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La inmigración latinoamericana en España.

Claves históricas,
políticas y discursivas para la comprensión del fenómeno.

Pablo Biderbost1
Guillermo Boscán2
María Belén Ciancio3

Introducción
La sociedad española, según atestiguan los registros estadísticos, se ha
convertido, en los últimos dos decenios, en el destino elegido para radicarse
por miles de individuos que, por razones de diversa índole, han debido
abandonar sus países de origen (Arango 2005: 245). La actual caracterización
de España como país fundamentalmente receptor de corrientes migratorias
internacionales contrasta con su perfil histórico de estado expulsor de
población (Moreno 2004: 1).
Entre los factores propiciantes señalados por los especialistas, respecto
a este viraje evidenciado en relación al fenómeno inmigratorio en España, se
encuentran la transformación evidenciada en la estructura económica, el paso
de una dictadura cerrada de derecha a un sistema parlamentario liberal y la
incorporación del país en la Comunidad Económica Europea en 1986 (Moreno
2004).
La presencia de inmigrantes en España ha convocado no sólo su
atención (o desatención) desde la estructura del Estado sino, asimismo, su
estudio como fenómeno desde distintas disciplinas que han debido
aproximarse a una realidad que era desconocida por los cientistas sociales
peninsulares. En los últimos años, numerosos aportes, desde la sociología, la
psicología social, la economía, la historia, la ciencia política y la historia han
procurado desentrañar los distintos aspectos que conforman el acontecer
inmigratorio.

1
Licenciado en Ciencia Política (Universidad Católica de Córdoba). Maestrando en Estudios
Latinoamericanos (Universidad de Salamanca).
2
Licenciado en Ciencias Políticas y Administrativas (Universidad Rafael Urdaneta). Abogado
(Universidad del Zulia). Maestrando en Estudios Latinoamericanos (Universidad de
Salamanca).
3
Licenciada en Filosofía (Universidad Nacional de Cuyo). Maestranda en Estudios
Latinoamericanos (Universidad de Salamanca).

1
En el presente trabajo, se pretende realizar una aproximación a la
inmigración latinoamericana en España. Para ello, el análisis abarcará tres
dimensiones de la problemática. En principio, se hará mención de la evolución
en la historia reciente de la inmigración latinoamericana. Luego, se procederá a
identificar cuáles han sido, desde el Estado español, las políticas de recepción
de inmigrantes y los factores que en ellas han incidido. En un tercer momento,
se presentará el discurso que se proyecta, desde la psicología clínica y los
medios de comunicación españoles, respecto a la presencia de inmigración
latinoamericana en España. Por último, se expondrán una serie de criterios e
ideas respecto a la situación-problema estudiada a modo de conclusiones.

1) La dimensión histórica del fenómeno. Evolución de la inmigración


latinoamericana en España4.

A partir de mediados de los años ochenta la balanza migratoria de


España ha sufrido un importante revés. Anteriormente, la cantidad de
españoles que salían era mayor que el flujo de inmigrantes a España, es decir,
la balanza migratoria era fundamentalmente negativa. No obstante en los
albores del siglo XXI España se ha convertido en un país receptor de
inmigrantes a nivel internacional.
En este proceso, los flujos inmigratorios, así como su composición, no
han sido constantes a lo largo del tiempo. Si observamos la evolución la
evolución del número de residentes en las últimas tres décadas (ver gráfica Nº
1) se constata, por ejemplo, que para 1975 los residentes extrajeron ascendían
a 165.289 personas, en 1990 a 407.647 y para el 2003 asciende a 1.647.011.
Esto nos indica que tan sólo en trece años la proporción de inmigrantes se
multiplicó por cuatro.

4
Este apartado está basado en el estudio presentado por Fernando Osvaldo Esteban, Inmigración Iberoamericana en
España 1985 -2002. Un Análisis sobre su Evolución y Composición, presentado en el X Encuentro de
Latinoamericanistas Españoles, celebrado en Salamanca los días 13 y 14 de mayo de 2004. Las fuentes y gráficos
son, en consecuencia, referencias secundarias.

2
Gráfico Nº 1. Evolución de los residentes en España de 1975 a 2003.

Fuente: Esteban, 2004:235

En este sentido, España que históricamente se había convertido en un


país expulsor de población ha revertido dicho proceso constituyéndose en un
polo de atracción de inmigración, como una variable derivada de su
convergencia a Europa.

Por otro lado resulta interesante analizar la evolución de las categorías


de la inmigración a España (ver cuadro Nº 2), las cuales evidencian que la
población de inmigrantes (los nacidos fuera) y la población de extranjeros
(aquellos que no posee ciudadanía española) tienden a crecer en igual
proporción que los residentes desde la década de los años setenta hasta la de
los años noventa, sin mostrar aceleración desde entonces.

Sin embargo, lo más importante es que para el año 2002, la cifra de


inmigrantes era de 2.594.052 y la de extranjeros 1.977.946, siendo los
residentes tan solo 1.109.060, lo que revela que cerca de 868.000 personas
(un 44% de los empadronados) no poseían permiso de residencia en vigor. En
consecuencia se hace probable que el número de inmigrantes extranjeros en

3
España supere holgadamente los dos millones y consiguientemente, el 5% de
la población total5.

Gráfico Nº 2. España. Población según su condición de inmigrante y


nacionalizada.

Población total: población de derecho. INE, censos y padrones de población.


Población de inmigrantes: población censada nacida en el extranjero. INE, censos y padrones de población.
Población extranjera: población censada con nacionalidad extranjera. INE, censos y padrones de población.
Residentes: total de permisos residentes en vigor. Dirección General de Policía. Ministerio del Interior.
Nota: las poblaciones censadas de 1981 a 1996 están llevadas a 1º de enero con tasas de crecimiento intercensal.
Fuente: Izquierdo, 2003: 74, en Estaban, 2004:236.

Un aspecto de importante consideración para este estudio es la


composición de estos flujos inmigratorios, los cuales tienen como rasgo
dominante su diversidad. En este sentido6, resulta útil distinguir las
motivaciones de los inmigrantes: por un lado tendríamos aquellos movimientos
migratorios por motivos económicos, fundamentalmente provenientes del
“tercer mundo” y por el otro, los movimientos de turistas residenciales o

5
Esta opinión puede observarse en Esteban, Fernando. Op Cit, pág. 236.
6
Ibidem,

4
residentes ambulantes, principalmente de población de la tercera edad, de
preveniente del “primer mundo” principalmente del norte de Europa.
Como puede observarse (ver cuadro Nº 3) mientras en el pasado
predominaban los inmigrantes no económicos, a pesar del brusco descenso
registrado en 1991 producto de una depuración de los registros estadísticos,
desde mediados de la década de los años noventa esta tendencia histórica se
invierte y pasan a ser mayoría los inmigrantes provenientes de América y
África. Durante todo el período se incrementan notablemente los contingentes
americanos y africanos hasta llegar a componer, para el año 2002, cerca del
54% del total de residentes extranjeros. Del primer contingente, el 95% lo
constituyen iberoamericanos y del segundo el grupo por magrebíes (83%),
sobretodo marroquíes (77%).

Gráfica Nº 3. Evolución del Stock de residentes europeos, africanos, americanos


y asiáticos en España. (1990 – 2002).

Fuente: Esteban, 2004:237

Hasta 1996, la inmigración americana superaba a la africana, pero a


partir de 1997, teniendo como origen la regularización y la modificación del

5
Estatuto de la Ley de Extranjería de 1985, el número de africanos sufre un
notable ascenso hasta alcanzar una diferencia de 9 puntos porcentuales para
el año 2000. Para el año 2001 esta situación se revierte de nuevo cuando
efectivamente el 26% de los inmigrantes con permiso de residencia procedía
de Iberoamérica situándose como la región con mayor contribución a la
inmigración extracomunitaria en cuanto a número efectivo. Esta tendencia
también se da en marco de las regularizaciones llamadas “por arraigo”
registradas en los años 2000 y 2001.
Los residentes iberoamericanos presentes en España para el año 2002,
suman un total de 364.569, lo cual suponía un 27.5 % del total de inmigrantes
extranjeros, lo cual nos revela que la tendencia descrita con anterioridad
cuando en 1999 la cantidad de residentes iberoamericanos se duplica mientras
que la de los africanos sólo se incrementó la mitad en el mismo período, se
mantiene en alza. No obstante, cabe recordar que el grupo de población más
importante, tomando en cuenta el continente de origen lo constituyen los
inmigrantes provenientes de la misma Europa, cerca del 35.5%.
En cuanto a la composición de los flujos migratorios iberoamericanos, se
muestran algunas diferencias respecto a los que llegaron a principios de la
década de los años noventa. En aquel entonces la nacionalidad con presencia
principal era la argentina, con una representación de un 29.2%, seguida en
importancia numérica por las de Perú, Venezuela y República Dominicana con
un 10% cada una aproximadamente. Al promediar la década la nacionalidad
argentina disminuye un 15.4%, y al mismo tiempo se incrementa el flujo de
inmigrantes provenientes de República Dominicana (16.4%) y Perú (16.5%). A
comienzos de este siglo, estos últimos dos países mantienen sus cifras
constantes en términos absolutos, aunque los disminuyen en términos relativos
ya que, en general, la presencia iberoamericana gira en torno a dos
nacionalidades: ecuatorianos y colombianos, quienes representan el 31.6% y el
19.5% del total de inmigrantes de este colectivo. (Ver gráfica Nº 4)

6
Gráfica Nº 4. Evolución del Stock de residentes iberoamericanos en España
según su nacionalidad de procedencia. (En porcentajes).

Fuente: Ministerio del Interior, en Esteban, 2004:243.

7
Desde el punto de vista de la ubicación territorial los inmigrantes
iberoamericanos, tomando en cuenta de que esta distribución constituye una
elección según las expectativas de los actores implicados, establecen su
residencia en una serie de provincias determinadas, donde la mayor
concentración la encontramos en Madrid (32%), Cataluña (19%), Murcia (5%),
Valencia (3%) y Alicante (3%) (Ver gráfica Nº 5). Esta tendencia podría estar
relacionada con la concentración en estas áreas de demandas de fuerzas de
trabajo en el sector servicios.

Gráfica Nº 5. Residentes iberoamericanos en España según comunidad


autónoma (31-XII-2002)

Fuente: Esteban, 2004:244

En cuanto al sexo existe claramente un predominio de las mujeres en los


flujos migratorios de iberoamericanos, aunque puede observarse una tendencia
bastante marcada a la masculinización según se ha evidenciado en las cifras
de los últimos años (ver gráfica Nº 6). Así tenemos que de 53 hombres por
cada 100 mujeres, en 1997, se pasó a un número de 76 para el año 2002. Otra
variable de consideración es la edad media de los residentes iberoamericanos
en España. La misma se ubicó en 33 años para el año 2002, con lo cual puede
observarse que ha habido variaciones importantes desde la década de los años
noventa. (Ver gráfica Nº 7)

8
Gráfico Nº 6. Evolución de la tasa de masculinidad de los residentes
iberoamericanos en España (1997 – 2002).

Fuente: Esteban, 2004: 245

Gráfica Nº 7. Residentes extranjeros por continente y nacionalidad según


grupos de edad a 31-XII-2002.
Fuente: Esteban, 2004: 247

9
Finalmente, para culminar este recorrido histórico de la inmigración,
como consecuencia de los dos procesos de regularización de extranjeros
iniciados en los años 2000 y 2001, el mercado laboral también percibió el
hecho. Para 1999 la tasa de actividad laboral fue de 41.3%, la cual, luego de
éstos procesos, se incrementó a un 63% en el año 2001 y a un 68% para el
20027. Por otro lado, también se han observado la consolidación de enclaves
étnicos en la distribución del empleo según ramas de actividades y
ocupaciones, dentro de los cuales los iberoamericanos se concentrarían en las
categorías de empleos domésticos y de limpieza y trabajadores del servicio de
restauración. (Ver gráfica Nº 8)

Gráfica Nº 8. Distribución del empleo por ramas de actividad,


nacionalidades y población ocupada menor de 50 años. Media de los tres
primeros trimestres del 2003.
Fuente: Garrido, 2004:81, en Esteban, 2004:350

7
En Esteban, Fernando, Op cit, pág. 229.

10
2) La dimensión política del fenómeno. La recepción de los
inmigrantes latinoamericanos como política pública.

2.1) La aparición de la política pública de recepción de inmigrantes en España. El


debate entre la imposición de control del borde europeo y la necesidad derivada
de la creación de un mercado laboral secundario.

Como ya se ha señalado anteriormente, España fue, durante el siglo


pasado, un estado que incentivó, por su complejidad política y económica, la
emigración de parte de su población. Al revertirse este fenómeno, el país
descubre que no contaba con la legislación y el conjunto de políticas públicas
adecuados y que permitiesen satisfacer las necesidades evidenciadas en el
nuevo cuadro situacional.
Moreno (2004) señala que la agenda política sobre cuestiones
migratorias estuvo definida, durante el decenio de los ochenta y la primera
mitad de la década de los noventa, por los objetivos propuestos en el nivel
supranacional europeo. Como consecuencia de la “europeización” política de
España, el gobierno hispano se vio compelido a la creación de un marco
normativo restrictivo sobre cuestiones inmigratorias. En ello, influyó de manera
decisiva, el ser, junto a Portugal y Grecia (los otros dos Estados que también
se incorporaron definitivamente a la Comunidad Económica Europea en 1986),
lo que se ha dado en llamar el borde sur de Europa. Los recién llegados, a la
que luego sería la Unión Europea (UE), habían sido responsabilizados por
controlar el ingreso irregular de inmigrantes desde otros continentes. España
debía, por ser doblemente puerta de Europa, custodiar, por un lado, el ingreso
de inmigrantes africanos (por su cercanía geográfica) y, por el otro, la entrada
de latinoamericanos (por sus vínculos histórico-culturales) (Crespo 2002).
En el caso español, al igual que en el resto de de los estados miembros
de la UE, la ejecución de las directivas planteadas supranacionalmente se
caracterizó por su adaptación a las problemáticas particulares del país y
dependió, entre otros factores, del grado de politización de la inmigración cómo

11
tópico. Entre los elementos locales a los que se alude, la actuación de las
autoridades políticas, al momento de arbitrar medidas sobre la recepción de
inmigrantes, debió considerar la aparición de un mercado laboral secundario
que ofrecía puestos de trabajo no deseados por nativos y mal remunerados en
los sectores de agricultura, construcción, catering, turismo y cuidados
intensivos. A estas áreas de la economía, se le debe añadir la economía
sumergida o informal que también demanda la presencia de trabajadores
provenientes de los países en desarrollo (Crespo 2002) (Moreno 2004).
Como se ha referido previamente, ingentes contingentes de ciudadanos
latinoamericanos migraron hacia la “Madre Patria” en búsqueda de
posibilidades de inserción laboral y ocuparon los espacios que eran liberados
en el mercado secundario que iba gestándose conforme la economía española
iba dinamizándose8. En tal sentido, muchos de los inmigrantes
latinoamericanos han ocupado los últimos peldaños de la pirámide ocupacional
(Arango 2005). (Ver gráfica Nº 9)

Gráfica Nº 9 Evolución de presencia latinoamericana en España.


Residentes Extranjeros en España
% sobre el
Años Total Latinoamericanos Total
1975 165289 35781 21.64
1980 182045 34338 18.86
1985 241971 38671 15.98
1990 407647 59372 14.56
1995 499773 88940 17.79
1997 609800 106000 17.38
1999 801339 149571 18.66
2001 1109060 282778 25.49
2002 1324001 364569 27.53

Datos: Censos Nacionales. Inclusión de todas las personas registradas.


Fuente: Ministerio del Interior 2002 e INE 2003.
Los porcentajes fueron obtenidos en base a cálculos realizados
por los autores.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en 1985 y en las vísperas


al ingreso definitivo de España a la CEE, fue el encargado de promover la

8
Al respecto, Joaquín Arango recuerda que no resulta inapropiado considerar que el actual crecimiento de la economía
española (bastantes puntos por encima de la media europea) se debe, entre otros factores explicativos, al aporte de la
presencia inmigrante.

12
creación de la primera ley de extranjería, la cual poseía un criterio
eminentemente policial y de observación de la población inmigrante como
“problema” que exigía una respuesta desde el control y la regularización (Actis
2002). La ley 7/85, aprobada por unanimidad y que iniciaba el recorrido interno
en materia de legislación inmigratoria, tenía dos elementos que la constituían
en singular: su comprensión del fenómeno desde la perspectiva del orden
público y una débil regulación de otras cuestiones vinculadas a la presencia
extranjera en España (definición de derechos, acceso a los servicios públicos,
incorporación a los mercados de trabajo, etc.) (Crespo 2002) (Moreno 2004).
Por aquellos años, la norma atribuía a la policía un rol preponderante y no
preveía la apertura de una agencia estatal que se especializase en la situación
referida. La legislación fue criticada por los sectores progresistas de la
sociedad española que solicitaban se revisase, entre otros puntos, aquellos
vinculados a la prohibición para los extranjeros de reunión y asociación. Las
nuevas reglas propiciaron el inicio de un proceso de regularización que
facilitase la presencia, en el país, de inmigrantes ilegales9. De esta manera, se
daba lugar, por primera vez en la historia española, a un mecanismo que fue
llevado a la práctica cada cinco años (1986, 1991, 1996 y 2000-2001)10 (Arango
2005). Según Moreno (2004), las amnistías ejecutadas tenían por objeto
“sincerar” la necesaria presencia de inmigrantes para el mercado laboral
secundario que ofrece empleos no pretendidos por los españoles originarios.
De esta manera, un proceso administrativo vendría a responder a razones de
índole macroeconómico.
Las restricciones mencionadas para la adquisición de los permisos de
residencia derivaron en un aumento del número de demandas por pedidos de
asilo11. Esta figura, prevista por el Derecho Internacional Público, se convertía

9
Se suponía que este proceso culminaría en septiembre de 1985 pero, producto de la presencia masiva de
inmigrantes para la realización del trámite, se da por concluido en marzo de 1986. En él, de 44000 aplicaciones
presentadas para acceder a permisos de trabajo y/o residencia, sólo fueron autorizadas 23.000 (Moreno 2004).
10
Este procedimiento administrativo tendiente a regularizar la situación legal de los inmigrantes se ha convertido en un
hito “excepcional” pero que ha adquirido cierta regularidad y debe ser complementado, para una análisis integral de la
cuestión, con la existencia de un mecanismo de regularización ordinario que ha sido institucionalizado luego de la
creación de los llamados contingentes laborales, los cuales han sido definidos en acuerdo con los países de los cuales
proviene la población inmigrante.

11
El asilo político o asilo es la práctica de ciertas naciones de aceptar en su suelo a inmigrantes que han dejado su
país de origen debido a la persecución por causas políticas, raciales y religiosas entre otras. Las legislaciones y

13
en la opción a la que recurrían los inmigrantes que hallaban privados del uso
de otras vías legales (Moreno 2004).
Asimismo, la nueva legislación federal no reconocía a los inmigrantes su
derecho a la reunificación familiar, no aseguraba, por omisión, el
reconocimiento de sus derechos a la protección social y responsabilizaba al
respecto a las autoridades de las Comunidades Autonómicas. Este escenario
aparejó una evidente falta de coordinación entre diferentes gobiernos
regionales, lo que origina severa inequidades en el acceso de la población
inmigrante a los servicios sociales básicos. En este contexto, la labor
desplegada por ONG´s y organizaciones caritativas se ha erigido en esencial
para atemperar el cuadro de exclusión social al que se condenaba a miembros
del colectivo inmigrante en España (Crespo 2002) (Arango 2004).
De esta manera, España contribuía a la edificación de la “fortress
Europe”, expresión inglesa que describe el propósito, al más elevado nivel
político, que se poseía respecto a aislar a los países del Viejo Mundo
incorporados en la antigua Comunidad Económica Europea (CEE) de los
peligros que entrañaba un eventual masivo proceso inmigratorio. Esta política
restrictiva se cierra aún más con la puesta en marcha del llamado “Acuerdo
Schengen”12 que enfatizaba la necesidad de proteger los bordes europeos
(Moreno 2004). En concordancia con este espíritu que limitaba los derechos de
los inmigrantes en el territorio europeo, se firma la Convención de Dublín13 que
tenía por objeto condicionar las circunstancias en las que un habitante de un
tercer país ajeno a la Europa regionalizada podía solicitar asilo político. El
abanico de posibilidades para la radicación de ciudadanos extranjeros

jurisprudencias nacionales difieren ampliamente en el alcance del derecho de asilo. Ciertos países han establecido una
cuota de refugiados a los que están dispuestos a conceder asilo, generalmente como resultado de un conflicto armado
en curso. Bajo la Convención sobre Refugiados de 1951 y el Protocolo de 1967 las naciones están obligadas a
conceder asilo político y no pueden devolver por la fuerza a un refugiado a su país de origen, pero esto habitualmente
es pasado por alto.

12
El Acuerdo Schengen es un convenio cuyos orígenes se remontan a julio de 1984 y del que en la actualidad forman
parte los siguientes países: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda,
Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Portugal y Suecia. Los objetivos del acuerdo son: a) Supresión de fronteras
entre estos países; b) Mantenimiento de la seguridad regional; c) Regulación de la inmigración y d) La libre circulación
de personas por el territorio de estos países.

13
La Convención de Dublín (que entra en vigor en 1997) es el primer gran paso dado por Europa para coordinar sus
programas nacionales de asilo, estableciendo la responsabilidad individual de cada país a la hora de examinar las
solicitudes de asilo.

14
continuaba disminuyendo. Este proceso continúa con la implementación del
Tratado de Maastricht14, el cual significó un avance considerable en la
supranacionalización y armonización de legislaciones de los estados europeos
respecto a la temática inmigratoria. En su texto, se decide la instauración de la
“ciudadanía europea” y se excluye expresamente, de esta posibilidad, a los
nacionales de terceros países que habitasen en el territorio europeo (Moreno
2004).
En vistas a adecuar la legislación interna a los mandatos interpuestos
por el Acuerdo Schengen y la Convención de Dublín, España elimina la figura
del asilo territorial y establece, para todos los casos de pedidos de asilo, un
proceso de admisibilidad abreviado que actúa como pre-filtro. Las nuevas
disposiciones provocan un decrecimiento de las solicitudes presentadas y una
reducción de las demandas finalmente consideradas como consecuencia de la
implementación del sistema de filtros. España se convierte, entonces, en uno
de los países europeos que recibe menor cantidad de aplicaciones a asilo
político durante el período 1989-1998 y presenta, al mismo tiempo, el ratio más
bajo de aceptación de estas solicitudes (Moreno 2004). (Ver gráfica Nº 10)

Gráfica Nº 10. Estadísticas sobre la situación de refugiados políticos en Europa.

Refugiados Políticos. Estadísticas 1989-98


Demandas Ratio de
País Aplicaciones aceptadas aceptación %
Alemania 2024960 163178 8.0
Francia 324150 82180 25.3
Bélgica 153060 11386 7.4
España 77620 4371 5.6
Italia 44460 4610 10.3
Fuente: UNHCR

2.2) La inclusión de la integración social de los inmigrantes en la agenda


pública. La respuesta española a la iniciativa europea.

14
Tratado de la Unión Europea (TUE), conocido también como Tratado de Maastricht por haber sido firmado en la
localidad holandesa que lleva dicho nombre. Constituye un paso crucial en el proceso de integración europeo, pues, al
modificar y completar al Tratado de Paris de 1951, a los Tratados de Roma de 1957 y el EURATOM, y al Acta Única
Europea de 1986, se sobrepasaba por primera vez el objetivo económico inicial de la Comunidad y se le daba una
vocación de unidad política.

15
En el año 1994, en un intento de balancear el estricto régimen de los
controles en los bordes europeos, la Comisión Europea15 eleva una serie de
reportes y comunicaciones al Consejo y al Parlamento Europeo. El más
importante de ellos fue el que tenía por denominación: “Mejora de las
condiciones de vida y trabajo. Integración social de los inmigrantes de países
no comunitarios”. Este documento incluyó tres líneas de políticas que, según
Moreno (2004) caracterizaron la posición de la UE en cuestiones inmigratorias
en los años subsiguientes: a) Cooperación con los países que originan
población inmigrante; b) Control de los flujos migratorios al interior de la UE
dentro de parámetros acordados y c) Reforzamiento de las políticas de
integración para inmigrantes legales. El documento hacía mención de la
necesidad de desarrollar políticas que combatiesen el racismo y la xenofobia
(Moreno 2004). Otro momento relevante en el proceso regulatorio de la
presencia inmigrante en la UE fue la firma del Acuerdo de Amsterdam16,
gracias al cual las instituciones europeas poseen plenas competencias para el
combate de toda forma de discriminación y se inicia el recorrido hacia un
esquema de políticas que privilegia el control migratorio sin desatender los
programas de integración de los extranjeros en Europa.
Estos nuevos parámetros europeos en cuestiones migratorias obligan al
gobierno del PSOE a aprobar el “Plan por la integración social de la población
inmigrante”. El mismo definía tres cursos de acción (Moreno 2004):
1) Para evitar la creación de flujos migratorios, se procedería a la
promoción social y económica de los Estados que actuasen como
expulsores de población.
2) Incrementar el conocimiento respecto a los flujos migratorios existentes
y sobre la demanda laboral no satisfecha a nivel interno.
3) Facilitar la integración de la población inmigrada a la sociedad española.

15
Institución de la Unión Europea que garantiza la aplicación de las disposiciones del Tratado, toma la iniciativa en
cuanto a las políticas comunitarias, propone los actos jurídicos comunitarios y ejerce sus funciones en áreas
específicas. En el ámbito de la política económica, la Comisión recomienda unas orientaciones generales para las
políticas económicas de la Comunidad e informa al Consejo de la UE sobre la evolución y las políticas económicas.
16
El Tratado de Amsterdam tiene como objetivo modificar ciertas disposiciones del Tratado de la Unión Europea, de
los tratados constitutivos de las Comunidades Europeas (Paris y Roma) y de algunos actos relacionados con los
mismos. No sustituye a los tratados anteriores, sino que se les añade.

16
La coordinación, entre los distintos niveles del Estado, para la
implementación de este paquete de políticas no resultó satisfactoria y los
déficits en el acceso a servicios sociales (fundamentalmente en el área de
salud), por parte de la población extranjera, resultaban altamente
preocupantes. Se crea como paliativo ante la inacción oficial una red informal
de agentes sanitarios, hospitales públicos y organizaciones del tercer sector
que brindaban, en algunos casos por fuera de la ley, atención médica a los
inmigrantes (Moreno 2004).
Cuando el gobierno socialista estaba llegando a su fin, como
consecuencia de las presiones de sectores progresistas, se publica el
Reglamento RD 155/96 (del mismo año) que facilita la ocupación, por parte de
los inmigrantes, de los nichos laborales para ellos reservados (Crespo 2002).
Por otro lado, se procede a la creación del Foro Social de la Inmigración, donde
se les da cabida a las primigenias asociaciones de inmigrantes, se inauguran
los llamados “planes de integración social” y se otorgan subsidios para la
puesta en marcha de proyectos de integración social.

2.3) La inmigración como recurso humano. La gestión del Partido Popular


y el regreso al poder del PSOE.

Al llegar el Partido Popular (PP) al poder en 1996, se percibe cierto


continuismo en la política de recepción de inmigrantes. Todos los partidos
políticos con representación legislativa, incluido el PP, estaban elaborando una
ley con un criterio más progresista. El proyecto de ley reconocía los derechos
de participación ciudadana, estimulaba el acceso a los principales servicios
sociales fundamentales (educación, vivienda, formación ocupacional, salud,
etc.), contemplaba un proceso de regularización permanente y garantizaba la
presencia en España de los trabajadores que, con su esfuerzo, contribuyesen
al bienestar común (Crespo 2002). Esta ley se aprueba en el año 2000 (Ley
4/00) pero ya sin el apoyo del PP, agrupación que logra derogarla en las
postrimerías del mismo año y valida una nueva norma con un sesgo
eminentemente conservador (Ley 8/00) (Actis 2002). Las principales razones

17
que fundaron la oposición a la primera de las leyes eran, por un lado, según
acusaba el Ministerio de Economía y Finanzas del gobierno del PP, el excesivo
gasto que representaba al tesoro del estado la atención médica de los
inmigrantes y, por el otro, su carácter excesivamente progresista, lo que
motivaría que España se expusiera a crecientes flujos masivos de potenciales
inmigrantes que llegarían atraídos por las nuevas prestaciones brindadas por el
Estado17.
El PP procede a la demolición de algunos de los aportes más
sustantivos en la cuestión llevados a cabo por su antecesor en el gobierno y se
fortalece el criterio de control de fronteras y la inmigración muta hacia un tópico
que no es prioritario porque carece de la suficiente atracción (Actis 2002). Tal
actitud fue criticada por amplios sectores de la sociedad, entre los que se
encontraban grupos sociales afines al partido político en el poder como la
Iglesia Católica. La posición más centrada del PP también niega su apoyo lo
que se percibe en la dimisión de Pimentel, quien era, por entonces, Ministro de
Trabajo (Crespo 2002).
También, durante la gestión del PP, se firman los acuerdos bilaterales, entre
España y Marruecos, Ecuador, Colombia, República Dominicana, Rumania y
Polonia, que incorporaban acuerdos en relación a, entre otros elementos,
contingentes permitidos de nacionales inmigrantes de aquellos estados,
autorización de residencia temporal por motivos de trabajo, atención médica,
subsidios al transporte y provisión de vivienda digna (Crespo 2002) (Moreno
2004). Se critica, desde ciertos sectores estos convenios, porque condenan a
la población inmigrante a mantenerse en el mercado laboral secundario sin
posibilidad real de ascenso social (Crespo 2002).
La presencia en el poder del PP, la pertenencia de España a la UE y el
número ingente de inmigrantes de las antiguas colonias españolas en América
fueron los factores decisivos en relación al giro copernicano dado respecto a la
solicitud de visas a ciudadanos latinoamericanos. Esta decisión legal y política
fue duramente criticada tanto en la península como en los Estados americanos.
Moreno (2004) sostiene que este cambio de criterio fue dificultosamente

17
El Ministerio de Economía y Finanzas del gobierno del PP preveía una erogación, en atención médica de la
población inmigrante ilegal, de alrededor de 45 millones de euros anuales.

18
justificado por motivos vinculados a la conexión histórica entre los estados
mencionados, el rol desempeñado por los países americanos al momento de
recibir la inmigración ibérica de antaño y los intereses económicos de las firmas
españolas en el mercado latinoamericano18.
En noviembre del año 2003, el PP aprueba, con apoyo del PSOE, una
segunda reforma a la Ley de Extranjería, lo que, de acuerdo a la apreciación de
ciertos sectores, supuso un grave e importantísimo retroceso en los derechos
de los inmigrantes, tanto en cuanto a sus posibilidades de acceso al territorio
español, como en lo que respecta a su permanencia e integración (Mundo
Obrero 2004). Las modificaciones reducen drásticamente las posibilidades de
entrada legal y de permanencia estable de los inmigrantes y privilegian la
inmigración temporal condicionada a la demanda del mercado laboral.
El PSOE, por su victoria en las elecciones de marzo de 2004, es el
encargado de reglamentar la nueva Ley de Extranjería. En el corpus del
reglamento, se racionalizan algunos procedimientos y se introducen algunos
aspectos positivos. Sin embargo, no se procede a la resolución de cuestiones
sustantivas como la reagrupación familiar, el poder de representación de los
inmigrantes ante la Administración del Estado y la garantía de documentación a
los jóvenes que superan el umbral de la mayoría de edad. Según Mundo
Obrero (2004), “tan estricta resulta esta normalización vinculada a la
consideración de mano de obra para trabajo por cuenta ajena que se ofrece a
través de la Disposición Transitoria, que ni siquiera se contempla la posibilidad
de que se puedan acoger a ella los trabajadores que ejercen una actividad de
forma autónoma. Estas personas y, por lo tanto, quienes trabajan para ellas, no
podrán cumplir los requisitos para normalizar sus puestos de trabajo, por lo que
seguirán siendo ilegales”.

Sumado a ello, en materia migratoria en su primer año de gobierno, el


PSOE derogó la circular del anterior Fiscal General del Estado sobre menores
inmigrantes no acompañados y puso en marcha algunas medidas de
18
Los ciudadanos colombianos deben gestionar sus visas de ingreso a España desde el año 2001, mientras que los
ciudadanos ecuatorianos deben hacerlo desde el año 2003.

19
emergencia para aclarar la caótica situación administrativa dejada por el PP
(Mundo Obrero 2004).
Como línea de continuidad en la arquitectura institucional sobre
cuestiones inmigratorias, habría en la definición de la política pública, en
función de lo percibido, un predominio de la imagen del inmigrante sólo como
recurso humano y una apuesta por el reforzamiento de los requisitos que
allanan el camino hacia la legalidad. Al resto de los factores generadores de
irregularidad19, el Estado español adiciona la complejidad administrativa para la
superación de tal situación.

3) La dimensión discursiva del fenómeno. El imaginario psico-social


sobre el inmigrante.

La construcción de discurso sobre el migrante (el cuerpo, el


comportamiento, la psiquis, la inclusión y la exclusión) no es un fenómeno
único de las sociedades globalizadas, ni de la situación actual de España. En el
caso de la Argentina de comienzos del siglo XX son numerosos los ensayos de
orden jurídico, médico, criminalístico-psiquiatrico, educativo, etc. que tienen
como tema la inmigración o aluden a este fenómeno. A mediados y fines del
siglo XIX, en autores como Domingo Faustino Sarmiento, o en quien sentara
las bases de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, el inmigrante
aparece idealizado como poblador, civilizador y colono.
El imaginario social de comienzos de siglo cambió su visión sobre el
inmigrante, atravesado por el nacionalismo, entonces las construcciones
discursivas sobre la inmigración se producían principalmente desde el discurso
legal y psiquiátrico. En las sociedades globalizadas, también se produce una
circulación de discursos legales, psicológicos y, como un nuevo elemento,
mediáticos sobre el inmigrante. En el caso de la Argentina, los flujos
migratorios se fueron transformando desde el siglo XIX hasta fines del XX y,
de ser un país receptor de inmigración europea, se fue transformando en

19
Arango (2005) señala, entre los factores conducentes a la irregularidad de los inmigrantes, las grandes dificultades
para el control de entradas y permanencias de los inmigrantes, la presencia de una cultura cívica que no prioriza la
legalidad, la escasa sindicalización de los trabajadores inmigrantes, el peso específico de la economía sumergida y la
existencia de empresarios inescrupulosos que promueven y consienten este tipo de prácticas.

20
receptor de inmigración de otros países latinoamericanos como Bolivia, Perú,
Paraguay, Chile, y otros, durante los años noventa, hasta convertirse en un
país expulsor durante la crisis que estalló en el 2001.
En esta parte del trabajo consideraremos algunas construcciones
discursivas sobre los inmigrantes en Europa, en dos de estas vertientes
discursivas: por un lado, una que ha surgido desde la psicología y, por el otro,
un análisis que tiene en cuenta la imagen del inmigrante que circula a través de
los medios de comunicación. Como toda construcción discursiva, aquélla que
se produce sobre el inmigrante está inmersa en un imaginario social, en una
serie de valoraciones negativas y positivas, y en una relación con dimensiones
prácticas que se concretan en políticas y acciones sociales.
En el primer caso, consideraremos un trabajo presentado en el XI
Congreso de latinoamericanistas españoles,”Inmigración latinoamericana en
España Análisis de las repercusiones clínicas de la inmigración latinoamericana
en España” presentado por Marcela Toselli. Este texto expone una de las
aproximaciones al fenómeno de la inmigración desde la psicología clínica.
Investigadores como Toselli y médicos catedráticos como Josefa Achotegui
hablan del síndrome del inmigrante tomando como eje la Clasificación
Multiaxial del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y
las investigaciones de Achotegui que han confluido hacia la identificación de un
síndrome, el síndrome de Ulises.
Las inmigraciones son consideradas como un fenómeno estructural que,
en los últimos cincuenta años, se ha incrementado debido a distintos factores
como el desequilibrio de las perspectivas de desarrollo económico, los
derechos humanos, la brecha económica y las posibilidades brindadas por los
nuevos medios de transporte. Si bien estos factores podrían considerarse
como un medio que facilita el proceso de inmigración, otras transformaciones
(el cambio de país, de cultura, de idioma, de afectos, etc.), provocan el
fenómeno de patologización del inmigrante que se encuentra vinculado con las
condiciones en las que se produce el proceso. Toselli menciona que la
vinculación del fenómeno de la inmigración con trastornos mentales ha
provocado posturas contradictorias y un largo debate. Sin embargo, la autora

21
no presenta los principales argumentos de este debate. Expone las posiciones
del doctor Josefa Achotegui acerca del “síndrome de Ulises”, sin profundizar
demasiado sobre la correlación entre inmigración y trastorno mental. Este se
produciría por la situación de estrés límite que se vincula a factores como la
soledad, el sentimiento de fracaso, el no poder acceder al mercado laboral y el
sentimiento de temor por encontrarse en una situación de ilegalidad.
Si bien la migración es considerada como un proceso natural que ha
existido siempre, la autora advierte que efectuada en condiciones muy
adversas, puede generar sintomatología de tipo depresiva y ansiosa en
personas vulnerables que quieren desarrollarse en un ambiente especialmente
hostil.
Según Achotegui la inmigración produce en la psique fenómenos de
elaboración de un duelo múltiple:
a) Duelo por la familia y los amigos
b) Duelo por la lengua
c) Duelo por la cultura
d) Duelo por la tierra
e) Duelo por el nivel social
f) Duelo por el contacto étnico o nacional
g) Duelo por los riesgos físicos
El duelo migratorio se presenta así como múltiple. La dificultad en la
elaboración de un duelo múltiple genera mayor depresión y ansiedad. Las
difíciles condiciones sociales, y las dificultades en la elaboración del duelo
migratorio, generarían el síndrome del inmigrante, o síndrome de Ulises.
Achotegui sostiene que el síndrome del inmigrante posee características
comunes con el trastorno por estrés agudo o el trastorno adaptativo, aunque no
concuerda con todos los criterios señalados en el DSM-IV, ya que se trata de
un estrés crónico, múltiple e intenso, que se traduce en desarreglos
psicológicos (tristeza, llanto, baja autoestima, culpa, ideas de muerte y suicidio,
falta de interés o anhedonia, pérdida de interés sexual, pérdida o aumento de
peso). Además de estos síntomas, que podríamos ubicarlos dentro del área
depresiva, se suman una serie de síntomas provenientes del área de ansiedad,

22
entre los que podemos mencionar: preocupaciones excesivas o intrusivas,
irritabilidad y ansiedad. También podemos mencionar síntomas vinculados a
somatizaciones tales como alteraciones del sueño, cefaleas y fatiga.
Según la autora, este fenómeno ha pasado de las oficinas de extranjería
a los consultorios de los profesionales de la salud, hasta convertirse en un
tema de política internacional. Se trata para Toselli de un factor de riesgo para
la salud mental y requiere un conocimiento de la cultura de origen del
inmigrante, de los valores y de la concepción de la salud, para un tratamiento
eficaz.
El aspecto más interesante de esta propuesta es que plantea que si los
inmigrantes y desplazados internos son susceptibles de sufrir alguna forma de
síndrome del inmigrante, ese trastorno presenta factores de riesgo que no se
producen desde un ámbito meramente psicológico sino que dependen de un
contexto político, y de la decisiones que afectan a las condiciones en la que se
produce la recepción de la inmigración. Si bien la autora no termina de analizar
esta dimensión de su propuesta, resulta interesante que mencione ese factor
en la construcción del discurso psicológico y clínico sobre el inmigrante.
En otro contexto de investigación totalmente distinto, el que tiene que ver
con los discursos que se producen en los medios masivos de comunicación, un
equipo de investigadores presentó un trabajo titulado Representaciones de
latinoamericanos en la prensa española…en el congreso X de
Latinoamericanistas españoles. Este trabajo, de una rigurosidad metodológica
relevante ya que tiene en cuenta aspectos cualitativos (como el racismo
simbólico) y aspectos cuantitativos para medir frecuencias, presenta
resultados que permiten afirmar que se están aplicando estrategias discursivas
que fomentan una cierta correlación ilusoria, al asociar Latinoamérica con
acontecimientos y resultados de carácter negativo, observándose diferencias
significativas en función del país protagonista de la información. Por ejemplo,
Venezuela y Colombia, en particular, se asocian con temas negativos como los
conflictos armados, los sucesos, accidentes y desastres naturales y con
encuadres de conflicto e interés humano.

23
En este contexto, se utiliza el concepto de racismo simbólico, acuñado
durante los años 70. La expresión de este sentimiento negativo hacia los
miembros de otros grupos étnicos, culturales e inmigrantes en general, no se
traduce en odio y hostilidad manifiesta, sino en incomodidad, inseguridad,
disgusto y, a veces miedo y resentimiento. De este modo, se diferencia un
prejuicio manifiesto o racismo tradicional (prácticas de discriminación abierta,
creencias estereotípicas sobre la inteligencia, honestidad, etc. de otras culturas
apoyo a la segregación, etc.) de un prejuicio o racismo sutil que se caracteriza
por un patrón cognitivo y afectivo de menor manifestación de sentimientos
positivos hacia miembros de otros grupos étnicos.
Con respecto a la otra categoría de análisis, la correlación ilusoria, ha
sido utilizada por el lingüista Teun van Dijk (1994, 1996) para analizar el
discurso de las noticias. El autor ha señalado que temas como el crimen, las
drogas, y la violencia en general es más probable que se acompañen de
protagonistas que pertenecen a minorías étnicas. Se fomenta así la percepción
de la relación entre dos variables (pertenencia a un grupo y una conducta o
actividad determinada) donde no existe ninguna, o percepción de una relación
más fuerte de la que existe en realidad. Esto es una correlación ilusoria. El
discurso de lo noticiarios suele vincular rasgos distintivos del protagonista (“ser
inmigrante”) con conductas o atributos negativos (actos criminales, vandalismo,
revueltas, altercados callejeros, etc.) La pregunta sería entonces ¿Hasta qué
punto esa forma discursiva puede reforzar visiones (representaciones)
estereotípicas y xenófobas de las minorías étnicas o de los inmigrantes? Esta
pregunta, que en el caso de los discursos mediáticos ha sido frecuentemente
planteada, también es aplicable al discurso clínico si este no tiene en cuenta
todos los elementos no directamente psicológicos que entran en juego en la
atribución de patologías al inmigrante. Para este tipo de análisis sería entonces
interesante aproximarse otras propuestas tales como las que plantea Michel
Foucault a la hora de analizar las prácticas y los discursos vinculados con la
psicología clínica.
Otros autores que han trabajado la cuestión de la minorías étnicas en
relación a los medios masivos, llegan a conclusiones en las que afirman que es

24
mucho más probable que, en las noticias sobre crímenes, aparezcan como
responsables de los delitos personas de origen afro-americano o latino, que
personas pertenecientes a la mayoría blanca. Todo ello contribuye a que en la
cobertura sobre el crimen predomine un “discurso de la responsabilidad étnica”,
mediante el cual se encuadra el problema del crimen como un comportamiento
cometido por grupos étnicos, a los que se define implícitamente como grupos
conflictivos y se acentúa el efecto perjudicial del comportamiento de dichas
minorías para el propio grupo dominante.
En los estudios de estos investigadores, la pregunta sobre los formatos
discursivos entonces encuentra una respuesta que responsabiliza a los medios
de comunicación y sus modos de representación en cuanto que estarían
cumpliendo una función legitimadora de los estereotipos que circulan sobre el
inmigrante y contribuyendo, de manera indirecta, a que en las sociedades
modernas se perciba como poco aconsejable la convivencia entre personas de
diversos orígenes étnicos al acentuarse en la cobertura informativa los daños y
efectos más negativos en detrimento de los aspectos positivos como pueda ser
la contribución socio-económica de las minorías étnicas y los inmigrantes. El
enfoque que han trabajado los autores basado en el framing20 o encuadre
mediático, es muy interesante por sus categorías de análisis, pero habría que
destacar que las formas de representación no sólo tienen que ver cuestiones
étnicas sino culturales en general, ya que en muchos casos los colectivos de
inmigrantes no pertenecerían a una etnia distintiva.
Los análisis realizados por los autores se basan en la selección de
variables como responsabilidades, conflictividad, etc., que puedan ir
identificando encuadres caracterizados por esas variables. Han tomado como
unidades de análisis una muestra de 400 publicaciones de El País, 322 de El
Mundo, 298 del diario ABC y 251 de La Vanguardia. Según esta investigación,
los acontecimientos tratados de forma dominante en la cobertura de

20
La denominada teoría del framing describe el proceso por el cual los medios encuadran los acontecimientos sociales
a partir de los siguientes items: seleccionando algunos aspectos de una realidad percibida (que recibirán una mayor
relevancia en un mensaje que otros), asignándoles una definición concreta, una interpretación causal, un juicio moral
y/o una recomendación para su tratamiento. En este sentido, los encuadres no remiten a la historia o génesis de la
noticia sino al tratamiento que se da al acontecimiento relatado en la misma. En IGARTUA, Juan José y otros.
Representaciones de latinoamericanos en la prensa española, pp. 361. X Encuentro de latinoamericanistas españoles.
Identidad y multiculturalidad: la construcción de espacios iberoamericanos. Salamanca 2004.

25
Latinoamérica tienen que ver con la política (64.9%), las relaciones
internacionales (50.1%), el interés humano (36.9%), la justicia (33.3%), los
sucesos (30.8%), la economía (26.7%) y los conflictos armados (22.5%).
Acontecimientos que, por lo general, se enfocan con un carácter evaluativo
negativo y en relatos que evidencian más tensión que neutralidad o un
tratamiento más distendido. A partir de esta investigación, los autores han ido
identificando además qué temas se asocian con menor o mayor intensidad a
cada uno de los países latinoamericanos que se mencionan, y en qué tono y
con qué valoración se presenta el tema.
El encuadre de conflicto tiende a utilizarse con mayor intensidad en las
informaciones sobre Venezuela, Chile, Colombia y Argentina, mientras que se
utilizan en menor medida cuando los países protagonistas son Brasil, otros
países de Centro América, México y otros países de Sudamérica. El encuadre
de consecuencias económicas se utiliza en mayor medida para informaciones
de Brasil y, en menor medida, para otros países de Sudamérica, Colombia,
Cuba, Chile, México, otros países de Centro América y Venezuela. Es
interesante destacar la conclusión a la que llegan los autores al plantear que la
constatación de diferencias significativas en la cobertura de los distintos países
en las diferentes variables consideradas (temas tratados, carácter evaluativo de
la información, tono del relato y encuadres noticiosos), plantea que podría
hablarse de países desprestigiados y países ensalzados mediáticamente. Entre
los primeros, cabe destacar Venezuela y Colombia que, por distintas razones,
se asocian a temas como los conflictos armados, los sucesos, el interés
humano, defensa, accidentes y desastres naturales. De hecho, también para
estos dos países predomina un tratamiento informativo basado en encuadres
de conflicto y de interés humano. Entre los países ensalzados por la prensa
española se encuentran México (vinculado con temas como la cultura, la
religión, la convivencia, la educación y la ciencia, además en clave positiva),
Brasil (cuyas informaciones se asocian con los asuntos económicos y de
trabajo, en un tono distendido y positivo) y Cuba (con una cobertura asociada a
las relaciones internacionales, la cultura, la inmigración y la convivencia,
también en un tono positivo).

26
Con respecto a este “racismo simbólico” que se detecta en los medios
los autores arriesgan una hipótesis: una cobertura tan negativa de
Latinoamérica (y en particular de países que mantienen un alto flujo migratorio
con España, como Colombia), puede contribuir a medio y largo plazo al
florecimiento de estereotipos, actitudes prejuiciosas y sentimientos de
“amenaza”. En otros términos, existen respuestas cognitivas reseñables de los
encuadres y discursos que circulan entre los medios de comunicación y los
discursos e imaginarios que se producen en otros contextos simbólicos.
Aunque los autores no proponen una relación causa-efecto.
Con respecto a la representación del inmigrante en los formatos
televisivos, es posible observar que en muchas tiras, o programas que
responden al formato del sit com, aparecen personajes que son inmigrantes.
Aunque no hemos realizado una investigación cuantitativa tan rigurosa a nivel
metodológico como la planteada por los investigadores que han trabajo sobre
la prensa escrita, si es posible, y con un análisis hermenéutico mínimo, detectar
que muchos de los personajes que encarnan los inmigrantes, suelen responder
a estereotipos, o están involucrados en situaciones negativas con respecto a su
comportamiento social. Un caso que apareció en una comedia era el de un
joven colombiano que se enamoraba de una chica española. El ex novio de la
chica al enterarse que pensaban casarse, va a advertirla con respecto a los
intereses del joven colombiano para casarse con ella (obtener su residencia).
Cuando ella se niega a dejarlo, el ex novio le dice al chico colombiano que le
ofrece un trabajo con contrato y, por ende, con la posibilidad de fijar su
residencia a cambio de que renuncie a casarse con su ex novia. El chico
colombiano al principio se niega, pero finalmente acepta. Las situaciones como
estas se repiten. Con un tiempo que es propio de la televisión. No permite
alcanzar a vislumbrar la historia del personaje, su psicología, su tiempo y sus
vicisitudes. Esto no supone una crítica al formato televisivo. Pero sí llama la
atención que este tipo de comedias (de las cuales muchas ni siquiera logran
cumplir con el formato y resultan aburridas) en las que han comenzado a
proliferar personajes de inmigrantes, de distintas procedencias y culturas,
tengan un éxito tan inusitado. Mientras que no ocurre lo mismo con otro tipo

27
de programas como Vientos de agua en el que el tema de la inmigración es
visto no sólo con un abordaje más relacionado con las convenciones narrativas
cinematográficas, sino que es tratado en su dimensión no sólo estructural sino
genética. Es decir pone en escena esa parte de la historia en la que las
sociedades llamadas “receptoras”, como lo es en este momento la sociedad
española, también han sido sociedades “expulsoras”, un momento narrativo
que, aparentemente, no se desea ver.

Conclusiones

A partir de la triple perspectiva con las que hemos examinado los procesos
migratorios de latinoamericanos a España podemos arribar a una serie de
planteamientos concluyentes de nuestro estudio. Primariamente, desde el punto de
vista histórico, el elemento central es el cambio experimentado en la dirección del flujo
migratorio, de ser España un país expulsor de ciudadanos pasó a ser un país de
destino de inmigrantes a nivel internacional. En este sentido, tomando en cuenta los
grupos de inmigrantes cuya motivación es fundamentalmente económica, los
latinoamericanos se han convertidos en el principal colectivo.
Las nacionalidades más representativas son las de Ecuador y Colombia,
países donde la inestabilidad política y económica impulsa la salida de sus
ciudadanos, aunque el flujo en general de toda Latinoamérica se ha incrementado
durante el decenio pasado. En este proceso, cabe hacer mención de la llegada masiva

28
de inmigrantes argentinos que implicó la crisis de su país. Según diversos estudios,
gran parte del colectivo de inmigrantes latinoamericanos tiende a radicarse
definitivamente en España.
En el plano de las políticas públicas de recepción de inmigrantes
latinoamericanos, deben ser rescatados, en este acápite conclusivo, ciertos
elementos. En principio, no ha habido una política específica y constante para la
recepción de inmigrantes latinoamericanos. Sí debe hacerse mención de los acuerdos
bilaterales con determinadas naciones latinoamericanas para asegurar la llegada a
España de un cierto número o contingente de individuos que pasan a engrosar el
mercado laboral secundario. A su vez, la llegada de inmigrantes de Latinoamérica se
ha visto obstaculizada por la solicitud de visa a ciudadanos de algunos de sus
Estados. Todo ello como consecuencia de los acuerdos, a nivel supranacional,
existentes en el marco de la Unión Europea. Asimismo, el acceso de los inmigrantes a
los servicios sociales prestados por el Estado español no se halla completamente
asegurado, lo que no condice con el aporte que la masa laboral latinoamericana
realiza al tesoro hispánico. Los derechos políticos no han sido reconocidos a los
inmigrantes en España. Acontece, en consecuencia, una situación paradojal, los
inmigrantes realizan su aporte económico al crecimiento del Estado pero carece de los
atributos para decidir respecto a su comportamiento. Por último, se percibe cierta
tendencia a la percepción del inmigrante como recurso humano que viene a colaborar
con el éxito económico español desde una posición social desventajosa y
conformando lo que se ha dado en llamar nueva clase humilde o menesterosa.
Desde una perspectiva psico-social, el discurso sobre el inmigrante y el espacio
desde el cual proviene no se encuentra, según se ha referido, desprovista de ciertos
prejuicios que atentan contra la inclusión y asimilación estructural de los recién
llegados a la sociedad española. A los efectos de revertir las consecuencias de este
escenario, deben arbitrarse los medios necesarios, a nivel de política educativa y
cultural, para propiciar una integración sostenible en el tiempo entre peninsulares y
nuevos ciudadanos.
En el cierre, se recuerda que el trabajo ha pretendido evaluar, desde diferentes
perspectivas, la realidad de la inmigración latinoamericana en España. A lo largo de su
desarrollo, se han expuesto problemas reales en relación a la cuestión. Mucho debe
ser profundizado al respecto. Lo expuesto puede ser útil para que los hacedores de
políticas públicas, tanto españoles como latinoamericanos, se sirvan de los
diagnósticos teóricos y empíricos para la puesta en marcha de nuevos mecanismos

29
tendientes a la superación de las situaciones no deseadas creadas en torno a este
fenómeno.

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