresponde al Jefe de Gabinete de Ministros
refrendar los decretos que ejercen facultades delegadas, los que estarán sujetos
al control de la Comisión Bicameral Permanente”.
10
) caso “Colegio Público de Abogados de Capital Federal c. EN-PEN- Ley 25414 dto 1204/02
s/amparo”, Corte Suprema, 4 de noviembre de 2008, considerando 9, 2º párrafo.
11
) En este sentido, ha señalado la Corte Suprema en el caso Fernández Arias, Fallos: 247:646 (1960):
"tan censurables son los regímenes políticos que niegan el bienestar de los hombres, como los que
pretenden edificarlo sobre el desprecio o el quebranto de las instituciones".
10
Nos parece que estamos en presencia de una institución clave para el
funcionamiento del sistema político, cuyo régimen constitucional es necesario que sea
formulado con la mayor responsabilidad.
12
) Coincidimos plenamente con las pautas generales expuestas por Javier Urrutigoiti sobre el régimen de
la delegación legislativa, cuando señala: “Se trata de una labor de hermenéutica constitucional que debe
ser encarada con mucha prudencia -política y jurídica-, sin excluir, por cierto el auxilio imprescindible de
métodos adecuados. Una tentación perniciosa para el funcionamiento eficiente del gobierno moderno, a
mi juicio, sería caer en simplismos interpretativos tales como, partiendo del carácter excepcional de la
delegación permitida, propiciar su interpretación en forma sumamente restrictiva (excepciones sunt de
strictissimae interpretationis). Pero tampoco el criterio demasiado laxo, ya que obtendríamos una falsa
eficiencia gubernamental si relajáramos el principio de legalidad al punto de colocar en una posición
delicada los derechos individuales”, ob. cit., pag. 382.
13
) Con sinceridad señaló el Senador Yoma en su discurso al fundar el proyecto sobre la ley 25.148:
“Tampoco tuvimos cabal conciencia de los efectos que traería aparejados al sistema institucional
argentino la prohibición de la delegación legislativa establecida en el artículo 76 de la ley fundamental”.
14
) En el mencionado discurso, afirma también el Senado Yoma: “se trata de un asunto que debe estar
absolutamente al margen del debate electoral por tratarse de una cuestión de Estado y de gravedad
institucional”.
15
) Conviene también recordar que la Corte Suprema ha señalado que la misión esencial del intérprete
jurídico es determinar la versión técnicamente elaborada de la norma aplicable, indagando lo que ella
dicte jurídicamente mediante una interpretación sistemática y razonable a fin de evitar soluciones
disvaliosas por puro apego al texto legal, cfr. , entre otros, caso Glaser, Fallos, 265:336 (1966). También
ha sostenido que “la Constitución ha de ser interpretada de modo que sus limitaciones no traben el eficaz
y justo desempeño de los poderes atribuidos al Estado al efecto del cumplimiento de su fines del modo
más beneficioso para la comunidad”, caso Botella, Fallos, 214:436 (1949).
16
Se ha propuesto denominar a esta regla “principio de conservación del poder” (V. Lozano, Luis F. ,
“¿Puede el Presidente indultar a un procesado?”, en La Ley, 1990-B, pág. 1198. “Cuando se atribuye
un poder a un órgano no cabe sujetar dicho poder a más limitaciones que las que resulten del texto
expresamente, o por implicancia necesaria” (Cfr.. caso "Ibáñez"; Fallos: 136:244-262 considerando 6º).
11
inerme para adoptar las medidas necesarias o conducentes para la consecución de los
fines públicos que le han sido encomendados.
Examinaremos a continuación cada uno de los puntos que nos parecen más
salientes del nuevo régimen de la delegación legislativa. Al tratarlos, procuraremos
exponer, en primer término, los planteos e interrogantes que se suscitan, para luego
repasar las distintas propuestas esbozadas hasta el momento por la doctrina, la práctica
legislativa y la jurisprudencia, y dar finalmente nuestra opinión sobre cada uno de los
puntos analizados. Hemos preferido este método analítico de tratar cada uno de los
temas por separado, ya que nos permite hacer un análisis más en profundidad de cada
punto. Intentaremos guardar una coherencia en las respuestas que brindamos a cada
cuestión, de modo de poder armar finalmente un sistema que encuadre la práctica de la
delegación legislativa en nuestro país.
12
tajante con el anterior sistema, ya que siguen acudiendo, aunque sea parcialmente, a la
distinción entre delegación propia e impropia que es característica del régimen anterior.
En sentido contrario, algunos doctrinarios, como los Dres. Bidart Campos y Barra,
consideran que la reforma constitucional crea un sistema de delegación propia que se
suma y es complementario al de la delegación impropia que ya existía anteriormente y
que continua existiendo luego de la reforma de 1994.
13
Nos parece que desde estas premisas se puede entender y construir mejor la
propuesta de régimen integral de la delegación legislativa.
Buena parte de los autores consideran que la prohibición general del art. 76 se
refiere a toda clase de delegación, incluyendo a la delegación impropia, que era la única
habilitada hasta la reforma del 94. De acuerdo a esta postura, el Constituyente ha
resuelto prohibir la delegación propia e impropia y permitir excepcionalmente la
impropia dentro de los recaudos establecidos en ese artículo de la CN (21).
En una postura contraria a la ya expuesta, hay otros autores que sostienen que lo
que el Constituyente ha prohibido de modo general y habilitado de manera excepcional
en el art. 76 es únicamente la delegación propia. La delegación impropia sigue estando
habilitada y regulada por arts. 99 inc. 2° y 75 inc. 20°. Se enrolan en esta posición
autores con posturas tan diferentes como Bidart Campos (22) y Barra (23).
tratamiento de la delegación legislativa fue considerado como una especie del nuevo sistema de
relaciones entre los poderes Legislativo y Ejecutivo”, La delegación legislativa y la cláusula transitoria
octava, ob. cit. En el mismo sentido, señala Quiroga Lavié: “hoy la constitución distingue con toda
claridad la potestad reglamentaria, de la legislativa por delegación que tiene el Ejecutivo”, Quiroga Lavié,
Humberto, Constitución de la Nación argentina comentada, 2º ed. actualizada, Ed. Zavalía, Bs. As., 1997,
pág.508.
21
) cfr., p. ej., Bianchi, Alberto, Horizontes...., ob. cit., pag. 424.
22
) “Nuestra síntesis es ésta; a) la delegación excepcionalmente autorizada por el art. 76 corresponde a la
que antes de la reforma se hallaba implícitamente prohibida y, de haberse llevado a cabo era
inconstitucional; b) la delegación que se denominaba impropia no ha quedado prohibida, ni encuadrada
en el art. 76, y puede en el futuro tener cabida como antes dentro del perímetro que el trazó la
jurisprudencia de la Corte Suprema; por ende b´) la delegación impropia no precisa que el Congreso se
restrinja a las materias ni al plazo que estipula el art. 76”
23
) “Para valorar los alcances de la prohibición constitucional de la delegación legislativa se debe ser
muy cuidadoso en no confundir la delegación con la encomienda legislativa dirigida al Ejecutivo para la
reglamentación ejecutiva de una ley, aunque ésta utilice, en sentido “impropio” como lo aclara la Corte
en “Cocchia”, el término “delégase”. Es que es preciso distinguir los reglamentos delegados de los
reglamentos ejecutivos substanciales y esto es lo que hay hecho la Corte en la citada causa Cocchia cuya
doctrina (anterior a la reforma constitucional), como veremos, acaba de ser confirmada por el legislador”,
Barra, Rodolfo, “Reglamentos Administrativos”, LL, 1999-1035.
14
Por nuestra parte, consideramos que la distinción entre delegación propia e
impropia que caracterizó al anterior régimen constitucional de la delegación legislativa
está perimida y continuar con su utilización puede generar fundamentalmente
confusión. La única delegación constitucionalmente permitida es la que ahora señala el
art. 76 con los requisitos que allí se establecen. No corresponde trasladar a este nuevo
régimen categorías elaboradas para atender a otras situaciones y realidades jurídicas
previas a la reforma constitucional. Sostenemos que el Constituyente ha creado un
nuevo sistema constitucional que requiere de conceptos y terminologías también
nuevos. A la delegación prevista en el art. 76 la vamos a denominar delegación
permitida o habilitada constitucionalmente y a las restantes delegaciones prohibidas o
inconstitucionales (24), sin distinguir ya más entre delegación propia e impropia (25).
15
misma. El Congreso, aun cuando se trate de materias determinadas de administración o
de emergencia pública, no le puede encargar al Poder Ejecutivo el dictado de una ley sin
fijarle plazo y bases legislativas. En este último sentido, no podría hablarse en nuestro
sistema de leyes delegadas dictadas totalmente por el Poder Ejecutivo. En nuestro
sistema constitucional siempre habrá una ley delegante y un reglamento delegado que
continúe y complete el desarrollo legislativo, que debe ser siempre decidido e incoado
por el Poder Legislativo.
patria. Como consecuencia de esta regla, la delegación tampoco puede importar la transferencia lisa, llana
y definitiva de legislar sobre ciertos asuntos”, García Lema, Alberto, “La delegación legislativa”, en la
obra colectiva La reforma de la constitución, Rubinzal-Culzoni, 1994, pag. 400. En el mismo sentido,
señala Javier Urrutigoiti: “La reforma, por cierto, no ha derogado la prohibición general de conceder
facultades extraordinarias y la suma del poder publico”, Comentario sobre la delegación legislativa en la
reforma constitucional, en La reforma constitucional interpretada, Sarmiento García y otros, IEDA,
Depalma, Bs. As., 1995, pag. 380. También señalaba Segovia antes de la reforma constitucional de 1994:
“no puede delegar el conjunto del Poder Legislativo, la totalidad de las facultades legislativas, pues allí
la división de poderes jugaría como límite la concentración de facultades; incluso, esta acumulación
puede ser interpretada como violatoria del art. 29. Por tanto, se puede delegar facultades legislativas
específicas y determinadas”, ob., cit., pag. 336.
29
) “La delegación constitucional es una condicionada y acotada”, Urrutigoiti, J., ob. cit., pag. 382
30
) Esta posibilidad de que los reglamentos delegados deroguen normas de rango legislativo ha sido
denominada por la doctrina italiana con el nombre de deslegificación. Un análisis en extenso de su
problemática puede verse en Barra, Rodolfo, Tratado de Derecho Administrativo, pág. 545 y ss;. Ver
también García de Enterría, E, y Fernández, T., Curso de Derecho Administrativo, Civitas, Madrid, 1986,
T. I.
31
) Esta posibilidad estaba explícitamente contemplada en la ley 24.629 sobre reforma administrativa y
también en el art. 1ºI f) de la ley 25.414.
32
) Esta solución es también la adoptada por la jurisprudencia constitucional italiana, cfr. Barra, Rodolfo,
Tratado de Derecho Administrativo, ob. cit., pag. 544.
16
titular de la misma y que puede reasumir su ejercicio en cualquier momento.
Consideramos que debe desaparecer definitivamente el concepto de delegación
impropia, que hasta el momento estuvo presente en la jurisprudencia, la práctica y la
doctrina constitucional argentina. A partir de ahora se debería hablar únicamente de
delegación habilitada o permitida o simplemente de delegación legislativa
constitucionalmente válida. Algunas de las notas principales de esta delegación
habilitada constitucionalmente son las siguientes:
Por su parte, el art. 2º de ley 25.148 sobre ratificación de las leyes delegantes y
la legislación delegada anterior a 1994 contiene la interpretación que le ha dado el
propio Congreso a esta disposición constitucional. También otras leyes delegantes
dictadas con posterioridad a la reforma constitucional hacen alguna referencia al tema.
En agosto de 1999, a través del art. 2º de la ley 25.148 sobre ratificación de las
leyes delegantes y la legislación delegada anterior a 1994, el Congreso definió lo que a
su juicio debe entenderse como materia determinada de administración (33). Expresa el
mencionado artículo: “A los efectos de esta ley, se considerarán materias determinadas
de administración, aquellas que se vinculen con:
33
) Para completar los antecedentes sobre el concepto de “materia determinada de administración” en la
ley 25.148, puede ser interesante leer las intervenciones de los distintos legisladores que participaron en
el debate con motivo de su sanción.
17
a) La creación, organización y atribuciones de entidades autárquicas
institucionales y toda otra entidad que por disposición constitucional le competa al
Poder Legislativo crear, organizar y fijar sus atribuciones. Quedan incluidos en el
presente inciso, el correo, los bancos oficiales, entes impositivos y aduaneros, entes
educacionales de instrucción general y universitaria, así como las entidades vinculadas
con el transporte y la colonización;
34
) Comadira, Julio, “Los reglamentos delegados”, Jornadas sobre Acto
Administrativo y Reglamento, Universidad Austral, RAP, Buenos Aires, 2002, pág.
679.
18
materia bancaria, universitaria, deuda externa, fijación del valor de la moneda, tierras
públicas, etc..
Nos parece que en las actuales circunstancias del gobierno moderno, esta
posibilidad de delegar facultades legislativas es un instrumento casi imprescindible para
la ejecución adecuada de cualquier política pública de cierta complejidad que decida
llevar a cabo el Congreso. Tal como lo demuestra la experiencia nacional y comparada
la ejecución de cualquier plan de gobierno o política pública requiere la acción
coordinada de ambos poderes y de la actividad de la Administración Pública. En este
contexto es lógico poder recurrir al instrumento de la delegación legislativa para dar
funcionalidad y eficacia a la tarea de gobierno.
35
) “Las materias de administración representan cuestiones por las cuales el Legislativo puede delegar
competencias en el Ejecutivo dentro de situación de normalidad y con límites más acotados; la
emergencia ensancha considerablemente las atribuciones del segundo, tal como lo demuestra la
experiencia en la materia”, Canosa, Armando “La delegación legislativa en al nueva constitución”, en
Estudios sobre la reforma constitucional, Cassagne, Juan Carlos y otros, Depalma, 1998., pag. 176.
19
entender por emergencia en el marco de la delegación legislativa y cuáles son los
problemas que la utilización de este concepto ha planteado o puede plantear (37).
Habrá que distinguir, aunque no sea posible separar de modo tajante, entre la
emergencia pública como causa que habilita la delegación legislativa, de la emergencia
pública como causa que legitima una restricción más intensa de los derechos personales
(38). Las situaciones de emergencia pública suelen requerir tanto una mayor
concentración del poder público, como un uso más intensivo del mismo. Sin embargo,
ambos procesos requieren límites y procedimientos claros de control, de modo de
mantener una de las ecuaciones claves del derecho constitucional contemporáneo: a
mayor poder, mayor responsabilidad y mayores controles de su ejercicio.
20
Se dan emergencias públicas de muy distinto tipo: naturales (inundaciones,
terremotos, incendios, sequías, etc.) políticas (sublevaciones, saqueos, etc.), militares
(guerras), económicas (hiperinflación, recesiones prolongadas, default, etc.),
administrativas (necesidad de transformaciones profundas en la organización o
actividades de la Administración Públicas), sociales (huelgas prolongadas, situaciones
de pobreza extrema que afectan a sectores importantes de la sociedad, tasas elevadas y
continuas de desempleo), alimentarias, habitacionales, etc.
Por ello, es oportuno afirmar que debe existir un nexo de razonabilidad claro
entre la causa y tipo de emergencia pública tenida en cuenta por el legislador en la ley
delegante, las materias que él delega y las decisiones concretas que adopte el Poder
Ejecutivo mediante los reglamentos delegados. Por ello, es adecuada la técnica
empleada por el Congreso al dictar las ley 25.414 y 25.561 ya que, luego de invocar la
genérica causa de la emergencia pública, intenta señalar las materias específicas se
delegan al Poder Ejecutivo. Sin embargo, nos parece que en ambos casos éstas tienen
un carácter excesivamente amplio. También correspondería que el legislador demuestre
y fundamente en la exposición de motivos de la ley la emergencia pública que invoca.
De todos modos, serán amplios los márgenes de apreciación que tendrá el legislador
para invocar la emergencia pública y el Poder Ejecutivo a la hora de dictar los
reglamentos delegados, quedando éstos últimos sujetos al control posterior del
Congreso, previo dictamen de la CBP, y del Poder Judicial.
Una vez que hemos examinado cuáles son los dos conceptos que habilitan de
modo excepcional la posibilidad de la delegación legislativa, corresponde que
analicemos si hay algunos supuestos en los que no será posible la delegación legislativa,
o lo será pero con algunas fuertes restricciones. Para ello, se hace necesario hacer una
interpretación sistemática para determinar las materias que pertenecen exclusivamente a
la zona de reserva legislativa del Congreso y en ningún caso pueden ser objeto de una
delegación legislativa. Es este un tema que ha estado presente en la consideración de
numerosos doctrinarios que han examinado el tema de la delegación legislativa.
En una primera aproximación, podemos señalar que los principales puntos que
generan algún tipo de interrogantes son los siguientes:
21
- extensión o no al régimen de la delegación legislativa de las
prohibiciones materiales previstas en el art. 99 inc. 3 para los decretos de necesidad y
urgencia.
a) en primer lugar, nos parece conveniente aclarar que las delegaciones a las que
se refiere el art. 76 son únicamente las legislativas, es decir, las que se concretan en el
dictado de normas de alcance general. Por lo tanto, están excluidas de su régimen las
facultades de otro tipo (institucionales, políticas o de control) que tiene encomendado el
Congreso, aunque las mismas se ejerzan por medio de leyes en sentido formal (41):
declaración de la necesidad de reforma, aprobar o desechar la renuncia del Presidente y
Vicepresidente y proceder en su caso a la designación del Presidente, declaración del
estado de sitio y de la intervención federal, establecimiento y traslado de la Capital
Federal, acusación y juzgamiento en el juicio político, aprobación de tratados, acuerdos
para el nombramiento de ciertos magistrados y funcionarios, fijación de límites entre las
provincias, etc.
22
mantenerse algunas de las excepciones admitidas por la práctica y la jurisprudencia
constitucional: posibilidad de delegar la determinación final de la alícuota del tributo
entre un máximo y un mínimo fijado en la ley delegante (44); determinar el momento
para aplicar total o parcialmente un tributo; precisiones finales sobre el hecho imponible
definido por la ley dictada por el Congreso; posibilidad de crear y suprimir exenciones
tributarias de acuerdo a los lineamientos fijados en la ley base; permitir limitadamente
por medio de una ley delegante la creación de tasas que puedan cobrar por sus servicios
determinados organismos administrativos; determinadas precisiones del procedimiento
tributario (45).
sustantivo, Antecedentes parlamentarios de la ley 25.414”, La Ley, junio 2001, en el que se analiza
detenidamente los aspectos de la delegación tributaria contenidos en la ley de competitividad.
44
) Rodolfo Spisso sostiene que "las normas de derecho tributario sustantivo no pueden ser subsumibles
en el concepto de "materias determinadas de administración", a que se refiere el artículo 76 de la
Constitución", resaltando que la delegación no puede comprender "la creación de tributos, la
definición del hecho o base imponible, la determinación de los contribuyentes o responsables,
exenciones o franquicias, sino sólo referida a aspectos cuantitativos de la obligación tributaria, o
sea, alícuotas, tasas o montos fijos", Tutela judicial efectiva en materia tributaria, Depalma, Bs. As.,
1996, p. 44.
45
) Afirma Alberto Bianchi que “todo el sistema de recaudación impositiva depende de la delegación
legislativa. La actividad que realiza diariamente la AFIP depende primordialmente de la delegación de
funciones que este organismo ha recibido de la ley de procedimiento tributarios (ley 11.683 T.O. 1998,
decreto 821/98”. En sentido coincidente señala Palacios de Caeiro: “No se estima que las cuestiones
tributarias traduzcan una indelegabilidad preliminar absoluta, por el contrario, si la transferencia
legislativa puede colaborar con las decisiones ejecutivas referidas a la emergencia, sostener un criterio
semejante aparece como una postura teñida de excesivo formalismo”, ob. cit., pag. 5.
46
) Badeni señala un supuesto interesante que, a su criterio, podría ser constitucionalmente legítimo:
“determinar las medidas restrictivas de los derechos individuales o sociales que podrá adoptar el Poder
Ejecutivo si se presenta una situación de hecho debidamente descripta en la ley”., ob. cit., pag. 5
47
) En este sentido sostuvo Quiroga Lavié en su exposición en la Convención Constituyente: “Tampoco
pueden ser (objeto de delegación) las leyes orgánicas de las distintas materias, sobre todo las que regulan
el ejercicio de poder de policía de los derechos, lo cual no figura en el texto constitucional pero, lo que
constituye una reglamentación general de los derechos es materia de leyes orgánicas. Puede haber una
delegación legislativa en materia de poder de policía que tienda a restringir puntualmente un derecho,
pero no una regulación general u orgánica del ejercicio de un derecho”. La postura de este
constitucionalista parece inspirarse en la constitución española que explícitamente establece que el
"desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas" no puede ser materia de
delegación y sólo puede ser regulado por leyes orgánicas, para cuya aprobación, modificación o
derogación se exige una mayoría absoluta en el congreso (art. 81).
23
reglamentación de los derechos humanos provenga de la ley (48) que analizaremos en la
segunda parte de este Informe y, lo señalado en el considerando 13 del voto de minoría
de los Dres. Belluscio y Fayt en el caso Cocchia: “cabe destacar que la tendencia se
muestra más favorable a admitir la delegación cuando se trata de materias técnicas;
cuando están involucrados derechos individuales, la garantía del debido proceso exige
que la restricción tenga su origen en una ley en sentido formal y material”.
24
puede concebirse en la realidad argentina como fruto de la actuación de los gobiernos de
facto, fulminada por el art. 36 de la CN. Tampoco es delegable la facultad de ratificar
reglamentos de necesidad y urgencias dictados por el Poder Ejecutivo. Todas estas
prácticas lesionan la esencia misma del principio de división de poderes.
Las bases no tienen por qué ser entendidas de un modo enteramente divergente
de las políticas legislativas aunque, por cierto, habida cuenta de la especie de delegación
prevista en el art. 76, pueden ser algo más genéricas que políticas que identifiquen
verdaderas finalidades administrativas, como son las que deben ser establecidas en los
supuestos del art. 75 inc. 20 y respetadas en los del art. 99 inc. 2.
51
) “La expresión ley de ´bases´, y, más concretamente, la designación como bases del contenido de la
delegación apunta a un criterio obvio: la ley ha de contener las directrices `básicas` de la norma a
elaborar, los principios de la nueva ordenación de los cuales esta ha ser mero desarrollo”, García de
Enterría, E, y Fernández, T., Curso de Derecho Administrativo, Civitas, Madrid, 1986, T. I, pag. 256.
52
) “La reforma por dentro”, op. cit., pag. 206 y con cita de C. Hernan Prichett, “La Constitución
Americana”, T.E.A., Bs. As. 1965, pags. 235-241.
25
Sin lugar a dudas, desde el punto de vista de técnica legislativa, una ley delegante
que señale con precisión las bases de la delegación que deben guiar al Poder Ejecutivo
en el dictado de los reglamentos delegados, tal como sugiere Quiroga Lavié, es
preferible a una que lo haga de modo muy general.
Consideramos que a partir de la reforma del 94, no es posible sostener que dichas
bases están expresadas en un número amplio de leyes como lo autorizó la Corte en el
citado caso “Cocchia” más allá de los límites puestos en él, ni en una ley general
reglamentaria de todas las delegaciones legislativas como sugiere Bidart Campos.
La ley delegante deberá consignar siempre las bases, criterios, objetivos, fines,
sentido o metas que debe seguir el órgano delegado. Éste deberá siempre hacer
referencia en el reglamento delegado a la ley delegante concreta, en base a cuyas
habilitaciones dicta esa norma.
Sin embargo, la ley delegante podrá acudir a conceptos amplios que dejen un
gran margen de actuación al Poder Ejecutivo (53). Tal como lo señala la jurisprudencia
norteamericana las bases de la delegación pueden ser amplios pero no completamente
indefinidos, de modo que siempre señalen un marco dentro del cual debe desarrollarse
la actividad del sujeto delegado, sin que sea admisible que éste pueda “vagar a voluntad
entre todas las alternativas posibles” (54). Los controles legislativos y judiciales deberán
luego juzgar si hubo o no excesos por parte del órgano delegado.
53
) Sobre la necesaria amplitud y discrecionalidad que es propia de toda delegación puede ser de interés
consultar el debate en la Cámara de Diputados con ocasión de la sanción de la 25.414.
54
) cfr., en relación a la ley 25.453 de déficit cero, el voto del Dr. Covielo en el caso Arce.
26
Esta conclusión resulta insoslayable apenas se advierte que la
delegación sin bases está prohibida precisamente porque
bloquea la posibilidad de controlar la conexión entre la
delegación del Congreso y la actividad desplegada por la
autoridad administrativa.
55
) Considerando 12.
56
) Fallos, 317:1282 (1994)
27
vez, el segundo párrafo del art. 76 señala: “La caducidad resultante del transcurso del
plazo previsto en el párrafo anterior no importará revisión de las relaciones jurídicas
nacidas al amparo de las normas dictadas en consecuencia de la delegación legislativa”.
Nos parece que los anteriores interrogantes pueden ser respondidos del siguiente
modo:
28
plazo elegido, aunque ello no es un requisito necesario para su validez. Nos parece que
los plazos fijados por el Congreso en las delegaciones legislativas posteriores a 1994
han sido razonables.
29
planteo estático, como era el planteado en el régimen anterior, para acentuar el carácter
de comunicación y colaboración entre los dos poderes, a través de la delegación y el
posterior control. Se podría otorgar una delegación de facultades mientras esté en el
cargo un determinado Jefe de Gabinete como modo instrumentar acuerdos políticos y de
gobierno.
El art. 100, inc. 12, de la Constitución señala que los decretos por los cuales se
ejercen facultades delegadas por el Congreso “estarán sujetos al control de la Comisión
Bicameral Permanente”. Nada aclara el texto constitucional acerca del contenido y
alcance de este control. y si el titular último de esta facultad es la Comisión Bicameral
Permanente o el propio Congreso (61).
60
) Se puede ver al respecto el trabajo de Santiago, Alfonso y Veramendi, Enrique, Una norma decisiva
en la configuración de nuestro sistema jurídico e institucional. Comentarios iniciales a la ley 26122. El
control del Congreso sobre la actividad normativa del Poder Ejecutivo, SJA 1/11/2006 – JA 2006-IV-
1358 – Lexis Nº 0003/012905.
61
) Sostuvo BARRA, al respecto, que “nuestra Constitución, a diferencia del caso de los decretos de
necesidad y urgencia, no exige la intervención de las Cámaras luego de sancionado el decreto delegado,
sino sólo su valoración por una Comisión Bicameral -que podría iniciar, nada lo impide, un proceso
legislativo de derogación de la norma delegada- amén del control político ejercido sobre el Jefe de
Gabinete” (ob. cit., T. I, pág. 542).
62
) Puede verse una reseña de los numerosos interrogantes que planteaba esta cuestión en SANTIAGO (H) –
THURY CORNEJO, ob. cit., pág.456.
30
El dictamen, establece la norma, debe pronunciarse expresamente sobre “la
procedencia formal y la adecuación del decreto a la materia y a las bases de la
delegación, y al plazo fijado para su ejercicio”.
31
El control de la compatibilidad del decreto delegado con las “bases” de la
delegación, en tanto, será probablemente el aspecto más complejo de la misión de la
Comisión y, luego, de las Cámaras, en relación con estos instrumentos. Corresponderá
determinar si el decreto delegado se ajusta al marco en el cual debía ser ejercida la
delegación, es decir a los límites fijados por el Poder Legislativo en la norma delegante.
Hemos ya señalado que las “bases” son los criterios, objetivos, fines, sentidos o metas
que debe seguir el órgano delegado, que podrán ser más o menos determinados según lo
haya dispuesto el propio Congreso, en la respectiva ley de delegación, aunque
obviamente no podrán habilitar una total discrecionalidad (66).
Por último, aparece la cuestión del plazo, que no debería presentar mayores
dificultades: sólo deberá verificarse si el decreto fue dictado dentro del plazo
establecido en su delegación.
32
presentar, en caso de que se falsee la fecha de dictado del decreto delegado al solo
efecto de ejercer una delegación que ya habría expirado (por el vencimiento del plazo
fijado por el Congreso, o bien por su derogación) (71).
En ese sentido, el art. 11 de la ley establece que “las bases a las cuales debe
sujetarse el poder delegado no pueden ser objeto de reglamentación por el Poder
Ejecutivo”. Esta previsión también aparecía en algunas iniciativas anteriores y estaba
presente en varios de los proyectos que fueron considerados durante el tratamiento de
esta ley. Su objetivo, a primera vista, sería evitar que el Poder Ejecutivo, a través de su
potestad de reglamentación de las leyes, desnaturalice o de algún modo altere el marco
de la delegación, intención que por cierto resulta valorable.
33
bases”. Ese precepto resulta plenamente compatible con nuestro régimen constitucional
de la delegación legislativa (74) y hasta puede ser considerado implícito en él, ya que,
como bien señala BARRA, de admitirse lo contrario el Congreso estaría burlando la
intención del Constituyente de sujetar al Poder Ejecutivo a la voluntad expresada en la
norma delegante (75).
Por otra parte, vale la pena interrogarse (sobre todo de cara a futuras reformas a
la ley 26.122) acerca de la efectividad de la inclusión de esta clase de límites a la
delegación legislativa. En otras palabras, ¿tales restricciones serían vinculantes para el
propio Congreso, en oportunidad de dictar leyes de delegación específicas? Nos
inclinamos a pensar que no, al menos frente a la actual doctrina de la Corte Suprema,
según la cual “el Poder Legislativo no se halla vinculado indefectiblemente hacia el
futuro por sus propias autorrestricciones” (83).
74
) SANTIAGO (H) – THURY CORNEJO, ob. cit., pág. 407.
75
) Ob. cit., pág. 541. En la opinión de este autor, admitir esa posibilidad “sería como otorgar una
delegación en blanco”.
76
) Se incorporaban limitaciones en este aspecto en los dictámenes de minoría de la Comisión de Asuntos
Constitucionales de la Cámara de Diputados suscriptos por Mario Negri y otros (art. 19); Pablo Tonelli
(art. 14), y Elisa Carrió y otros (art. 20) (Ver, Orden del Día Nº 567/06 de la Cámara de Diputados).
77
) Esta exigencia fue planteada, por ejemplo, en el proyecto del senador Sanz y otros (art. 14) (Ver
Orden del Día Nº 509/06 de la Cámara de Senadores) y en el dictamen de minoría de la Comisión de
Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados suscripto por la diputada Elisa Carrió y otros (art.
17) (Ver, Orden del Día Nº 567/06 de la Cámara de Diputados).
78
) Así lo propuso el dictamen firmado por el diputado Pablo Tonelli (art. 15) (Ver, Orden del Día Nº
567/06 de la Cámara de Diputados).
79
) Dictamen suscripto por la diputada Elisa Carrió y otros (art. 18, segundo párrafo) (Ver, Orden del Día
Nº 567/06 de la Cámara de Diputados).
80
) Fallos, 326:4251, considerando 8º.
81
) La Procuración del Tesoro ha sostenido reiteradamente que “la delegación de facultades del Poder
Legislativo al Ejecutivo resulta de interpretación restrictiva, debiendo surgir en forma expresa de la ley”
(“Dictámenes”, 206:148; 207:118 y 213:45, entre muchos otros).
82
) CASSAGNE, JUAN CARLOS, “El diseño de la potestad reglamentaria en la Constitución de 1853 y su
posterior evolución hasta la reforma constitucional de 1994”, en Estudios sobre la Constitución Nacional
de 1853 en su sesquicentenario, Biblioteca Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires, La Ley, 2003, pág. 273 (esp. pág. 296).
83
) “Fallos”, 325:2394.
34
El art. 12 de la ley 26.122 dispone que el Poder Ejecutivo deberá someter los
decretos delegados a consideración de la Comisión Bicameral Permanente, dentro de los
diez días de su dictado. La ley ha subsanado así una omisión del texto constitucional.
Recordemos que la Carta Magna obliga en forma expresa al Jefe de Gabinete a someter
a la Comisión los decretos de necesidad y urgencia y los decretos de promulgación
parcial de las leyes (art. 100, inc. 13). Pero, respecto de los decretos delegados, el art.
100, inc. 12, sólo dispone que deberán ser refrendados por el Jefe de Gabinete y que
“estarán sujetos al control de la Comisión Bicameral Permanente”, sin identificar al
responsable de su efectiva elevación, que a partir de esta ley pasa a ser el Poder
Ejecutivo. A su vez, y esto es muy importante, esta disposición de la ley obliga al Poder
Ejecutivo a distinguir claramente a los decretos delegados de los decretos ejecutivos.
Sólo los primeros deberán ser sometidos a consideración de la Comisión Bicameral
Permanente.
Por ende, la elevación del decreto a dicha Comisión importará la declaración del
Poder Ejecutivo, hacia todos los operadores jurídicos, de que se trata de un decreto
emitido en ejercicio de una delegación legislativa (que deberá identificar en la
motivación de ese instrumento), con la consecuente necesidad de examinar desde esa
óptica sus condiciones de validez y vigencia. Este es un muy buen aporte de la ley, que
compensa al menos parcialmente la omisión de incluir un sistema de identificación
específico con relación a todos los decretos alcanzados por este nuevo régimen de
control legislativo. Esta determinación del legislador conlleva, además, una ratificación
de la distinta naturaleza jurídica de los decretos delegados y de los decretos ejecutivos.
Una cuestión de suma trascendencia que la nueva ley no prevé es qué ocurrirá
con los reglamentos delegados que no sean emitidos por el Presidente. Sólo se
contempla la elevación a la Comisión Bicameral Permanente y el consecuente control
respecto de los “decretos” delegados, no así de otros instrumentos normativos dictados
en consecuencia de una delegación legislativa.
84
) Si bien el art. 18 de la ley 26.122 sólo contempla la omisión del Jefe de Gabinete de elevar el Decreto
y en el caso de los decretos delegados es el Poder Ejecutivo el responsable de la remisión, del art. 19,
parte final, se desprende la facultad de la Comisión de proceder por sí a la consideración de los decretos
delegados si éste no le fue remitido. Esta norma dispone que el dictamen de la comisión debe cumplir con
los contenidos mínimos establecidos, según el decreto de que se trate, en los Capítulos I, II, III (sic) del
presente Título”. El capítulo II se refiere, justamente, a la delegación legislativa y al control de los
decretos delegados.
35
Esta última variante puede presentarse como consecuencia de una
“subdelegación” dispuesta por el Presidente, o bien en virtud de una “delegación de
segundo grado”, que se presenta cuando el Congreso, en lugar de delegar facultades
legislativas en el Presidente, directamente transfiere atribuciones legislativas a un
organismo centralizado o descentralizado que actúe en el ámbito del propio Poder
Ejecutivo, como por ejemplo el Jefe de Gabinete, los ministros o las entidades
autárquicas (como la Administración Federal de Ingresos Públicos, el Banco Central o
los entes reguladores de servicios públicos).
En cuanto a una delegación legislativa de segundo grado, esto es, que exceda la
simple habilitación parlamentaria de facultades reglamentarias a entes u organismos
administrativos o públicos, su omisión en el texto de la ley 26.122 podría ser indicativa
para alguna doctrina que la no aplicación a este supuesto del régimen del art. 76 y
concordantes de la Constitución -al menos no en forma directa-, resultaría admisible
(85), mientras que quienes sostienen que no cabe una delegación de potestades
legislativas directamente en dichos entes u organismos(86), su falta de mención en la ley
26.122 resultaría una ratificación de que tal delegación se halla constitucionalmente
prohibida.
Corresponde mencionar que las sucesivas leyes de prórrogas que han sido
dictadas a partir de 199987, con excepción de la ley 26.519 del año 2009, han validado
expresamente en su art. 3°, todas las normas delegadas dictadas en ejercicio de
facultades dictadas en ejercicio de delegaciones legislativas contenidas en leyes
anteriores a la reforma constitucional de 1994. De ese modo, esas normas habrían sido
ya aprobadas y ratificadas de modo genérico por el Congreso mediante esos actos
legislativos, aunque ello está sujeto a precisiones que se efectúan en algunas
aclaraciones de opinión, a este informe, formuladas por algunos de sus integrantes.
85
) El ex convencional HUMBERTO QUIROGA LAVIÉ sostiene que las reglas del art. 76 de la Constitución sólo
son aplicables respecto de la delegación en favor del Presidente, pudiendo el Congreso disponer otro tipo
de control sobre las delegaciones que otorgue, entre otros sujetos, “entes públicos creados al efecto”, que
tengan a su cargo funciones de regulación. Destaca que ello es una práctica usual en los Estados Unidos,
con relación a “las agencias independientes (...) que gestionan numerosas actividades” (Constitución de
la Nación Argentina. Comentada, 2ª edición, Zavalía, Buenos Aires, 1997, pág. 511).
86
) García Lema, en cap. IX, punto 6), b), de “Las reformas del sistema institucional” de La reforma de la
Constitución explicada por miembros de la Comisión de Redacción, Rubinzal – Culzoni, Editores, Santa
Fe 1994, pag. 401. Este punto se amplía en sus aclaraciones de opinión del informe.
87
Cfr. leyes 25.148, 25-645, 25.918 y 26.|35.
36
9. Jerarquía normativa del reglamento delegado
El reglamento delegado sólo tiene una relación de subordinación con una sola
ley: la ley delegante cuyas bases y principios legislativos debe seguir bajo pena de
invalidez. Con respecto a las demás leyes emanadas del Congreso está en una misma
jerarquía normativa y los posibles conflictos deben resolverse de acuerdo a los clásicos
principios de lógica jurídica: la ley posterior prevalece sobre la anterior y la especial
sobre la general.
37
ese respecto: las normas emitidas en ejercicio de facultades legislativas delegadas no
pierden su vigor por la derogación de las leyes delegantes a cuyo amparo nacieron. 91
Ello obedece a la circunstancia de que, vigente la norma delegante al tiempo de sanción
de la delegada, la validez del acto que dio origen a esta última debe juzgarse por las
normas aplicables al tiempo en que fue celebrado y, en ese entonces, la norma delegante
regía. La posterior derogación de la norma delegante no tiene efecto más que sobre ella
misma, no sobre otras normas a cuyo nacimiento dio lugar de modo irrevocable. Dicho
de otro modo, la norma delegada no nace subordinada a la condición resolutoria de que
la delegante subsista sino que la vigencia de una y otro son independientes; tanto puede
perderla la delegante como la delegada sin que ello impacte en su correlativa.
91
Cfr. Eduardo García de Enterría, Tomás Ramón Fernández, “Curso de Derecho Administrativo”, Tomo
I, Capítulo V (en particular pags. 273/277), Civitas Ediciones S.L, Madrid, 2000 .
38
2° Parte: Criterios de distinción entre delegación y
reglamentación legislativas
Esto trajo aparejado una confusión notable entre los reglamentos ejecutivos y los
reglamentos delegados, a la que la reforma constitucional de 1994 intentó poner fin,
distinguiendo con claridad entre ambas categorías normativas y dando a cada una de
ellas un régimen constitucional diferente: los reglamentos delegados se rigen por las
condiciones de validez sustantivas y formales que establece el art. 76 (materia
determinada de administración o de emergencia pública, fijación de un plazo para la
delegación, establecimiento de las bases de la delegación por la ley delegante, etc.) y los
reglamentos ejecutivos por las establecidas por el 99 inc. 2º.
Nos parece que el art. 99 inc. 2º, aún sin haber sido modificado su texto por la
reforma constitucional de 1994 y en virtud de lo dispuesto en el nuevo art. 76 de la CN,
ha cambiado su significado, al menos tal como fuera interpretado por la Corte Suprema
desde 1927 y hasta 1994. Mejor dicho, nos parece que ha recuperado su contenido
constitucional originario sólo referido a los reglamentos ejecutivos y no a los delegados.
92
) Luego de 1994, también lo están los reglamentos delegados (arts. 76 y 100 inc. 12) y los reglamentos
de necesidad y urgencia (arts. 99 inc. 3 y 100 inc. 13).
93
) Fallos, 148:432 (1927)
94
) Fallos, 316:2624 (1993)
39
Esta distinción nítida entre reglamentación y delegación (95), y la supresión de la
categoría de la delegación impropia, proveniente de la jurisprudencia de la Corte
Suprema anterior a la reforma, son dos elementos importantes para ayudar a clarificar
las distintas cuestiones que guardan relación con la potestad reglamentaria del Poder
Ejecutivo.
95
) En este sentido, señala García Lema al hablar sobre la intencionalidad de la reforma respecto a la
delegación legislativa, que ella tuvo la finalidad de “permitir diferenciar los decretos delegados de otros
-los reglamentarios de las leyes- con los que habitualmente se confundieron”, La delegación legislativa y
la cláusula transitoria octava, ob. cit. En el mismo sentido, señala Quiroga Lavié: “hoy la constitución
distingue con toda claridad la potestad reglamentaria, de la legislativa por delegación que tiene el
Ejecutivo”, Quiroga Lavié, Humberto, Constitución de la Nación argentina comentada, 2º ed. actualizada,
Ed. Zavalía, Bs. As., 1997, pág. 508. Para profundizar en este punto, Alfonso Sntiago (h) remite a su
Tratado sobre la delegación legislativa, ob. cit, pág. 365 y ss.
40
a) la delegación significa el ejercicio por parte del Poder Ejecutivo de
facultades legislativas pertenecientes al Congreso, mientras que en la reglamentación el
Presidente ejerce facultades propias, otorgadas a él directamente por la Constitución en
el art. 99 inc. 2º o bien habilitadas por el Congreso en base a lo dispuesto en el art. 75
inc. 20;
e) del mismo modo, la ley que contiene y habilita una delegación legislativa
tiene que declararla expresamente y tiene que delimitar la materia que se delega, fijar el
plazo y establecer las bases de la delegación (art. 76 CN), mientras que una ley que
requiere ser reglamentada no hace falta que expresamente lo disponga (antes o después
de la reforma de 1994).
Será muy importante que los Poderes Legislativo y Ejecutivo cuiden todos estos
detalles de buena técnica legislativa para el futuro, a fin que se pueda saber con claridad
si en cada caso estamos en presencia de un reglamento delegado o de uno ejecutivo, ya
que cada uno tiene un régimen constitucional diferente; en cuanto al régimen anterior a
41
la reforma de 1994, su análisis requiere una consideración ley por ley, como luego se
indica en las conclusiones, para determinar si normas individualizadas como delegantes
lo son efectivamente, o si sólo han transferido poderes reglamentarios al Ejecutivo.
Nos parece, también, que el art. 4º de las leyes 25.148, 25.645, 25.918 y 26.135,
que han ratificado sucesivamente las delegaciones legislativas preexistentes a la reforma
constitucional de acuerdo a lo que dispone la CT 8º de la CN, expresa adecuadamente la
decisión del Congreso de comenzar a diferenciar claramente entre reglamentos
delegados y ejecutivos (96). Dice expresamente esa disposición legal que “las normas
dictadas por el Poder Ejecutivo en ejercicio de sus facultades propias de
reglamentación, derivadas de lo dispuesto en el artículo 99 inciso 2º de la Constitución
Nacional, no se encuentran alcanzadas por las disposiciones de la presente ley”. Es
decir, el Congreso mediante las leyes antes citadas sólo renovó delegaciones legislativas
y ratificó las normas delegadas dictadas en su consecuencia, pero no se pronunció sobre
una clase distinta de normas que son los reglamentos ejecutivos, sobre los que nada
tenía que decidir.
Nos parece acertada esta línea jurisprudencial que comienza a distinguir con
claridad entre los reglamentos ejecutivos y los delegados, juzgando la legitimidad
constitucional de cada uno de ellos a la luz de su propio y específico régimen
constitucional.
96
) Para ampliar el análisis de esas leyes, remitimos al capítulo V del Tratado de la delegación legislativa,
ob. cit.
97
) CS, 1-IX-03, J.A. , diario del 24-12-03.
42
II) El Principio de legalidad y algunas pautas que se pueden
establecer para la determinación de los ámbitos de
competencia de la ley y del reglamento ejecutivo
La creciente importancia que ha adquirido la actividad reglamentaria del Poder
Ejecutivo, en modo alguno nos puede llevar a olvidar la centralidad y particular
importancia que la ley sancionada por el Poder Legislativo tiene en la organización y
funcionamiento de una democracia constitucional y la necesidad de preservar el
principio de la parlamentsvorbehalt, desarrollado por el Tribunal Constitucional
alemán. De acuerdo con él, todas las decisiones fundamentales que hacen a la vida de
una comunidad política democrática han de ser adoptadas en sede legislativa y
conforme al procedimiento legislativo previsto en la Constitución Nacional para
asegurar su legitimidad y transparencia.
Esta centralidad de la ley emanada del Poder Legislativo ha sido también puesto
de relieve por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva
6/86, interpretativa del art. 30 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos
(102). Este precedente es especialmente importante tanto porque la Convención
Americana de Derechos Humanos goza de jerarquía constitucional (cfr. art. 75 inc. 22),
como por el carácter vinculante que la Corte Suprema va reconociendo a la
jurisprudencia del citado tribunal. Dice la Corte Interamericana en la mencionada
opinión consultiva:
98
) Fallos, 178:355.
99
) Fallos: 180:384
100
) Fallos: 201:249, pág. 269
101
Voto del juez Repetto en Fallos: 201:249, pág. 278
102
) Dice el art. 30 “Las restricciones permitidas de acuerdo con esta Convención, al goce y ejercicio de
los derechos y libertades reconocidas por la misma, no pueden ser aplicadas sino conforme a leyes que se
dictaren por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido establecidas”.
43
refiere a leyes en sentido formal -norma jurídica emanada
del Parlamento y promulgada por el Ejecutivo, con las
formas requeridas por la Constitución- o si en cambio se la
usa "en sentido material, como sinónimo de ordenamiento
jurídico prescindiendo del procedimiento de elaboración y
del rango normativo que le pudiera corresponder en la
jerárquica del respectivo orden jurídico...
44
existencia de un régimen que garantice eficazmente su
aplicación y un control adecuado del ejercicio de las
competencias de los órganos.
45
El tradicional reparto de competencias que otorgaba, de modo general, la
centralidad del orden jurídico a la ley emanada del Poder Legislativo y reconocía un
carácter complementario y subordinado a los reglamentos dictados por el Poder
Ejecutivo, ha sido reemplazado en algunos sistemas constitucionales por el
establecimiento de un número taxativo de materias que corresponde a la zona de reserva
de la ley y el otorgamiento de un carácter residual al área del reglamento: todo lo que no
está establecido como zona de reserva legal puede ser desarrollado por medio de los
reglamentos que dicta el Poder Ejecutivo. Este es el sistema que ha adoptado la
constitución francesa de 1958 (arts. 34 y 37) y que ha seguido también la constitución
chilena de 1981 (arts. 32.8 y 60) (105).
a) hay materias en las cuáles el ámbito reglamentario es mínimo, como son las
materias en las cuáles el principio constitucional de legalidad tiene vital importancia
como lo son, fundamentalmente, las cuestiones penales (art. 18), tributarias (arts. 4 y
17) y expropiatorias (art. 17). Podríamos hablar acá de un ámbito de reserva casi
absoluta de ley. Aún dentro de estas materias, se puede observar ciertos matices y
diversos grados en relación a la apertura reglamentaria, siendo la más estricta de todas
las relacionadas con el ámbito penal.
46
sólo los detalles y aspectos menores pueden ser librados a la reglamentación ejecutiva.
En esta materia cobran particular importancia las pautas establecidas en la opinión
consultiva 6/86 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, antes referida (107).
47
constitucionales (111), ni extender a otros supuestos fácticos las regulaciones normativas
dispuestas en una ley.
111
) Así, p. ej., será la ley y no un decreto reglamentario el que debe definir quién está habilitado a
participar en las internas abiertas partidarias: si los afiliados en un determinado partido pueden sólo votar
en las elecciones de su propio partido o también pueden hacerlo en otro. Se puede ver en esta materia el
fallo del juez federal de Salta Abel Cornejo que declaró la inconstitucionalidad del decreto 1397/02 en
relación a la ley 25.661 de internas abiertas.
112
) Nos hemos ocupado particularmente de esta materia en nuestro trabajo “Los ámbitos de la ley y del
reglamento en la regulación de las cuestiones electorales. A propósito de la ley 25.611 y sus decretos
reglamentarios”, ED, Suplemento de Derecho Constitucional, del 22-VIII-05.
113
) Esto es independiente de la posibilidad de que el Congreso delegue en el Poder Ejecutivo
competencias propias en “materias determinadas de administración” conforme lo previsto en el art. 76 de
la CN.
48
sancionan las leyes. En definitiva, como ya se ha afirmado, es el Congreso, primer
intérprete de sus propias atribuciones constitucionales, quien deben establecer dentro de
los parámetros que brinda la norma suprema, los límites entre los ámbitos de la ley y del
reglamento que pueden ser diferentes de acuerdo con la materia que se está regulando.
49
3° Parte: La atribución del Congreso de investir facultades
normativas reglamentarias en los otros poderes y en los
organismos administrativos
El Congreso es el órgano que por decisión constitucional regula la vida de los
particulares y dinamiza la gestión de los negocios e intereses públicos. A ese fin, emite
normas generales o leyes. Sin embargo, no siempre son ellas las que únicamente rigen
de modo directo la vida social o la del estado.
50
Así, el Congreso recibe en la CN un conjunto de atribuciones, enumeradas en su
mayor medida en el art. 75, algunas de las cuales sólo puede ejercer por sí mientras que
puede poner las otras parcialmente a cargo de órganos administrativos. Más aún,
algunas de esta segunda categoría consisten en poder generar competencias de
naturaleza administrativa que no podría ejercer por sí, sin contar con la efectiva
colaboración de los organismos administrativos.
Las del segundo grupo pueden tener diversa envergadura normativa, algunas
sólo podrán ser delegadas en las condiciones del art. 76 de la CN, otras pueden tener
asignación permanente aunque alcance sólo reglamentario.
Se debe ser muy cuidadoso tanto para admitir una materia dentro de esta
categoría como para apartarla de ella. Huelga enfatizar en el detrimento que puede
importar, para la democracia, que un ámbito de conductas sea reglado por órganos que
no son representativos o lo son sólo de una mayoría o una primera minoría. Pero,
aunque es menos evidente, vedar al Congreso la posibilidad de descargar en otros
órganos facultades de emitir normas supone una limitación a los legisladores que
representan al pueblo, más o menos importante, según los casos, que disminuye la
eficiencia y eficacia de la gestión de los asuntos compartidos que nos convierten en
sociedad. Dicho en otras palabras, tanto se deteriora la voluntad general por privarla de
asuntos acerca de los cuales expedirse como abrumándola con una carga tal que le
impida formarse de un modo útil.
51
Eso lleva a definir con precisión cuáles son los asuntos que requieren de la
voluntad general de modo pleno y excluyente de otras voluntades y cuáles la necesitan
como conductora de acciones de actores más operativos y siempre sujetos a ella.
La pregunta adicional que nos podemos hacer es ¿cuáles son esos otros campos
en que solamente puede actuar el Congreso?. Una habilitación para dictar normas que
impongan deberes con alcance legislativo, esto es, que dejen librado al órgano que la
recibe opciones políticas propias del Poder Legislativo solamente puede ser otorgada en
los campos y condiciones del art. 76 de la CN. Es decir, aquello que no sea materia de
administración o de emergencia pública no puede ser materia de delegación legislativa.
Tanto uno como otro concepto deben ser interpretados con la amplitud correspondiente
a su empleo en un texto constitucional. No cabe la interpretación que, ignorando su
función en la gestión de los asuntos públicos, la deforma por desmesura o por defecto.
Es imprescindible entenderla a la luz que brinda la circunstancia de que se trata de una
herramienta del Congreso. Consecuentemente, ha de tener la extensión que permite al
Congreso emplearla cuando entiende que su propia actuación no es igualmente eficaz.
52
Empero, las herramientas del Congreso no se limitan a la comentada delegación
de facultades legislativas. Una extraordinariamente importante, consistente en la
capacidad de “deslegalizar”(114), mediante una suficientemente detallada definición de
finalidades e instrumentos, remitiendo a la administración aquellas materias que exigen
respuestas prontas o inmediatas, sólo posible para órganos de naturaleza administrativa,
a situaciones fácticas variables, cuyo seguimiento incumba a esos órganos. De ello nos
ocupamos en el apartado 3).
2) Aquellas atribuciones que pueden ser delegadas en los términos del art. 76 de la
CN (zona de reserva relativa de ley en la que existe la posibilidad de la
delegación legislativa)
53
trata de materias de administración o emergencia, en el 2). Otras, en cambio, fijan
competencias y objetivos, dejando librado al Congreso encontrar las medidas adecuadas
para su consecución. Es el caso de los incisos 7 (arreglar el pago de la deuda externa e
interior), 16 (proveer a la seguridad de las fronteras), 18 y 19 (proveer lo conducente a
la prosperidad del país y al desarrollo humano). Vale señalar que esta modalidad de
fijar las competencias del Congreso se inscribe en un marco histórico del que forma
parte la doctrina de las facultades implícitas desarrollada por Marshall en McCulloch v.
Maryland, a cuya luz, dada una finalidad legislativa legítima, la elección de cualquier
medio no prohibido que razonablemente lleve a su consecución está implícitamente
librada a la discreción del Congreso. Estas atribuciones implícitas han servido de
sustento para el otorgamiento de facultades propias del poder público a algunos colegios
profesionales para controlar su matrícula, imponer contribuciones a sus colegiados,
dictar normas éticas para el ejercicio profesional, custodiar registros públicos, etc..
Un rasgo común a todos los supuestos de esta categoría es que mediante este
dispositivo el Congreso, lejos de desprenderse de sus poderes, de abandonarlos o
perderlos de alguna manera, aun temporariamente, viene, en realidad, a incrementarlos,
puesto que pone a otros órganos, sobre los cuales o sobre cuya gestión ejerce distinto
tipo de seguimiento, en posición de desarrollar una labor normogénica que no podría
acometer por sí. Es el caso, por ejemplo, de la autorización a un órgano administrativo
para establecer si una especie animal o vegetal está en peligro, un determinado
medicamento puede ser expendido sin prescripción médica o determinado bien es
peligroso a los fines de prohibir su importación.
Ello sucede cuando puede ser concebida la respuesta estatal a una determinada
situación de hecho cuya posibilidad o probabilidad conoce el legislador, pero, cuya
54
efectiva ocurrencia sólo puede ser establecida por un servicio especializado que haga el
seguimiento de los sucesos de esa especie. No es ocioso destacar que, cuando se
convierten estas funciones en administrativas imponiendo a órganos de la rama
ejecutiva el deber de establecer si se dan las causas de hecho y de derecho previstas por
el legislador para disponer una determinada consecuencia, se está incrementando
también la capacidad del administrado de participar en el control de esos extremos,
puesto que el ejercicio de la defensa es natural en los procedimientos administrativos,
mientras que no lo es en los legislativos.
55
inversa. Desde otra perspectiva, la delimitación de ambos debe ser proporcional a la
restricción de derechos que operen sobre las personas.
En este orden de ideas, vale señalar que la Constitución misma tiene en cuenta
la utilidad de organizar la administración con órganos de estas características. Varios
son los supuestos que aparecen en su texto. Asi, el art. 42 establece “La legislación
establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y los
marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la
necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las
provincias interesadas, en los organismos de control”. De ese modo, hace
prácticamente ineludible la conformación de entes autárquicos con funciones
reglamentarias y jurisdiccionales amplias. La palabra “organismo” y la dificultad de
posibilitar la participación de los usuarios en diseños organizativos distintos de ése
permite concluir que fue intención del constituyente que el legislador atribuyera
competencias del modo que venimos indicando.
Los incisos 18 y 19 del mismo artículo prevén que el Congreso legisle tanto
acerca de la organización universitaria estatal, garantizando la autarquía y autonomía de
las universidades, como de la aprobación de planes de enseñanza universitaria. Parece
natural admitir que una modalidad razonable de cumplir con estas finalidades es facultar
a las universidades a aprobar sus planes de enseñanza, en condiciones en que esa
competencia constituya parte de las normales de esas entidades.
56
de potestades vale también para la Administración Central y aun para las corporaciones
de derecho público.
57
definición difiere según la representatividad del órgano y de sus atribuciones
constitucionales.
Otro ejemplo que muestra cómo influye la naturaleza del órgano que recibe la
facultad respecto del alcance con que la autorización para ejercerla puede serle
conferida es el de los ente autárquicos territoriales que fueron en líneas generales
habilitados para crear tributos por decisión de los cuerpos representativos de los que
serían sus contribuyentes120. Esta delegación no sería explicable sino como una
devolución de los poderes tributarios a un cuerpo político creado para la administración
de un territorio sujeto a la jurisdicción federal.
Conviene tener presente también que las leyes han optado por conferir a
ciertas corporaciones de derecho público no estatales atribuciones que pueden ser
examinadas a la luz de estas pautas. Así, por ejemplo, los colegios profesionales están
investidos de la potestad de fijar cuotas o contribuciones que pesan sobre quienes
quieren ejercer la profesión. Es habitual también que estén facultados para emitir
códigos de disciplina a los que deben someterse los inscriptos en las matrículas
respectivas y hasta en ciertos casos de la posibilidad de emitir normas que impactan
sobre quienes no son miembros de la corporación. Este último es el caso de los
Consejos Profesionales de Ciencias Económicas cuando emiten dictámenes acerca de
116
Cfr. caso “Colegio Público de Abogados de Capital Federal c. EN-PEN- Ley 25414
dto 1204/02 s/amparo”, Corte Suprema, 4 de noviembre de 2008.
117
) Esa misión de conducir las relaciones exteriores ha sido tradicionalmente interpretada a la luz de la
concepción elaborada en el Second Treatise of Civil Government de John Locke acerca del poder
federativo.
118
)143 U.S. 649 (1892)
119
) Ver Cafés la Virginia c/ Administración Nacional de Aduanas (Fallos 320:1166).
120
Esto era lo que sucedía con la facultades tributarias reconocidas al Consejo
Deliberante de la Municipalidad de Ciudad de Buenos Aires antes de la reforma
constitucional de 1994.
58
los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados. La delimitación de la
competencia atribuida viene dada aquí por la enorme gravitación que los criterios
técnicos tienen sobre la discrecionalidad de la corporación.
Hemos separado esta clase de autorización de las del acápite anterior, puesto
que la condición de singulares de los actos en que se traduce, permiten distinguirlas
fácilmente de las competencias legislativas y reglamentarias, cuya distinción demanda
mayor detenimiento.
59
jerarquía. Establecer que hay falta de un producto en la plaza y quién lo acapara, dando
en lo posible oportunidad de defensa previa al administrado, es actividad que sólo es
posible en sede administrativa. No así en el Congreso. La justificación de estas
facultades está dada por la posibilidad de prever estos acontecimientos aunque no la
ocasión en que ocurrirán. Esto constituye la razón que funda el otorgamiento a la
Administración de una facultad permanente para atender estas situaciones de urgencia.
Estos actos, a diferencia de los propiamente legislativos, se agotan inmediatamente.
Dicho de otro modo, no están destinados a ser derogados, sustituidos o modificados por
otros actos de la misma u otra autoridad.
Otros ejemplos de facultades que crea el Poder Legislativo pero que no pueden
ser ejercidas por él, son la adjudicación de tierras fiscales de la ley 25, donde, no es
dudoso que el Congreso puede aprobar un cuerpo de normas generales para llevar
adelante la adjudicación, pero, solamente el Poder Ejecutivo puede disponer los actos
administrativos de entrega; y la ley autoriza a adjudicar la tierra, no a establecer un
régimen legislativo para la adjudicación. En el segundo, aun cuando el derecho anti-
dumping o el compensatorio queden al amparo del principio de reserva de ley que rige
para los tributos, la imposición concreta depende de un acto administrativo que
establezca si hay perjuicio para una actividad nacional, que no se repercuten los costos
fijos en el precio de la transacción, cuáles son las condiciones del mercado interno del
país de procedencia, cuál la empresa que vende en esas condiciones, y en el caso de los
compensatorios cuál es el tratamiento fiscal en el país proveedor. Todos estos son
elementos de hecho cuya determinación constituye la causa sobre la cual se aposentará
el derecho finalmente establecido, derecho que más que abarcar a una posición
arancelaria, según es usual en los derechos aduaneros, se aplica sobre una o algunas
operaciones comerciales, quizás de un solo proveedor y quizás para un solo importador,
todas ellas condiciones ajenas a los derechos de importación ordinarios.
60
4° Parte: Conclusiones y recomendaciones
A partir de los conceptos expuestos a lo largo de este Informe y teniendo en
cuenta el trabajo de clasificación normativa realizado por la Dirección de Información
Parlamentaria y los asesores de los legisladores, que no ha podido ser revisado
detenidamente por los integrantes del equipo técnico de juristas, se sugieren los
siguientes cursos de acción:
3) Se propone prorrogar las leyes delegantes, que no hayan sido derogadas o que
tengan objeto cumplido, de acuerdo a un programa legislativo, que contemple plazos de
caducidad distintos para las leyes comprendidas en determinadas materias de
61
administración o de emergencia pública, según los criterios temporales o sustantivos
que establezca el Congreso.
62
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