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Tercera prueba

La gramática de las lenguas romances no heredó


nada del latín

Las coincidencias en formas gramaticales


particulares son concluyentes.
Las coincidencias en vocabulario no lo son, o casi
nunca.
A. Meillet, Introduction à
l’étude des langues indo-
européennes (1937)

En buena lógica académica yo debería haber comenzado mi


investigación por el estudio comparado de las gramáticas, ya que para la
Escuela Francesa de Lingüística fuera de la gramática no hay nada que
buscar. Para el lingüista francés Antoine Meillet solamente tienen valor
de prueba las concordancias gramaticales. Jean Perrot, lingüista
formado en el mismo molde, dice igualmente: “Las asociaciones que se
han intentado entre diversas lenguas [...] han carecido con frecuencia
de solidez por el hecho de que se concentraban sobre elementos de
vocabulario. Las asociaciones tendrán un valor concluyente solamente
en la medida en que intervengan elementos morfológicos en la
comparación” (Jean Perrot, La linguistique, PUF, 1953).

Ciertamente se cometieron muchos excesos durante las primeras


décadas del descubrimiento del parentesco entre las lenguas;
demasiadas afirmaciones fantasiosas se hicieron sobre bases poco
sólidas. Era lógico que se crearan barreras de contención. Pero el
repliegue sobre la gramática comparada se convirtió en un dogma sin
posibilidad de matices. La buena utilización del vocabulario comparado
puede ser tan eficaz como la utilización de la gramática comparada, y
los lingüistas franceses se privan erróneamente de una extraordinaria
fuente de riquezas.

Por ello, en este capítulo, vamos a situarnos en el terreno de los


gramáticos. De manera que si hubiese un parentezco fuerte, una
filiación directa entre el latín y las lenguas romances, habría
“coincidencias”. Ahora bien, lo menos que se puede decir es que nos
encontramos frente a dos sistemas gramaticales diferentes, extraños
el uno al otro.

Emile Littré establecia la lista de tales diferencias en la introducción


de son Dictionnaire de la langue française1: “La reducción de la
declinación latina, la supresión del neutro, la creación del artículo, la
introducción en el sistema de conjugación del tiempo compuesto para el
pasado, la formación de un nuevo modo —el condicional—, la voz

1
Ediciones Hachette, 1863.
pasiva expresada, ya no por desinencias sino por una combinación del
verbo “ser” con el tema, la organización de los auxiliares para el
servicio de la conjugación, la concepción de un nuevo tipo de adverbio
con la ayuda del sufijo –mente”. Habria podido agregar los
comparativos, la forma interrogativa, los plurales, los adjetivos
verbales, los verbes deponentes y, sobre todo, la sintaxis. En resumen:
¡todo!, al mismo tiempo que no sorprende a nadie que, en el paso del
griego antiguo al griego moderno, la gramatica no haya perdido, en más
de dos mil años, sino unos cuantos rasgos particulares.

Primer indicio: las declinaciones. ¡Una “desaparición” brutal!

Qué asombro al constatar que, frente al latín, cuyas declinaciones


son numerosas, las lenguas romances no poseen ninguna forma de
declinacion (hablaremos en el capitulo sobre el francés antiguo del
pretendido sistema casual de éste ultimo). Los que sostienen la tesis de
la filiación entre el latín y las lenguas romances lo explican como la
simplificacion de la lengua latina realizada por el pueblo (VULGUS).
¡Vaya fábula! No queda la menor traza en lengua romance alguna del
acusativo, ni del genitivo, ni del dativo, ni del ablativo, ni del vocativo.
Únicamente el rumano posee un sistema de declinación muy
rudimentario pero en el que no se percibe la menor traza de herencia
latina.

Yo no pienso que existan, por una parte, lenguas distinguidas y


complejas (el latín, el griego, el sánscrito), y por otra, lenguas
populares, simples y pobres. A guisa de ejemplo, hagamos nuevamente
la comparación entre el alemán y el inglés. Ambas son lenguas
germánicas. La primera posee un sistema de declinación variado,
mientras que la segunda no posee la menor declinación. ¿Se debe
considerar al inglés como una lengua germánica que ha perdido su
brillo original, como una lengua de personas simples? No voy a abordar
aqui un tema tan subjetivo. Pienso simplemente que el inglés, lengua
del pueblo anglosajón, se fue diferenciando del germánico durante
largos siglos para forjar su propia gramática, tan compleja como la del
alemán pero en otros terrenos que no son el de las declinaciones.

Ciertos lingüistas sostienen la idea de que pudiese haber lenguas


establecidas o, al menos, codificadas por los gramáticos. Para Antoine
Meillet, por ejemplo, “el sánscrito clásico no es sino un compromiso
tradicional entre la lengua védica y las lenguas habladas establecido
por los gramáticos”. De hecho, si el sánscrito difiere del védido no se
debe a los gramáticos sino a la existencia de dos pueblos, y por lo tanto,
de dos lenguas diferentes.

Yo no pienso que existan de un lado lenguas escritas artificiales y


del otro lenguas habladas. Yo comparto el punto de vista según el cual
“las reglas de gramática no son más que usos redactados y codificados
por los gramáticos. Estos usos son la obra secular del pueblo. Existe un
derecho lingüístico cuya existencia no depende de lo que haya sido
puesto por escrito” (Rémy de Gourmont, La langue française et les
grammairiens). De manera más simple, yo diría, como el escritor Jules
Renard hace más o menos un siglo: “Escribir es una manera de hablar
sin ser interrumpido”.
Segundo indicio: el plural. ¡Un descubrimiento extraño!
El plural en latín se forma esencialmente en el nominativo con las
desinencias siguientes: AE, I, A, ES, IA, US, UA según el tipo de declinación.
En lo que concierne a las lenguas romances, los sustantivos no se
declinan, al contrario de lo que ocurre en latín.

Se pueden distinguir dos tipos de plural que corresponden a dos


áreas geográficas diferentes:

• La primera comprende los países donde se habla italiano y


rumano. Los plurales se forman con la desinencia “I” para el
masculino y “E” para el femenino.

Italiano Rumano
Masculino Singular AMICO PRIETEN
Plural AMICI PRIETENI
Femenino Singular CASA CASA
Plural CASE CASE

• La segunda comprende los países donde se habla portugués,


español, catalán, occitano, retorrománico y francés. Los
plurales se forman con la desinencia “S” en el masculino y
en el femenino.

Francés Español
Masculino Singular AMI AMIGO
Plural AMIS AMIGOS
Femenino Singular MAISON CASA
Plural MAISONS CASAS

En otras palabras, los plurales de las lenguas romances no tienen


nada que ver con los plurales de la lengua latina.

Para el primer grupo, se encuentran ciertas similitudes con los


nominativos plurales griegos.

Para el segundo, se encuentra una similitud con el inglés (las otras


lenguas germánicas forman sus plurales de manera diferente).

Para explicar a la vez la homogeneidad de los plurales en vastas


zonas geográficas y el hecho de que existan dos sistemas distintos,
formulo la hipótesis de que el “italiano antiguo” no era uniforme.
La colonización de España y del sur de Francia fue hecha por pueblos
italianos diferentes de aquellos que impusieron su lengua en Italia y
conquistaron la Rumania varios siglos más tarde. Hay una fuerte
probabilidad de que el “italiano antiguo” no se haya todavía unificado
para esta época. La unidad económica y política no comenzó solamente
en la época romana. De todas maneras, si existieron variantes
dialectales, éstas no alcanzaron el fondo de la lengua italiana antigua
sino que diferían en los detalles.

Tercer indicio: los artículos. ¡Generación espontánea!


El latín no posee artículos, ni definidos, ni indefinidos. Por el
contrario, todas las lenguas romances poseen tanto el uno como el
otro, que son practicamente los mismos.
ARTICULOS DEFINIDOS
Francés Español Italiano Rumano
Masculino Singulier LE EL IL -UL
Femenino Singulier LA LA LA -A
Masculino Pluriel LES LOS I/GLI -I
Femenino Pluriel LES LAS LE -LE

ARTICULOS INDEFINIDOS
Francés Español Italiano Rumano
Masculino Singulier UN UN UN UN
Femenino Singulier UNE UNA UNA O

Los que sostienen la tesis de la filiación inventaron un origen latino


de estos articulos. Vieron, en el caso de los articulos definidos, una
transformación de los demostrativos ILLE (masculino) et ILLA
(femenino).

¿Cómo pueden explicar que el plural de los articulos definidos de las


lenguas romances se parezca al nominativo plural de los demostrativos
en el área de las lenguas italiana y rumana (ILLI, ILLAE), y que se parezca
al acusativo plural de éstos en el área de las lenguas española,
portuguesa, catalana y occitana (ILLOS, ILLAS)? ¿Acaso los romanos
llevaron el nominativo al Este y el acusativo al Oeste? ¿O bien los
pueblos del Este no retuvieron que el nominativo y los del Oeste, el
acusativo?

Yo veo, al contrario, la confirmación de mi hipótesis: los romanos


hablaban una lengua no unificada, de hecho, dos variantes dialectales
del “italiano antiguo”, y según el origen de los colonos que provenían
de Italia, predominó uno u otro dialecto.

No solamente el latín y las lenguas romances difieren en cuanto a los


artículos, pero lo que es más, hay una gran similitud entre los articulos
de las diferentes lenguas romances, mientras que no es siempre el caso,
muy al contrario, de las lenguas que pertenecen a una misma familia. En
la familia de las lenguas germánicas, por ejemplo, el alemán posee
artículos que se declinan, el inglés tiene artícilos invariables. En lo que
respecta a las lenguas escandinavas, éstas colocan los artículos al final
de las palabras. En la familia eslava, el ruso no tiene artículo mientras
que el búlgaro los tiene y los coloca al final de las palabras.

Frente a tantas evoluciones posibles en el seno de una misma


familia, no hay ninguna razón para creer que el latín haya evolucionado
de la misma manera desde Rumania hasta Portugal. Pienso que la
lengua que fue llevada a ambos extremos de la Europa romana contenía
ya artículos y que esta lengua se parecía, como una hermana gemela, al
italiano.

Cuarto indicio: el género neutro. ¡El crimen perfecto!


El latín (como el alemán, el griego y el ruso) cuenta con tres
géneros: el masculino, el femenino y el neutro. Las lenguas romances
no cuentan sino con dos: el masculino y el femenino. Si estas lenguas
provinieran del latín, sería sorprendente constatar que todas ellas hayan
podido perder el género neutro sin que quede el menor indicio de él.
Conociendo la inercia que existe en el tiempo de los géneros de los
sustantivos en las lenguas cuya evolución podemos seguir en el curso de
numerosos siglos (el hebreo, el griego, el árabe), no puedo imaginar que
el género neutro haya sido “eliminado” de manera uniforme en todas las
lenguas romances.

Como en el caso del plural y el de los articulos, uno constata una


fuerte diferencia entre el latín y las lenguas romances, y una total
similitud entre las lenguas romances.

Quinto indicio: El uso de USTED y el pueblo bajo

La forma de cortesía USTED no existe en latín, pero posee la misma


forma en todas las lenguas romances (con la excepción del italiano que
utiliza dos formas, una —como el alemán— a partir de la tercera
persona femenina del singular, y la otra —como en todas las lenguas
romances— a partir de la segunda persona del plural).

Francés TU VOUS
Catalán TU VOSTÉ
Portugués TU VOCE
Español TU USTED
Rumano TU (DUMNEA) VOASTRA
Italiano TU LEI-VOI

Para pueblos que se supone “rústicos”, uno nota en las lenguas


romances una elegancia que los latinos no poseían. El “latín vulgar”
alcanza a veces alturas insospechadas. Pero lo que más nos sorprendre
en el plano lingüístico en el asombroso parecido entre las diferentes
formas de tratamiento de USTED.

Se puede reconstruir la palabra “italiana antigua” VOSTE, ancestro del


francés VOUS, del portugués VOCE, del español USTED. La palabra
española USTED salió con seguridad del italiano antiguo VOSTE, aunque
para algunos venga del árabe OUSTED (amo, señor) y para otros de la
contracción de VUESTRA MERCED. Nos complace constatar que los
etimologistas fantasiosos no existen solamente en Francia.

En español, la palabra USTED es seguida de un verbo conjugado en la


tercera persona del singular, mientras que en francés, VOUS es seguido
de un verbo en la segunda persona del plural, pero en francés el singular
reaparece después del verbo. Por ejemplo: se dice: “vous êtes original”
y no “vous êtes originaux”, cuando se habla a una persona a quien se
trata de usted.

Los defensores de la tesis de una filiación directa explican la


ausencia, en todas las lenguas romances, de las particularidades de la
gramática latina (género neutro, declinaciones, voz pasiva, verbos
deponentes, supino, adjetivos verbales) por el hecho de que la lengua
vulgar vendría a ser una forma simplificada de la lengua clásica. En
Francia, no se oyen jamás, ni siquiera en el habla más coloquial, frases
tales como

- Il faut que je pars.


- S’il ferait beau demain, je viendrais.
La lengua popular hace innovaciones, modifica, transforma,
pero no trastoca los fundamentos.

La idea de una degradación de la lengua “hermosa” por parte


del pueblo “bajo” encuentra sus limitaciones en el hecho de que las
lenguas romances tienen formas gramaticales que no posee el latín,
como el modo “condicional” y los tiempos “compuestos”. El latín
solo cuenta con un verbo auxiliare (essere, ser) mientras que las lenguas
romances poseen dos (ser y haber en español, être y avoir en francés,
essere y avere en italiano, etc.). Ciertas lenguas romances, como el
español, poseen dos verbos para essere (SER y ESTAR). En fin, no se
puede decir que el tratamiento de cortesía de USTED y los artículos sean
la prueba de una “simplificación” de la lengua clásica.

Sexto indicio: los adverbios. ¡Verborrea et adverborrea!

El latín forma sus adverbios esencialmente con las desinencias «TER»


y «E». No se encuentra ninguna traza de ellas en las lenguas romances
que, por su parte, recurren mucho a la desinencia MENT (francés) o
MENTE (español e italiano). He aquí la explicación que de ello aporta
Emile Littré en el complemento del prefacio de su diccionario: “Las
lenguas romances dejan de lado completamente los adverbios en TER,
como PRUDENTER (prudentemente) y en E, como MALE (malamente). Así
pues, obligadas a inventar, crean una nueva combinación que
prevaleció no solamente en el francés sino también en el provenzal, en
el español y en el italiano, que fue tomar el sustantivo MENS, MENTIS, que
significa “la mente”, atribuirle el sentido de “manera, modo” y
construir con él y el adjetivo un compuesto orgánico que pasa a
utilizarse como adverbio”.

Este texto me parece particularmente interesante. Revela el carácter


muy poco científico del pensamiento de un hombre que ha sentado, y
que sigue sentando hoy en día, autoridad en materia de etimología.
Observemos esto más de cerca:

“Las lenguas romances dejan de lado completamente los adverbios


en TER y en E”. He allí la lógica del autor que está plenamente
convencido de que las lenguas romances provienen del latín. Considera
que, si no se encuentran ya las terminaciones en TER y en E, es porque
las lenguas romances las abandonaron. No se sorprende de que no exista
la menor traza ni de que esta desaparición haya podido ser tan total y
generalizada.

Hagamos notar de paso la “personalización” de las lenguas por parte


de Emile Littré. Son las lenguas quienes “abandonaron” las desinencias
latinas. De la misma manera que más adelante, frente a esta situación,
son ellas quienes se vieron “obligadas a inventar” y crear “una nueva
combinación”, como si oscuros artesanos hicieran y deshicieran a su
antojo. En definitiva, creaciones ex nihilo. Curiosa concepción de la
evolución de las lenguas.

“Una nueva combinación que prevaleció no solamente en el francés


sino también en el provenzal, en el español y en el italiano”. ¡Oh,
milagro, oh Divina Providencia! ¡Todos esos pueblos de lenguas
romances van a realizar exactamente la misma escogencia! Emile Littré
replica, en el mismo texto, a aquellos que se sorprenden de ello, que
“las conexiones mutuas las obligan a modificar el latín según analogías
idénticas”. La cumbre de la verborrea pomposa. Finalmente precisa que
“el campo de las divergencias era limitado; ninguna de las lenguas
entre en él. Punto en común: todas se detienen allí”. Y da a
continuación una lista completa de las divergencias entre el latín y las
lenguas romances, describiendo dos gramáticas completamente
diferentes.

El texto de Emile Littré, como todo el conjunto del prefacio de su


diccionario, es todo menos científico. El lirismo ocupa el lugar de la
explicación. Pero, sobre todo, como todos aquellos que creen que el
latín es la fuente de todas las lenguas romances, razona al revés. En
lugar de deducir de la diferencia que él describe, por lo demás lo
bastante bien, entre el latín y las lenguas romances que nos encontramos
frente a dos sistemas lingüísticos diferentes, se maravilla de este “punto
de coincidencia” y de “este punto único” en el que convergieron las
lenguas romances cuando el dominio de divergencia era “ilimitado”.

Séptimo indicio. Las conjugaciones o ¡el ilusionismo en marcha!


La tabla que se muestra a continuación compara el presente del
indicativo latino con el presente del indicativo en francés, español e
italiano. A primera vista, podemos extasiarnos de las fuertes semejanzas
aparentes. Pero el estudio atento muestra que estas semejanzas son
propias de las lenguas indoeuropeas. A titulo de comparación, he
agregado las conjugaciones alemana y griega.

Latin Francés Español Italiano Rumano Aleman Griego mod.


AM-O AIM-E AM-O AM-O IUB LIEB-E -O
AM-AS AIM-ES AM-AS AM-I IUB-I LIEB-ST -IS
AM-AT AIM-E AM-A AM-A IUB-E LIEB-T -I
AM-AMUS AIM-ONS AM-AMOS AM-IAMO IUB-IM LIEB-EN -OME
AM-ATIS AIM-EZ AM-AIS AM-ATE IUB-ITSI LIEB-T -ETE
AM-ANT AIM-ENT AM-AN AM-ANO IUB LIEB-EN -OUN

De la misma manera que se constató en el caso de los plurales,


notamos una diferencia entre las lenguas italiana y rumana, por una
parte, y las lenguas española y francesa, por otra (segunda persona del
plural sin T), lo que apoya de paso la idea de la existencia de dos
variantes dialectales del italiano antiguo.

Comparemos ahora las conjugaciones en el futuro.

Latin Francés Italiano Español


AM-ABO AIM-ERAI AM-ERÓ AM-ARÉ
AM-ABIS AIM-ERAS AM-ERAI AM-ARAS
AM-ABIT AIM-ERA AM-ERA AM-ARA
AM-ABIMUS AIM-ERONS AM-EREMO AM-AREMOS
AM-ABITIS AIM-EREZ AM-ERETE AM-AREIS
AM-ABUNT AIM-ERONT AM-ERANNO AM-ARAN
La comparación entre las conjugaciones del futuro en latín y de tres
lenguas romances (no indiqué la forma del futuro en la lengua rumana
porque es muy divergente) permite darse cuenta inmediatamente que si
el latín se hubiese transformado en italiano, francés y español, la B del
futuro latino se habría transformado en R en todas partes. Existen las
transformaciones fonéticas de B en V, por ejemplo, pero no se ha
observado ninguna que produzca el sonido R. Además, seria improbable
que en toda la extensión geográfica de las lenguas romances la B se
haya transformado exactamente de la misma manera. Pienso que es el
mismo futuro en R que fue aportado por los romanos. Notemos una vez
más que no existe ninguna traza de la forma del futuro de la tercera
conjugación.

De cara a una curiosidad semejante, y enceguecidos por el dogma,


aquellos que postulan un origen latino de las lenguas romances tienen
dos escuelas de pensamiento. Para unos, la forma romana del futuro
suponen que viene del subjuntivo imperfectivo (hay que buscar muy
bien las “R” allí donde las hay, y ni hablar de darle crédito al pueblo
sencillo de poseer la capacidad de utilizar el subjuntivo imperfecto).
Para otros, el futuro de las lenguas romances se supone “salido de una
perífrasis del infinitivo”. En esta segunda hipótesis, el infinitivo es
llamado al rescate para explicar la presencia de la R. Pero sus
explicaciones se caen por su propio peso. Comprendo la dificultad que
tienen para explicar lo inexplicable y ¡cuánto los compadezco!

La comparación del pretérito simple aporta la misma conclusión.

Latin Francés Italiano Español


AM-AVI AIM-AI AM-AI AM-É
AM-AVISTI AIM-AS AM-ASSI AM-ASTE
AM-AVIT AIM-A AM-Ō AM-Ó
AM-AVIMUS AIM-ÂMES AM-AMMO AM-AMOS
AM-AVISTIS AIM-ATES AM-ASTE AM-ASTEIS
AM-AVERUNT AIM-ERENT AM-ARANO AM-ARON

El pasado simple en latino contiene una silaba AV que debió


desaparecer misteriosamente volatilizada en todas las lenguas romances.

Octavo indicio: La sintaxis. ¡Silencio embarazoso!


La semejanza de las lenguas romances pone en evidencia que todas
ellas tienen la misma sintaxis que no corresponde jamás a la sintaxis del
latín.

Les recuerdo algunos puntos particulares de la sintaxis latina:

• la posición del verbo al final de la frase:

ROSA ALBA EST


La rosa blanca es
DOMINA IN VILLA LABORAT
La señora en la granja trabaja

En latín, el verbo se encuentra con frecuencia al final de la


proposición. Eso no ocurre nunca en las lenguas romances.

¿Cuándo pudo haber tenido lugar una mutación semejante? Nadie lo


sabe porque los textos latinos escritos tanto en el siglo IV como en el
siglo VIII conservan el mismo orden de las palabras, mientras que las
lenguas romances no se toman nunca la libertad de una inversión de ese
orden.

• el complemento del nombre situado antes del nombre:

NATURAE OPUS
(palabra por palabra : de la naturaleza la obra)
La obra de la naturaleza

EGREGIAE ROMANORUM LEGES


(palabra por palabra : notables /de los romanos / las leyes)
Las leyes notables de los romanos

En latín, el complemento del nombre se coloca siempre delante del


nombre. En las lenguas romances, el complemento del nombre se
coloca siempre después del nombre introducido por la preposición “de”.

• los adjetivos posesivos colocados después del nombre:

PATER MEUS
Mi padre
MARE NOSTRUM
Nuestro Mar (El Mediterráneo)

• Ejemplo complementario:

Doy a continuación una frase completa extraída de La guerra civil,


de Lucano (libro VII).

NON TAMEN ABSTINUIT VENTUROS PRODERE CASUS PER VARIAS FORTUNA NOTAS.

La traducción aportada por A. Bourgery en la colección Budé es la


siguiente:
La fortune pourtant ne manqua pas de révéler les malheurs à venir
par des signes divers.
La fortuna, sin embargo, no dejó de revelar los males futuros
por medio de signos diversos.

Pero la traducción palabra a palabra subraya la extraordinaria


disposición de las palabras en latín.
Ne pas pourtant manqua à venir révéler les malheurs par variés
fortune signes.
No sin embargo dejó futuros revelar los males por medio de
variados fortuna signos.
Compare las dos traducciones y tendrá una buena idea de lo que
quiere decir “sintaxis latina”. El latín posee una sintaxis totalmente
diferente a las de las lenguas romances.

Si las lenguas romances provinieran del latín, habría ocurrido en el


plano de la sintaxis una conmoción total. Pero en ese aspecto, los que
sostienen la filiación mantienen un silencio absoluto. Se les comprende.
Su método consiste en extraer pequeños trozos de gramática o de
vocabulario, para disertar sobre las semejanzas y las evoluciones. Pero
la incomodidad es extrema desde el momento en que se pasa revista al
conjunto completo de la gramática. No espere que le expliquen la
manera en que los rumanos y los portugueses efectuaron las mismas
mutaciones sintácticas ya que invocan leyes que no son accesibles al
pueblo bajo.

Ocho índices: nuestro alegato toma cuerpo.


Qué lengua madre tan curiosa el latín que no ha legado a sus
descendientes ni su sintaxis, ni sus declinaciones, ni sus conjugaciones,
ni el género neutro, ni el pasivo, ni los verbos deponentes, ni los
adjetivos verbales…

Y al mismo tiempo uno observa que las lenguas romances han


heredado (de alguna parte, por alguna acción misteriosa), la misma
sintaxis, los mismos plurales, los mismos artículos, la misma
conjugación, el mismo condicional, el mismo pasado perfecto, el mismo
tratamiento de usted…

Estas observaciones refuerzan aquéllas que hice en relación al


vocabulario. El latín no pudo evolucionar de la misma manera, de
manera tan radical y en tan poco tiempo, en una región tan vasta, desde
la Rumania hasta Portugal. Eso me lleva de manera natural a
confirmar mi hipótesis de la existencia de una lengua distinta al
latín, que no proviene de él y que fue el ancestro de todas las
lenguas romances.

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