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DOCUMENTO PARA PEQUEÑAS COMUNIDADES, ESCUELA DE LA


PALABRA Y MISIONES

PUEBLA - 1979
596 b) Son agentes de esta Pastoral quienes se comprometen a vivir el Evangelio de la familia
y promueven pequeñas o amplias comunidades eclesiales familiares.
599 d) Partiendo de la Palabra, ofrece principios y pautas para la acción: preferencia de "ser
más", sobre la tendencia de tener, poder, saber "más", sin servir más. Dar más que recibir.
619 En nuestra Iglesia de América Latina hay grande anhelo de relaciones más profundas y
estables en la fe, sostenidas y animadas por la Palabra de Dios. Se ha intensificado la oración
en común y el esfuerzo del pueblo por participar más consciente y fructuosamente en la
liturgia.
625 En la línea de una mayor participación, surgen ministerios ordenados, como el diaconado
permanente, no ordenado y otros servicios como celebradores de la Palabra, animadores de
comunidades. Se advierte también mejor colaboración entre sacerdotes, religiosos y laicos.
632 En la línea de la Evangelización, la parroquia presenta una doble relación de
comunicación y communion pastoral: a nivel diocesano se integran las parroquias en zonas,
vicarías, decanatos; al interior de sí mismas, se diversifica la pastoral según los distintos
sectores y se abre a la creación de comunidades menores.
641 La Comunión Eclesial de Base, como comunidad, integra familias, adultos y jóvenes, en
íntima
relación interpersonal en la fe. Como eclesial es comunidad de fe, esperanza y caridad;
celebra la Palabra de Dios y se nutre con la Eucaristía, culmen de todos los Sacramentos;
realiza la Palabra de Dios en la vida, a través de la solidaridad y compromiso con el
mandamiento nuevo del Señor y hace presente y actuante la misión eclesial y la comunión
visible con los legítimos pastores, a través del servicio de coordinadores aprobados. Es de
base, por estar constituida por pocos miembros, en forma permanente y a manera de célula
de la gran comunidad. "Cuando merecen su título de eclesialidad, ellas pueden conducir, en
fraternal solidaridad, su propia existencia espiritual y humana" (EN 58).
642 Los cristianos unidos en comunidad eclesial de base, fomentando su adhesión a Cristo,
procuran una vida más evangélica en el seno del pueblo, colaboran para interpelar las raíces
egoístas y consumistas de la sociedad y explicitan la vocación de comunión con Dios y con
sus hermanos, ofreciendo un valioso punto de partida en la construcción de una nueva
sociedad, "la civilización del amor".
655 La Iglesia Particular ha de poner de relieve su carácter misionero y la comunión eclesial,
compartiendo valores y experiencias, así como favoreciendo el intercambio de personas y de
bienes.
Dentro de este panorama alentador, también aparecen aspectos negativos. Proponemos
algunos.

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673 a) Falta unidad en los criterios básicos de pastoral, con las consiguientes "tensiones" de
la obediencia y serias repercusiones en "pastoral de conjunto".
674 b) A pesar del reciente aumento de vocaciones, hay una preocupante escasez de
ministros, debida - entre otras causas- a una deficiente conciencia misionera.
682 "Ir delante de las ovejas" significa estar atentos a los caminos por los que los fieles
transitan, a fin de que, unidos por el Espíritu, den testimonio de la vida, los sufrimientos, la
Muerte y la Resurrección de Jesucristo, quien, pobre entre los pobres, anunció que todos
somos hijos de un mismo Padre y por consiguiente hermanos.
683 "Dar la vida" señala la medida del "ministerio jerárquico" y es la prueba del mayor amor;
así lo vive Pablo que muere todos los días (Cfr. 2 Cor. 4, 11) en el cumplimiento de su
ministerio.
684 "Conocer las ovejas y ser conocidos por ellas" no se limita a saber de las necesidades de
los fieles. Conocer es involucrar el propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a
servir (Cfr. Mt. 20, 25-28).
Misión más Comprometida
769 Alentar a los religiosos a que asuman un compromiso preferencial por los pobres,
teniendo en cuenta lo que dijo Juan Pablo II: "Sois sacerdotes y religiosos; no sois dirigentes
sociales, líderes políticos o funcionarios de un poder temporal. Por eso os repito: no nos
hagamos la ilusión de servir al Evangelio si tratamos de "diluir" nuestro carisma a través de un
interés exagerado hacia el amplio campo de los problemas temporales" (Juan Pablo II,
Alocución Sacerdotes, 8. AAS LXXI, p. 182).
771 Despertar la disponibilidad de los consagrados para asumir, dentro de la Iglesia
Particular, los puestos de vanguardia evangelizadora (Cfr. EN 69) en comunión fiel con sus
Pastores y con su comunidad y en fidelidad al carisma de su fundación.
772 Estimular la fidelidad al carisma original y su actualización y adaptación a las necesidades
del Pueblo de Dios, para que las obras logren mayor fuerza evangelizadora.
El Laico Organizado.
801 La organización es signo de comunión y participación en la vida de la Iglesia; permite la
transmisión y crecimiento de las experiencias y la permanente formación y capacitación de
sus miembros.

SANTO DOMINGO – 1992

Resumen

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Introducción

La Conferencia general del Episcopado Latinoamericano celebrada en S. Domingo,


además de la explícita intención de seguir aplicando la renovación conciliar,
mantiene vigente las enseñanzas de Medellín y Puebla, actualizándolas a través de
nuevas líneas pastorales. La Iglesia atenta a las profundas transformaciones que
han acontecido en América latina en los últimos años pos-conciliares, quiere hacer
presente y actualizar el misterio de redención realizado por y en Jesucristo.

Juan Pablo II dijo que la nueva evangelización parte del hecho de que en Cristo
tenemos una "inescrutable riqueza (Ef 3, 8)," que no agota ninguna cultura ni
ninguna época, y a la cual los hombres podemos siempre acudir para
Enriquecernos.

Santo Domingo acentúa la llamada a conversión haciendo una lectura de la


realidad, tanto eclesial como social. Mantiene, respecto a Puebla y Medellín, el
esfuerzo de evangelizar la cultura y salir al encuentro de la pobreza, pero además
profundiza el compromiso por la justicia y los derechos humanos; mejora la pastoral
juvenil y familiar; acentúa el rol de los laicos; cobran fuerza temas como la defensa
de la vida, la cultura urbana, los movimientos y asociaciones eclesiales, el papel de
la mujer, las expresiones culturales de los amerindios y afro americanos, la misión
ad gentes.

1. 2 Comunidades eclesiales vivas y dinámicas

La Iglesia particular, que prolonga la presencia y la acción evangelizadora de


Cristo, está llamada a vivir el dinamismo de comunión-misión en las parroquias. La
parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, anima y orienta la
comunión, la participación y misión de los fieles, porque es una comunidad
orgánica, eucarística y misionera a la vez. Tarea principal de la parroquia es
evangelizar, celebrar la liturgia, impulsar la promoción humana, fomentar la
enculturación de la fe. Expresión de esta realidad son las comunidades eclesiales
de base, células vivas formadas por laicos que están llamados a vivir como
comunidad de fe, culto y amor.

1.3 En la unidad del Espíritu y con diversidad de dones y carismas

Es por la acción del Espíritu Santo que todos los bautizados participan de las
riquezas de gracia que les regala el Señor Jesús. Es El que lleva a todos los
cristianos a construir la unidad de la Iglesia desde distintos carismas y ministerios
que se actualizan a través del servicio.

El ministerio de los obispos, presbíteros y diáconos es esencial en el anuncio de la


palabra, en la celebración de los sacramentos y en la conducción pastoral. La vida

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de los consagrados, como don del Espíritu Santo, también pertenece a la vida
íntima y a la santidad de la Iglesia. Están llamados a vivir fielmente los consejos
evangélicos, a participar del misterio de Cristo, a irradiar los valores del Reino de
Dios y a interpelar, con su vida, al mundo actual.

Los laicos son llamados por Cristo para ser agentes y destinatarios de la Buena
Noticia de la salvación; como consecuencia de su bautismo, los fieles están
injertados en Cristo y son llamados a vivir el triple oficio sacerdotal, profético y real,
y a tener presente su perfeccionamiento espiritual y su vocación a la santidad. Los
movimientos y asociaciones eclesiales, impulsados por el Espíritu Santo, son la
respuesta a las situaciones de secularismo, ateísmo e indiferencia religiosa.

1.4 Para anunciar el Reino a todos los pueblos

Es Cristo que nos revela al Padre y nos introduce en el misterio de la vida trinitaria
por el Espíritu. Todo pasa por Cristo, que se hace camino, verdad y vida. Por el
bautismo recibimos la filiación divina, y hechos todos hijos de Dios, todos los
pueblos de América latina hemos sido hechos también hermanos entre nosotros.
En Él todos tenemos la liberación del pecado, de la muerte y de la esclavitud. Él da
la vida en plenitud para que la Iglesia a su vez, la comunique a todos los hombres y
a todos los pueblos, sin diferencia de razas, naciones o situaciones económicas.

1.2. Comunidades eclesiales vivas y dinámicas

|p54 54. "Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno
en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17,21). Ésta es la oración de
Jesucristo por su Iglesia. Para ella ha pedido que viva la unidad, según el modelo de la unidad
trinitaria (cf. GS 24). Así procuraron vivir los primeros cristianos en Jerusalén.

Conscientes de que el momento histórico que vivimos nos exige "delinear el rostro de una
Iglesia viva y dinámica que crece en la fe, se santifica, ama, sufre, se compromete y espera
en su Señor" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 25), queremos volver a descubrir al Señor
Resucitado que hoy vive en su Iglesia, se entrega a ella, la santifica (cf. Ef 5,25-26) y la hace
signo de la unión de todos los hombres entre sí y de éstos con Dios. (cf. LG 1).

Queremos reflejar este "rostro" en nuestras Iglesias particulares, parroquias y demás


comunidades cristianas. Buscamos dar impulso evangelizador a nuestra Iglesia a partir de una
vivencia de comunión y participación, que ya se experimenta en diversas formas de
comunidades existentes en nuestro continente.

1.2.1. La Iglesia Particular

|p55 55. Las Iglesias particulares tienen como misión prolongar para las diversas
comunidades "la presencia y la acción evangelizadora de Cristo" (DP 224), ya que están
"formadas a imagen de la Iglesia Universal, en las cuales y a base de las cuales existe la
Iglesia Católica, una y única" (LG 23).

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La Iglesia particular está llamada a vivir el dinamismo de comunión-misión, "la comunión y la


misión están profundamente unidas entre sí; se compenetran y se implican mutuamente,
hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión. .. siempre
es el único e idéntico Espíritu el que convoca y une a la Iglesia y el que la envía a predicar el
Evangelio hasta los confines de la tierra" (ChL 32).

La Iglesia particular es igualmente "comunión orgánica... caracterizada por la simultánea


presencia de la diversidad y de la complementariedad de las vocaciones y condiciones de
vida, de los ministerios, de los carismas y de las responsabilidades" (ChL 20).

"En la unidad de la Iglesia local, que brota de la Eucaristía, se encuentra todo el Colegio
episcopal con el sucesor de Pedro a la cabeza, como perteneciente a la misma esencia de la
Iglesia particular. En torno al Obispo y en perfecta comunión con él tienen que florecer las
parroquias y comunidades cristianas como células pujantes de vida eclesial" (Juan Pablo II,
Discurso inaugural, 25).

La Iglesia particular, conforme a su ser y a su misión, por congregar al Pueblo de Dios de un


lugar o región, conoce de cerca la vida, la cultura, los problemas de sus integrantes y está
llamada a generar allí con todas sus fuerzas, bajo la acción del Espíritu, la Nueva
Evangelización, la promoción humana, la inculturación de la fe (cf. RMi 54).

|p56 56. En general nuestras diócesis carecen de suficientes agentes calificados de pastoral.
Muchas de ellas aún no poseen una clara y verdadera planificación pastoral. Es urgente
avanzar en el camino de la comunión y participación, que muchas veces es obstaculizado por
la falta del sentido de Iglesia y del auténtico espíritu misionero.

p60 60. Hemos de poner en práctica estas grandes líneas:

- Renovar las parroquias a partir de estructuras que permitan sectorizar la pastoral mediante
pequeñas comunidades eclesiales en las que aparezca la responsabilidad de los fieles laicos.

- Cualificar la formación y participación de los laicos, capacitándolos para encarnar el


Evangelio en las situaciones específicas donde viven o actúan.

- En las parroquias urbanas se deben privilegiar planes de conjunto en zonas homogéneas


para organizar servicios ágiles que faciliten la Nueva Evangelización.

- Renovar su capacidad de acogida y su dinamismo misionero con los fieles alejados y


multiplicar la presencia física de la parroquia mediante la creación de capillas y pequeñas
comunidades.

1.2.3. Las Comunidades Eclesiales de Base

|p61 61. La comunidad eclesial de base es célula viva de la parroquia, entendida ésta como
comunión orgánica y misionera.

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La CEB en sí misma, ordinariamente integrada por pocas familias, está llamada a vivir como
comunidad de fe, de culto y de amor; ha de estar animada por laicos, hombres y mujeres
adecuadamente preparados en el mismo proceso comunitario; los animadores han de estar
en comunión con el párroco respectivo y el obispo.

"Las comunidades eclesiales de base deben caracterizarse siempre por una decidida
proyección universalista y misionera que les infunda un renovado dinamismo apostólico" (Juan
Pablo II, Discurso inaugural, 25). "Son un signo de vitalidad de la Iglesia, instrumento de
formación y de evangelización, un punto de partida válido para una nueva sociedad fundada
sobre la civilización del amor" (RMi 51).

|p62 62. Cuando no existe una clara fundamentación eclesiológica y una búsqueda sincera de
comunión, estas comunidades dejan de ser eclesiales y pueden ser víctimas de manipulación
ideológica o política.

|p63 63. Consideramos necesario:

- Ratificar la validez de las comunidades eclesiales de base fomentando en ellas un espíritu


misionero y solidario y buscando su integración con la parroquia, con la diócesis y con la
Iglesia universal, en conformidad con las enseñanzas de la "Evangelii Nuntiandi" (cf. EN 55).

- Elaborar planes de acción pastoral que aseguren la preparación de los animadores laicos
que asistan a estas comunidades en íntima comunión con el párroco y el obispo.

APARECIDA -2007

6.3 Iniciación a la vida cristiana y catequesis permanente 6.3.1 Iniciación a la vida


cristiana
286. Son muchos los creyentes que no participan en la Eucaristía dominical ni reciben con
regularidad los sacramentos, ni se insertan activamente en la comunidad eclesial. Sin olvidar
la importancia de la familia en la iniciación cristiana, este fenómeno nos interpela
profundamente a imaginar y organizar nuevas formas de acercamiento a ellos para ayudarles
a valorar el sentido de la vida sacramental, de la participación comunitaria y del compromiso
ciudadano. Tenemos un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal y
fermento en el mundo, con una identidad cristiana débil y vulnerable.
292. Como rasgos del discípulo al que apunta la iniciación cristiana destacamos: que tenga
como centro la persona de Jesucristo, nuestro Salvador y plenitud de nuestra humanidad,
fuente de toda madurez humana y cristiana. Que tenga espíritu de oración, sea amante de la
Palabra, practique la confesión frecuente y participe de la Eucaristía. Que se inserte
cordialmente en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso misionero.
305. Por tanto, debe cultivarse la formación comunitaria especialmente en la parroquia. Con
diversas
celebraciones e iniciativas, especialmente con la Eucaristía dominical, que es “momento
privilegiado del encuentro de las comunidades con el Señor resucitado”174, los fieles deben
experimentar la parroquia como una familia en la fe y la caridad, en la que mutuamente se
acompañen y ayuden en el seguimiento de Cristo.

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6.4.3 Pequeñas comunidades eclesiales


307. Se constata que en los últimos años ha ido creciendo la espiritualidad de comunión y
que, con diversas metodologías, se han hecho no pocos esfuerzos por llevar a los laicos a
integrarse en pequeñas comunidades eclesiales, que van mostrando abundantes frutos. Para
la Nueva Evangelización y para llegar a que los bautizados vivan como auténticos discípulos y
misioneros de Cristo, tenemos un medio privilegiado en las pequeñas comunidades
eclesiales.
308. Ellas son un ámbito propicio para escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad,
para animar en la oración, para profundizar procesos de formación en la fe y para fortalecer el
exigente compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy. Ellas son lugares de
experiencia cristiana y evangelización que, en medio de la situación cultural que nos afecta,
secularizada y hostil a la Iglesia, se hacen todavía mucho más necesarias.
309. Si se quieren pequeñas comunidades vivas y dinámicas, es necesario suscitar en ellas
una espiritualidad sólida, basada en la Palabra de Dios, que las mantenga en plena comunión
de vida e ideales con la Iglesia local y, en particular, con la comunidad parroquial. Así la
parroquia, por otra parte, como desde hace años nos lo hemos propuesto en América Latina,
llegará a ser «comunidad de comunidades»175.
171 SC 19
172 AA 10; SD 55
173 EAm 41
174 DI 4
310. Señalamos que es preciso reanimar los procesos de formación de pequeñas
comunidades en el
Continente, pues en ellas tenemos una fuente segura de vocaciones al sacerdocio, a la vida
religiosa, y a la vida laical con especial dedicación al apostolado. A través de las pequeñas
comunidades, también se podría llegar a los alejados, a los indiferentes y a los que alimentan
descontento o resentimientos frente a la Iglesia.
6.4.4 Los movimientos eclesiales y nuevas comunidades
311. Los nuevos movimientos y comunidades son un don del Espíritu Santo para la Iglesia. En
ellos, los fieles encuentran la posibilidad de formarse cristianamente, crecer y comprometerse
apostólicamente hasta ser verdaderos discípulos misioneros. Así ejercitan el derecho natural y
bautismal de libre asociación, como lo señaló el Concilio Vaticano II176 y lo confirma el
Código de Derecho Canónico. Convendría animar a algunos movimientos y asociaciones que
muestran hoy cierto cansancio o debilidad e invitarlos a renovar su carisma original, que no
deja de enriquecer la diversidad con que el Espíritu se manifiesta y actúa en el pueblo
cristiano.
316. Un espacio privilegiado, escuela y casa para la formación de discípulos y misioneros, lo
constituyen sin duda los seminarios y las casas de formación. El tiempo de la primera
formación es una etapa donde los futuros presbíteros comparten la vida a ejemplo de la
comunidad apostólica en torno a Cristo Resucitado: oran juntos, celebran una misma liturgia
que culmina en la Eucaristía, a partir de la Palabra de Dios reciben las enseñanzas que van
iluminando su mente y moldeando su corazón para el ejercicio de la caridad fraterna y de la
justicia, prestan servicios pastorales periódicamente a diversas comunidades, preparándose
así para vivir una sólida espiritualidad de comunión con Cristo Pastor y docilidad a la acción
del Espíritu, convirtiéndose en signo personal y atractivo de Cristo en el mundo, según el
camino de santidad propio del ministerio sacerdotal181

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7.1.4 Una misión para comunicar vida


360. La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho,
los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en
la misión de comunicar vida a los demás. El Evangelio nos ayuda a descubrir que un cuidado
enfermizo de la propia vida atenta contra la calidad humana y cristiana de esa misma vida. Se
vive mucho mejor cuando tenemos libertad interior para darlo todo: “Quien aprecie su vida
terrena, la perderá” (Jn 12, 25). Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida
se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva
la misión.
361. El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre. Por eso pide a sus discípulos:
“¡Proclamen que está llegando el Reino de los cielos!” (Mt 10, 7). Se trata del Reino de la vida.
Porque la propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta
misión, es la oferta de una vida plena para todos. Por eso la doctrina, las normas, las
orientaciones éticas, y toda la actividad misionera de la Iglesia, debe dejar transparentar esta
atractiva oferta de una vida más digna, en Cristo, para cada hombre y para cada mujer de
América Latina y de El Caribe.
362. Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá
profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada
creyente en un discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida
en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad,
el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente.
Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación
de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión,
la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra
esperanza. Por eso se volverá imperioso asegurar cálidos espacios de oración comunitaria
que alimenten el fuego de un ardor incontenible y hagan posible un atractivo testimonio de
unidad “para que el mundo crea” (Jn 17, 21).
203 DCE 16
204 DI 4
205 CDSI 52
363. La fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el estilo adecuado,
con las actitudes del Maestro, teniendo siempre a la Eucaristía como fuente y cumbre de toda
actividad misionera.
Invocamos al Espíritu Santo para poder dar un testimonio de proximidad que entraña cercanía
afectuosa, escucha, humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso
con la justicia social y capacidad de compartir, como Jesús lo hizo. Él sigue convocando,
sigue invitando, sigue ofreciendo incesantemente una vida digna y plena para todos. Nosotros
somos ahora, en América Latina y El Caribe, sus discípulos y discípulas, llamados a navegar
mar adentro para una pesca abundante. Se trata de salir de nuestra conciencia aislada y de
lanzarnos con valentía y confianza (parresía) a la misión de toda la Iglesia.
364. Detenemos la mirada en María y reconocemos en ella una imagen perfecta de la
discípula misionera. Ella nos exhorta a hacer lo que Jesús nos diga (cf. Jn 2, 5) para que Él
pueda derramar su vida en América Latina y El Caribe. Junto con ella queremos estar atentos
una vez más a la escucha del Maestro, y en torno a ella volvemos a recibir con
estremecimiento el mandato misionero de su hijo: “Vayan y hagan discípulos a todos los
pueblos” (Mt 28, 19). Lo escuchamos como comunidad de discípulos misioneros que hemos

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experimentado el encuentro vivo con Él y queremos compartir todos los días con los demás
esa alegría incomparable.

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