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VIOLENCIA DOMÉSTICA.

Es la violencia ejercida contra las mujeres por sus parejas (marido,


compañero, novio) o exparejas, como instrumento para mantener el poder y
el control. Comprende todas las formas de maltrato referidas anteriormente.
Este tipo de violencia es una de las que mayor alarma social está generando
en los últimos años.

 Este tipo de violencia tiene unas características propias que la diferencia de


otros tipos de violencia:

La violencia la ejerce un hombre con quien la mujer mantiene o ha


mantenido un vinculo afectivo y amoroso, puede ser el padre de sus hijos e
hijas y le une a o le ha unido una relación legal, económica, emocional y/o
social.

Este tipo de violencia se puede producir tanto dentro de una relación de


pareja como fuera de ella ( noviazgo, separación o divorcio)

Los hombres que ejercen este tipo de violencia pueden tener una buena
imagen pública, y ser incluso seductores y atractivos en los espacios y
relaciones sociales. Es en el ámbito  privado y doméstico donde los hombres
se sienten legitimados para ejercer la violencia.

Los malos tratos se  producen generalmente en el ámbito de la privacidad,


dentro de la casa, por lo que a veces pasan desapercibidos para las personas
que rodean a la mujer (familiares, compañeros y compañeras, amistades,
vecinos y vecinas)

Los malos tratos se ocultan tanto por los hombres que los ejercen como por
las mujeres que los sufren.

La violencia que el hombre ejerce contra la mujer puede afectar a otros


miembros de la familia, como a los hijos e hijas, personas mayores,
familiares.

Los malos tratos no son actos aislados, sino sucesión de hechos que se
prolongan en el tiempo, cuyo objetivo es el de conseguir el control y dominio
sobre la mujer, lo que va debilitando gradualmente sus defensas físicas y
psicológicas, generando miedo y sentimiento de indefensión e impotencia.
Las mujeres maltratadas sienten vergüenza de sufrir violencia, de no ser
capaces de pararla ni de protegerse a sí mismas y a sus hijas e hijos. Se
sienten culpables de haber elegido como pareja a un hombre violento o
incluso por no haber podido cambiarle. Estos sentimientos impiden a las
mujeres contar lo que les pasa, y les lleva a minimizar o negar la violencia.

La mujeres víctimas de malos tratos no son consideradas inocente por un


gran sector de la población, sino débiles, cómplices, consentidoras o
responsables de la violencia que sufren, a lo largo del proyecto intentare
desmitificar esto.

Causas de la violencia doméstica.

 La etiología de la violencia doméstica es compleja y multifactorial: las


actitudes socioculturales (desigualdades de género), condiciones sociales,
relaciones conyugales, conflictos familiares, trastornos psicopatológicos,
abuso de alcohol y drogas, y los aspectos biográficos como personalidad,
historia de abusos y de violencia en la familia de origen se han relacionado
con la aparición de Violencia doméstica.

Algunas situaciones ancladas en la tradición y la cultura de muchas


sociedades durante siglos se han relacionado con la violencia específica
contra la mujer: las relaciones de sumisión y dependencia de la mujer
respecto al hombre, la justificación de la violencia masculina y su tolerancia
por la sociedad e incluso por la mujer, los estereotipos sexuales y el rol
limitado asignado a la mujer a nivel social explican en parte la violencia
infringida a la mujer.

 La violencia ha sido y es utilizada como un instrumento de poder y dominio


del fuerte frente al débil, del adulto frente al niño, del hombre frente a la
mujer a través de los tiempos. Los principales factores determinantes de la
violencia de género son la relación desigual entre hombres y mujeres y la
existencia de la «cultura de la violencia» como medio para resolver
conflictos.

 La violencia contra las mujeres es estructural. La violencia no se debe a


rasgos singulares y patológicos de una serie de individuos, sino que tiene
rasgos estructurales de una forma cultural de definir las identidades y las
relaciones entre los hombres y las mujeres.
 La violencia contra las mujeres se produce en una sociedad que mantiene
un sistema de relaciones de género que perpetúa la superioridad de los
hombres sobre las mujeres y asigna diferentes atributos, roles y espacios en
función del sexo. Hasta hace no muchos años, la restricción en el desarrollo
personal y social de las mujeres, la exigencia de su dedicación exclusiva a la
familia, su deber de acatar la autoridad masculina, eran consideradas como
algo normal y natural, validado por las costumbres y la ley. En ese contexto
se toleraba socialmente que los hombres utilizasen la violencia para afianzar
la autoridad, de esta manera vemos que La violencia contra las mujeres es
además instrumental.

El poder de los hombres y la subordinación de las mujeres, que es un rasgo


básico del patriarcado, requiere de algún mecanismo de sometimiento. En
este sentido, la violencia contra las mujeres es el modo de afianzar ese
dominio. La violencia de género más que un fin en sí mismo, es un
instrumento de dominación y control social. Y en este caso se utiliza como
mecanismo de mantenimiento del poder masculino y de reproducción del
sometimiento femenino. Los hombres maltratadores han aprendido a través
del proceso de socialización —que es diferente para mujeres y hombres—
que la violencia es la mejor forma de conseguir el control y dominar a la
mujer.

 Actualmente existe una menor tolerancia social hacia la violencia. Sin


embargo, demasiadas mujeres todavía soportan un alto grado de violencia,
tanto en sus relaciones de pareja como fuera de ellas. Esto sucede en todas
las clases sociales, religiones y niveles educativos.

 Los cambios sociales de las últimas décadas respecto al papel de la mujer


tanto en el ámbito privado (pareja, familia), como público (laboral, social)
hacia una relación mas igualitaria entre hombre y mujer, han hecho posible
que el problema de la violencia doméstica haya salido a la luz, debido en
parte a una mayor conciencia de la mujer respecto a sus derechos y a su
papel en la pareja, en la familia y en la sociedad, y también a una mayor
sensibilidad social respecto al problema. La no aceptación de estos cambios
por el hombre, y el ver peligrar lo que para algunos era vivido como
privilegio, ha podido favorecer la aparición de violencia en ocasiones.

 Quizá estas causas están en el trasfondo del problema, pero hay factores de
riesgo y situaciones de especial vulnerabilidad que explicarían por qué en
contextos similares, en ocasiones se producen las situaciones de violencia y
en otras no.

 En definitiva, el factor principal de riesgo para la violencia contra las


mujeres es, precisamente, el hecho de ser mujer.

  
Factores que favorecen la supervivencia de la violencia doméstica.

àCulturales:

Socialización por separado según el sexo

Definición cultural de los roles sexuales apropiados

Expectativas asignadas a los diferentes roles dentro de las relaciones

Creencia en la superioridad innata de los varones

Sistemas de valores que atribuyen a los varones el derecho de propiedad


sobre mujeres y niñas

Concepción de la familia como esfera privada bajo el control del varón


Tradiciones matrimoniales (precio de la novia, dote)

Aceptación de la violencia como medio para resolver conflictos

àEconómicos:

Dependencia económica de la mujer respecto al varón

Restricciones en el acceso al dinero constante y al crédito

Leyes discriminatorias en materia de herencia, derecho de propiedad, uso


del terreno público, y pago de pensiones alimenticias a divorciadas y viudas

Restricciones en el acceso al empleo en los sectores formales e informales


Restricciones en el acceso de las mujeres a la educación y a la capacitación

àLegales:
Inferioridad jurídica de la mujer, ya sea según la ley escrita o según el
derecho consuetudinario y su aplicación práctica

Leyes en materia de divorcio, cuidado de los hijos, pensiones alimenticias y


herencia
Definiciones jurídicas de la violación y los abusos domésticos
Bajo nivel de alfabetización jurídica entre las mujeres

Falta de tacto en el tratamiento de mujeres y niñas por parte de la policía y


del personal judicial

àPolíticos:
Representación insuficiente de la mujer en las esferas del poder, la política,
los medios de comunicación y en las profesiones médica y jurídica

Trato poco serio de la violencia doméstica

Concepción de la vida familiar como un asunto privado y fuera del alcance


del control del Estado

Riesgo de desafiar el status quo o las doctrinas religiosas

Restricciones en la organización de las mujeres como fuerza política

Restricciones en la participación de las mujeres en el sistema político


Organizado

Actualmente, el problema de la violencia doméstica contra la mujer es tan


serio que es  comparable con el problema del SIDA. De 2 a 4 millones de
mujeres anualmente son  agredidas por su compañero, esposo, novio, o
amante. Entre el 15 y el 25 % de esas  mujeres están embarazadas; lo cual
hace más grave aún el problema. 

Las estadísticas nacionales muestran que la esposa golpeada resulta con


más daños y  necesita más ayuda y tratamiento médico que las afectadas
por violación, accidentes de  autos y asaltos, en conjunto. Las mujeres
maltratadas constituyen el 20 % de las mujeres  que acuden a los servicios
de emergencia con heridas. 

La violencia doméstica no siempre resulta fácil de definir o reconocer. En


términos  generales podríamos designarla como el uso deliberado de la
fuerza para controlar o  manipular a la pareja o a la prole. 

 
Se trata del abuso psicológico, sexual o físico habitual. Sucede entre
personas  relacionadas afectivamente, como son marido y mujer o adultos
contra los menores que  viven en un mismo hogar. 

La violencia doméstica no es solamente el abuso físico, los golpes, o las


heridas. Son  aún más terribles la violencia psicológica y la sexual por el
trauma que causan, que la  violencia física, que todo el mundo puede ver.
Hay violencia cuando se ataca la integridad  emocional o espiritual de una
persona. 

Pero siempre la violencia física, la más evidente, es precedida por un patrón


de abuso  psicológico, que es usado sistemáticamente para degradar a la
víctima, para erosionar y  aplastar la auto-estima de la mujer. 

La violencia psicológica se detecta con mayor dificultad. Quien ha sufrido


violencia física  tiene huellas visibles y puede lograr ayuda más fácilmente.
Sin embargo, a la víctima que  lleva cicatrices en la psiquis o alma le resulta
más difícil obtener compasión y ayuda. 

También lo dificulta, por ejemplo, la habilidad manipuladora de su esposo


que presenta a su  esposa como exagerada en sus quejas. 

A la violencia física precede, a veces, años de violencia psicológica. La


violencia  psicológica es, despreciar a la mujer, insultarla de tal manera, que
llega un momento en que  esa mujer maltratada psicológicamente, ya cree
que esos golpes se los merece. Y qué  difícil es convencer a una mujer de
que vaya a pedir auxilio cuando cree que no lo  necesita.

Hay mujeres que se avergüenzan por lo que les sucede y que hasta se
creen  merecedoras de los abusos. Por eso prefieren mantenerlos en secreto
y así esa situación  puede prolongarse durante años. Los que maltratan a
sus víctimas lo hacen de acuerdo a  un patrón de abuso psicológico.  Igual
que en el caso del alcohólico, el que golpea a una mujer o la maltrata
psicológica o  sexualmente, lo primero que hará es negarlo.  Negación es
decir: "No, es que yo le pego con razón". No hay ninguna razón para
golpear  a una mujer, ni a nadie. Pero lo niegan. Dicen: "Yo no la he
golpeado, yo no le hecho nada,  sólo tocarla". 

Otra forma de abuso psicológico es el aislamiento. He conocido casos en que


le hacen el  vacío a la mujer, ni le hablan, ni la miran y entonces ella se va
creyendo que se merece ese  trato.  La intimidación es también un abuso.
"Si dices algo te mato." Muchas mujeres no se  atreven a hablar, por las
amenazas que sus maridos o sus compañeros lanzan contra  ellas. Otra
forma dentro de ese patrón de abuso psicológico es echarle la culpa a la
víctima, la  mujer. Desde que se inventaron las excusas y eso viene desde
Adán y Eva, uno le echa la  culpa al otro.  Tanto el adicto a cualquier droga
como el abusador, siempre tienen excusas y le echan la  culpa a alguien. 

Conocí a una mujer cuyo marido la golpeaba porque se ponía "jeans". Y yo


le preguntaba  al esposo: "Ud. qué prefiere, ¿que vaya con una falda corta?"
No sabía que responderme.  Le echaba la culpa a ella y por eso le pegaba.
"No - le dije yo - Ud. no la golpea por los  pantalones, sino porque Ud. es
una persona insegura que no cree ni en su mamá. ¿Le ha  dado ella motivo
para que Ud. sea celoso?" "No, ella no me ha faltado" me respondió. 
"Entonces por qué le pega?" 

También dentro de ese hábito de abuso psicológico está el abuso económico.


"Si dices  algo no te voy a dar la mensualidad". Vi un caso en que dejó a la
esposa, porque finalmente  ella fue a la policía, porque por poco la mata. El
hombre la cogió por el cuello y la esta  ahogando. Si no es por el hijo mayor,
que agarró a su padre y le hizo una llave, la mata. La  hija de 11 años llamó
a la policía. Y ese hombre decía que no, con todos los golpes que dio,  aún lo
negaba. Llamó a un abogado y trató de quitarle la casa a su esposa.  Vino la
policía, levantó el acta y cuando al día siguiente fue la mujer a preguntar le 
dijeron: "A su esposo ya lo soltamos". "¿Cómo?" "Porque el sargento no
firmó el parte  policial". ¿Y qué culpa tienen la mujer y los hijos? Después de
esto el hombre le puso una  demanda de divorcio, se siente ofendido, a
pesar de que por poco la mata delante de sus  hijos. La mujer no tiene
dinero para pagar abogados.  Dentro de ese abuso psicológico de los
maridos que golpean (lo que se llama en  psicología la triangulación), hay
otro tipo de abuso: utilizar a los hijos para hacerles sentir  culpables a las
esposas. En este caso los hijos sirven de mensajeros: "dile a tu madre 
que..." 

Las amenazas a través de los hijos, las amenazas de que le van a quitar al
hijo, todos  estos son abusos psicológicos que preceden al abuso físico. Yo se
lo pronostiqué a una  persona por lo menos 8 meses antes. Le dije: "Su
esposo la va a golpear". "No, él es  incapaz", me respondió ella. Y así
sucedió, aunque él es Ministro de la Eucaristía. No es  por ser Ministro por lo
que ha hecho esto, sino por no ser un buen Ministro.  Todos estos abusos
impiden que la mujer deje el hogar, ese hogar violento. Es que esa  paliza
psicológica a que están sometidas muchas mujeres, es más horrorosa que el
abuso  físico. Pregúntele a cualquier mujer a la cual han maltratado
físicamente qué es lo que le  duele más; si las palabras hirientes, los
desprecios o los golpes. Los golpes se pasan, los  abusos psicológicos, los
insultos, los desprecios se clavan en el corazón. 

Manifestaciones de violencia psicológica: 

a) Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos


mentales e ironías  para confundir, etc. 

b) Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o


destrozar la  propiedad. 

c) Amenazas: De herir, matar, suicidarse, llevarse a los niños. 

 
d) Abuso económico: Control abusivo de finanzas, recompensas o castigos
monetarios,  impedirle trabajar aunque sea necesario para el sostén de la
familia, etc. 

e) Abuso sexual: Imposición del uso de anticonceptivos, presiones para


abortar,  menosprecio sexual, imposición de relaciones sexuales contra la
propia voluntad o  contrarias a la naturaleza. 

f) Aislamiento: Control abusivo de la vida del otro, mediante vigilancia de


sus actos y  movimientos, escucha de sus conversaciones, impedimento de
cultivar amistades, etc. 

g) Desprecio: Tratar al otro como inferior, tomar las decisiones importantes


sin consultar  al otro. 

Síntomas para reconocerse víctima de violencia doméstica: 

a) ¿Has llorado hasta dormirte por haber sido golpeada o insultada por tu
esposo? 

b) ¿Has ocultado heridas o hematomas quedándote en casa, o poniéndote


lentes  oscuras? 

c) ¿Te has dicho a ti misma: "Esta situación va a mejorar, debo tener


paciencia"? No te  engañes. Con esa actitud sumisa alientas al abusador a
que continúe igual o peor. 

Sabes lo que es el verdadero amor?  Algunas personas lo confunden con los


celos, el control, el abuso, el maltrato, las  exigencias excesivas y los gritos.
El amor no debe doler. El amor implica confianza,  protección, respeto a los
gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al crecimiento  emocional y
espiritual. Consiste en compartir la vida con alegría, dialogar sobre las 
diferencias y preferencias, y respetar la integridad física, moral y espiritual
de la persona  amada. 

Las mujeres que aguantan una relación abusiva indefinidamente acaban


perdiendo su  salud física y mental.  Las mujeres en situaciones abusivas
pierden su autoestima. No saben protegerse, ni se  dan cuenta del peligro
que corren. 

Violencia doméstica y divorcio: Existe una violencia frecuente en las familias


de divorciados: Utilizar a los hijos como  campo de batalla para dirimir sus
odios, resentimientos o incapacidad de dialogar como  adultos. Se abusa de
los hijos cuando uno de los padres les habla mal del otro o cuando les 
obligan a llevar mensajes de frustración y culpabilidad entre sus padres. Con
eso todos se  hacen daño, pero el más afectado suele ser el mensajero.  .....
...................

* El Dr. Jesús Arina es psicólogo en la práctica privada en Miami, Florida,


U.S.A.  _________________________________________________

El porqué de la violencia doméstica

Primero hay una raíz cultural histórica. Durante mucho tiempo nuestra
sociedad ha sido  muy machista, el hombre ha creído que tiene el derecho
primario a controlar, a disciplinar  con severidad, incluso a abusar de la vida
de la mujer y de los hijos. Eso ha sucedido bajo  la apariencia del rol
económico del hombre, proveedor de la alimentación.  No crea que en
EE.UU.. no se golpea a la mujer. El padre americano, en tiempos de la 
colonia, tenía derecho hasta de matar al hijo cuando no le obedecía. Los
españoles éramos  brutos pero no tanto. 
 

Otra causa es la cultura actual. La gente se tira de los pelos. ¿Por qué pasa
esto? El  modelo presente de nuestra sociedad está reforzando el uso de la
fuerza para resolver los  problemas. Por eso el abusador usa la fuerza física,
para mantener el poder y el control  sobre la mujer, porque ha aprendido
que la violencia es efectiva para obtener ese fin de  control y como ellos no
han sufrido las consecuencias, las mujeres se han callado.  La violencia
doméstica ocurre en todos los niveles de la sociedad, no solamente en las 
familias pobres. En las familias ricas sucede lo mismo. Lo que pasa es que
una mujer a  quien le dieron una paliza, si tiene dinero, se va
tranquilamente a una clínica privada y aquí  no ha pasado nada. Las que son
pobres tienen que ir al hospital y allí los médicos dicen: "A  esta mujer la
han golpeado" y la policía se encarga de eso.  Entre blancos, negros,
amarillos, católicos, judíos, protestantes y evangélicos; entre  todos, existe
la violencia doméstica. Pero no por ser protestantes o católicos, sino, por no 
ser como deben ser. 

Otra causa de este problema son los medios de comunicación. En la


televisión la  violencia es glorificada, los estereotipos que nos presentan son
de violencia sexual.  Cuando un marido por la fuerza tiene relaciones
sexuales con su esposa, eso se llama  violencia sexual, porque la mujer
también tiene derecho a decir que no. Si a una mujer,  como yo oigo todos
los días, se le insulta, se le veja, se le dice barbaridades, no se le habla  y
solamente se la utiliza para tener relaciones sexuales con ella; ¿Cómo va a
querer estar  con su marido? Tiene el derecho a decir que no, todo el
derecho del mundo.  En muchos casos, también la violencia doméstica está
íntimamente relacionada con el  alcohol y las drogas. ¿Qué sucede cuando
una persona consume drogas o se emborracha?  En esta parte del cerebro
tenemos los centros vitales, comunes con los animales y allí está  el centro
de la agresividad o del instinto agresivo. Todos los hombres y las mujeres lo 
tenemos. Pero en la persona normal, esos centros se comunican con la parte
consciente  del hombre, lo cual diferencia al hombre del animal. 

Cuando uno toma alcohol o usa cualquier droga, estos centros quedan como
un barco sin  timón. Y ¿Qué le pasa a un barco sin timón? Pues se estrella
contra las rocas. Sobre todo  la agresividad, el instinto sexual, quedan sin
control. Entonces viene el golpear a la mujer y  a los hijos bajo el efecto del
alcohol y el abusar de la mujer sexualmente. El 50 % de los  casos (que se
conocen) de abuso sexual entre los hijos, es entre personas alcohólicas o 
adictas, porque surge el animal que hay dentro de nosotros mismos.  Los
recuerdos, los valores, los consejos, cuando uno usa o abusa del alcohol o
drogas,  no funcionan y viene la violencia doméstica.  A pesar de la llamada
"liberación femenina" (que en realidad muchas veces ha llevado a  la mujer
a mayor esclavitud), todavía hay hombres que consideran a esposa e hijos
como  objetos de su propiedad. Por eso se creen con el derecho a descargar
sobre ellos su  frustración o malhumor maltratándolos a su antojo. 

Como los hijos imitan a padres, se da con frecuencia que quienes en la niñez
fueron  testigos de abusos físicos entre sus padres, repiten la misma
conducta cuando llegan al  estado adulto. Aprendieron que los problemas y
conflictos se afrontan con la fuerza bruta.  Ese aprendizaje negativo se
arraiga tanto que muchas veces pasa de generación en  generación. Si a
esto se añade la "glorificación" de la violencia en los medios de 
comunicación, podemos entender el por qué muchos seres humanos
recurren a la violencia,  a veces con una frialdad que asusta más que el
mismo acto violento.  La experiencia enseña que muchos de los abusadores
familiares parecen "mosquitas  muertas"; pasan por personas educadas y
suaves, pero en el fondo son individuos celosos  con una pobre imagen de sí
mismos y que viven en un mundo irreal. Si a esas personas les  da por
tomarse unos tragos de más, cosa frecuente, la explosión violenta será
mucho  mayor. 

¿Qué pasa con las víctimas de la violencia familiar? 

Muchas siguen sufriendo hasta quedar completamente destruidas física,


psicológica y  moralmente. Otras acusan a sus agresores ante la policía, que
muchas veces no toma  debidas cartas en el asunto. Y ocurre, además, lo
que no quisiéramos que ocurriera: La  víctima también se vuelve violenta. 
Entendemos que las personas que sufren hambre endémica se subleven y
hasta se alcen  en armas. ¿Por qué no entendemos que una mujer
pisoteada, escarnecida, degradada en  lo más íntimo de su ser pueda
explotar y volverse violenta? Eso, aunque no se justifique, se  explica.  Hay
que buscar soluciones para que el abusador cambie y la víctima deje de
serlo. Hay  que ayudar a los dos, pues ambos son hijos de Dios en
dificultades. 

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¿Por qué se mantiene la mujer en esta relación?

Muchos se preguntan: ¿Por qué la mujer maltratada física, psicológica y


sexualmente  tolera esa situación durante años? Esta pregunta se parece a
otra que se oye mucho: ¿Por  qué las esposas de alcohólicos no se separan o
lo hacen sólo después de muchos años de  sufrimientos? Hay varias razones.
La mujer del alcohólico, la persona abusada se vuelve  codependiente de su
marido (el agresor), aún después de ser golpeada. Yo he escuchado  esta
frase: "Es que yo lo quiero tanto". Personas que llevan años soportando
golpes dicen: "Yo no me separo porque lo quiero". Es imposible querer a una
persona que te está  tratando como si fueras un animal; o es que estás muy
mal de la mente. Eso no es querer,  eso es depender de esa persona. 

Recuerdo que alguna vez dijeron durante una terapia: "Es que yo me siento
culpable de  lo que está pasando". A los 4 días de que por poco la mata, ella
se sentía culpable. Era una  mujer de Dios, que había luchado y se creía
culpable, como si se mereciera el maltrato.  ¿Por qué se lo cree? Porque él
se lo ha dicho tantas veces que cuando la golpea cree  merecerlo. Muchas
mujeres quisieran que se acabara la violencia pues quieren recibir  amor. "Si
mi esposo cambiara", dicen.  Todo ser humano puede cambiar con la ayuda
de Dios. Pero, si él no reconoce que tiene  esos problemas, jamás en la vida
va a cambiar. El típico abusador, el que maltrata, cree no  tener problemas,
igual que el alcohólico.

¿Cómo va a cambiar? 
 

Otro motivo por el cual algunas mujeres no se separan de este problema de 
codependencia completa, es que las anima la familia y lamentablemente la
Iglesia, a  permanecer con el abusador. Sobre todo la familia les aconseja
que mantengan esa  relación por "el bien de tus hijos". "¿Cómo vas a dejar a
tus hijos sin padre?", les dicen.  ¿Qué es mejor, tener un padre que golpea a
su madre y que luego golpeará a sus hijos,  o no tener padre? Se les hace
mucho más daño a los hijos cuando ven que su padre  golpea a su madre.
Para los niños pequeños la madre es la base de toda su vida, la base  de su
afectividad, la base de su seguridad. Si una madre es golpeada, sus hijos se 
derrumban afectivamente. Es mucho mejor separase. Yo no estoy a favor
del divorcio, pero  la separación es, a veces, menos dañina. 

A veces las mujeres no se separan y sufren en silencio por miedo a perder


su seguridad  económica y la de sus hijos. Esto sucede sobre todo en la
mujer que no tiene educación.  Por eso yo le digo a toda mujer: "Estudie,
prepárese, Ud. no sabe lo que le va a pasar el día  de mañana". Ojalá que la
mujer no tenga nunca necesidad de salir a trabajar y pueda cuidar  a sus
hijos. Yo pienso así, y mi señora mientras mis hijos fueron pequeños, nunca
fue a  trabajar. Pero muchas mujeres que están siendo maltratadas piensan:
"¿Ahora qué voy a  hacer?".  Otras veces no se separan debido a las
amenazas de más violencia o de muerte, si  intentan separarse. "Si le dices
algo a la policía te mato". Ese suceso está a la orden del  día.  También le
impiden a la mujer a veces darse cuenta de que está siendo maltratada, sus 
creencias religiosas. Que quede bien entendido esto: hay que luchar por
mantener el  matrimonio, pero en una situación de estas no es deber de una
mujer mantenerse casada a  toda costa. Dios no quiere eso. Yo he oído decir
a estas mujeres muchas veces: "Esta es la  voluntad de Dios". No metamos
a Dios en la violencia; él no quiere que se maltrate a la  mujer ni a los hijos.
Dios no quiere eso. 

Es cierto que hoy las mujeres maltratadas buscan más ayuda que en el
pasado; se va  dejando a un lado esa absurda actitud pasiva respecto a los
esposos abusivos. Pero  algunos estudios señalan que todavía entre dos y
cuatro millones de mujeres son agredidas  severamente por el mal llamado
sexo fuerte.  Cuando se pregunta a algunas mujeres por qué aguantaron
maltrato durante años, la  respuesta más común es ésta: "Por mis hijos; no
quería que se criaran sin un padre".  Parece una respuesta válida, pero si la
analizamos profundamente descubrimos su  inconsistencia. Sucede que en
una situación de violencia los hijos también salen perdiendo.  El crecimiento
en una atmósfera de miedo, tensión y terror influirá negativamente en su 
desarrollo emocional y más tarde se manifestará en el abandono escolar, en
el uso de  drogas, en desórdenes psicológicos y en violencia y delincuencia. 
¿Es justo mantener a los hijos en ese ambiente infernal? Aunque sea triste
que unos  hijos se queden sin padre, peor es que crezcan viendo cómo su
padre maltrata a su  madre.

Hay víctimas que también dan esta otra respuesta: "Es mi deber seguir
casada...ésa es la  voluntad de Dios." Ignoran que el matrimonio es una
alianza de amor, instituida por Dios  Amor. Aunque la Iglesia no admite el
divorcio de matrimonios válidamente celebrados, sí  admite la separación
cuando hay signos inequívocos de desamor, como es el maltrato 
sistemático.  En muchos casos influye el factor económico. Soportan cuanta
vejación venga con tal de  no perder la seguridad económica para sí y sus
hijos. Se trata generalmente de mujeres  con poca preparación académica,
conscientes de que sin el marido no podrían vivir  cómodamente.  Lo peor es
que la mujer repetidamente abusada se destruye psicológicamente. Su yo,
su  identidad individual, se erosiona. Eso la incapacita para tomar las
decisiones correctas. Cae  en la ambivalencia efectiva ("¡Qué bueno es él
cuando no me golpea!"); su autoestima  queda por los suelos hasta creer
ella misma que merece tales insultos y golpes.  Cuando una persona cae a
ese nivel, su capacidad de decisión queda prácticamente  anulada, porque el
principio vital está herido de muerte. Si a una persona así aplastada se  le
amenaza con un "Si me denuncias, te mato", se sentirá paralizada. Quizás
en un último  intento de supervivencia reaccione, pero usando las mismas
armas que a ella la han  destruido.  No dejen que las aguas se conviertan en
torrentes destructores. Ayuden a las víctimas de  la violencia y anímenlas a
romper esa dependencia nociva. 

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¿Cuál es la dinámica de la violencia doméstica?

En toda violencia doméstica existe como un ciclo, un círculo, que pasa por
tres fases  importantes. Todo ello produce el síndrome o los síntomas del
abandono. Como ya he  dicho, es algo aprendido.

La primera fase de ese ciclo es el abuso psicológico, se van creando


tensiones entre el  esposo y la esposa, esas tensiones van en aumento.
Empiezan por insultos y desprecios y  eso va creciendo, se gritan y llega un
momento (eso no llega de la noche a la mañana); en  que viene una
explosión de rabia y la mujer es golpeada. La primera fase es abuso 
psicológico que termina en una explosión de abuso físico: heridas y golpes. 

La segunda parte de ese ciclo se llama el período de reconciliación. El


hombre al  principio se da cuenta de lo que ha hecho y entonces se vuelve
un poco más amable y  hasta le lleva flores a la mujer. Se disculpa, hace
todo lo que puede para convencerla de  que la ama verdaderamente, sobre
todo si ella amenaza con separarse. Esta conducta  "cariñosa" completa la
victimización. 

¿Por qué? La tercera fase es un período de ambivalencia. La mujer no sabe


qué hacer.  Se dice a sí misma: "Sí, me golpeó, pero por otra parte es
cariñoso, me ha traído flores..."  Pasa un tiempo y da la vuelta el círculo a la
primera fase. Empiezan las tensiones, crecen  otra vez y ya el espacio entre
la golpeadura primera y la segunda es más corto. Vuelve otra  vez el ciclo. 

El hombre que golpea a su mujer, sobre todo si lo hace varias veces, si no


se pone en  tratamiento no se va a curar. No espere nadie que se cure. Si
ella permanece junto a él, el  ciclo va a comenzar otra vez y las golpizas van
a ser cada vez más repetidas. La motivación  en la mujer, que al principio
tuvo ese deseo de separarse o de pedir auxilio, cada vez va a  disminuir
más. Va creciendo su falta de esperanza, ya no tiene fuerzas para protestar.
Se  vuelve pasiva y "sumisa", no con la sumisión del Evangelio, sino
esclava.  Hay que entender bien las palabras del Evangelio, no hay sumisión
verdadera, si no hay  respeto por la persona. En este caso, la mujer termina
en un completo desamparo. Por eso  lo llamo: El Síndrome del desamparo. 

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¿Cuál es la personalidad del abusador?

El abusador tiende a ser una persona aislada, no se relaciona mucho con


otros, es  celoso hasta de su propia sombra, tiene baja autoestima. Esta es
una característica que  siempre tiene, una autoestima a raíz del suelo, que le
ocasiona frustración y la frustración  trae violencia. Además, tiene una
expectativas rígidas de su rol sexual como hombre. Este  es el típico macho.
Y el machismo lo que está tapando, es un complejo de inferioridad, la  baja
autoestima. Por eso trata de aparentar lo que no es. 

Generalmente los abusadores que golpean, que hieren, presentan un lado


suave. Hay  muchos muy educados, hasta religiosos.  Después de una
década de investigaciones, dos profesores de psicología (el Dr. John 
Gottman y el Dr. Neil Jacobson), han llegado a la conclusión de que los
hombres abusivos  caen en una de dos categorías: el "pit bull" o perro y el
"cobra" o serpiente. A continuación,  las características individuales de cada
uno. 

"Pit bull ":

•Solamente es violento con las personas que ama. 

•Es celoso y tiene miedo de que lo abandonen. 

•Priva a su esposa o novia de su independencia. 

•Pronto a la ira, a vigilar y a atacar públicamente a su compañera. 

•Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión. 


•Tiene algún potencial para la rehabilitación. 

•Probablemente no ha sido acusado de ningún crimen. 

•Posiblemente tuvo un padre abusivo. 

"Cobra": 

•Es muy probable que sea agresivo con todo el mundo. 

•No depende emocionalmente de otra persona, pero insiste en que su


compañera debe 
hacer lo que él quiere siempre. 

•Es más propenso a amenazar con cuchillos o revólveres. 

•Se calma internamente, según se vuelve agresivo. 

•Es difícil tratarlo con terapia psicológica. 

•Posiblemente haya sido acusado de algún crimen. 

•Abusa de las drogas o del alcohol. 

Los dos psicólogos ya mencionados explican en su libro "When Men Batter


Women"  (Simon and Shuster), que "O.J. Simpson es un `pit bull' típico...
que muestra su  comportamiento más monstruoso solamente con la mujer
que ama." El "pit bull" espía a la  mujer continuamente creyendo que ésta le
engaña. Es un esposo o novio muy celoso. A  todas las personas que lo
tratan le cae muy bien, excepto a sus novias o esposas.  Por otro lado, el
"cobra" a menudo es un sociópata. Es frío y calculador, engaña  fácilmente a
su víctima y puede ser un sádico. Su violencia surge de su necesidad 
patológica de salirse con la suya, ser el jefe siempre, y asegurarse de que
todo el mundo  (incluyendo su esposa), sabe que él es el jefe.  Después de
que su mujer ha sido físicamente maltratada y tiene miedo, a veces cesa 
este tipo de abuso y lo reemplaza con un constante maltrato psicológico, a
través del cual le  deja saber a su víctima, que el abuso físico podría
continuar en cualquier momento.  Los psicólogos investigadores, autores del
libro sobre este tema ya citado, concluyeron  que el maltrato raras veces
cesa por sí solo. 
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Las raíces de la violencia doméstica, la codependencia y las adicciones

VIOLENCIA/RAICES:

Un hueco en el alma: El abuso emocional  Hay tres grandes enfermedades,


con raíces y manifestaciones psicológicas, que hoy día  están destruyendo al
individuo, a la familia y por tanto a la sociedad. Estas tres son: El 
alcoholismo o la adicción a otras drogas, la ira con su manifestación "la
violencia doméstica"  y la codependencia. 

Para entender esto me gusta poner un ejemplo: imaginemos un árbol con


raíces  profundas, un ancho tronco, y tres grandes ramas que nacen del
mismo. En esas raíces, en  lo más profundo, está el vacío afectivo; en un
segundo piso, pero todavía oculto, está la  baja autoestima y ya casi a flor
de tierra, está la vergüenza o pena de sí mismo. Las tres  son aspectos de
un mismo veneno que crean y dejan un hueco negro en el alma. Claro está 
que de tales raíces no puede salir nada bueno. Debido a la savia que sale de
esas raíces y  que subirá por ese tronco, nacerán tres grandes ramas, tres
graves enfermedades, que  anuncié arriba: el alcoholismo o adicción a las
otras drogas, la ira expresada en forma de  violencia doméstica y la
codependencia. 

Estas tres enfermedades van a dar frutos o síntomas de gran dolor a nivel
personal,  familiar y social; y como los cimientos sostienen o provocan el
derrumbe de una casa,  empecemos por la raíz. 

El vacío-afectivo 

 
El ser humano al nacer y aún antes de nacer, viene con dos clases de
hambre o dos  grandes necesidades: la necesidad de alimento y la necesidad
de amor. Y lo mismo si no se  le da de comer a un niño que si no se le da
cariño, ese tierno ser humano muere,  literalmente muere o lleva
semimuerto su corazón hasta la tumba. Por eso al recién nacido,  no basta
sólo darle la leche o decirle: ¡Eres lo más grande de mi vida!, con esa voz
tierna  que sólo las madres tienen. Hace falta arrullarle, abrazarle y
acariciarle.  El contacto físico es importante para el recién nacido pero
también es de suma  importancia para el niño, para el adolescente, para el
adulto y para el anciano.  Me gustó muchísimo una comparación que leí en
un libro, en inglés, cuyo título traducido  es: "El amor es una elección". El
ejemplo o la imagen que pone este libro es, que el ser  humano al nacer trae
en lo profundo de su ser un tanque de amor en forma de corazón; y lo 
mismo que un auto, añado yo, necesita constantemente que se le llene de
gasolina para  poder moverse. Así que necesita de otros dos tanques de
amor: el de su padre y el de su  madre vayan llenando su tanquecito;
pequeño al principio, pero que va creciendo en  tamaño. 

¿Se imagina usted que pasará si el tanque de amor de la madre o del padre
o, aún peor,  los dos están vacíos? ¿Que pasará cuando uno de ellos no
existe porque se fue, porque se  separaron, se divorciaron, o por la muerte?
¿Que pasa cuando un padre está físicamente  presente pero el trabajo
abarca todo su tiempo, o es un alcohólico o un perfeccionista?  Imagínese la
tragedia cuando la mamá es la alcohólica o es una neurótica de la limpieza. 
Debemos tener muy en claro que se hace daño a una persona adulta y
mucho más a un  niño, no sólo perjudicándole en forma directa sino no
dándole aquello que es básico para  su vida, como lo es el afecto. En todas
estas situaciones hay una casi total ausencia de  afecto, que es lo mismo
que sembrar la soledad, en palabras de Carlos Guantemoc  Sánchez. 

El niño cuando nace o durante el primer año de vida no sabe ni puede


hablar, pero cada  niño y cada niña trae un radar perfectísimo para leer el
rostro de los padres y sentir la  frustración, el desamor, el resentimiento y el
dolor que hay entre ambos padres. Y todos  estos sentimientos negativos
van a impedir que llegue la gasolina al motor; van a impedir  que llegue el
amor de un tanque a otro, y de ambos al fruto de ese amor que es su hijo.
Y  es que nadie puede dar lo que no tiene, eso está bien claro. 

Si no tienes fondos en el banco, no puedes hacer un cheque que tenga


valor; si no hay  amor entre los padres es imposible que llenen el tanque
corazón de su hijo. Y lo que es  peor, empiezan un tráfico en sentido
contrario en una carretera de una sola vía. ¿Se  imagina usted que en una
sola vía vengan auto en sentido contrario? Me refiero, a que en  lugar de los
padres dar, algunos padres, esperan que los hijos les den. No ha visto el
caso  de esas esposas solas o que viven la soledad de dos en compañía,
como quieren recibir de  su hijo o hija el afecto que no reciben de quien
deben recibirlo? 

He visto muchas madres que convierten a su hijo en su esposo emocional, y


esperan que  él solucione sus demandas emocionales. Lo he visto mas de
una vez. En este caso o en  casos semejantes, los padres en lugar de ser la
fuente y dar agua de amor, la toman y con  ello la agotan, de esa fuentecilla
que empieza a brotar como es un niño o una niña que  empieza a vivir y que
está para que le den durante toda su niñez y aún después. En estos  casos
los padres son ladrones de amor, no tengo otra palabra para expresar este 
sentimiento. 

La solución para estos padres es que busquen primero conectarse con el


tanque que no  se agota, con Dios que es la fuente última del amor, porque
Él es amor y lo reparte  gratuitamente sin pedir nada a cambio. Pero ese
amor que Dios les da lo tienen que cultivar  entre los dos. Por eso, ¿qué
ocurrirá con ese niño que crece con ese tanque vacío o  semivacío de amor,
que se hace adolescente y llega con los años a ser adulto?, ¿Que  podrá dar?
Por tanto, no podrá expresar afecto a su esposa o a su esposo; y sus hijos 
caminarán por el mundo como el auto con el tanque casi vacío de gasolina.
Ellos caminarán  renqueando, arrastrándose a sí mismos y muriendo
lentamente. Por eso para expresar este  vacío afectivo total, ese hueco del
alma de un ser humano, nada mejor que las palabras de  una autora
americana que se llama Alice Miller en su libro titulado, y traduzco el título,
"Para  tu propio bien": "los niños maltratados están solos con sus
sufrimientos, no sólo dentro de  su familia sino dentro de sí mismos. No
pueden compartir su dolor con nadie, no pueden  crear un lugar en su propia
alma donde poder clamar a su corazón". Y después de esto,  que ha sido
como una pequeña introducción, quiero empezar, ya más en particular, a
hablar  sobre el abuso emocional que yo he subtitulado:

¿Cuáles son los efectos y las consecuencias de los malos tratos?

Los malos tratos tienen múltiples efectos en las personas que los sufren:

Efectos en la salud física:

Las agresiones violentas producen lesiones, heridas, fracturas,


quemaduras, lesiones neurológicas por golpes en la cabeza, minusvalías
físicas...

El estrés y la tensión permanente que sufren las personas maltratadas


provocan enfermedades y problemas de salud a largo plazo, como dolores
de cabeza o de espalda, insomnio, pesadillas, alteraciones en la
alimentación.

Muchas personas maltratadas terminan sufriendo dependencia de


analgésicos u otros medicamentos, del alcohol y otras drogas.

Son frecuentes las diarreas crónicas, la malnutrición o desnutrición, y el


retraso en  el crecimiento en niños.

Efectos en la salud mental:

Las personas que sufren maltrato padecen con frecuencia depresiones,


dependencia emocional, ansiedad, fobias y ataques de pánico por el miedo
o el terror. Los niños suelen tener dificultades para el estudio y para
concentrarse, sufrir pesadillas durante el sueño y tener dificultad para
relacionarse.

¿Qué debe saber y hacer en caso de agresión sexual?

Acuda a su centro de salud o al servicio de urgencias médicas más


cercano, si es posible, acompañada por un familiar o persona de confianza.

No se lave ni cambie de ropa hasta que no haya sido atendido/a por los
servicios médicos.
En la consulta médica, además de la exploración física, le harán un
informe médico-forense, le curarán las heridas y lesiones, le darán
tratamiento para prevenir las enfermedades de transmisión sexual, para
prevenir el embarazo, y, si lo necesita, solicitarán consulta al psicólogo o
psiquiatra.

Realice la denuncia en la policía o guardia civil. Puede solicitar


acompañamiento en el centro médico.

¿Qué debe saber y hacer en caso de agresión física?

Si acaba de ser agredida/o físicamente, debe acudir al centro de salud o al


servicio de urgencias médicas más cercano, si es posible, acompañada por
un familiar o persona de confianza para que le curen las lesiones, que a
veces no son aparentes. Le harán el parte de lesiones y una copia para
presentarla ante la policía al realizar la denuncia.

No se lave ni cambie de ropa hasta que no haya sido atendido/a por los
servicios médicos.

Realice la denuncia en la policía o guardia civil. Cuanto antes la realice


más rápida y fácil será la adopción de las medidas para resolver  la
situación doméstica. El tiempo sólo empeora su situación y la de sus hijos
o familiares.

En el momento de la agresión debe de realizar todo el ruido posible para


que le oigan los vecinos o transeúntes, llame la atención de la gente que
puede verle u oírle.

Enseñe a sus hijos a pedir ayuda y a ponerse a salvo.

Registre en un cuaderno todo lo ocurrido, guarde todas las pruebas que


pueda: objetos rotos, armas, ropa destrozada o manchada.

Medidas de seguridad a adoptar en el domicilio

Asegúrese de que en el domicilio no haya armas u objetos peligrosos al


alcance del agresor.

Evite las discusiones con el agresor el lugares sin salida a la calle, donde
existan objetos peligrosos (cocina).
Acuerde con algún vecino o familiar una señal de alarma.

La persona agredida debe de tener fácilmente localizables los teléfonos de


emergencia y un teléfono desde el que llamar.

Tener acordado con un amigo, vecino o familiar, a donde acudir si tiene


que marchar con urgencia del domicilio.

Tener siempre preparado por si tiene que marcharse precipitadamente un


bolso con:

la documentación (tarjeta o cartilla sanitaria propio y de los menores que


tenga a su cargo, DNI y pasaporte, libro de familia, tarjetas bancarias y
cartillas de ahorro, contratos de vivienda, documentos de separación o
divorcio, escrituras, informes médicos, certificados escolares de los
hijos…);

las llaves del coche, del domicilio y otras viviendas;

pequeños objetos de valor;

material escolar de los niños;

Por otra parte, quienes desean ayudar a las víctimas deben asumir que:

Si usted no es un profesional relacionado a la problemática familiar, su


misión se limita a brindarle apoyo a la víctima y denunciar las situaciones de
maltrato a las autoridades y especialistas competentes. Esto sin embargo,
no es menos importante y por el contrario es, en muchas ocasiones, la
intervención que hace la diferencia entre mantener o detener una situación
de violencia intrafamiliar.

Para apoyar adecuadamente:

Interiorice que las víctimas no son masoquistas, sino que quedan atrapadas
en el ciclo de la violencia y comúnmente se identifican con el agresor como
defensa.

Preséntese como una persona preocupada, interesada por su salud y


bienestar y dispuesta a ayudar y brindar apoyo.

Asegúrele confidencialidad a la víctima para que sienta confianza de hablarle


abiertamente,
Procure tener el tiempo necesario para la conversación y busque un lugar
privado para tenerla.

Anímela a hablar pero no la presione, si ella no le ha sugerido el tema del


abuso, usted no lo haga directamente, utilice preguntas abiertas y
facilitadoras que la ayuden a pensar y ordenar sus ideas como: Te veo
preocupada(o), ¿Tienes algún problema en casa?, ¿Te ha pasado algo que te
hace sentir mal?, ¿Cómo van las cosas en la familia? Espere las respuestas y
escuche con atención, intente comprender no solo lo que dice sino también
lo que siente.

Hágale saber que la escucha, le cree y entiende.

Apóyela sin juzgarla, emitir juicios y sin poner en duda su interpretación de


los hechos.

Preocúpese de mantener, para facilitar la comunicación, un correcto leguaje


corporal (contacto visual, tono de voz suave, gestos acogedores, postura
receptiva) y una actitud empática.

Si habla con un niño o niña utilice palabras simples, oraciones cortas y


preguntas sin negativos.

Si la víctima le ha reconocido su condición de tal no muestre pánico,


incredulidad o shock.

Hágale saber que está bien que lo cuente, que su situación tiene remedio y
que la toma de conciencia es el primer paso para salir de la violencia.

Alerte a la víctima sobre los riesgos que corre, ella no puede cambiar el
comportamiento de su agresor y las disculpas o promesas no detendrán la
violencia.

Indíquele que su seguridad y salud son la primera prioridad y que por lo


tanto debe protegerse y cuidarse.

Anímela a buscar ayuda profesional tanto psicológica como jurídica.

Ofrezca su compañía, déle el tiempo que necesite para tomar sus propias
decisiones, acepte su ritmo.

Aún cuando no esté preparada para hacer cambios fundamentales en su


vida, no le quite el apoyo y siempre agradézcale que haya confiado en usted.
Déjele un número de teléfono o forma de comunicarse para conversar o
saber cómo está.

Evite consejos que puedan resultar dañinos o peligrosos:

No la rescate tomando decisiones por ella.

No se ofrezca para hablar con la pareja y arreglar las cosas.

No la incite a aceptar la situación a causa de los niños.

No la invite a poner un poco más de esfuerzo, sacrificio y paciencia.

No pierda de vista que es su salud y su vida las que están en peligro.

Cuando el abusado sea un menor de edad, anciano o discapacitado con


determinados grados de dependencia, asegúrese además de hacerle saber
que el abuso es ilegal, que va a hacer lo mejor para ayudarlo y protegerlo,
que respetará su intimidad y sólo se lo hará saber a las personas adecuadas
para ayudarlo, recuerde que el rol de investigar le corresponde solo a las
autoridades competentes, a quien se entera o sospecha del abuso le
corresponde informar y hacer o facilitar la denuncia.

Violencia familiar

"Una profunda transformación"


 
Por la Dra. Gabriela Sciolla - Abogada especialista en derecho de familia

 La violencia intra familiar se identifica como un problema social de alto impacto en la comunidad siendo el riesgo individual, familiar y
social.

Jurídicamente se entiende por violencia familiar, toda acción u omisión ejercida por un integrante del grupo familiar contra otro que
produce un daño no accidental en el aspecto físico, psíquico, sexual o patrimonial.

Por violencia física, se entiende toda acción u omisión que arriesga o daña la integridad corporal de una persona.

Por violencia psicológica, toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, decisiones y creencias
de otras personas por medio de la intimidación, manipulación, amenaza directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra
conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, emocional, la autodeterminación o el desarrollo personal.

Por violencia sexual, se entiende toda acción que obliga a una persona a mantener contacto sexualizado, físico o verbal, o a participar
en otras interacciones sexuales con la persona que despliega la acción o con un tercero, mediante el uso de la fuerza física, chantaje,
soborno, manipulación, o cualquier otra conducta que anule o limite la voluntad personal.

Es violencia patrimonial, toda acción u omisión que implique un perjuicio, pérdida, transformación, sustracción, destrucción, retención
o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores, derechos, o recursos económicos,
destinados a satisfacer necesidades que conlleven a un riesgo de daño inminente en la salud física o psíquica o la vida de algún
miembro del grupo familiar.

Tal la breve reseña descripta la violencia no solo se produce o manifiesta por golpes físicos, esperando así que la víctima luzca un ojo
color violáceo o una extremidad del cuerpo quebrada sino que existe y se manifiesta también a través de una violencia psicológica la
cual se encuentra estudiada, confirmada y protegida por la ley.

Hay alguien que protege a aquellos que se sienten desprotegidos, sin salida y que solos no pueden. Hay una ley que ampara a
las víctimas de violencia familiar es Ley 24.417.
Sobre este tema, para mi existe mucha desinformación.

También se que es muy difícil para la víctima denunciar, ya que la creencia social generalmente nos lleva a pensar que este tipo de
situaciones se suscitan “solo” en determinados sectores de esta sociedad.

Tal lo entrecomillé a SOLO es una errónea creencia, ya que las estadísticas así lo corroboran. Pues, en este campo, es necesario no
guiarse por consejeros todo terreno, sino por gente idónea en el tema para juntos lograr una solución a tan basto problema. A lo largo
de nuestra profesión y transitado este camino tan sinuoso y de peligrosas pendientes hemos encontrado gente que trabaja bien.

Liberar el miedo y la vergüenza, en este proceso resulta indispensable. De allí que es posible, con el debido asesoramiento obtener
soluciones rápidas eficaces y debidamente instrumentadas como lo es exclusión del violento del hogar, el otorgamiento de la guarda de
un hijo, alimentos para el violentado, prohibición de acercamiento a la víctima y a sus hijos en el caso que sea necesario.
 

Conclusión

Ser víctima de violencia familiar es sumamente doloroso.


De decidir comenzar un camino de regreso, hay maneras menos dificultosas de lo que uno imagina para hacerlo.
Primero es indispensable darse una buena chance individual, tregua personal y animarse a denunciar la situación.

Si aún con esos recursos, no fuere suficiente para repeler la agresión, lo ideal es tener un buen asesoramiento legal que acompañe este
camino adecuadamente.
v

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