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Universidad de Puerto Rico

Recinto de Río Piedras

Hikikimori:
Análisis del aislamiento social en jóvenes

Verónica Verdecia Valle


801 00 9281

Psicología del Joven 6518


Sección: OU1
26 de julio de 2010
Profa. Otomíe Vale-Nieves
Introducción:

En países de Europa y en los Estados Unidos existen casos de jóvenes que optan por aislarse

de la sociedad encerrándose en sus habitaciones, a esto se le conoce como “síntoma de la puerta

cerrada” en España, “social withdrawal” en inglés, o aislamiento social. En Oriente,

específicamente en Japón, se le conoce como hikikimori a éstos/as adolescentes que se retiran de

todo contacto social. Es allí donde se ha documentado tales casos debido a las características

particulares de dicha sociedad (exigente, jerárquica, centrada en valores). Entiendo que el tema de

los/las hikikimori es desconocido en Puerto Rico y aunque no pretendo hacer un análisis exhaustivo

de la cultura japonesa, si es pertinente explicar algunas de sus características ya que puede facilitar

el entendimiento del tema. Por otra parte, escogí el tema ya que puede examinarse desde los

conceptos discutidos en clase durante el semestre.

Dos teóricos que trabajan el tema de la adolescencia de manera muy específica y desde una

perspectiva psicoanalítica son: Anna Freud, quien define la adolescencia como periodo de

enfermedad, y Erik Erikson, quien analiza la adolescencia desde múltiples términos y, muy

especialmente, la moratoria. Por tal motivo, espero examinar sobre los/las hikikimoris a la luz de

estos dos teóricos sin dejar fuera otras controversias tales como: adolescente como objeto de control

por parte del Estado, la transformación social y familiar a través del tiempo, el uso de la tecnología

como el internet. Sin embargo, estos temas no fueron los únicos estudiados y se tornan complejos

en la medida que se discuten y se relacionan unos con otros, pues toman en cuenta muchos otros

factores.

Se comenzará con una definición del término hikikimori y la descripción de algunas

características de la sociedad japonesa, luego se discutirán los debates en torno a la transformación

familiar, los medios de comunicación, la subcultura, tecnología y habitación, vinculándolos con el

tema principal de la monografía. Partiré, además, de algunas preguntas de investigación que me

han ayudado a dirigir el tema, entre éstas: ¿cómo se define el término de modo general y cuáles son

las características que presentan estos/as jóvenes?; ¿es el/la hikikimori un adolescente enfermo/a y
desviado/a, o es producto de una sociedad que se transforma constantemente y que choca con

nuevas opiniones?; ¿cómo permanecen las categorías de la adolescencia a lo largo del tiempo y

cómo se ajustan a lo actualmente investigado?; ¿porqué se diferencian los hikikimoris del Japón de

los adolescentes de otros países que presentan características similares al aislamiento social?; ¿tiene

el hikikimori una concepción negativa?, ¿porqué?.

Es posible que durante la redacción de la monografía surjan nuevas interrogantes debido a que es un

tema reciente y complejo, toda vez que levanta muchos cuestionamientos desde el punto de vista

psicológico y sociológico.

Metodología:

Para abordar el tema se utilizará el análisis de contenido y se elaborará brevemente de qué

consta el mismo, y cómo nos puede ayudar a comprender mejor el tema. Según Baca-Lobera (2006)

este tipo de metodología facilita el análisis de contenidos simbólicos que normalmente aparecen en

los textos y discursos y que se presentan de manera implícita o explícita en los mismos. La autora

citando a Krippendorff (1980), Titschener (2000), Navarro y Díaz (1994) explica que dicho método,

además de ser un instrumento de análisis de las ciencias sociales, es subjetivo y dependiente del

contexto personal y el marco académico de quien lo escribe. Por otro lado, no se circunscribe a un

solo texto sino a varios que puedan relacionarse entre sí y que han sido previamente escogidos con

una intencionalidad para producir un meta-texto. Esto quiere decir que se espera producir un

análisis que pueda ser completamente distinto a los anteriores, que aporte nuevas consideraciones al

tema o simplemente lo estudie a profundidad. Es importante establecer que el meta-texto sigue

siendo una producción filtrada por una historia personal, un contexto y un marco teórico de quien lo

escribe.

Contenido:

El término hikikimori es definido por Saito (1998) y citado por Andy Furlong (2008), como

un proceso en el cual los jóvenes se apartan de la esfera social: empleo, educación, amistades y

familia inmediata por 6 meses o más. Feixa (2005) explica que hikikimori significa “encerrarse o
confinarse en uno mismo” dejando entender que es una opción de muchos/as jóvenes entre las

edades de 19-34 años, aproximadamente, y como una consecuencia de los países altamente

desarrollados desde el punto de vista tecnológico (Feixa, 2005, p.4). Existen, ademas, diferencias en

cuanto al acercamiento y explicación del fenómeno desde la psicología y la sociología. La

psicología interpreta al hikikimori como una disfunción cognitiva y dirige sus causas a problemas

de tipo mental que puede ser tratada con medicamentos y psicoterapia, ya que se considera un

trastorno más. Mientras que los sociólogos enfatizan en que las causa del fenómeno tienen su raíz

en miradas más sociales, como la estructura de la sociedad japonesa y las relaciones familiares

(Furlong, 20008, p. 310). Sin embargo, no existen causas concretas que puedan determinar el

porqué un/a joven decide encerrarse en su cuarto, pero si puede deberse a múltiples razones que

interfieren entre sí y que llevan a que la persona se aleje por tiempo indefinido de su inmediatez

social (Gallego y De la Gándara, 2008, p.3).

Gran parte de los casos que se han documentado tienen su origen en el Japón y se le atribuye

a las peculiaridades de la sociedad japonesa las causas de dicho fenómeno. Andressen (2002) en su

libro: A Short History of Japan, detalla algunas de las características de los diferentes sistemas

educativos, laborales y familiares del país. El autor destaca que los hombres trabajan mucho,

ateniéndose a estructuras mas tradicionales, mientras que el papel de la mujer ha cambiado desde

que se incorporó al mundo laboral. El sistema educativo parte de altas expectativas que definan a

los/las jóvenes y en el que se exige su entrada a través de la aprobación de exámenes. Se preparan

los/las jóvenes desde los primeros años escolares para entrar a la universidad: “Competition to enter

the top universities in Japan is intense, as exemplified by the term shiken jigoku,‘examination hell”

(Andressen, 2002, p. 7). El ámbito laboral es también exigente en cuanto a sus empleados

organizándolos de forma similar a una estructura militar y se les exige una cuota de tareas diarias.

En las compañías mas pequeñas no tienden a ser tan rígidos aunque si explotadores (Andressen,

2002, p.12). Todo lo descrito anteriormente puede darnos una idea general de cómo la sociedad

japonesa está estructurada tanto a nivel educativo como laboral. Del mismo modo, el autor señala
que la sociedad japonesa ha crecido económica y socialmente desde los años 60, aunque su sistema

educativo está siendo cuestionado en la actualidad, se denuncia la poca transparencia del Gobierno

y los/las jóvenes se preguntan cada vez más porqué deben sacrificar su vida por la economía y la

calidad de vida (Andressen, 2002, p. 13).

La vida familiar es trastocada no solo por las nuevas tecnologías sino por las nuevas

condiciones laborales y económicas que interfieren en su cotidianidad en todas las culturas. Jacques

Donzelot (1997) indica que el matrimonio se convierte en ese contrato jurídico en el que la

filantropía del Estado traspasa lo personal. La formación de una familia es el método de control que

el Estado tiene sobre las personas que valiéndose de discursos médicos-salubristas, económicos, y

moralistas llegan a la vida familiar haciéndose necesarios para las personas (Donzelot, 1997, p.53).

Lo principal no ha sido promover el bienestar de los pueblos, sino el ejercer sobre ellos/as un poder

que los haga reproducir automática e incuestionablemente el orden establecido. El período moderno

evidencia dichas transformaciones en la familia atravesadas por el uso de nuevas tecnologías.

Erikson (1950) afirma que los intereses de cada miembro familiar se ven afectados y alejados entre

sí, si estos no resultan aceptables por la totalidad familiar (Erikson, 1950, p. 261), esto quiere decir,

que las nuevas tecnologías irrumpen la visión de la familia tradicional, la que Erikson intenta

mantener. Por tal motivo, Erikson crítica la familia norteamericana que se torna individualista

debido a la industria y a la economía que bombardea constantemente sus vidas (Erikson, 1950, pp.

253.259).

Volviendo al tema del hikikimori y a la constitución de la familia japonesa, vemos ciertos

cambios que manifiestan las mismas a partir de la década del 60, por razones de crecimiento

económico que emergen, desarrollo empresarial, y nuevas productos para el consumo y el hogar que

prometían nuevas posibilidades al mundo (Andressen, 2002, p. 129 y 137). Este factor no puede

obviarse porque el escenario laboral repercute en la composición de todos los miembros de una

familia, sin importar el país y la cultura en que se viva. Por otro lado, los casos de hikikimoris no

son frecuentemente denunciados ya que para los japoneses esto representa una vergüenza, lo que
implica que no hay clara prevalencia de los casos existentes. “Tampoco les gusta reconocer el

problema, pues sería motivo de descrédito en una sociedad que valora por encima de todo el trabajo

y el éxito” (Feixa, 20005, p. 5). Asimismo, se tiende a la idea de que el/la hikikimori “vive”

conectado/a al internet, aunque solo el 10% lo utiliza. Otros autores señalan que la mayoría de los

hikikimoris son varones (86%), perteneciente a la clase media, que es la que se preocupa en Japón

por lograr alcanzar oportunidades laborales y académicas. Las féminas parecen estar invisibles en el

panorama, ya que es “natural” para la sociedad japonesa que las mujeres permanezcan más tiempo

en la casa (Furlong, 2008, p. 311-312; Gallego y De la Gándara, 2008, p. 4). Por lo tanto, se puede

observar múltiples factores que inciden en la complejidad del tema, desde la familia que no acepta

al hikikimori, la condición económica y, la cuestión del género que deja fuera de las investigaciones

a las chicas.

Los/las hikikimoris si muestran diferencias con los/las jóvenes de otros países que presentan

las características del aislamiento social, posiblemente porque la sociedad en que viven marca la

diferencia en cómo se experimenta la juventud y lo que se espera de ella. Según Erikson, la

moratoria es un tiempo especial necesario para el desarrollo emocional de muchos/as jóvenes en el

que se les permite estar entre la niñez y la adultez. Es por tanto, un momento “para valores

intemporales, quita la presión del tiempo, pero debe terminar” (Erikson, 1965, p.122), por lo que se

le permite al joven prolongar sus responsabilidades en torno al trabajo, el matrimonio (reproducción

sexual) y el estudio. No obstante, para Erikson la moratoria es una etapa transitoria, necesaria para

la construcción de identidad, pero que debe terminar con la incorporación al mundo del trabajo y la

independencia económica de la familia (Moral, 1998, p.10). Aunque la teoría de Erikson pudiera

explicar el comportamiento del/la hikikimori y, hasta cierto punto justificarlo, no se percibe de

forma tan positiva por la cultura japonesa tal comportamiento. Furlong (2008) opina que la

moratoria sólo explica el sentimiento juvenil de la cultura occidental, pero la psiquiatría japonesa ve

a estos/as jóvenes centrados en sí mismos. “Essentially, in many western societies are not

considered problematic as there are frequently second chances and alternative routes […] whereas
in Japan it is a process that is often viewed with suspicion” (Furlong, 2008, p. 316). Esto explica

que el sentido de comunidad tan valorado por la sociedad japonesa se ve amenazado por la

aparición del hikikimori, que no acepta su función en sociedad y que no aprecia lo que ésta hace por

ellos/as.

Por otra parte, las ideas de Anna Freud sobre el/la adolescente enfermo/a permiten visualizar

este período de vida como un estado patológico, imposible de ser analizado, desequilibrado, pero

necesario para una estabilidad emocional en la adultez. Esta noción de inestabilidad adolescente

crea un cuadro negativo sobre las funciones y papeles que desempeñan los/las jóvenes, dejando

entender que es una etapa en la cual los padres necesitan orientarse para afrontar las adversidades

que presentan (Freud, A., 1985, pp. 172, 184 y 195). Asimismo, explica que el aumento de la libido

se desplaza “hacia substitutos parentales, siempre que estos sean diametralmente opuestos en todos

sus aspectos” (Freud, 1985, p.177). Por tal motivo, se comprendería que el comportamiento de

los/las adolescentes sea uno de alejamiento familiar o, encerramiento (en su habitación, con sus

amistades, en la computadora, por ejemplo) pues ello le otorga un carácter defensivo ante lo que

representa un desarrollo normal. A este particular, el/la hikikimori es descrito como un trastorno

psicológico porque su comportamiento no es considerado normal para la sociedad japonesa, que

tiene altas expectativas de la juventud. Sin embargo, para la cultura japonesa no es necesario la

terapia en estos casos, puesto que consideran que ser hikikimori es algo transitorio, que se resolverá

de manera pasiva. Mientras que la vergüenza y el fracaso mayor recae sobre la madre puesto que la

crianza de los hijos/as recae sobre ésta (Gallego y de la Gándara, 2008, p.3).

Lo anterior remite a todas las controversias que surgen en torno al adolescente y su relación

con el Estado y el poder, los medios de comunicación, la subcultura, la transformación familiar,

entre otros. En el caso de una estructura tan exigente como la japonesa, la cual espera mucho de sus

habitantes y promueve una filosofía de vida en comunidad, se hace posible entender que el

hikikimori sea visto como una “desgracia familiar” y que se escondan los casos. Los medios de

comunicación no están ajenos a comentarios que puedan hacer referente al tema, generando una
visión negativa sobre estos jóvenes en periódicos, noticias, lo que fomenta un juicio en la población

en general. “In Japan media interest in the hikikomori phenomenon was stimulated by two high-

profile crimes committed by hikikomori; the murder of a primary school pupil in Kyoto and the

abduction of a young woman in Niegata” (Furlong, 2008, p. 313).

Notamos como los medios de comunicación pueden cumplir la función de servicio publico,

de motor de cambio, que generen preocupación o alarma ante las situaciones que ocurren con los/las

adolescentes (Rivera, 2008, p.90, citando a Martini y Luchessi, 2004, p.20). En ese sentido, la

prensa tiene un propósito claro que puede llevar en diversas direcciones las situaciones, y que

pueden tornarlas tanto negativas como positivas, dependiendo del interés o la intención que puedan

tener. De esta manera, se producen estereotipos de los/las jóvenes y en el caso del hikikimori una

visión negativa de su quehacer: “Las acciones de los jóvenes son siempre, en parte y por necesidad,

reacciones a los estereotipos sostenidos frente a ellos por sus mayores. […] Cuando los medios de

comunicación […] se interponen como fabricantes de estereotipos […]” (Erikson, s/a, p. 161).

El uso de la tecnología (internet, juegos de video, celulares y otros) son asociados a la

juventud, presentándola como algo innato en su vida (Bennet, 2004, p.163). Es decir, ya no forma

parte de su vida como una herramienta más sino que le adjudica un sentido innato a su uso. A esta

nueva generación se le denomina Generación Red, la cual crea un determinismo o predisposición a

la tecnología, configurando nociones homogéneas de la juventud (Gordo, s/a, p.518). La idea de una

tecnogénesis no supone una diversidad respecto a las condiciones económicas y contextuales de

cada país, sino que crea un mito en relación al tema de la juventud. Esto contrasta con la literatura

encontrada sobre el tema hikikimori la cual señala que solo el 10% de estos/as jóvenes utilizan el

internet, lo que rompe con la idea de tecnogénesis. Lo que si parece ser interesante es la idea de

Feixa de que estas nuevas tecnologías son el “prototipo de un nuevo tipo de moralidad que emerge

con la sociedad digital” (Feixa, 2005, p. 4). Esto implica una transformación subversiva a aquellos

estatus de poder, que el Gobierno no puede controlar y que, por ende, investigan con la excusa del

discurso de la pérdida de valores, entre otros (Gordo, s/a, p.1110; Alpizar y Bernal, 2003, p. 11-12).
La subcultura que se gesta a través del internet es también parte importante como

explicación de la conducta hikikimori, ya que el internet y uso de la computadora se vuelven

“refugios” alternativos para muchos/as jóvenes. No obstante, Revilla Castro (2001) advierte que

estos movimientos cumplen una función adaptativa para el/la joven porque surgen en un contexto

donde existe la desigualdad social (Revilla Castro, 2001, p.112,). A pesar de que Revilla Castro

explica la subcultura desde la definición de “tribus urbanas” y no desde la subcultura que crea el

internet, en la cual no hay aparente diferencias de clases, no podemos afirmar que no existen

diferencias sociales reales en el Japón y, en el caso hikikimori, se argumenta como un precedente la

familia clase media-alta. Feixa (2005) argumenta que el nivel de ingreso influye en poder tener una

computadora con acceso a internet y, aunque habla de la realidad española, la situación en Japón

presenta, como en muchas sociedades, diferencias socioeconómicas.

El uso del internet representa una revolución en la sociedad digital que se relaciona al

tiempo libre que podemos tener y cuanto de ese tiempo utilizamos para nuestros intereses. En el

internet se producen comunidades virtuales, parecidas aquellas que se dan en lo real, pero ello no

implica una total desconexión con el mundo social. Lo que esto significa es que hay un continuo de

interacciones entre el espacio virtual y real, en la búsqueda de nuevas oportunidades y en la espera

de algo nuevo que pueda surgir. Esto reabre el debate a los académicos que insisten en estudiar la

subcultura como un término abstracto y no desde nuevos espacios como el internet (Bennet, 2004,

p.164, 166 y 171). Ser hikikimori no significa estar ¨muerto en vida¨ o apartado de toda interacción,

existen formas de empleos a través del internet, se hacen compras en tiendas virtuales, y se crean

relaciones de afecto y confianza con personas que pueden estar cerca o a distancia.

La habitación de los adolescentes simboliza, además, un espacio en el cual se abren al

mundo o se encierran en sí mismos. Este lugar ha evolucionado desde las épocas en que se

compartían las habitaciones, hasta épocas mas recientes en las que se vuelve un medio de

representación y creación de identidad. En nuestros días la habitación ha introducido un nuevo

objeto símbolo de la era digital: la computadora, la cual facilita la comunicación interpersonal desde
el propio espacio accediendo a todo un nuevo surtido de información, comunidades virtuales,

juegos, chats, blogs, y otros tantos (Feixa, 2005, pp.1; 14-15). Desde sus cuartos los/las hikikimoris

realizan su quehacer diario, reestructurando las nuevas relaciones entre padres e hijos, profesores y

alumnos, amistades y otros, lo que pone en entredicho el sentido negativo que se le otorga a la

categoría en Japón. Dejando a un lado las singularidades que pueda tener la sociedad japonesa y la

connotación negativa del hikikimori, observamos un fenómeno que rompe con los patrones y

tradiciones de la sociedad, poniendo en tela de juicio sus exigencias y tradiciones.

Conclusión:

Para recapitular hemos visto cómo se articula el aislamiento social de muchos/as jóvenes,

especialmente en el Japón, y las características de la sociedad en que viven, lo que define mucho de

lo representativo en el tema juvenil. Todo ello sin olvidar la importancia de la relación familiar y los

cambios que sufre a través del tiempo, vinculado al sistema de producción económica (trabajo y

mercado), el uso de nuevas tecnologías (internet, celulares), la subcultura (tribus urbanas,

comunidades virtuales), el lugar de la habitación (espacio para la formación de identidades) y, las

categorías que marcan la adolescencia como un período transitorio de enfermedad, precario y

necesario para un adultez segura. Es importante, además, dejar saber algunas de las desventajas que

pude encontrar durante la redacción de la monografía. En primer lugar, lo limitante de mi

conocimiento sobre un país como el Japón, y, lo amplio del tema hikikimori por su correspondencia

con otros contenidos diversos y complejos, que incluso originan ideas para elaborarse desde

diferentes ópticas.

En conclusión, podemos tener la impresión de que los/las hikikimoris, aunque presentan

rasgos típicos del aislamiento social por estar refugiados en sus cuartos y las razones para optar por

el encierro parecen ser desconocidas, alteran el orden de las relaciones sociales tal y como las

conocemos en la actualidad. Las personas que deciden por apartarse de todo ámbito social siempre

han existido, en todas las épocas y en todas las culturas, recordemos el ejemplo de los monjes

enclaustrados en la Edad Media en sus monasterios. Lo que si es palpable a través de mi ligera


investigación, es que estos/as jóvenes rompen con lo establecido por la sociedad y se rearticulan

nuevas formas de comunicación y de vivencia. El problema principal parecería estar en su opción

de vida, tanto para la sociedad en general que lo denuncia como algo negativo, a través de los

medios generando un juicio en la población tanto local como internacional. No obstante, requiere

seguir estudiando el tema desde muchos ángulos que permitan dar cuenta de su complejidad.
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