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LA CONSTRUCCION DEL

TEMPLO DE SALOMON

S
alomón, hijo de David, resuelto a levantar al Eterno el templo que su padre había
proyectado, rogó a Hiram, rey de Tiro, que le proporcionara materiales necesarios
para tan gigantesca empresa. Hiram aceptó gustoso y envió a un arquitecto,
célebre por su raro talento, para que dirigiera la construcción. Este sabio arquitecto se
llamaba Hiram- Abí, y era hijo de un Tirio y de una mujer de la tribu de Nepthalí.

El número de obreros ascendía a 183.000, llamados prosélitos o extranjeros


admitidos, es decir, iniciados, Hiram los distribuyó en tres clases: 70.000 aprendices,
80.000 compañeros y 3.300 maestros. Cada una de estas clases tenía sus misterios y
secretos, reconociéndose entre si por medio de ciertas señales, palabras y toques
peculiares a cada grado. Los aprendices recibían su salario en la columna B, los
compañeros en la columna J, y los maestros en la cámara del medio. Los pagadores no
entregaban el salario sin examinar escrupulosamente en su grado a cada uno de los que
se presentaban.

Ya la construcción del templo se hallaba casi terminada y tres compañeros u


oficiales que no habían podido pasar aún a maestros e ignoraban por consiguiente las
palabras, signos y toques de este grado, resolvieron sorprender a Hiram y arrancárselos
por la fuerza para pasar luego por maestros en los otros países y tener derecho a la paga
de su clase. Con este fin, sabiendo que Hiram iba todos los días al templo a hacer sus
oraciones mientras los obreros descansaban, se pusieron un día en acecho y cuando le
vieron entrar se apostaron en cada una de las puertas, uno en la del Mediodía, otro en la
de Occidente y otro en la de Oriente.
Concluidas sus oraciones, se dirigió Hiram hacia la puerta del Mediodía. El
oficial allí apostado le pidió las palabras y secretos del grado de maestro. Hiram se
negó, y el oficial, irritado con esta resistencia, le asestó un golpe en la nuca con la regla.

Hiram-Abí trató de huir por la puerta de Occidente, pero allí encontró al segundo
compañero, que le pidió la palabra de maestro. Rehusando Hiram acceder a los deseos
del oficial, éste le dio un fuerte golpe en el pecho con una escuadra de hierro.

Entonces el maestro, reuniendo sus fuerzas, trató de salvarse por la puerta de


Oriente, pero allí encontró al tercer oficial, que le hizo la misma intimación que los
otros dos. Se obstinó Hiram en callar, y queriendo huir, el oficial descargó con un
martillo tan fuerte golpe sobre su frente, que le dejó muerto.

Reunidos los tres asesinos, se ocuparon en hacer desaparecer las huellas del
crimen. Ocultaron el cadáver bajo un montón de escombros y cuando llegó la noche le
sacaron de Jerusalén y le enterraron lejos de la ciudad, en la cumbre de una montaña.
Pronto fue echado de menos el sabio arquitecto, y Salomón ordenó que nueve maestros
se ocupasen exclusivamente en buscarle. Tomaron éstos distintas direcciones, y al día
siguiente llegaron varios al Líbano. Uno de ellos, rendido de fatiga, se tendió sobre un
cerrillo y observó al poco rato que la tierra estaba removida. Participó a sus compañeros
esta observación, en vista de lo cual cavaron en aquel paraje, encontrándose un cadáver,
que reconocieron con dolor ser el de Hiram-Abí. Depositaron de nuevo el cuerpo en la
fosa, le cubrieron de tierra y regresaron a Jerusalén, donde dieron cuenta a Salomón del
resultado de las pesquisas. Para reconocer el sitio donde Hiram estaba enterrado,
cortaron una rama de acacia, que plantaron encima de la sepultura.
Salomón dispuso que los nueve maestros hiciesen la exhumación del cuerpo y lo
transportaran a Jerusalén. Les recomendó que buscasen sobre el cadáver la palabra de
maestro, y que de no hallarse, pusiesen mucho cuidado en observar el primer gesto que
se hiciese y las primeras palabras que se profiriesen a la vista del cadáver, a fin de que
fuesen en lo sucesivo los signos y palabras de maestro. Se revistieron los hermanos con
sus mandiles y guantes blanco, marcharon al Líbano e hicieron la exhumación.

Se trató inmediatamente de averiguar quiénes eran los autores del crimen. La


ausencia de tres compañeros no dejó duda acerca de los asesinos. Un desconocido se
presentó a Salomón y le dijo en secreto el lugar donde se refugiaban.

Salomón convocó durante la noche al consejo extraordinario de los maestros, y


les dijo que necesitaba nueve de entre ellos para desempeñar una comisión delicada;
pero que constándole el celo y valor de todos y no queriendo dar la preferencia a
ninguno, la suerte decidiría quiénes iban a ser los elegidos. Se hizo así y el primero
designado por la suerte, llamado Joabén, fue nombrado jefe de la comitiva.

En seguida Salomón despidió a los demás maestros y expuso a los nueve el


descubrimiento que un desconocido le acabada de hacer. Los elegidos concertaron las
medidas que deberían tomar, adoptaron por palabra de reconocimiento el nombre
principal de los asesinos, y salieron de la ciudad antes de amanecer. Guiados por el
desconocido caminaron hacia Joppa, y a las 27 millas llegaron a la caverna de Ben-
Acar, donde los asesinos se ocultaban.
Dos hombre que caminaban hacia la caverna, al ver a la comitiva emprendieron
la fuga por entre las rocas. Reconocidos en esto culpables, se les persiguió largo tiempo,
hasta que , viéndose próximos a ser cogidos, se precipitaron a un barranco, donde los
maestros los hallaron expirando. Mientras tanto, Joabén, el jefe de de la expedición,
viendo que el perro del guía se dirigía a la caverna, como siguiendo la pista de alguno se
precipitó detrás. Una escalera de nueve peldaños le condujo al fondo de la gruta, donde
a la luz de una lámpara distinguió al tercer asesino que se disponía a descansar.
Viéndose descubierto este desgraciado, lleno de terror ante la visita de un maestro a
quien reconoció, se hirió con un puñal en el corazón.

Los elegidos dejaron los cuerpo de los asesinos tendidos en el campo para que
sirviesen de pasto a las fieras, llevándose las cabeza, que estuvieron expuestas por
espacio de tres días en el interior de los trabajo con los instrumentos que sirvieron para
cometer el crimen. Después fueron consumidas por el fuego y los instrumentos hechos
pedazos. Satisfecho Salomón de la conducta de los nueve maestros, les agregó otros
seis, y dispuso que en adelante llevasen el nombre de elegidos. Diose por diviso una
banda negra que se sostenía en el hombro izquierdo y terminaban en la cadera derecha,
de cuyo extremo pendía un puñal con una empuñadura de oro. Las palabras, señales y
toques de reconocimiento fueron análogos a la acción que iban a ejecutar. En lo
sucesivo su empleo fue la inspección general de los trabajo y de los masones. Cuando
era necesario proceder en juicio contra alguno de éstos, el rey los convocaba en lugar
reservado. El desconocido que les sirviera de guía en su expedición era un pastor, que
entró en el cuerpo de los masones, llegando con el tiempo a pertenecer al número de los
elegidos.

En estos hechos se apoya el cuarto grado de la Masonería. Ya los trabajos de la


edificación del templo estaban para concluirse y apenas quedaba otra cosa que hacer
sino consignar en lugar seguro y secreto el nombre del Gran Arquitecto del Universo,
según era conocido desde su aparición sobre el monte Oreb en un triangulo radiante.
Este nombre era ignorado por el pueblo y se conservaba por tradición que se hacía una
vez al año, pronunciándolo el gran sacerdote rodeado de todos que podrían oírle.
Durante la ceremonia se invitaba al pueblo a que gritase y aplaudiese, evitando poder
ser oída la palabra por profanos.

Salomón hizo practicar en la parte más oculta del templo una bóveda secreta, en
el centro de la cual colocó un pedestal triangular. Se bajaba a ella por una escalera de
veinticuatro gradas dividida en tramos de tres, cinco, siete y nueve, y no era conocida
más que del rey y de los maestros que en ella habían trabajado.

Hiram había grabado la palabra sobre un triángulo de oro puro que llevaba
siempre pendiente del cuello; colocada sobre el pecho la superficie en que la palabra
estaba grabada. Cuando le asesinaron tuvo tiempo para desprenderse de este triángulo y
arrojarlo en un pozo que estaba en el extremo Oriente, hacia la parte del Mediodía.
Salomón ordenó que hiciesen pesquisas para averiguar el paradero de la preciosa Joya.

Pasaban un día tres maestros junto al pozo en la hora del mediodía, y observaron
que los rayos del sol, que caían perpendicularmente en el Pozo, hacían brillar un objeto
en su fondo. Uno de ellos hizo que los otros dos le bajasen y encontró el delta que se
buscaba. Llenos de alegría, se presentaron a Salomón, que a la vista del triángulo dio un
paso atrás levantando los brazos y exclamando: Ya está aquí la palabra de....¡Gracias a
Dios!

Llamó enseguida a los quince elegidos y a los nueve maestros que habían
construido la bóveda secreta y acompañado de los tres que habían encontrado el delta,
descendió a la bóveda. El triángulo fue incrustado en medio del pedestal y cubierto con
una piedra de ágata de forma cuadrangular.

En la cara superior de esta piedra se grabó la palabra sustituida, y en la inferior


todas las palabras de los diferentes grados de la Masonería. Salomón declaró a los 27
maestros elegidos la antigua ley que prohibía pronunciar la palabra del Gran Arquitecto
y recibió de ellos el juramento de no revelar lo que acababa de suceder. Se colocaron
delante del triángulo tres lámparas de nueve flameros cada una, y se selló la entrada de
aquel lugar, que fue conocida con el nombre de la bóveda sagrada.

Este secreto quedó entre los 27 elegidos y sólo fue transmitido a sus sucesores.
juraron eterna alianza, y Salomón, en señal, des dio un anillo de oro. Después de la
muerte de este rey se gobernaron por si mismo siguiendo sus leyes dirigidas a la
conservación de la obra.

Nabucodonosor, el decimoctavo año de su reinado, puso sitio a Jerusalén , y


después de una tenaz resistencia, los habitantes, rendidos de hambre y de fatiga,
demolidas las fortificaciones, a pesar de la vigilancia y actividad de los masones libres,
la ciudad fue tomada a los diez y ocho meses de sitio.

Los principales de la ciudad con sus tesoros, y el rey Sedecías con su familia, se
refugiaron en el templo; los masones intentaron una nueva resistencia, pero no pudieron
resistir ala superioridad numérica de sus enemigos. Nabucodonosor ordenó a su general
Naburzan que destruyese la ciudad y el templo hasta en sus cimientos, y fueran los
habitantes conducidos cautivos a Babilonia. Esto sucedía el año 606 antes de J.C.

Los vencedores, para humillar más a los vencidos, les pusieron cadenas de
eslabones triangulares, significando así el desprecio con que miraban el delta.

Inmenso el dolor que los masones experimentaron, no por verse cautivos, sino
por contemplar profanado y demolido el templo, la obra más grande y magnífica que la
mano del hombre levantara hasta entonces a la gloria del Gran Arquitecto del Universo.
Después de setenta años de cautiverio, Ciro concedió libertad a los judíos, y les
restituyó los tesoros del templo. Zorobabel, descendiente de los primeros de Judea,
honrado por Ciro con el título y distintivo de caballero de su Orden, se puso a la cabeza
del pueblo judío, y el 22 de marzo emprendió la marcha hacia Jerusalén.

Llegado a los márgenes que separan Asiría de Judea, hizo construir un puente
para que el pueblo pudiese pasar. Pero entretanto los pueblos de las comarcas opuestas
se coaligaron contra ellos y les atacaron s u paso por el puente, Zorobabel en la refriega
perdió el distintivo de honor con el que Ciro le había condecorado; pero armado de una
espada que sólo con la vida podía perder, y ayudado de los bravos masones que le
seguían, derrotó a los enemigos y entró en Jerusalén.
Muchos naturales de esta ciudad, escapados del cautiverio, vagaban por todas
partes en el estado más miserable. Había entre éstos algunos elegidos, que se unían en
secreto, a fin de practicar las ceremonias de su Orden y conservar las tradiciones. Al
destruir el templo, no había sido hallada la bóveda secreta. Los elegidos la buscaron y se
apoderaron del triángulo que fundieron para no verlo profanado si caía en manos de los
enemigos; rompieron la piedra ágata, y transmitieron sus secretos por tradición.
Nombraron un jefe que presidiese sus asambleas, y continuaron sus reuniones.

Zorobabel fue admitido en la confraternidad por Ananías, jefe de los masones.


En seguida dispusieron reedificar el templo, y siendo molestados por los enemigos,
trabajaban sin abandonar las armas. A consecuencia de esto, los obreros tuvieron
siempre la espada en la mano y la trulla en la otra.

Después el templo fue destruido por los romanos el año 70 d.c. y los masones, si
bien permanecieron ocultos, no se desunieron., Se propagaron sí por todo el mundo,
dándose a conocer por sus nuevos trabajos.

TEMPLO DE SALOMON

De Isaac Newton a la Ilustración

Las reconstrucciones de los últimos arquitectos barrocos desembocarán en las


estructuras geométricas del Siglo de las Luces. También destaca el surgimiento de una
masonería en alza que culminará el siglo siguiente con grandes reconstrucciones.

Nikolaus Goldmann y Leonhard Christoph Sturm

El matemático y profesor de arquitectura alemán Nikolaus GOLDMANN (1611-1665)


fue autor de la «Introducción completa a la arquitectura civil», un compendio de la
arquitectura de su época, publicado póstumamente (1696), donde el Templo se proponía
como patrón de perfección para medir y regular todas las ramas de la arquitectura.
Presta particular atención al uso de módulos en la construcción, así como a la teoría de
las proporciones. En realidad se trata de una versión simplificada, sin los muros y
pérgolas exteriores, de la propuesta de Villalpando, adaptada a los nuevos gustos
arquitectónicos de la época. El Santuario también se adapta a alguna de las últimas
reconstrucciones. Sus notas y diseños habían sido utilizados dos años antes en Leipzig
por el editor de aquella obra, el teólogo y arquitecto Leonhard Christoph STURM
(1669-1719) en su obra «Sciagraphia Templi
Hierosolymitani», basada directamente en la traducción que hizo Lutero de la Vulgata.
Los elegantes caracteres góticos de ésta se mezclan con eruditas citas en hebreo y
griego. La obra contiene sólo cuatro grabados, ya que la propuesta completa que
incluiría alzados se presentó dos años después en la edición de Goldmann. En realidad
Sturm presenta dos propuestas: el Templo de Herodes (lám. 1: «Designatio Templi juxta
Talmudicos Doctores») y el de Ezequiel. El primero es una clásica propuesta
rectangular de 340x140 codos, con la novedad de situar los espacios auxiliares del
Templo fuera del rectángulo, en lugar de sobre el mismo muro, como será habitual. Los
patios de las cocinas («culinis populi») son cuadrados, de 40x40 codos. En cuanto al
Templo de Ezequiel, Sturm se basa claramente en Villalpando, al que, todavía, añade un
atrio exterior concéntrico («atrium gentium», 3000x3000 codos, que sería el tamaño del
«montis sancti»), que recoge el atrio de las mujeres (1000x1000) y un templo semejante
al propuesto por Villalpando (800x800). Repite las dos consideraciones más dudosas de
Villalpando: la división del atrio exterior en siete atrios cuadrados y la extensión del
Templo fuera del cuadrado de 500x500. También rediseña todo el área del Santuario y
añade, en una curiosa entente con los textos rabínicos, dos conjuntos de patios
cruciformes de 40x30 codos en dos de los atrios exteriores, así como elementos de
tabiquería allí donde Villalpando sólo preveía columnatas para disponer los numerosos
habitáculos auxiliares del Templo que el jesuíta, más preocupado por la belleza de sus
láminas, olvidaba. Las citas al Talmud son habituales, así como las de teóricos como
Ribera, Cappel (de quien toma la disposición de los patios perimetrales), Coccejus, Judá
León (a través de la edición de Sauberto), Goldmann, Wasmuthius y, por supuesto,
Villalpando.

1695: Abraham ben Jacob

El Amsterdam Haggadah (conservado en la New York Public Gallery) se convirtió


pronto en una imagen clásica dentro de la iconografía rabínica de la religión judía,
especialmente por su amplia difusión en el occidente europeo. Amsterdam se había
convertido en el siglo XVII en uno de los grandes centros del judaismo tras la
independencia del Imperio Español. Numerosos judíos españoles y portugueses llegaron
aquí animados por el ambiente tolerante y abierto de los Países Bajos. A diferencia de
Venecia, allí no se puso ninguna restricción a la propiedad de imprentas por judíos, por
lo que su número creció rápidamente: «Impreso en Amsterdam» pronto fue un signo de
excelencia tipográfica de diseño, así como de fiabilidad textual.Esta imagen del
Templo, con el Sol atardeciendo tras el templo, ha sido copiada hasta la saciedad en los
Haggadah judíos hasta la actualidad, así como un mapa de Canán con la ruta del Éxodo-
La conocida imagen del Santuario está tomada de las Icones Bibliae de

Mathaeus Merian, que Abraham debió


conocer bien como sacerdote. Pese a ello, se le reconoce haber ampliado los límites de
la ilustración de los libros judíos. Las innovaciones no estaban sólo en las ilustraciones
sino, principalmente, en la técnica. Fue la primera Haggadah en la que se usaron
planchas de cobre en lugar de madera.

1701: Johannes Lund

Es interesante destacar la hábil lateralidad centralizada del teólogo luterano holandés


Johannes LUND (Flensburgo, 1638-86) en «Die Alten Juedischen Heilightuemer» entre
el gran número de intentos, donde la fuerte influencia de las bellas estampas de
Villalpando se contrapone a las más exactas descripciones de los rabinos, cuya falta de
simetría molestaba hasta a los más fieles seguidores. Las citas, sobre todo, a Judá León
«Templo» son contínuas. Sus ilustraciones fueron usadas para una de las más famosas
maquetas del siglo XVIII, la realizada por los administradores del orfanato de Glaucken
(Halle, Alemania) en 1718.

1721: Johann Fischer von Erlach

El arquitecto austriaco Johann Bernhard FISCHER VON ERLACH (Graz, 1656 -


Viena, 1723) concibió el «Entwurff einer historischen Architektur» (Viena, 1721), un
tratado escrito en alemán y francés en el que compara las diferentes culturas universales
a lo largo de la historia. En él se hacía eco de la reconstrucción de Villalpando, de la que
incluye una planta y una perspectiva, citando también a Josefo para el Segundo Templo,
a Lightfoot para el interior y al Viaje de la Tierra Santa de Doubdan para la actual
mezquita de la Roca.

1728: Isaac Newton

También el físico y matemático inglés Isaac NEWTON (Whoolstorge, 1642-1725)


aportó su conocimiento del hebreo y del problema del templo a un serio estudio del

Templo de Salomón y Ezequiel, el «Chronology of the


Anctient Kingdoms...» (1728), publicado póstumamente, con una descripción de la
Corte Interior del Templo de Salomón basado en elementos de Ezequiel, pero
descartando todo lo que añadieron Zorobabel y Herodes, es decir, la parte asimétrica o
diferente de las tres descripciones. Las medidas son 200x250 codos, de proporción 5:4 =
1,25. Sus manuscritos han sido recientemente editados en un libro en castellano.
También dejó inéditos numerosos diagramas con notas manuscritas, que demuestran su
erudición filológica y exegética. Uno de los manuscritos trata directamente el tema del
Templo de Salomón. En él, demuestra un exhaustivo conocimiento de las fuentes
bíblicas ortodoxas, sin caer en la tentación de los simbolismos arbitrarios, inluso
permitiéndose corregir aspectos mal traducidos por San Jerónimo. Cita también a
Josefo, Maimónides, la Misnah de Compiègne de Veil, Ricardo, Montano, Vatable,
l'Empéreur, Villalpando, Drusius y Cappel demostrando una gran erudición filológica
con inesperadas claras ideas de la arquitectura del Templo. A estos dos últimos autores
y su «Critici Sacri», la compilación teológica más importante de su momento, parece
deber no sólo las principales ideas, sino sobre todo los procedimientos ilustrados de
exégesis bíblica. Las diferente traducciones seguramente fueron tomadas de la políglota
de Walton.

En cuanto a la disputa sobre qué templo se parecía más al de Salomón, si el de Herodes


o el de Ezequiel, toma claro partido, pero demostrando su conocimiento del segundo:
"El Templo de Salomón junto con sus atrios no ha sido descrito suficientemente en
ningún sitio, salvo en las visiones de Ezequiel [...] cabe esperar que los edificios
levantados sobre los mismos cimientos se clarifiquen mutuamente". También demostró
una gran erudición con un tema que nos concierne especialmente: el de las medidas
hebreas. Pero tendremos que volver sobre el tema en otro momento.

- Isaac Newton, The Chronology of Ancient Kingdoms Amended, London, 1728.


- Isaac Newton, El Templo de Salomón, Ed. crítica, trad. española y estudio de Ciriaca
Morano, Debate CSIC, Madrid, 1996.

1731: Johann Jacob Scheuchzer


El alemán Johann Jacob SCHEUCHZER es el autor de «Physica Sacra» (1731-35), una
monumental obra que alcanzó gran reconocimiento en su tiempo, en la que se dedica
una documentación muy completa al Templo. Incluye las reconstrucciones de
Villalpando, Lund y Sturm, que le deben parte de su notoriedad.

1741: John Wood

Algo posterior es la propuesta del arquitecto inglés John WOOD (1704-1754), masón y
misticista, que tanto hizo desde la ciudad-balneario de Bath por la propagación del
neopaladianismo en Inglaterra. En su obra «The Origin of Building» defiende el origen
hebreo, a través de Grecia y Egipto, de la arquitectura pagana romana. Esta discutible
tesis es una manifestación tardía de la vieja idea de Villalpando de eliminar de la
arquitectura clásica toda asociación pagana a fin de justificar su uso en el cristianismo.
Con una potente concepción geométrica, casi podríamos decir que racionalista, vuelve a
la disposición rectangular con dos atrios, pero sin la presencia de los atrios interiores
cruciformes de las cocinas, reminiscencia de los grabados de Vatable. La inscripción del
Santuario dentro de sucesivos niveles de muros es clásica de las representaciones judías.

1750: Christopher Wren

El gran arquitecto británico Christopher WREN (East Knoyle, Wiltshire 1632 - Londres
1723) es más conocido por ser el arquitecto de la reconstrucción de la catedral de San
Pablo en Londres, el hospital de Greenwich o el palacio de Kensington, pero también
tuvo relación con el salomonismo. Algunos de los tratados de arquitectura de Wren,
incluidos por su hijo Christopher en el Parentalia, se refieren a edificios antiguos,
aunque muestran escaso interés por las armonías Pitagóricas o los sagrados principios
que Dios empleó como arquitecto. Wren se interesó por el Templo de Salomón, pero no
creía que su calidad estuviera causada por su inspiración divina. Muestra su admiración
por el elegante orden corintio de Villalpando, al que define como una "fine romantick
Piece". Rechaza la asociación de Vitruvio de los órdenes con las proporciones humanas,
sino que cree que tiene más que ver con los árboles que con los hombres.
- Christopher Wren, Parentalia: or, Memoirs of the Family of the Wrens, p. 360,
Londres, 1750. La parte de Sir Christopher se editó aparte en 1903 y en facsímil en
1965: Life and works of Sir Christopher Wren from the Parentalia or Memoirs by his
son.

1767: Hilario Santos Alonso y Manuel Josef Martín

Aunque no hace ninguna alusión al monasterio del Escorial, es muy interesante esta
obra, ya que no abundan precisamente los tratados salomónicos en la España de la
ilustración borbónica. En esta época, el edificio de Felipe II se trataba desde el punto de
vista arquitectónico, despojándolo de toda tradición simbólica o dinástica. Se inscribía
así en una discusión más amplia sobre el clasicismo arquitectónico europeo de los siglos
XVI y XVII. Estos dos escritores, inscritos en la moda de imitaciones del Quijote y su
constumbrismo, escriben en una prosa popular, breve y asequible.
- Historia verdadera y sagrada del Rey Salomón, y fábrica del gran Templo de
Jerusalén. Sacada de la Sagrada Escritura, según Calmet, Villalpando y otros insignes
expositores, su autor Don Hilario Santos Alonso, en Madrid, en la imprenta de D.
Manuel Martín, 24 pp. (ed. 1771 Valencia, 1772 Murcia); ed. de Madrid, 1778, por
Manuel Josef Martín.

Apéndice: la Masonería

Durante la segunda mitad del siglo y todo el siguiente, sólo la masonería parece
interesarse por el Templo. De hecho, muchos de los últimos reconstructores que
acabamos de ver y la mayoría de los del siguiente capítulo eran masones. La intención
filológica y científica de Arias Montano y Villalpando se transforma en una lectura
espiritual y esotérica del Templo a partir del siglo XVIII. Todo se lee con símbolos y se
lee lo que se quiere leer. Se descubren ingeniosos trazados reguladores que
«demuestran» intenciones esotéricas en cualquier edificio medieval. Se inventan
también magníficas leyendas, como la que magnifica el papel del arquitecto Hiram en la
construcción del Templo de Salomón, según conviene a la tradición constructora de la
masonería. Se construye una tradición iconográfica propia basada en las columnas
Jakim y Boaz y la disposición tripartita del Santuario. Pero, sobre todo, se transforma a
Salomón en el mayor mago de todos los tiempos.
EL SIGLO XIX Y LOS INCIOS DEL XX: EL MARQUÉS DE VOGÜE Y
PERROT-CHIPIEZ

En este siglo las reconstrucciones del Templo se dividen claramente en dos corrientes.
Mientras algunos historiadores participan de los ideales románticos y viajeros de la
época, dibujando hermosos templos que marcaran el cénit de las reconstrucciones desde
Villalpando, los masones toman como símbolo el Templo de Salomón, al
autoproclamarse continuadores de los templarios. Considerando al rey Salomón y a su
arquitecto Hiram Abiff los iniciadores de su larga tradición esotérica, era lógico que el
Templo de Salomón y, sobre todo, sus dos columnas -Hakim y Boaz- fueran objeto de
nuevos intentos de reconstrucción.

1853: el Marqués de Vogüe

Ya en el siglo XIX, el arqueólogo y académico C. J. Melchior (París, 1829 - 1916),


marqués de VOGÜE y embajador de Francia en Palestina, se dió a conocer por una serie
de artículos publicados en su juventud titulados «Mélanges d'architecture orientale»
(1853-54) realizados tras un viaje a Tierra Santa. En su libro «Le Temple de Jérusalem»
propone una versión con intención realista arqueológica del Templo de Herodes, que no
niega un cierto regusto romano, justificado por su construcción en el siglo I a.C.,
durante la colonización romana de Israel. Sus medidas son de 350x225 codos, ya que a
las medidas de los textos usados añade las de las paredes, y al ancho general de 135
codos añade los muros y dos veces los 40 de los patios de las cocinas, que con ello
pierden su aspecto cruciforme.

Con una gran erudición y contínuas citas de los originales de Josefo en griego y el
Middot en hebreo, así como en árabe para las fuentes del Domo, propone un original
alzado trapezoidal con fuertes aires egipcios para el Templo de Salomón. La única
decoración que se permite son unas Jakim y Boaz propias de las modas arqueológicas,
que en su propuesta sujetan el dintel de la pared del vestíbulo, frente a otros que las
prefieren exentas delante del Templo. Especialmente originales son las secciones,
organizadas en base a trazados reguladores con líneas paralelas, basadas en la
proporción del Sancta (30x40 codos) y del alzado (75x100 codos), es decir, la cuarta o
diatesaron (3:4). Merecen ser destacadas las escaleras de acceso desde las puertas
exteriores, ya que tienen una disposición semejante a las que acceden a la terraza
superior de los frailes en El Escorial.

1861: Eliphas Lévi

Se trata de un seudónimo con el que se conoció al famoso escritor masón Alphonse-


Louis Constant (París 1810 - 1875). Tiene una fuerte intención realista basada en la
moda de los descubrimientos arqueológicos, con un evidente orientalismo ecléctico. El
sueño romántico de los ilustrados alemanes y franceses inventó un Templo de Jerusalén
al gusto de la novela gótica tan de moda en su tiempo. Los masones pretendían poseer el
candelero y las columnas de la entrada al Templo, Jakim y Boaz, por lo que llegaron a
ocupar un lugar fundamental dentro de la simbología e iconografía masónica.

1887: Perrot y Chipiez

Así llegamos a la quasi perfección de la más que es, junto con la de Villalpando, la más
bella reconstrucción llevada a cabo hasta la fecha del Templo de Ezequiel, la del
estudiante francés de arquitectura André PERROT (1882-1912) y el arquitecto,
académico y embajador de Francia en Palestina Charles CHIPIEZ (Ródano, 1835-

1920), un magnífico tratado de arqueología de


lo imaginario que halaga con elementos orientales los gustos del eclecticismo imperante
a finales de siglo. Las fuentes principales son los alemanes Smend y Stade. Los
grabados no están exentos de cierta exagerada grandiosidad, por otra parte necesaria
dada las medidas del Libro del Profeta. Posteriormente, la parte dedicada al Templo se
editó por separado: «Le Temple de Jérusalem et la Maison deu Bois-Liban, restitués
d'aprés Ezéchiel et le livre des Rois...» (Paris, Hachette, 1889).

1896: Schick

Desmesurado barroquismo oriental el que propone el Dr. C. SCHICK en Die Stiftshütte,


reeditado por Mr. E. Meyers en Jerusalén (The Story of the Tabernacle and the Temples
of Jerusalem, L. J. S. Press). Las maquetas y dibujos parecen excesivamente recargadas,
con más fantasía que imaginación. Merece destacarse la propuesta, por otra parte muy
dudosa debido a los mínimos datos que nos han llegado, del Templo de Adriano. Para
Schick, guarda una fuerte semejanza con el primitivo Santo Sepulcro, con planta
centralizada con cúpula de fuerte sabor bizantino, que anticipa las formas del Domo de
la Roca.

1903: Saint-Yves D'Alveydre

Dentro de la importante corriente masónica-teosófica-esotérica de las reconstrucciones


del Templo de finales del siglo pasado, resulta curioso estudiar una idea ya adelantada
tres siglos antes por Villalpando. Saint-Yves D'ALVEYDRE, según sus notas
compiladas y completadas por acólitos de su círculo teosófico en 1911, enumera
rigurosamente las medidas y versículos de la arquitectura bíblica del Arca, el
Tabernáculo y los Templos de Salomón y Ezequiel, que él identifica. Ello le lleva a
proponer el Archéomètre, un método de composición válido tanto para la arquitectura
como para la música basado en la antiguos conceptos platónicos de la Armonía
Universal: "Estos pasajes prueban con sobrada abundacia la importancia capital que
Dios daba a todos estos números, para la construcción de sus Templos, los cuales
números eran, sin dudarlo, otras tantas Palabras musicales y constituían, en su conjunto,
una armonía perfecta".

LOS ESTUDIOS CONTEMPORÁNEOS

En general, pocas aportaciones a la reconstrucción del Templo nos han ofrecido


nuestros contemporáneos. Algunas reinterpretaciones de modelos clásicos -sobre todo la
de Perrot-Chipiez-, y curiosas aportaciones basadas en los últimos descubrimientos
arquológicos. También destacan recopilaciones como las de Helen Rosenau.

1925 HELMLE y CORBETT: en Pencil Points

Estos arquitectos, al más espectacular estilo neoclásico, representaron la Ciudadela y el


Templo de Salomón, en un aparatoso ejercicio de desbordada imaginación. El modo de
composición deja ver modos ya pasados de moda para 1925, más propios del siglo
pasado, a la vez que intenta mostrar una cierta intención arqueológica al dibujar, por
ejemplo, las pequeñas cámaras de alrededor del Santuario. Al ser la reconstrucción de la
Ciudadela, se permite usar fuentes más libres (el Libro de Reyes apenas habla de
medidas, sólo de disposiciones), frente a la disposición más recta y modular de la
descripción de Ezequiel o Josefo.

1926 H. GRESSMAN: Altorientalische Texte und Bilder zum Alten Testament

Separa el Santuario de Salomón de los elementos extraños de Herodes y Ezequiel que


tradicionalmente completaban la escasa descripción bíblica. La fantasía se concentra en
imaginar la imagen que tendría el edificio a la luz de templos similares de esa época que
construyeron otros pueblos por la misma zona.

1933 Carl WATZINGER: Denkmäler Palästinas. Eine einführung in die


archäologie des Heiligen Landes, 2 vols., Leipzig, 1933-35

Estudio sobre los monumentos palestinos desde el punto de vista arqueológico.


La reconstrucción del Templo de Salomón es muy ortodoxa: simple y
rectangular. La de Herodes se reduce al santuario, en forma de «T» invertida,
con dos alturas y fachada de clara influencia romana, con cuatro columnas
corintias sujetando un atrio triangular con una cornisa encima que lo inscribe en
un cuadrado. Un águila imperial romana corona la entrada.

1954 L. Hugues VINCENT: «Le Temple Herodien d'apres la Misnah», en Revue


Biblique, nº 71, 1954, pp. 5-35 y 398-418.

El investigador francés propone una densa construcción que, según Busink, representa
un retroceso hacia una visión decimonónica del Templo de Herodes. Claramente basada
en las propuestas de Vogüe, simplifica la disposición de patios perimetrales, lo que le
lleva a sustituir los patios cruciformes de las cocinas por una galería para las mujeres, a
la usanza de las antiguas sinagogas judías. En 1956 y 1962 republicó su propuesta
dentro de Jerusalem dans l'Ancien Testament (vol. II y III, J. Gabalda, París) y The
interpreter's Dictionary of the Bible.

1955 G. Ernest WRIGHT y William Foxwell F. ALBRIGHT: «The Stevens'


Reconstruction of the Solomonic Temple», en Biblical Archaeologist, nº 18, 2, 1955,
pp. 4-44.

Representación ortodoxa del Templo de Salomón, con un cuerpo central rectangular


rodeado de dos más bajos sobre una plataforma. Decoración sencilla, con ventanas
pequeñas horadadas en el muro y dos grandes columnas de estilo oriental flanqueando
la entrada. Cornisa plana típica oriental con decoración triangular compuesta con
ladrillo.

1956

Especial notoriedad iconográfica, sobre todo en las guías contemporáneas, ha tenido la


maqueta de la Jerusalén de los tiempos de Cristo que puede contemplarse en los jardines
del Holyland Hotel, al sudoeste del Jerusalén moderno. Se basó en las propuestas del
eminente historiador y arqueológo Dr. Michael AVI-YONAH, director del Museo de
Israel, y fue construida por los arquitectos E. Schaeffler y Rolf Bront Zen gracias a la
financiación del propietario de dicho Hotel.
El estilo, en el que la influencia que pudo tener la ocupación romana no intenta
ocultarse, se aleja de otras propuestas orientalistas que piensan más en el templo que
Salomón construyó en el mismo lugar seis siglos antes. La influencia sobre otras
maquetas, como la de la ilustración adjunta, sita en un convento de la Vía Dolorosa en
Jerusalén, ha sido muy fuerte.

1965 Robert LAFONT: Histoire de Jérusalem, Ed. R. Lafont, Paris,

Incluye una curiosa vuelta atrás a la época de Arias Montano, ya que el Patio de las
Mujeres prácticamente desaparece, quedando un edificio ligeramente disimétrico con
tendencia al cuadrado.

1970 Th. A. BUSINK: Der Tempel von Jerusalem, von Salomo bis Herodes, 2 vols.,
Nederlands Inst., Leiden, 1970-80.

Magna y exahustiva compilación de otras propuestas y aportación de una propia,


semejante a la de Wright de 1955. En la sección, el Sancta Sanctorum aparece como un
cubo sin ventanas dentro de la nave, de mayor altura. Jakim y Boaz están coronadas por
capiteles esféricos. Hay abundantes influencias egipcias en la decoración e, incluso, en
los mismos querubines que flanquean el arca.

1971 Encyclopaedia Judaica, Keter, Jerusalem, 1971 (con la intervención del Pr.
Avi-Yonah).

Reproduce el Templo de Herodes rectangular del Atlas de Israel de medidas generales


178x278 codos, con los cuatro patios cruciformes de las cocinas cuadrados de 40 codos.
Existe una edición resumida en castellano: Jerusalén. Libro de bolsillo, trad. de A.
COMEY, Keter, Jerusalem, 1980. Joan COMAY reprodujo también esta propuesta,
ligeramente simplificada, en The Temple of Jerusalem (Holt, Rinehart and Winston,
New York, 1975).

Insistió siempre en la posición de los cuatro patios de las cocinas porque, tal vez, sea la
principal coincidencia con el esquema arquitectónico de El Escorial. Sin embargo, no
todas las reconstruciones lo incluyen, o no en posición cruciforme. Desde que Vogué lo
propuso, muchos le siguieron dejando el patio de las mujeres exento. Las fuentes más
antiguas los sitúan de forma simétrica en las esquinas de un patio mayor cuadrado,
como en la presente ilustración.

1977 Kurt GALLING: Biblisches Reallexikon, J.C.B. Mohr, Tübingen, 1977.

Diccionario bíblico, en el que en la voz «Tempel» se simplifican las propuestas de


Galling, Möhlenbrinck y Schult para los santuarios de Salomón, Ezequiel y Herodes,
aunque en el caso del primero pone en duda las propuestas de estos autores.

1978 John WILKINSON: Jerusalem as Jesus knew it. Archeology as evidence,


Thames and Hudson, London, ed. 1988. Existe tradución castellana de Eulalia
Carreter: La Jerusalén que Jesús conoció: la arqueología como prueba, Barcelona,
Destino, 1990.

Reconstrucción ortodoxa del Templo de Herodes, semejante a la de la Encyclopaedia


Judaica y, por tanto, perteneciente a las que tienen un esquema coincidente con el de El
Escorial.
Sus medidas generales son de 340x140 codos, con patios cruciformes de 40codos.
Reproduce la fachada de Watzinger.

1979 Helen ROSENAU: Vision of the Temple. The image of the Temple of
Jerusalem in Judaism and Christianity, Oresko Books, London, 1979.

Posiblemente la más completa recopilación de reconstrucciones del Templo de


Jerusalén. Se trata de un estudio que abarca la imagen del Templo de Jerusalén desde las
monedas de Bar Kochba (132-135 d.C.) hasta la arquitectura contemporánea religiosa,
con cerca de 160 reproducciones del Templo. A este estupendo tratado deben remitirse
los que quieran ampliar la información de estas páginas.

1980 Rabbi Moshe EISEMANN: «Yechezkel: The book of Ezekiel. A New


translation with a Commentary Anthologized from Talmudic, Midrashic and
Rabbinic Sources», Mesorah Publ. Brooklyn, N.Y., 1980.

Entre los estudios hebreos modernos, el de este rabino acerca de los comentarios de
Rashi sobre Ezequiel destaca por su originalidad y aportación de nuevas soluciones a la
conciliación de los tres templos, El templo tendría según esta versión 312 x 317 codos
en lugar de los 500 x 500 normalmente aceptados. Tal discrepancia es consecuencia de
haber supuesto que las cámaras adyacentes a las puertas se hallaban a lo largo de los
muros [lám. 58]. Así, el cuadro «mengua» en cuatro veces 50 codos, la profundidad de
las puertas, es decir 200 codos. Los 12 y 17 codos adicionales se deben al grosor de los
muros del atrio interior. Estas «artimañas» lo significan como un intento de identificar
el Templo de Ezequiel y el de Herodes.

1988 Stanley TIGERMAN: The arquitecture of Exile, Rizzoli, Nueva York, 1988.

Obra de recopilación en la línea de Rossenau, con alguna aportación importante e


interesantes aportaciones de propuestas de estudianes. Entre las propuestas modernas
que recoge destacan una de las más claras propuestas con patio cruciforme que data de
1937 (p. 104, Tiferal Israel, según la Misnah Middot de Maimónides), las de Yigael
YADIN (The Temple Scroll: the Hidden Law of the Dead Sea Sect, 1985).

1996 Leen RITMEYER: The Temple and the Rock, Ritmeyer Archaeological
Design, Harrogate, England, 1996.

Importante aportación arqueológica, basada en su tesis doctoral, «The Architectural


Development of the Temple Mount in Jerusalem», patrocinada por la Fundación
Rothschild y leida en 1992. Otras publicaciones de este autor han sido «The Ark of the
Covenant, where it stood in Solomon's Temple» (Biblical Archaelogy Review, Ene/Feb,
1996) y «Locating the original Temple Mount» (B.A.R., Mar/Abr, 1996. La tesis básica
sitúa el templo de Salomón en un cuadrado de 500 codos de 52'5 cm apoyado en un
punto de inflexión del actual muro oriental del monte Moriah con el Templo situado en
su esquina Noroeste, tal como describe la Misnah. La propuesta más controvertida,
espléndidamente argumentada, es la de la situación del Sancta Sanctorum sobre la roca
de la Mezquita de la Roca. Josefo cuenta que Herodes amplió la explanada,
probablemente hacia el Norte y el Sur, por lo que todo encaja a la perfección. Para la
orientación, propone un pequeño giro de la traza actual, de manera que el templo se
apoye en las marcas de la roca y quede orientado hacia el punto más alto del Monte de
los Olivos.

1997 Alec GARRARD: The splendour of the Temple, Moat Farm Publications,
Fressingfield, Eye, Suffolk, 1997.

Este libro reproduce con profusión imágenes de la maqueta que el autor ha realizado por
pura fascinación de maquetista basándose en Josefo, la Misnah, el Carta's Atlas on
Jerusalem de Dan Bahat (1983), el Ready to rebuild de Tomas Ice and Randall Price,
Bellow the Temple Mount in Jerusalem, de Shimon Gibson y David M. Jacobson, la
obra de Ritmeyer y otras fuentes.

Garrard comenzó su maqueta en 1980 sobre un tablero de 20x12 pies con auténticas
«piedras» y casi 4.000 pequeñas figuras de personas pintadas a mano, con vestidos de la
época. Existe también un doble vídeo realizado con el profesor de Biblia Rev.
Christopher Hill, que resumen ocho seminarios en cuatro horas de imágenes.

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