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SEMINARIO TEOLÓGICO CENTROAMERICANO

CURSO DE FORMACIÓN DE LÍDERES PARA MINISTERIOS CON


ADOLESCENTES URBANOS

Reporte de la tarea de Investigación


Presentado para el cumplimiento de la materia
Introducción a la Educación Cristiana

Daniel M. Martinez P. Apdo. 245

2010
CURSO DE FORMACIÓN DE LÍDERES PARA MINISTERIOS CON
ADOLESCENTES URBANOS

El ministerio con adolescentes muchas veces no es afrontado con la seriedad que

debiera. Mucha gente considera que al no ser niños ni al ser jóvenes adultos no sólo es

difícil encasillarlos sino que también es difícil saber que hacer con ellos. La adolescencia

es considerada un periodo de cambio y consolidación en el concepto que cada individuo

tiene de si mismo. Los cambios físicos propios de la pubertad cambian también la

autopercepción. Otro de los factores que influye mucho es la evolución intelectual que se

produce en esa edad que le permite formarse un autoconcepto más complejo de si mismo

abarcando tanto posibilidades como realidades. En cierta manera la adolescencia es la

edad del idealismo y de la confrontación de los sueños con las realidades circundantes.

En tercer lugar la creciente independencia emocional y la necesidad de adoptar

decisiones fundamentales acerca de valores, vocación, elección de amistades y

comportamiento sexual, contribuyen al desarrollo del autoconcepto del adolescente. En la

adolescencia se terminan de formar los rasgos de la personalidad del ser humano1.

Ante este complejo mosaico que está en progresiva formación, la iglesia debe

presentar una propuesta válida. No solamente fundada en la percepción tradicional del

trabajo con jóvenes. Esta propuesta de la iglesia debe estar fundamentada en el correcto

entendimiento de la mentalidad del adolescente. Después de todo, ¿como podrá la iglesia

el amor de Dios, a alguien a quien no conoce ni comprende?. En virtud de todo esto a

iglesia debe realizar un esfuerzo en poder percibir de manera real y desprejuiciada la

perspectiva real de los adolescentes. Antes de entrenar líderes que enseñen a los

adolescentes, es necesario entrenar líderes que comprendan a los adolescentes.

1
John Coleman. Psicología de la adolescencia,.(Madrid: Ediciones Morata, 1985), 66-71.
Estudios entre la población joven revelan que los adolescentes no confían en las

instituciones. La iglesia en la mayoría de las ocasiones afronta la tarea de evangelizar

jóvenes y adolescentes desde una perspectiva meramente organizacional. Muchos

adolescentes que actualmente están en nuestras iglesias, según encuestas, no están por su

propia convicción. Muchos están en las iglesias porque de alguna manera esto forma

parte de un contexto cultural. Simplemente van porque su familia, o porque piensan que

es correcto estar en la iglesia. Visto desde esta perspectiva pudiera parecer positivo que

los adolescentes estén en las iglesias fuere cuál fuere la motivación. Pero desde la

perspectiva bíblica, la iglesia debería preocuparse que cada joven tuviera una relación y

un compromiso personal con Dios. Estar comprometido con las actividades de un

ministerio o una iglesia no significa necesariamente estar comprometido con Dios. Pero

estar comprometido con Dios, si o si lleva a que haya un compromiso con una iglesia y

un ministerio, además de un crecimiento genuino.

Frente a esta desalentadora perspectiva ¿Qué puede hacer la Iglesia? ¿Cómo podría

competir la iglesia con un desmesurada oferta de entretenimiento y propaganda que rodea

a los adolescentes hoy? La respuesta es sencilla y compleja a la vez. La iglesia debe

ofrecer en primer lugar lo que no puede ofrecer nadie más: el amor de Dios. Esta

“substancia” es lo que puede marcar la diferencia real en la vida de un adolescente.

También es necesario que los líderes de adolescentes se muestren auténticamente

interesados en la vida y en los problemas de los jóvenes. Es decir, se requiere que quien

trabaje con adolescente, se interese mas en la persona que en las actividades y en los

números de asistentes a sus reuniones.2


2
Junior Zapata, “Lo que tomará alcanzar a esta generación emergente”. Resumen del V Seminario
para Lideres Juveniles. (Guatemala; Seminario Teológico Centroamericano, 2006): sn.
Preparar líderes para un ministerio de jóvenes por lo general sólo consta de dar un

entrenamiento para que adquieran habilidades. Pero tan importante como esto, también es

poder ayudar a que los líderes de adolescentes preparen su corazón para el ministerio.

Nadie puede ministrar de manera efectiva si no ha preparado primero su corazón para el

trabajo. Una de las primeras cosas que los líderes de adolescentes tienen que entender, es

que el ministerio no dará resultados instantáneos. Prepararse para afrontar la realidad de

un ministerio que requiere una significativa inversión de tiempo es vital para la

efectividad del liderazgo. Otro de los puntos importantes es la evaluación de los

motivaciones que impulsan al líder a realizar su trabajo. La mayoría de los conflictos en

estos ministerios surgen por causa de motivos que no son claros, están mezclados o son

impuros.

Los números no son el mejor indicativo del éxito de un ministerio. El mejor

indicativo del éxito es la salud de un ministerio. Por eso es importante que un líder de

jóvenes no se enrede en comparaciones numéricas. Debe existir un compromiso con la

vida de cada joven, lo cual muchas veces es ir en contra de la realidad cristiana que busca

medir el éxito en términos numéricos. Un líder juvenil debe encargarse de posicionar

correctamente sus prioridades. Cuando se trata del trabajo con adolescentes es importante

que el líder sitúe las cosas más importantes en su lugar correcto. Es especialmente

importante esta área, porque la primer herramienta de enseñanza de la que dispone un

líder juvenil, es su propia vida. Los adolescentes no creerán en alguien que no puede

guiar su propia vida. Un líder juvenil deberá enfocar su enseñanza en fundamentar una

relación personal de confianza. La enseñanza relacional depende de su vida diaria.3

3
Doug Fields, Tus dos primeros años en el ministerio de jóvenes (Miami; Editorial Vida, 2002), 27-
39.
Ahora bien, hemos hablado acerca de las características de los adolescentes y las

características que los líderes de adolescentes deben procurar satisfacer. Es importante

también destacar las características de un ministerio efectivo con adolescentes. El primer

paso hacia la construcción de un ministerio efectivo con adolescentes es la elaboración de

una declaración de propósito. Es importante recalcar que nadie conocerá los propósitos ni

los evaluará tanto como el líder del ministerio. El crecimiento no dependerá de que si se

posea o no un programa evangelístico sino de que se posean estudiantes evangelísticos, y

por eso es necesario invertir mas en el desarrollo de personas que de ministerios. Un

ministerio saludable con la juventud constantemente motivará a los jóvenes a descubrir

sus dones y practicarlos en cada oportunidad.

Un ministerio con adolescentes que busque ser efectivo hace énfasis en que el

liderazgo sepa discernir lo esencial de lo accesorio. Es decir el ministerio no debe estar

guiado por actividades y programas, sino por un propósito bíblico. Es necesario

determinar si el tiempo en el ministerio juvenil será administrado por prioridades o por

oportunidades, ya que esto define la filosofía de ministerio que se persiga y cuál sea su

énfasis. Cuando se entiende la necesidad existente en la vida de los jóvenes el

fundamento del ministerio se basa en ellos y no en lo que los líderes piensan que deben o

tienen que hacer. La esencia de un ministerio debe ser siempre el alcanzar a los

adolescentes con el evangelio y ayudarlos a desarrollar su vida cristiana. De alguna

manera, a veces llegamos a tergiversar este panorama pensando que le propósito de

nuestro ministerio es que ellos satisfagan nuestras expectativas y deseos. Así como Dios

ama a los adolescentes y jóvenes debemos amarlos nosotros.4


4
Doug Fields, Ministerio de Jóvenes con Propósito, traducido por Erick Withney (Miami: Editorial
Vida, 1998): 34-45.
Al hablar de adolescentes en contextos urbanos, se delimita y se hace específico el

tema. Es importante recalcar que aunque el proceso propio de la evolución psicosocial de

los adolescentes sea común a todas las personas, sea cuál sea su contexto, su ambiente

influye de manera determinante sobre ellos. En medios urbanos se pueden distinguir

algunas características especiales a tomar en cuenta. Entre ellas, el hecho de que por lo

general ambos padres del adolescente trabajan fuera de casa la mayor parte del día. Esto

trae como consecuencia primaria que los jóvenes transfieran a su grupo de amigos la

carga emocional, social y afectiva que debiera ser responsabilidad paterna. Debido a esto

en los medios urbanos tienden a formarse grupos de jóvenes fuertemente cohesionados,

agrupándose como subculturas y en algunos casos incluso como “tribus urbanas”

El fenómeno de las subculturas juveniles debe ser entendido de manera correcta.

Las subculturas son una consecuencia de una dinámica social en la que los jóvenes se

agrupan en base a la afinidad, tanto estética como social o espiritual. Lo más importante

de este fenómeno es saber adaptarse a él y aprovecharlo. En el medio social urbano este

es un fenómeno presente. Lejos de ignorarlo la iglesia debe enfocarse en saber como

alcanzar a la juventud que se encuentra sumergida en esta realidad. Un enfoque adecuado

para la formación de líderes con adolescentes urbanos propondrá una apertura de

conceptos en las que ya no imperen los estándares de estética, educación o “normalidad

social” que normalmente son requisitos en nuestra iglesia. Hay que entender que las

subculturas juveniles no son necesariamente algo nocivo y que no es tarea de la Iglesia el

cambiar a los jóvenes según las normas generales de aceptación social. La tarea de la

Iglesia es cambiar para adaptarse a las necesidades de los jóvenes y presentarles a Cristo

de tal manera que se Él quien los cambie.


5
María Jose Hooft, Tribus Urbanas, (Miami: Editorial Vida): 9-15.

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