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Pida nuestro señor a tus siervos, que estén delante de ti, que te busquen a
alguno que sepa tocar el arpa; para que cuando elEspíritu malo de parte de
Dios venga sobre ti, él toque con su mano, y te sientas bien.
-Primer libro de Samuel 16/16
Es domingo por la mañana y estoy escribiendo una carta de amor. Del otro
lado de la ventana de la cocina el cielo brilla y los planetas chocan unos
contra otros. Siento la cabeza hirviente y estoy un poco inquieto. Mi cerebro
empieza a comportarse como un V-8 con los cables cruzados. Las cosas ya
no son lo que parecen ser. Mis teléfonos están embrujados y
oigo animales que me susurran desde lugares que no llego a ver.
Anoche, un inmenso gato negro trató de atacarme en la piscina y después,
súbitamente, desapareció. Me di vuelta y entreví tres hombres
con chaquetas verdes que me observaban desde detrás de una alejada
puerta. Uy -pensé-, algo extraño está ocurriendo en este lugar. Húndete
bien en el agua en el centro de la piscina.
Manténte alejado de los bordes. No te dejes sorprender por la espalda.
Debes estar alerta. El trabajo del Diablo nunca se revela por completo hasta
después de medianoche.
Según recuerdo, era un sedán LaSalle, una bestia con un potente motor de
ocho cilindros y una palanca de cambios de piso, tal vez un modelo de 1939.
Nunca logramos ponerlo en marcha porque la batería estaba muerta;
además, casi no tenía gasolina. Estábamos en guerra. Para comprar dos
litros y medio de nafta había que tener cupones especiales, que estaban
fuertemente racionados. La gente los codiciaba y los atesoraba; pero nadie
se quejaba, estábamos peleando contra los nazis y nuestros tanques
necesitaban toda la gasolina posible para cuando llegaran a las playas de
Normandía.
Ahora, al mirar retrospectivamente, veo con claridad por qué razón íbamos
hasta ese barrio a visitar a mi abuela en el Día del Señor: era para birlarle
los cupones de nafta del LaSalle. Era una señora entrada en años no
necesitaba la nafta en absoluto. Pero su auto seguía en los registros y
todavía recibía cada mes sus cupones. Por eso íbamos los domingos hasta
su casa.
En una epoca tenia un gran respeto por William Burroughs, porque en mis
tiempos había sido el primer hombre blanco en atosigarse con marihuana.
William era el hombre. Fue víctima de un allanamiento ilegal en su casa, en
el 509 de Wagner Street, en Vieja Argelia, un suburbio barato que había del
otro lado del río en Nueva Orleáns. Se había instalado ahí por un tiempo
para practicar tiro y fumar marihuana. William no estaba embromando. Se
tomaba todo muy en serio. Cuando cambiaron la ley, William estaba ahí,
esperando con un revólver. ¡Pum! ¡Boom! Todos para atrás. Yo soy la ley.
Fue mi héroe mucho tiempo antes de haber oído hablar de él.
La chica que estaba en las fotos con Mitchum parecía tener 15 años y
también tenía puesta una camiseta, con un elegante y diminuto pezón
saliéndosele por un costado. Los policías trataban de cubrirle el pecho con
un abrigo mientras se dirigían apurados hacia la puerta. Mitchum también
recibió cargos por sodomía y por contribuir a la delincuencia de una menor.
En aquellos años, yo tenía también mis propios problemas con la policía. En
quinto año fui oficialmente arrestado por el FBI por haber tirado un buzón
delante de un ómnibus. Poco después de eso frecuenté, como detenido,
distintas celdas del sur de los Estados Unidos por alcoholismo, robo y
conducta violenta. La gente decía que era un criminal y la mitad de las
veces tenía razón. Era un delincuente juvenil hastiado de todo y tenía un
montón de amigos. Nos dedicábamos a robar autos, tomábamos gin y a la
noche manejábamos a toda velocidad por ciudades como Nashville, Atlanta
y Chicago.
Hunter S. Thompson
Durante el último fin de semana, el del Día del Trabajo, diarios de toda
California publicaron reportajes en primera página sobre una infame
violación cometida por pandillas en las dunas de arena situadas cerca de la
ciudad de Seaside, en la Península de Monterrey. Dos muchachas -de
catorce y quince años- fueron supuestamente raptadas por una banda de
sucios, enloquecidos y borrachos matones motociclistas llamada Hell's
Angels (Ángeles del Infierno) que las plagiaron y abusaron repetidamente de
ellas.
El tipo habló demasiado pronto. Apenas un día más tarde, los Angels ya no
se encontraban en la península, sino que con cuatro de sus miembros en la
cárcel acusados de violación, mientras que el resto de la tropa era escoltado
a los límites del condado por un grueso contingente de policías. Varios de
ellos fueron entrevistados: "Los cargos de violación en contra de nuestros
muchachos son falsos y no llegarán a nada", dijeron.
Eso resultó ser cierto, pero eso es otra historia y ciertamente no da para
titulares. La diferencia entre los Hell's Angels retratados en los periódicos y
los Hell's Angels en la realidad es suficiente como para que uno se pregunte
para qué está la prensa. También hace surgir la pregunta de quiénes son los
verdaderos Hell's Angels.
Desde la II Guerra Mundial, California ha estado extrañamente plagada de
violentos hombres en motocicletas. Usualmente, viajan en grupos de diez a
treinta, retumbando por las carreteras y parando para emborracharse y
armar alboroto. En 1947, cientos de ellos destruyeron todo a su paso en
Hollyster, distante a una hora de San Francisco, y obtuvieron suficiente
prensa como para inspirar una película llamada El Salvaje, con Marlon
Brando como protagonista.
El más notorio de estos grupos de forajidos son los Hell's Angels, quienes
supuestamente tienen sus cuarteles en San Bernardino, justo al este de Los
Angeles. Además cuentan con filiales por todo el estado. Como resultado del
caso de la violación, el fiscal general de California emitió un informe sobre
el grupo. De acuerdo al documento, éstos pueden ser fácilmente
identificados: "El emblema de los Hell's Angels consiste en un parche
bordado de una calavera alada que porta un casco de motociclista. Justo
debajo del ala del emblema se ven las letras MC. Sobre éstas se halla una
franja que lleva las palabras "Hell's Angels". Estos parches están cosidos en
la espalda de, usualmente,
una chaqueta de jeans sin mangas.Adicionalmente, y sólo como decoración,
algunos miembros portan insignias de la Luftwaffe y reproducciones de la
Cruz de Hierro alemana. Muchos tienen barba y su cabello es largo y
despeinado. Algunos llevan un aro en la oreja y llevan cinturones metálicos
hechos de pulidas cadenas de motos, los cuales pueden ser usados como
una cachiporra flexible... Probablemente, el denominador común para
identificarlos es su sucio aspecto. Las huellas digitales son un
medio efectivo de identificación porque un alto porcentaje de los Hell's
Angels tiene registros criminales. Además de los parches en la espalda de
las chaquetas de los Hell's Angels, otra insignia usada lleva el número "13",
en honor a la letra "M", la décimotercera del alfabeto, e indica que el
portador fuma marihuana.
¿Dónde deja todo esto a los Hell's Angels y a los miles de estremecidos
californianos que (de acuerdo a Time) están enfermos de preocupación por
ellos? ¿Serán realmente estos forajidos atrapados y enrielados, como lo han
propuesto las revistas noticiosas? ¿Podrán los honestos volver a caminar en
paz por las calles? La respuesta es que nada ha cambiado, con la excepción
de que algunas personas que se hacen llamar los Hell's Angels tienen un
nuevo sentido de identidad e importancia.
Nota de suicidio
Estimados:
Creo que estoy hablando claro. Esto no es un paso atrás y pisar mi otro pie.
No esto se trata de más. Muchos pensaran que soy un maníatico drogadicto
o un maldito copión al cual se le terminaron ya los minutos de fama. No, no
es así. ¿Para qué servir a esta bella comundad de inescrupulosos que no
tienen nada mejor en sus vidas para fijarse en esta?. Yo ya cumplí mi parte.
Viví en los peores hoyos de la deformación humana durante algunos años.
Cometí algunos errores (más de alguno los llamará crímenes), que fueron
parte importante de mis llagas que aún no cicatrizaban. La verdad es que
no me pueden pedir más. Quiero descansar. Quiero que el humo de mi
cigarro deje de molestarme en los ojos para no encenderlo más. Quiero
pensar que todo esto de alguna manera valió la pena. No es por nada pero
mi vida es una puta mierda. Así de simple. En el submundo de mis amigas
drogas fui un ganador. El de los muertos ivos realmente no lo entiendo. No
entiendo la forma de cómo se hacen las cosas que para bien o para mal,
sienpre te terminán jodiendo. Yo tomé el camino difícil. Ese en el cual las
reglas no importan porque realmente no existen. ¿Qué pueden esperar de
mí?. Casi la mitad de mi vida la pasé tras las rejas, vi como mis colegas
vendían sus culos por un par de doláres, como los cuerpos mutilados
rodeaban las calles de Camboya y las mujeres se tiraban encima por un
par monedas. Eso es lo que vi y escribí. Lo único que retratar esa realidad
con la sangre de mis venas, con las pocas neuronas que no tenía atrofiadas
para ver si alguien reaccionaba.Pero fallé. No aguanto más. No quiero que
me recuerden como un maldito copión de Hemingway por volarme los sesos
o me comparen con el beodo de Bukowsky. No, yo soy Mr. Gonzo. Lo siento
los tengo que dejar. No les pido que me recuerden. Pero alguna vez
enciendan un cigarrillo por mí y piensen como lo hice yo.
Sin mirar atrás....
Tengo que descansar.....
Respirar profundo....
Cerrar los ojos...