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No obstante que coincido con el sentido del proyecto y con la mayoría de los
argumentos de fondo en ella vertidos, quiero dejar constancia de tres puntos
para abonar al sentido de la resolución, el primero dejar asentado el marco
teórico en el que se circunscribe el respeto de los derechos políticos de la mujer
como sustento para el entendimiento que tratándose de agravios en torno a su
violación y la inaplicación de acciones afirmativas, debe tenerse al momento de
resolver una perspectiva de género; el segundo que los tratados, convenciones,
protocolos y acuerdos y en general todos los instrumentos internacionales
signados y ratificados por el Estado Mexicano, esto es, aprobados por el Poder
Legislativo y publicados en el Diario Oficial de la Federación son obligatorios y
los convierte en parte adicional de nuestra Carta Magna, haciendo su
observancia obligatoria y aplicable para todas las autoridades locales y tercero,
que en el más amplio sentido interpretativo atendiendo a los objetivos del
empoderamiento o potenciación, los representantes de los Consejos Distritales
se convierten en pieza clave para los procesos electorales de Diputados y
Ayuntamientos para el cumplimiento del principio de paridad.
Por cuanto al marco teórico me remito a varios de los argumentos vertidos por
diferentes autores en diversas obras, entre ellas, “Equidad de Género y Derecho
Electoral en México, editado y distribuido por el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, en el siguiente sentido:
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La igualdad de género y los derechos políticos de la mujer han sido dos temas
fundamentales que han servido, en el plano internacional para avanzar en la
igualdad formal y sustantiva de la mujer. La Convención sobre todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer representó un paso fundamental hacia el pleno
reconocimiento del derecho a la igualdad y no discriminación en cualquier
ámbito, así como de las obligaciones del Estado para eliminar la discriminación;
y, resultó también importante la tendencia de reinterpretación de tratados
internacionales generales para eliminar la neutralidad de las normas y reconocer
las diferencias que de hecho existen entre mujeres y hombres, de tal forma que
todas las personas pudieran gozar y ejercer plenamente sus derechos
fundamentales.
Los distintos instrumentos internacionales en materia de derechos humanos en
general y los especialmente referidos a la mujer, tanto por lo que hace el derecho
a la igualdad y no discriminación como a los derechos políticos, son esenciales
para la construcción del andamiaje jurídico que sirve de base para los
argumentos que apoyan la incorporación plena de las mujeres dentro de la vida
pública y las instituciones del poder público.
Las disposiciones que México ha suscrito y signado concernientes a los objetivos
de permitir mayor acceso y participación de las mujeres en la toma de
decisiones, son entre otras,
La Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer;
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contras las Mujeres (CEDAW-ONU);
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
El Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes;
sienta las bases para el diseño de una política nacional en materia de igualdad
entre los géneros, donde las instancias y las dependencias de los tres niveles de
gobierno en coordinación con organizaciones de la sociedad civil, deben realizar
acciones para promover y asegurar la igualdad entre mujeres y hombres. Sin
embargo, para que esos postulados, principios y bases sean aplicables se
requiere legislar en ordenamientos jurídicos concretos.
En el presente caso, se tiene a favor de la ciudadana impugnante los principios
básicos de igualdad, pero se carece en la norma concreta, ya sea la Ley de
Instituciones y Procedimientos Electorales o en los Estatutos del Partido de la
Revolución Democrática la disposición expresa o tácita de la aplicación de los
principios de paridad o equidad de género en la designación de representantes
ante los consejos distritales, y a nada conduciría la interpretación más amplia
porque no se vislumbra en este caso, dada la naturaleza de la elección del
gobernador, la obtención de los objetivos del empoderamiento.
Para que no exista duda se requiere de un mandato para la acción legislativa, en
cumplimiento a los instrumentos internacionales y la Ley General para la
Igualdad entre Mujeres y Hombres, para incluir estos cargos como objeto de la
aplicación de la acción afirmativa de género porque dadas las atribuciones que la
ley les confiere a los representantes de partido ante los consejos distritales, su
accionar en los procesos electorales de diputados y ayuntamientos se vuelve
trascendental porque le corresponderá la vigilancia del cumplimiento de las
normas jurídicas en torno al principio de paridad de género en el registro de las
candidaturas de mayoría relativa y de representación proporcional y aún cuando
para esos casos habría que realizar una interpretación amplia de normas y
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conceptos por la naturaleza del proceso, en vínculo con el cargo y funciones, de
éste dejar a la interpretación del que aplica o juzga tal importante hecho, sería
aventurar el cumplimiento de los objetivos del empoderamiento y los principios
de paridad y equidad de género.
Por tales motivos, coincido en el sentido del fallo, pero con la inclusión de los
presentes argumentos.