You are on page 1of 16

Documento Institucional

LENGUA CASTELLANA Y EDUCACION


en el Instituto Pablo VI

Dedicamos a la querida memoria de


quienes fueron nuestras colegas profesoras
Susana Desimone y Liliana Molina.

También a la querida memoria del


Profesor Jorge Huberto Correa.

Para todos los que sienten amor por la


maravillosa Lengua que nos legó la Madre Patria.

Presentación

Siempre sucede que del fructífero intercambio de ideas surgen


resoluciones, máxime cuando se trata de “construir” pensando en los
demás.

En este caso preciso de una cuestión lingüística que ahora


comenzamos a tratar, habiendo conversado en repetidas circunstancias
sobre el uso de la Lengua Castellana en cualquier carrera de
formación docente de grado, necesariamente el tema fue orientándose,
quieras que no, hacia el Instituto, en el cual nosotros aportamos nuestros
saberes y experiencias educativas desde lo lingüístico y también desde otras
ciencias: las de las Áreas de la Educación Especial, por ejemplo.

El Instituto de Profesorado Pablo VI, con el andar de los años, ha ido


convirtiéndose en Centro de Estudios Superiores Especializados en Educación,
Lenguaje y Educación Especial, de acuerdo con los “FINES” que, en su
momento, se determinaron, los que obran en el P.E.I.

PROPÓSITO Y DESTINATARIOS DE ESTE DOCUMENTO:

Y nosotros, como “especialistas” en lenguaje, queremos hacer una


aportación más, con el ánimo sincero de elevar la calidad de la
educación y de hacer notar qué importante es el tener un conocimiento
cabal de la Lengua Castellana para la calidad de todo proceso educativo.

Lo ideal, para quienes enseñan y aprenden, es el ensamblamiento


exacto de la Lengua Castellana con la educación.
No es fácil concretar esta propuesta, más en los momentos de
arduidad que nos toca vivir, donde la Lengua Castellana se halla un tanto
decaída de las riquezas, poder, altura y estado floreciente que alguna vez
tuvo, por el uso incorrecto que se hace de la misma, pero tampoco parece que
resulte inalcanzable, más si se trata, como en el caso concreto de un
establecimiento de formación de profesores, el que pretende devolverle su
esplendor.

Con ese pensamiento, hemos confeccionado, Señores Profesores y


Alumnos, el presente documento que ahora les ofrecemos, y con el
convencimiento de que el tema sobre el cual versamos tiene que ver con la
“excelencia educativa” que nuestro Instituto viene sosteniendo desde
1992.

Porque el documento, si bien se mira, busca algo superador: que el


accionar educativo del Instituto se impulse hacia niveles muy altos, con la
intención de poner énfasis en aquello en lo cual venimos investigando
desde siempre: el lenguaje.

Con el dominio que adquiramos de él también avanzaremos en la


construcción a diario de la comunidad educativa, con importante grado de
intelectualidad.

REFLEXIONES:

1.- El Instituto Pablo VI, como dijimos, es un Centro Especializado


para estudiar, entre otros temas, todo lo que tenga que ver con el lenguaje
humano, tanto el normal como el patológico.

Nosotros, los autores de este trabajo, miembros del Consejo


Académico del Instituto, reunidos en Consejo, en Asamblea Extraordinaria,
siempre preocupados por la bienandanza institucional, hemos delineado y
redactado este documento.

Como Cuerpo Colegiado nos hemos propuesto avanzar siempre con los
alumnos en el conocimiento cada vez más pleno de la Lengua Nacional,
nuestra lengua materna, la que nos identifica ante el mundo en
nuestros orígenes, con nuestra idiosincracia, y en nuestra cultura
de siempre.

Las connotaciones de la Cultura Argentina son:

greco-latina;

occidental;

cristiana;
catolica e

hispánica.

Sudamericana y

Rioplatense.

2.- Por eso, entre los aspectos evaluables comunes -y


obligatorios- en todas las asignaturas del Diseño Curricular de
nuestro Instituto, el uso correcto de la Lengua Castellana, tanto
en forma oral como escrita, adquiere relevancia y, por lo mismo,
concita el interés de profesores y alumnos,

Ello ha sido expresado en diversos documentos institucionales, por


ejemplo el que se hizo en 1999, coincidentemente con las Bodas de Plata del
Instituto y que se llamó “HUMANICEMOS LA EDUCACION”.

Pero también se abordó el tema en el documento “LOS ESTUDIOS”


del mismo año 1999.

En gracia de la brevedad no hemos de transcribir aquí ningún párrafo


de tales documentos, para que pudieran servirnos para mayor
abundamiento.

Sin embargo, tanto el uno como el otro aún siguen teniendo vigencia
en el Instituto.

No hace falta incurrir en repeticiones fútiles.

Quien desee ahondar este tema, puede hallar los textos en nuestra
Biblioteca.

Sí, en cambio, hace falta dejar asentado un hecho que denota de


manera inconfutable la preocupación del Directorado y de su Consejo
Académico por brindar una esmerada educación profundizando el
conocimiento y el uso de nuestra Lengua.

Se trata de la tenencia del PROYECTO EDUCATIVO


INSTITUCIONAL VIGENTE EN EL TRIENIO 2008/2010.

En él - orgullosamente lo decimos - el tema de la enseñanza de la


Lengua Castellana buscando el “buen decir” adquiere toda la importancia
necesaria y se insiste en que los alumnos sean evaluados, durante el ciclo
lectivo, en su uso correcto.

Nuestros alumnos, como ha quedado dicho en diversas circunstancias,


tienen que alcanzar una formación recia con conocimientos muy
agarrados sobre las especificidades de la carrera y, al mismo tiempo,
deben poseer una gran capacidad -y preparación, por supuesto-,
para convertirse en “EDUCADORES DE LA MARAVILLOSA
PALABRA”.

Y como este tema nos conmueve y nos ocupa, también hemos vuelto a
tratarlo en el PROYECTO INSTITUCIONAL DE EVALUACION, en el
cual ratificamos la necesidad de formar en lo lingüístico.

3.- Cada uno de nuestros alumnos, a su egreso, cuando se halle


provisto de un título oficial y de validez nacional, que lo habilitará para la
función docente con alumnos con necesidades educativas especiales, tanto en
escuelas oficiales como privadas, deberá formar su conciencia en el
sentido de que ha de constituirse en un “artista de la palabra”, en
un “comunicador por excelencia”.

Porque ha de conducir un proceso de educación de personas


que de por sí hallan dificultades comunicacionales, por diversas
razones.

De ahí que su formación intelectual sea exquisita y que incluya sólidos


conocimientos de la Lengua, porque, de lo contrario, se verificará aquello de
que nadie puede dar a los demás lo que no posee para sí.

4.- La falta de experiencias de los niños con capacidades diferentes en


el uso del lenguaje, que se les ha tornado difícil, (por no decir patológico), al
no poder significar ni su lenguaje ni el ajeno, por ejemplo, ha de impelir a
quienes se dedican a su educación a trabajar ese lenguaje desde lo más
simple, para que el niño vaya logrando expresarse gradualmente de la mejor
manera posible, no obstante su discapacidad, de modo que su lenguaje se
asimile cada vez más a la normalidad.

Tarea fatigosa si se quiere, pero necesaria.

Así, nuestro niño podrá inserirse en el seno social provisto de


comunicación, que es uno de sus derechos, para participar en el “hecho
social”.

Esto, así, es inclusivo; lo contrario, sería un modo de excluir al niño


de la sociedad limitando sus posibilidades y entonces habría discriminación.

El proceso educativo debe procurar que el educando se asocie


plenamente a las demás personas para interactuar con ellas en aquellos
lugares donde él desee participar.

Para participar en plenitud debe estar provisto de lenguaje claro,


preciso, eufónico, amplio y transmisor de su pensamiento.

5.- LA LINGÜISTICA es ciencia.


Agreguemos al respecto que es la primera de las ciencias entre las
ciencias semiológicas, esto es entre aquellas que trabajan con signos.

Ferdinand de Saussure, el insigne lingüista, considerado por la


posteridad como el “padre de la Lingüística moderna, solicitaba para la
Lingüística el primer lugar entre aquellas ciencias.

Los hechos nos han dado la razón, pues, si estudiamos


concienzudamente la ciencia lingüística (la gran ciencia del lenguaje), en
su evolución histórica, advertiríamos con satisfacción los significativos
avances que la misma tuvo en el siglo XX, en todas sus expresiones o
manifestaciones, escuelas y tendencias.

Por ello, cuanto mayor sea el conocimiento que tengamos de los


“signos”, sobre todo en la “cuestión semántica” (ciencia de las
significaciones, que ha recibido diversos nombres durante el siglo XX) tanto
mayor serán nuestras posibilidades léxico-expresivas y, por ello, mayor
será nuestra educación y nuestro posicionamiento en la cultura de la Patria.

Cuando hablamos de este tema, viene a nuestra memoria la


recomendación de un insigne lingüista, que el Instituto tuvo a honra haberlo
contado como profesor de Gramática, allá en sus comienzos, en 1974, el Prof.
Manuel Sánchez Márquez, de venerada memoria, quien nos recomendaba:

“enseñemos palabras, muchas palabras. Hagamos ejercicios


de léxico, pero no rebuscado, metafórico o demasiado excelso, ni
siquiera literario, sino de palabras comunes…”

(Cfr. en Lengua, Cultura y Nacionalidad Argentinas, Artes Gráficas


Cadop, Buenos Aires, 1980, página 95).

Brillante consejo para todos los educadores, porque para saber hablar
adecuadamente es necesario conocer el significado exacto de las palabras. Y
también saber cómo ubicarlas convenientemente en un contexto, en una
estructura lingüística.

Y para ampliar nuestro lenguaje, tanto más.

Tan insigne maestro y filólogo recomendaba la “lectura


placentera”.

Con respecto a la Literatura, el Prof. Sánchez Márquez decía:

“La Literatura es un tesoro y con él ampliamos el mundo de


nuestra experiencia. Que con ese tesoro se ahonda en el pasado de
nuestro pueblo y de nuestra cultura”

(Cfr. Op. Cit., pág. 90, “in fine”).


Nosotros agregamos que además se les torna necesario a nuestros
jóvenes estudiantes la lectura de los textos para las diversas asignaturas
científicas que cursan en el establecimiento.

Pero con éstas, si bien aprenden ciertamente muchos conceptos


necesarios, la nomenclatura suele ser meramente técnica-científica.

Con la “lectura placentera”, el lector vuela con su imaginación, amplía


su capacidad de pensar, se mete en las escenas y, de algún modo, participa
activamente en la acción tomando partido por tal o cual personaje. Tiene
luego cómo volver sobre lo que ha leído para elaborar sus pensamientos,
para emitir juicios valorativos, en fin…

Incrementa así su cultura personal, por saber más.

Nos parece muy acertada la siguiente expresión del Prof. Sánchez


Márquez acerca de la Literatura:

“Ella es la conjunción de historia, de geografía, de política, de


sociología, de psicología, de estética, de filosofía e historia de las
ideas, de la teoría del conocimiento, de religión, de mitología, de
arqueología, de ciencia. ¿Qué otra materia puede ofrecer lo
mismo?

(Cfr. Op. Cit., pág. 91).

Podríamos apuntar aquí una lista de palabras que quizás nos


resultaran desconocidas y, sin embargo, están en la Lengua. Es probable que
hayan caído en desuso, pero existen.

Si no que digan los profesores de Literatura qué le sucede al lector de


LA GLORIA DE DON RAMIRO.

Cuánta riqueza hallará en esta obra, maravilla de la cultura literaria


universal, escrita por el argentino Enrique Larreta.

¡Qué hermosura!

¡Qué abundancia de vocablos magníficamente engarsados los unos


con los otros, con musicalidad, y color, y armonía!

¡Qué uso correcto de nuestra lengua!

¡Qué conocimiento profundo de la misma!

Si buscamos ejemplos, tengamos el de Leopoldo Lugones o el de Rubén


Darío o el de tantos autores cercanos a nosotros por la Lengua de Castilla,
tanto argentinos como hispanoamericanos o españoles.
Y qué no decir del inmortal José Hernández, glorioso autor de nuestro
poema nacional, Martín Fierro.

¿Cómo podremos, pues, avanzar en la lectura de cualquier texto si nos


queda el desconocimiento de ciertos vocablos?

Ante ello, la obligación que nos compete como personas educadas y de


cultura que somos es la de acudir en ayuda de nuestra propia preparación.

Ello se da en la búsqueda de significados en el Diccionario.

Cuando mencionamos al “Diccionario”, nos referimos al de la Real


Academia de la Lengua Castellana, únicamente, por ser el que da el valor
exacto de cada término.

En otros diccionarios, por buenos que aparenten ser, los significados


suelen ser copiados del de la Academia o se los aproxima a los significados
que deben tener.

A todas luces es una actitud humilde y señala a quien realiza el


gesto de que hablamos que tal persona se nos presenta como quien siente
aprecio por sí mismo, por su cultura.

¡Quiere tener una prestancia intelectual!

Desea elevarse culturalmente y socialmente también.

Así estamos hablando de la perfección querida por Dios.

El recurso habitual de la consulta del Diccionario de la Real Academia


de la Lengua Castellana nos facilitará el cometido de perfeccionarnos
humanamente a través de la Lengua.

Y cuanto hagamos por mejorar nuestra expresión oral y escrita


también es un modo de buscar el perfeccionamiento, no sólo a nivel docente
sino también a nivel personal.

6.- La lengua es “un sistema de signos de infinitas


posibilidades”, según expresó Ferdinand de Saussure.

El Prof. Sánchez Márquez, al respecto dice:

“Una lengua no es sólo un sistema de signos, al ser código, es


una concepción del mundo, que supone partir de un conjunto de
cosas humanas para entenderse con otros”.

“Es decir, no sólo se entiende uno con otro de su comunidad


por usar únicamente igual significante, sino por toda una manera
de entender la vida”.
(Cfr. Op. Cit., página 32).

El hablante se expresa en “estructuras lingüísticas”, que son el


ensamblamiento acorde de signos que más o menos todos tenemos, en un
orden lógico.

Ello permite la comunicación entre las personas.

“Hablamos el mismo código”, solemos decir cuando se da el


entendimiento entre los personas.

A nuestro juicio, pues, debe concitarse naturalmente en cada estudioso


de cualquier rama del saber la búsqueda (lo más amplia posible) de
conocimientos de nuestra Lengua, sin detenimiento, porque debe haber en
cada persona, máxime en las que ostentan cultura, un crecimiento intelectual
a través de la Lengua.

Nuestra actitud frente a este particular asunto tiene que ser como la
del gambusino (buscador de oro), que, inmerso en el agua de un río, busca
pacientemente por horas y horas las pepitas del hermoso metal para ver si
halla un filón que le permita enriquecerse.

¿No sucede acaso lo mismo con quien ahonda en el conocimiento de la


Lengua?

¿No va enriqueciéndose culturalmente?

¿No se le abren puertas, en las que entra exitosamente, porque sabe?

¿No se siente seguro, sin timidez, actuando con mayor soltura?

Al pensar aquí en el educador, aseveramos nuestro pensamiento en el


sentido de que si el mismo tiene facilidad de palabra y es capaz de emitir
mensajes sin titubeos, bien armados en su estructura comunicacional, con
contenidos interesantes, provistos de eufonía, tenga por seguro que sus
alumnos lo seguirán.

¿A quien no le agrada escuchar de un orador un discurso vibrante de


sonoridad, rico en contenido, con un mensaje esperanzador que todos
necesitamos?

Que el hombre ha nacido para comunicarse es una verdad


para resaltar.

Que el hombre necesita vivir comunicándose… con su Creador y con


sus hermanos, también es verdad.

No nació para estar aislado, sino para vivir en una sociedad


compartiendo su vida con los demás.
Nadie puede valerse por sí mismo, pues todos necesitamos de todos.

Y llegamos a los demás principalmente por el lenguaje.


Cuanto más rico sea éste, más deseamos y podemos
comunicarnos.

Lamentablemente, muchos de los que oran entre nosotros, a través de


los medios, no siempre son personas con la debida preparación para ello.

Algunos periodistas u otros hombres públicos, por ejemplo, no tienen


el don de la palabra exacta.

Y pensar que son “comunicadores sociales”, que han hecho de


la comunicación su habitual ocupación.

Les falta práctica o conocimientos, experiencias, soltura dicción


correcta, entusiasmo.

A muchos les da lo mismo “oste” que “moste” y no se dan cuenta cómo,


desde los medios de comunicación social, tienden al empobrecimiento de
la Lengua que ya está bastante baqueteada.

Y nos surge entonces, como educadores, una pregunta, que es más


bien una interrogación retórica:

¿CÓMO ES EL LENGUAJE DE LOS JÓVENES?

Nosotros trabajamos con jóvenes estudiantes, dentro y fuera de


nuestro Instituto.

Los oímos, compartimos actividades, tenemos ideales comunes,


compartimos proyectos, alentamos esperanza de un mundo mejor.

Y no siempre el lenguaje que usan es como debiera ser.

En general, el lenguaje de los jóvenes es:

Pobre.

Sin brillo.

Opaco, sin proyección y muchas veces con escaso contenido.

Con repeticiones innecesarias, desajustado frente al mensaje que


intentan transmitir.

Escasamente representativo de las sensaciones que experimentan.


Inefable muchas veces… No permite una expresión adecuada, que sea
capaz de llegar en plenitud al interlocutor.

De violencia, en algunos casos, como consecuencia de situaciones muy


difíciles que viven y que no saben cómo canalizar.

Abundante en palabras comunes, habituales, vulgares, sin adjetivos,


con poco conocimiento de los significados a veces.

Sin entonación, cacofónico algunas veces, con pronunciación poco


entendible (cómo cuesta entenderlos cuando hablan por teléfono)..

Sancochado, provisto de repetidas malas palabras hasta el harto


cansancio. Palabras que ya no dicen nada y que, por demasiado usadas,
aunque groseras, ya se han establecido en la sociedad y se dicen en todos
lados, muchas veces como una gracia.

Si caen mal en boca de los varones, cómo no caerán en boca de las


mujeres.

El lenguaje al que aludimos posee muchos tropos (uso de vocablos que,


a fuer de repetidos, han perdido el significado prístino), sin ningún esmero ni
preparación diligente.

Cada uno habla “a lo que te criaste”, como suele decirse


popularmente.

Se trata de un habla que recuerda a un roncido, porque no tiene


fervor, ni entonación, ni humor, ni ganas.

Ese lenguaje recorre la ciudad por doquier. Va a todos los lugares: los
de diversión, los deportísticos, los de encuentros de personas en el lugar que
sea: la plaza, los cines, los bares, los ómnibus y otros vehículos de transporte
público.

Entra y sale del hogar… Entra y sale de la escuela… Entra y sale de


cualquier lado…

Qué pena da el ver a un joven malhablado!

Enseguida pensamos en su falta de educación y de cultura.

Y hasta sucede que se nos produce un malestar, precisamente porque


nosotros tenemos educación y cultura. Porque hemos trabajado para forjar
nuestra propia educación y nuestra propia cultura. Y porque quisiéramos
que en los ámbitos donde nos hallamos la vida sonría. Pensamos que el bien
hablar es un modo de contribuir a que ello se nos dé.
Nos hemos esmerado y sabemos cuánto. Hemos estudiado, hemos ido
construyendo nuestra educación y nuestra cultura. Nos ha costado tanto!

Pero al hacer esta enunciación de defectos del habla de los jóvenes, no


tenemos a nadie en nuestro pensamiento.

Esto que hemos dicho es sólo una denunciación de lo que vemos.

No está en nuestro ánimo ni es nuestra intención humillar a nadie,


sino brindarles posibilidades a todos.

No aludimos a los jóvenes alumnos del Instituto en quienes no


advertimos incorrecciones, sino que más bien notamos un interés por hablar
bien, por expresarse con decoro, inteligentemente.

Notamos en los alumnos del Instituto que actúan con alacridad, esto
es con alegría y presteza en la realización de las cosas.

Estamos todos de acuerdo al afirmar que el Instituto Pablo


VI es como un caleidoscopio de mil brillantes colores. Lo que
queremos significar es que nos resulta grato, placentero. Es para
todos nosotros algo así como un fogaril de buena luz.

Nos asegura una preparación intelectual esmeradísima y


una formación profesional del nivel más alto. También la
esperanza de fecunda continuidad para todos los que han
confiado en él.

7.- Hacer un estudio profundo del lenguaje humano, desde cualquier


enfoque que se lo encare, ello supone que el mismo se hace científicamente,
porque el lenguaje necesariamente requiere un abordaje científico.

Hay dos disciplinas lingüísticas que, para nosotros, en lo que


hacemos, adquieren mayor importancia: LA SINTAXIS Y LA
SEMÁNTICA.

Por supuesto que, en su debido momento, lo dicho no significa que


descartemos otros enfoques, como el de la FONETICA, por ejemplo.

Sabemos que la educación es la puerta de ingreso a la cultura del


pueblo. Si logramos un grado cada vez mayor de educación, tanto mayor
será el grado de cultura que tendremos.

Si el pueblo se educa convenientemente, desde la más tierna edad, y


esa educación prosigue sistemáticamente hasta alcanzar el nivel de los
estudios superiores -ojalá fuera así con todas las personas-, se elevaría
mucho la cultura y así entonces sobresaldría la República Argentina por su
cultura, que es, en definitiva, la riqueza del pueblo.
Nos conocen en muchos lugares del mundo por los deportistas
famosos que tenemos. Lamentablemente no se nos conoce tanto por nuestros
escritores famosos o por las obras literarias que configuran la literatura
nacional.

Que nos falta cultura es una verdad.

Basta con salir a la calle y ver lo que nos desagrada: paredes pintadas
(a veces con leyendas chabacanas), basura en las esquinas, vehículos de
transporte público de personas sin la debida higiene y con los asientos rotos,
abandono en las plazas o paseos públicos… en fin, podríamos seguir
ampliando esta lista con hechos ingratos, los cuales denotan palmariamente
cómo el pueblo se ha abajado en algunos aspectos.

Se habla de cualquier tema, aun de aquellos que nos exigen prudencia,


recato, discresión… a voz en cuello. Y eso no apareja cultura.

Los jóvenes ya no se preocupan por su presentación personal. Se


visten del modo que más les cuadra, sin importarles el aliño. En algunos
casos se nota la falta de aseo también.

Es como que ya no se ve en nuestras sociedades una jerarquización.


No hay demasiado respeto. Y eso es más notorio en los jóvenes. Tutean a
todos, también a los ancianos. Con esa actitud se empobrecen las relaciones
interpersonales y se agrede a la cultura.

Cuando encendemos el televisor o leemos las noticias periodísticas nos


encontramos con situaciones terribles: crímenes, muerte violenta de
servidores del orden, vejámenes, asaltos, secuestros, torturas, violaciones a
los derechos, etc.

En todos estos casos, el lenguaje denota preocupación, amargura,


tristeza, desesperación…

Todo ello por la injusticia que lacera, que quita el sueño y hasta las
ganas de comer o de vivir. La injusticia que, en algunos casos, se torna un
deseo perenne de venganza por propia mano.

El lenguaje se cubre entonces de vocablos que trasuntan dolor y se


empobrece.

La gente vive con miedo, por la falta de seguridad que nos pone a
merced de malhechores.

También aquí nuestro lenguaje se ve afectado. Surgen vocablos que


reflejan esa situación.

En el lenguaje de la gente común del pueblo, aun sin proponérselo, se


incorporan vocablos que provienen del argot (lengua de los malvivientes).
Recibimos noticias espeluznantes, de toda laya, que nos acaparan la
atención.

Frente a los problemas mencionados, comienzan luego los


comentarios en todos los ambientes, pero las soluciones no aparecen… Es
como que no hubiera tampoco intención por parte de quienes debieran dar
respuestas.

Así va surgiendo en el seno de nuestra sociedad la desesperanza.

Los medios de comunicación social exacerban aquellas noticias que


más duelen. No hay miramiento. Parece como que hubiera una especie de
regodeo en el conocimiento de esos asuntos truculentos.

Todo ello es la señal más clara, más contundente de lo que nos pasa a
nivel social.

¿Cómo habrá de ser nuestro lenguaje, pues, si estamos entristecidos?

Frente a los acontecimientos que zahieren, en medio del fárrago en


que vivimos, quienes, por la gracia de Dios, hemos alcanzado el más alto
nivel de la educación: el de los estudios superiores, tenemos que intervenir
poniendo cada uno lo mejor de sí, para que la sociedad mejore, la educación
se humanice, el lenguaje se nos vaya tornando melifluo y en torno de
nosotros, merced a nuestro compromiso y a la entrega que ponemos en las
cosas, el mundo nos signifique un anticipo del cielo.

Que la vida nos valga la pena porque a todos nos va bien.

EPILOGO

Finalmente, nos surge esta pregunta:

¿Qué hemos de hacer como institución educativa formada


por una comunidad culta que se preocupa por la Lengua ancestral?

Es una buena pregunta como para que terminemos esta primera


parte de nuestro actual trabajo, porque estamos en el convencimiento de que
hay mucho por decir…

Pero eso será en una segunda etapa, si Dios así lo quiere.

No hemos de atosigar a nadie.

Nuestro interés por la Lengua Castellana ya está demostrado.

Venimos, al menos desde 1999, tratando de buscar para ella toda la


aluciedad posible.
Sinceramente creemos que algo se va consiguiendo… Lo importante es
no bajar los brazos, seguir bregando en este emprendimiento común.

Cuando se habla de nuestro Instituto se hace con respeto, porque nos


hemos ganado un lugar en la Historia de la Educación de la Argentina, por:

el estilo educativo propio;

la jerarquía profesional de nuestro equipo docente;

el cualificado nivel de los estudios;

la impronta que lucen nuestros egresados con el buen desempeño


profesional docente;

el amor a los niños con necesidades educativas especiales.

Qué bueno será que se diga también que nos hemos distinguido por
nuestra preocupación por cualificar el emprendimiento lingüístico,
que supone una elevación, como ha sido dicho, de la educación que
queremos impartir.

Tenemos nuestra BIBLIOTECA INTERNA ASUNCION DE


NUESTRA SEÑORA, la cual, si bien está provista en mayor cantidad de
textos de Educación Especial, también de Audición y Lenguaje, tiene textos
de Lingüística en general y obras literarias.

Hay en el Instituto un DEPARTAMENTO DE TUTORIAS


trabajando a pleno en el servicio de los alumnos, donde se pone en evidencia
una gran preocupación por el proceso de enseñanza-aprendizaje de cada
uno de ellos, mediante un trabajo elaborado de consuno, sopesado
debidamente, con criterios acordes con el P.E.I. y el perfil que deseamos para
los egresados.

Y también hay un DEPARTAMENTO DE EDUCACION


ESPECIAL, AUDICION Y LENGUAJE. En él somos varios los
profesores que aportamos conocimientos y experiencias en
asuntos tan específicos.

RECOMENDAMOS ESPECIALMENTE:

reforzar la comprensión de textos;

la explicación correcta de los hechos;

también las definiciones formales, que no tienen por qué ser una
repetición memorizada, sino que tiene que surgir espontáneamente de un
lenguaje rico.

Parafraseamos ahora al Prof. Sánchez Márquez:


“Es imprescindible que el universitario sepa llenar una
solicitud, un formulario, hacer una nota a las autoridades, rendir
informes y hasta confeccionar monografías. Cuando menos
necesitará para sí mismo, para efectuar resúmenes y síntesis,
redactar adecuadamente”.

(Cfr. La enseñanza de la lengua, Editorial Docencia, Proyecto CINAE,


Bs. As., 1981, 1ra. Edición, pág. 111).

Con respecto a la lectura, nos parece interesante transcribir el


pensamiento del Prof. Sánchez Márquez:

“El universitario tiene más que suficiente con la lectura de


sus voluminosos libros de texto. Sin embargo, no podrá ser
profesional culto si no busca por medio de la lectura un
complemento a su formación. En efecto, sólo por la lectura de
obras realmente provechosas, que las hay sin que pierdan su
carácter de distractivas y agradables, podrá instruirse sobre las
tradiciones patrias, la historia de las costumbres de los pueblos,
sobre los requerimientos mundiales, la ecología, el avance de la
ciencia y de la tecnología, el llamamiento angustioso de pueblos
que están amordazados por muchas injusticias, cuales pueden ser
el hambre o la falta de libertad”.

(Cfr. Op. Cit., pág. 105).

Es de desear que nuestros alumnos extremen la buena pronunciación.

Si logran un discurso con entonación agradable y modulación de las


palabras, ello les facilitará la tarea posterior frente a los niños con
necesidades educativas especiales.

Tengan en cuenta la escritura, para que sea caligráfica.

Lo ideal es alcanzar fluidez en los textos escritos. A ello se llega con


suficiente práctica.

Incrementen el uso del adjetivo, que eso les aumentará el caudal


léxico.

Enriquecer el vocabulario asegurándose que el significado de cada


palabra sea el correcto, resulta muy positivo para el trabajo docente.

El aprendizaje de la Lengua Castellana habrá de ser un medio para ir


alcanzando la maduración intelectual y la confianza en sí mismo, porque
nadie que domine el uso de la lengua podrá ser dominado.
Nosotros sostenemos que la Lengua Castellana debiera incluirse en el
dictado de cualquier carrera, aun de aquellas que por demasiado técnicas, en
apariencia, no la necesitarían.

Aquí, en estas páginas, hemos demostrado cuanto se puede avanzar


en cuestiones intelectuales, en la vida de relación con las demás personas, en
el desarrollo de cada persona como tal, en los avances culturales, si se posee
conocimiento de nuestra lengua.

Pues bien, vamos poniendo cima al presente trabajo que desea sentar
las bases de lo que debe ser, en nuestro Instituto, un conocimiento de interés
común que va generalizándose año tras año con el ingreso de nuevos
estudiantes.

Es evidente que quienes han buscado la educación que brinda el


Instituto Pablo VI son personas poseedoras de exquisita sensibilidad humana
y cristiana.

Han venido porque hasta ellos han llegado noticias acerca de la


eficacia de nuestros métodos y recursos, de nuestra filosofía de vida, del
amor que ponemos en las cosas, del proyecto que alentamos y de los ideales
que perseguimos.

En nuestro establecimiento hallarán todo eso y mucho más.

Aprenderán el amor a Dios y el amor al prójimo.

Sabrán que formarse en lo lingüístico, tal como nosotros lo


entendemos es un modo de buscar la gloria de Dios. Y el conocimiento de la
Lengua Castellana, ¿no es acaso una experiencia enriquecedora que nos
habla del amor a Dios?
Al fin y al cabo, cuanto hacemos es para que se verifique entre
nosotros nuestro lema:
“Todo para mayor gloria de Dios y bien del prójimo”

LA PLATA y 18 de mayo de 2009.-

You might also like