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Problemas de enseñanza y aprendizaje de la historia

Enseñanza de la historia*

Celeste Flores

En su libro Problemas de enseñanza y aprendizaje de la historia: ¿.y los maestros qué


enseñamos por historia?, Julia Salazar Sotelo propone a los profesores estrategias alternativas
y diversos recursos didácticos concretos para mejorar la calidad de su enseñanza en la materia
de historia, de manera que en el aula no sólo promuevan el conocimiento, sino que lleven
concretamente a los educandos hacia una postura en que ellos sean capaces de realizar una
interpretación personal y crítica sobre los temas históricos, todo ello tomando en cuenta los
saberes previos del alumno, sus habilidades y destrezas.

De hecho, los docentes también reconocen la dificultad que enfrentan al enseñar historia y los
obstáculos que deben superar para que el alumno la asimile sin que le parezca una árida
cronología de acontecimientos y personajes.

El título de esta obra plantea un cuestionamiento muy sugestivo: ¿qué enseñamos por
historia? A través de su atenta lectura, encontraremos la respuesta a esta y otras preguntas, lo
que nos ayudará a normar la ruta didáctica más pertinente para verdaderamente enseñar
historia en la escuela primaria.

La autora se une al debate que, hacia el final de la década de 1980, abordaba los problemas en
la enseñanza de la historia; pero, sobre todo, desea contribuir a la instrumentación de
modelos didácticos en los que el profesor muestre la concepción de una historia viva que sigue
en plena construcción, y que pueda crear una nueva conciencia de identidad común entre los
mexicanos en un intento por reculturizar el conocimiento.

Al impartir la materia nos hemos preguntado ¿qué es la historia, para qué la enseñamos y cuál
es la meta que pretendemos alcanzar en la formación de nuestros educandos? La historia tiene
que dejar de ser el aburrido relato del pasado; debe presentarse como resultado de una
relación estrecha entre el historiador que se encuentra en el presente y el pasado que refiere.

El historiador interpreta, trata de comprender el tránsito de los hombres en el tiempo y las


huellas del pasado investigando la información contenida en documentos, ruinas, piezas, etc.,
haciendo que estos elementos salgan de su condición estática en las vitrinas de los museos y
adquieran palpitante vigencia. Acertadamente lo dice Miguel León Portilla: hay que ir "más allá
del tepalcate y el documento".

No se trata únicamente de recopilar componentes históricos. Cuando el historiador integra e


interpreta la información obtenida de los diversos materiales les confiere un significado que
deriva en un proceso de edificación social del momento histórico y no se estanca en descifrar
códices o en la restauración de monumentos y recintos. El historiador interroga a la realidad
del momento a partir de su propia concepción para realizar una reconstrucción de eventos
relevantes de la realidad social del pasado.

Enseñar es la acción de transmitir, proponer y promover un conocimiento que al ser asimilado


dará como resultado el aprendizaje como un acto común en el que tanto el alumno como el
docente se involucren activamente en la materia. Enseñar historia no implica comprometer al
alumno a memorizar las líneas del tiempo sobre personas, episodios o instituciones del pasado
nacional o mundial, sino a interpretarlos y ubicarlos en un tiempo y espacio determinados, por
medio de la reflexión, el cuestionamiento y el debate sobre los problemas humanos reales a
los que se enfrentaron los protagonistas de un curso histórico averiguado y sobre la postura
que asumieron ante los sucesos, en el sitio específico donde acaecieron. Es necesario
incentivar a los alumnos para que sus capacidades cognitivas faciliten el autodidactismo a
través de estrategias de enseñanza adecuadas al diseño curricular.

Fragmento del Códice De la Cruz-Badiano del siglo XVI. Es un tratado de herbolaria y medicina
elaborado por dos sabios indígenas.

En este título también encontraremos respuesta a la pregunta: ¿la historia es ciencia? León-
Portilla expone que la respuesta es ambigua, ya que se considera ciencia en cuanto a sus
formas de proceder en el sentido metodológico de analizar un hecho, refiriendo archivos o
documentos que lo esclarecen, que son paleografiados de la forma más exacta posible.
Después se traducen para proceder a situar el hecho en un contexto. La información se debe
cotejar con otras fuentes. Este proceso conforma la metodología científica.

Recipiente usado por los pueblos prehispánicos para servir picantes salsas de tomate de
cáscara con chile.

Ilustrador: José Luis Corona Becerra.


No se considera ciencia porque no establece ley alguna, y tampoco tiene forma fácil de
comprobación. La sustancia de la historia no apunta hacia la elaboración de leyes universales,
sino a hacer congnoscible la realidad sociohistórica, a explicar los porqués, a encontrar
respuestas.

Es pertinente considerar que no todos los historiadores coinciden en una definición y


caracterización comunes al conceptuar la historia como ciencia. Esto nos lleva a analizar
detenidamente las diversas corrientes historiográficas.

a) El positivismo. Presenta de forma lineal el contenido como una verdad absoluta.

b) La escuela de los Annales. En 1929 los historiadores franceses Lucien Febvre y Marc Block
pusieron en circulación la revista Annales d´Histoire Economique et Sociale. Esta publicación
-fundada en el marxismo- surgió a raíz de la crítica al positivismo.

Ambas propuestas metodológicas trajeron como resultado nuevas formas de concebir la


historia, y en la actualidad son las que tienen más impacto en la producción historiográfica.

La historia como objeto de enseñanza

En 1992, con la aparición de los nuevos libros de texto de la SEP, se manifestó en México un
interés más sistemático y generalizado por la enseñanza de la historia.

La producción editorial de estos libros estuvo a cargo de cada estado, lo cual dio origen a una
nutrida polémica. Diversos grupos de la sociedad cuestionaron el contenido de estos libros y
sus carencias.

El docente debe abatir el paradigma tradicional de enseñanza de la historia y reclamar su


derecho de libertad de cátedra para poder practicar otros enfoques didácticos que mejoren el
modelo ancestral de enseñanza.

Desde luego que el profesor también debe cumplir con el seguimiento de los avances
programáticos diseñados por la SEP para cada grado, pero puede implementar sus propias
propuestas para lograr un aprendizaje más significativo del conocimiento histórico y la
maduración del pensamiento hipotético-deductivo del alumno.
La Universidad Pedagógica Nacional propuso una formación de docentes que incluyera cursos
de actualización y posgrado como la Especialización en estrategias de enseñanza-aprendizaje,
de la Maestría en educación y la Maestría en pedagogía educativa.

El Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) diseñó una línea de actividades para
enseñar historia en zonas con rezago educativo.

Las nuevas propuestas de las diversas instituciones educativas pretenden mostrar la historia
como un objeto de conocimiento que tienda a consolidar diversas líneas de investigación y se
pase de la reflexión teórica al minucioso análisis etnográfico y a la elaboración de didácticas
innovadoras para apoyar la enseñanza-aprendizaje de la materia.

Es indispensable enseñar la historia como una asignatura formativa en el desarrollo de


habilidades; hay que verla como objeto de enseñanza de manera que el educando aprenda los
principios y actitudes presentados como objeto de conocimiento en la medida que se les
introduzca en los procesos de investigación que ejercen los historiadores. El alumno debe
interactuar; puede y debe preguntar por qué importa tal o cual periodo o vestigio, etcétera.

Los objetivos formativos de la historia

Impartir la materia de historia implica motivar al alumno a pensar históricamente, comprender


el método con el que se elabora dicho conocimiento; los valores relacionados con éste, su
influencia en la vida cotidiana en el aula, el entorno familiar y social, y las actitudes éticas y
cívicas que presenta el discurso, aunados a los procesos del pensamiento que estimulan su
estudio.

La selección de temas o momentos históricos específicos, por lo menos en la primaria, debe


obedecer a un criterio educativo cercano a la realidad existencial del alumno, que le muestre
un significado específico dentro del discurso histórico.

El enfoque del contenido deberá implementarse en programas que no necesariamente se


apeguen al estricto recorrido cronológico. Pueden ser desarrollados por medio del
planteamiento de momentos y problemáticas que correspondan no sólo al aspecto político,
sino a otros ámbitos en el paso de la historia.
Se podrá hacer alusión a los juegos y cantos en el periodo de la llamada Reforma liberal; se
podrá debatir si se respetaba la equidad de género en la época colonial y presentar el
imaginario social de esta época visto a través de sus leyendas, etcétera. Se podrán referir
historias locales o regionales y su cohesión con el entorno nacional.

Hay que transformar el discurso historiográfico en un discurso didáctico que descarte los
términos abstractos y generalizados para cautivar al alumno con narraciones que motiven su
interés.

Hacia la construcción de una propuesta

Caballero Tigre.

Ilustración de José Luis Corona Becerra.

Para lograr que el devenir histórico que se imparte en el aula no quede en un mar de
información abstracta y hasta cierto punto inútil, deberemos conferir tal coherencia al
contenido, que sea capaz por sí mismo de estimular en el alumno la activación del
pensamiento y posibilitar la espontánea práctica de sus habilidades y destrezas elementales al
leer, escribir, hablar y escuchar mejor. Esto es, promover un enfoque constructivista.

En un nuevo intento de renovación por parte de la SEP en 1993, el libro de texto gratuito
vigente de Historia de México. Sexto grado ha incrementado y actualizado conceptos
didácticos, como la barra o línea del tiempo, para leerse y consultarse de manera
independiente. Se presentan nuevas lecturas al término de cada lección, relacionadas con los
temas estudiados. Al final del libro se sugieren nuevas actividades con el propósito de
incentivar en el educando la investigación, la reflexión, la consulta y la lectura de textos
adicionales. En la presentación de los nuevos libros de texto se invita a profesores, alumnos y
padres de familia a manifestar recomendaciones y críticas con el fin de mejorar los materiales
educativos como una actividad sistemática y permanente.

Nos angustia la actualización, pero hacemos caso omiso de la sugerencia que hacen los
coordinadores editoriales de los libros de texto al solicitar nuestra colaboración.

Tenemos mucho interés, pero también demasiada prisa por cumplir con el avance
programático que es casi imposible cubrir, y por realizar urgentes evaluaciones, y no nos
damos a la tarea concreta y amena de revisar con entusiasmo los títulos de la Biblioteca de
Aula, donde ya está disponible un acervo muy adecuado para vincularlo con la materia de
historia. Los alumnos pueden explorar los libros y seleccionar los títulos del periodo o tema
histórico que les interesa.

La obra que hoy nos ocupa fue producto de la investigación requerida en el curso Docencia y
divulgación, en la Maestría en educación que se impartió en la Universidad Pedagógica
Nacional. Para dar continuidad a esta labor de investigación y llevarla a la práctica, invito a los
profesores de historia de educación primaria a que después de leer la obra y las propuestas de
Julia Salazar nos demos tiempo para consultar el Programa Nacional de Educación 2001-2006,
que propone la visión del 'Enfoque Educativo para el siglo XXI (a 2025)'. En la página 72 de
dicho programa se puntualiza que la educación mexicana será además de equitativa y
pertinente:

Incluyente, porque atenderá la diversidad cultural regional, étnica y lingüística del país.

Formativa, en sentido integral, (.) Cada tipo educativo permitirá dominar conocimientos
pertinentes, códigos culturales.1

Asimismo, menciona que las concepciones pedagógicas con las que funcionará el 'Enfoque
Educativo para el siglo XXI' serán:

Efectivas, porque el aprendizaje de los estudiantes será el centro de atención, asegurando el


dominio de los conocimientos, habilidades y valores correspondientes, así como la habilidad
de aprender a lo largo de la vida; maestros y académicos, como profesionales de la educación,
serán facilitadores y tutores del aprendizaje, con un papel renovado de la interacción con el
alumno.

La enseñanza de la historia se enlaza perfectamente con estos conceptos del Programa


Nacional de Educación vigente.

Encontraremos una aliada en la materia de español por medio de la lectura gratuita de la


poesía ancestral o las diversas versiones de las leyendas, etcétera.
Ya es tiempo de que dejemos de transitar por la historia de México en concluyente tiempo
pasado con respecto de la herencia cultural que nos legaron nuestras grandes culturas, como
mayas, mexicas, olmecas, mixtecas y zapotecas que aportaron conocimientos relevantes de
escritura, astronomía y arquitectura entre otros. Ahora -ahorita- sigue en el mapa actual de
nuestra República Mexicana la extensa región que comprende Yucatán, Campeche, Quintana
Roo, Tabasco, Chiapas, Veracruz y Oaxaca. Todos los mexicanos somos los personajes
presentes de la continua historia de nuestro país.

Como Objetivo particular 3 de la 'Política de fortalecimiento de la atención educativa a la


población indígena', el Programa Nacional también indica:

Atender a los grupos indígenas con calidad y pertinencia cultural, de manera que alcancen los
objetivos nacionales de la educación básica, logren un bilingüismo oral y escrito efectivo, y
conozcan y valoren su propia cultura.2

Profesores, analicémonos. La interculturalidad lingüística no pertenece únicamente a los


lejanos habitantes de las comunidades; todos somos depositarios de esa riqueza tan valiosa
que no sabemos o no queremos apreciar. Adoptamos préstamos lingüísticos de otros países
para saludarnos y despedirnos, pero. ¿cómo se saluda en náhuatl o en zapoteco?, ¿lo hemos
escuchado?, ¿cómo se escribe y cómo se pronuncia?

Ésta es la provocativa tarea interlingüística para hoy en el aula.

Reseña del libro Problemas de aprendizaje y enseñanza de la historia: ¿...y los maestros qué
enseñamos por historia?, de Julia Salazar Sotelo, Universidad Pedagógica Nacional/Correo del
Maestro (Col. Educación, Núm. 10), México, 1999.

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