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Antiguo Alumno: PAD 1999 Esteban Pino
Entrevista a Esteban Pino | sobreviviente de la Guerra de las Malvinas
Quien dispone de un “para qué
vivir” soporta casi cualquier “cómo”
Esteban Pino. Programa de Alta Dirección,
esteban.pino@on-consultores.com
IEEM, Universidad de Montevideo; Executive Pro-
gram, Columbia University, New York; Programa
Intensivo de Programación Neuro Lingüística
(PNL),Universidad de Santa Cruz, California,
Estados Unidos; Licenciado en Administración
de Empresas, Universidad Católica Argentina;
Director General Supermercados TA - TA para
Uruguay y Ecuador (1998 - 2003); Consultor
asociado On Consultores.
18 Revista de Antiguos Alumnos del IEEM
¿Qué significó vivir con miedo, lejos de casa,
sin saber qué pasaría?
La Guerra de Malvinas duró 74 días. Del 2 de abril
al 14 de junio de 1982. Desde la recuperación de
las islas por parte de los argentinos, el 2 de abril,
hasta el 30 de ese mes fue una etapa donde nos
fuimos aclimatando, preparándonos. Cada día que
pasaba me preguntaba ¿qué estoy haciendo acá
tan lejos de casa, de los míos, de mis cosas? ¿Por
qué me esta pasando esto a mí? En ese momento
no tenía miedo, sino bronca. Bronca porque estaba
perdiendo parte de mi vida, pero lo peor era que
no sabía por cuánto tiempo iba a estar allí. El 1º
de mayo me encontré en una situación difícil de
explicar. Estaba de guardia cerca de las 5 de la
mañana y de repente delante de mí, se desarrolla-
ba una película de guerra real: aviones, disparos,
bombas, fuego, gritos. Desde ese día hasta el final
de la guerra fuimos alternando los sentimientos
de miedo, hambre y frío. A partir de ese día la
comida empezó a escasear, el clima se puso más
crudo –llueve más de la mitad de los días del año
y hay un viento frío y permanente– y casi todos los
días recibíamos bombazos desde los barcos o los
aviones. Mucho miedo al principio porque no sabes
dónde va a caer la bomba, hasta que aprendés a
escuchar el zumbido y sabés dónde va a caer. Des-
de el desembarco inglés en las islas, la película se
agrava más aún. Empiezan los combates terrestres,
sumándose la artillería aeronaval. Si bien seguíamos
sufriendo hambre y frío, la “escala” cambia y es
el miedo el que prevalece sobre los otros por una
gran diferencia. ¡El miedo se siente en el cuerpo!
Esos últimos días ya no importaba tanto el frío o el
hambre sino sobrevivir. Los sentimientos que sentía
eran una mezcla de impotencia, bronca, desilusión,
y al mismo tiempo de alegría y esperanza de volver
a casa. Pero, el peor de todos era la incertidumbre.
No tener la menor idea de cuánto tiempo íbamos
a estar allá, ni de lo que podría pasar.
Usted no tiene el perfil del soldado que fue a
Malvinas; la idea que tenemos los que no fuimos
es que las tropas estaban compuestas de jóve-
nes, del interior del país y de nivel socioeconó-
mico bajo. ¿Cómo fue que llegó a las islas?
Hubo una serie de circunstancias que me llevaron a
estar en las islas. La primera de ellas es que al cum-
plir los 16 años en Argentina teníamos que sacar el
Documento Nacional de Identidad. Con el número
de ese documento se
“ El peor de todos era
iba a un sorteo donde
se decidía quiénes ha-
la incertidumbre. No cían el servicio militar
tener la menor idea obligatorio y quiénes
de cuánto tiempo no. Un poco más de la
íbamos a estar allá, mitad de los argentinos
“
ni de lo que podría de 18 años lo hacían.
pasar Ese día fui a sacar el
documento con cuatro
amigos. Sólo yo hice el servicio militar. Yo podría
haber estado en la fila delante de José o atrás de
César, y en vez de 14.886.417 me podría haber
tocado cualquier otro número cercano. La segunda,
una vez que estaba en el cuartel esperando para ser
trasladado hacia algún destino incierto para cumplir
con el servicio militar, un suboficial ordenó que el
que quisiera hacer cola para comprar un sándwich
y un refresco lo hiciera “allá”. Yo fui de los que me
puse en esa cola. Si me hubiera quedado en la otra
fila mi destino hubiera sido otro. Y por último, un
año después de haber “cumplido con la patria”, fui
convocado nuevamente ya que la Argentina había
recuperado las islas Malvinas. Al llegar al cuartel,
la compañía de la que yo formaba parte estaba
completa. Pero había un soldado que lloraba des-
consoladamente junto con su madre, y no sé por
qué razón algo pasó por mi mente y me ofrecí a
cambiar el lugar por aquel chico. En realidad, en
ese momento pensé que lo peor iba a ser quedar
acuartelado en Buenos Aires. Veinticuatro horas más
tarde estaba bajando del avión en las islas Malvinas.
Muchas veces estando allá me pregunte por qué
le había cambiado el lugar a aquel soldado. Lo pri-
mero que siguió después fue la negación, ¡esto no
me puede estar pasando a mí!; después el miedo
(acompañado por el hambre, el frío y la soledad); a
partir de ahí depende de la actitud que tomemos.
Podemos “victimizarnos” o podemos elegir la “vía de
la esperanza”, de trabajar positivamente dentro de
lo que está a nuestro alcance para salir adelante.
¿Qué le daba esperanza en ese momento?,
¿por qué usted pudo salir adelante y otros no?
Nos referimos al drama del suicidio de tantos
soldados una vez que regresaron, así como
todas las historias que se conocen de otros que
no han logrado encaminar su vida después de
Malvinas.
Creo que las cosas que me ayudaron a afrontar ese
momento –y los mo-
mentos posteriores–
fueron una mezcla
“ Podemos “victimi-
zarnos” o podemos
de valores, familia,
elegir la “vía de la
educación, amigos,
deportes, cultura,
esperanza”, de tra-
creencias, etc. No bajar positivamente
sé la cantidad ideal dentro de lo que está “
de cada condimen- a nuestro alcance
to, pero seguro que para salir adelante
como mínimo son
esos. Tampoco te das cuenta enseguida de cuáles
son las cosas que te hacen comportarte de una u
otra manera. Por eso creo que tardé casi 25 años
para empezar a hablar del tema Malvinas. Creo que
me tomé todo este tiempo (inconscientemente) para
poder aclarar y profundizar algunas cosas. Estoy con-
vencido de que una buena familia, la coherencia en
el discurso entre lo que se dice y se hace, el ejemplo
[continúa ]
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de quienes nos rodean: padres, maestros, cultura, motivación, los recuerdos de los seres queridos. Me
hacen a nuestra formación de valores y por lo tanto acuerdo de un ejemplo del que habla Canessa, él
influyen fuertemente en nuestro comportamiento. cuenta que una de las razones más fuertes por las
Influyen en la manera que pensamos, en lo que que quería volver no era por “él mismo” sino por
creemos y sobre todo en cómo “hacemos” lo que su madre. Él quería volver porque no soportaba la
hacemos. Estoy seguro de que la vida es mucho idea de pensar en la tristeza de su madre si él no
mas difícil si uno no cuenta con familia, amigos, regresaba. Y a mí me pasaba algo muy parecido con
cosas o gente por las cuales uno quiere vivir, y vivir mi padres, mis hermanos. Yo sufría más por cómo
plenamente, con alegría, disfrutando. Muchos años estarían ellos que por lo que yo estaba viviendo.
después de la guerra leí a Víctor Frankl. Él explica Como dice Nietzsche, “quien dispone de un para
muy claramente cómo cuando estaba en un campo qué vivir soporta casi cualquier cómo”.
de concentración, sufriendo hambre, humillado,
conviviendo con la incertidumbre, viendo como ¿Qué rol tiene un jefe en situaciones compli-
moría la gente, encontrándose que no tenía hijos cadas? ¿Importa su actitud? ¿Qué rol cumplen
“
que lo sobrevivieran, los equipos o los compañeros?
No da lo mismo tener al entrar al campo de Además del frío, del hambre y del miedo había
un jefe que otro. No concentración recibe otras necesidades de tipo psicológicas, que es muy
lo que le pareció un importante “llenar” para poder seguir adelante. La
es una diferencia
golpe fatal. En ese necesidad del sentido de pertenencia y sentido de
menor el ser liderado momento, le confis- grupo. De formar parte de un grupo. La necesidad
por alguien a quien can la obra de su vida:
“ de que alguien te quiera y la necesidad de querer
respetamos y en el manuscrito pronto a alguien. De compartir, compartir desde comida
quien creemos para publicar con los hasta estados de ánimo, sentimientos. De saber que
resultados de toda su alguien es capaz de dar la vida por vos. De saber que
carrera como psiquiatra. Sin embargo, esto se con- vos sos importante para alguien en esa situación. Lo
virtió en un instrumento fundamental para luchar en importante que es poder sentir el hecho de tener y
Auschwitz. Esto quizá fue lo que le posibilitó encarar compartir un lugar en el mundo, tu lugar en el mun-
la situación en una forma diferente a mucho de los do, aunque solo sea una carpa o una trinchera. Pero
otros presos. Él quería vivir, quería salir de allí, tenía que es propio. Que es el lugar al que vuelvo cada
la esperanza de trascender, y se dispuso a escribir noche. El lugar que me da seguridad. Otro tema
nuevamente su libro sobre la búsqueda del sentido de vital importancia es la necesidad de creer en el
de la vida –lo que luego se conocería como la Lo- superior. No da lo mismo tener un jefe que otro. No
goterapia–. Eso lo mantenía vivo, no se entregaba, es una diferencia menor el ser liderado por alguien a
tenía ese algo, esa razón por la qué vivir. Frankl quien respetamos y en quien creemos. Alguien que
dice que encontramos el sentido a la vida cuando predica con el ejemplo, que es justo. En situaciones
tenemos a alguien (amor) o algo (trabajo, tarea, como esa –y en muchas otras– la disciplina es un
trascender) por qué vivir. Cuando tenía 12 años leí factor importante, las normas deben ser aceptadas
en una noche el libro Viven. Algunos años más tarde y acatadas. No debe existir la duda. Pero si el jefe
los relatos y experiencias de los sobrevivientes me sir- que está impartiendo la orden de atacar no está
vieron mucho. Muchas de las cosas que ellos habían con nosotros, si no nos dio muestras de valor, si no
vivido (aunque en una escala diferente) me estaban nos dio razones suficientes para salir al combate, si
sucediendo a mí en ese momento. Hambre, frío, no nos motivó para ese momento, es muy difícil ir
incertidumbre, muerte. Pero también había de las al frente sin cuestionarnos una cantidad de cosas.
otras vivencias, de las positivas, de las que hacen que Me acuerdo del KITA de Herzberg (kick in the ass)
la vida se haga más fácil, como el humor, la amistad, Un jefe puede “mover” a su gente de dos mane-
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ras. O bien, motivando, liderando con el ejemplo,
o mediante el uso de su autoridad “pateando el
trasero” de sus subordinados. De liderazgo hubo
poco desde el principio, y el respeto a la autoridad
–más bien miedo a la autoridad– se fue perdiendo
a medida que avanzaban los días. Las consecuen-
cias de esto son que los que deberían creer en su
jefe no lo hacen, tampoco son motivados por él ni
le tienen miedo. En una guerra el jefe debe saber
que puede confiar en la respuesta de su gente, ya
sea por ser líder o por la imposición de la autoridad.
Necesitamos creer en nuestro jefe, necesitamos
poder confiar para poder superar el propio miedo.
Esa necesidad de creer es tan fuerte que a veces
escuchamos y creemos lo que queremos creer (aun
sabiendo que estamos equivocados). Aun viviendo
bajo las mismas circunstancias hubo grandes dife-
rencias en cómo vivimos, quienes estuvimos bajo el
mando de un jefe considerado líder, que el de un
jefe que estaba allí por una cuestión de imposición
de autoridad. La autoridad se gana con el ejemplo
y no con la imposición.
¿Cómo considera que hay que prepararse para
situaciones difíciles?, ¿se puede hacer algo para
estar listo?
Lo primero es aceptar que la vida no es justa.
Para verificarlo no habría más que preguntarle
qué opina a alguien que en vez de haber nacido
en Pocitos, dentro de una familia de clase media,
haya nacido en el Borro. No existe tal cosa como
las compensaciones. Las circunstancias se nos
presentan a lo largo de la vida y está en nosotros
elegir el camino a seguir. Esa sí es nuestra respon-
sabilidad. Creo que no hay como vivir las cosas
para poder hablar de ellas, poder vivenciarlas
para poder aprender de ellas. Definitivamente
creo en lo “vivencial” y eso es lo que hoy intento
demostrar desde la consultaría, desde mi ámbito
profesional. Pero también creo que no hay por
qué tener que pasar por la tragedia de Los Andes,
o haber vivido una experiencia como Malvinas
para estar preparado para una crisis. Todas las
crisis son diferentes, nos tocan en momentos
diferentes, las afrontamos de manera diferente,
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y lo que tienen todas ellas en común es que nadie
las elige. Nadie opta por pasar la experiencia de
vivir con una de las enfermedades llamadas incu-
rables, o por sufrir la muerte de un ser querido, o
por perder el trabajo, o de la noche a la mañana
sufrir alguna discapacidad, etc.
Entonces, creo que uno “debe” estar preparado
para afrontar alguna crisis. En el momento menos
pensado algo puede suceder que nos sacuda la vida.
Y es ahí, en ese tipo de situaciones, donde se ve la
diferencia de actitud, la forma de salir adelante.
Nosotros no elegimos las circunstancias pero pode-
mos elegir cómo comportarnos ante ellas. Podemos
elegir preguntarnos por qué me está pasando esto
a mí, una y mil veces, o simplemente aceptar la
situación como es y buscar alternativas para salir o
para minimizar el daño. Dicen que lo que no te mata
te hace más fuerte.
Vivir de acuerdo a nuestros valores es importante,
pero ¿sabemos cuáles son nuestros valores? ¿Vivi-
mos de acuerdo a lo que pensamos? ¿Me pregunto
cada tanto qué quiero lograr? ¿Por qué lo quiero?
¿Para quién lo quiero? ¿De qué manera lo voy a
“Nosotros
lograr?
no elegimos
También dicen –y es- las circunstancias
toy completamente pero podemos elegir
de acuerdo– que el
cómo comportarnos
“
ser humano se adapta
a todo tipo de cir-
ante ellas
cunstancias. ¿Cuán-
tas veces nos sorprendemos de los logros de la
humanidad? ¿Cuántas veces nos sorprendemos de
las situaciones que superan diferentes personas?
¿Cuántas veces nos sorprendimos a nosotros mismos
viéndonos en una situación sin salida y de repente
algo sucede que nos hace cambiar el enfoque y
encontrar una salida?
De las experiencias se aprende y mucho. Pero tam-
bién es importante encontrarle el sentido a las cosas
antes de tener que sufrir una tragedia, preguntarnos
cada tanto hacia dónde estamos yendo, qué tan
[continúa ]
Revista de Antiguos Alumnos del IEEM 21
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cerca o lejos estamos, si vamos por el buen camino,
si lo estamos recorriendo de la manera que que-
remos. Se trata de parar un minuto y reflexionar.
Preguntarnos si estamos corriendo hacia la meta o
en sentido inverso, en vez de seguir corriendo sin
rumbo por el solo hecho de correr.
Pero el aprendizaje es un proceso largo, lleva tiem-
po entender algunas razones. Por eso creo que
me tomó tanto tiempo empezar a hablar sobre mi
experiencia en Malvinas. Y además de hacer mi
catarsis, intentar desde mi experiencia ayudar a
otros en lo que pueda.

Características de las islas

Superficie: 11400 Km² (6% Uruguay, casi igual
a Paysandú)
Longitud: 160 Km.
Población: 2000/2500 personas (kelpers). Tasa de
crecimiento negativa.
Clima: ventoso, con lluvias frecuentes. Nieve. Sensación
térmica -10 Cº
Altura máxima: 700 m.
No hay árboles, el suelo es turba, húmedo.

Consecuencias de la guerra
La cantidad de combatientes enviados fue de poco
más de 10.000 por cada país. El número de heridos
fue de 1.068 del lado argentino y 777 del lado inglés.
Los ingleses fallecidos fueron 258 y los argentinos 640
–360 efectivos murieron en el crucero General Bel-
grano por un torpedo de un submarino inglés, por lo
que en las islas murieron 280–. Se habla de más de
250 suicidios –después de la guerra– del lado argen-
tino y un número similar del lado inglés –estas cifras
son muy cercanas a la de los muertos en combate–.
Otras consecuencias que se presentaron fueron el Sín-
drome de Estrés Postraumático, ansiedad, neurosis,
alucinaciones, entre otras, que también afectaron a
las familias de los soldados.

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