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¿POR QUE SOY LAICO?

Mi vida como católico empezó quizás antes de nacer, ya que mi núcleo familiar
cercano (Papá – Mamá - Hermana mayor - Hermano mayor) son católicos
también. ¿Qué tan católicos? Bueno, lo “normal”: creer en Dios, ir a misa de vez
en cuando, bautizar a los chamos, mandarlos a hacer la primera comunión,
encomendarse siempre a la “Virgen Santísima”, asistir a los novenarios de los
familiares difuntos, no hacer cosas malas, ayudar a la gente que se pueda… Lo
normal, pues.

Así que crecí en un ambiente católico, me bautizaron el 28 de agosto de 1982 (no


crean que me acuerdo de eso, no tenía todavía ni 1 añito, lo que pasa es que hace
poco me dieron mi partida de bautismo en la arquidiócesis). Cuando tenía como 4
o 5 años, recuerdo que decía cosas feas sobre Dios y la Iglesia porque a mi
hermano mayor lo mandaban a catequesis los sábados por la mañana y a misa los
domingos por la mañana y no podía jugar con él (¿me perdonas esa, Señor?)

Unos 6 años después me tocó a mí hacer la catequesis, en la misma capilla del


barrio (la que se derrumbó luego de las lluvias de diciembre del 1999, cuando la
tragedia de Vargas) y al año siguiente la confirmación. En esos tiempos, recibí una
catequesis tradicional, enfocada en aprenderse de memoria los mandamientos, los
sacramentos, y cualquier otra cosa que terminara en “entos”. Lo que más me
gustaba eran los dibujitos de los personajes bíblicos para colorear, creo que me
resultaban más cercanos y me ayudaban a ver en algún lado un rostro humano de
Dios, que no aparecía en la teoría que nos mandaban a copiar en los cuadernos,
ni en las cosas que nos mandaban a memorizar.

De cualquier modo, creo que la catequesis (o la catequista, que era una chama
bien linda, creo que estaba terminando el bachillerato y todos los chamitos
comentábamos lo bonita que era) sembró en mí una semilla de curiosidad por
“estas cosas de dios y de iglesia” como dice la gente por ahí.

Luego, entré al bachillerato y allí me vinculé con el Movimiento Juvenil Cristiano


HUELLAS, un grupo juvenil fundado por los jesuitas y con cierta inspiración
“ignaciana”. Corría el año de 1994 y mientras atravesaba esa difícil etapa de la
adolescencia, poco a poco mi visión sobre “estas cosas de dios y de iglesia” iba
cambiando y madurando: “…una ilusión de hacernos hermanos / y un perdón
desde la cruz / todo el amor del Dios más humano / ese es Jesús…”1. Descubrí
una faceta de Dios que no conocía, se manifestaba vibrante entre tant@s
cham@s que aprendíamos a ser líderes para servir a los demás y no para
someterlos y que empezábamos a sentirnos orgullosos de reconocer que
creíamos en Jesús.

Así me fui haciendo adulto, siendo cada vez más consciente de que “…nuestra fe
no puede descansar / hasta desterrar del continente / el hambre, la tortura, la
miseria y el terror / porque este es el mandamiento del amor…” 2. De alguna
manera, ser parte de esa “otra Venezuela” la de los barrios populares, donde el
sueldo no alcanza, los servicios públicos no funcionan bien, donde las drogas y las
balas compiten pa’ ver quien alcanza primero a l@s cham@s, era una espina en
el corazón de la fé. Allí también vi otro rostro de Dios: El que es solidario con l@s
pobres y l@s discriminad@s.

Hacia 2003 ingresé en la Comunidad de Vida Cristiana (CVX). Sacando cuentas,


ya llevo mas de la mitad de mi vida “metido en cosas de iglesia”. Durante este
tiempo he crecido tanto como persona y me siento profundamente agradecido a
PapaDios por colocarme en este camino. Y también me siento profundamente
desafiado a corresponder a tanto amor.

1
Canción: “Ese es Jesús”. Intérprete: Miguel Matos, sj
2
Canción: “Vaya esta canción”. Intérprete: Miguel Matos, sj
A tal punto que me cuestiono y me pregunto mucho acerca de la actual
circunstancia por la cual está atravesando la Iglesia… No nos “hagamos los
locos”, que mucho ha salido en la prensa y en la televisión los escándalos sobre
pederastia de algunos sacerdotes y la complicidad de muchos obispos al respecto.
Si, es verdad que los medios de comunicación han “agarrado de sopita” a la
Iglesia y en particular al Obispo de Roma3, presentando dichas noticias de la
manera más sensacionalista y polémica posible, percibiéndose en muchos casos
sus intenciones negativas.

Sin embargo, estos casos de abusos sexuales (que además de ser pecados, son
también delitos y por lo tanto deberían ser juzgados por las autoridades civiles)
son apenas “la punta del iceberg”. No porque alguien quiera argumentar que
“podría tratarse de casos aislados”, ni porque hay aspectos positivos que durante
siglos la Iglesia ha aportado a la Humanidad que “compensarían esos daños
colaterales”. No. El problema va más allá de lo que muestran los medios y de lo
que se discute entre la “opinión pública”. Va más allá de si se reforma la
anacrónica y absurda norma sobre el celibato obligatorio o si por fin la jerarquía
eclesiástica acepta incorporar a las mujeres en los ministerios y en las estructuras
de la Iglesia. Esto es apenas una pequeña muestra del deterioro moral y ético de
la Iglesia Católica y de la Humanidad.

Es el deterioro de una institución cuya jerarquía se niega a adaptarse a los nuevos


tiempos, que mantiene como ley “sagrada e inmodificable” aspectos que no
constituyen la esencia de nuestra fé. Una jerarquía que se embriagó de poder y se
hizo adicta a éste de forma tal que niega la posibilidad de dialogo con el resto de
los creyentes y con la sociedad en general. Es el drama de los líderes que
perdieron la brújula y cambiaron los fines por los medios, lo que hay que salvar es
la dignidad humana, no la imagen de la institución.

3
En pleno inicio del siglo XXI, aún existe gente que lo llama con el título pagano de “Papa”,
mientras otros utilizan la fórmula medieval de “Su Santidad” y lo más insólito es que hay personas
que tienen suficiente osadía para referirse a él como “El Santo Padre” (Ver Lc. 18, 18-19).
Pero es también el deterioro de una institución cuyos fieles “huyen por la derecha”
cuando se trata de problemas en la Iglesia. Somos los mismos creyentes, los
mismos bautizados, quienes muchas veces criticamos a la institución como si no
formáramos parte de ella. No sólo no le reclamamos nuestro espacio al clero, es
que ni siquiera estamos interesados en asumir nuestro papel en la Iglesia. “Eso es
cosa de curas” dice la gente en la calle. Y ciertamente, hay aspectos que les
corresponden a ellos resolver. Pero, ¿y los laicos? Nos conformamos con decir
amén a lo que venga del clero, y si no nos gusta o no nos parece fiel al Evangelio,
simplemente “no le paramos”.

Hace poco escuche una canción de un grupo venezolano cuyo estilo podría
calificarse como “neo-folklore alternativo”, que me hace reafirmar muchas de las
cosas en las que creo. A continuación transcribo la letra de esta canción, “Creo”
del grupo “Dame pa’ matala”:

Creo en el amor
porque el calor de una mujer me enseñó amar,
amar la tierra que nos da vida.
Creo en la confianza
como base elemental para vivir,
vivir en familia, familia unida.
Creo en la justicia
absoluta en esta vida
y en esa justicia como base elemental para la paz.
Creo en la premisa
de que el amor es el camino para vivir,
vivir feliz y en la felicidad como éxito final.
Y en el andar las heridas cicatrizan
para llevarnos a reflexionar

Creo en la tierra, en la gente y el amor


Creo en la tierra, en la gente y el amor

Creo que en el alma


esta sembrado esas semillas de verdad
debería si la cultivas.
Yo creo que el dolor
es necesario experimentarlo para entender
y ser más grande, es indudable.
Creo que el destino lo forjamos día a día
al caminar por los caminos sabios de esta vida.
Creo en nosotros, creo en mi tierra,
creo en ti y creo en mi,
creo en mi pueblo luchador.
Y en el andar las heridas cicatrizan
para llevarnos a reflexionar.

Creo, creo
en la patria buena,
Creo, creo
en el canto necesario,
Creo, creo
en la unión de los pueblos,
Yo creo, creo
en las sonrisas de los hijos

Creo…
Creo en mi tierra
Creo…
Creo en los sueños
Creo…
En tus ojos mi vida yo
Creo…
La libertad
Creo…
Latinoamérica unida
Creo
en Pachamama
Creo…
Creo en ti, creo en mi
Creo…
En el amor

Creo, creo…
Creo, creo…
Creo, creo…

Creo en el amor, es lo primero que puedo confesar como cristiano. Creo en el


amor y no sólo como una emoción o como un sentimiento, para mi el amor es
tambien una decisión4, porque podemos plantearnos asumir la vida desde dos
perspectivas: la del amor o la de la indiferencia5.

Contrariamente a lo que piensa la mayoría de la gente, yo diría que lo opuesto del


amor no serían propiamente el odio o el rencor, sino más bien la indiferencia. Me
explico: el amor mueve a la compasión (com-padecer = padecer con el/la otr@), el
odio y el rencor mueven a la crueldad, mientras que la indiferencia no mueve a
nada, es neutra (o pretende serlo).

Ciertamente la mayoría de nosotros somos “buenagente”, trabajamos lo mejor que


podemos, queremos a nuestra familia y de vez en cuando ayudamos a una que
otra persona, casi siempre de nuestro pequeño entorno más cercano; pero
diariamente vemos gente viviendo en las calles, niñ@s maltratad@s, obrer@s
malpagad@s, jóvenes asesinad@s, etc. y nos acostumbramos a ello, nos
conformamos con “no hacer nada malo” pero tampoco hacemos lo suficiente para
cambiar la situación, en ese sentido terminamos siendo indiferentes, neutrales. Y
es en esa neutralidad que permitimos las injusticias a nuestro alrededor, es esa
indiferencia ante el dolor de otr@s la que mata el amor y permite el actual
desastre de sociedad en que vivimos.

La vida de Jesus de Nazareth fue una apuesta decidida por el amor, por mostrar el
verdadero rostro de Dios Padre/Madre tiern@-amoros@-just@-cercan@-
respetuos@-de-la-libertad-humana-hasta-el-extremo frente a una sociedad
acostumbrada a una visión de Dios Padre castigador-lejano-soberbio-exigente-
conforme-con-las-injusticias-humanas. Jesús, que no era clérigo, ni monje, ni
sacerdote, sino que era un simple artesano6, vivió en una sociedad que justificaba
4
Hasta donde sé es una cita anónima. La leí en un aviso colgado de la pared en una Casa de
Retiros de los jesuitas en Los Teques, y nunca olvidé esa frase.
5
"Lo que me preocupa no es el grito de los malos, sino el silencio de los buenos" Martin Luther
King
6
En lenguaje “eclesial”, es decir de la Iglesia actual, diríamos que Jesús fue un laico. En su
definición tradicional (anterior al Concilio Vaticano II 1962-1965), laic@ es todo aquel que no
pertenece a la Jerarquía ni está ordenad@. En la definición moderna del Vaticano II (de pronto
más fiel con el espíritu de l@s primer@s cristian@s) laic@ es todo aquel bautizad@ cuya vocación
la existencia de gente rica y gente pobre diciendo cosas como: <<que si hoy día
eres pobre es porque tu o tus padres o tus antepasados cometieron pecados y
Dios los castigo con la pobreza>> y los sacerdotes de la época aprobaban esa
forma de pensar7.

Frente a esa situación, Jesús tiene dos alternativas: a) justificar teológicamente el


estado de cosas, es decir que tanto el dominio de los romanos sobre los judíos,
como el de la jerarquía religiosa-política judía sobre el pueblo, era algo querido por
Dios; o b) decir lo que Dios quiere es justicia social y sinceridad religiosa, no más
pobreza económica, no más discriminación socio-política, no más hipocresía
religiosa. Mientras la primera opción implica ser indiferente a la situación de los
pobres y marginados, Jesús optó por la segunda, demostrándole a los pobres que
Dios los ama y que si son pobres no es por su deseo sino por el egoísmo y la
indiferencia de quienes los gobiernan.

Jesús decidió amar preferentemente a los que eran vistos con indiferencia, optó
por los que la sociedad no tomaba en cuenta8, haciendo ver de este modo las
injusticias, lo cual constituyo un desafío a las autoridades religiosas y políticas que
pagó con su propia vida.

Por eso creo en el amor, como decisión y como opción. Decido amar y opto por
los pobres.

Las democracias liberales en Latinoamérica han producido un adormecimiento en


las conciencias e ideales y ha creado una masa de personas satisfechas. Sobre
todo entre quienes tenemos garantizado nuestro “quince y último”, sentimos una
estabilidad gratificante en la que no sólo atendemos nuestras necesidades

y misión corresponde construir el reino de Dios gestionando los asuntos temporales (vale decir los
no-religiosos) y ordenándolos según su Voluntad. Nótese el paso de una definición negativa (aquel
que no es/pertenece/hace/está/parece…) a una definición positiva (aquel cuya
misión/vocación/esencia/función es…)
7
Ver Job capítulos 29 al 31
8
Ver Lc 6, 20-26
familiares y personales, sino que nos permiten cierto grado de confort. A pesar de
no ser millonarios, ni “oligarcas” o “pelucones”, somos los afortunados del sistema.

Comida no nos falta. Ni ropa, aunque no vistamos siempre a la moda. Ni celular,


aunque deseáramos tener un Blackberry. Fuimos a la universidad, asi fuera
pública. Vamos a cines, discotecas o restaurantes “finos”, aunque sea una vez al
año; o más veces si tenemos una tarjeta de crédito. Por eso, aunque nos
quejemos un poco, en el fondo nos sentimos satisfechos.

Y esta satisfacción nos hace insolidarios y cómplices. Insolidarios con los


marginados de la vida; cómplices con el mal del mundo9.

¿Cómo asi? Me explico: aunque nos indignen las injusticias, en el fondo


deseamos que la situación no cambie: “con mi bolsillo no te metas” dirían por ahí.
O peor aún que las cosas cambien, pero que nuestra situación no se vea afectada.
Nos indigna que los artistas/deportistas famosos derrochen “plata” en estupideces
cuando dos tercios de la población mundial viven en pobreza10, pero en el fondo
deseamos ser como ellos, tener tanta “lana” como ellos.

También toleramos a los políticos corruptos: nos quejamos de que siempre se


roban el dinero y nos indigna ahora más que lo hagan invocando a Bolívar, pero si
nos “pusieran donde hay” haríamos lo mismo. Porque nadie lo dice pero todo el
mundo lo piensa: “el que tiene un puestazo en el gobierno y no se agarra unos
reales es un pendejo”, “si ellos roban, nosotros también deberíamos hacerlo”.

Nos acostumbramos a ver la pobreza en las calles de nuestras ciudades y


pueblos. Tanto que nos fastidia ver a la gente pidiendo, ver a los niños de la calle,
ver jóvenes drogadictos, ver gente viviendo bajo los puentes. Y todo esto lo
toleramos siempre y cuando no nos toque a nosotros.
9
Adaptado de: “Amar a la Iglesia para cambiarla. Reflexiones críticas y sugerencias”. Matías
Castaño. Pg. 73
10
“Quem ira ocupar-se dos dois terços da humanidade órfãos do atual processo de globalização
pela via do mercado total?” tomado de “Dívida externa e neocolonialismo, por uma globalização da
solidariedade”. Aghenor Brighenti. Pg. 129
La fé que practicamos no es un sentimentalismo estéril y fugaz: “pobrecitos ell@s”,
“Dios los ayude”, “cónchale vale, están pasando las de Caín”. No. La fé cristiana
exige justicia, por lo tanto no podemos sentirnos satisfech@s con nuestro
bienestar personal y el de los que nos rodean.

Es hora que dejemos de girar alrededor de nuestro ombligo. Debemos exigir


justicia a nuestros representantes políticos. Y para exigir tenemos que dar. Justicia
en la forma que administramos nuestro hogar. Participar en nuestro barrio, en el
bloque, el condominio, consejo comunal, junta de vecinos. Aportar ideas, ponerlas
en práctica. Proponer soluciones, crear conciencia en otr@s. Reconocer lo
positivo aunque no sea de mi grupo, denunciar las injusticias así sea de mi bando.
Dejar a un lado los colores partidistas y pensar en el beneficio de tod@s y cada
un@. Por eso creo que sin justicia no habrá paz, pero sólo puede construirse en
paz, es decir, sin violencia11.

Con respecto a la Iglesia, este siglo XXI presenta grandes desafíos, el mayor de
todos quizás sea el que demos respuestas del ayer a las preguntas del mañana,
como bien lo expresó el P. Pedro Arrupe12 hace unos años. Posiblemente, la crisis
vocacional que estamos viviendo actualmente se agudice a mediano plazo, lo cual
podría obligar a la jerarquía a reconsiderar el papel del laicado y de las mujeres
dentro de la estructura de la Iglesia, y si ello ocurriera, sería más por necesidad
que por convicción. En todo caso, a nosotr@s l@s laic@s nos corresponde la
misión de construir el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales.

11
“A Igreja não tem um afã, uma pretensão de estar aqui apenas denunciando por denunciar. Eu
sou quem sente, mais que todos, a repugnância de estar dizendo essas coisas! Porém sinto que é
o meu dever, que não é sensacionalismo, mas simplesmente uma verdade. E a verdade temos de
vê-la com os olhos bem abertos e os pés bem firmes no chão, mas também com o coração cheio
do Evangelho e de Deus, para buscar soluções, não com imediatismos violentos, bobos e cruéis e
criminais, mas a solução da justiça. Só a justiça pode ser raiz da paz.” Oscar Arnulfo Romero,
Arzobispo de San Salvador, 27 de agosto de 1978, citado en “A forca espiritual da palavra do Dom
Romero”. Pablo Richard. Pg. 23.
12
Padre General de la Compañía de Jesús durante los años 1965-1983
No podemos eludir esa responsabilidad, independientemente de la situación en los
templos. El mundo necesita ser testigo del amor de Dios, en todos los ámbitos. No
cabe duda de que el principal sea la familia. Siendo ésta la célula fundamental de
la sociedad, es nuestro deber y salvación, como lo dice la liturgia, erigir familias
sanas y santas. Familias sanas, no sólo porque no se consuman drogas, sino
también porque practiquen la solidaridad y el compartir en vez de la competencia y
el egoísmo. Y santas, no tanto porque recen mucho, sino también porque
construyen la paz a su alrededor a través de la justicia.

En este sentido, bien podríamos decir que la casa es como el templo de l@s
laic@s, allí mora Papá/Mamá Dios en el mundo, en medio de su pueblo. Y la cama
sería el altar de los laic@s, allí donde se aman l@s espos@s, donde se concibe la
vida, donde se descansa la fatiga del trabajo y se comparten las alegrías,
tristezas, sueños y decepciones de la vida.

Por mi parte inicio este camino, dejando a mi padre y a mi madre, a mis


herman@s, amig@s y a mi país para unirme en una sola carne con una mujer.
Con ella sueño construir una familia en algún lugar del mundo, tener hij@s que
amen a Papá/Mamá Dios y que le canten a la paz13.

Denis Coronado Pineda


CVX - Venezuela

13
“…el Orinoco y el Magdalena se abrazarán
entre canciones de selva
y tus niños y mis niños
le cantarán a la paz…”
“La Guerra del Petróleo” – Alí Primera

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