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El derrumbe de los regímenes de Europa del Este ha provocado una fuerte sacudida en las
visiones presentes sobre la manera de conceptualizar el ser social de la humanidad. El
fundamento marxista que sustentaba tales regímenes
ha sufrido un constante debilitamiento, ocasionando
que en la actualidad surja una gama de interrogantes Si los fenómenos sociales son de
que trastocan de manera muy radical la vigencia de la naturaleza diferente a los de las
ciencias exactas ¿la mejor manera de
filosofía marxista como elemento aglutinador de estudiarlos es por medio de la
todas las acciones sociales del ser humano. Hoy en comprensión, más que buscar su
día existe una serie de procesos sociales a los que la explicación?
aproximació n marxista no ha podido dar respuestas
satisfactorias y coherentes, tales como la
globalizació n, la reorganizació n neoliberal de la
economía, la reforma neoconservadora del Estado, los procesos de democratizació n, por
só lo mencionar los má s destacados (Osorio, 1994).
En esta situació n de incertidumbre de los paradigmas sociales, algunos teó ricos han
propuesto una renovació n de los clá sicos a través de la integració n de éstos a las
contribuciones contemporá neas, mientras que otros han abogado por romper los viejos
moldes y construir nuevos que respondan má s al momento actual, debido a que los
modelos clá sicos se encuentran en descomposició n, ya que se basan en conceptos
insatisfactorios (Tourianne, 1985). Y como en toda confrontació n existe una mediació n, las
ciencias sociales no podrían ser la excepció n, puesto que en medio de esta disputa se alzan
otras voces que, si bien se pronuncian por la creació n de nuevos paradigmas, se apresuran
a especificar que de ninguna manera esto implicaría la descalificació n de los clá sicos.
Esta crisis en los paradigmas de las ciencias sociales, declarada principalmente por los
científicos orientados hacia la sociología, ha resurgido fundamentalmente por la caída del
socialismo real, lo cual ha propiciado que se reactive la polarizació n entre los científicos
sociales acerca de la validez de utilizar la noció n de explicació n, principalmente aquélla
desarrollada por los filó sofos analíticos, sobre la base de que los fenó menos sociales son
de naturaleza diferente a los de las ciencias exactas, por lo que la mejor manera de
estudiarlos es por medio de la comprensió n, má s que buscar su explicació n.
Seguir enumerando ejemplos de los cambios que han ocurrido recientemente dentro del
campo de la investigació n en las ciencias sociales, resultaría una labor titá nica e
interminable, pero han sido tan notables, especialmente en las ciencias sociales en
Latinoamérica, que hoy en día se ha roto otro tabú que en su momento se pensó sería
inamovible hasta el fin de los tiempos, como era el rechazo por aplicar cualquier aná lisis
matemá tico a los datos obtenidos en las ciencias sociales. Es realmente prometedor que en
la actualidad se piense que las ciencias sociales no deben eludir el aná lisis matemá tico
para la comprensió n de la sociedad contemporá nea, sin que esto implique abandonar el
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estudio filoló gico, o de uso de las palabras comunes; el hermenéutico, o de interpretació n
de los textos; y el fenomenoló gico, o del sentido de los eventos sociales (Gonzá lez
Casanova, 1993).
Parecería, con todo lo anterior, que las ciencias sociales atraviesan por una situació n de
incertidumbre, en la cual se ha roto la armonía para dar paso a una situació n de crisis de
paradigmas. Sin embargo, es necesario hacer a un lado el pesimismo ocasionado por el
abandono del "amor ciego" que se profesó al paradigma hegemó nico de las ú ltimas
décadas, y pensar que las anteriores deliberaciones e interpretaciones fructificará n en un
enriquecimiento de las ciencias sociales. Existen bases para creer que esto sucederá , ya
que como menciona Kuhn, só lo hasta el momento en que no se logra la articulació n de los
distintos paradigmas, es cuando se trasciende las fronteras. La falta de articulació n
propicia la aparició n de un sentimiento de rechazo a integrar las anomalías encontradas
dentro de los paradigmas existentes; esto es, cuando aparece la discrepancia entre
paradigmas, se incrementa la probabilidad del surgimiento de una nueva teoría que viene
a sustituir la precedente (Kuhn, 1992).
No obstante la pugna dentro de las ciencias sociales sobre quién posee el conocimiento
legítimo de los asuntos humanos, todas ellas comparten la idea de que el conocimiento
científico se desarrollará en la medida en que lo haga la teoría, puesto que ésta
proporciona una interpretació n consistente de los eventos, así como por su versatilidad es
posible estar confrontando constantemente las interpretaciones contra la realidad
empírica y las nuevas visiones teó ricas del mundo social. Precisamente, la confrontació n
es el motor del progreso científico, aunado a la síntesis entre diferentes tradiciones de
pensamiento (Zabludosky, 1995). Má s aú n, en el caso extremo de que toda la actividad
empírica y teó rica dentro de las ciencias sociales fuera cuestionada en forma despiadada,
todavía sería posible aglutinar los esfuerzos alrededor de "grandes teorías sociales puras"
que no contuvieran ningú n vestigio de empirismo y que estuvieran interesadas en indicar
có mo y por qué los eventos sociales muestran una considerable diversidad de aspectos.
Pero, aun así, estos esfuerzos se prestarían a polémica, puesto que también estarían
matizados dependiendo del tipo de concepto de ciencia que se comparta.
De esta forma, algunas teorías adoptarían el enfoque naturalista de las ciencias, como lo
hace el positivismo, y otras aproximaciones teó ricas serían muy diferentes debido a que
está n formuladas por teó ricos que tienen serias reservas acerca de si las ciencias sociales
se ajustan perfectamente a la clase de conocimiento llamado "científico". Sin embargo,
como Piaget menciona, las ciencias sociales al igual que algunas otras disciplinas
científicas, persiguen la bú squeda de leyes, aunque no siempre en el sentido de relaciones
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cuantitativas relativamente constantes y expresables en forma de funciones matemá ticas,
sino en el sentido de hechos generales o de relaciones ordinales, de aná lisis estructurales
que se traducen a lenguaje ordinario o a uno má s o menos formalizado, "ló gico" (Piaget,
1987).
Entre estas dos posturas radicales se ubica una posició n moderada, que considera que
estos dos tipos de análisis son formas distintas de estudiar la realidad social. Las actitudes
tomadas por los extremos de esta disputa han contribuido a profundizar las diferencias
entre lo cualitativo y lo cuantitativo, puesto que en algunos círculos científicos,
principalmente del ámbito de las ciencias sociales, se ha llegado a la conclusió n de que, por
ser irrepetibles los acontecimientos sociales, la estructura ló gica de los conceptos y las
explicaciones aplicables a dichos fenó menos es diferente a los conceptos y explicaciones
de las ciencias naturales; de hecho se afirma que lo cuantitativo no tiene cabida en las
ciencias sociales, sino que éstas deben centrar su atenció n en el aspecto cualitativo en el
estudio de los acontecimientos que son de su interés.
(…)
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inclinarse a favor de la posició n contraria, lo cual las convierte en posturas abiertamente
competitivas y, lo que es má s lamentable, los partidarios de cada una de ellas se
consideran abogados de la legitimidad de la elaboració n de conocimiento en el campo de
las ciencias sociales.
Por ejemplo, para Schwartz y Jacobs, partidarios del aná lisis cualitativo de los fenó menos
sociales, la diferencia entre las sociologías cualitativa y cuantitativa, tomando como punto
de referencia la notació n para describir el mundo, se observa en que la sociología
cuantitativa asigna nú meros a las observaciones cualitativas, lo cual resulta en la
producció n de datos al contar y medir cosas, mientras que la sociología cualitativa da
cuenta de las observaciones que realiza en el lenguaje natural y raramente hace cuentas o
asigna nú meros a esas observaciones; y concluyen que esa simple diferencia en la notació n
corresponde a grandes diferencias en cuanto a valores, metas y procedimientos para
realizar la investigació n socioló gica (Schwartz y Jacobs, 1995). […]
Independientemente del debate acerca de si los estudios teó ricos deben encaminarse al
desarrollo o verificació n de la teoría social, los partidarios del enfoque cualitativo se
inclinan por el uso del método de la inducción analítica, que consiste en los siguientes
siete aspectos (Taylor y Bodgan, 1992):
Por el contrario, los partidarios del enfoque cuantitativo basan sus acciones,
principalmente, bajo la sombra del método hipotético deductivo, que consiste en elaborar
hipó tesis, como lo señ ala Martínez, a partir de observaciones y reflexiones que rigen los
fenó menos, y derivadas de éstas deducir consecuencias observables (deducciones) que
después se contrastan, generalmente mediante experimentos, con la finalidad de refutar,
verificar o confirmar las deducciones (Martínez, 1994).
Sin embargo, al margen de las diferencias en cuanto a los objetivos, las metas, los valores,
los procedimientos, etcétera, lo má s inquietante en esta situació n de controversia sobre
las bondades y fallas de que la investigació n social se centre en una u otra dimensió n de
los fenó menos, es que se le ha prestado demasiada atenció n a la polémica a ú ltimas fechas.
Ante esta situació n, actualmente ha hecho su aparició n una postura que intenta reconciliar
ambas posturas extremas y evitar la confrontació n, en la cual el estudio de la dimensió n
cualitativa no se vea como opció n excluyente del estudio de la dimensió n cuantitativa y
viceversa, ni tampoco como caminos que conducen a una meta, sino como dimensiones
que, aunque dicotó micas, no por eso son irreconciliables para producir un conocimiento
de la realidad social.
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multiplicativa (rompiendo con la idea lineal aditiva), producen como resultado un
conocimiento que se enfoca má s hacia una naturaleza conjuntiva de las dos dimensiones
de la realidad del universo social, que a una disyuntiva. A partir de esta visió n se intenta
eliminar, por un lado, las divisiones tan marcadas que se han dado en la comunidad
científica, así como también unir los esfuerzos de todos los científicos en una sola
direcció n, como sucede en una conjunció n, con la finalidad de conocer el universo en el
que se desenvuelven los actores sociales.
Y por otro lado, el problema de aceptació n o rechazo de una teoría no puede plantearse
só lo en términos de una confrontació n entre teoría y evidencias, sino que tiene que ver
con un problema de competencia entre diferentes teorías, puesto que aun la base empírica
es teó ricamente dependiente (Velasco, 1995). Con base en esto, lo má s conveniente en
este momento para las ciencias sociales es aceptar que los fenó menos de su competencia
aparecen en dos dimensiones que no se excluyen una a la otra, y éstas son la cualitativa y
la cuantitativa; ademá s de reconocer que el problema de la objetividad y subjetividad de
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los datos obtenidos por los científicos sociales conduce a discusiones que no tienen salida.
Por lo que la mejor opció n es dejar de lamentarse o de atacar agresivamente el hecho de
que el conocimiento social se vea fuertemente influido por el yo egocéntrico (dado que el
hombre es a su vez objeto y sujeto), y encaminar todos los esfuerzos a dar respuesta a las
preguntas ¿por qué es así? y ¿có mo es que ocurre?
Sirvan estos apuntes para que el lector adquiera una somera idea de que en las ciencias
sociales, ademá s del dilema sobre la explicació n y la comprensió n, lo ideográ fico y lo
nomotético, existe otra controversia sobre las dimensiones cuantitativa y cualitativa de los
fenó menos sociales que se deriva de la misma raíz relacionada con la orientació n que
deben seguir las ciencias sociales.
Está fuera de toda discusió n que los fenó menos sociales en el universo se manifiestan a
través de una dimensió n cualitativa que, en cuanto a determinació n, es cualquier cosa que
detalle lo que un objeto es; y en ese sentido, la dimensió n cualitativa es muy extensa y
difícilmente puede ser reducida a un concepto
unitario, má s bien se puede señ alar que comprende “No es posible obtener de la realidad
una familia de conceptos que lo ú nico que tienen en social una representación cuasi
comú n es una funció n puramente formal, que tiene fotográfica, debido a que los datos son
por objetivo dar respuesta a la pregunta ¿cuá l? seleccionados de la realidad con base
en las visiones del mundo o los
(Abbagnano, 1974). Sin embargo, en el estudio de modelos teóricos de la época; y no
los fenó menos sociales del universo, antes de solamente eso, sino que además son
iniciar el examen de esas disposiciones se busca filtrados por medio de las posiciones
realizar un aná lisis má s a fondo de la dimensió n del grupo particular de científicos que
realicen la obtención de la información
cualitativa, a fin de determinar desde un punto de del acontecimiento social”
vista ontoló gico el modo de ser de una cosa por lo
cual es lo que es y como es. Así pues, la indagació n
de la dimensió n cualitativa en la investigació n
social no solamente tiene como finalidad estudiar
los aspectos disposicionales de los fenó menos, sino también averiguar có mo y de qué está
constituido el ser de los fenó menos comprendidos en su campo de influencia.
La otra dimensió n en que se expresan los fenó menos sociales es la cuantitativa, en la cual
los elementos que la constituyen no solamente tienen una existencia, sino que se
manifiestan con diferentes grados de intensidad. De esta idea se puede comprender
inmediatamente que la dimensió n cuantitativa tiene que ver necesariamente con la
cantidad, entendida esta ú ltima como el aspecto por el cual se diferencian entre sí las
porciones de la misma cosa o los conjuntos de la misma clase de cosas, por lo que esas
porciones o esos conjuntos se pueden medir o contar; o bien, en términos má s filosó ficos,
como aquello por lo que las cosas similares, dejando a salvo sus semejanzas, pueden
diferir intrínsecamente. De este modo, la dimensió n cuantitativa de los fenó menos sociales
está relacionada con la cantidad o magnitud con la que éstos aparecen.
Analizada desde el punto de vista filosó fico, la dicotomía cualitativo/cuantitativo está
íntimamente relacionada con la identificació n de características o aspectos presentes en
los fenó menos sociales y con la forma en que estas características difieren; es decir, la
dimensió n cualitativa proporciona informació n de có mo y de qué está constituido el ser de
un determinado fenó meno, a través de averiguar e identificar cuá les son los elementos que
lo integran. La dimensió n cuantitativa informa sobre la cantidad de los elementos que
conforman los fenó menos y la magnitud con la que éstos se presentan. En este sentido, el
objetivo del aná lisis cualitativo es determinar la presencia o ausencia de una determinada
característica o disposició n, llámese interpretació n de significados (Paradise, 1994),
bú squeda de un campo abierto, mú ltiple y polisémico (Jacobo, 1994), o bien, devolverle al
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fenó meno la complejidad que posee (Rueda, 1994). Mientras que el análisis cuantitativo,
una vez demostrada la presencia de esa característica en el fenó meno social, busca
encontrar las variaciones en cantidad que se presentan en dicho fenó meno a través de su
periodo de existencia.
Desde este punto de vista las dimensiones cualitativa y la cuantitativa dejan de ser una
disyuntiva que alimenta el escenario de las disputas en las ciencias sociales y se convierten
en una conjunció n que permite reconceptualizar la investigació n social en donde el
estudio de la dimensió n cualitativa no se vea como una opció n excluyente del estudio de la
dimensió n cuantitativa y viceversa, ni tampoco como caminos que conducen a una misma
meta, sino como dimensiones que, aunque dicotó micas, no por eso son irreconciliables
para producir un conocimiento de la realidad social. Considerar el aspecto cualitativo y
cuantitativo de los fenó menos sociales, así como su forma de estudio, a manera de
recorrido dentro de un mismo continuo, má s que una lucha entre dos posiciones
irreconciliables, permitirá eliminar la divisió n tan marcada que se ha dado en la actualidad
en la comunidad científica; igualmente, permitirá unir en una sola direcció n todos los
esfuerzos, no como adició n de fuerzas, sino como una conjunció n multiplicativa que
realizan los científicos para conocer el universo social.
Es un indicador venturoso que en los círculos de científicos sociales no tan radicales está
floreciendo la idea de que en nada ayuda al desarrollo de las ciencias sociales seguir
empecinados en ver el aná lisis cualitativo como antítesis del aná lisis cuantitativo, por lo
que se considera má s conveniente redirigir los esfuerzos hacia el uso de la imaginació n
socioló gica, con el ú nico propó sito de romper las inercias en las que se ha caído, cuando
los partidarios del aná lisis cualitativo descalifican cualquier intento de hacer un aná lisis
cuantitativo de los fenó menos sociales y viceversa. Por tal motivo, dado el momento por el
que está n pasando las ciencias sociales, vuelven a cobrar actualidad las recomendaciones
que hace Mills1 para desarrollar repertorios de autorreflexió n. Estas recomendaciones
bien podrían llamarse el "Octá logo del trabajo intelectual", ya que realmente son una serie
de normas por las cuales se debería de regir el cientista social para guiar su quehacer
profesional. Los ocho preceptos se pueden resumir de la manera siguiente:
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Una ventaja má s de seguir el "Octálogo del trabajo intelectual", tal y como lo he señ alado
en otro momento, sería erradicar de las ciencias sociales a los profetas que explotan la
supuesta antítesis entre lo cualitativo y lo cuantitativo, que entraron al campo del discurso
social disfrazados de redentores, pero con la firme decisió n de provocar la desunió n y
confusió n má s completa, inaugurando un periodo de irresponsabilidad intelectual,
caracterizado por la fascinació n de las palabras altisonantes y el irresistible poder del
lenguaje florido que lamentablemente envolvió a todos aquellos que se inclinaban por la
rá pida iniciació n en los profundos secretos del universo, má s que a los tecnicismos
laboriosos de una ciencia que, después de todo, muy probablemente los desilusionaría por
su falta de poder para revelarles todos los secretos; por tal razó n, era má s atractivo
formarse en la jerigonza que garantizaba su aplicabilidad en problemas de cualquier
naturaleza y ademá s proporcionaba una imagen de docto má s espectacular en poco
tiempo y con menor adiestramiento científico. Por otro lado, en el ambiente académico de
las instituciones universitarias, propició la adopció n de banderas ideoló gicas que, con el
argumento de defender una u otra, ampararon lo asistemá tico, las acciones de
investigació n fraudulentas y poco serias, escudá ndose en la bandera del otro para
esconder las propias limitaciones que se tenían (Silva, 1998).
Nota
1 En la secció n "Sobre la artesanía intelectual" de su libro La imaginación sociológica.
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