You are on page 1of 3

Involucrándome en la Obra Misionera

Abre mis ojos…quiero ver a Cristo


Por Hna. Elena Kitner

“Soy solamente una hermana más en la iglesia. ¿Qué


puedo hacer yo para la obra misionera?

Esa queda para las que han sido llamados…


que han estudiado…
que se han casado con un misionero…
que tienen más valor que yo…
que no tienen tantos hijos… etc.”

El Señor Jesús dio su mandamiento tanto para nosotras


como a los demás: “…Alzad vuestros ojos y mirad los
campos, porque ya están blancos para la siega.”
(Juan 4:35) Él manda a sus discípulos a alzar sus ojos.
Muchas veces, nuestros ojos se fijan en lo rutinario de
nuestras vidas cotidianas. Vemos la ropa para lavar, la
casa para limpiar, los hijos para disciplinar, los alimentos
para cocinar, y tantas cosas más. Las responsabilidades
pesan encima cada día, y nos preguntamos cómo vamos
a poder cumplir con todo. Aún trabajando todas las
horas que el esposo está fuera de la casa, él llega para
preguntarnos “¿Qué has hecho todo el día?”

Hoy, el coro pasaba por mi mente una y otra vez: “Abre


mis ojos, quiero ver a Cristo…” Dios usa muchas
maneras de ayudarnos a alzar nuestros ojos para ver la
obra misionera que es su prioridad principal. (Dios tuvo
solamente un Hijo, y Él fue misionero.)

Él nos revela la gran necesidad mediante nuestro tiempo


de oración cuando le pedimos que abra nuestros ojos.
Nuestros ojos son alzados cuando leemos una carta de
los misioneros pidiendo oración por una lucha que tiene
en la obra.
Vemos la necesidad cuando se levanta una ofrenda
especial para los misioneros en la Navidad, o cuando hay
un proyecto especial.
Sí, podemos orar, podemos dar, aún haciendo un trabajo
extra para ganar algo que podemos compartir con los
misioneros.
Aún podemos trabajar con nuestros manos, preparando
un paquete para los misioneros, y coser o tejer una
prenda de ropa para el nuevo bebé en su hogar.

Pero ¿qué de nuestras oportunidades personales


que se presentan?

¿No podemos compartir el evangelio con una vecina


que viene a conversarnos de una situación difícil?
¿No podemos hacer la obra misionera pasando un
folleto a la caserita en el mercado junto con nuestro
pago?
¿No podemos invitar a una nueva vecina a asistir a
nuestra iglesia cuando vamos a darles la bienvenida y
llevarles un plato especial?
¿No podemos escribir una carta a algún familiar que
no conoce a Cristo, incluyendo un testimonio de lo que
Cristo ha hecho para nosotras?
¿No podemos sentarnos con nuestro hijo y contestar
sus preguntas acerca de cómo llegar al cielo? (No hay
mayor privilegio que llevar a su propio hijo a los pies
del Señor.)
¿No podemos vivir un testimonio dulce y amoroso
delante del esposo inconverso, sin juzgarle ni predicarle.

Nunca puedo olvidar de una hermana preciosa que vivía


en Trujillo hace muchos años. Aunque era mayor de
edad y en salud delicada, hacía la obra misionera entre
los niños de su vecindario. Todos los domingos, llegaba
en un taxi. Ella salía con dificultad. Aún le era difícil
caminar. Pero andaba invitando a los niños a la Escuela
Dominical. Al llegar el taxi en la puerta de la iglesia,
salían muchos niños…6, 8, a veces 10. Cada uno llevaba
en la mano un plátano que la hermana les había
regalado. Esa hermana ya está con el Señor, pero su
ejemplo queda conmigo, y seguramente con muchas
personas más, incluyendo a los niños cuyas vidas fueron
tocadas por su obra misionera.

En verdad, hermanas, la obra misionero nos rodea todos


los días, solamente tenemos que alzar nuestros ojos para
verla. ¡Qué lindo sería tener una obra misionera para
compartir con la misionera cuando viene la iglesia!
¡Cuánto ánimo la daría al saber que una hermana está
orando por ella, compartiendo con ella, haciendo su parte
en la obra misionera allí donde está! ¡Cuánto gozo daría
a nuestro pastor saber que estamos trabajando hombro a
hombro con él y su esposa, trayendo a los almas al
Señor! ¡Cuánto gusto tendría nuestro Padre Celestial
vernos alzar a nuestros ojos, ver las necesidades que nos
rodean, y servirle en cualquiera manera, no importa cuán
humilde!

Qué el Señor nos ayude a involucrarnos en su obra.

You might also like