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POESÍA NARRATIVA ENSAYO CRÍTICA LITERARIA

ELCUERVO
REVISTA LITERARIA
RESEÑAS ARTICULOS ENTREVISTAS BIOGRAFÍAS NOTICIAS


© Revista Literaria El Cuervo Nº 4
Octubre 2009

Diseño y edición: Lucas M. Vallejo

Web:
http://revistaelcuervo.blogspot.com

E-Mail:
colaboracioneselcuervo@hotmaill.com

Dirección postal:
Sr. Lucas M. Vallejo
Rca. Del Líbano 579 – Concepción del
Uruguay, Entre Ríos-Argentina

Se autoriza la distribución y reproducción de esta


publicación siempre y cuando se cite el autor y la fuente
de la que proviene.

Entre Ríos, Argentina


2009
Entre Ríos, Argentina
2009
Revista Literaria El Cuervo Nº 4

Índice
ÍNDICE ............................................................................................................................................................... 3
EDITORIAL...................................................................................................................................................... 5
POESÍA ............................................................................................................................................................... 7
LUIS RAÚS CALVO .............................................................................................................................. 8
RAÚL HENAO ...................................................................................................................................... 11
ELENA CARICATI PENNELLA ....................................................................................................... 16
ISABEL LLORCA BOSCO ................................................................................................................. 19
LILIANA CELIZ .................................................................................................................................. 21
JUANA CASTILLO ESCOBAR ......................................................................................................... 23
MARÍA BELÉN MANTENBERG ...................................................................................................... 30
JORGE HERAS GARCÍA ................................................................................................................... 36
EVA MÁRQUEZ .................................................................................................................................. 41
ALEQS GARRIGÓZ ............................................................................................................................ 49
ULISES PANIAGUA OLIVARES ...................................................................................................... 58
FULGENCIO MARTÍNEZ .................................................................................................................. 63
ADOLFO M ARCHENA ....................................................................................................................... 70
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ CANTÚ ........................................................................................... 73
FRANCISCO WONG MATOS ........................................................................................................... 77
NARRATIVA .................................................................................................................................................. 81
HÉCTOR ZABALA .............................................................................................................................. 82
PEDRO SEVYLLA DE JUANA .......................................................................................................... 84
ÁLVARO VALDERAS ........................................................................................................................ 91
ULISES PANIAGUA OLIVARES ...................................................................................................... 92
ENSAYO ........................................................................................................................................................... 99
ENSAYO SOBRE LA TEORÍA DIMENCIONAL por J. J. Cameron .................................... 100
ENRIQUETA ARVELO LARRIVA por María Cristina Solaeche Galera ....................... 107
CRITICA LITERARIA ............................................................................................................................ 116
LO CONFIESO, LEÍ "EL CÓDIGO DA VINCI" por J. J. Cameron .................................... 117
EL MURMULLO DE LOS FANTASMAS por María Luisa Landman R. ......................... 122
ENTREVISTA .............................................................................................................................................. 124
ENTREVISTA A J. J. CAMERON .................................................................................................. 125
ENTREVISTA A JUAN SECAIRA .................................................................................................. 130
BIOGRAFÍA ................................................................................................................................................. 135
CÉSAR VALLEJO ............................................................................................................................ 136
NOTICIAS ..................................................................................................................................................... 140
COLABORA YA ......................................................................................................................................... 142

87
Editorial


EL ESCRITOR Y SU SOLEDAD

Es verdad que en muchos casos el escritor suele ser un ser totalmente o parcialmente
aislador e la sociedad. Un ermitaño que le place estar solo, con sus libros, leyendo…
escribiendo. ¿Acaso que es más placentero para un escritor: la ruidosa ciudad con sus,
en ocasiones insoportables, ciudadanos; o el aislamiento, el autor y la obra, solos, no
importa donde, pero solos? Ya se, no todos pensaran lo mismo. Ay a quienes la soledad
les resulta insoportable y a quienes la compañía de otras personas le resulta esquivo,
pero en todos, de alguna u otra manera existe aquel gusto por la soledad, el cual es
imposible negar.
¿Pero donde encontramos al escritor en busca de soledad? Esta parece ser una pregunta
medio complicada, pero en realidad resulta ser la mas fácil de responder entre muchas.
Pues en donde más el escritor busca la soledad que en la soledad de su lectura, aquí el
lector escapa de la sociabilidad humana, de la misma sociedad y de a misma humanidad
para sumergirse en un mundo nueva a imitación del anterior, donde cada hombre es un
Dios que sueña su historia y cada Dios es un hombre que camina ebrio por la vereda.

Pero además de la lectura, encontramos este factor de búsqueda de la soledad en un


lugar tan o en algunos casos más importante que el de la lectura. La encontramos en
aquel lugar que se resume en el material básico para escribir. En este lugar en que la
soledad lo rodea e invade todo, un simple hombre por medio de una hoja de papel y una
birome, se convierte de por si solo en un ser de trascendencia perpetua gracias a lo que
exprese e inmortalice en aquel momento, breve o extenso, en que busca la soledad y
encuentra la inspiración.

Lucas M. Vallejo
Editor de la Revista Literaria el Cuervo
Poesía

“mientras sentirse puedan en un beso


dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!”
Gustavo Adolfo Bécquer


Luis Raús Calvo

EXPROPIACIÓN
Plumas de sal en la cueva del jinete.
Los huesos se astillan en la casilla de correo.
Hay que tener constancia de la pérdida
para atestiguar en el juzgado del lobo.
Todos fuimos carne alguna vez
carne atascada en el lavatorio de las moscas.
La nodriza esconde a su cría
en el purgatorio del reuma.
Los estigmas nacen del primer beso umbilical.
Hemos dejado paso a las abejas exotéricas.
Partidos al medio, purificados por el cólera
expropiamos el hambre de la última intrusa.

VILLA DEVOTO (1973)

Esta pequeña eternidad se origina en el


instinto.Voz que se guarece en la noche de todas las
tormentas.
Amar fue destituir a los rojos conserjes, de
los hoteles
habitados por las ondas paralíticas.
Las escenas pasan, pero algo perdura en el
vahído
de los nómades.
El delirio de los presos condenados a ser libres
tus besos suspendidos en el manantial de la
locura
y ese rostro de horror de las mujeres, eternizadas
en el ojo de la viuda.
Los vestigios de la luna en el lago
son la zona macabra de los signos perdidos.
Alguien reconstruyó el escenario del crimen
con las muletas olvidadas en un fragmento de
nuestra historia.
ACTO SECRETO

Un acto secreto no es la revelación


de lo impuro.
Hay cien formas diferentes de descifrar
la vaguedad de un grito, la caída de una
lágrima en el plato del gato
los interrogantes acumulados
en tantos
años de silencio.
Diana había encontrado el modo
de acomodar su cuerpo en la oscuridad
de los días, en ese estado letal donde
las horas se detienen y se recobran
los sentidos.
No fue el exterminio de los magos
ni el llanto rural de las primeras
mañanas el principio de su infortunio.
De madrugada, propuso un pacto imaginario
con el cielo raso, celebró la eucaristía
con furiosas dentelladas, y enjuagó
sus anónimas manos
en la beatitud
de las focas circenses.

Estar solo es una forma de vivir


con lo siniestro.
© Luis Raús Calvo


Luis Raús Calvo. Nació en Buenos Aires, Argentina en 1955.
Poeta y ensayista. Licenciado en Psicología. Dirige la revista
cultural “Generación Abierta”(Letras-Arte-Educación),fundada en el
año 1988 y que fuera ” Declarada de Interés Cultural de la Ciudad
de Buenos Aires” en el año 2000, por la Legislatura de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Poemas suyos han sido traducidos al
inglés, al francés, al portugués, al rumano y al italiano. Ha recibido
diversas distinciones literarias. Ha sido incluido en diversas
antologías de poesía en el país y en el exterior. Integra diversos
sitios web de poesía. Obra publicada en poesía: “Tiempo dolorosamente
resignado”(Ediciones “Generación Abierta”, 1989); “La anunciación de la partera”( Ediciones
Correo Latino, 1992); “Calles asiáticas”( Editorial Plus Ultra, 1996)); “Bajos fondos del alma”
(Ediciones “Generación Abierta”, 2002); ”Belleza nómade”(Ediciones Generación Abierta,
2007)
Raúl Henao

Antología Mínima del Haikú Latinoamericano


Por Raúl Henao

“El haikú de floral desnudez, no necesita búcaros, y es por esencia el justo vehículo del
pensamiento moderno, tema lírico puro, adánico como la sorpresa y sabio como la
ironía”

(José Juan Tablada)

“El haiku es un poema distribuido en tres líneas. En tan estrecho espacio parece
empeño imposible encerrar los grandes movimientos del universo. Mas, por una especie
de trabajo mágico, el poeta consigue hacer entrar el infinito en esa pequeña prisión,
donde caben todas las sorpresas”

(Jorge Carrera Andrade)

“El haikú es la anotación rápida –verdadera recreación- de un momento privilegiado:


Exclamación poética, caligrafía, pintura y meditación, todo junto”

(Octavio Paz)

“El haikú es el estado paradisíaco, porque es vivencia -y no pensamiento- del instante


irrepetible. No existen lugares o momentos privilegiados para escribir un haikú porque
todos ellos son igualmente milagrosos, aún el instante de la muerte, si se muere
más allá de las pasiones… con la entrega y beatitud de un niño al nacer”

( Raúl Henao)

Hoy no me alegran
los almendros del huerto,
son tu recuerdo.

Jorge Luís Borges (Argentina)

No hay silencio mayor.


dormido en el azogue
el gato blanco.

Eduardo González Lanuza (Argentina)

Sobre la losa fría


dice adiós a la primavera
la rosa marchita.

Fany Luisa Dupré (Brasil)

Después de la tempestad
entre los crisantemos
un pajarito muerto.

Roberto Saito (Brasil)

Inventó el camino
La costurera del campo
Con su hebra de hilo

Julián Malatesta (Colombia)

En su huella,
Un peso de más: el fusil.
¡Triste verlos partir así!

Javier Tafur (Colombia)

Una teja rota en el techo


Y aparecen
Cien estrellas.

Humberto Senegal (Colombia)

Gardel, Podestá
Falgas, un tango más…
Después la lluvia.

Raúl Henao (Colombia)

Sola en la tarde
la gaviota vuela
con su cansancio.

Eugenio Florit (Cuba)

Las primeras luciérnagas:


un niño corre a buscarlas
para su amigo enfermo.

Jorge Teilleir (Chile)

GOLONDRINA

Ancla de plumas
por los mares del cielo
la tierra busca.

Jorge Carrera Andrade (Ecuador)

Por soñar con el sol


amanece húmeda
el alba.

Héctor Rodas Andrade (Guatemala)

El pequeño mono me mira


Quiere decirme algo
Que se le olvida.

José Juan Tablada (México)

MEDIODÍA

La luz no parpadea,
el tiempo se vacía de minutos,
se ha detenido un pájaro en el aire.

Octavio Paz (México)

Somos fantasmas.
Aquí nadie es real.
¡Nadie ni nada!

Juan Cervera (México)

Cerrado cielo.
En una callejuela,
se rasca un perro.

Javier Sologuren (Perú)

Si me mareo
puede que esté borracho
de tu mirada

Mario Benedetti (Urugûay)

Las hojas de otoño


despiden mariposas:
Amarillas nostalgias

Jean Aristigûieta (Venezuela)


© Raúl Henao


Raúl Henao. Poeta y ensayista colombiano residente en Medellín desde 1951. Ha vivido en
EE.UU, Venezuela y México; y representado a Colombia en numerosos Congresos y
Festivales Internacionales, entre ellos en el Segundo congreso de escritores de lengua
española (Caracas, 1981). Festival Internacional "Noptile de Poezie" de la Curtea de Arges
(Rumania, 2001). Primer Festival Internacional de poesía de San Salvador (El Salvador,
2002). Primer Festival Mundial de Poesía de Venezuela (Caracas, 2004). Cuarto Festival
Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua. Y en el Festival Internacional de Poesía en
Medellín ( I, IV, VI, XIII ). Libros publicados: Combate del Carnaval y la Cuaresma (Editorial
Gamma, Medellín, 1973); La Parte del León (Ed. Monte Ávila, Venezuela, 1978); El Bebedor
Nocturno (Ed. Instituto de Cultura y Bellas Artes, Cúcuta, Colombia, 1978); El Dado Virgen
(Ed. Fundarte, Caracas, Venezuela, 1980); Sol Negro (Ed. Unicornio, Medellín, 1985); El
Partido del Diablo / Poesía y Crítica (Ed. Lealón, Medellín, 1989); El Virrey de los Espejos (El
Oso Hormiguero, Editor, Medellín, 1996); La Vida a la Carta / Life a la Carte (Antología bilingüe
Ediciones del Festival Internacional de Poesía en Medellín, 1998). La Belleza del Diablo
(Madrid, España, 1999) Sol Negro (Reedición en la “Colección de poesía” de la Universidad
Nacional de Colombia. Bogotá. 2006.) La Doble estrella: El Surrealismo en Iberoamerérica /
Notas y Entrevistas Poéticas ( Editorial Endymión. Medellín 2008). Su obra poética en el
género del haikú ha sido publicada en dos libros: Antologia do haikai Latino-Americano (Alinca
Cultural Brasil-Japao/ Massao Ohno / Editores. Sao Paulo, 1993). Y en Haiku international
Anthology: The Leaves are Back on the Tree (Atenas, Grecia, 2002). Es actualmente “miembro
honorario” de la World Haiku Associations con sede en Japón.
Elena Caricati Pennella

ALQUIMIA

Y la luz de los cielos


se derrama en torrentes
cuando según el Dogma,
Ritual de la Alta Magia
recibo la sapiencia
de la transmutación.
Crepuscular y grávida,
crezco en alas oscuras
y respiro el aliento
de la corneja negra.
Aquella noche astral
coloco en la redoma
el sagrado licor.
Ya arden los demonios
que habitan en el fuego.
Con destellos de oro
logro la posesión
de la aurora radiante.
La noche se va abriendo
en diagonal de haces,
maceración y espera,
el color del abismo.
Centelleante traspongo
los umbrales del riesgo.
En leyes del ritual
y en campos del silencio
en el recto camino
se ha gestado la rosa
de pétalos exactos.

LITURGIA DEL ABISMO

Qué harías
en la morada de la oscuridad,
en la zona del altísimo silencio
cuando llegan las tinieblas
metálicas…
Qué harías si te fragmentaran
y no pudieras resistir
el vendaval de caos y amarilis.
La luna cercana
se quiebra
en azulejos de plata.
Inasible,
la memoria sucumbe
y entras al jardín de las salvajes visiones.
Voces de rojo claroscuro
te llaman al vértigo,
peces enjaulados danzan
y no tienes miedo
porque estás en la pura abstracción.
No preguntes qué sucede
porque nadie contesta.

ENCIERRO II

Hilo de metal atraviesa,


triza mirlos en mi sangre.
Un manojo de llaves pende,
constelada lágrima gotea
de un párpado
como cuando sentí
que los códigos del júbilo
no me pertenecían.
© Elena Caricati Pennella


Elena Caricati Pennella. Buenos Aires, 1936 – José León
Suárez, 2009). Poeta y narradora. Publicó los libros de poemas
“Y no quise ver más” (2003) y “Liturgia del abismo” (2008).
Entre las muchas distinciones obtenidas: 3er. Premio en el I
Certamen Nacional de Poesía “Municipalidad de Gral. San
Martín” 2007; 2º Premio en el II Concurso Nac. de Poesía
Macedonio Fernández, Centro Médico de Lomas de Zamora
(2005); 1er. Premio de Poesía en el I Concurso Literario de
Escritores del Norte Bonaerense (1995); 1er. Premio de Poesía
en el Certamen Nac. Encuentro de Escritores de Avellaneda
(1998); Mujer del Año en el rubro Poesía, Gral. San Martín
2003; 1er. Premio en los Juegos Florales de Los Poetas del
Encuentro de Villa Ballester (2005/2006); 1er. Premio de Poesía en el Certamen Nac. de Los
Poetas del Encuentro (2007); Mención en el Certamen Nac. de Poesía de Tres de Febrero
(2008).
Isabel Llorca Bosco

DISPERSIÓN
Lucas, 21,33

Pasarán mis palabras


como el quejido de los gatos pequeños que comen las raíces de la lluvia,
que es preferible ahogarlos –según dicen- antes que pasen a mayores.
Pasarán mis palabras, Señor, y no cambiará el mundo.
No seré más libre,
ni habrá menos lugares vacíos desde siempre.
Pasarán como el agua por los vidrios,
aunque queden después sucios y opacos
como el río de mi ciudad,
que de tan solo
sólo tiene una orilla.
Y si llegan a desprenderse mis palabras,
de mí sólo quedará
la forma de mi boca
en un callado grito.
Toda totalidad se habrá perdido.
A nadie le importará comprender.
Si tengo suerte, alguno levantará un fragmento
de mi rompecabezas
para hacerlo jugar en otros marcos, cambiándole el valor.
La eternidad del que escribe
es esa ráfaga de otoño.

ENCAJE

Tan resbaladiza la espina

pero pude atraparla


y la arranqué sin respirar.
Con un extremo perforé el papel
de la misma manera
que para hacer encaje de bolillos.
Jugando conmigo como con otra
me fui distrayendo de mí y eso me calmó.
Clavé de nuevo la espina para cerrar un punto
y se hizo el silencio.
Voy a encimar las hebras
y cruzaré las manos en el sitio del dolor.
No sé por qué presiento
que no lo dejarán cicatrizar.

SEMEJANZA
Vuestra soy, pues me criastes.
Vuestra, pues me redimistes.
Vuestra, pues que me sufristes.
Teresa de Jesús

Alguien que me ha soñado.


Alguien que ha querido que naciera.
Alguien que me ha sufrido.
Alguien que ha sabido usar de la palabra
y hacer la maravilla familiar.
Alguien que ha dejado entornada la puerta del perdón.
Alguien que ya ha partido y sigue aquí.
Alguien, tan cerca,
con ser -quizás- sòlo un testigo
de este esfuerzo invisible.
A veces una madre
es a imagen de otro.

© Isabel Llorca Bosco


Isabel Llorca Bosco. Buenos Aires, 1952). Poeta y narradora.
Profesora en Letras. Conductora de programas culturales de radio.
Miembro de la CD de la SESAM. Secretaria de la REVISTA SESAM y
del blog. Coordinadora de talleres literarios. Ha publicado en varias
revistas y antologías, incluso en internet. Primer Premio Nac. de
Poesía “Julio Arístides” de Casa Universitaria Gral. San Martín (2006).
Menciones en Certamen Internacional “Letras de Oro” (2008) de
Honorarte y I Concurso Nac. de Poesía Macedonio Fernández del
CMLZ (2004). 1er. Finalista Certamen Internac. Contextos de Relato
Breve (2002). Finalista Concurso Internac. de Minicuento Fantástico
“miNatura 2006”. Madrid, España, (2006); Jurado en I Certamen Nac.
de Poesía “Municipalidad Gral. San Martín” junto a G.Maturo y
P.Vinderman (2007).
Liliana Celiz

el silencio como larvas en el río (desde las crepitaciones


hasta la puesta última) mi voluntad de mí estrechada
nuevamente en su cansancio -el pecho de él adormecido
de su madre en la compilación de fotos de su esencia/
perdida justo al lado de la noche la voz tullida en las paredes
de mi aire en la completación de la vergüenza/

veo morir al hombre como nada el cisne


en lo espacial o como nave en lo uniforme de la antorcha
múltiple del agua cayendo allí a .los lados y en los bordes
fortuitos de la arena (castillos esculpidos por las uñas
que no muerden/ nadan como cisnes despoblados de la danza/
el cuerpo elemental en los redobles de lo líquido que irrumpe
haciendo llaga en la marea última/ mis manos no/ mis manos
como dientes llagan en las formas de la arena que se acuña
allá nombrándolo en la cúspide aleatoria del sonido)

su huella aquí en el pasto/ su pisada/ y ver caer al hombre


en la gramilla/ los extremos de la carne/ brazas/ brazos caídos
como otros/ en el colchón de pasto desde el agua/ fuego
aquí en el agua/ el crecimiento de la carne dado el lago/
vino entre las piernas / el cuchillo/ el rastro del cuchillo/
entornándose las placas de la arena como nombres/
círculos de manos/ no/ de manos/ lo apretado en el colchón
de carne/ lo difuso/ el pecho abierto hacia lo móvil/ vuelo
entre las aves/ la fogata.
© Liliana Celiz


Liliana Celiz. Soy poeta, de hecho llevo escritos diecisiete libros de poemas, de los que edité
solamente (por ahora): "Del traje de Eva y su manzana", Último Reino, 1997. Editado con el
apoyo económico del Fondo Nacional de las Artes. "¿De dónde vienes de mirar tus ojos
padre?", Ediciones del Dock, 2000. "Desembocadura", Libros de Tierra Firme, 1990.
Compilación de poemas en conjunto con otros cuatro poetas. "O elevación de vos o
pensamiento",Ediciones del Dock, 2007. "A los que fueron pájaros", Ediciones del Dock, 2008
(en prensa). Tengo un Sitio Web., donde aparece gran parte de mi material inédito:
www.poesiaceliz.com.ar Me gustaría mucho colaborar,con mis poemas, con la publicación que
usted dirige. Si le interesa mi material, por favor, envíeme un mensaje a mi e-mail, no a mi sitio
web.
Juana Castillo Escobar

NO EN MI NOMBRE

Gobernantes corruptos, cual aves de rapiña,


Buscan en el mal llamado Tercer Mundo riqueza infinita.
Pozos de petróleo, diamantes, mano de obra fina
Y barata, y muda, y vencida…
Mano de obra que labora por un plato de comida:

No en mi nombre.

Gobernantes corruptos que os aliáis


Para financiar una guerra
Injusta, cruel, inhumana, sangrienta,
En la que tan sólo buscáis
Vuestra complacencia:

No en mi nombre.

Malos gobernantes que tras falsas sonrisas


Intentáis cubrir las muertes de inocentes
Y os echáis las manos a la cabeza si son vuestros soldados,
Nuestros soldados, nuestros esposos, nuestros hijos, nuestros hermanos,
Los que han caído y mordido el polvo del camino.
Sus armas están donde no debieron:

No en mi nombre.

Y, cuando se levanta el pueblo llano,


El pueblo que no desea la guerra,
Un pueblo cansado de dar la cara
Porque al fin el pueblo es quien siempre paga
Los desmanes de ególatras gobernantes
Que tras un escritorio se parapetan
Y ríen las gracias de otros, y culpan a otros de sus tretas,
Cuando las cosas vienen mal dadas
No son capaces de asumir sus errores, ni sus faltas, ni sus mentiras,
Sólo dicen: la culpa fue de este, del otro que dijo falacias,
De alguien fue la culpa, que no nuestra.
Y la lucha continúa.
Y la muerte recoge los despojos de su siega.
No más guerras en mi nombre.
No más muertes.
No más penas.

Madrid, Domingo de Resurrección, 11-IV-04

Nota.- Este poema forma parte del cuaderno, inédito en su mayoría, titulado “Poemas en
Madrid – Año 2004”. Está ® registrado en esta capital.

DE PIEL OSCURA

A los millares de inmigrantes que cruzan el Estrecho en pateras,


a los que navegan sin rumbo en barcos fantasma, a los cientos que aguardan, exhaustos,
a las puertas de Ceuta y Melilla.

Tu piel es oscura
Como el chocolate.
Tu mirada busca
La forma de embarcarte
Hacia un mundo que crees
Que podrá ayudarte.
Vienes a este primer mundo
Esperanzado, exhausto, endeudado,
Pero feliz, pues te late
Que en él encontrarás
La forma de huir del hambre,
De la miseria, de las plagas,
De la cárcel, de la guerra…
Y, cuando llegas,
A las idealizadas fronteras
Te topas con ellas:
Con muros, con espinos, alambradas,
Con los afilados caninos
De gentes armadas
Que te impiden el paso
Que, en ocasiones,
Tu vida se llevan a dentelladas.
Pierdes la vida
Sin haber probado las mieles
Que soñaste hallar tras la frontera.
En tu piel oscura,
De chocolate,
He visto las marcas
De los espinos,
De los azotes, de las balas,
Del aciago destino
Que te hizo nacer
En un lugar y unas circunstancias
Que no te dejan crecer:
Ni como niño, muchacho,
Adulto: hombre o mujer,
Ni tan siquiera puedes llegar a ser
Un anciano vetusto.
Lloro con vuestro dolor.
Me aflijo con vuestra aflicción.
Siento en mi piel
El rechazo que produce
El color de vuestra piel
En mis hermanos tan blancos
Que temen se puedan volver
Negros como la pez
Si de vosotros se apiadan,
Si os echan una mano,
O si os dan paso a nuestro mundo dorado.
Blancos de piel:
Negros de alma.
De corazón tenebroso
Que no late si no es
A la vista del brillante y dorado oro.
Blancos intolerantes
Que temen perder, o compartir, sus tesoros.

Juana Castillo
Martes, 11 de Octubre de 2005 - 11,41 a.m.
Vamos, niño, muévete
© Juana Castillo Escobar

Vamos, niño, muévete si quieres comer.


Toma el arma y camina
A través de esta selva que es la vida.
Siempre delante de mí, pero camina.

Niño solitario de grandes ojos


Que miras a la cámara suplicando
Que alguien se apiade, que vea tus despojos.
Niño soldado que aprendes
A matar para no morir.
Niño, dejaste de serlo
En el instante en el que te concebí.
Vamos, niño, muévete si quieres comer.
Toma el arma y camina
A través de esta selva que es la vida.
Siempre delante de mí, pero camina.

Niño abandonado, gacela temerosa,


Que, por comer, haces cualquier cosa:
Matas, mueres, escarbas en la basura,
Te prostituyes, o dejas que la ciencia estudie en ti.
Niño solitario, hambriento,
Que aprendes en las calles a sobrevivir
Desde el momento mismo de tu nacimiento.

Vamos, niño, muévete si quieres comer.


Toma el arma y camina
A través de esta selva que es la vida
Siempre delante de mí, pero camina.

Niño abandonado, si llegas a muchacho


Serás carne de cañón.
Formarás parte del populacho:
Siempre perseguido, siempre con el corazón
Roto por la soledad, por la persecución…
Niño abandonado, si llegas a muchacho,
Sal de ese mundo de perdición.

Vamos, niño, muévete si quieres comer.


Toma el arma y camina
A través de esta selva que es la vida
Siempre delante de mí, pero camina.

Martes, 22 de Novbre. de 2005

Nota.- Este poema forma parte del cuaderno, inédito en su mayoría, titulado “Amor
callado, amor secreto” (Poemas para canciones), de ahí el estribillo. Está ® registrado
en esta capital.

ME PARECIÓ VER GOLONDRINAS

A Luis-Manuel
Una impresión camino de Salamanca

Me pareció ver golondrinas volando


sobre la vasta y fría meseta castellana.
Me pareció ver golondrinas alegres
bajo un sol destemplado.
Volaban chillonas y rientes
como en una primavera temprana.

Me pareció ver golondrinas volando


sobre las gélidas tierras de Salamanca:
Tú te ibas poco a poco
Fundiéndote en la nada.
Ellas volaban alegres:
anuncio de una primavera que llegaba.

Me pareció ver golondrinas volando


mientras tú agonizabas.

Domingo, 17-II-08 – 11,11 a.m.

ME DUELEN LAS HISTORIAS

Me duelen las historias


Que sólo de guerra
Saben hablar.

Me duelen las entrañas


Al ver a los hermanos
Que sólo piensan en darse muerte, en acabar.

Mi grito en la garganta se enmudece


Bajo la estampida del obús:
¡No más guerra, no más muerte, PAZ!

Nadie escucha, nadie atiende,


Pluto lleva las riendas,
La avaricia es su edecán.

Me duelen las historias…


Me duelen las entrañas…
Me duele que nadie escuche la palabra PAZ.

Madrid, domingo 4-I-09 – 21,09 p.m.


Todos estos poemas pertenecen al cuaderno semi inédito titulado “POEMAS EN
MADRID” ® y registrado en esta capital.

DEJO LAS VENTANAS DE MI ALMA ABIERTAS

A la memoria de los muertos del 11-S, del 11-M, de todos los atentados que hubo antes
de éste y de los posteriores que aún sufrimos.
A los caídos en las guerras y guerrillas que asolaron y asolan nuestro planeta.
A todos los que han perdido vida y hacienda en terremotos, inundaciones, incendios...

Dejo las ventanas de mi alma abiertas


y en el alféizar una vela encendida
para que alumbre el camino de las almas
que, con violencia, fueron arrancadas de esta vida.

Elevo una plegaria al cielo


para que me escuchen todos los dioses,
ellos son ahora los custodios
de tantos como ya perdieron sus voces.

Madrid, 11-IX-09 – 13,15

Nota.- Este poema forma parte del cuaderno, inédito en su mayoría, titulado “Poemas en
Madrid – Año 2009”. Está ® registrado en esta capital.
© Juana Castillo Escobar


Juana Castillo Escobar. Nació en Madrid en diciembre de 1954. Sus últimos trabajos y
publicaciones han sido: El quinto mandamiento en: "Un lugar donde vivir", Edit. Dragontinas,
2005; In crescendo, once microrrelatos, en: "Tusitala (el narrador)", Edit. Adamar Servicio
Integral de Ediciones, 2005; Diálogo de besugos en: “Lugares de paso”, editado por Escuela de
Escritores, 2006; y ¡Adiós, concha, adiós!, periódico de la Asociación de Vecinos de Aluche,
marzo, 2006. En 2005 preparó más de un centenar de poemas para ser convertidos en
canciones para el cantante tinerfeño Miguel Páez González (nombre artístico: Pel). Fueron
divididos en dos cuadernos: Contigo somos tres -Poemas para canciones 1ª parte- y Amor
callado, amor secreto. En mujeres también son acosadoras; la selección en II Concurso de
Relatos para leer en tres minutos "Luis del Val", convocado por el Ayuntamiento de la Villa de
Sallent de Gállego del relato ¿Cuántos tantos? (publicado el 25 de octubre de 2005. La
antología lleva por título "Relatos para Sallent"); y el Primer Premio en el V Concurso de
Microrrelatos convocado por “El Rincón de El Vago” al hiperbreve titulado Fantasía. Publicó sus
obras el 26 de mayo de 2004: El hijo, Hilando sinónimos, Ocaso, Una estación llamada soledad
y Vestidas de azul.cuanto a sus premios y menciones, destacan el Segundo Premio en el VII
Certamen literario de Narrativa otorgado por el Centro Cultural Extremeño de Aluche al relato
Galileo Láinez Macho o, algunas
María Belén Mantenberg

SINCERAMENTE

Bellezas de la existencia son


las que conforman mis ojos.
Gritan las aguas, los rayos ruegan,
la noche y sus luces son
soberbias, las verdes praderas recuerdan
olvidadas las caricias de la vida
pasada, y mi envidia encanta
su pureza.

Mas ¿Qué hay de esos dones que te hacen


ser amada?
¿Cómo se describe una voz?
¿Acaso debería rogar al viento
que no la expanda?

Yo, quizás más humana que


de costumbre, junto a mis huesos
que trazan plegarias, me pregunto si hay forma
de que la eternidad no te condene a
ser gitana de mitos.

Tal vez caigas en el vacío


de coronarte santa,
distorsionando lo que te hace
ser escrita con locura, y más allá
de que busco la invisible salvación,
creo que construyo
pilares y formo historia.

Dormiría tranquila si pudiera obsequiarte


los trozos de ese vil futuro.

OTRO UNIVERSO

¿Cuántas veces se terminó


el camino e inventamos ensueños
paralelos?

Soberbia al afirmar que nació la flor


cuando la hice pecar.
Dulce secuestro rememoré al arrancar
las agujas que el destino rogaba,
mas crueles plegarias han sido guardadas
junto al rocío que envolvía
mi mano, tan escarlata
por juntar tus penas.

Me niego a darle la vuelta


a la luz, convecida estoy de que al otro
lado nunca habrá maldad, pues
los pétalos aterciopelados que dejaste
como obsequio en mi camino construyeron
mi dirección, y cada noción perdida acompaña
el destino que te pertenece, amarás
convivir con esa eternidad,
si eres el eje
en el sentido divino.

Malditas las horas, que hacen crecer


mi otro universo.
Malditos tus ojos, que miran
tristes las cicatrices que dejaron en mi
sensibilidad las espinas que te he robado
aquel Febrero.

DESDE EL COMIENZO
Llueve,
luego reinas y aquella sombra
multicolor se despliega como
el nombre.

Giras,
luego me estrello y cambia
aquel juego compartido entre
mi arma y el sobreviviente.

Junto caricias
del suelo quebradizo, e
inmóvil grito que
te necesito.

Te observo,
lamento con lágrimas
aquella noche estrellada y
si la viviría
nuevamente prometería
luchar más.

© Maria Belén Mantenberg


María Belén Mantenberg. Nace en Buenos Aires, Argentina el 26 de Diciembre de 1989.
Cursa dibujo y pintura desde los 10 años hasta los 17 en el Instituto y Conservatorio Surif
Babar, en el 2007 finaliza sus estudios con el título de Profesora en Arte. Realiza la secundaria
en el Colegio San Lucas, y el último año en el Colegio Galileo Galilei. Participó en diversas
exposiciones; obtuvo primeros premios en los concursos realizados por la C.N.E.A.
Actualmente hace el ingreso a la UBA. Página: www.mbmantenberg.blogspot.com
Goya Gutiérrez

EN EL REGRESO

No hay palacio cabaña o rascacielos


donde albergar la huida
Regresamos o huimos hacia dentro

En cambio cómo guarecerse


de esta fragilidad continua
de los granos de arena y las agujas

Sus borrascas acechan también


las pequeñas parcelas:
una felicidad precisa que he sembrado
y para ti cultivo

Yo no sé si un día habré de hacer balance


Medir diferencias notables
entre el haber y el debe
Prever los instrumentos a los que no aferrarme
Sabiendo que las cosas que pueden confortarme
son inútiles

Qué cofre baúl joyero o página


podrá acoger mis pertenencias frágiles
como hebras de vidrio o labios de coral
O como la conciencia de haber visto
durante muchas noches
el brillo indescifrable de una estrella
que ha cavado una sima imposible
entre nosotros y ella
En este mismo espacio sideral y ajeno

Cosido está en mi abdomen


un hilo de estambre tensado
que va de la obviedad
a un ojo como un vórtice abriéndose
entre el espeso musgo marino de la noche

Quiero la piel desnuda sin nostalgias


de manos exhibiendo el argumento
denso incapaces de síntesis
Las quiero decididas y audaces
que viajen desde adentro al futuro
Aunque las previsiones auguren
mal pronóstico posibles causas
que estrangulan su vena
que expolian el oxígeno

Mientras tanto navego como toda mortal


inventando horizontes
Protegida por el calafateo
de tu hacer tu voluntad tus nombres:
La mejor embarcación hallada pero
hormigas voladoras os invito
a extraer esa soberbia
que pueda anidar en mi garganta
Y construid con ella galerías
en vuestro interminable granero provisor
Pues conozco la traición de los mares
Por muy fornida nave puede estar
a la vuelta de cualquier oleaje
reclamando la espuma sus cenizas

Y qué daría yo por llegar a esos ojos


bien ligera despojada de excesos y de metas
Y no dolerte seguir urdiendo hebras de vidrio
para tu ánfora cubierta de orificios

Que aún no es capaz de contener el agua


ni convertir en notas la furia de algún viento
© Goya Gutiérrez


Goya Gutiérrez (Zaragoza 1954 - Barcelona). Entre 1968 y 1999 vivió en Barcelona en cuya
Universidad se licenció en Filología Hispánica. Ha estado durante años dedicada
profesionalmente a la enseñanza pública, en el nivel de secundaria. Actualmente reside en
Castelldefels y forma parte del grupo de poesía Alga de esta ciudad. Desde el año 2003 es
coeditora y directora de la revista literaria Alga, en versión bilingüe (castellano-catalán), que
junto a la literatura alterna la publicación de otros lenguajes artísticos como la fotografía, el
dibujo o la pintura. Sus actividades culturales giran en torno a la literatura y más
específicamente la poesía, asistiendo a lecturas de libros, tanto propios como ajenos,
presentando a poetas, leyendo, y escribiendo tanto en el campo de la creación como en el del
comentario textual y crítico. Durante los años 90 formó parte del grupo de poetas editores
de Bauma Cuadernos de poesía, de Barcelona. Sus libros, poemas y trabajos críticos han sido
recogidos y publicados en diversos diarios especializados y revistas nacionales e
internacionales, como Turia (Teruel), Cuadernos del Ateneo (Tenerife), Cuadernos El
Matemático (Madrid), Cuaderno de Estudio y Cultura no. 28 de la ACEC o Alga (Barcelona),
entre otras, y en varias antologías, algunas aún en prensa, mediante libro o en formato digital.
Hasta la fecha le han sido editados los siguientes libros de poemas: Regresar (1995) y De
mares y espumas (2001), que inciden en el intimismo de temas como el amor incompleto y la
soledad. La mirada y el viaje (2004), que sondea la belleza e indagación en los espacios,
sobre todo urbanos, y los mundos que en ellos habitan. El cantar de las amantes (2006), que
entre otros temas viene también a ser un homenaje y diálogo con la mujer artista, poeta y
amante real o literaria, a través del binomio literario Eros/Thanatos. Ánforas (Madrid, 2009). En
este libro, Goya Gutiérrez traza distinas imágenes de la poesía y del hecho poético en general,
que confluyen en la imagen que el propio título expresa, como lecho donde albergar la memoria
poética del fluir temporal, ante la conciencia de la muerte. Sus obras todavía inéditas son:
Hacia lo abierto (poemario). A partir de un concepto que aparece en la obra poética de Rilke,
se desarrolla un tema existencial vitalista y cíclico de nuestro paso por este mundo. (Registro
Propiedad Intelectual Barcelona 16.9.2008). Tríadas (Novela). Reflexión sobre el tema de la
violencia en general y de la violencia tanto física como psicológica en particular, ejercida contra
la mujer. (Registro Propiedad Intelectual Barcelona 23.4.2009).
Jorge Heras García

EL CONSTRUCTOR DE PAISAJES

“Mi vocabulario se resiente. Hablo un lenguaje de escombros en el que conviven los


soles y los cascotes. Pues adjunto igualmente las migas multicolores de las ciudades.
¿No me habéis visto nunca ligando con los suburbios?”.

Louis Aragon.

La cara salpicada de casas blancas


El infarto se produjo en el peor momento
Y todas esas casas blancas me salpicaron la cara
Con sus techos llenos de antenas
Con sus toldos en carmín
Con sus balcones abigarrados con hermosos culos de mujer
Un bañador jamás se secó tan deprisa
Chimeneas soltando camisas blancas cuyas bisagras dan paso a una nave llena de nubes
estropeadas
Dejamos atrás el malecón donde la gente pescaba y nos dirigimos hacia el ladrido del
perro
Su aliento produce vaho en nuestras pupilas y ya no vemos nada
¿No es lo que siempre quisimos?
¿No queríamos ser ciegos?
Pastillas en las manos
Un montón de pastillas en cada mano y un interrogante ¿Cuántas?
¿Cuántas debo tragar para estar muerto?
¿Vendrá el Leñador a talarme la vida?
El camello me dijo que ésa era una pregunta inusual
“La gente me pregunta cuántas debe tragar para colocarse no para estar muerto” dijo
mientras se encogía de hombros
Y en su boca vi una camisa blanca tendida a la que se le notaban los huesos
Un bañador jamás se secó tan deprisa.

Inacabado (“poème abandonné”).


Paul Valéry.
2

Se descolgaron cornisas blancas del extremo de tus ojos


Desgastados ya de tanto como los miro
Querían recogerse en un tuétano molido a palos que había sobre un escorzo de la luna
La luna se descolgó del cielo a través de un cable de ascensor para derramarse sobre el
cadáver de un rascacielos
Se licuó a sí misma talando su nocturno y del infarto eyaculó un pie atado a su muerte
por líneas de sangre
Yo quería llegar a través de la cornisa hasta el apartamento contiguo
¡Yo quería la luna!
Me encontré en la cornisa con uno de mis poemas
Nos miramos como dos extraños se miran y creen conocerse de algo
Este tío me suena...
Yo me desplacé con pasitos cortos buscando la ventana del apartamento de al lado
El poema se fue lanzando telarañas de un edificio a otro
De repente oí voces
“Cariño el champán ya estará frío sácalo de la nevera” dijo una mujer y la voz me
resultó familiar
“Nena qué bien te sienta el collar de diamantes desnuda” replicó un hombre y su voz me
era desconocida
Moscas rondaban la sequía apostada como para siempre entre sus piernas
La sequía de hacer volar un avión de pasajeros entre estas cuatro paredes
Ahondaré en tu cuerpo con un cristal de espejo roto buscando las raíces más originales
de una estrella de cine
¡Ese maldito avión me volverá loco!
Hendiré el filo de este puñal improvisado en tu cuerpo hasta que las cornisas blancas me
devuelvan los grados más altos de agosto y prendan tu desértica vagina multiplicando su
sequía al infinito
Este episodio de volar con los pies enraizados en tu fajo de billetes arrugados que
huelen ya a semen
En tu collar de diamantes que huele ya a semen
Avión que es una cuneta decorada con buitres de piedra
El productor de cine se abotonó la bragueta del vaquero mientras sonriendo te decía lo
bien que lo había pasado
Esta cornisa blanca se descuelga de tus ojos azules
El productor de cine alisándote el pelo te susurró al oído palabras que moscas rondaban
Y la cornisa blanca se descuelga del todo de tus ojos y a ésta le acompañan otras
Me queda tu imagen en el trozo de espejo
Me queda la sangre
Las cornisas llegaron al bosque en su caída y de él no quedó nadie
Soy un montón de sangre
Soy sangre que evacuó ya el cuerpo
Y una actriz me bebió confundiéndome con vino
Dolió mientras me tragaba
Dolió más cuando de asco su cólico me devolvió sobre el agua sucia de un retrete
Nunca quise descolgarme de tus ojos azules
Me así de esa cornisa con todas mis fuerzas
Entonces el productor de cine dijo “Tienes algo en el ojo” y al soplar me voló a la ruina
del bosque haciéndome sangre
Un derrame de luna por el piso de la farmacia
“Éste es el boquete más grande que haya hecho jamás en el extremo del mundo” dije
Mi estómago doliéndome por fuera aplaudió entonces y me dijo “Vienes de destruirte”.

Inacabado (“poème abandonné”).


Paul Valéry.

EL ARQUITECTO DE LA IMAGEN

“Pero no he encontrado nunca


lo que escribo en lo que amo”.

Paul Eluard.

El chorro del paisaje brotó de su boca


Y mi diente renegando de mí fue desintegrándose
De mí sólo la culata del revólver y su golpe en un trozo de mi sien
Ahora no sé qué toca
¿Me toca tirar a mí?
Tirar del cordel para levantar el telón
Telón de terciopelo rojo
Y en escena ella vomitando su paisaje de dientes desintegrándose
Soy hombre de vocación
Soy hombre enamorado de ti de vocación
Con mi traje de Spiderman salgo a escena
Y todo el mundo se ríe
“¡Se te ajusta a la barriga!” grita uno
“¡Pide otra talla!” grita otra
Soy un Spiderman jubilado que reaparece
Pero ya no es lo mismo
No soy el mismo
Y mi parlamento es breve y la burla excesiva
“¡No seáis tan duros conmigo!” grito
Y ella vuelve a vomitar su paisaje dental que lucha por desintegrarse
Mañana el sol será viejo y las montañas le darán la espalda
¡No hay sitio para los viejos en Hollywood!
Tus senos tras esa blusa blanca
Tu sexo tras las bragas y éstas tras la falda corta
Me gusta mirarte
Me gustaría tocarte
Eres de ésas que me ignoran por vocación
Mi sonrisa es breve y la plataforma donde bailas parece separada del mundo
Desde luego es ajena a mi mundo
No podría acceder a ella aunque lo intentara
Es como intentar entrar al otro lado de la televisión
Estoy ahí tumbado en el sofá viendo una peli y se me ocurre ir a conocer a toda esa
gente
Primero rodeo la tele
Investigo un poco a ver si hay alguna ranura o algo para meter el pie
Pero no hay nada de eso
No podría acceder a ella aunque lo intentara
Desde luego es ajena a mi mundo
Me pasa lo mismo cuando intento entrar en tu coño
Pareces separada del mundo
Desde luego eres ajena a mi mundo
Y te miro detrás de mis gafas de sol
Los senos que están detrás de la blusa
El coño que está detrás de las bragas y éstas de la falda corta
Delante de ti una pantalla que no puedo traspasar
Bailando arriba de la plataforma
Reconozco mis ojos en todo tu cuerpo
“Esto es echar un vistazo al otro lado del mundo” le dije a mi estómago que por fuera de
mí dolía
Y éste doliéndose chapoteó en el agua
Dejando sobre ella trozos de pus y cachos de sangre
Un paisaje de columpios verás si cierras los ojos
Y a Virginia columpiándose en uno
Y a tus amigos fumando cigarrillos en un banco cercano
Y a ti doliéndote el estómago con ellos
Ese mundo es una plaza con columpios nada más
Entonces chapoteo en el charco
Y el traje de Spiderman se moja al igual que el cigarrillo
Cuando mires hacia el banco tus amigos ya no estarán
Sólo el “Glez” de espaldas haciendo un tres con los dedos de la mano derecha
No abras los ojos
El ascensor todavía no está fabricado
No abras los ojos
Sólo eres un puto vendedor de árboles de Navidad.

Inacabado (“poème abandonné”).


Paul Valéry.
© Jorge Heras García


Jorge Heras García. Soy licenciado en Filosofía por la UCM, tengo 28 años y soy de Madrid.
He publicado algunos poemas en revistas literarias digitales: Palabras Malditas.
www.palabrasmalditas.net (Noviembre de 2006. Bajo el pseudónimo Baptiste Bleu). Revista
Voces. www.revistavoces.com (Octubre de 2007). Escaner Cultural. www.escaner.cl (Julio de
2008). Alex Lootz. www.alexlootz.com (Octubre de 2008). Revista Almiar.
www.margencero.com (Octubre de 2008). Dulce Arsénico. www.dulcearsenico.blogspot.com
(Febrero de 2009. Bajo el pseudónimo Baptiste Bleu). Palabras Diversas.
www.palabrasdiversas.com (Mayo de 2009).
Eva Márquez

Siete poemas procedentes del poemario inédito


“Retales de estrógenos a la deriva”

EL PRECIO DE MI CIELO

Calibrar el infierno de volver


a perderse en la obsesión
no tiene precio.
No.
Volver a intoxicarse con el deseo
de lo deseable, lo insaciable,
lo innegable de tocarse sin tocarse,
de charlar con el fantasma del absurdo.
Sí.
Sí tiene precio.
Canonizar los misterios de la fidelidad,
sin terceras manos,
sin agrios labios innominados
que contaminen mi cerebelo,
(de nuevo).
No.
No tiene precio.
Esta vez te seré infiel conmigo misma,
sólo desgranaré el reflejo
de tu olor a contraluz,
me serviré de la paridad de tu sueño
de la opacidad de tus párpados.
Sí.
Mis dedos serán mi ángel
de la guarda, guardando la celosía
de mi obsesión,
envenenando la vulva de mi piel
con tu luz apagada.
Sí.
Esta vez, serán mis huellas las que
me lleven a tu cielo,
abrasando mi sucia contienda
viviendo de mí,
pensando sólo en ti.
Y ese cielo
tiene un precio;
YO.
RUINAS

Las ruinas de mi casa


son una proclama de los
excesos de otros tiempos,
los tiempos de un ayer,
los de un hoy,
me susurras la decrepitud
que está por llegar,
con esporádicos certificados
me anuncias el dolor que me espera,
me gritas en silencio
hasta dónde no puedo llegar
y me niego a creerte,
te exijo más de la cuenta,
te estiro como un chicle
porque has de ser el mismo
cliché de siempre,
el cuerpo de la mujer de goma,
la que nunca se siente,
la que se afana en estar
siempre pendiente,
siempre perfecta,
la que nunca se duele
la que no tiene derecho
a la enfermedad,

mientras te eludo, el cartero


de la muerte comienza
a sitiar las paredes
de mi cuerpo.

SÁBANAS PROSCRITAS

Hay una mujer que cada noche


al acostarse rehace su cama para
plegarse al sueño sobre una blanca, impoluta
y almidonada sábana, y en cada mañana
al levantarse, su cuerpo se despereza
sobre restos resecos de sangre acidulada,
trasnochada y trastocada que regurgita
alguno de sus orificios,

con espanto se toca y se palma


hueco por hueco,
orificio por orificio,
cavidad por cavidad,
buscando el origen de la hemorragia,

sin hallazgo plausible,


sin origen verosímil que explique
su auto boicoteo,
se serena,
no más lúcida
retira las sábanas
con paciencia, enjabona,
fricciona, refriega y diluye
con lejía la impronta de
algún crimen extinto,
aun no prescrito,
las seca, las plancha y
al igual que todas las anteriores,
las esconde en un baúl con cadenas
soterrado en el laberinto de su memoria,

a la noche repite la escena,


en la mañana,

sus sábanas esculpen


sin descanso las heridas
de su conciencia proscrita.

NO ERA NORMAL
Habían pasado dos años,
él había muerto y
el mundo seguía girando, sin él
era su primera cita
se la veía radiante, nerviosa
y excitada.
Nunca antes la había visto así,
se merecía un descanso,
se merecía despertar de aquel
letargo sin fin,
yo no podía destruir su momento, No
no debía, y
pacientemente
la esperé despierta toda la noche,
mi primera duermevela maternal
inversa, con 17 años
la hija adolescente esperando en la noche
el regreso de su madre, de 35
la puerta y el teléfono me
miraban insistentemente,
con fijación paranoide,
me paseaba por el salón,
(no era normal)
ella debía de haber llamado, avisar
que la cita con el desconocido del
anuncio de un periódico se estaba
alargando, que estaba bien
y que no había por qué preocuparse
(no era normal)
no llamó,
no le importó nuestro recelo,
todos los demás dormían, menos yo
eran las 7 de la mañana, y la llave giró
volvía eufórica, aturdida y extasiada
no hubo sorpresa al verme esperando,
las emociones de la noche enturbiaron
su mente, y con cierta aceleración la
descripción de la velada, incluidos
detalles jocosos sexuales cayeron del cielo
de su boca,
no,
no podía callarla, y
arruinar su momento
(no era normal)
aquella escena debía de haber
sido al revés

pocos meses después


el desconocido la dio a elegir,
era él o sus
siete hijos,
aún niños

opto por él
NO,
No era normal.

TE LO DEDICO

El tiempo conmigo falló de todas


todas, impregnando en mi retina
tu presencia a modo de un déjà vu
ya no me rebelo, y te lo dedico
cada ocasión, cada nuevo hombre
en mi cama, te lo dedico
son muchos los que navegan
a la deriva en
mis fluidos vaginales,
me enervan, me calientan
suspiro, jadeo
sollozo, gimo
resuello, me arqueo
en sudores y olores
que engullen mi cuerpo,
reviento en orgasmos
mi piel tirita de brío y son otros
los que me arropan el frío,
calman su sed con la humedad
de mis labios, los de más abajo
mientras mi cosa sin voluntad
apacigua la aridez de tu privacidad,
y en cada cameo
te lo dedico,
mientras mañana o pasado me cruzo
contigo en la calle, tu agachas la cabeza
yo hago como que no he visto el desaire,
tal vez no, solo tal vez si
siga tus pasos en la distancia
como el sigilo
de una gata en celo,
para embriagarme
del olor de tu sexo, de tus besos
y reverbero un anhelo vivido
para recuperar el tinte intenso
de mi déjà vu,

y continuo buscando
la sonrisa de tu glande
la voz de tus besuqueos
en voces y rostros ajenos,
pero no me perteneces
y a nadie pertenezco

porque los otros que gozan conmigo


nunca sabrán, que mi razón no folla con ellos,
y tú jamás intuirás
que cada noche, mi cuerpo
hace el amor contigo.
PISOTEADA

sabía que eras el hombre


perfecto, el imperfecto
perfecto para completar
los pliegues que
imploran mi imperfección,

la cama fue la distancia justa


para corromper nuestro olvido,
la justa para perder la dignidad,
la justa para quebrar el alma,
y me vendo a ti,
a cambio de caricias,
mis hormonas
se esclavizan a tus besos

y te dejo hacer
y me dejo hacer

muy digna pretendo


localizar lo perdido,
saber si todo es ideal
cuando todo debería ser un caos,
un lleno puro de ilógicas
sin sustancias,
y te dejo regalarte a esas otras,
a esos otros lugares,
y callo,
sigo callando
con la esperanza de volver
a verte pegado a mi orgullo
pisoteado,

pisoteado,
pero
no más que el tuyo.

MI LETRILANDIA

Nunca entenderás
mi pequeño mundo de letras,
mutiladas de semántica,
hartas de ortodoncia ortográfica,
lisiadas en pragmáticas gramáticas.
Mis letras estipulan decretos sin censuras,
sin pulcritudes,
sin diplomacias
delimitadas por arcaicos académicos.
Son letras esquizofrénicas que manipulan
mi propio léxico,
con tildes presentes en anagramas
inventados,
dueñas de dictados anárquicos que
sodomizan hiatos,
triptongos y
diptongos con exultante altanería.
Propagandistas de ideologías no natas.
Mis letras componen mi mundo nocturno
corrompiendo mi mundo diurno,
son el demostrativo de mi “YO” más profundo.
Me sobrevienen de noche,
apalean mis neuras,
lapidan mis fracasos,
envuelven a mis fantasmas,
violan mis eróticos pensamientos
con lenguajes no escritos y
me interpretan a su libre albedrío.
Mis letras tienen vida propia,
se visten de zorras nocturnas
con las tangas bien altas,
puestas del revés,
cosidas a la piel.
Y las consiento de
manera consciente
porque ese mundo mío
es el único espacio inmaterial
donde me convierto
en mujer con corazón de amianto,
en la mala pécora sin condena,
en la déspota reina de mi fuero
sin conciencia.
Mi pequeño mundo de letras
edita una parte de mí,
que ni siquiera podrás subyugar.
© Eva Márquez

...
Eva Márquez (1974, Madrid - España). Página web del
autor: http://cosasqnuncatedire.blogspot.com/. Correo
electrónico: Enaipau@gmail.com Biografía: Escritora y
Poeta novel. Hasta la fecha inédita. Algunos de mis
poemas han aparecido en diversas páginas webs y blogs
poéticos. Pequeñas compilaciones de mis escritos han
sido publicados en la Revista Digital Chilena Cinosargo, en
la Revista Literaria electrónica LaOtra de difusión en varios
países sudamericanos, en la Revista Cordobesa
Groenlandia número 5 y su Suplemento de Poesía (Agosto
2009), en el Fanzine Asturiano Cruce de Caminos (ed. 4ª),
en la Revista Blog La Fanzine, en el Blog de Interconexión
virtual entre poetas españoles contemporáneos
“Afinidades Electivas”, en el Nº 11 de la Revista Ping Pong
que opera desde Santo Domingo, y en el Nº 40 Edición
aniversario de la Revista Literaria Remolinos. Próximamente será editado por la Revista
Groenlandia mi primer Poemario oficial “Cosas que nunca te diré”.
Aleqs Garrigóz

Poemas Escogidos de “De Naturaleza Amarga”

VERDAD

No basta la noche para gritar ¡No!,


para beber la asfixia quieta del ambiente
y desentrañar una,
sólo una buena razón.

Nadie tiene a nadie.


La vida no se hace repentinamente benigna.
No por decir esperanza, alegría o futuro
corrige sus leyes el mundo.
(Las miradas rodarán aún de piedra en piedra,
el horizonte seguirá fugándose,
los pájaros partirán de nuevo hacia el Sur.
-Mira la alondra. ¡Ya no está!-)

Recuérdalo: nadie tiene a nadie.


Cuando das la mano dices: necesito,
cuando besas dices: soy frágil;

y cuando a solas enciendes una lámpara


es únicamente para acomodar tu mano
en la hemorragia vitalicia de tu vientre.

CALAMIDAD

Todos tenemos algo que defender:


una palabra absurda, una flor en las manos, un puñado de tierra
algo que hacer para ocuparnos de la vida:
esperar, fingir que olvidamos, dormir a solas.
Cuando en la alta fiesta alguien llama nuestro nombre
no sabemos si queremos responder.

Cuanta atrocidad se yergue sobre nuestro destino.

Mañana es jamás.
Y aunque como niños cerremos los ojos al miedo, al peligro,
el enemigo continuará de pie en la habitación contigua.

Basta para estar contentos estar aquí, pensar que no morimos,


y a veces… un instante… suspirar. Suspirar…

LA MINA

La prisión de tu amor
es semejante a una mina, amor.
Lo confieso…

Por una oscura grieta he bajado a ella


deseoso de beber en mi sed el agua
y en mi delirio acariciar el musgo
y en mi avaricia encontrar
en el centro de esta caverna de tu pecho
un palpitante corazón, en un legendario cáliz de oro.

Te repito amor: tu amor es la fría mina


en la que el hombre que busca fortuna
se interna con una lámpara de llama tambaleante,
donde letales gases verdes
-irónicamente del color de la esperanza-
emergen de ranuras secretas, donde súbitamente
aparecen prodigiosas cadenas de explosiones.

Tu amor es la mina de silencio


donde el hombre envejece rápido,
donde pierde la vista como el topo.

Y ahora que a tientas,


solo, torpe y ciego como un topo,
tu corazón he hallado - un tosco carbón -,
y que al tocarlo mis manos de culpa se han manchado,

con el saco sin romper, presuroso de encontrar la salida


escucho el ensordecedor temblor de este lóbrego claustro
tapiándome la oportunidad de sobrevivir,
dentro, muy dentro, prisionero de tu amor,
en la mina de tu pecho.
MI CABEZA ES EL PLOMO QUE PESA

Mi cabeza es el plomo que pesa,


acostumbrado estoy a perderla en cada declive.
Es la rueda que desciende en cada cuesta,
la piedra alucinada rodando la colina
para caer entre los pies del fango
e internarse en el matemático corazón de la tiniebla
donde tiene su origen la noche,
donde la muerte muerde la ubre y se desarrolla
con el mudo rumor del cáncer, de la duda.

Resplandecen con algún brillo mortecino


algunos guijarros en su interior, que se astillan
y se quiebran en las paredes lisas
entretenidas en inmovilizar al mismísimo frío
sin dejarlo salir: algunas ideas que tuve y me condenan,
que pesaron en mí lo que el cemento pesa.

Mi cabeza es el peso que cae y que cae.

LA COLUMNA ROTA

A mitad de un infecundo barbecho


se levanta una columna rota.
-¿En verdad se levanta?

Nadie sabe qué hace en el mundo.


Pero allí está. Y la gente pasa y la mira
y en su contemplación le dedica serios estudios.
Como si fuese el centro el planeta.
Como si fuese… algo.

La evado como a mi reflejo en un charco


o en el remanso congelado de un cristal.
Si el camino polvoroso siempre largo
del cirquero, del vidente temido y del artista trashumante
hacia ella me conduce… prefiero no mirar.

Porque si la miro,
y nadie más nos mira,
hacia ella corro, inevitablemente.
Con amorosos brazos la mido
y pego mis mejillas a sus burdos aristas
y le canto madrigales
y actúo
que con ella bailo
y que los dos en el mundo
tenemos un lugar.

LA POESÍA

La poesía es como el árbol de ancho follaje


que crece a mitad del páramo desierto.
La forman nostalgias y temores.
Sus brazos se alargan para alcanzar el infinito,
sus fuertes raíces se ahondan en la tierra oscura,
su ancho ramaje es ámbito de emociones contenidas;
en él giran los vientos, se reordena el mundo.
Porque la Poesía es el Arte; y como el Arte
se nutre en sí misma
y sobre sí reposa.

Su ramaje es coro donde los ancestros cantan.


Lo integran llamados distantes,
del mañana que es el hoy muerto la voz ya sin sentido,
resonancias de canciones perdidas y olvidadas,
oscilaciones de brillo y sombra,
elegías que son constelaciones de hojas muertas,
palabras mustias de soledad y pena
y crujidos que son su débil lamento.
Para siempre.

En su tallo se han grabado inscripciones nobilísimas.


Su semilla es eterna.

La poesía es el llanto desolado del sauce


y el refugio vivo de la higuera.

Aprenda yo a encontrar fortaleza en sus frutos


y descanse mi fatiga bajo su sombra

hasta el último día.


© Aleqs Garrigóz


Aleqs Garrigóz (Puerto Vallarta, 1985). Autor de una decena de
libros de poesía, premio Adalberto Navarro Sánchez de literatura
2005 otorgado por la Secretaría de Cultura de Jalisco, premio de
literatura Casa de la Cultura 2008 otorgado por la municipalidad
de la ciudad de Guanajuato, periodista cultural, tradujo al español
las obras del poeta George Bacovia para el gobierno del estado
de Guanajuato, ha publicado en varias antologías y revistas
especializadas de varios países de Hispanoamerica. Actualmente
traduce al español las obras de Sandro Penna.
Florentino Gutiérrez Gabela

CANCIÓN MUERTA A LA ESPERANZA

Es tiempo de decir que la esperanza ha muerto.

Es tiempo de desandar la vida, en el caparazón


de la noche si es preciso, sin vigías en la espalda
y en la epidermis
creciendo hieles a destiempo.

Es hora.
Ya las libélulas nos darán el láudano dorado
brotando de las amatistas, el alerce
su aroma blanco envejecido.

No podemos esperar
a que el cantero talle gota a gota la escarcha
el jardinero pode el marzal
o el marinero alfombre la marea.

¿Acaso no veis
que el corazón se encoge, nos cortan las manos
y nos quitan el aire aún verde de los ojos?.

DESPOSEÍDOS

Hablo de los que ya no tienen orilla de regreso


y no tienen madrugadas
ni arroyos, ni mariposa
que les baje por la garganta
y se tragan la vida hasta la empuñadura
y les nace un deseo turbio
como lobo acechando el escalofrío de la carne
con una daga en la boca
esperando el jazmín desnudo que los silencie
y tienen los labios embreados por el miedo
con el futuro boca abajo entre alumbre calcinado
y la encarnada hiel
que les recala por el vientre buscando mármol,
o cabezas o gaviotas
o la trabazón de espantos que les rueda por los bancales
y no hay pájaro que la detenga.
AVENIDAS

La ciudad adora la perfección de su belleza vertical.

La gran ramera desova


por los parques y las estaciones como un teleósteo
con las branquias de alquitrán.

Monstruo de granito y vulva anaranjada


inundan de hijos las alcantarillas
para que el corazón sea una campana de reptiles
y siga doliéndonos la vida.

Culatazo de píldoras abortan plumas de la noche


cuando el quitasol de los sueños
es una iguana de parto por los arrabales.

OPÉRCULO DESNUDO ANUNCIA LA CICATRIZ DEL DÍA

por las avenidas del pánico


mientras las sirenas reclutan ratas
para la guerrilla urbana.

Se asfixia el pulmón artificial


pidiendo a urgencias matronas
para su relincho de muerte.

Tolvanera escénica
donde giran las calaveras metálicas de los pájaros
y las muletas de los suicidas.

LA NOCHE DE LOS CUENTOS

¿Puedo yo, François Villón, malviviente y proscrito,


saludar a las constelaciones desde mi soga de ahorcado?.

Yo maté a los espías de las estrellas delatoras


al señor feudal de las tempestades
a los guerreros templarios de la Edad Media
tampoco niego haber matado a Nietzsche y a Kant
me entristecí por Pound y Genet
me conmovió Rilke
he amado a Rimbaud en el corazón de Paris

me emborraché con Dylan Thomas en las tabernas


de Gales
idolatré siempre a los malditos y alucinados
admiré a los metafísicos y surrealistas
a los que fueron precoces en su muerte
todos los versos alcohólicos de los bohemios
a los heterodoxos desde hace mil años
a todos los poetas suicidas de todos los siglos
a Maupassant en su manicomio,
he visto a Karyotakis disparándose al corazón
un verano de mil novecientos veintiocho,
a Lowry bajo su volcán en Cuernavaca
a Celan en el Sena, a Silvia Plath
seducida por el arte de morir a los treinta años
a Pavese el bello verano del cincuenta
¿acaso tendrá la muerte tus ojos, Pavese?.

Poetas de las pirámides, soñadores de las estrellas,


el pájaro duerme. Se acabó la noche de los cuentos.

CUANDO LA VIDA TOCA FONDO

Sobrecoge la apesadumbrada costumbre


en este alfiletero de ciudad
con sus veranos baldíos
y la yugular colgando como un kimono
de una cornisa de la luna

las tardes eclosionan entre golondrinas apáticas


precipitadas de algún atardecer
cuando la vida toca fondo entre veniales melancolías

se encogen los sueños en una almohadilla floreada


donde desvarían duendes abúlicos
y lobos menguantes buscan analgésicos
para su aullido parturiente

ladran los perros a una luz ojerosa


en las noches infectadas de burdel
con sus páramos de perdedores
entre la neblina acuchillada por la tristeza.
© Florentino Gutiérrez Gabela


Florentino Gutiérrez Gabela. León, España. Libros publicados: -Liturgia del Tiempo- -Caballos
del Paraíso- -Últimas Devociones- - La Vida y Otros Agravios-. Poemas publicados en revistas
de Internet, entre otras: Letralia, Destiempos, Almiar / Margen Cero, Palabras Diversas.
Ulises Paniagua Olivares

LA AGONÍA DEL MINOTAURO

Maldito Minotauro que reposas al amparo de mi sombra


como silencio que vulnera una armonía
como fatiga de nocturno peregrino
o encrucijada donde llora una taberna.

Maldito Minotauro que habitas mis horas,


riguroso carnicero de añoranza,
grito último y certero.

Protervo, sensible, con asombro de alba


ríes y atacas cuando el luto te frecuenta,
y esgrimes tristeza
cual bandera de letras:

Carcómete, pues, en tus rincones de olvido,


templos de cantinas y borrachos,
hilos de Ariadna a tres el kilo,
en las anheladas muertes personales,
en tu ruego.
Destrúyete, cáncer de sociedad,
refugio de mundo.

Destempla el corazón,
vuelve al carril de la llana vida.
Despierta,
¿dónde quedó tu laberinto?

II

Te vi, bebiendo. Te vi bebiendo una cerveza quemada. Descansabas la cornamenta,


fatigado, sobre la barra. Esperabas una ilusión, una voluta de cigarro. Hablabas mucho:
de la terrible condena que implica ser un hombre de asfalto, del diario llevar el pan para
la departición de la cena, del amargo carnaval que en Latinoamérica se gesta, del agudo
acero de letras, del recibo de luz. De esta Creta de alta tensión y amplias avenidas bajo
tráfico de oficina, del hilo telefónico que conduce siempre al semáforo –preventiva- del
espantoso laberinto.
Hablabas. Jorobado y musical. Con ojos de sinsabor, con el dolor a cuestas, con las
pezuñas desnudas sin limar. Hablabas. Bebías.

Bebías una cerveza, y otra, mientras en los tersos encalamientos de paredes perfumadas
de tequila e historias insalubres, el eco de mariachis, y Vicente, y Alejandro, el olor a
pulque y José Alfredo y Pedro Infante, inflamaban, sórdidos, un retazo de tiempo.

Bla, bla, bla. Hablabas. Con ojos de sueño. Blablabas. De la oscura permanencia de las
soledades, estériles como pavimentos en selva lacandona.

En el arrastre de tu cornamenta larga y retorcida -nido de paloma a media noche-


contabas maravillas de tu improvisada isla en confines urbanos, de tu particular
península que a todos pertenece, del aullido que provoca no conocer jamás la salida; de
llanto, de miedo, de la interminable espera del justiciero Teseo.

2005

POEMA UNO

Soy un inútil que apenas puede girar una tuerca,


colocar una rondana, poner un pasador.
Soy un atado de letras,
este fantasma tan tieso que deambula por la casa
rebotando en el lavabo, somnoliento.

Desconozco las funciones


del carburador, el arranque,
la balata.
Nunca pude reparar el grifo de la tarja,
ni avisar a la familia cuando la abuela murió.

No se cuánto cuesta el auto de mis sueños.


Ni siquiera se si sueño con autos.
Así de inútil soy.

Pero muy dentro, en mis propios grifos,


en los raros mecanismos del deseo;
allí, donde gobierna la palabra,
la metáfora, un acento;
donde la vida germina
desde el paso imperioso de una pluma;
donde los libros construyen ciudades,
mundo. Dentro,
muy adentro, a veces juego a ser Dios.
Y esos días, esas horas,
no me importa si soy un inútil
que apenas sabe girar una tuerca.

Ulisses Paniagua. 2008

HE VISTO TRAS EL QUICIO

He visto, tras el quicio de mi ventana,


un surtidor tapiado por la censura,
obstinado pero vencido.

El Nombre encerrado
bajo permutación misteriosa de letras,
custodiando retazos de cielo.

Una calle guardando hileras de hambre,


y la falsa amnistía entre un romo y un poeta
en medio de una guerra de poderes de polvo.

La imaginación de un falso Basílides


repartida en trescientos sesenta y cinco
inquilinatos de ángeles y potestades;
la tragedia de Sión el Mago,
y su vuelo por los aires;
y todo esto cabía apenas en una alegre tarde de niño.

Todo esto he visto tras el quicio,


no sé si dentro o fuera,
a veces en la balanza del sueño,
a veces en vindicaciones de carne.

Y el Nombre tras el quicio era impronunciable,


y el árbol que lo cobijaba era infinito,
lleno de esferas y claves y silencios.

Lo he visto, a ratos harto. Lo juro.


Y estuve cerca de saber el Nombre,
de descifrar el sueño;
pero un mal día descubrí, en un espejo,
la pequeñez del alquimista que habito.

Y decidí que ahora, con la hoja,


conforme ante mi función de grano de desierto,
en la tranquilidad del ocaso, dócil y callado,
debo dar vuelta a los goznes
para cerrar la ventana, y olvidar lo mirado.

ANTESALA DE ODIO

Muchos años diciendo ahora si,


ésta es la buena,
me largo y los dejo
con su mosto de naranja agria.

Muchos en que quise morderme los codos


para no abandonarme pronto.
De noche.
Muchos años aullando de noche,
enfundado en el odio lento
de un obrero, de un cumplido oficinista,
alimentado, perezoso,
por el mosto más ácido,
enjuto, callado.

Muchos años alimentando


esta madeja de reproches,
colmándola con mi paciencia.
Enhebrando un crimen sin castigo,
una profecía sin profeta.

Un día estallar,
en un gemido, en un grito violento,
arremeter contra el espejo, contra el mundo.
Un día volverse huracán o demanda,
justicia desatada,
un día volverse una mujer,
un hombre,
algo cercano al hombre,
cualquier cosa que se le parezca.

C.P. Ulisses Paniagua. 2009.


© Ulises Paniagua Olivares


Ulises Paniagua Olivares (México D.F. 1976). Narrador, guionista, dramaturgo, poeta, actor,
y director de cine y teatro. Se graduó como arquitecto en el Instituto Politécnico Nacional. Ha
publicado, en colectivo, cuatro libros de cuento (Cuentos dispersos, Nuevo cuentario, El
silencio se mudó al armario y Cuentos húmedos), todos ellos bajo el sello editorial de la
Universidad Nacional Autónoma de México; y un libro de Poesía en colectivo (Antología de
Poesía Giulia Gonzaga, Italia, editada por Luigi Muticccelli). También publicó, en 2009, De
amor y otras miserias, su primer libro personal de Poesía, bajo el sello editorial Fridaura. Su
obra ha sido publicada en diversas revistas y diarios, entre ellos Opción (ITAM), Salamandra,
La pluma del ganso, El Sol de México; así como en la revista electrónica Letralia, tierra de
letras (Venezuela), y en la revista electrónica Las historias, publicada por Alberto Chimal.
También ha sido difundido en Cuba, Argentina, República Dominicana e Italia. En el 2007
recibió una mención honorífica por su cuento La Colección, en el Concurso Nacional de Cuento
Criaturas de la Noche, del Instituto Coahuilense de Cultura, misma que le valió ser incluido en
la antología expresa para tal concurso, Ese hondo suspiro entre las sombras. En el 2008, fue
ganador del cuarto lugar en el concurso de minificción, En breve, lo que tu me cuentas,
organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la Revista Asfáltica, gracias a su
microcuento, La noche muda. En el periodo comprendido entre 1998 al 2003, recibió cinco
premios en los Concursos Teatrales del IPN, entre los que se incluyen mejor actor, mejor
dramaturgia y mejor dirección. Correo electrónico: sesilu7@yahoo.com.mx
Fulgencio Martínez

Poemas del libro “León busca gacela”, y otros inéditos

EL MELANCÓLICO

¿Has tenido a veces la sensación


de que todos te miran
y te ven como el rey del grano de anís
en una reunión de diabéticos?

¿O te has sentido desnudo en un baile


de máscaras; y a lo peor era cierto
que, víctima de una broma, acudiste
allí para una carrera nudista?

¿No te has vuelto cuando dicen tu nombre


y es a otro a quien dirigen el llamado?
¿No estabas en las llanuras de Marathón,
pero no hay memoria de ti entre los héroes?

¿Te has muerto y estás abriendo un muro?


¿Acaso, desde la otra dimensión,
has visto, aquí, un tesoro secreto,
que ya para nada te sirve?

Todos los ojos, toda la belleza


en rueda de cola de pavo real.
Todas las doncellas errantes, solas
en un aeropuerto; todos los príncipes;
gloria y fortuna, lujo y placeres,
mundo y carne y diablo que los soporte.

REDES DE AMISTAD

Los que se mudan de rostro con un calzador


y administran varios foros.
Los que llevan sombrero para parecerse a un artista.
Los que, cuando te dan la mano, se citan a sí mismos.

Los que se constituyen en la excepción,


sin que asome en ellos un pensamiento escéptico.

Todos ésos no son mis amigos.

EL LECTOR DE BÉCQUER

El lector de Bécquer es una mujer


que tiene casi quince años.
Antes de dormir pone
sobre su almohada abiertas las rimas.

En ese decir que queda diciendo


se sumerge, y lleva en la memoria
las palabras precisas del poeta,
pero más aun, los puntos suspensivos.

LAS PALABRAS

Le rodearon
toda su vida
los brazos
de las palabras.

Fueron
su primera emoción.

De niño
quiso aprender
a pronunciarlas sin pecado.

Luego, adolescente
las amó y confió a ellas
su nombre propio.

- Del niño que aprendió


a pronunciarlas sin pecado,
le quedó la promesa
de que se mantendría fiel-
Las ilusiones pasaron
y la juventud pasó
silenciosa, definitivamente.

La madurez nerviosa y ajena


sobrevino como un temblor de tierra,
quedó en pie
la verdad del muchacho;

desolada y única verdad,


floreciendo en el más árido
de los desiertos: uno mismo.

PERSEVERANTIA

Como al humo de un cigarro,


a un dios a veces sonrío sin saber,
inconsciente del error feliz,
del acierto logrado
con perseverancia: única palabra
sescrita en todos mis poemas.

DIBUJO DISCONTINUO CON TRAZO CONTINUO

Insiste el hombre en juntar palabras


hasta el amanecer,
y al amanecer llega
acompañado de grillos borradores,
de sirenas tintadoras
y de otros monstruos fabulocos
que la noche le deja.

Trabaja, ciego, con una redonda


voluntad de agujereado zapato.
Se empeña, fiel, como el que hace un dibujo
discontinuo con un trazo continuo.

Y, sin embargo, sabe


que la figura alzada no aparecerá
hasta que la luz borre su trabajo,
y reúna y salve unas pocas líneas.
Ojalá el esfuerzo de este día no sea en vano.

DEBER ELEMENTAL
(frente al terror)

He intentado, lo han intentado muchos,


imprimir unas manos blancas
en la roca del mundo,
como aquel hombre prehistórico
que dejó las huellas de las suyas
en la pared de una gruta.
Nos hemos vuelto a la madre elemental

no para hacer una plegaria


a las divinidades inexistentes,
sino para dejar testimonio
de la misma conciencia inconforme.

(inéditos, del poemario Desnudo en un baile de máscaras)

LA VELA DEL DEMONIO


a Luis Cernuda (2002)

En la sospecha de que tu voz recuerde


la voz del demonio,
ve ahí reunida tu familia erudita
con el Consejo de la ciudad. Dirimiendo
ante los jueces nocturnos la querella
de tu homenaje, al cumplir tú cien años.

Como el marino al que un caprichoso azar,


una nube divina lo devuelve a su patria,
volviste tú a la tuya
cuando te daban ya por muerto entre los muertos.

Temen los eruditos el misterio del que estaban guardados,


y te presentan reducido a una corona marchita.

Insultan, así, a la inteligencia


de la vida y a la historia,
que hizo sitio a tu muerte en tierra extraña.

Aunque, comprende: sólo les mueve la rutina


de conseguir un poco de dinero.
Su servil inconsciencia les bendiga,
el aire que les ata a su columna.

UN SUEÑO EN EL SUEÑO

León busca gacela


en la cima del mundo.

Un león,
un animal de crin dura y espejos
duros como el latido de la tierra
avanza solo por la luz del día,
recorre todo el día la sabana
majestuosa de fuego y de silencio.

A la hora de Venus, se detiene.


Mira al azul remoto, y a la nada
dora que transporta su cuerpo
más allá del río donde ve
reflejados sus tristes ojos,

y la inquietud que se abría paso


en su rostro tira de él,
echa abajo su casa
de fieras y le hace
soñar por un instante
reunido en la Esfinge.

UNA VICTORIA MORAL

Los días de enero trabajan el corazón


con duras materias de melancolía.
Aún es corta la mano que trae la luz
y el palacio del invierno aún nos tiene
sumergidos en la fragua de nuestras intenciones
que no aciertan apenas a romper un cristal.
Como los búhos rodamos torpes de día,
esperando la mancha de un filo caliente
o una tensión de pasos sobre carbón al rojo:

Nada nos duele más que permanecer


despiertos cerca de la telaraña
hueca y casta de la nocturna inquietud,
que gira acusadora en nuestra noria,
inaprensible como agua podrida.

Los linderos más altos nos demandan:


salid ya, los muertos, a tomar el aire.

Y el pecho fija su faldón al asiento,


torpes zancadas a impulsos tasados
desvanecen los prestos pies del afán.

Camino de retorno a la melancolía,


escribimos la oda a una victoria
moral, fácil contento para el poeta,
dura piedra de angustia para el hombre.

EL VASO

Tiene el vaso la frescura y la forma


que armoniza con el fluir de mi agua.

El vaso que busco toda la vida


está escondido y asoma entre borradores,
no aparecerá a escena antes ni después,
ni porque yo lo descubra.

Tiene el vaso la fiebre y el misterio


de una rama a punto de abrir flor.

El vaso que busco todo el camino


no tiene hora ni día, ni reclamo,
no aparecerá a escena antes ni después,
ni porque yo me ausente, y lo olvide,
ni porque yo lo descubra.

(del libro León busca gacela)


© F. Martínez


F. Martínez dirige la revista literaria Ágora. Ha publicado los libros de poesía: Trisagio, La docta
ignorancia, Libro del esplendor, Nueve para Alfeo, Cosas que quedaron en la sombra (que
obtuvo en 2007 el premio al Libro Murciano del año en la modalidad de poesía) y León busca
gacela (Editorial Renacimiento. 2009). Fue incluido en la Antología de poesía nueva, de Luis
Rosales y Hugo Gutiérrez Vega, editada en Madrid en 1982. Preside la asociación cultural
Taller de Arte Gramático.Autor del libro de cuentos El taxidermista y otros relatos de 1999. Es
colaborador de opinión del diario La Verdad de Murcia.
Adolfo Marchena

POEMAS INÉDITOS:

Poema después de la batalla


el jazz atrás Art Pepper
con su dogo la proclama
pegada a la farola papel
amarillento como arruga
en la encimera de la casa
vieja como rostro del tiempo
atrás en los pasos discontinuos.

De fondo sonido de televisión


mi madre dice que la puerta está
cerrada mi padre exclama que
la corriente pasa por debajo
como paraguas abierto la puerta
las manos buscando la trazada
el punto álgido del color de fondo
el olor a resina, mosquitera.

**************

Un minuto antes de finalizar


el programa de rehabilitación
las causas normales se yuxtaponen
el sonido de los pájaros la araña
recorriendo la cortina. Aterra el
sabor de la sangre cuando busca
la alternativa el motivo que lleva
al hombre más allá del rotativo
el periódico del día en el desayuno
junto al café con leche noticias
de alquerías y campos de fútbol
el azúcar de las drogas las guerras
la economía del Titanic junto al hielo.

I.

Sueños, miedos, dolores


gritos, obsesiones en el psiquiátrico
de la nada el poema resplandece
como flor mientras los caballos
recorren los prados y los clavos
mueren en las paredes del tejido.

II.

Mientras las madres recorren


las calles acequias favelas
lanzando piedras escupiendo
muertes residuales de la nada
el poema se compone a duras
penas en tinieblas del cansancio.

*********

I.

Podéis decirme que vivo una vida


tranquila sin mérito alguno en cada
gesto de respiración podéis acallarme
con alfileres de fuego en la garganta
mientras la mirada enfoca damas de
otros siglos cartas escritas en comisarías
cárceles en la revolución de mi propia
tranquilidad donde ascienden las lombrices
de la tierra donde parece que no
pero siempre ocurre algo trascendente.

II.

Decirme que vivo entre bosquimanos


la memoria tendida como ropa al viento
ser el hijo de una náusea ya descrita
escrita no filosofada en las páginas
blancas de la nada decirme mañana
será futuro en tu conciencia y pasarán
tranvías sin raíles mudos retenidos.

III.

Decirme más allá de la conciencia


consecuencias de la vida encorsetada
no la mía entre miel y soles
decirme que me duermo tras la droga
en el dogma de los árboles imperios
cuya rueda fue molino decirme nada
es como aquello que gritaron los niños
abandonados en los alambiques.

© Adolfo Marchena


Adolfo Marchena, Vitoria (España), 1967; entre 1997 y 1999 dirigió los programas radiofónicos
Tocando el viento (Radio Plasencia Centro) y Peleando a la contra (SER Plasencia). En 1997
organizó el I Encuentro Poético Cultural Amilamia. Codirigió la revista impresa Amilamia y
dirigió la revista Factorum y el fanzine Odaliana. Ha publicado los poemarios Cartapacios de
Lucerna (Ediciones Libertarias/Prodhufi; Madrid, 1992) y Proteo: el yo posible (Ediciones El
Sornabique; Salamanca, 1999), y textos suyos han sido incluidos en las antologías Relatario
(Talleres de Creación Literaria Fuentetaja; Madrid, 1992), Voces del extremo (IV). Poesía y
utopía (Fundación Juan Ramón Jiménez; Moguer, Huelva, 2002) y Asilo (antología de poetas)
(Ediciones Sin Retorno; Barcelona, 1999). También ha escrito el libro 683 Planta Neurología
(Editorial Remolinos), y La Reconstrucción de la Memoria (Revista Groenlandia). Ha publicado
textos en diversas revistas electrónicas y de papel (El coloquio de los perros, Letralia; Río Arga,
Los cuadernos del Matemático, Turia, etc.). Mantiene el blog literario “Literatura. Recuerda
recordar”: http://marchenaescritor.lacoctelera.net/. Ha sido traducido parcialmente al francés,
alemán y árabe. Su último libro publicado, conjuntamente al escritor Luis Amézaga, ha sido La
mitad de los cristales (Bubok, 2009).
Juan Antonio González

SIN NOMBRE

La luz de tus ventanas hacia el mundo


Cautiva percepciones antitéticas,
Buscando dirimir con desvarío
Cuantías de ilusión en abundancia.

La música al oído de tu voz


Pernocta en mi nirvana cual salmodia
Habita en mi memoria con peajes
Que acaba el caudal de mi memoria.

El gesto que genera tu semblante


Inquieta el devenir de mi prosapia
Y al riesgo de oscilar en un instante

Propaga su armonía al desamparo.


Y vuelve a bifurcar en mi sendero
Tus ojos, tu boca y nuestro hado.

SOY

Soy solo
una partícula
de aquel tiempo;
soy la esencia
de esa noche,
la naturaleza inefable
en la trayectoria
del viento.

Algunas veces,
un granito de arena
en el caudal
del mar inmenso;
otras, fragmento
de aquellas horas
que transcurrieron
con prisa, sin remedio.
Soy un clamor
desesperado en busca
de nuestro momento;
soy la languidez
de los rayos lunares
y la parsimonia
del movimiento;
a veces la euforia
de la lluvia,
soy la absurda reticencia
del presente silencio.

Pero siempre,
siempre me lleno
de piadoso consuelo,
cuando levanto
la bocina telefónica
y tu voz, tu dulce voz,
aviva mi universo
pletórico de recuerdos.

AÑORANZAS

Invado el camellón
de la famosa avenida,
y al otear el horizonte
emergen bellezas del ayer,
que engolfan la sangre.

El corazón late más aprisa,


mientras la vista recorre…
increpa…, retiene…,
evalúa…, y huye
en busca de otras fuentes visuales.

El aire huele a húmedo


y el trolebús ensordece el ambiente
con chirriante detención.
Surge uno… suben dos…
huye diligente a buscar
el crucero más cercano.

El atardecer ataca los anuncios


que se defienden a neon
y ofrecen vínculos creativos
atrapando a aquél que los notó.

La certidumbre visual
pierde su nitidez
debido a descarga líquida…
¿sería el smog en circulante...
o un pensamiento añejo
que se fugaba en ocularidad?

Es bonito apreciar
la Cd. de los Palacios,
en su Paseo de la Reforma
después de ausencia involuntaria
de aquel que la avizora.

.
INQUISICIONES

Y si al final se encontrara en la locura


la afinidad de entrega sobre paso zigzagueante,
sabrás entonces de la futilidad del intento
por haber menospreciado con integridad la sinecura.

Roza la rosa incólume el tallo del almendro,


mas no por eso colijo del efluvio su conjuro;
su frágil esencia y su diáfana hermosura
permanecerán perennes, indemnes de tormento.

Cuántas veces entre locura y desvarío


se pugna por adicionar nuestros haberes
en torno a fragancias y bellezas peregrinas,

y no accedemos a indagar con estoicismo


un dejo tolerante que nos dé el reclamo,
¿por qué es estéril la admiración de nuestro espíritu?
© Juan Antonio González Cantú


Juan Antonio González Cantú (1950 México-EEUU) , miembro de la
confraternidad universal de los poetas, también escribe cuento y ensayo
crítico literario, además de fungir como Profesor Asociado del
Departamento de Letras Hispánicas de la Universidad de Texas en
Brownsville y ser editor del Anuario de Letras Hispánicas El
Novosantanderino y de la Revista de Creatividad Literaria De Puño y
Letra. Una compaginación de su obra poética ha surgido bajo el título de
Itineransias (2005). Los resultados de su gestión creativa también
aparecen en publicaciones arbitradas de diversos países.
Francisco Wong Matos

ESCAPAR

Las cuentas se deshacen augurando


La muerte ineludible de los sueños
Los pétalos caen en bancarrota
Con su perfume huyendo tras las bambalinas
Entra en escena el acto final de la inconsciencia
Los temores emergen del bolsillo
Se ahuecan las neuronas al escapar las ilusiones
Solo queda el inexorable canto de las calculadoras
Uno, dos, mil, tres mil necesitados
Qué mejor negocio que la desesperanza
El hambre se adormece ante el anuncio de neón
Del último auto de moda
Y la canción que anuncia la comida para perros
Ahoga los quejidos de las inconscientes tripas
Mientras la manta de cartón cortesía Coca-Cola
Provee de calor al cuerpo que desgrana
Noche a noche
Los números incoloros de su existencia
Esperando irremediablemente escapar
De la tiránica lista de los estadistas
Y convertirse para siempre
En un olvidado cero.

LOS PERDEDORES DE QUIMERAS

Siguen habitando las nostalgias


Ciudades de deseos transgredidos
Ríos de ánimas colman sus arterias
Venidas a menos en tanto sinsentido
Su ansia de irradiar queda en los cauces
En el desorden pierden rumbo y vagan
Buscan un sueño en que acunar su hastío
Desempolvar recuerdos desechados
El mundo gira y rompe la marea
Arrastra cual desechos los pesares
No hay tiempo para retocar el lienzo
El algarrobo trastoca en rascacielos
La luna es un anuncio de neón
Rasgando la madera en la ventana
Y su imagen se diluye ante la valla
Que anuncia un club nocturno de strippers
Donde ahogan sus requiebros
Los perdedores de quimeras.

LOS ATARDECERES

El sol ha cambiado de color


Sigue rojo-naranja
Pero no el mismo de mis atardeceres en La Habana
Romántico, seductor, coqueto
Ahora es uno más indiferente
Frío como pantalla de cristal líquido
Que muestra lo que debía ser
Un bello atardecer sobre Bagdad
Pero sin aclarar si ese rojo-naranja es obsequio
De la arena del desierto
O es sangre –fuego
O llanto-muerte
O dolor-odio
Solo una fría voz
Narra como si fuera un juego de baseball
Y los muertos contaran como anotaciones
Los nativos son números para estadísticas
Los “visitantes” valen más
Pero conviene menos anotarlos
Ironías, quizás digan
¿Ironías? No!
¡Es la muerte!
No importa si visten sencillas telas
O imponentes trajes militares
¡Es la muerte, coño!
Y ya ni el sol del atardecer de mi querida Habana
Puede cambiar el color de desespero
Mientras el noticiero vespertino relata:
“Nueva jornada de muerte en Irak”
“Tres carros bombas estallan
Matando soldados estadounidenses”
“El alto mando de las tropas de ocupación
Ordena bombardeos en represalia”
“Mueren cientos de civiles”
“El General en Jefe, ante las cámaras,
Lamenta las bajas”
“Daños colaterales, dice”
UN NIÑO JUEGA EN TI

Un niño juega en ti
En tu armazón de adulto
Desoye la voz grave de los tiempos
Ignora el debe puedes o el conviene
Más allá no existe el mundo
Reclama su lugar ahora sin mañana
Qué más si sueños son la realidad de moda
Transforma en jardín el basurero
Surge el milagro
Su mundo es más que un cuento de hadas
Y vivirá feliz mientras sus ojos
No espíen fuera del los límites de su alma.

DESDE LA LEJANÍA

Costa lejana
débil línea quebrada que rompe
como al descuido
la monótona letanía del horizonte,
punto de llegada,
y de partida
de aquellos sueños guardados
en el imposible rincón de los olvidos,

Tierra de piratas y tesoros que,


en la niñez temprana,
ocupaban el lugar de envidias
y ambiciones,

Tierra de princesas encantadas que,


en la juventud tardía,
llenaron los deseos
y ansias de ternuras,

Tierra de increíbles amores


y de ensueños que,
en la adultez dudosa,
tomaron nombre y forma en tu presencia
aunque la bruma
solo dejara soñar con los contornos
borrosos
del misterio
y el anochecer hiciera presentir
un hasta nunca
más mortal que el miedo.

Costa lejana
¿cómo llegar a ti, cómo pedirte
al menos un rincón de playa
oculto y silencioso
donde posar mi cuerpo a descansar su viaje
de tantos siglos buscando
tu consuelo?

© Francisco Wong Matos


Francisco Wong Matos (1963). Cubano, La Habana, Cuba. Ingeniero
Electrónico. Publicaciones en Letralia (www.letralia.com) ediciones 125,
148 y 184, Destiempos (www.destiempos.com) y Remolinos.
Narrativa

"En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se
diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido
para no aceptar las cosas tal como me son dadas"
Julio Cortázar


ZABALA Héctor

ENCUENTROS EN EL MAR

El viejo apoyaba los antebrazos en la barandilla. Ya se conocían de vista, aunque jamás


se habían correspondido el saludo. El recién llegado se puso a la par, casi codo con
codo, imitando la postura del viejo. Las sirenas del barco se escuchaban cercanas.
–Así que contemplando las estrellas para gastar el tiempo. Se ven brillantes, ¿no?
–Ay, joven, ¿a mi edad se puede dejar morir otra cosa que no sea el tiempo? Mire, no
me gusta esta música moderna. No, no voy a perder el poco oído que me queda, por más
que ese hombre quiera insistir con sus fiestitas.
El viejo y el joven (que no era tan joven como el otro pensaba) se miraron un instante,
creyendo reconocerse. Era algo difícil de explicar. Estaba ahí y no estaba. Al fin y
después de una pausa, enojosa por cierto como suele ocurrir con esas pausas, el que
aparentaba más joven se atrevió a decir:
–Tiene usted razón. Las melodías no van con este asunto del mar, por más que el
mandamás se imagine lo contrario. Si yo fuera él, no dejaría que interfiriese la música.
Y en cuanto a la sordera, no se preocupe, yo descubrí hace tiempo que las hay
beneficiosas. Mire, le diré, hará un montón de años, yo...
Y su alma se explayó en la anécdota, y los recuerdos surgieron como aparecidos a los
que el mundo debía cobijar de nuevo. Palabras que el viejo en parte dedujo y en parte
no; más por culpa de la sordera que de las neuronas.
De nuevo la pausa enojosa. Ese espectro brutal que llamamos silencio. Ese escollo, en
forma de sigilo educado y modoso, entre seres cultos pero distintos, que aparecen de
pronto y están como obligados a permanecer quietos y frente a frente, sin saber cómo
continuar ni qué decirse ni cómo o dónde poner brazos y manos. Sí, como dos mundos
disímiles que ocupan un mismo mundo.
Al fin, el que parecía ser más joven rompió los pensamientos del compañero:
–¿No habría que intentar avisarles?
El otro sonrió desolado sin mirarlo siquiera:
–¿Avisarles?, ¿para qué? ¿Para qué hacer cosas heroicas? Somos inútiles y viejos para
ellos. Ni nos verían. Tendrán menos oído que los marineros de su anécdota o que yo por
mi vejez. Y en cuanto a ceguera, créame, no hay generación que les gane. Mejor
déjelos, que sigan felices, envueltos en su mala música y abismados en su baile ridículo
que en todo hace agua. No hay nada, absolutamente nada en lo que podamos ayudar.
Y otra vez el silencio, apenas roto por la carraspera del viejo tras la brisa helada que
venía del norte y se hacía sentir como nunca.
–¡Pero, ahora que caigo en la cuenta, no nos hemos presentado! –dijo el que aparentaba
ser más viejo, tanto por decir algo.
–Bueno, digamos que no me hace mucha falta –rió el otro–. Usted debe ser el que
aparece nombrado en casi toda cartelera de concierto del mundo. En cuanto a mí, no sé
si la gente me recuerda tanto. No faltará quien crea que apenas soy un mito –terminó
riendo.
–Bueno, de todos modos me presentaré: Soy Ludwig van Beethoven.
–Y yo, Odiseo, rey de Ítaca, aunque algunos prefieren llamarme Ulises.
Y siguieron apoyados con los codos en la barandilla, contemplando el cielo nocturno.
Las agujas del reloj indicaban casi la medianoche. El almanaque, catorce de abril de mil
novecientos doce. Pese a la vejez y a la niebla, ambos espectros ya empezaban a divisar
la enorme masa blancuzca.

“Encuentros en el mar” (cuento): Segunda Mención en el Certamen Literario


Nacional “Prof. Argentina Harrand de Travi" Año 2006, de la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE). Belén de Escobar (Provincia de Buenos Aires), Argentina, 17 de
diciembre de 2006.

© Héctor Zabala


Héctor Zabala. Villa Ballester (Pcia. de Bs. As.), 1946. Reside en
Capital Federal. Contador público nacional (UBA). Narrador y
ensayista. Jefe de Redacción de REVISTA SESAM, publicación
literaria virtual con miles de lectores en 51 naciones. Jurado en
certamen de la SADE (Caseros, 2009) y en dos certámenes
internacionales (2007 y 2008) de la Sociedad de Escritores de
San Martín. Premio Internacional en el III Encuentro Teórico del
Género Fantástico ANSIBLE (La Habana, Cuba, 2006). Finalista
en el Concurso Internacional de Minicuento Fantástico “miNatura
2006” (Madrid, España). Tres Primeros Premios Nacionales
(SESAM 2005, Poetas del Encuentro 2005 y 2008). Cuatro
Menciones Nacionales (SADE, 2006, OPYC 2005, Poetas del Encuentro 2006 y 2007). Varias
revistas literarias han publicado en internet sus cuentos premiados o reeditado algunos de sus
artículos.
Pedro Sevylla

A los hijos de mis hijos,


La renovada esperanza.

DEL ELEVADO VUELO DEL HALCÓN

Pedro Sevylla de Juana


El Escorial (Madrid)
www.sevylla.com
valdepero@hotmail.com
Editado por: Incipit Editores Madrid-2008
ISBN: 978-84-8198-767-6

Huye Juan Frías de sí y considera amigo al tiempo huero, a los días incapacitados para
producir noticias, relojes sin números ni rayas de las horas, manecillas iguales en
anchura y longitud; busca la oscuridad diurna, el silencio estático y la soledad. Con
abulia de alienado gira el afligido en torno al ojo del huracán, zigzagueante fuerza,
espiras y más espiras, viento que no encuentra la puerta de escape. Madrid bulle a sus
pies, los alrededores hasta donde alcanza la vista; cuerpo y espíritu fundidos,
amalgamados en miscelánea confusa, mano y convencimiento infundado, brazo y
esperanza carente de objeto. Voltea sin miramientos su intimidad replegada, encogida,
metamorfoseada; y la terraza del alto edificio se hace atalaya de vigilante o plataforma
de suicida, punto de arranque de la metempsicosis. Se llama Juan y en este instante
rechaza los apellidos que concretan y explican su vida anterior; una vida llena,
satisfactoria: espejismo quizá, ilusión sensorial que la acerca al modelo perseguido. Ha
subido al terrado sin intención precisa, y desea estar solo porque cree que su daño viene
de fuera. Allí, junto al símbolo de la empresa moldeado en plástico rígido y acero
inoxidable, su deseo de huída alcanza un vasto territorio que comienza en las
difuminadas laderas de la madrileña Sierra Norte y tiene su término en lugares y
personas de nombres mitificados por él, en plantas y piedras, en objetos: Nínive,
Praxíteles, Tenochtitlán, ornitorrinco, Krakatoa, hoja lanceolada, rosa del desierto, el
Santo Grial, Marco Aurelio, piedralipes, Olimpo, Isla de Negros, Sakuntala, Fusiellos.
Una hora después, ganada o perdida con apática indiferencia, regresa Juan al despacho
que debe abandonar, terreno propio cedido sin lucha; y el ventanal le muestra un cielo
azul impasible ante los problemas humanos, preocupado más que nada por las
intenciones aviesas de una nube fusca que inicia su andadura allá en poniente. Ni las
vías de la estación de Chamartín, ni las torres inacabadas de la plaza de Castilla o los
elevados edificios de Azca han modificado su aspecto; no se han entristecido un ápice
al conocer la desgracia, y exhiben una displicencia rota por la percepción de
inmundicias desparramadas sobre el suelo próximo. En este Madrid amable que la
competitividad hace inhóspito, a más del tirón de su vela como sucede en la extensión
marina, debe aguantar cada palo el embate de las proas perseguidoras de las mismas
entelequias. Viste Juan un traje de pura lana virgen comprado entre Sol y Callao en una
tienda de tres plantas; un terno gris marengo de confección, terminado a medida por un
sastre de origen cantonés que llegó a España hace una eternidad. Lo estrenó en la
convención sectorial de septiembre y lo lleva con soltura; rasgo personal despreciado
por la estadística que suma su despido a los cientos producidos el mismo día, biografías
dispares y dispersas coincidentes en los listados de la administración. Su infortunio no
es único; lo sabe el interesado y saberlo no endereza el ánimo amorfo, áfono,
descolorido.
Sufre su amor propio el cataclismo desencadenado por el Director de Personal -
compañero de promoción que porta a las espaldas una trayectoria paralela a la de Frías-
cuando, dos viernes antes, el concreto día ocho de diciembre, por nota interna le
comunicó como si se tratara de otro, que el Comité Ejecutivo, en reunión
extraordinaria, había acordado el cese de Juan Frías Blanco, Director Administrativo a
la sazón, quien causaba baja en el puesto y en la empresa debido a necesidades
organizativas. Como si se tratara de otro, como si le hiciera una confidencia de amigo
se lo dio a conocer. ¡Cobarde! El colega ingrato leyó a Juan una misiva distante, hecha
oficial por su propia rúbrica, sustituta de la comunicación oral -palabras propias o
ajenas, tanto da- que el apocado rehúye.
Reemplaza a Frías un pipiolo llamado Francisco González, que dada la corta edad -
treinta y cinco años- y los abundantes títulos obtenidos, no puede haber acumulado
mucha experiencia. Pero qué importa, de los errores aprenderá. Se han dado prisa en
tapar el hueco: a rey muerto, rey puesto. O al contrario, porque la premeditación es un
hecho indiscutible: seleccionado a hurtadillas el heredero en el exterior, pudieron
destronar al reinante. Va Juan tras su cese y no encuentra las razones que lo apuntalan;
según se desprende de los hechos, tanto la lógica como él faltaron a la reunión del
Comité Ejecutivo. Sus compañeros evitaron ambas presencias incómodas. De modo
que es inútil buscar las razones; no hay. Eso sí, existen motivos suficientes que el
perjudicado conoce. Su constante resistencia a los manejos del Consejero Delegado,
neto espíritu de la ambición, deseoso de ocupar el sillón de Presidencia. El desacuerdo
con las bajas forzadas del personal de más de cincuenta años o incómodo para sus jefes.
La reiterada negativa a firmar actas, informes y balances contrarios a derecho. El
rechazo a las prácticas de engaño contable, escamoteo de expedientes, encubrimiento
de hechos sujetos a informe y la más próxima, evasión de impuestos. Faltas, incluso
delitos, de clara consecuencia penal; que no ha secundado por puros principios éticos,
antepuestos al progreso en la carrera profesional o al agradecimiento.
Es terreno de la sicología, pero puede que la voluntad indomable de Juan compense el
defecto anatómico innato: mano izquierda raquítica, tres dedos mínimos en lugar de los
cinco bien desarrollados -activos, prensiles, pulgar opuesto- que de suyo tienen las
personas; tres esbozos dactilares que rompen la simetría corporal y establecen una
individualidad reconocible. Y ahora se hace vitriolo en su herida la insinuación velada
que sitúa la razón del despido en la edad -dos años mayor que la del comunicante- y en
la carencia física, realidad inocua desestimada durante veinticuatro años de ejercicio
elogiado. Esa maliciosa alusión a dos circunstancias que reconoce propias con orgullo,
se convierte en el cuchillo que más profundo penetra en su corazón. La malformación
congénita y la experiencia adquirida, señas de identidad que apadrina dándoles su
nombre, destacándolas ante los demás, son puestas a modo de pantalla, acusadas de
proporcionar causa bastante al despido. Resultan incapaces los autores de expresar el
porqué verdadero; y ese encogimiento, ese sonrojo, utilizando una ambigüedad que
impide el amparo, garfea en las entrañas de Juan y tira de las vísceras con la codicia de
un carnívoro hambriento.
Una vez superada la insidiosa etapa de la niñez, la circunstancia adicional de la mano
disminuida jamás fue usada en su contra. Por lo común, las personas, compadecidas,
asumen una actitud de colaboración tácita. Esperando su paso ante las puertas imaginan
prestarle un servicio obligado, al compartir con él la carga de objetos creen realizar una
obra de caridad; auxilios que acepta por no desairar a los que se conmueven, consciente
de sobrarle tales ventajas en la marcha normal de los días.
El dolor derivado de la destitución –tiempo y espacio recién condensados- se añade al
producido por las muertes cercanas. La de su madre en primer lugar, saya amplia y
moño en el cogote, la buena señora Octavia. Sangre infectada, células que fenecen
exterminando a las cercanas por contagio, agonía ávida del agua que Juan dosificaba
ignorante de la gravedad del mal. Llegó tarde el nombrado especialista, catedrático de
la universidad vallisoletana, eminencia que hubiera puesto en claro las cosas
corrigiendo a la Naturaleza. De nada sirvieron los estudios cuantiosos, interminables; ni
las decenas de volúmenes escritos por él, cuajados de hallazgos; porque la presencia de
vecinos cariacontecidos -arremolinados ante la puerta abierta de par en par- le anunció
de manera evidente que la desgracia se había adueñado de la casa. O la temprana
partida del hijo mayor, inesperada, horas antes de su boda. Accidente de coche derivado
de la excesiva potencia del motor y el pésimo estado de la carretera; tramo de curvas
peligrosas que el mejor amigo embestía diestro hasta cometer el primer error. Factores
hechos confluir al azar con otras circunstancias tan dañosas como el uso de ruedas lisas,
carentes de agarre, y la realización de un adelantamiento pasando por encima de la
resbalosa línea continua pintada en el suelo. Ingredientes, todos ellos, combinados en
presencia de un catalizador: la euforia que la despedida de soltero propiciaba.
Irreparables como son, ambas desgracias ahondan en Juan la herida abierta, para que
penetre el dolor del despido y sume. Se ayudan de otras menos evidentes o más
morosas; como la que afecta al padre, el señor Miguel, suavizada por el temperamento
afable y el optimismo. Tras dejar el pueblo recorre el anciano a su pesar días iguales,
quietos, esperando el viento que hinche las velas de su barca; perdiendo jirones de
ilusión desde el infausto momento en que enviudó, ya con la daga en la espalda de la
pérdida de su nieto querido, muchacho de conducta ejemplar en quien había depositado
sus ilusiones. Se niega a ingresar en una residencia de viejos-niños, como él dice, y va
dando tumbos de la casa de Juan a la del hermano, donde las nueras, animosas y
cordiales, buscan en el calendario un equilibrio para él doloroso. Forzado el abuelo a
cambiar de barrio y familia y, en clara consecuencia, de costumbres y normas -como si
de distintos estados federales se tratara- escinde en dos la memoria de los actos y la
rutina de su comportamiento. Así es: sal derramada sobre la carne viva, al dolor de las
imborrables ausencias y las presencias difíciles, se añade en Juan Frías el daño íntegro
de su injusto cese.
Sin pretenderlo, es Juan uno de los últimos en abandonar el edificio. Quiere dejar los
asuntos en orden y dar fin a lo empezado; hilvanando en la medida de lo posible el
cierre provisional de gastos e ingresos, las cifras aproximadas del balance: parca
rendición de cuentas y ayuda mínima al sucesor. Por ello da ocasión de cortesía a quien
quiere tenerla. Tratando de no coincidir, van llegando unos y otros a intervalos
medidos, para decirle sin las palabras precisas o con ellas ensayadas lo mucho que
lamentan la iniquidad. No, ellos no, ni uno siquiera de los de arriba; los imagina Juan
aislados en la ciudadela de marfil como de costumbre, al remanso de alguna coartada
hecha a base de retazos de ordinariez y cortedad de miras. Dan vergüenza y pena:
piensa.
Retirar de la mesa de trabajo y de las estanterías las pertenencias, produce un efecto
desproporcionado, muy por encima de lo que cabría pensar; y bien mirado se entiende,
pues constituye el primer acto en que la idea abstracta de la despedida toma cuerpo. El
directivo jovial, envejecido de la noche a la mañana a los cincuenta y dos años, dispone
en una caja de cartón, a medias ornato e instrumento, el conjunto de pluma, bolígrafo,
cartuchos de tinta y regla milimetrada, juego de escritorio de plata o plateado que
ordena una bandeja de caoba con los equivalentes huecos. Convirtió en símbolo de la
posición alcanzada ese regalo suntuoso, al ser el más caro de los recibidos y guardar
grata memoria del munificente. Añade libros profesionales, alguna novela o reunión de
relatos con dedicatorias manuscritas y fechas indicadoras de épocas de agradable
normalidad. Autores descubiertos con gozo: José María Requena, Panait Istrati, Bruno
Schulz, Pedro Gómez Valderrama, Antonio Muñoz Molina; de quienes sospecha una
coincidencia que excede la lectura sucesiva de sus textos, próxima a la comunión de
inquietudes por el paso de la gente a través de la geografía hostil y de la sociedad
adversa. Al lado deja una bolsa de aseo, continente del cepillo destinado al cuidado
dental, de la complementaria crema, de una pastilla de jabón alojada en funda de carey,
que a pesar del largo encierro exhala un fresco aroma; y de un frasco de colonia cuya
publicidad -desmentida por la propia experiencia- promete convertir al consumidor en
irresistible imán para las mujeres.
Acomoda en una esquina de la caja, ya más que mediada, un estuche forrado de tela
que exhibe orgulloso las iniciales J y F bordadas a mano; arquilla donde guarda la
máquina de afeitar eléctrica destinada a procurarle un nuevo apurado al atardecer, la
escobilla de cerdas que elimina del depósito los restos de barba, y un tubo de crema
balsámica recomendada por nueve de cada diez dermatólogos para templar la piel
enrojecida. Al lado agrega un pulverizador de líquido quitamanchas, el cepillo que
desprende el polvo seco de los tejidos tratados, y un sobrecito de costura recogido en un
hotel de cuatro estrellas en Palma de Mallorca. Envuelto para su salvaguarda en las
páginas publicitarias de periódicos atrasados, deposita con delicadeza un estilizado pez
de cristal, procedente de Murano, que alguien le trajo tras pasar unos días en Venecia.
En otra caja de mayor tamaño, entre burbujas de material plástico sitúa la cafetera, el
cable arcaduz de la energía y las tazas de porcelana china separadas de los
correspondientes platillos; elementos esenciales en el ejercicio de la hospitalidad debida
a las visitas. Introduce una talla de madera policromada, cuyo argumento es un
encorvado anciano oriental, vivarachos ojos rasgados, extraño gorro, que abraza con
profundo sentimiento de propiedad dos patos o aves semejantes, al que por ello Juan
apellidó, pensando en la célebre novela, “el hombrecillo de los gansos”. Van a
continuación dos cuadros de superficie mínima, pintados por su propia mano cargada
de entusiasmo, de los que nunca quiso desprenderse. Recogen la fachada de la casa del
pueblo donde nació, Husillos, próximo a Palencia; y el corral de las gallinas desde el
portón trasero. Ambos copiados de la imprecisa memoria. Añade papeles cuajados de
ideas, ejes de algún proyecto de realización acariciada, anclado desde hace tiempo en el
fondo de los archivos a la espera de la oportunidad que lo pusiera en práctica.
Cubriendo sus efectos personales extiende la chaquetilla de punto y la bufanda inglesa,
banda de lana que envolvía su cuello cuando, terminado el horario general, trabajaba
solo y la calefacción, ya apagada, no podía evitar el estremecimiento y la desazón. La
dejaba con frecuencia en el perchero aparentando olvido, pues quería exhibirla sobre la
chaqueta de punto tejida por Amelia, obligándola a entrar en una competencia favorable
a la habilidad de la esposa. Prendas cálidas, tapabocas y chaquetilla, encargadas de
suavizar las prolongadas esperas, la estancia indefinida al pie del cañón por si lo
llamaba el Presidente; pensando nuevas maneras de actuar, haciendo números,
resolviendo problemas aún no planteados, arrojando tiempo al abismo, horas y horas
sacrificadas al insaciable ídolo de barro recubierto de oropel al que se había
consagrado.
Llega, mediante tan ordenado acopio, a la conciencia de haber estado respirando una
atmósfera propicia, favorecida por objetos entrañables que daban al despacho su
carácter personal, la sensación de propiedad consolidada, castillo inexpugnable al fin
asaltado. Así que no puede evitar sentirse como un asediado rendido a la felonía, un
socio cedido a precio de saldo al adversario por los propios asociados; un simple
participante en el juego de los naipes, perdedor de la última mano, la que completa la
ruina, descubriendo en ese trance las cartas marcadas del oponente. Y en meros
términos zoológicos y selváticos, se siente una ingenua gacela criada en cautividad,
privada de la capacidad de adaptación al medio, carente de visión anticipada de las
asechanzas, sobre la que salta un león o dispara un cazador ventajista.
La secretaria, a quien se ha ido haciendo con el paso inadvertido de los años, entra a
despedirse. Su hija pequeña padece una rara enfermedad del corazón, y el marido viaja
sin descanso representando a una fábrica especializada en accesorios del automóvil; por
tanto, mujer de bien demostrada fortaleza y alejada de la sensiblería. Aún así, se
demuestra incapaz de evitar el sollozo contenido. Sucede en el último minuto, al
término de la recogida de los objetos propios, cuando baja con Juan hasta el coche
llevando el postrer paquete, un sobre grande repleto de tarjetas postales y recortes de
prensa relativos a lo que fue una actualidad escalonada y, en apariencia, progresiva. El
abrazo, que humedece con lágrimas las mejillas de ambos, reconoce y define la
humanidad del trato recibido. Entendiendo las necesidades disculpó Juan retrasos y
ausencias, y aceptó un horario supeditado a las hijas, a la doble función de oficinista y
ama de casa, forzada a un quehacer sin término. El jefe tolerante recibe las muestras de
aprecio con un franco estremecimiento interior, repetido al cruzar la verja que bordea la
Avenida de Burgos. No se haga reproches, es sólo el precio de la dignidad: musita la
mujer entre dientes cuando el conductor baja el cristal de la ventanilla para desearle un
futuro hecho a la medida de sus deseos.
Barrio de Pacífico, distrito municipal de Retiro, avenida de la Ciudad de Barcelona,
manzana de viviendas con patio ajardinado y piscina rodeada por un seto de laurel,
pérgolas recubiertas de madreselvas y rosales trepadores, pajarillos, palomas. Con la
mente en blanco sale Juan del habitáculo del ascensor, permaneciendo unos minutos
largos ante la puerta de la residencia familiar; y cuando introduce la llave equivocada se
convierte en hierro candente la carga que trae. Repite intento, abre, penetra, cierra,
cruza el vestíbulo, sigue pasillo adelante y deposita una caja bajo cada mesita de noche,
cajones flotantes, en el interior de una alcoba con paredes enteladas de color salmón,
donde la cama de matrimonio se adueña del espacio principal. Sentado Juan en el lecho
va buscando sitio a elementos de memoria de los que desea desprenderse, y a los
cuales, en contradicción flagrante, se ase como a tabla de naufragio. Los suyos, esposa
e hijos, por suerte, han salido; no sabría como afrontar el encuentro. Desasida la
botonadura viste aún el gabán, y observa el crucifijo protector del tálamo como si lo
acabara de descubrir; fijándose al instante en el espejo, subido dos palmos sobre la
cómoda, que recoge en su bruñida superficie el ángulo recto de pared y techo y la
puerta entreabierta del cuarto de baño.
Acaba el amargo veintidós de diciembre y la Navidad, pavo real fatuo, no osa desplegar
la cola en la casa. El que fue hogar industrioso parece vivienda deshabitada, cobijo del
polvo que cubre las áreas receptivas. En dos anillos concéntricos se despliegan la
tristeza y la fiesta; él primero íntimo, denso: piel áspera, dogal opresor, cilicio de
espinas abrazado a la cintura; el segundo -músicas y luces multicolores que invaden las
calles, los portales, las escaleras y las viviendas contiguas- ajeno, sutil: finísima
cuchilla que secciona la piel dañada de la herida. El ambiente festivo asedia a la
aflicción –anómalo catarro estival- relegándola al rincón oscuro del cuarto trastero
donde se hace fuerte. Agoniza el año y con él una forma de vida ancha, larga, alta:
capaz. Fuera o no aparente el contenido, aire o humo según la crítica extremada,
reemplazarlo por otro que empuje las paredes dando sensación de crecimiento, va a
resultar sendero cuesta arriba. Mientras tanto, por si ayudara, trata la víctima de
diferenciar el despido de sus efectos inmediatos; porque encontrándose causa y
consecuencia tan próximas, puede que la resultante no sea la suma de ambas sino su
producto o su potencia.
Obedece a ese intento reductor del mal la búsqueda de asideros que Juan emprende. Lo
cierto es que pasa las noches en blanco girando sobre un eje inestable, y atados al
cerebro con hilos oscuros percibe los malos pensamientos. Los imagina temerosos de
una expulsión horizontal, a modo de asientos colgados del techo giratorio en una
vertiginosa atracción de feria. Se acerca agotado a la enemiga madrugada y entre
densas brumas, dormido a medias -rocío sobre la frente enfebrecida- convoca su
memoria la imagen del primer amor, ejemplo de lo limpio, de lo sencillo, de lo puro.
Era verano, andaba el estudiante Juan preparando los exámenes de la reválida
correspondiente a cuarto curso, y acudió a las lecciones de un profesor de repaso –
alrededores de la catedral en Palencia: travesía de Antonio Maura- buscando el
aprobado. Allí encontró, también alumna suspendida, tímida, ajena a aquello que
mancilla la inocencia, a una muchacha preciosa y diligente de largo nombre: Ana María
Inmaculada. El Hombre que fue Jueves, Las paradojas de mister Pond, Alarmas y
Digresiones, La Esfera y la Cruz, El Candor del Padre Braun, Ortodoxia, La hostería
volante, iba él muchacho prestando a la lectora; y en las páginas cómplices del
admirado Chesterton, numeraba apenas ciertas palabras en un orden constructor de las
frases que su parvo atrevimiento permitía: elogio, amor, ideas, pensamientos. En los
libros que ella retornaba ya leídos, sustituían nuevos números a los borrados: elogio,
amor, ideas, pensamientos. Los separó septiembre.
Contribuye el transcurrir del tiempo a ennoblecer los hechos pasados, y en los presentes
instantes, que Juan sospecha deseosos de hallar en su pecho albergue duradero, reclama
el cariño y la belleza, la casta ingenuidad y la rectitud de sentimientos, revelados aquel
verano de repasos, por la muchacha que descubrió en la lectura una actividad
apasionante. Y cuando el alba se abre con la esmerada dedicación del capullo que va
haciéndose flor, llega la femenil presencia a consolar su desconsuelo inconsolable.
© Pedro Sevylla de Juana


Pedro Sevylla de Juana. Nació en Valdepero (Palencia), España, en marzo de
1946. Deseoso de resolver las incógnitas de la existencia, comenzó a leer libros a los
once años. Para explicar sus razones, a los doce se inició en la escritura. Ha vivido en
Palencia, Valladolid, Barcelona y Madrid; pasando temporadas en Ginebra, Estoril,
Tánger, París, Ámsterdan y Évora. Publicitario, conferenciante, articulista, poeta,
ensayista y narrador; ha publicado diecisiete libros. Reside en El Escorial, dedicado por
entero a sus aficiones más arraigadas: vivir, leer y escribir. Premios de mayor relieve:
1997- Relatos de la Mar, 1999- Ciudad de Toledo de Novela, 2000- Internacional de
Novela “Vargas Llosa”, 2001- Paradores de Turismo de Relatos y 2005- Finalista del
premio de novela Ateneo-Ciudad de Valladolid. Obra: NARRATIVA: Primera etapa:
Los increíbles sucesos ocurridos en el Principado (1982), Pedro Demonio y otros relatos
(1990). Segunda etapa: En defensa de Paulino (1999), El dulce calvario de la señorita
Salus (2001), En torno a Valdepero (2003), La musa de Picasso (2007) y Del elevado
vuelo del halcón (2008). POESÍA: Primera etapa: El hombre en el camino (1978),
Relatos de Piel y de palabra (1979), Poemas de ida y vuelta (1981), Mil versos de amor
a Aipa (1982), Somera investigación sobre una enfermedad muy extendida (1988), El
hombre fue primero la soledad vino después (1989), Madrid, 1985 (1989) y Aiñara
(1993). Segunda etapa: La deriva del hombre (2006). ENSAYO: Ad memoriam (2007).
EDICIONES COLECTIVAS: Premios de narraciones "Miguel Cabrera" (1997),
Premios "Relatos de la Mar" (1999), Premios "Paradores" de Relatos (2002) y
Antología de cuento breve. Salón del Libro Hispanoamericano. México (2009). Página
Web: www.sevylla.com
Álvaro Valderas

TENSIÓN ACUMULADA

Fui el primero en subir a la oficina tras el almuerzo. Como de costumbre, me


puse a jugar con el ordenador, porque aún me quedaba casi media hora, y entonces me
pareció escuchar algo. Primero fue un ruidito quizás imaginado; luego, otro. Al tercero,
con toda la gente ya reintegrada a sus puestos de combate, la muchacha de mi derecha
se sobresaltó, me preguntó –como echándome la culpa− qué había puesto allí debajo, y
después me forzó a mirar debajo de la mesa, sin resultado. Poco a poco, igual que un
remolino formándose y cobrando fuerza, se iniciaron los chillidos, un cuerpo
revolviéndose, los mordiscos al aire cuando intentamos acercarnos (no lo habíamos
visto bien; cuando lo hicimos, pegamos un salto hacia atrás). Con tanta tensión en la
oficina, parecía otro compañero cualquiera, uno más de nosotros aquel lagarto
enfadadísimo que gritaba y chasqueaba la lengua y golpeaba con la cola en la pared.
Ningún animal hubiera podido entrar en el recinto sin ser visto, en el ascensor, al
atravesar la única puerta con nosotros: era el diablo.
Lo rodeamos, guardando cierta distancia, y lo observamos mientras se revolvía y
soltaba hilos de fuego. Algunos rezaban. A mí tanta maldad me daba miedo, y por
dentro pedía, una y otra vez, que se desmaterializara, que se fuera por donde había
venido y se llevara su espectáculo de ira. Al cabo, se perdió entre las patas de los
muebles y los cables, las baterías, las papeleras y polvo y, aunque sabíamos que había
desaparecido, nadie se atrevió a retomar el trabajo porque sufríamos de un miedo
nervioso en las piernas, una inquietud, y pese a las amenazas de los jefes nos fuimos de
allí, muchos para no volver, otros, como yo, solo hasta el día siguiente.

© Alvaro Valderas


Álvaro Valderas. Nacido en España, actualmente soy escritor publicitario y profesor
universitario en Panamá. He colaborado con una veintena de revistas y periódicos, he
publicado un libro de relatos (Diputación de León, 1990), una novela corta (Diario de León,
1994) y una novela (Ediciones del Curueño, 1998), dos libros de texto y he aparecido en varias
antologías y recopilaciones. También he escrito guiones para vídeos y para cine.
Ulises Paniagua Olivares

PARA DOMAR A LAS FURIAS

En vano lo intenté todo: el engaño, el recurso, la técnica indicada. Con la parsimonia de


una gangrena que trepa desde la planta del pie hasta alcanzar la cintura, la inutilidad de
mis esfuerzos me ha venido acercando a una contundente desesperación. Hoy, mientras
escribo asomado a la ventana, contemplando una horda de trabajadores que se organiza
allá abajo, una colmena de sombras apilándose una sobre otra bajo el silencio inquisidor
del patio de maniobras, tengo la certeza de que la historia está próxima a su fin: un ritual
exacto; una cuota de sangre invariablemente exigida para bañar las losetas del
vestíbulo. Y no sé a bien por qué, pero tengo la impresión de que ahora sí podré
descansar.

Sucede que yo no creía en las leyendas donde se cuenta que en cada obra debe existir
por lo menos un difunto. Tales historias me parecieron siempre un producto de la
imaginería popular, fanfarronerías de albañiles y carpinteros borrachos que gritoneaban
en las cantinas en medio de una soberbia desmedida, mientras se encargaban
irresponsablemente de agotar hasta el último centavo de sus rayas. Como toda persona
que se precia de cierto rigor científico, desconfiaba de la veracidad e incluso de la
ingenuidad de los trabajadores. Pero no se trataba de ninguna broma; hablaban en serio,
lo podía adivinar en sus ojos expectantes.

-Ingeniero- me decían algunos- ya llevamos tres meses, y ni un muertito.

-Ingeniero –me comentaba el maestro yesero, ya vamos para el año y medio y todavía
nada; el edificio se nos va a caer. Recién estrenado se nos va a caer, ya se lo digo.

-Figúrese, la torre de arriba, la de “Residencial de los Demiurgos”, se desplomó hace


dos meses, así nada más sin avisar. Nunca se supo por qué, pero luego de las
averiguaciones dicen que sacaron la conclusión de que fue porque nadie se había muerto
mientras la levantaban. ¿Cómo ve?

En un inicio todos estos comentarios me parecieron necedades, creencias absurdas de un


gremio primitivo e ignorante; pero una vez que llegamos a los dos años y ya cerca de la
terminación de obra, sucesos extraños empezaron a ocurrir. Un lunes muy temprano
saquearon la bodega; el miércoles siguiente nos clausuraron durante dos días la obra por
conflictos con el sindicato; el sábado tuvimos un conato de incendio en el piso treinta y
nueve; y a la semana siguiente, en medio de un asombro general, nos enteramos de que
el contador de la empresa había cometido un fraude terrible que nos impidió comprar
materiales con la prestancia requerida. En resumen, que el programa de entrega se me
vino abajo como una hilera de piezas de dominó, arrastrando en la mala racha
problemas adicionales. El día de la Santa Cruz, cediendo un poco a las costumbres de
los trabajadores, quise organizar una misa bajo el pretexto de respetar la fiesta, pero
sobre todo con la oculta intención de bendecir la obra contra las malas voluntades. Para
mi mala fortuna, el sacerdote que estaba programado para tal fecha no pudo llegar, pues
justo aquella mañana cayó enfermo de una tifoidea espantosa. La idea empezó a
obsesionarme. ¿Y si dijeran la verdad?, ¿si la lógica en tal caso tuviera que ceder ante la
superstición? Si bien era cierto que no me convencían sus argumentos, también era
cierto que la torre del residencial vecino se había derrumbado de una manera por demás
misteriosa. Después de todo, detrás de cada leyenda existe un soporte histórico, un
asomo de realidad. Tal vez las fábulas novohispanas donde se rumoraba que se
enterraban cadáveres de niños en los basamentos de los puentes para aumentar su
resistencia, no eran tan infundadas como pudiera suponerse, a saber.

En el aislamiento que levantar un edificio en la periferia de la ciudad implica, y víctima


de una angustia creciente al comprobar la proximidad de la terminación, imaginaba de
vez en vez que un fierrero se aproximaba a una de las orillas del nivel trece sin fijar el
arnés, y trastabillaba con una varilla mal colocada, o resbalaba con una plasta de
impermeabilizante. En mi mente eufórica, lo veía caer, descompuesto y suplicante,
destrozarse cada hueso al impacto del concreto de la planta baja, como un costal de
cascajo. Me da vergüenza aceptarlo, pero una vez hasta me reí al pensar lo que dirían
los demás al ver el charco de ese líquido espeso y oscuro escurriendo desde su cráneo.
Pero una vez devuelto a la realidad, lejos de este tipo de perversas fantasías, con tristeza
comprobaba que nada había ocurrido. Entonces me sentaba sobre una pila de costales de
mortero a meditar el problema, en medio de la sospecha y las murmuraciones de los
demás.

Así fue como decidí llevar a cabo el crimen. Si era necesario matar para cumplir el
sacrifico y de esta manera evitar una tragedia mayor e ineludible, lo haría a cualquier
precio. Una tarde -aprovechando uno de esos momentos en que la soledad reina entre
trabes y columnas de hormigón, justo antes del almuerzo de la 1:00 p.m.- me acerqué
sigiloso a un oficial albañil que se hallaba descuidadamente colocando tabique para un
muro en el décimo piso, y lo lancé al abismo. Corrí con tan mala fortuna que el pobre
diablo alcanzó a medio aferrase a una cornisa. Cayó apenas en el piso de abajo. Sólo se
rompió una pierna; yo, por supuesto, tuve que ofrecer una disculpa imbécil y nerviosa
después del suceso, pero él no acepto mis excusas; dócilmente movía la cabeza de un
lado a otro, con una resignación tan evidente que me hizo comprender que no le hubiera
importado convertirse en víctima si eso contribuía a la consumación del rito. Su
comportamiento, debo admitirlo, me sobrecogió.

-No se preocupe Ingeniero, no tiene por qué disculparse. Es la Ley y hay que cumplirla.

Sus palabras me animaron. De pronto me sentí un misionero en medio de una selva de


acero corrugado, un oficiante de la justicia constructiva. Después de todo, ahora era el
ungido, el indicado para hacer cumplir la tradición; ergo, ser un asesino en estas
circunstancias representaba incluso un acto de heroísmo. Podía desaparecer a un
trabajador en la revolvedora de concreto, sepultarlo bajo paletadas de arena en la
cimentación, o mejor aún, ahogarlo con absoluta discreción en la cisterna del último
sótano, para acabar con esta jodida pesadilla. Nadie diría nada; el edificio se convertiría
en una tumba discreta y agradecida.

Lo intenté todo, el cielo sabe que intenté todo con ahínco, con método. Pero fallé
siempre, cada ocasión, cada día. Siempre hubo algún error o un titubeo de inexperto que
impidió la consumación del plan, y el tiempo, implacable, siguió su camino. Justo ayer,
cuando revisé el programa de obra, tuve la certeza de que no nos quedaba más de un
mes para concluir los trabajos: un trémulo temblor de impotencia se adueño de mí; miré
a mi alrededor, asustado. En una extensa fila de clavos que circundan las paredes de mi
oficina, colgaban, como reses en espera del momento final, un sinfín de llaves
etiquetadas con el nombre y el número del departamento o la bodega a la que
pertenecen. Desde entonces, desde anoche, comprobé que la frustración, como es de
suponer, se yergue como una sombra funesta sobre los corredores fríos, desnudos de
muebles, del edificio. Ayer los trabajadores estuvieron desconsolados, meditabundos,
apenas y comieron un poco, y a la hora de la salida, muchos ni siquiera se acercaron a
despedirse de mí.

Hoy, en cambio, estoy seguro de que al fin podré descansar, porque hemos llegado al
final del camino. No hay plazo. Lo supe esta mañana cuando, al analizar el plano de las
terrazas para comprobar el acabado en la mampostería de una jardinera, escuché sus
murmullos apagados entre los corredores, cuando percibí sus miradas de complicidad
mientras recorría los estacionamientos. Lo sé ahora que los veo ascender, piso por piso,
la larga escalinata de la torre, una espiral de luz inmensa, cargando cada cual su
antorcha encendida, entonando loas negras y secretas, enfundados en largas túnicas
rojas que guardaban no sé donde. Sé que vienen por mí, sé que vienen a cerrar el ciclo,
a practicar la liturgia. Una horda de cuervos escarlata en pos de cumplir con los cánones
establecidos durante largos siglos.

No puedo continuar. Alguien llama a la puerta de la oficina; no es un ruido estruendoso,


pero resulta amenazador por su insistencia. Debo prepararme para lo que viene. Ahora
dejo de escribir.

2004
EN LAS CATACUMBAS NO SE BAILA TANGO

La sentencia cayó sobre mí, fulminante y letal, como cae una bestia de rapiña sobre la
carroña, para mutilarla:

-Sabes bien, te lo he recordado infinidad de veces, que la Empresa se rige bajo políticas
muy estrictas. Para nuestra corporación, la puntualidad debe ser un rasgo imprescindible
en la personalidad de nuestros empleados. Tú, en cambio, todos los días llegas tarde, y
parece que ni siquiera te importa; en definitiva no tienes remedio. He intercedido ante el
Supremo hasta donde mi cargo lo ha permitido, debes creerme; he sido atento,
comprensivo, con tu defecto; pero tú mismo no te quieres ayudar. No puedo hacer más
por ti. Debo anunciarte, contra mi voluntad, que estás despedido.

El Jefe cerró el gigantesco libro de registros –legajo de pergaminos amarillentos,


gastados- con una rabia incómoda para ambos. Los últimos vocablos permanecieron
estáticos en el aire durante algunos segundos, atrapados entre la desnudez y el silencio
de las paredes de la oficina. La hipocresía en el discurso del Jefe, cuando el propio
vigilante de la Empresa me había advertido de su lengua bífida y sus enredos enfermos,
me causó una náusea profunda. La densa cortina de polvo que se adueñó de la
habitación, una vez que las pastas del libro chocaron estrepitosas entre sí, me hizo
recordar la noche, el abismo. No quería regresar allí. No quería pertenecer una vez más
a aquella mítica pero vergonzosa Legión de Desempleados.
Por mi mente desfiló una multitud de pensamientos; sobre mi pasado, sobre mi propia
persona, sobre las equivocaciones y los regaños injustos y malintencionados; supongo
que es así como los agonizantes deben ver pasar los recuerdos: jirones macilentos en un
carrusel antes de la hora buena. Llegué a pensar que él, mi otro yo, había regresado tras
meses de un descanso premeditado para reclamar lo que era suyo, la silla que nunca
había dejado de pertenecerle: el trono del fracaso. No hubo más remedio que contener
los salvajes embates de la incertidumbre. No hubo más remedio que sobrevivir a la
noticia.

El Jefe me condujo ante La Puerta, ese enorme elemento barroco e impersonal que abrió
sus hojas mugiendo como un becerro. Señaló en dirección al interior. Su gesto, al
indicarme la ruta, casi parecía cómico por la solemnidad con que era ejecutado.
Descendí peldaño a peldaño la estrecha escalinata que conducía hacia las catacumbas,
calculando metódicamente mis pasos, temeroso ante ese largo e inquieto sendero
custodiado por la oscuridad. Sabía bien que a mis espaldas un Arcángel, empuñando
una espada afilada y terrible, me cerraría el paso ante un intento de fuga, así que
cualquier tentativa de escapar estaba de antemano descartada. Débiles antorchas
bosquejaban el recorrido interminable hacia los infiernos. Podía sentir el salitre
adueñarse de mi cuerpo. Las huellas de los escalones parecían multiplicarse hasta lo
infinito entre más se descendía al lúgubre reino. Desde lo más oscuro del macabro pozo,
una loa negra destacaba algunas coplas.

Cuando bajé, el espectáculo me dejó aterrado. La Legión se arrastraba, ajena a todo


pudor, sobre el piso de la gran celda enmohecida. La humedad se tragaba los sueños y
un fétido olor a podre se adueñaba de todo. Los cuerpos se hacinaban, se retorcían unos
sobre otros en un tango que cualquiera hubiera confundido con una tremenda orgía.
Pero en las catacumbas no se baila tango, por más triste que éste sea. Las catacumbas
sufren; y sus estertores, sus lamentaciones, resbalan sobre la piel de esos cuerpos
sudorosos, sucios, hasta oxidar el acero de sus pesadas cadenas.

Yo no quería regresar con ellos. Quería ir arriba, al mundo natural, al sol y las playas y
el terror en medio de una tormenta; o el olor de un jazmín solitario en un parque
público; cualquier cosa era mejor que esto. Sin embargo, no quedaba otra alternativa
que cumplir los preceptos de las potestades del Cabildo Eterno. Ausente, con los labios
cosidos por la impotencia, me despojé de mis ropas con la naturalidad de la víctima que
sabe cómo colocar la cabeza bajo la guillotina. El mundo es un circo barato, el show de
unos monos histéricos que juegan a la oferta y la demanda para pasárselas después
debajo de las pelotas, objeté. Cuando me di cuenta ya había sido encadenado de los
tobillos, y recibía el trato de un perro sarnoso. Los grilletes asfixiaban mi dignidad; de
mis ojos brotaban algunas lágrimas gruesas y desoladas. Me acordé de los santos, yo,
que nunca creí en ellos. Me acordé de mis padres y mis hermanas y de todas esas
invenciones terribles que el ser humano se construye para darse consuelo. Ahora sólo
quedaba esperar. Aguardar esta larga, fatigosa marcha de los días interminables. De mis
labios nació un suspiro. Luego la queja. Luego el dolor más hiriente; los lamentos
desgarrados del que nada espera. Me mezclé entre esos seres bañados en aceites de
carne, bañados en castigo. Me uní a ese carnaval arrítmico y grotesco de los cuerpos en
agonía. Desde entonces espero impaciente el fin del suplicio, la ocasión de abandonar,
de nuevo y para siempre, este tormento que no merezco.
Octubre 2004

CRÓNICA DEL MINOTAURO

He aquí que se dirige al ruedo, vestido de oropeles y luces, en el encuentro mortal con el
primero y único de la tarde. He aquí que se llega, soberbio y decidido, sanguinario
matador cuya atención se concentra en la difícil y próxima faena.

Levanta los puños victorioso y los aficionados gritan eufóricos, se le entregan sin
reservas. Se acerca con gentileza a la barrera, y dedica la faena a una niña triste de
ropita sucia, quien ríe, halagada, en una butaca del segundo tendido.

De la puerta de chiqueros, parco y cabizbajo, trazando con pies de plomo el camino que
debe cumplir, ingresa el animal de lidia. El sudor baña su torso desnudo mientras sobre
su piel rasposa se proyectan reflejos premonitorios. Se trata de un animal proveniente
del encierro de Atlacomulco, un negro medio bragado de ochenta y cinco kilogramos de
peso, quien, en hechuras y pelos, no esta del todo en las carnes justas.

Un pasodoble y un toque de clarín regalados desde las gradas, anuncian el inicio del
primer tercio.

Al salir El animal, el matador aprieta los dientes. Vuelven los recuerdos punzantes del
maltrato que sufrió cuando trabajaba en los turbios cruceros de la ciudad limpiando
parabrisas, vuelve esa maldita sensación del hambre y la gastritis a la altura del alma, el
azoro que implica caminar las calles en una noche oscura, el terror inflacionario, el
asesino fantasma del desempleo. Vuelve en fin, el recuerdo de la injusticia perpetrada
lustro tras lustro en este país de olvido y polvo. Entonces siente que el odio le obliga a
consagrarse esta tarde.

Al animal, en cambio, lo detiene el miedo. Guarda su distancia y esconde la bravura.


Desde que el pueblo decidió promulgar y ejecutar la Ley Talionaria Constitucional, se
había sentido desfallecer, porque sabía que en su persona quedaría el escarmiento
primero.

Una voz en el altavoz de la Plaza anuncia: “en la ley Talionaria Constitucional, se


establece que el país tiene derecho a decidir sexenalmente, y mediante el recurso del
plebiscito , la ejecución de uno a tres de los expresidentes de la República, cuyo
desempeño haya atentado con los cargos de alevosía, ventaja o premeditación, contra
los recursos naturales del país, su economía y desarrollo tecnológico o cultural”.

Por supuesto, la afición sabe de antemano que dicha ley es mucho más extensa y
específica en cada uno de sus puntos, pero le basta por el momento conocer que al fin
ejercerá una función vengativa primordial.
Después de escuchar el toque de clarín que anunciaba su presentación, El animal -ese ex
presidente angustiado- tuvo que lanzarse sobre el matador contra su voluntad, con la
furia recluida dentro de sus huesos calcinados por la osteoporosis. Buscó en su interior
esa violencia iracunda que aquella muchedumbre desatenta y voraz le despertaba con su
desagradecimiento, buscó ese coraje que necesitaba para enfrentar una muerte segura a
manos de aquel limpia parabrisas anónimo, quien ahora se hallaba convertido,
irónicamente, en la figura del momento.

Detrás de la barrera, como prueba fehaciente de la crueldad que las masas habían
exigido contra los delincuentes, un grupo reducido de algunos otros ex presidentes
observaba indignado el espectáculo, aguardando turno para alguna de las próximas
corridas: al inicio de la fiesta, en el paseíllo, se atrevieron apenas a intercambiar algunos
tímidos comentarios. Cuando en el segundo tercio al Animal le clavaron el primer par
de banderillas, una ola de ansiedad colectiva comenzó a apoderarse de sus corazones.

En el tercer tercio, donde el matador (que andaba en gran plan), dueño de una
disposición sin límites pisó con firmeza el sitio que poseía, se aventuraron a sentir un
poco de miedo. Pero en el momento en que El animal semejó un guiñapo ridículo ante
la maestría de los derechazos y los pases de verónica ejecutados con la muleta, supieron
que el poder ejercía, contra lo que hubiese podido suponer cualquier tratado
maquiavélico, una influencia eventual en cualquier vulgo.

Finalmente, cuando después del estoque vieron al Animal caer y sacudirse


espasmódicamente, lanzando sangrientos escupitajos por el hocico, boqueando y
agonizante, un escepticismo terrible se apoderó de cada uno de ellos.

No quisieron quedarse a mirar ese cadáver vergonzante, quien silencioso, clamaba


piedad durante el arrastre lento.

Llenos de pesar, los invitados a la ejecución -y próximos astados- dieron media vuelta y
abandonaron el estacionamiento de la Plaza en su Mercedes Benz, ignorando los vítores
y ovaciones del público, sublimado ante la labor impregnada de torerismo de aquella
figura espigada y enjuta.

Uno de ellos, el Perro, quien gobernara por allá de la década de los ochenta del siglo
pasado, se atrevió a reconocer:

-Para ser un pinche limpiaparabrisas de mierda, tiene mucho oficio el desgraciado. A mí


me gustaron los dos últimos pases que dio.

Agosto2005
CRUCEROS

Aparecen como truenos. En el cruce de cuatro vías, bajo el rescoldo de una puerta
rancia, en los fumaderos de opio. Los reconoces por la soledad que funesta los precede.
Parecen alguien que no espera nada. Son gritos de noche, espasmos de estrellas.
Aparecen como aparecidos, con la redundancia implícita; te recuerdan que detrás del
semáforo en verde alguien te espera; son adornos, suovenirs de ciudad, cajones de
muerto que andan las calles. Su honestidad es evidente, su incertidumbre aterra.
Caminan o esperan, sentados o caminan; y los precede un rugido, un sollozo de viento.


Ensayo

“Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia.


Lo que importa es lo que se hace con ellas”
Jorge Luis Borges


Ensayo sobre la teoría dimensional
aplicada a las letras universales en un todo llamado Dios
(Realismo Dimensional)

Por J. J. Cameron

El género Realismo Dimensional se asienta sobre los cuatro pilares de la Teoría


Dimensional (Fe, conocimiento, experiencia y evolución), como se trata de un
cuadrado, el número cuatro simboliza la perfección. Al llegar al vértice de la evolución
vuelve a empezar, pero desde un peldaño más elevado de crecimiento. Continúa su
trayectoria por los lados del cuadrado: Mi fe se acrecienta, se agranda el conocimiento,
tengo nuevas y mejores experiencias y vuelvo a crecer. Es la base del Realismo
Dimensional que intentaré desglosar.
El ensayo "literario-científico" parte del razonamiento científico y de la imaginación
artística. Cuando comencé a escribir en “serio”, simultáneamente surgían palabras
extrañas, vocablos que al azahar parecían no tener sentido, pero dentro de un contexto
definían una idea. Era como volar en un sueño y rozar la tierra y volver a reflotar hacia
el infinito. Leía y releía, al tiempo que leía otros autores que estimulaban mi
crecimiento. No hay autor en esencia original, todos poseen historias antiguas, sucesos
de la infancia y escritores que nos guían como próceres en la escuela, en el maravilloso
mar de las letras. Ahí estaba mi camino y debía encontrar la forma de dar a conocer mis
historias, con la música interior que identifica al escritor y lo lleva a buen puerto. Al
tiempo, luego de escribir y leer con perseverancia, descubrí dónde estaba la “rareza”. Y
la rareza no era tal. Era el mundo, la realidad tal cual es y en especial aquello que no
vemos. En un principio me incliné por el género fantástico y de terror, pero me di
cuenta que había momentos de amor profundos, párrafos policiales, finales con la
nostalgia más triste o esperanzadora, que al instante se transformaba en un nuevo
comienzo y concluí que el final no existe y por consiguiente el principio tampoco. Me
pregunté: ¿Cómo podía narrar una historia cotidiana si alrededor mío transitaban otras
dimensiones libremente? Almas errantes suicidadas, entidades asesinadas que aún
habitan el lugar, seres del inframundo, mundos extraterrestres, algunos primitivos, otros
desarrollados de categoría celestial, ángeles de amor y maestros y guías espirituales de
la luz, compartiendo el mismo aire con seres de carne y hueso como yo, pero con la
bendita capacidad de sentir las energías invisibles y poder contarlas. No soy médium,
pero de pequeño tuve experiencias energéticas, dónde pude observar partes de mi
ectoplasma saliendo de mi cuerpo. Todo fue caldo de cultivo, semillas que prosperaron
con el tiempo para dar origen no un científico, sino un poeta con ansias de contar cosas
distintas. Alguien llamó a mis cuentos sibilinos. Quería significar que las historias se
cumplían en el futuro.
La comunicación Dimensional no es elitista, muy por el contrario es natural y popular.
Si bien es cierto que el género Dimensional es muy amplio, puesto que introduce todos
los géneros conocidos hasta ahora: ciencia ficción, fábula, fantástico, gótico, hadas,
infantil, maravilloso, microrrelato, negro, poema, poesía, policial, realismo épico,
realismo mágico, realismo trágico, terror, etc., resulta comprensible como la vida
misma. ¿Qué es la vida sino una melange de ideas, situaciones, palabras y emociones
arrojadas al universo en algún tiempo y lugar? Sabemos que tiempo y espacio son
relativos (Teoría de la relatividad de Albert Einstein), que vemos lo que nuestros
primitivos cerebros nos imprimen en la retina: la tercera dimensión; ¿Y la cuarta, la
quinta? No las vemos, lo que no significa que no existan. Cuando no percibimos algo es
por que no está en nuestra sintonía. Todo vibra energéticamente. Nuestro sintonizador o
radio, por decirlo de alguna forma, no está preparado para captar esas ondas de
frecuencia. La energía se mide a través de ondas de frecuencia. Todos los seres vivos las
poseen en su campo electromagnético o aura; un campo electrónico invisible en el
contorno de la materia viva, de unos diez centímetros aproximadamente. Esta teoría
nació del pensamiento; no sé de qué otra manera podría haber existido; la parte literaria
vino después.
Es preciso dividir a los seres vivos, entre los pensantes y los no pensantes. La diferencia
entre los humanos y los animales y vegetales es que los primeros tienen inteligencia,
que es la “capacidad de asociar ideas”, entre otras definiciones que ahora no vendrían al
caso. Tampoco esto sería definitivo pues a nivel empírico se ha demostrado que hay
animales que actúan con una inteligencia primitiva, pero inteligencia al fin. Entonces:
¿Cuál es la diferencia categórica o básica entre los seres vivos? Es la psyché o psiquis,
como la definieron los sabios griegos. Allí reside el alma, y resurge otra pregunta: ¿Qué
es el alma? Es la esencia espiritual del hombre. En sentido general, el soplo que anima a
toda vida. Esta es una definición conocida, pero difiero sutilmente. La mitología griega
o clásica, cuenta sobre una doncella llamada Psique, de una hermosura incomparable
pero de un carácter intolerable a causa de haber sido malcriada. Fue atraída por el dios
Eros debido a su incontenible curiosidad. Un amor entre un dios y una mortal que lejos
de cimentarse en la pasión, la sensualidad y el aspecto físico, tiene un trasfondo
espiritual: Psique, es la personificación del alma. Es una historia de amor platónico.
Eros amaba a Psique y Psique amaba a Eros. El alma pues, son los afectos, las
emociones, los sentimientos. Esta es la visión subjetiva; la objetiva sería el lado derecho
del hemisferio cerebral, dónde brilla el ser creativo o la creatividad misma: cuándo es
estimulada con amor, mejor todavía. El hemisferio cerebral izquierdo maneja la parte
cognitiva: sensaciones, percepciones, pensamientos. En forma extremadamente breve
deseo llegar a la conclusión que el alma está en el cerebro. Alma y espíritu no son lo
mismo. El espíritu se halla en todas las formas de existencia posibles: animales,
vegetales, minerales, etc. La partícula espiritual está ligada al átomo, es decir, a cada
uno de los incontables átomos. No existe mente capaz de imaginar cuántos hay. Si lo
supiéramos seríamos Dios, y como Dios ocupa el Todo, por lo tanto, no puede haber
otro. El gran espíritu es la existencia de todo lo creado, la vida, la muerte, el infinito, el
vacío o vacuidad, la inexistencia misma, la nada, el cero absoluto. Ya no podemos
hablar de dimensiones sino de una sola “Gran Dimensión”, pero para que sea mejor
entendible seguiré con el concepto de “dimensiones”, por tanto todo es dimensional, lo
que vemos, lo que no vemos, lo que tocamos y lo que no podemos tocar, lo visible y lo
invisible, lo perceptible y lo imperceptible, y cualquier otra clase de energía: agua, aire,
fuego, tierra.
Los sentimientos son energéticos y por lo tanto vibran en una determinada frecuencia.
Los sentimientos de odio, resentimiento, celos y envidia son de muy baja frecuencia, al
contrario del amor que tiene altísima frecuencia. Los seres que han evolucionado
espiritualmente, poseen su chakra 4, dónde termina el esternón, llamado también
cardíaco, crecido enormemente girando en el sentido de las agujas del reloj (chakra =
rueda que gira, en sánscrito), desplegando dos colores en el centro mismo del corazón:
el verde y el rosado. Es un centro energético que gira y se agranda con el amor, tal cual
vemos en alguna estampita de Jesucristo, el divino rabí, iluminando su sagrado corazón.
¿Pero entonces, el amor proviene del músculo cardíaco? No, proviene del cerebro, pero
tiene su órgano elegido: el corazón; como la ira tiene su dual en el hígado; la rigidez
mental de una persona extremadamente lineal ataca las articulaciones, los problemas de
las rodillas son por el orgullo, ya que la persona no se arrodilla ante nadie, una simple
bronca que se escucha o se habla, se procesa dando pie a la bronquitis, etc.
El universo es mental, por lo tanto un pensamiento es energía y digo que la energía
sigue al pensamiento. Cuando lanzamos un mal pensamiento al universo, no fue en
vano. El universo lo captó, lo tomó, llegó a destino, hizo su trabajo y volvió a quién lo
envió. Lo que llamaría un boomerang energético. Igual sucede con un buen
pensamiento, por cierto. La parte onírica posee una función significativa: conectarnos
con otras dimensiones utilizando el cuerpo astral, también entre el sueño y la vigilia
entramos en un mundo mágico, de presencias espectrales, celestiales o demoníacas,
dónde podemos sentir manos invisibles en nuestra cama, que tocan y nos desplazan, y la
conciencia que nunca duerme, la psiquis reconoce subconcientemente el bien y el mal, y
nos hace volver de un estado profundo llamado delta al estado alfa, sofocados y
aterrados, o en la tranquilidad de entidades milagrosas, siluetas religiosas que podrían
ser auténticas, o falsos dioses. En ese caso dependerá lo que sienta nuestra alma, y
simplemente necesitarán rezar para que desaparezca.
Tuve la suerte de acceder a varias disciplinas: actuación, angeología, demoniología,
filosofía de Platón, hipnosis, letras, mancias, medicina, metafísica, numerología,
técnicas energéticas, parapsicología, pedagogía, psicología, teología. No soy
especialista en ninguna, dónde resalta el viejo proverbio “el que mucho abarca poco
aprieta”, y estoy de acuerdo con eso. Lo que resultó bueno después de muchos años de
albergar conocimientos, fue que mi consciente elaboraba preguntas, y respuestas a esas
preguntas, que se entiende que son “mis conclusiones” a interrogantes desde joven:
vida, muerte, destino, infinito. Esas materias me ayudaron en la telaraña del
pensamiento a comprender, al menos así lo pienso, cómo se conectan las energías, se
relacionan, se asocian, se cruzan formado una trama compacta como si fuese una
solución química dónde todas las partículas quedan uniformemente repartidas en el
frasco de prueba. Por favor, tengan en cuenta que yo considero que el pensamiento es
energía: la mente piensa y fluyen las emociones del alma.
Las dimensiones se mezclaron para formar la “Gran dimensión”. Es posible que lo vea,
o apenas lo imagine como una posibilidad, pero mi conciencia sigue abierta, buscando
mundos en la luz y en la oscuridad, dónde gnomos, sílfides, ondinas y salamandras
danzan a mi alrededor y a ellos sí los veo, y aunque haya momentos en que me ciegue la
realidad, seguirán vivos en mis creencias, mis oraciones, mis sentimientos. Surge un
pensamiento al respetable lector: ¿Qué puede importarme lo que aprendió este autor
egocéntrico? Pues bien, todos en alguna etapa de nuestra vida hemos sido egocéntricos,
y no me excluyo. En los últimos años he tratado de cultivar mi yo superior, es decir
buscarme por dentro y dejar de lado la máscara y a través del Yo Superior, invocar y
pedir a los ángeles que me muestren el camino. No soy un monje tibetano, aunque
siempre admire su fortaleza, justicia, prudencia y templanza, virtudes cardinales, no
muy comunes en occidente, para soportar la dura vida en su lejana y sagrada ciudad de
Lasha, rodeada de los imponentes Himalaya. Sólo Dios sabe que hizo la invasión China
con ella y su esplendor. El egocéntrico es arrogante, soberbio y vacío. En mi caso
particular creo haber logrado un mediano equilibrio, sin duda muy costoso, puesto que
mi subconsciente sigue tomando “fotos” a una vida loca y circunstancial, que pasa y
deja huellas de involución. Es el mundo que me tocó vivir, es el mundo que elegí para
reencarnar y no debo quejarme, solo fluir como un taoísta que deja que las cosas se
resuelvan como el universo disponga. En verdad tampoco práctico el taoísmo ciento por
ciento. Alguien me llamó una vez “el hombre medianero” y quería significar que soy el
que camina por el medio, entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal, entre la
sabiduría y la ignorancia, entre el egocentrismo y la humildad. La respuesta a todas
estas contradicciones está en la decantación, como un proceso químico dónde las
sustancias de mayor peso se van asentando en el fondo, las partes importantes y
trascendentes se van mezclando. La energía de la fe religiosa, cualquiera sea, produce
los llamados “milagros”. Se entiende por milagro al efecto divino e inexplicable, que
produce un cambio positivo en la vida de alguien o de muchos. En realidad son efectos
energéticos producidos por la misma fe, grupo de personas, operaciones psíquicas a
distancia u operaciones realizadas por entidades del bien, una niña índiga fluyendo a
raudales energía por sus manos, etc. Dios nos da las herramientas para realizar esos
trabajos. En veinte años más la ciencia comenzará a incluir estos “milagros” en sus
libros. Dios está en todos lados, desde la energía que hace girar los electrones alrededor
del núcleo del átomo, hasta el infinito maravilloso, las incontables galaxias, los seres
inteligentes que habitan en ellas, por lo tanto es Dios quién realiza los milagros. Es el
equilibrio natural del universo.
Por un momento supongamos que Dios es un avión bimotor comercial: En la cabina de
mando dos pilotos representarían el cerebro, el hemisferio derecho y el izquierdo, la
materia pensante del avión que conduce el cuerpo a otra tierra. Los pasajeros serían el
plexo solar o cerebro abdominal, el YO SOY del avión, sin los cuales no habría por que
viajar. Funcionando mal es la ansiedad y los miedos. Cuando está equilibrado es el
contacto con otros seres, la paz interior, la voluntad y las decisiones. Las azafatas serían
el corazón de la nave, que tranquiliza, ayudan a estar bien, nos enseñan a enfrentar los
temores, nos alimentan y nos alegran. El alma es el soplo de vida que anima a todos los
que se encuentran allí. El espíritu es el limpio cielo arriba de las nubes, dónde no hay
tornados ni negras tormentas, sólo felicidad. Pero aún faltan dos piezas fundamentales
para mantenerlo equilibrado: las alas. Una es el bien, la otra el mal. El combustible se
va gastando en forma pareja. Ambas deben equilibrarse para que no se incline el avión y
pierda el control. Cuándo se haya estropeado y gastado, la tripulación (alma) deberá
buscar otro avión (cuerpo). Con respecto a las alas no estoy haciendo apología al mal,
por el contrario, lo delato, lo acuso, lo sentencio por haber llevado a la humanidad al
caos. En números, Dios es el 999; 9+9+9=27=2+7=9. El Diablo es el 666; 6+6+6=18=
1+8=9. Para la numerología Satanás es parte de Dios, no por que Dios tenga su lado
oscuro, sino porque el mal también pertenece al Todo, por lo tanto pertenece a Dios.
¿Pero qué puedo hacer si no darme cuenta de lo que sucede? Dios es su infinita
misericordia, dejó vivir a su mejor creación, al primer y más hermoso de sus serafines,
pues como Rey necesitaba sus acompañantes creando sus nueve tronos celestiales. Ese
fue Luzbell, que daría luz al universo, el ángel caído que convenció con sus intrigas a
tres cuartas partes de las legiones de ángeles, aduciendo que podían ser iguales al
Creador. Dios no podía dejar de cumplir aquello que el mismo creara: el libre albedrío.
Envió a su fiel Arcángel San Miguel en una guerra que duró siglos, expulsándolo del
cielo junto con sus seguidores, que aún vagan pidiendo el perdón.
Dios fue el Creador del universo y sus leyes: atracción, causalidad, intencionalidad,
libre albedrío, polaridad, reciprocidad, sincronicidad, vibración y otras. Él no las
escribió en ningún libro ni las escondió en un manuscrito; creó al universo y dejó que lo
oculto se develara al entendimiento de los hombres.
¿Qué significó para mí el conocimiento de algunas disciplinas no convencionales? El
concluir que el Todo es un volumen atómico e inteligente llamado Dios, que comienza
con la partícula espiritual. Así nació la Teoría Dimensional, que después fue necesaria
obviamente la demostración, pues de que vale la teoría si no se pude demostrar. La
demostración fue en base a la observación, terapias energéticas y la respuesta de los
sueños. Seguro que ningún científico aprobaría algo que en apariencia es utópico, pero
en poco tiempo la Era de Acuario despertará la conciencia de los futuros hombres y
podrán ver con claridad. He tratado de demostrar la Teoría Dimensional a través de la
escritura, puesto que el aprendizaje decantó en la poesía, la narración, la dramaturgia, el
ensayo u cualquier otra forma de comunicación literaria, lo que creí conveniente llamar
Realismo Dimensional.

1- TEORÍA DIMENSIONAL:

A- De cómo se relacionan las dimensiones en el universo haciendo la Gran


Dimensión o Dios en acción.
B- De cómo lo que observamos y lo que no, es energía. La materia la vemos por ser
energía condensada.
C- De cómo la energía forma cuerpos o volúmenes, en movimiento o en reposo. La
energía siempre está en movimiento.
D- De cómo los seres humanos somos una experiencia espiritual dentro de un
cuerpo. Somos un espíritu con cuerpo y no un cuerpo con espíritu.
E- De cómo Dios es espíritu y al tomar parte de ese espíritu, como un granito de
arena, también somos parte de Dios y por lo tanto somos eternos.

2- COMPROBACIÓN EMPÍRICA:
A- Observación: Acontecimientos desde el vientre materno, hasta el aquí y ahora,
sin pausa. La energía no tiene pausa, tal cual el silencio, el sueño, el ocio, etc. Ensayo y
error (Técnica de Jean Piagett).
B- Conciencia: El subconsciente manda permanente imágenes y palabras al
conciente para ser procesadas, formar estructuras y tomar decisiones.
C- Onírico: El proceso onírico es una experiencia dimensional, un aprendizaje
sobre los planos invisibles que pueden descifrarse al despertar. Hay contacto con
energías de seres que perdieron su cuerpo.
D- Técnicas energéticas: Armonía y equilibrio en cuerpo, mente y espíritu.
Operaciones psíquicas con comprobaciones radiológicas y la curación del paciente. La
sanación es energética con presencia de energías superiores o maestros espirituales.
Desarrollo de chakras energéticos: el 6 incrementa facultades psíquicas como la
clarividencia y la clariaudiencia. Algunos desarrollan la mediumnidad.
E- Escritura: Es la esencia de todo lo aprendido. Preparar la tierra, echar la semillas,
cubrirlas con una capa de tierra para que los “pájaros” no las coman (el mal pone palos
en la rueda), se riega con el agua que quita la sed y nutre el conocimiento, y con la
paciencia de los ancianos, crece el tallo que servirá de sostén a la bella rosa. El perfume
de la flor es el regalo de Dios al esfuerzo de la mente.

3- COMENTARIO FINAL:

Necesitaba escribir este ensayo para darle cimiento al género literario que propongo: El
Realismo Dimensional. A mis queridos lectores les digo que yo no descubrí nada, tan
sólo creo que redescubrí algo que muchos han escrito antes, gozado, vivido, pero quizás
no se dieron cuenta como funcionaba. Soy maestro de Reiki Tradicional de Usui, cuyo
primer maestro el siglo pasado fue Mikao Usui. Según narra la historia, él redescubrió
una técnica de curación física, mental y espiritual, canalizando energía cósmica y
fluyendo por las manos, aplicada mucho antes, seguramente en la perdida Atlántida y
Lemuria. Muchas técnicas se han usado en este y en otros mundos: la chamánica
americana, la africana (yorubas, orixas), la afro-brasileña, el candomble, las operaciones
psíquicas y envíos energéticos a distancia con reiki, las operaciones astrales que realiza
el espíritu del médico operador en el cuerpo del paciente, la magia blanca, la magia
negra, la magia roja, etc. Jamás descarté la medicina alópata, que se extendió por el
mundo entero y cura la mayoría de los casos. Seguiré buscando, aprendiendo, porque la
sabiduría es una pirámide invertida, mientras más se sabe más se agranda la base y las
dudas para seguir aprendiendo. Algunas cosas las contaré, otras las transformaré en
versos para cantarle a la vida. No se olviden de rezar. Dios los bendiga.
© J. J. Cameron


J. J. Cameron. Primer premio certamen de poesía “día del escritor”
del círculo de poetas, entre ríos, argentina. Tercer premio certamen
de poesía “conservatorio literario de rosario”, santa fe, argentina.
Mención especial certamen de cuento corto “conservatorio literario de
rosario”, santa fe, argentina. Tercer premio certamen de cuento de
corto “homenaje a la poetisa Rosalía de Castro”, buenos aires,
argentina. Quinto premio certamen de poesía “homenaje a la poetisa
Rosalía de Castro”, buenos aires, argentina. Mención especial y
publicación de poesía en libro “voces hispano-hablantes certamen
Isaac Asimov”, buenos aires, argentina. Mención especial y
publicación de cuento corto en libro “voces hispano-hablantes
certamen Gustave Flaubert”, buenos aires, argentina. Mención de
honor y publicación en cuento, del sexto certamen nacional y primero
internacional de cuento y poesía “junínpaís2007”. Mención especial y publicación en cuento
homenaje 85 aniversario del abc del partido de corcubion, España. Mención especial y
publicación de poesía en revista “noticias de la musa”, buenos aires, argentina. Publicación
libro “cuentos dimensionales”, promocionado en la 35ª feria internacional del libro en buenos
aires, argentina (2.009). Primer premio cuento programa acompañando, décimo aniversario
1.998 - 2.008, certamen literario “rose mar y chomali gomez”.
Enriqueta Arvelo Larriva
Cada palabra, el perfil de la voz de un silencio a
semejanza de una soledad

Por María Cristina Solaeche Galera

“Como si fueran sombras de sombras que se alejan las


palabras,
humaredas errantes exhaladas por la boca del viento,
así se me dispersan, se me pierden de vista contra las puertas
del silencio.”

Olga Orozco
Enriqueta Arvelo Larriva, nace el 22 de marzo de 1886, en Barinitas, un pueblo
enclavado donde se enlazan el piedemonte andino y el llano, al norte del estado Barinas,
en Venezuela.
Su padre, Don Alfredo Arvelo, hombre de Fundo y de “a caballo”, y su madre, Doña
Mercedes Larriva, maestra de escuela, con quien aprendió las primeras letras,
conformaban junto a sus cinco hijos, una familia con vinculaciones políticas adversas al
régimen del sátrapa Juan Vicente Gómez, y venida a menos por los atropellos y
vejámenes de quien dictatorialmente se adueñó de Venezuela durante casi tres décadas.
Huérfana desde muy niña, pues muere su madre cuando la poetisa apenas contaba los
cinco años:

(…) iba a gusto


tras el cabello recién bañado de mi madre.
Amaba a mi madre,
mas a veces ella era para mí
sólo una palidez nimbada. 1

Influenciada en sus inicios poéticos por su abuela materna “mamá Florinda”, y después,
por su tía Atilia Torrealba Febres Cordero, reconocida poeta en esa tierra llanera, quien
le enseñó las reglas básicas de la versificación y la motivó a escribir sus primeros
versos.
Fue, una vehemente autodidacta de las lecturas de los poetas del Siglo de Oro Español:
Lope de Vega, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, San Juan de la Cruz y
Santa Teresa de Ávila, y de los poemas del poeta nicaragüense Rubén Darío, que
publicaban los periódicos de Caracas. Motivada por su hermano, nuestro esclarecido
poeta modernista y revolucionario, Alfredo Arvelo Larriva, quien sembró en su
espíritu según palabras de Luis Beltrán Prieto: “esa agónica sed de los poetas, que ven
pasar el río y no mojan sus labios, sino que van al fondo a rescatar luceros.”
En febrero de 1930, la poetisa decide visitar la Capital por vez primera, regresando al
Llano poco tiempo después, con un mayor entusiasmo en la poesía.
El 8 de agosto de 1931, se crea el Ateneo de Caracas, allí, en la planta alta de una casa,
ubicada de Marrón a Cují, en el Nº 43 de la Avenida Este, propiedad del general
Vicencio Pérez Soto; corriendo el riesgo que significaba intentar fundar cualquier tipo
de asociación, dada la represión continua que ejercía la dictadura del Bagre por temor a
la “conspiración”, un grupo de mujeres convocó a un número considerable de
personalidades y artistas, sin obviar siquiera a las familias vinculadas con el poder, a la
fundación de lo que pronto llegó a considerarse como la República Libre de los
Intelectuales; y dentro de sus actividades destacará posteriormente, la participación de
Enriqueta Arvelo Larriva.
En 1934, muere su amado hermano Alfredo Arvelo Larriva, el 13 de Mayo en Madrid; y
cuando son repatriados sus restos en 1949, la poetisa publica una excelente nota
biográfica “Alfredo Arvelo Larriva – Noticias de su Vida y su Obra”.
En 1939 edita con la Asociación de Escritores Venezolanos, su poemario “Voz
aislada”, es el primero que publica, pero, el segundo que escribe.
En junio de 1941, obtiene el premio en el Segundo Concurso Femenino Venezolano,
promovido por la Asociación Cultural Interamericana, con el primer poemario que
escribió: “Cristal nervioso: poemas”, y un jurado conformado, por Carlos Eduardo
Frías, Ada Pérez Guevara y Pedro Sotillo.
En 1942 escribe “Poemas de una pena”, una elegía a la muerte de su padre.
Desde 1945 hasta 1947, ejerce breves cargos políticos como Diputada a la Asamblea
Legislativa del Estado Barinas y como Diputada Suplente de la Asamblea
Constituyente en 1947.
A partir de 1948, se radica definitivamente en la capital, Caracas, lo que le permitirá
estar en permanente relación y vigorizar sus vínculos con reconocidos representantes de
la intelectualidad venezolana.
En 1949, edita el poemario “Canto de recuento”, como un homenaje al regreso de los
restos de su hermano Alfredo Arvelo Larriva a su patria, Venezuela.
En 1957, publica su quinto poemario “Mandato del canto: poemas” y recibe por esa
obra, el Premio Municipal de Poesía.
Y, el 10 de diciembre de 1962, muere en Caracas, a la edad de 76 años, como había
vivido, en soledad, acompañada solamente de la voz de sus poemas.
En 1963, las Ediciones de la Presidencia de la República del gobierno de Rómulo
Betancourt, edita póstumamente su último poemario “Poemas perseverantes”.
Enriqueta Arvelo Larriva, publicó también algunos de sus poemas en el semanario
Patria y Unión de Barinas, y en periódicos locales y regionales como El Impulso de
Barquisimeto y El Diario de Carora; en Caracas, en El Universal, donde aparece en las
primeras páginas de las novedades literarias y, en el “Papel literario” de El Nacional.
Mantuvo también, un hermoso epistolario con poetisas del prestigio de la chilena
Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou.

Este ensayo: “ENRIQUETA ARVELO LARRIVA: Cada palabra, el perfil de la


voz de un silencio a semejanza de una soledad.”, es, ese su viaje al universo interior de
su soledad, de su silencio, de su voz y del afecto de un amor postergado, constantes
poéticas en su obra lírica, y que motivaran subyugantes poemas.
La poetisa, se adelanta a su tiempo, más allá de las vanguardias literarias, es la primera
voz de mujer que se singulariza en el devenir de las letras líricas venezolanas; en el
contexto de una desolación intelectual para la mujer, ella logra entretejer esa su voz,
esas sus ausencias, a través de las hendijas que pasan desapercibidas para el resto de un
país con una atávica visión androcentrista; imponiéndose como mujer, esquivando el
destino que le atañía, y trasgrediendo la “normativa” de las leyes patriarcales y
religiosas:
“Buena o mala, voz es lo único que tengo”
En una Venezuela hasta esos momentos, donde la dignidad de la mujer la ponderaba él,
el hombre, “asignándole” su status, imponiéndole las limitaciones de los patrones de
una “vida social”, inhibiéndola de casi todas las manifestaciones “culturales”,
permitiéndosele tan sólo acceso a una mínima fracción de la “herencia de la vida”. Aún
así, aún a pesar de ese lastre, se eleva su voz desde la provincia, desde el llano y luego
desde la capital, su por ella misma llamada “voz aislada”.
De esta sensibilidad, de esta audacia, de este culto a la voz del silencio, de ese ceñir su
palabra a los predios de la poesía, jamás, antes de Enriqueta Arvelo Larriva, habían
tenido versos así, eco femenino en los reacios oídos masculinos:
Gracias a los que se fueron por la vereda oscura
moliendo las hojas tostadas.
A los que me dijeron: espéranos bajo ese árbol.

Gracias a los que se fueron a buscar fuego para sus cigarrillos


y me dejaron sola,
enredada en los soles pequeños de una sombra olorosa.
Gracias a los que se fueron a buscar agua para mi sed
y me dejaron ahí
bebiéndome el agua esencial de un mundo estremecido.
Gracias a los que me dejaron oyendo un canto enselvado
y viendo soñolienta los troncos bordados de lianas marchitas.

Ahora voy indemne entre las gentes. 2

El deseo de imprimir su huella precursora, la trama de su phatos, su tono poético


abierto a los vértigos del alma, con el acento desesperado de sus aires atestados de
silencios e íntimas revelaciones, de amparar su soledad con su voz tan propia, cultivada
apasionadamente con un lenguaje henchido de acordes, conjurando el vacío, buscando
darle encantamiento, en latidos que convidan a una sublimación absoluta donde su
imaginación creadora se encierra para mostrarse en el eco de su entelequia, con versos
de una franqueza que estremecen:

En el aire ancho y aromado ha ido sola mi voz.


En vano busqué ansiosa.
Todas las voces se han ido.

Ahuecaba mis manos y lanzaba mi voz.


Y salía a recogerla. Yo misma.
Qué dolor desolado, agrupadas voces,
el de no tener la voz compañera.

En el ámbito soleado y ciego,


en la zona sin voces,
sobre la grama desmandada,
he ido presente por caminos que no me oían. 3

Para ese momento histórico en la “Patria Literaria”, Enriqueta Arvelo Larriva, es la


pionera, la primera voz poética que se alza surgiendo de las hondonadas recónditas del
alma femenina, y lo hace, desde los espacios donde ocurren los encuentros consigo
misma, tamizando su soledad, descifrando lo incomprensible y enigmático del silencio
que la rodea y abruma, intentando dar voz auténtica al duelo por la entrega amorosa
aplazada y los frutos de ese apego menguando con ella, en poemas trémulos de amor y
“confesionalidad”:

Quiero saber, hombre lejano que me llevaste


por una ribera muy tuya para mí desconocida,
si en un paso de insomnio
tus pájaros briosos y relucientes
picaron en las moras zumosas de mi soledad.
Si me sentiste allí,
en la espesura de tu bosque sumido,
como hoja soterrada,
como liana sin anillo,
como brisa curiosa
castigada en cárcel pavorosa y oscura.

Si me aspiraste en el último humo de la tarde


o si pasé despertándote por tu más raro amanecer.
(…)
Dime si me tomaste como canción de sueño
o como lengua de fuego en extravió dichoso,
o si sólo amaste en mí una arena apagada.
(…)
¿Probaste mis panales sin destino?
¿Entraste a mi huerto de manzanas incorpóreas?
¿Quebraste la redoma de mi esencia desurcada?
¿O se rompieron en mis muros
tus suspiros magníficos?

Di si pensabas que te dejaba cruzar mis abismos


con embriaguez espoleante,
derramando mi ungüento en tus raíces
o que ordenaba sobre tu pecho
que fueses mi inflexible guarda en la noche de ausencia,
o que me hacía a un lado en el desfile de tus llamas
(…)
Si mi voz, rama andante de mi vida,
se te dio como ser,
como suelto corazón cálido,
como humana viajera
que hoy regresa con sus pedazos de camino
y puede darme tu valle y tus breñales.

Me pediste mi distante secreto


Da el tuyo a mi curiosa lejanía. 4

Una poesía que graba en el panorama literario nacional del siglo XX, los rasgos
innegables de la modernidad en tensión con la tradición, en una indagación continua de
un lenguaje inicialmente deudor de la estética del romanticismo, que se va erigiendo en
una crítica de la estereotipia modernista. Es la primera poetisa que se rebela contra las
estructuras establecidas, que abandona el rigor de los preceptos literarios vigentes, sin la
métrica formal en las líneas y las estrofas, descubre una “voz” fuera de las reglas del
silabeo y del sistema fijo de la rima, suspendiéndose en el vuelo transmigrador del
verso libre, donde los espacios vacíos del poema nos convocan a la dilatación del sigilo
de las carencias, toda ella tentada por un resuello entrecortado:

Ayer fue la dureza de la espera.


Quién fuera por esa dureza iluminada.
Regresar:

Volver a lo duro y a la esperanza.


Volver al carecimiento con horizonte.

Regresar al punto donde comienzan los caminos.


(…)
Y ajustarse de nuevo el alma. 5

Enriqueta Arvelo Larriva, aunque no participa en las apariciones públicas de la llamada


“Generación del 18”, ni probablemente de las discusiones entre sus miembros, sin
embargo, al momento de ubicarla, se lo hace en esta generación literaria por diversas
razones: las debidamente cronológicas, las de publicar en aquellos periódicos y revistas
que consolidaron a esta generación literaria y, por ciertas afinidades estéticas; de allí
que, los historiadores de la poesía venezolana la consideren perteneciente a la
transicional “Generación del 18”, aunque ella misma, no pudo sentirlo así:
“Si me preguntarían a cuál generación poética pienso pertenecer y - ¡ay Dios
mío! - tendré que contestar sincera: creo que a ninguna, exactamente. Es lo honrado. Y
no es que me guste ir sola por la literatura venezolana, sino que así lo arregló el
destino”.
Y cuán cierto, íngrima se aventuró Enriqueta Arvelo Larriva con su poesía, mucho
tiempo después de un Andrés Bello y sucesores, del romanticismo negando al
neoclasicismo y éste a su vez enterrando la efusividad barroca, después de un
parnasianismo rebelándose frente a los excesos líricos, del primer movimiento literario
que gesta el mundo de habla hispana en América, el modernismo, de las
manifestaciones del criollismo en una giro hacia a lo propio, del grupo “La Alborada” y
aun de la misma “Generación del 18”, creando un espacio nuevo, un espacio de
representación para las escritoras venezolanas.
Su poemas recobran vida con sutiles metáforas en diferentes niveles de su expresión,
con su espíritu conjurado en el cuerpo-palabra que dialoga con el silencio en
significativos versos, mediante el uso de verbos activos, haciendo hincapié en la primera
persona posesiva, rechazando con altivez la cotilla de las formas poéticas fijas
tradicionales:

No supe quién me lo dijo.


El acento, divino.

No supe quien me lo dijo.


No corrí tras los detalles
cuando oí lo infinito.

No supe quién me lo dijo.


Lo oí
¡Dichoso el oído mío!

En ese instante se hizo en mí lo armonioso


Lo que oí va eterno y limpio.

Y que tremenda la gracia


De no saber quién me lo dijo .6

Afirma el filósofo alemán Martín Heidegger:


"La palabra es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensantes y los
poetas son los vigilantes de esa morada”. Y en la poetisa, la palabra es el lugar del
desvelamiento, su canto al desguarnecimiento del alma, aferrándose a su voz telúrica
que le permite atisbar lo invisible, buscando su asidero en el poema:

Brota firme, honda, motorizada,


porque mi corazón ablandó su semilla.

Es una voz profundamente mía,


mas la daré sin sacrificio.

Huele a cedro mi voz bienvenida


y se alza en un pliegue.

Ella –qué novedad- me dará un gozo bravo


la sembraré en el montón sordo. 7

Al igual que el escritor checo, Franz Kafka, quien en su necesidad de soledad para
buscar <<la propia voz>> afirma: “Para escribir nunca se está suficientemente solo”,
para la poetisa, la soledad, la voz del silencio como creación y las emociones
encontradas, perfilan su poética, su yo lírico que nos anuncia la angustia existencial que
la aturde en el oficio más solitario del mundo:

Un oscuro impulso incendió mis bosques


¿Quién me dejó sobre las cenizas?

Andaba el viento sin encuentros.


Emergían ecos mudos no sembrados.

Partieron el cielo pájaros sin nidos.


El último polvo nubló la frontera.
Inquieta y sumisa, me quedé sin voz 8

El conflicto interior por abrazar en el poema la diversidad de vocablos en los que se


expresan sus silencios, va configurando las “otras” voces, las de su otredad:

Háblame ahora, llano.


Llegará a mi raíz tu voz sin grietas.

Siento mis oídos más míos cuando escuchan tu mundo.


(…)
Quiero oírte en tu azul englobante.
Háblame.
Sabré responder a la voz de todas tus voces en la hora inocente.
Respetaré -tanteando- tus pájaros y tus ingenuas flores
y haré en tu anchura conscientes trazados de augurios.
Háblame, Llano.
9
Húndeme tu acento.

Paradójico, que después de que la evolución humana nos regalara <<la palabra>>,
derrotando el primigenio silencio de la materia, nos invada de nuevo, ese deseo de
volver a la <<voz del silencio>> para explorar nuestros sueños imbuidos en el
inconsciente, alcanzando una vertiente ajena a ensordecedores <<ruidos>>. En soledad,
Enriqueta Arvelo Larriva, mantiene sus coloquios poéticos consigo misma y con el
también <<solo>> de cada poema antes de ser leído. En ella, el silencio se nutre,
interpela y alienta con la voz de su palabra, es ése en el que la vivencia de lo arcano
sustrae al ser del mundo petrificado de lo obvio; es, la significación que desvela a la
vigilia del entendimiento y a su profunda angustia existencial. Estamos ante lo abismal,
ante el sentido que rebasa el significado y que sólo se deja aprehender como presión,
como signo incierto, nada se encuentra acallado. Su verso <<voz del silencio>>, refleja
la sima donde el ser humano gravita en sus alientos, aferrado a la reflexividad
entreverada de palabras.
Nos dice Rafael Arráiz Lucca, en “El coro de las voces solitarias: Una historia de la
poesía venezolana”:
“De allí que su voz sea de una verosimilitud pocas veces hallada en la poesía
venezolana, es como una voz que viene de lejos, que surge de las profundidades de la
psique”.
Con su poesía, con sus intimismos entre las tropezadas emociones que va calando
Enriqueta Arvelo Larriva en cada verso, la lírica venezolana enriquece orgullosamente
sus páginas, mientras sus poemas embelesan, cautivan y nos conmueven como poetas,
como lectores, dejándonos envolver en esa “voz”, perfil de su zozobra existencial:

Toda la mañana ha hablado el viento


una lengua extraordinaria.

He ido hoy en el viento.


Estremecí los árboles.
Hice pliegues en el río.
Alboroté la arena.
Entré por las más fina rendijas.
Y soné largamente en los alambres.
Antes -¿recuerdas?-
pasaba pálida por la orilla del viento. Y aplaudías. 10

Obra poética:
Voz aislada. Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos. Caracas.
1939.
El cristal nervioso: poemas. Publicaciones de la Asociación Cultural Interamericana.
Colección Biblioteca Femenina Venezolana. Nº 4. Caracas. 1941.
Poemas de una pena. Caracas. 1942. (sin editorial).
Canto de recuento. Tip. López y Bosque. Caracas. 1949.
Mandato del canto: poemas. Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores
Venezolanos. Tip. La Nación. Caracas. 1957.
Poemas perseverantes. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas. 1963.
Referencias Bibliográficas
Poemas:
1. Casa de mi infancia
2. Emoción y ventaja de la probada profundidad
3. Suma de la voz aislada
4. Respuesta
5. Tarde del imprevisto deseo
6. Balada de lo que oí
7. Presentación de mi voz nueva
8. Destino
9. Instancia frente a una sabana amanecida
10. Toda la mañana ha hablado el viento.

© Maria Cristina Solaeche Galera


María Cristina Solaeche Galera. Nace en Maracaibo,
Edo. Zulia, Venezuela. Lcda. Educación, Mc. Educación
Superior, Lcda. Matemáticas y Mc. Matemática Pura. En
Universidad del Zulia, Profesora Titular Dedicación
Exclusiva. Miembro de la Sociedad de Escritores del
Estado Zulia y de la Sociedad de Escritores de Venezuela,
de La Casa de la Poesía y de la Peña Literaria “César
David Rincón” Publicaciones Científicas: Aspectos
históricos del Pensamiento de Newton (1988).La
controversia L’Hospital-D.Bernoulli (1993), Lady Ada Byron
y el primer programa para computadoras (1994), La
controversia entre L.Kronecker y G.Cantor acerca del
infinito (1995), El Algoritmo de las Operaciones
Elementales y la Matriz Escalonada Reducida: Conceptos
milenarios y orientales (1996), Sistema de tabulación de
Coeficientes Binomiales o Triángulo de Pascal: un Modelo
Numérico rasga el telar de los tiempos (1998). Publicaciones Literarias: Un ceratias de Barro
y Fuego, ARTESA (1992). Omar Khayyam: las Matemáticas, la Nada, el Vino y la Amada
(2002).Amor… asoma, Antología Verano Encantado. Centro Estudios Poéticos, Madrid (2002),
Colabora en SENSIBLES DEL SUR. Argentina. (2003). Poemas Revista Paradoja, West
Virginia (2005), Poemario Un amor de Miel y Ajenjo EDILUZ (2003).Poemas Ásperos y
Oscuros, Astro Data (2005). En preparación: poemario El verano de los tamarindos y una obra
sobre poetas venezolano s/t. Correo: gsmldcm@yahoo.es
Critica literaria

“El mundo podría existir muy bien sin la literatura,


e incluso mejor sin el hombre”
Jean-Paul Sartre


Lo confieso, leí “El Código Da Vinci”

Por Juan Ignacio Prola

Todos los lectores de este libro con los que he conversado me dicen que les ha
gustado. Después de cuarenta y cinco años de llevarle empecinadamente la contra al
mundo, tan unánime opinión era una invitación al disenso. Por eso, a nadie extrañe que
yo lo abomine. Aunque seguramente los demás tengan razón, voy a dar los motivos de
mi condena.
Aquellos que abogan en favor de la novela, esgrimen en su defensa la
verosimilitud de la información y el rigor de los datos que maneja su autor. No voy a
negar ni lo uno ni lo otro, al fin y al cabo, al poeta le basta con nuestra fe en sus
palabras. Mi crítica, aclaro de inicio, se refiere a cuestiones estéticas –literarias, si se
quiere–; de manera que poco y nada me interesa la verdad o no de la tesis que sustenta
el argumento. Para concluir con el tópico, digamos que la página más eficaz de la obra
es, quizás, aquella en que el autor jura que “todas las descripciones de obras de arte,
edificios, documentos y rituales secretos que aparecen en esta novela son veraces”. El
procedimiento, claro, no es nuevo, Carlos Castaneda se ha servido de una técnica
similar para escribir algunos de sus mejores libros, aunque ejecutada con mayor
maestría. Sospecho que si en lugar de una novela Brown hubiera escrito un ensayo,
nadie le habría prestado demasiada atención. La elección de la ficción como vehículo de
expresión es acaso su mayor acierto.
Otra de las razones que los defensores del libro suelen alzar en pilar de su
redención es el magistral ensamble, la exacta coincidencia, el perfecto encastre, la
precisión de relojero con que el autor logra unir la profusa información reunida.
Respondamos que, puestos a buscar correspondencias, podemos hacer que todo
coincida con todo y cualquier hecho tenga su correlato con otro, como los panteístas,
incluso hasta el paroxismo o la locura. En este orden de ideas, me parece mucho más
lograda y de más fina erudición una obra como “El péndulo de Foucault”, de Umberto
Eco.
“El Código Da Vinci” es una larga adivinanza de casi seiscientas páginas. La
verdad es que no veo razón para demorar tanto un acertijo, el relato corre el doble riesgo
de perderse o tornarse tedioso. (Una digresión. Los juegos de enigma, las charadas,
parecen casi un género en la tradición literaria de la lengua inglesa, traigo algunos de
ejemplos: el Códice de Exeter, documento de la Inglaterra sajona, recopila noventa y
cinco adivinanzas, algunas tan complicadas que no se ha encontrado aún la respuesta;
Edgar Allan Poe inventó el cuento policial, que es una adivinanza; Arthur Connan
Doyle, creó al descifrador de enigmas más famoso de la Literatura, Sherlock Holmes; a
la lengua inglesa debemos también la invención de las novelas de espionaje, que son
complicados rompecabezas, y que han dado las siempre afortunadas plumas de John
LeCarrè y Graham Green. Dan Brown no parece ser el mejor heredero de esa tradición.
Vuelvo.) Para evitar que el argumento se torne tedioso a lo largo de la dilatada obra, el
autor le imprime un ritmo vertiginoso al relato; para mantener atrapada la atención del
lector, se ve obligado a terminar cada capítulo con un misterio que se resuelve en el
siguiente. Tal vez lo consiga al principio, pero la insistencia en el uso de esta técnica
vuelve completamente artificial el desarrollo de la trama. Al final, comprendemos que
hubiera bastado con cien o ciento veinte páginas –cantidad generosa de papel–, para
decir todo lo necesario. Esto es de extrema gravedad, pues indica que puede
prescindirse de cuatro quintas partes de la obra sin ocasionar el menor perjuicio a la
narración.
De lo dicho podría inferirse que la trama es ágil y que nos conduce a un final
inesperado. Nada de eso, el final es fácilmente predecible y tampoco hay sorpresa en los
hechos que llevan a él. Las imágenes, las escenas, las descripciones, las técnicas
narrativas son poco imaginativas. Un lector más o menos perspicaz puede intuirlas con
demasiada anticipación. Además, ya se trate del racconto o de las abundantes escenas
para películas de acción (hay una muy previsible “cámara lenta” en los últimos
capítulos, digna de cualquiera de las de Indiana Jones, que muestra a las claras la
influencia del cine; otra, no demasiado original, describe la huida del malvado a través
de una cocina derribando sartenes y platos), siempre se nota demasiado la mano del
autor quitándole espontaneidad al relato.
Preocupado por sostener el argumento a cualquier precio, Brown fabrica
personajes en serie moldeados en matrices huecas. Este es otro de los serios problemas
del libro. Sabido es que una novela puede tener un argumento mínimo o no tenerlo en
absoluto, pero en modo alguno puede obviar los personajes. Existen obras maestras del
género que carecen de argumento, cito algunas al azar de la memoria: Los monederos
falsos, de Gide; Apuntes desde el subsuelo, de Dostoievski; En busca del tiempo
perdido, de Proust; Viaje hasta el fin de la noche, de Celine. Otras hay en las que el
argumento es casi imperceptible o sirve de mera excusa, como Cien años de soledad,
Adán Buenoayres, el Ulises de Joyce, Moby Dick, Los siete locos, El callejón de los
milagros. Y existe una tercera categoría, aquellas en las que el personaje es el propio
argumento, como El extranjero o El Quijote.
Al leer estas obras sentimos que el autor ha creído en sus criaturas, que ha
compartido con ellas el pan y el vino, que ha sufrido y ha gozado a la par de sus hijos.
Estamos frente a seres vivos, hablamos con ellos, reímos y lloramos con ellos.
Cervantes está más preocupado por el destino del Quijote que por las exigencias del
estilo, eso le permite crear al primer –y sin lugar a dudas, el más querido– antihéroe de
la literatura. La virginal candidez de los Buendía nos inspira una mágica y arrobadora
ternura. ¿Cómo no conmovernos con sus actos inocentes hasta la crueldad? Al
encontrarnos con Mersault, extranjero de sí mismo, ¿quién puede evitar el vacío, la
ausencia, la alienación que provoca ser un forastero del mundo? Cuando avanzamos por
el callejón de Midaq, y paramos a comprar dulces al Tío Kamil o entramos a tomar
menta en el Café de Kirsha, sabemos que el milagro es posible y está siempre a punto
de ocurrir.
Nada de esto sucede en “El Código Da Vinci”, aquí no hay personajes, hay
funcionarios. Son como esquemas literarios, cuya función en la economía de la obra
consiste en ser útiles a las circunstancias de la trama. Pareciera que cada vez que Brown
necesita desarrollar algo, va hasta el depósito, toma uno de estos armazones, lo
desempolva y lo presenta sin el menor pudor. El profesor, la heroína, el policía, el
millonario excéntrico están puestos ahí para explicarle el argumento al lector. Langdon
no es un ser humano, es una profesión, el autor necesitaba un experto en simbología
religiosa para ir cosechando las claves tupidamente sembradas a lo largo del relato, y
contrató a un profesor de Harvard. Lo terrible para nosotros es que el negocio le sale
mal y acaba siendo una pésima inversión: en la página trescientos setenta nos enteramos
con espanto que Langdon es tarado, y que el sencillo artilugio (que por cierto no pasa
inadvertido al lector) de escribir unas letras al revés basta para desorientarlo por
completo.
Pasado el estupor inicial de semejante revelación, uno busca justificación para
tanto ensañamiento del autor con su héroe. Lo primero que se nos ocurre es que se trata
de una irónica burla gastada a los catedráticos de la conocida universidad; o, mejor aún,
pensamos que tal vez Brown, como Swift o como Flaubert, esté obsesionado con la
estupidez. Aunque tardíamente, esto hubiera redimido al autor dándole al personaje un
rasgo humano, decididamente humano. Pero nada ocurre, a medida que avanzamos en la
lectura comprobamos que ha sido un desliz provocado por la escasez de recursos
estéticos del escritor.
En definitiva, a los personajes de la novela (de alguna manera hay que llamarlos)
les falta vida. El autor no consigue salvar el obstáculo ni siquiera intercalando rasgos
circunstanciales en la narración. Cada vez que lo intenta, éstos terminan siendo
demasiado predecibles y ejecutados con negligencia.
Y ya que hablamos de torpezas, apunto que las escenas de remisiones –sea a
clases dictadas por Langdon, a la infancia torturada del villano o a ritos ancestrales
presenciados por la heroína en su adolescencia–, son tan artificiales que parecen haber
sido agregadas una vez terminada la novela. Por lo demás, es notorio que Brown padece
del conocido “síndrome de Hollywood”, esa simplista división de los personajes en
buenos y malos. Los buenos son buenos desde la primera página y hasta la última; los
malos se dedican a hacer porquerías por el perverso y único placer de hacer el mal. Los
buenos están siempre a favor de la verdad y de la justicia; los malos están equivocados
o, en el mejor de los casos, tienen un pasado de dolor y sufrimiento que los justifica
como tales. Los justifica, digo; no, los redime. Me parece demasiado pueril. A esta
altura de mi vida, cuando leo aspiro a que me traten como a un adulto.
De hecho, más que una novela, el libro es un guión para una película, o al
menos, da toda la sensación de que ha sido escrito pensando en la industria
cinematográfica. Nadie se sorprenda si en un futuro no muy lejano, Brad Pitt y Angelina
Jolie son la pareja protagónica de una superproducción con notable éxito de taquilla, y
hasta se lleva algún Oscar.1
Otra cuestión aborrecible del libro es esa obsesión que tienen los
norteamericanos por evitar que una obra pueda ofender a minorías raciales o religiosas,
y por esto ganarse un juicio. Este temor reverencial a los pleitos entorpece el desarrollo
de las novelas, filmes y obras de teatro. De otro modo, no se explica por qué el autor
resalta en varias ocasiones la profunda espiritualidad del Papa y de quienes componen la
cúpula de la Iglesia, o se la pasa aclarando que la mayoría de los miembros del Opus
Dei, filial Estados Unidos, son exitosos ejecutivos y dedicados padres de familia, que
creen de buena fe en los postulados de la obra de Escrivá de Balaguer. Si no es éste el
motivo, no veo la razón por la que Brown anda pidiendo disculpas cada cincuenta
páginas. Todo esto le quita frescura al relato.
Un párrafo aparte merecen los diálogos. Es sabido que el autor de una novela
suele transitar diversos géneros a lo largo de la obra. Especie de gran orbe literario, la
novela permite incluir en ella la poesía, el ensayo, la crítica, el drama, la fábula,
etcétera. ¿Qué es el “Informe sobre ciegos”, sino un cuento de horror dentro de una gran
novela? O “Cándido”, ¿no es también un brillante ejercicio de la parábola? Una de las
posibilidades que nos da el universo de la novela es el diálogo.
Para los griegos el ser era eterno, increado, no tenía comienzo ni fin. Parménides
se refiere a él como “no nacido”, “no perecedero”, “sin fin fuera de sí mismo”, “todo
entero y presente a la vez”, “único”, “sin interrupción”. Antes, Anaximandro lo había
llamado “no finito”, ápeiron. Esto le permitió a Platón enseñar que conocer es recordar
e inventar el diálogo, para poder seguir conversando con su maestro Sócrates, muerto
por la cicuta2. A partir de entonces el diálogo se convirtió en uno de los géneros
preferidos por filósofos y teólogos, dando nombres inmortales como los de Cicerón,
Boecio, Ramón Llull, el obispo Berkeley, Giordano Bruno, entre otros.
Con el advenimiento del modernismo filosófico, los científicos y pensadores
sintieron que el ensayo era un medio más idóneo para expresar sus ideas que el diálogo.
Pero este género literario no desapareció, fue absorbido por la novela, es decir, por la
ficción. La necesidad estética de crear un ambiente, de mostrar un personaje, de resaltar
las pasiones que mueven a los caracteres, hizo que la novela fuera cambiando, y con ella
el diálogo. Así, para hacer más creíble el mundo en el que se desarrolla la trama, para
satisfacer a un lector cada vez menos inocente, y en consecuencia, más suspicaz, los
autores empezaron a registrar las vacilaciones, los modos, los énfasis, las pausas, las
entonaciones, los distintos ritmos del habla de los personajes. Los interlocutores
comenzaron a interrumpirse, a insultarse, a hacerse bromas y reproches, y hubo frases
truncas y equivocaciones y oraciones sin sentido y malos entendidos, como los hay en
cualquier conversación. La literatura norteamericana nos ha dado algunos de los

1
Cuando escribí la crítica la película aún no se había filmado.
2
Una idea similar puede encontrarse en “Diálogo sobre un diálogo”, de Borges (El Hacedor, pág. 13): el
suicidio de los interlocutores para no interrumpir una conversación.
mayores maestros del diálogo (Hemingway, Tom Wolfe, por citar sólo un par de
ejemplos). Esto parece ser absolutamente ajeno a Dan Brown.
Pese a que abundan sus convenciones tipográficas, en “El Código Da Vinci” no
hay diálogos. Hay exposiciones, hay argumentaciones, pero no diálogos. Los personajes
no hablan, pontifican. Todas las conversaciones entre los protagonistas de la novela
tienen un lamentable fin didáctico: explicarle al lector conceptos básicos de religión,
logias masónicas, computación, historia, etcétera. Los injustificados diálogos de Brown
dicen cosas como ésta de la página 467, que ahora copio: “Para empezar, un poquito de
álgebra de Boole combinada con algunas palabras clave, a ver qué pasa.” Para
muestra basta un botón, dicen.
Termino de leer y acabo también de anotar mis impresiones. Ha dicho Oscar
Wilde, a quien siempre recurro en cuestiones estéticas, que hay dos clases de libros:
aquéllos que están bien escritos y los que no. “El Código Da Vinci” no es una mala
novela, es peor. Confieso que la he leído. Ruego a Cervantes, a Balzac, a Mahfuz, a
Faulkner, que me perdonen tan grave pecado. En penitencia, prometo lacerar mi carne
con un cilicio hasta sangrar.

NOTAS:
1
Cuando escribí la crítica la película aún no se había filmado.
1
Una idea similar puede encontrarse en “Diálogo sobre un diálogo”, de Borges (El
Hacedor, pág. 13): el suicidio de los interlocutores para no interrumpir una
conversación.
El murmullo de los fantasmas
Resumen – comentario

Por María Luisa Landman R.

Boris Cyrulnik, neuropsiquiatra, psicoanalista y etólogo francés, amén de sus viajes por
el mundo, conferencias en universidades y centros de estudio, difunde nuevamente, a
través de este libro, "El Murmullo de los Fantasmas", el significado de la "resiliencia"
(palabra o término usado en física que define la capacidad de los metales de adecuarse a
diferentes circunstancias).

Como el autor lo afirma en su libro, la resiliencia no es la receta para la felicidad, sino


un sistema parecido al inmunológico en lo orgánico, pero referido a lo psíquico, en que
el individuo que ha sobrevivido a algún grave trauma (haber sido abandonado,
martirizado, torturado, discapacitado, privado de libertad, segregado, víctima de
genocidio, etcétera), a pesar de todo, debido a su resiliencia, es capaz apreciar la vida,
la naturaleza, ver la belleza, de dar y recibir amor, de encontrar hermoso el mundo y
sentir placer de estar en él, de ser parte del ciclo vital.
Por lo que, no hay herida (del alma), que no sea curable, pues, al final de su vida, uno de
cada dos adultos habrá vivido un traumatismo, una violencia que lo habrá empujado al
borde de la muerte y, gracias a su resiliencia, será capaz de recuperarse y proseguir su
vida.

O sea, dicho en otras palabras, para ser un verdadero "resiliente", hay que haber
"muerto" previamente.

Plantea además, la necesidad de que el colegio, la escuela, sea capaz de desarrollar en el


niño o adolescente esta capacidad de resiliencia, de modo que el joven sienta en ella el
apoyo, el amparo y la protección que necesita, ya que sus hogares, hoy por hoy, no
existe el apoyo y protección continuos de los padres, debido a que estos pasan muchas
horas fuera de casa trabajando.

El autor basa toda su teoría en su experiencia personal de juventud.

© María Luisa Landman R.


María Luisa Landman R. Nací en Valparaíso, Chile, el 14 de
agosto de 1966. Viví desde los 7 años en Buenos Aires, en
1989 me radiqué en Santiago de Chiles. Escribo desde los 13
años (novelas, cuentos, poesías, ensayos, obras de teatro,
etc., etc., etc.). He viajado a Argentina, Brasil, Perú y por el
Norte, Centro y Sur de Chile. Mi madre llegó en el Winnipeg, a
través de la gestión de Pablo Neruda (soy chilena-española).
La familia de mi padre proviene de Odessa, Rusia.
Bibliografía: Páginas Nostálgicas, poesías, 1979. Jonathan
(Dios-Ha-Dado), obra teatral, 1980. Existencialista, poesías.
1981. Para un dulce adolescente que sueña en encontrar palomas", poesías, 1981. Nostálgica,
poesías, 1982. Mística (philosophia), poesías, 1982. Cuaderno de Iquique, poesías, 1983.
Tributo, poesías, 1983. Piedras y Crisoles, poesías, 1983. El Libro de la Niebla, poesías, 1984.
El Sol... Luz Fueguina, poesías, 1984. Poesía Infantil, poesías, 1985. Obituario, poesías, 1985.
Ser-Sintiendo, revista literaria artesanal, 1985. Salvaguarda, poesías, 1985. Teatro de la Calle,
obra teatral, 1985. La Bitácora, poesías, 1986. Sidernauta, novela, 1988. Ontología Poética,
poesías, 1990. Ontogénesis Galáctica, poesías, 1983-1994. Obituario, poesías, 1994. Elegía,
poemario, 1998-2005. De Este Lado del Mundo, ensayo, 2004. Existencial-Istmo, poemario,
2004. Luz, Penumbra, Oscuridad, poesías, 2004-2005. Encuentro de Mundos Perdidos, novela,
2005. El Mascarón de Proa y Otros Cuentos, cuentos, 2004/2005. Concurso de Ensayos,
novela,2006. Universos Paralelos, cuentos, 2005. Aerografía del Tiempo, poesías, 2004-2005.
Arcoiris, libro de cuentos ilustrado, 2009. Varios cuentos y poesías desparramadas por todos
lados sin clasificar...
Entrevistas

Dejaría en este libro toda mi alma.


Federico García Lorca


Entrevista a J. J. Cameron

¿Cuándo usted empezó a escribir?

Bueno, usted sabe, la profesión de escritor es muy compleja. Se deben reunir muchos
conocimientos en la vida y tener ganas de transmitirlos, claro. A los doce años comencé
a escribir ensayos. El primero fue sobre la mujer, recuerdo. Sobre una mujer cualquiera,
pero su orgullo le impedía amar libremente… ¿Qué tema no? Aún lo conservo escrito
en máquina de escribir. ¡Qué sabía de mujeres a esa edad, Dios mío! Dicen que mis
relatos se cumplen. Hoy conozco una mujer de pié a cabeza, que le pasa lo mismo.
También proverbios…, recuerdo algunos, si me permite que los evoque: “Reconoce en
el tiempo la distancia y búscame que yo no he muerto”; “El invierno de los hombres
viene y va como la rosa”, “La muerte es una muda de ropa”……

¿Por qué se dedicó a escribir?

Supongo que para poder expresarme sin tener que debatir ideas. Es un monólogo
interior con almitas que hablan. Mucho influyó mi adolescencia introvertida y solitaria –
sin amigos– me hizo leer mucho y escribir lo que llevaba dentro. Para escapar a la
introversión opté por la actuación. Soy actor profesional, pero ya descolgué el diploma
de la pared. Evidentemente no era mi camino, pero me sirvió para tener idea de una
puesta en escena, escribir teatro y perder la vergüenza. Es muy lindo que un intérprete
diga lo que uno escribió. Es como cantar la canción del autor, y también rendirle
homenaje. A todos nos gusta ser reconocidos ¿o no?

¿Qué es para usted ser escritor?

Es ser un creador. Un inventor de ideas, con la ventaja que a uno no lo jubilan. Puede
seguir escribiendo hasta que le de la cabeza, y lo más importante y bello: dejar un
legado. Lo relevante de la obra no es el autor sino el mensaje, sin desconocer que uno
no existiría sin el otro. Hay gente que se vanagloria un poco con apellidos como
Emerson, Nietzsche, Sartre y no han accedido a su literatura. Leer un autor es conocer al
menos en un 60 % su perfil psicológico, y en ese perfil se basa todo su estilo. Y le digo
más, leer es un acto delicado, puesto que lo que llamamos “estilo” es un mensaje
subliminal y melodioso en pequeñas dosis, que va enviando el autor sin proponérselo, y
a veces intencional. Si logra acomodarse a nuestras estructuras mentales, se queda con
nosotros, de lo contrario lo arrojamos a un costado y adiós. Una vez leí alguien que
hasta ese momento me resultaba desconocido. Su forma magistral y poética de escribir,
su mensaje simple y directo al corazón y un dejo de nostalgia que siempre me apasionó.
Es lo que recordamos de alguien que jamás volvimos a ver y anida en la memoria, dulce
y triste al mismo tiempo. Cuando dejo entrever algún verso desde las entrañas, aparece
nuestro querido Evaristo Carriego.

Hábleme de lo que ha sido su vida y obra, y de lo que tiene planeado a futuro.

De niño leía clásicos. Cuando iba a la librería siempre me recomendaban autores


famosos, de peso, de valía. El tiempo me enseño que un graffiti en la calle puede causar
más conmoción que “El forastero misterioso” de Twain. Los libros que uno lee dejan
huellas, sin lugar a dudas. El subconciente es muy mezquino, no regala nada. Hay
autores que han impactado más en la mente que otros, quizá por tratar un tema original
o darle solución al problema que uno tiene en la psiquis. Cuando surge el escritor, lleva
consigo un bagaje de datos como si fuera una computadora, pero su trabajo va siendo
cada vez más personal hasta lograr identidad propia. Mi futuro próximo es terminar una
novela llamada “Mis años con el brujo”, más cuentos y seguir escribiendo teatro. Es un
ambiente conocido y me gusta intercambiar con ellos. He tenido algunas gratas
experiencias de dirección teatral.

¿Cómo define el estilo de su narrativa?

Dimensional. Mi obra de teatro “Tiempo Cero” también es dimensional. Es trabajar con


varias dimensiones al mismo tiempo: personajes humanos, no humanos, angélicos,
demoníacos, el pasado, presente y futuro, juntos, debido a la curvatura del universo. El
autor como padre de los personajes conteniendo su dolor. Dios en persona entendiendo
al autor.

¿Cómo ve usted la narrativa de esta última década?

Se ha incursionado mucho en la novela. En general, hoy en día el apuro y el stress son


una mochila muy pesada, y no hay tiempo de leer obras muy largas, como la genial
“Guerra y Paz” de León Tolstói, salvo que el lector tenga algún interés especial. La
gente quiere empezar y terminar rápido, porque teme “morir sin conocer el final”
(broma). Una salida es la nouvelle o novela corta y el cuento. Existe muchísimo
material y ganas de leer sintetizado. Hay un auge del microrrelato o microficción, que
no resulta menos valioso y más fácil para el autor, por el contrario, en menos de cien
palabras debe contar una historia, sus personajes, como se conectan sus emociones y
darle un final apropiado.

¿Qué autores influyen en su obra?

Camus, Faulkner, Kafka, Lovecraft, Poe, y otros tantos Tal vez sea hijo de muchos y me
rebele a todos. Yo aprendí con los clásicos. En la actualidad hay magníficos escritores
para seguir aprendiendo. Hoy leo de todo, pues todos aportan a la experiencia literaria.
Es como la familia, mientras estamos al amparo de los padres actuamos de acuerdo a
sus leyes, cuando uno se va, adquiere personalidad propia.

¿Qué fin tiene su obra?

Proponer un nuevo orden. Cambiar algunas formas obsoletas. Reconocer que los
géneros se cruzan como gotas en la lluvia. Las emociones están inmersas en un todo, sin
tiempo ni espacio. Un ejemplo… Se me ocurre un asesino serial y violador de mujeres,
sentenciado a muerte, que ama a los niños apasionadamente. Según la psicología, sería
una alteración o dicotomía, pero real al fin. Me he propuesto escribir para la nueva era;
la era de la claridad y la apertura de conciencia, dónde los gobiernos que ostentan el
poder mundial no mientan más a su pueblo y den a conocer todos sus secretos. Creo que
Acuario traerá la paz mundial, la equidad, la distribución de las riquezas que pertenecen
al planeta, por lo tanto a la gente, el cese de la producción de armas nucleares y el fin de
la hambruna. Alguien dijo:
La calma llegará después de la tormenta. Lamentablemente para que se produzca un
cambio de crecimiento y evolución de la raza humana, deberá atravesar un conflicto o
quiebre, como en un cuento. Que Dios se apiade de nosotros.

¿Qué es lo que más le gusta de su obra literaria?

El final. No por la satisfacción de haber terminado sino por la ilusión de haber


comenzado otra historia. El fin absoluto no existe. La continuidad da valor al relato; lo
que sigue después, lo que imagina el lector que sigue después, de acuerdo a lo que su
conciencia le dictamine.

¿Cómo ha evolucionado su prosa a través de los años?

Mucho. La concatenación o encabalgamiento en la prosa debe ser convincente, aunque


se divida en capítulos la obra debe tener coherencia. Se me ocurre algo: Imaginemos
tres personajes: Un ángel, un gnomo, un hombre y un perro. ¿En qué difieren? En que
unos se dejan ver, y otros no.

¿Cree usted que para escribir se debe ser una persona comprometida con su
trabajo?

Absolutamente sí. Buscando un estilo y proponiéndose objetivos. No me refiero al


tiempo que se dedique cada uno, sino a dejar fluir nuestras creencias. Por ejemplo dicen
que Victor Hugo escribía de ocho a doce y de cuatro a ocho; Virgilio quiso quemar su
obra maestra “La Eneida” por considerarla imperfecta. Cada cual fluye de distinta
manera. Hay escritores que con poco pasaron a la historia y otros que escriben tres
novelas por año y los contratan en Hollywood. Personalmente creo que para evaluar a
un escritor su obra debe ser al menos, medianamente extensa. Cada tres años
cambiamos todas las células de nuestro cuerpo, por lo tanto no somos los mismos. ¡A
veces me sorprendo como pude escribir tal cosa!
Seguramente si hoy viviera Oscar Wilde, su “Retrato de Dorian Gray” sería diferente,
no por las situaciones si no por el entorno.

¿Cuáles son los libros que un lector no debe perderse de leerlos?

La Biblia: El nuevo Testamento; Fedón o del alma, de Platón, Bestiario, de Julio


Cortazar, y algún otro que inunde de placer el corazón.

¿Qué hace antes de escribir?

Pienso mucho que puedo escribir. Temas hay, problemas también.

¿Qué piensa de las editoriales hoy en día?

Hay algunas muy buenas, otras no tanto, otras hacen lo que pueden y otras lo que no
deben. Son un negocio como cualquier otro, con gente a cargo y mientras más dinero
más se potencia. Lo principal es la distribución y seguimiento de las ventas de los
ejemplares. Hoy es más difícil vender, las librerías no saben dónde poner los libros.
Armar una imprenta propia tampoco sería un buen negocio, recuerden a Mark Twain
fundido por comprar una linotipia nueva y dando conferencias por el mundo para poder
sobrevivir (broma).

¿Cómo autor que soluciones le daría a estos problemas?

Trataría de no vivir de la escritura. Tendría una renta para poder escribir con
tranquilidad y sin apremios económicos. Sinceramente, de la historia de grandes
escritores, no conozco ninguno que haya terminado rico, salvo los que escriben best-
sellers.

¿Qué piensa de los concursos literarios?

Son útiles para dar a conocer escritores y la competencia es buena por que ayuda a la
auto-superación. A veces me extrañan algunos resultados, en especial si hay dinero de
por medio.

¿Qué opina de los nuevos medios actuales para la difusión de la literatura como es
la Internet?

Bueno, la venta de libros por Internet no es mala idea Estamos en un mundo nuevo,
impensado hace cincuenta años. La población creció el doble de lo que aumentó en
miles de años; las comunicaciones dieron un salto cuántico y eso se debe al cambio de
Era, puesto que si cada una de las doce zonas astrológicas dura 2.160 años
aproximadamente, la transición es de 100 años, por lo tanto la Era de Acuario ya ha
comenzado.
Y por último ¿Quiere decir algo más?

Deseo lo mejor para la Revista El Cuervo, para su director vanguardista Lucas M.


Vallejo y toda su gente, que conforman un equipo con agallas, decisión, buen gusto e
innovaciones atrevidas, que hacen una revista de absoluta vanguardia y apunta para ser
clásico. Como la entrañable Leonora y aquel escritor que la amó hasta la muerte, tanto
que prefirió encerrarse en su propia sombra bajo el busto de Palas, para encontrarse con
ella en el más allá. Dios los bendiga. J. J. Cameron
Entrevista a Juan Secaira

¿Cuándo usted empezó a escribir?

Desde niño, gracias a las influencias familiares, de mis padres, comencé a borronear
cuadernos. En la adolescencia eso se hizo más consciente, acompañado de otro hábito
familiar: la lectura. Mi padre (talentoso faro, jamás un ancla en mi vida), me llevaba a
las ferias de libros en mi ciudad, Quito. Mi madre, alegre y vital, escuchaba mis
primeros relatos y poemas. A más de eso, un punto crucial fue el ir descubriendo cosas
que me alejaban de la noción de una vida placentera; por ejemplo, estuve cerca de morir
a los tres años de edad, en un terrible accidente automovilístico. Esa experiencia, unida
a otras ligadas con la pérdida de seres muy queridos, marcó mi forma de ver el mundo.
Luego el trayecto ha ido entre el dolor y el placer, el recuerdo y el olvido, la plenitud y
la carencia.

¿Por qué?

Comencé a escribir por una necesidad de plasmar en el papel mis anhelos y


preocupaciones de ese entonces. Fui un joven solitario, aunque paradójicamente siempre
estuve en compañía; pero disfrutaba y disfruto de mi soledad y con ella se vincula la
escritura. Lo hago desde una noción de honestidad. Tengo presente las palabras de
André Gide: El escritor debe saber nadar contra la corriente. Y además hacerlo solo, y
es lo que he hecho, transitar sin apoyarme en grupos ni en estrategias ni en poses ni en
conveniencias egoístas. Porque entiendo el mundo únicamente desde la literatura y la
respeto.

¿Qué es para usted ser escritor?

Intentar crear un universo mediante el lenguaje y el sentimiento. Verbalizar el mundo,


no más que eso. Aportar con mi visión del mundo, siempre y cuando lo que escriba sea
mucho mejor que el silencio. Estoy en desacuerdo con esa manía de publicar por
publicar, por estar vigente en los medios, por conseguir fama y fortuna. Como dice el
poeta Adonis no debemos permitir que la poesía se convierta en un objeto de consumo,
en una noticia simple y llana que la deforma.

¿Qué es para usted la poesía?

Una experiencia imposible, desmesurada, compleja y jamás terminada. Además, el


último resquicio por donde respira la humanidad. También es mi vida, más allá de la
cotidianidad y la inmediatez.

Hábleme de lo que ha sido su vida y obra, y de lo que tiene planeado a futuro.

He escrito un manual de redacción periodística, un libro de ensayo acerca de un gran


escritor ecuatoriano olvidado en su tiempo, Humberto Salvador, y un libro de poesía,
Construcción del vacío. Además, parte de mi obra se encuentra en dos libros más: uno
que recopila cuentos de varios ganadores de un concurso nacional. Y otro del mismo
talante, pero de poesía. En mi vida he pasado por varias vicisitudes, dramas y profundos
dolores, también alegrías. He trabajado en varios periódicos, editoriales y universidades.
He visto y he vivido algunas cosas que me permitieron discernir y aprender, aunque
hasta hoy dudo y me equivoco e intento seguir de pie. Soy pasional y obsesivo. Por otro
lado, el futuro no existe, entonces es imposible planearlo.

¿Cómo define su poesía?

Lezama Lima decía que “definir es cenizar”; es decir, matar algo antes de que nazca,
cortarle las alas. Pero si hay que definir, el gran poeta Efraín Jara Idrovo señalaba que la
poesía es una manera de conocimiento que obliga a una ordenación especial de las
palabras, con el fin de potenciar su eficacia expresiva. Yo creo que mejor que definirla
es leerla, gozarla y conmoverse con ella.

¿Cómo ve usted la poesía de esta última década?

Como un abanico impresionante de posibilidades, de descubrimientos que sobrepasan el


tiempo y cuestionan el concepto mismo de actualidad o contemporaneidad.
Personalmente como la oportunidad de descubrir a poetas de todas las latitudes. Más
allá de las influencias o las comparaciones entre las obras, lo que queda es el placer de
leerlos. Y ha habido un auge poético en los últimos años, más allá de la edad de los
autores, en Latinoamérica, con gente joven que está trazando un camino sólido.

¿Cree usted que para escribir se debe ser una persona comprometida con su
trabajo?

Sí, el único compromiso que no puede faltar es con tu obra. Concuerdo con el excelente
poeta Roberto Juarroz que dice que no hay poesía sin imaginación, pensamiento y
sentimiento. Todos ellos forjan un compromiso evidente.

¿Qué fin tiene su poesía?

Ni principio ni fin, en la lógica lineal del “progreso” instituido en las sociedades


occidentales, el arte, la poesía, debido a su naturaleza, no tienen un fin concreto. Por
ello están abiertos y libres. Por eso también titulé a un grupo de mis poemas Trayecto
cero. Sin embargo, el poeta brasileño Ferreira Gullar dice que la poesía es necesaria, y
minoritaria, porque la sociedad es una gigantesca ilusión. Es decir, pensamos lo mismo
pero él lo dice con más talento. Y Ferreira Gullar, con respecto al valor de la poesía,
cuenta cómo varias personas se le han acercado en la calle y le han dicho que lo
admiran porque su poesía no es de un barato optimismo, sino honesta.
Para mí, el contacto con los lectores, el saber que mi obra les llegó, eso es un momento
que si bien no es un fin puede ser un sustancioso inicio. Aspiro a que mis libros
sobrevivan por sí solos, que tengan vida propia y sean analizados, elogiados o
criticados, según lo que transmiten y no debido al humor, o mal humor, de su creador.

¿Qué es lo que más le gusta de su obra literaria?

Soy muy crítico acerca de mi obra, he dejado de publicar, he roto, he botado a la basura
muchas páginas, mucho tiempo. Mas, estoy conforme con lo que he publicado hasta el
momento. Quisiera que mi obra sea lo que el título de un hermoso libro del poeta Emilio
Adolfo Westphalen: Belleza de una espada clavada en la lengua.

¿Cuáles son los autores que influyen en su obra?

Creo que las influencias son en determinado momento son involuntarias y hasta
peligrosas; sin embargo, más allá del concepto mismo de influencia, me gustan autores
como Artaud, Beckett, Dylan Thomas, Michaux, Ponge, Pound, John Ashbery, César
Vallejo, Xavier Villaurrutia, Adonis, Juarroz, Antonio Gamoneda, Gonzalo Rojas,
Pessoa, Cioran, Elias Canetti, Octavio Paz, Borges. Y del Ecuador: César Dávila
Andrade, Alfredo Gangotena, Hugo Salazar Tamariz, Paco Tobar, Francisco Granizo,
entre otros. Y la lista es interminable y siempre está abierta a nuevos escritores, a
renovadas lecturas.

¿Cuáles son los libros que un lector no debe perderse de leerlos?

Mejor nombrar autores: Shakespeare, Cervantes, Borges, Homero, Samuel Beckett,


Catulo, entre muchos otros.

¿Cómo ha evolucionado su poética a través de los años?

Tengo un libro de poesía publicado, Construcción del vacío, del cual se han dicho cosas
como que “es una construcción con tres esquinas de plenitud: las reflexiones de un yo
sobre sí mismo, de un yo en diálogo con un tú elusivo y problemático, y de una voz
neutra que reflexiona, despersonalizada, sobre la naturaleza del mundo”, esto lo dice
Leonardo Valencia.
“El gozo sexual es uno de los motivos de este libro. El otro podría ser la soledad.
Entrelazadas, estas dos experiencias inspiran una poesía angustiada por el sentido de la
materia y por el desencuentro con la multitud. Por eso el sacrilegio –esa hez amarga que
aparece en uno de los poemas– es el sino fatal del poeta”, afirma David Guzmán
Por último Beatriz Ramírez afirma: “se siente el desgarro del hombre, praxis vital que
sacude, que conmueve. No hay engaños, no hay fábulas de amor, ni pétalos ni arrullos,
sólo una voz de un hombre y sus voces que van rugiendo a ese dios de la amargura, que
sólo llena de miseria”.
He citado algunos de los comentarios del libro no por ego, sino porque me parece que
aclaran un poco mi quehacer poético y cómo la poesía, que para mí debe implicar un
riesgo, un peligro, permite múltiples lecturas.
Ahora intento otras maneras de decir lo que siento y pienso. Siempre desde una
perspectiva dinámica y a la vez pesimista de la vida, avanzando a través de ella, por
caminos difíciles, inexplorados, desoladores, muy cerca del precipicio y con la cabeza
en alto. Sin caer en facilismos, ni entreguismos ni vulgaridades, y sin olvidar la ironía y
el humor.

¿Qué haces antes de escribir?

Leer es mi pasión original. Inmediatamente antes de escribir, oigo música, me alboroto


y escribo y escribo. Consciente de que la obra tiene una parte de espontaneidad y otra de
trabajo con el lenguaje. Lo que jamás hago es intentar ser diferente a la fuerza, o
postmoderno o experimental; trato de seguir una de las líneas de Shakespeare: “digamos
lo que sentimos, no lo que deberíamos decir”. Y soy partidario de la visión de la vida
que poseía Samuel Beckett, en cuanto a que tal vez no deberíamos haber nacido pero ya
que estamos aquí, nuestro deber es no mentirnos a nosotros mismos.

¿Qué piensa de las editoriales hoy en día?

Hay excelentes editoriales en Latinoamérica; muchas que le apuestan, sin miedo a


perder, a la poesía. En mi país también existen, junto a otras que desprecian a la poesía,
y confunden el espíritu de publicar un libro con un mero negocio mercantilista y poco
riguroso.

¿Qué piensa de los concursos literarios?

Que lo mejor es ganarlos. Ya en serio, que sirven siempre y cuando el escritor no pierda
su norte y sepa que el acto de escribir es lo más importante de su existencia. Son útiles
para que tu palabra sea conocida, para nada más. No soy más ni menos si gano o no un
certamen, muchos de los cuales no sirven para nada, por su poca seriedad. También me
parece ridícula la desesperación de muchos de mis contemporáneos por asistir a
lecturas, ferias, invitaciones y viajes, como si allí estuviera el corazón de su obra, como
si así fuesen más. No digo que sea malo acudir a los eventos antes mencionados, me
centro en la forma en que se lo hace. En fin, tonterías del mundo globalizado.

¿Qué opina de los nuevos medios actuales para la difusión de la literatura como es
la Internet?

Que son necesarios pero no imprescindibles, y que el punto está en cómo se los use. Es
decir, la red de Internet es sólo una herramienta, ocuparla bien o mal depende del ser
humano. Huyo de los blogs y páginas que basan su fortaleza en la autopromoción y el
autobombo indiscriminado, mentiroso y ruin. Aplaudo la creación de espacios como
esta revista, que permite que la literatura siga viva.

Y por último ¿Quiere decir algo más?

Que es tiempo de que la literatura ecuatoriana venza las trabas impuestas por ella
misma, trabas políticas y sociales basadas en el dogmatismo y el egoísmo, y se exponga
al mundo y de él se nutra. Digo la literatura, los libros, la poesía en definitiva. Y afronte
su realidad con una actitud más abierta y a la vez autocrítica y frontal.
También quiero decir que la relación del individuo con la poesía parte de muchos
frentes; pero, más allá de cuestiones personales, siempre crece y se agota en ella. Como
dice Gonzalo Rojas: “… yo no creo que la palabra tenga que nacer de mentes sórdidas o
confundidas que solo confundan la poesía. Y los que estén confundidos que no escriban
y vayan al doctor o al psiquiatra, igual ellos no te ayudan a solucionar tu problema. La
palabra debe ser un ente vivo y solo escribir desde la sinceridad y de lo que te fue dado.
No busquen otras cosas. Hay que ser honesto, sincero, verdadero con uno mismo, real”.
En definitiva, muchos sectores de la crítica deben superar la pose y la terquedad,
entender que existen poesías, pluralidad, diversidad. No pensar que lo que hace un
grupo o un individuo es la verdad absoluta y que el resto no sirve, y decirlo incluso sin
haber leído las obras.
Biografía

"Haz lo que ames, porque así amarás lo que haces"


Anónimo


César Vallejo
(1892-1938)

César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, un pueblo andino del
Perú. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos
Mendoza Gurrionero. César fue el menor de once hermanos. Su apariencia mestiza se
debe que sus abuelas fueron indias y sus abuelos sacerdotes gallegos. Era “hombre muy
moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, según González Ruano.

Sus padres querían dedicarlo al


sacerdocio, lo que él en su primera
infancia aceptó de muy buena gana; de ahí
que existan tantas referencias bíblicas y
litúrgicas en sus primeros poemas. Sus
estudios primarios los realiza en el mismo
Santiago de Chuco, pero desde abril de
1905 hasta 1909 estudia la secundaria en
el colegio San Nicolás de Huamachuco.
En 1910 se matricula en la Facultad de
Letras de la Universidad Nacional de
Trujillo pero se retira por carencias
económicas. Apoya a su padre en sus
tareas de gobernador y abogado y participa
con los trabajadores de las minas de
Quiruvilca, lo que recuerda más adelante
en su novela El tungsteno. Trabaja en la hacienda azucarera Roma, en el valle de
Chicama. Al año siguiente retorna a Trujillo a retomar sus estudios universitarios.
Trabaja como profesor a fin de costearse sus estudios. Siendo profesor de primaria tuvo
como pequeño alumno al novelista Ciro Alegría. En 1915 culmina su carrera de Letras y
el 22 de septiembre expone su tesis de bachiller, "El romanticismo en la poesía
castellana". Fue a la vez un vanguardista.

En 1916 frecuenta la “bohemia trujillana” (o también, el grupo “El norte”) y se enamora


de María Rosa Sandoval. En 1917 conoce a “Mirto” (Zoila Rosa Cuadra), su segunda
pareja, pero el romance duró poco y al parecer César intentó suicidarse a causa del
desengaño. Como fuera, luego se embarcó en el vapor Ucayali con rumbo a Lima. En la
capital encuentra en Clemente Palma a un detractor de su obra (había calificado de
mamarracho el poema “El poeta a su amada”). Sin embargo, es este el periodo en que
Vallejo conoce a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Llegó a entrevistarse con
José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los más jóvenes consideraban
entonces un maestro y guía. Asimismo, publica algunos de sus poemas en la Revista
"Suramérica".

En 1918 entra a trabajar al colegio


Barros. Cuando, en septiembre muere el
director y fundador del citado colegio,
Vallejo consigue la plaza de director del
plantel. Luego, en 1919 es profesor en el
Colegio Guadalupe. Ese año ven la luz
los poemas de Los heraldos negros, que
muestran huellas del modernismo en su
estructura. El poeta toca la angustia
existencial, la culpa personal y el dolor,
como, por ejemplo, en los conocidos
versos "Hay golpes en la vida tan
fuertes... ¡Yo no sé!" o "Yo nací un día /
que Dios estuvo enfermo". Se vendieron
relativamente pocos ejemplares, pero el
libro fue bien recibido por la crítica. Su
madre murió en 1920 y al volver a
Santiago de Chuco es encarcelado
injustamente durante 105 días, acusado
de haber participado en el incendio y
saqueo de una casa. En la cárcel escribe la mayoría de los poemas de Trilce. En 1921
sale en libertad condicional y se dirige nuevamente a Lima, pues su cuento “Más allá de
la vida y de la muerte” es premiado. En 1922 Antenor Orrego, líder del Grupo Norte,
publica los poemas que Vallejo escribió durante su reclusión con el título Trilce, pero es
recibido tibiamente por la crítica, que no alcanzaba a comprender la vanguardia. Salvo
por el propio Antenor Orrego, quien dijo de Vallejo que "a partir de este sembrador se
inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula
articulación verbal".

Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y '30.
En este libro Vallejo lleva la lengua española a límites insospechados: inventa palabras,
fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por los
movimientos "dadá" y "superrealista", tal como el relato onírico Finnegans Wake de
James Joyce.

Es admitido nuevamente en el colegio Guadalupe. Con el dinero que le adeudaba el


Ministerio de Educación, se embarca con rumbo a Europa, de donde no regresará. Viaja
en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de quinientos soles. Arriba a
París el 13 de julio. Sus ingresos siempre fueron insuficientes y provenían del
periodismo, si bien también había fungido de traductor. Escribía para Variedades y
Mundial.

Inicia su amistad con Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con
importantes intelectuales como Pablo Neruda y Tristán Tzara.
En 1926 conoce a su primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien
convivirá hasta octubre de 1928. Con el poeta español Juan Larrea funda una revista,
pero sigue escribiendo para Variedades y Amauta, la revista de José Carlos Mariátegui.
Profundiza sus estudios sobre el marxismo. En 1927 conoce a Georgette Phillipart. Ese
año viaja a Rusia. Hacia 1929 sigue colaborando con Variedades, Mundial y el diario El
Comercio, como corresponsal oficial. En 1930 el gobierno español le concede una
modesta beca para escritores. Retorna a París y después parte a Rusia para participar en
el Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen Soviético.
Nuevamente regresa a París y se casa con Georgette Phillipart en 1934. Se adhiere al
Partido Comunista del Perú fundado por Mariátegui. En 1937 Vallejo y Neruda fundan
en España el “grupo hispanoamericano de ayuda a España” en el contexto de la Guerra
Civil.

En 1938 es profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico.


El 24 es internado por una enfermedad desconocida, que entra en crisis el 7 y el 8 de
abril. Fallece el 15 de abril del '38, un viernes santo con llovizna en París, pero no un
jueves, como escribió en un poema famoso. Se le realiza un embalsamiento. Su elogio
fúnebre estuvo a cargo de Louis Aragon. El 19 de abril sus restos son trasladados a la
Mansión de la Cultura y más tarde al cementerio de Moutrouge. El 3 de abril de 1970
los restos del poeta son trasladados al cementerio de Montparnasse. Se ha acusado a
Georgette Phillipart de adueñarse del cadáver, pues los restos de César Vallejo no han
sido devueltos al Perú.

Poemas humanos, publicado por la


esposa del poeta después de la muerte de
Vallejo, es una obra de poesía política y
social profundamente humanista, más
que izquierdista. Casi todos los poemas
de este libro son póstumos, aunque unos
pocos fueron publicados por Vallejo en
revistas. El poeta nunca indicó un título
con el cual agruparlos, pero al revisar
entre sus escritos se encontró que tenía
planificado un libro de "poemas
humanos", razón por la que sus editores
eligieron titular así sus trabajos en verso
y en prosa.

No menos importante es su breve libro


España, aparta de mí este cáliz, obra
póstuma de César Vallejo, que sin duda
compendia los versos más intensos y
hondos que escritor alguno llevó a cabo
sobre la Guerra Civil Española (1936-
1939).
Su Obra
En la narrativa de Vallejo también se aprecia su progresión
ideológica. Escalas melografiadas (1923) es un libro de cuentos en
los que se halla muy presente la poesía del autor. Algunos cuentos
son de un sorprendente vanguardismo, poco cultivado entonces.
Destaca "Paco Yunque", un tierno cuento de denuncia social que
fue rechazado por muchos editores en 1931. Ahora en el Perú,
"Paco Yunque" es lectura obligatoria durante la enseñanza
primaria.

Fabla Salvaje (1924) es una novela corta de carácter psicológico


que aborda la locura de un campesino de los Andes. Hacia el reino
de los Sciris (1928) es una nouvelle histórica de tema incaico. El
tungsteno (1931) es una novela desigual sobre un conflicto en una mina de los Andes.

Vallejo escribió cinco obras de teatro, ninguna de las cuales fue estrenada o publicada
durante su vida. Mampar es el tema de una carta crítica del productor Louis Jouvet. El
texto no se conserva; suponen que lo destruyó Vallejo. Les taupes (1929, escrita en
francés) trata del conflicto de un esposo con su suegra. Lock-Out (1930, escrita en
francés; el propio Vallejo hizo una traducción al castellano que no se conserva) trata de
un conflicto obrero en una fábrica metalúrgica. Entre las dos orillas corre el río (años
1930) fue el producto de un largo y difícil proceso. Entre los títulos de versiones
anteriores se encuentran Varona Polianova, Moscú contra Moscú, El juego del amor, del
odio y de la muerte y varias permutaciones de este último. Colacho hermanos o
Presidentes de América (1934). Una sátira que expone la democracia peruana como
farsa burguesa bajo presiones diplomáticas y de empresas transnacionales. La piedra
cansada (1937), obra de tono poético ambientada en la época incaica e influida por las
tragedias griegas.
Noticias

“Octubre, corto en ramos, largo en caldos”

VENDERÁN LAS CARTAS Y PRIMERAS EDICIONES DE BENEDETTI

Según publicó el semanario uruguayo "Búsqueda" en su último número, el hermano del


poeta, Raúl Benedetti, pretende vender la colección de cartas que aquél le envió durante
su exilio en París, Palma de Mallorca y Madrid, así como una veintena de ejemplares de
sus obras dedicados a él y a sus padres, muchos de ellos primeras ediciones. La
intención es financiar con ese dinero un documental sobre Mario Benedetti en el que se
incluirían los testimonios de su hermano. Silva, ex secretario de Mario Benedetti (1920-
2009) y gerente de su fundación, evitó dar opiniones y se limitó a afirmar: "las cosas
que Mario le regaló a Raúl son de él y, por tanto, puede hacer lo que quiera con ellas".
Sin embargo, la presidenta de la institución, la poeta Sylvia Lago, calificó la decisión de
"increíble" y afirmó que "eso es todo una confabulación que hay ahí, con las personas
que están alrededor de él (Raúl Benedetti)" en declaraciones publicadas por el periódico
uruguayo "El País". Según dijo Raúl Benedetti al semanario, el anuncio de la venta se
realizará a través de Internet para permitir el acceso a coleccionistas de todo el mundo y
especialmente de España. Agregó que ya se han iniciado contactos con cineastas locales
para la realización del proyectado documental sobre el autor de "La Tregua" (1960), que
se pretende financiar con el dinero recaudado por la venta de ese legado.

FUENTE: Revista Ñ

EL MANUSCRITO DE “EL PROCESO”, ENTRE ALEMANIA E ISRAEL

El manuscrito de El proceso, al igual que los otros manuscritos de Kafka, ha tenido una
historia que en parte refleja también la historia del siglo XX. La odisea de los
documentos empieza ya con ese momento en que Kafka, ya moribundo, le pide a su
amigo y albacea testamentario Max Brod que queme sus manuscritos después de su
muerte, en 1924. Brod no sólo no cumplió la última voluntad de Kafka -que había
editado pocos textos- sino que publicó sus obras, que le darían una fama mundial
póstuma y lo rodearían además de un aura de leyenda. Además, Brod conservó los
manuscritos originales y en 1939, cuando logró huir de Praga con destino a Palestina, se
los llevó con él en una maleta. Brod murió en 1968, en Jerusalén, y su secretaria, Esther
Hoffe, heredó sus bienes, incluidos los manuscritos de Kafka que ya para ese momento
era visto como un indiscutible clásico de la modernidad. En 1988, Hoffe decide
separarse de parte de los documentos kafkianos y vende, entre otras cosas, el manuscrito
de El proceso que fue adquirido por el Archivo de Literatura Alemana -por cerca de 2
millones de dólares- en una subasta realizada en Londres. El director del Archivo,
Ulrich Rauff, sostiene que no hay duda alguna sobre la legalidad de la adquisición del
manuscrito, que se hizo "ante los ojos del mundo" sin que se hubiese presentado
reclamaciones en los 21 años que han transcurrido desde entonces y se ha declarado
irritado por las exigencias israelíes. Rauff no ve razón para devolver el manuscrito que
forma parte de la tradición de la literatura en lengua alemana. En Israel se sostiene que
con la venta del manuscrito de El proceso en una subasta en Londres se violó una ley
nacional que prohíbe sacar bienes culturales del país. Otro argumento es que con la
venta del manuscrito no se respetó la última voluntad de Max Brod, a lo que hay quien
responde que, si del respeto de las últimas voluntades se tratara, el documento debería
quemarse como lo había pedido Kafka.

FUENTE: Revista Ñ

SE ENTREGO EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA

La Academia Sueca acaba de anunciar que el Premio Nobel de Literatura de 2009 ha


recaído en la poeta y novelista alemana Herta Müller. Junto a Müller, los candidatos de
mayor fuerza eran Amos Oz, Joyce Carol Oates, Philip Roth, Thomas Pynchon, Adonis,
Assia Djebar, Haruki Murakami, Mario Vargas Llosa, Thomas Transtormer, Claudio
Magris, Don DeLillo, Ismail Kadare, Ko Un o Milan Kundera. Herta Müller ha
recibido, entre otros, los premios Aspekte (1984), Ricarda Huch (1987), Roswitha von
Gandersheim (1990), Franz Kafka (1999) y Würth (2006). Desde 1987 reside en Berlín.
El Premio Nobel está dotado con diez millones de coronas suecas (980.000 euros) y la
ceremonia de entrega tendrá lugar el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su
fundador, Alfred Nobel. Es la décima ocasión en que se premia a un autor alemán (el
último había sido Günter Grass en 1999). En 2008 el Nobel fue para Jean-Marie
Gustave Le Clézio.
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Lucas M. Vallejo
Director de la Revista Literaria El Cuervo

La Revista Literaria El Cuervo


Número 4
Se terminó de diagramar el 24 de Octubre de 2009
en la ciudad de
Concepción del Uruguay, Argentina.

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