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Colombia: Propuestas alucinantes – por Eduardo Mackenzie

BY ADMIN ⋅ AUGUST 19, 2010 ⋅ EMAIL THIS POST ⋅ PRINT THIS POST ⋅ POST A COMMENT

Hemos visto en estos días las agitadas carreras


de Armando Benedetti en Caracas. Tras el
encuentro de Santa Marta entre los presidentes
Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, el
presidente del nuevo Senado colombiano se
precipitó a la sede del poder en Venezuela para
discutir (¿y negociar?) con las altas esferas del
hermano país y lanzar desde allí mensajes
optimistas y hasta las más extrañas propuestas.
De ese periplo, para el cual no recibió mandato
del Senado, Benedetti regresó convencido de
que las relaciones diplomáticas con
Venezuela están, ahora si, por buen camino y que hasta hemos encontrado, súbitamente, la solución
a la cuadratura del círculo que el gobierno del presidente Álvaro Uribe no había siquiera imaginado:
para que las relaciones entre Colombia y el régimen autoritario de Hugo Chávez sean óptimas sólo
basta una cosa: “no hablar más de las Farc en Venezuela”. Benedetti reiteró: “[Bogotá] estudia que
(sic) el tema de las Farc sea excluido de las relaciones exteriores con esa nación [Venezuela]”.

En otras palabras, el tema más grave de seguridad nacional que tiene Colombia desde hace más de
diez años, el terrorismo de las Farc y del Eln y los apoyos que esas organizaciones reciben de
Venezuela y de sus aliados, puede ser solucionado por arte de magia. Eso es lo que quiere el doctor
Benedetti que aceptemos. Pero Colombia no es un país de avestruces. No hablar de las Farc en
Venezuela no evaporará el problema. Esa actitud ayudará, por el contrario, a que las Farc y el Eln se
santuarisen aún más en ese país. Y eso conducirá a nuevas atrocidades.

De sus conversaciones con Hugo Chávez, Benedetti dijo: “No puedo contar muchas cosas”. No
contó nada, en realidad. Sin embargo, lo tratado por él en Caracas es vital para el país. Por ejemplo,
los dos gobiernos conformarán, dijo, una “comisión de defensa y seguridad”. ¿Qué objetivos, qué
contenido y qué alcance tendrá esa comisión? Colombia no sabe nada hasta ahora. Pero debería
saberlo. La opacidad al respecto ayuda exclusivamente al cambiante e imprevisible jefe del régimen
venezolano.

En Caracas, un periodista de El Nacional le preguntó a Benedetti: “¿El Congreso de Colombia


tratará la demanda de Uribe al presidente Chávez?”. La respuesta de Benedetti fue
escalofriante: (…) “Fue llevada a la Corte Penal Internacional. No es una demanda del Estado, es
una demanda del anterior presidente de la República.”
¿No es una demanda del Estado? De un plumazo, Armando Benedetti, sin autorización de nadie,
pretende abolir un esfuerzo de lucha del Estado colombiano contra las Farc y sus apoyos en
Venezuela.

¿Quién mandató a Benedetti para que comprometiera de esa gravísima manera la política del Estado
colombiano? ¿La política exterior de Colombia no es potestad del poder ejecutivo?

En su inopinado embeleco chavista, Benedetti fue aún más lejos. Para “generar confianza” entre los
dos gobiernos, dijo, se podrán crear “municipios binacionales” en la frontera con el vecino país. Esa
idea cuenta, aseguró, con el aval de Cilia Flores, la presidenta del Congreso venezolano.
En realidad, tampoco se sabe qué quiso decir con eso Benedetti, pues el lanzó la cosa sin dar
detalles. La prensa colombiana creyó que él había hablado de “municipios binacionales”. Empero,
la prensa venezolana (Globovisión y la Afp) creyó oírle hablar de algo más amplio: de “estados
binacionales” entre Colombia y Venezuela.

Ya sean municipios o estados (departamentos, en la nomenclatura colombiana), la idea anunciada


por Benedetti es sorprendente: no hay antecedentes a los cuales pueda uno acudir para sopesar la
cosa. El concepto de municipios o departamentos “binacionales” solo remite, en el estado actual
del debate, a una cosa: a municipios o departamentos que quedarían bajo la autoridad de dos
gobiernos. Es decir, departamentos o municipios cogobernados por dos poderes nacionales
diferentes.

¿En qué países hay o hubo algo parecido?

Lo más extraño es que a su regreso a Bogotá la prensa no se atrevió a hacerle a Benedetti una sola
pregunta al respecto.

Sin embargo, los media de los dos países habían registrado ese curioso enunciado: no era un error
de comunicación. Benedetti, en efecto, habló de “estados binacionales”. Pero ante el silencio que
guardó, y ante el vacío conceptual que dejó, lo único que queda es darle vueltas al asunto para saber
a qué tendremos que atenernos.
Imaginemos por un instante lo que significaría la adopción de esa propuesta.

Siete departamentos colombianos tienen fronteras con Venezuela: la Guajira, César, Norte de
Santander, Boyacá, Arauca, Vichada y Guainía. En ese conjunto, que recubre una superficie de
284 898 km², se hallan los yacimientos petrolíferos colombianos, sin hablar de otras riquezas.
Además, según el censo de 2005, allí viven 4 407 360 colombianos. Si esos departamentos son
declarados “binacionales”, es decir abiertos a una proyección del poder político, militar y
económico de Venezuela, Colombia perdería la soberanía (o tendría que compartirla), en el 25% de
su territorio. ¡Y tal injerencia afectaría directamente al diez por ciento de la población colombiana!

El cogobierno en los departamentos “binacionales” introducirá la ruina y el caos total en una cuarta
parte de Colombia. Es eso lo que quizás pretenden los países del Alba y el Foro de Sao Paulo, pues
la idea viene de Caracas. Lo que es aterrador es que esos planes inauditos hayan encontrado eco, de
alguna manera, y no un claro rechazo, en el presidente del Senado colombiano.

No se puede olvidar lo que ocurrió en 1952. Una declaración irresponsable de Alfredo Vásquez
Carrizosa, ministro colombiano de Relaciones Exteriores de la época, fue aprovechada por
Venezuela para ocupar las islas rocosas colombianas de Los Monjes con el pretexto de instalar un
faro para la navegación. Ese acto ilegal violó la Carta de Naciones Unidas, la carta de la OEA y,
sobre todo, el tratado de 1939 entre los dos países. Pero violando a su vez la norma constitucional
que prohíbe la variación del territorio sin la previa aprobación del Congreso, el gobierno de Roberto
Urdaneta Arbeláez terminó por ceder esas islas a Venezuela.

Nadie olvida esa traición y los problemas que eso generó y genera hasta hoy en las relaciones entre
los dos países.

Lo de los departamentos “binacionales” es una iniciativa del Caracas chavista que podría tener
repercusiones mil veces superiores a lo de Los Monjes, contra los intereses de Colombia, pues el
presidente del Senado colombiano no tuvo una actitud clara de rechazo a esa estrafalaria propuesta.
Una serie de municipios o estados “binacionales” en la frontera con Venezuela equivale a dotar a
las Farc y al Eln de una nueva zona “despejada”, seis veces más grande que la cedida por la
administración Pastrana en 1999 a las Farc.

¿Por eso es que Hugo Chávez exige silencio total sobre las Farc en Venezuela? Armando Benedetti
debe explicarle al país qué negoció exactamente con Hugo Chávez y debe rechazar pública y
explícitamente toda idea de que Colombia tenga municipios o departamentos, o cualquier otra
entidad geográfico-política, compartidos con el régimen militarista y comunista de Venezuela.

* Eduardo Mackenzie es abogado y periodista colombo-francés residente en París desde hace más
de una década. Es autor del “Best seller” “FARC: Fracaso de un terrorismo“ (Colección
actualidad, Debate, 2007, Bogotá) y de “El enigma IB” (Sobre el caso de Ingrid Betancourt)
(Random House Mondadori, 2008, Bogotá).

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