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Propósitos y Principios
Los propósitos son la razón de ser de la Organización. Son el conjunto de los fines comunes, los
grandes objetivos de las Naciones Unidas, la causa y finalidad de la Carta a que se suscriben los
estados miembros, por separado y colectivamente.
“Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces
para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros
quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de
la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones
internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz;”
Este propósito no se limita a hacer explícito el fin último de la Organización, al que están ordenados
todos los propósitos, sino que enuncia el primero de ellos, la acción coyuntural, que cubre las
categorías tradicionales de la seguridad colectiva y de la solución pacífica de controversias. En la
enunciación: Mantener la Paz y Seguridad Internacionales, da a entender que las Naciones Unidas
no son creadas para inmiscuirse en conflictos armados internos de los Estados, a no ser que estos
puedan llegar a poner en peligro a la Paz y Seguridad Internacionales. Otra excepción que se
impuso con la evolución de estos conceptos es la de situar al Respeto por los Derechos Humanos,
como otro de los aspectos a proteger por sobre la Soberanía de los Estados.
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Además, debe extraerse de este enunciado que, la ambición de la Organización radica en
mantener la Paz no solo entre los Estados Miembros si no entre toda la Comunidad Internacional.
Por último, debemos agregar que este primer inciso no se reduce a expresar el propósito primero
solamente, si no también enuncia principios fundamentales: Medios Pacíficos, Justicia y Derecho
Internacional.
El enunciado indica un propósito que se expande más allá de su significado semántico. Mantener las
Relaciones de Amistad entre las Naciones implica llevar adelante una acción estructural muy
compleja, que se complementaría con el primero de los propósitos, pero enfocado hacia una
solución más duradera y sostenida de la máxima problemática internacional.
Este propósito consiste en realizar la cooperación internacional en una amplia serie de materias que
presentan como denominador común el de referirse al progreso, al incremento del bienestar de la
población de cada Estado. Sin embargo, los objetivos habrán de perseguirse mediante un dispositivo
respetuoso para la soberanía de los Estados. Por último, el objetivo del desarrollo está subordinado
al fin prioritario del mantenimiento de la paz, en la medida que, por ejemplo, las diferencias en el
ritmo de desarrollo entre países vecinos son susceptibles de originar tensiones locales.
Nuevamente podemos observar que se consagran valores o principios, que son medios generales
para el cumplimiento de los propósitos. En este caso: Derechos Humanos, Libertades
Fundamentales, e Igualdad.
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4. Armonización de esfuerzos para el Progreso
“Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos
comunes”.
Este propósito presenta un carácter instrumental, ya que se trata de servir de centro armonizador de
los esfuerzos por conseguir los anteriores. La Carta a través de este punto le ha asignado a la
Organización una misión propia.
Una vez enunciados los propósitos convenidos, la Carta define los principios esenciales en los
cuales se basa la organización. Estos principios son las siete obligaciones generales que ligan a cada
país y a la organización en conjunto.
“La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus Miembros”.
Este principio presenta dos aspectos muy relacionados entre sí. En primer término, se proclama en
él que los Estados Miembros conservan su soberanía, sobre la que precisamente se sustenta la
Organización. El segundo aspecto de este principio es la igualdad jurídica entre los Estados
Soberanos, que debe entenderse como igualdad ante la ley, es decir, todos los Estados son iguales
ante el Derecho Internacional. En este sentido existe una pronunciada polémica dentro de la
Opinión Pública debido a que el Derecho a Veto de los Estados Miembros Permanentes en el
Consejo de Seguridad. Sin embargo, la Asamblea General y sus 191 Estados Miembros con 1 voto
cada 1, es la muestra más cabal de la vigencia de este principio. El Derecho a Veto es simplemente
una facultad funcional que la Carta Otorga a algunos Estados, ratificada por el consenso de todos
los demás, a pesar de las numerosas críticas acerca de su correcto uso o de la funcionalidad de su
subsistencia.
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“Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su
condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad
con esta Carta”.
Este principio comprende dos obligaciones fundamentales. La primera es la obligación de las partes
en una controversia de darle una solución por medios pacíficos y esto permite afirmar que nos
hallamos ante una obligación de hacer. En cambio, la segunda obligación es de no hacer, que se
trata de que: los Estados partes en una controversia internacional, así como los demás Estados, se
abstendrán de toda medida que pueda agravar la situación de modo que ponga en peligro el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
Merece destacarse la reafirmación en el texto del principio de libre elección de los medios, que
supone un margen de libertad mayor. Esta amplia libertad conoce dos límites. El primero es la regla
de la adecuación de los medios a las circunstancias y a la naturaleza de la controversia. La segunda
limitación deriva de las disposiciones aplicables de la Carta y en particular el capítulo VI.
Este principio no ha erradicado el uso de la fuerza de las relaciones Internacionales, debido a las
deficiencias intrínsecas y a la inaplicación parcial de las disposiciones de la Carta encaminadas a
asegurar la prevención y la represión de las infracciones. Sin embargo, las deficiencias de la
Organización internacional no debilitan el carácter imperativo de este principio ya que una
violación grave de una obligación internacional de importancia esencial para el mantenimiento de la
paz, como la que prohíbe la agresión, puede resultar un crimen internacional.
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El alcance subjetivo del principio viene referido a los Estados individualmente considerados y a
los grupos de Estados. La prohibición no se extiende a los pueblos; en cuanto a las
Organizaciones Internacionales debe señalarse que los acuerdos u organismos regionales
necesitan de la autorización del Consejo de Seguridad para aplicar lícitamente medidas coercitivas.
- La prohibición del uso de la fuerza se extiende a supuestos en que no existe guerra en el sentido
tradicional.
- No se reconocerá como legal ninguna adquisición territorial derivada del uso de la fuerza.
“Los Miembros de la Organización prestaron a ésta toda clase de ayuda en cualquier acción que
ejerza de conformidad con esta Carta, y se abstendrán de dar ayuda a Estado alguno contra el cual
la Organización estuviere ejerciendo acción preventiva o coercitiva”.
Este principio impone a los Estados dos obligaciones complementarias. La primera se refiere a
cualquier acción conforme con la Carta, mientras que la omisión de auxilio, objeto de la segunda
obligación, solo se debe cuando las Naciones Unidas ejerzan acción preventiva o coercitiva.
Se plantea el problema del status de neutralidad con el principio que comentamos. Esta cuestión
plantea dos aspectos: el primero es el de saber si la pertenencia a Naciones Unidas implica o no una
infracción del estatuto de neutralidad. La segunda, plantea si un Estado que a su vez está afectado
por alguna acción coercitiva puede prevalecerse de ella para sustraerse de estas obligaciones.
“La Organización hará que los Estados que no son Miembros de las Naciones Unidas se
conduzcan de acuerdo con estos Principios en la medida que sea necesaria para mantener la paz y
la seguridad internacionales”.
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El texto plantea, pero no resuelve, el problema de la autoridad de la Organización sobre los
Estados no miembros, en la medida que se trata de una disposición convencional que impone
obligaciones a terceros Estados con independencia del consentimiento de éstos. Este inciso
encuentra su fundamento en la institucionalización de la acción de gobierno internacional de un
conjunto de Estados suficientemente representativos: los miembros de las Naciones Unidas.
“Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos
que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará; a los Miembros a
someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta; pero este
principio no se opone a la aplicación de las medidas coercitivas prescritas en el Capítulo VII”.
La idea de que existe una esfera de materias en las que, en virtud de la soberanía de los Estados, no
puede penetrar la actuación de los órganos internacionales arraiga en la práctica internacional a
medida que el peligro real de esa penetración se va haciendo más manifiesto. La propia
indeterminación del precepto ha permitido en bastantes casos que la Organización rechazase la
excepción de la jurisdicción interna, afirmando sus propias competencias.