You are on page 1of 7

DERMATOLOGIA Y ARTE. EDICION 276.

DERMATOLOGIA Y PROSA.

EL PASAJERO DE TRUMAN. FRANCISCO SUNIAGA.

Dr . Diógenes Escalante: Pudo ser el primer presidente electo


democráticamente en Venezuela en 1945…..

“El balcón de la suite presidencial era mi lugar favorito en el hotel el Avila. A


diario, hacía un alto en mis tareas y me iba hasta allí, a mirar la montaña y a
pensar. Después de tantos años sin ir a los Andes me atacaba la nostalgia por
sus paisajes, por la brisa fría en el rostro, por los viejos y mi vida familiar
cuando era un sute, usted lo sabe, Humberto, varias veces me encontró allí.
Ser la esperanza democrática de un país que nunca lo había sido, me traía
incontables dolores de cabeza, me pesaba tanto que sentía como se me
doblaban los huesos con cada minuto que transcurría. Las dificultades que
confrontaba eran tales que vivía lleno de dudas. Al momento de aceptar la
candidatura olvidé algunos aprendizajes, que no debí haber olvidado nunca.
Olvidé que en Venezuela no se puede gobernar si no se tiene el poder. En
nuestro país el poder es la única herramienta confiable para conseguir
lealtades. Ni siquiera la idea de la patria llega a tener tanta eficacia, acá no
existe la noción de lo ideológico ni lealtad ideologizada. Las lealtades entre los
venezolanos son personales y se orientan en función de las expectativas de
poder que pueda despertar el pretendido líder. Históricamente los venezolanos
se han comportado igual y, sin dejar de ser quienes son, se van con el que
tienen más opciones de detentar el poder. Por eso, llegado el momento,
dejaron a Bolívar y siguieron a Páez, dejaron a Castro y siguieron a Gómez.
Los liberales se hicieron conservadores y volvieron a ser liberales.

Otro aprendizaje que olvidé, es que el líder debe ser paciente. La impaciencia
no es buena para nada. La historia de Venezuela está llena de impaciencia. A
comienzos del siglo XIX, unos pocos mantuanos, que aún compraban títulos
nobiliarios con los beneficios del cacao y del café, se alborotaron después de
leerse las obras de la Ilustración y, de la noche a la mañana, se convirtieron en
unos republicanos más furiosos que Saint Just. Creyeron que por el
conocimiento que tuvieron de esas ideas, la sociedad colonial también las
había abrazado y se lanzaron, por los caminos de la aventura independentista,
a nuestra primera guerra civil. Siempre creí que Bolívar fue nuestro primer
impaciente, debió haber esperado por lo menos unos cien años más. Esa
impaciencia nos costó la mitad de la población, la mitad de las cabezas de
ganado, y más de la mitad de las tierras cultivables. ¿cuántos países para ser
independientes han pasado por esa devastación? Ningún otro que yo sepa.
Peor aún, como si no bastara la guerra aquí, los líderes de la independencia
llevaron a los venezolanos a pelearla hasta el Perú. Si la guerra contra España
en América era inevitable, pudimos habernos quedado tranquilos y permitir
que los virreinatos llevaran el peso de ese esfuerzo bélico. En fin de cuentas,
nosotros no éramos una colonia importante, sino una pobre Capitanía General
y, de tontos, por nuestra prisa, nos echamos el muerto encima. Debimos haber
hecho como Brasil, negociar nuestra independencia una décadas más tarde sin
tanta destrucción.
Esa destrucción, sin que conste cuan severa llegó a ser, no fue lo peor que nos
dejó la guerra de independencia. Lo peor fue habernos sembrado el complejo
de libertadores, ese mito que nos ha dejado a merced de los militares hasta la
fecha.

Otra cosa que me atormentaba, y formaba parte de mis cavilaciones


mañaneras en el balcón del Hotel Avila, era el poco conocimiento que los
líderes venezolanos tienen de nuestra posición en el mundo y del papel que, en
función de ese puesto, nos toca jugar. Producto tal vez de este complejo de
libertadores, la Venezuela que tienen en la cabeza está hipertrofiada,
Humberto, no cabe en nuestros doce mil kilómetros cuadrados. Yo tuve la
suerte de entenderlo, en una sola lección, el día que llegué al puerto de
Liverpool en 1905. En sus muelles había amarrados más barcos que los que
entraban y salían de Venezuela en un año. Y ese era sólo uno de los puertos
británicos. Me puse a pensar en los discursos inflamados de patriotismo de
Cipriano Castro contra el imperialismo inglés y, amén de innecesarios, me
parecieron absolutamente irresponsables, risibles, el producto de la más
profunda ignorancia. En 1905 yo era joven, y estando como estaba, agradecido
a Castro , supuse que si él hubiese tenido como tuve yo, la oportunidad de
mirar aquel despliegue de riqueza y poder, tal vez su actitud habría sido otra y
nos habríamos ahorrado la humillación del bloqueo y bombardeo de nuestros
puertos en 1902. Eso creía entonces. Mi posterior formación académica y
política me enseñó que estaba lejos de acertar en ese juicio, que los hombres
como Castro hacen del desafío una forma de vida, que esa actitud la llevan en
la sangre, están ciegos y no pueden mirar las verdades contrarias a las suyas
ni cuando las tienen delante de los ojos. Llegué a la conclusión de que si
hubiese estado en mi lugar, Castro se las hubiese arreglado para ver muestras
de debilidad y decadencia donde no las había y habría salido a vociferar que el
imperio inglés se estaba derrumbando. Quizás hasta habría dudado de la
hombría de los ingleses juzgando como mariconerías su flema y buenos
modales…”
FRANCISCO SUNIAGA

Francisco Suniaga nació en La Asunción, Nueva Esparta. Está casado y es


padre de tres hijos. En el año 2005 publicó la novela “La otra isla” (Editorial
Oscar Todtmann) muy bien acogida por el público y considerada por los críticos
entre las mejores de todos los tiempos en Venezuela. En noviembre de 2008,
publicó “El Pasajero de Truman” (Random House Mondadori), su segunda
novela; un auténtico éxito entre lectores y críticos. La primera edición (6 mil
ejemplares) se agotó en menos de tres meses y ya está en la calle la primera
reimpresión.

Francisco Suniaga es educador, egresado del Instituto Pedagógico de Caracas,


y abogado, de la Universidad Santa María. Cursó estudios de postgrado en la
Universidad Central de Venezuela (Especialista en Derecho y Política
Internacionales) y en Columbia University (Master of International Affairs). Ha
sido profesor universitario por varios años y columnista de El Nacional, El
Universal y Economía Hoy. Entre 2004 y 2007 dirigió la revista Exxito.

ANEXOS:

A continuación fotografías de algunos de los protagonistas de la novela.


Gabinete Ministerial del Presidente Eleazar López Contreras (1936)
Presidente Isaias Medina Angarita, derrocado por una Junta Militar en
1945.
Dr Diógenes Escalante y Caracciolo Parra Perez saliendo de una

Conferencia en la Casa Blanca en 1945, bajo el Gobierno del Presidente


Truman.

Colaboración de la Dra. Raquel M Ramos M.

You might also like