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José Ortega y Gasset

1 INTRODUCCIÓN

José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista español. Famoso por su crítica
humanista de la civilización contemporánea, fue uno de los pensadores más significativos e
influyentes del siglo XX.

2 VIDA Y OBRA

Nació el 9 de mayo de 1883 en Madrid. Cursó estudios superiores en la universidad de su


ciudad natal desde 1898 hasta 1904, año este último en el que se doctoró en Filosofía y
Letras con una tesis titulada Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda. Posteriormente,
desde 1904 hasta 1908, completó su formación en las universidades alemanas de Leipzig,
Berlín y Marburgo. Tras regresar a España, obtuvo la cátedra de Metafísica en la Universidad
Central de Madrid, en la cual impartió su magisterio desde 1910 hasta 1936. En 1914 publicó
Meditaciones del Quijote, donde plasmó los grandes trazos de su primer pensamiento
filosófico (en el que fue muy clara la influencia de Immanuel Kant) y sus reflexiones sobre el
hecho artístico (ampliadas en 1925 con la publicación de La deshumanización del arte).

A comienzos de la década de 1920 sus escritos adoptaron una óptica menos subjetivista y
estuvieron más orientados a analizar los comportamientos sociales de las “masas”, que para
él conformaban la base de la sociedad característica de la edad contemporánea. Se iniciaba
así la denominada “etapa perspectivista” de su pensamiento, en la cual se enmarcaron obras
tales como España invertebrada (1921), El tema de nuestro tiempo (1923) y su título más
destacado y de mayor trascendencia, La rebelión de las masas (1930). En este último ensayo
criticaba la influencia destructiva de la mentalidad general y, por lo tanto, del individuo
mediocre (al que definió como “hombre-masa”), que de no ser dirigido por una minoría
intelectual y moralmente superior alentaría el ascenso del autoritarismo. Hacia finales de la
década de 1920 comenzó la llamada “etapa raciovitalista” de su filosofía, en la que abordó
una nueva profundización que reflejan, entre otras obras, Kant (1724-1924): Reflexiones de
centenario (1929), En torno a Galileo (1933), Ideas y creencias (1940) e Historia como
sistema (1941).

Ortega y Gasset publicó también numerosos comentarios y artículos en periódicos a los que
se sintió muy ligado: El Imparcial (creado en 1867 por su abuelo, Eduardo Gasset y Artime) y
El Sol. Fue, asimismo, fundador de las revistas España (publicada desde 1915 hasta 1924) y
Revista de Occidente (de carácter mensual; su primer título apareció en julio de 1923 y el
último en junio de 1936), que sirvieron para difundir las tendencias filosóficas y culturales del
primer cuarto del siglo XX, principalmente las de procedencia alemana y las obras de
españoles (como los hermanos Manuel y Antonio Machado, o jóvenes poetas que formarían la
generación del 27). Sus comentarios en periódicos y revistas fueron recopilados en El
Espectador (8 vols., 1916-1934).

Opuesto a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930), sus artículos,
conferencias y ensayos (de carácter filosófico, pero también político) contribuyeron al notable
renacimiento intelectual que conoció España durante las primeras décadas del siglo XX. Las
consecuencias políticas de toda esta situación llegaron en 1931, con la caída del rey Alfonso
XIII, de la propia institución monárquica y la proclamación de la II República. Ortega intervino
en estos hechos de la historia española de manera propiciatoria. Creó un grupo político,
Agrupación al Servicio de la República, en el que también militaron Gregorio Marañón y
Ramón Pérez de Ayala (con los cuales firmó el denominado Manifiesto de los Intelectuales,
favorable al advenimiento del régimen republicano) y por cuyas listas fue elegido diputado a
las Cortes Constituyentes en 1931. Descontento con la orientación de la Constitución
emanada de aquéllas en diciembre de ese mismo año, abandonó su escaño.

Tras el estallido de la Guerra Civil en 1936, Ortega abandonó España. Residió en Francia,
Países Bajos, Argentina y Portugal, y no regresó a su país hasta 1945. Durante la última etapa
de su vida fundó el Instituto de Humanidades (1948) en Madrid y escribió sus afamados
estudios sobre pintores españoles, en especial Papeles sobre Velázquez y Goya (1950) y
Velázquez (1955). José Ortega y Gasset falleció el 18 de octubre de 1955 en Madrid. Tras su
muerte vieron la luz, con carácter póstumo, algunos destacados trabajos como Meditaciones
sobre Europa (1957), El hombre y la gente (1957) y Qué es filosofía (1958). En 1978 se
constituyó la Fundación Ortega y Gasset para la difusión de su pensamiento y de su obra.

3 PENSAMIENTO

Al margen de sus escritos de crítica social e histórica, muy influyentes en su tiempo, y de su


actividad de animación cultural de la España del primer tercio del siglo XX, ciertas ideas
ocuparon un lugar central en el pensamiento de Ortega y Gasset. Entre ellas, el concepto de
perspectiva y su peculiar noción de razón, que consideraba unida a la vida, poseen una
importancia especial.

Ortega expuso el concepto de “perspectiva” en su ensayo Verdad y perspectiva, que


apareció publicado en 1916 en el primer volumen de El Espectador. Se trata de un concepto
que tiene resonancias en la obra de los filósofos alemanes Gottfried Wilhelm Leibniz, Friedrich
Nietzsche y Gustav Teichmüller, pero que en la obra de Ortega poseyó un tono original.
Pensaba que la realidad se ofrece a los individuos en una gran variedad de perspectivas
singulares. Cada una de ellas es una forma de realidad y, al mismo tiempo, forma una
posibilidad de conocimiento de lo real. Es decir, una perspectiva supone siempre la
combinación de un nivel ontológico y epistemológico y la realidad equivaldría a la suma de
las perspectivas posibles en que se presenta y según las que puede analizarse. En alguna
medida, la perspectiva es semejante a un “punto de vista” o a la comprensión parcial de
algo. Debe notarse que la perspectiva elimina la posibilidad de acceso inmediato a una
realidad inmutable, lo que se encuentra muy unido al concepto de “circunstancia”, que
Ortega hizo famoso en su expresión: “Yo soy yo y mi circunstancia”. De hecho, Ortega
mantuvo los principios esenciales de su perspectivismo en etapas posteriores de su
pensamiento.

Desde finales de la década de 1920 desarrolló un concepto de razón que se encuentra unida
a una nueva consideración de la vida: el “raciovitalismo”. Esta combinación supuso una de
las más notables aportaciones de su pensamiento y se convirtió en uno de los rasgos
esenciales de éste. Para Ortega, la vida es la verdadera realidad radical, de la que surge
cualquier problema que pueda ser relevante y cualquier sistema filosófico posible. Para cada
ser humano, la vida toma una forma concreta y determinada, que se construye a sí misma de
acuerdo a diferentes circunstancias (o perspectivas que la vida toma para cada uno). De
hecho, la vida es una realidad radical y última; más aún: ella tiene en sí misma su propia
finalidad, y no hay realidad alguna que pueda trascenderla. Por ello, la vida de cada ser
humano es, para él, su propia finalidad y debe entregarse a su elucidación si desea salvarse
a sí mismo.

Junto a esta afirmación de la vida y a la necesidad de elucidar o responder a los problemas


que la vida plantea, expuso la necesidad de un nuevo tipo de razón, que se aleja de la razón
abstracta y meramente teórica, siempre separada y “abstraída” de las circunstancias vitales,
que ha sido común en la tradición de la filosofía occidental. Denominaba “razón vital” a este
nuevo tipo de razón y “raciovitalismo” al modo de pensar que se apoyaba en su nuevo
concepto de razón. La razón vital es una razón que se sustenta constantemente en la vida de
la que ha surgido. Es decir, la vida, como realidad dinámica, que siempre está en proceso de
elaboración, es una incesante fuente de problemas y cuestiones relevantes y obliga siempre,
a quien la vive, a “saber a qué atenerse”, a orientarse continuamente en sus decisiones.
Pues bien, esta orientación exige una razón que acompañe a la vida y que encuentre en ella
su fundamento. Es decir, una “razón vital”.

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