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ay ae Te Me aa eet ae eae aeircr Uefintr el:disehi Ree ea de, Vn CapituLo 1 LA DOBLE PIRAMIDE DE LA INVESTIGACION SOCIAL En este primer capftulo se exponen algurias considera- ciones previas al discurso de la integracién de métodos. En el momento actual, todo planteamiento integrador ha de partir de una peculiar situacién metodolégica surgida his- tdricamente en el ya largo proceso de formacién y consol dacién de la ciencia social. Ha de tener en cuenta, como ineludible punto de partida, la existencia de dos sdlidas tra- diciones de investigaci6n, la cuantitativa y la cualitativa, que aparecen a los ojos del investigador social como dos grandes pirémides, dos distantes piramides, enfrentadas la una a la otra, con escasos canales de comunicacién entre ambas, e impermeables tanto a la discusién como a la coo- peracién. Existen importantes razones, tanto te6ticas como pric- ticas, que pueden explicar esta dual construccién metodo- légica de la ciencia social: Sin embargo, cada vez es mas evidente que la separacién entre ambas, su mantenimiento en compartimentos estancos y la imposibilidad de rebasar las fronteras establecidas, limitan seriamente las posibili dades de Ja ciencia para aleanzar descripciones 0 cuantifi- caciones, comprensiones o explicaciones, criticas o legitima- ciones, vilidas, precisas y fiables de la realidad social. Esta neta separacién entre las metodolog(as cualitativa y cuanti- tativa aporta, como se ver en el texto, importantes ventajas al posibilitar tanto la profesionalizacién o especializacién de los investigadores, como la coherencia de las metocolo- 18 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL gias. Pero un uso rigido y convencional de esta dicotomfa metodolégica empobrece Ia investigacién social al impedir la aplicacién de cuantos instrumentos sean necesarios, en cada conereto proceso investigador, al objeto de aleanzar conocimientos més veraces. En la medida en que los elementtos que constituyen la es- tructura metodolégica de cada una de las piramides se con- sideren indisolubles, y en la medida en que los resultados que pueden obtenerse de su respectiva aplicacién se consi deren inconmensuirables, las posibilidades de la integracién de métedos quedan completamente cercenadas desde el principio. Debido a Ia dificultad que encuentra el investi- gador actual para prescindir de esta dicotomia heredada del pasado, es preciso llevar a cabo una sensible y sensata labor de de-construccién de la disyuntiva que abra las puer- tas a la integracion, Anélisis deconstructor que ha de en- frentarse al indudable peso de la tradicién, que tomé cuer- po en el propio origen de la ciencia social, esquematica- mente en el desdoblamiento entre las aproximacivnes explicativa y comprensiva, asf como el subsecuente desa- rrollo histérico, donde se observan claras alternancias en la legitimidad de las dos metodologias. En unos periodos la metodologia cualitativa se estimaba como la més apta* para el acceso de Ja realidad social, mientras que en otros perfodos era despreciada en beneficio de la legitimidad de la metodologfa cuantitativa. En la situacién actual, es importante para todo invest gador social reflexionar sobre el valor respectivo de cada una de las metodologias, asi como hacer explicitas, esto es, racionales, las actitudes que mantiene con respecto a cada una de las pirémides. Por este motivo se presenta al lector un esquema de actitudes posibles, esquema sobre el que po- dré reflexionar a lo largo de las paginas de este volume! Por tiltimo, al final del capitulo, se muestra cémo las acl tudes de integracién metodolégica participan de una co- triente general de integracién que afecta tanto a las meta- teorias sociol6gicas como a las técnicas de investigacién. El lector debe saber que la ciencia social contemporanea apuesta claramente por la superaci6n de las dualidades, su- peracién que también en el campo metodolégico, como puede comprobarse a lo largo de este libro, aportara evi- dentes beneficios a la futura investigacién social LA DOBLE PIRAMIDE 19 La complejidad propia del objeto de la sociologia, Ia va- riedad posible de perspectivas ¢ instrumentos con los-que puede ser abordado, y la inexcusable coherencia metodolé- gica inherente a todo proceso investigador, explican la for- macién de la doble pirémide de la investigacién social, pun- to de partida ineludible de cualquier discurso y practica in. tegradora. La ciencia social es hoy, y ha sido desde su origen, una ciencia multiparadigmdtica (Garcta Ferrando, 1978). Esto significa que existen milliples modos globales de contem- plar, conceptualizar y de acceder a la realidad social, mul- tiplicidad que afecta no sélo a las posiciones ontoldgicas, metatedricas y epistemoldgicas (qué es; cémo puede com: prenderse; bajo qué condiciones podemos conocer la reali- dad social), 0 a los enunciados cientificos, sean tedricas 0 apticados (cémo funciona; cémo podemos moditicar la rea- lidad social), sino también a las técnicas emptricas (c6mo extraemos; y c6mo analizamos informacién de la realidad social). Si se entiende por método la légica de investigacién que legitima y estructura un conjunto de decisiones y activida- des planificadas con objeto de establecer enunciados ver- daderos sobre la realidad social, es obvio que en la deter- minacién del método, clave del disefio.investigador, han de influir las posiciones metateéricas; las preguntas y proble- mas a contestar,o resolver, esto es, el objeto de la investi- gaci6n; las orientaciones tedricas con las que se pretende modelizar y representar el objeto; as{ como las técnicas de extraccién y de andlisis de los datos que vayan a utilizarse. Dado que el método de una investigacién social ha de integrar los tres niveles sefialados del quehacer sociolégico, el metatedrico, el tedrico y el empitico, el investigador so- cial se enfrenta no sélo a la variedad de opciones existentes en cada uno de los niveles, sino también a las presiones de la coherencia. La selecci6n de opciones metatesricas, tedri cas y empiricas en el marco de una investigacién social concreta no sélo deben ser validas en sf mismas, sino que ademés deben constituir un cuerpo integrado, un sistema de accién coherente. En primer término, el multiparadigmatismo presenta al investigador social enfrentado a un objeto una rica conste- laci6n de metateorias sociolégicas entre las que debe optar - 20 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL Bien sea entre paradigmas de primer orden, como la teoria sistémica 0 la teoria del conflicto (Friedrichs, 1970), como la teorfa de la accion o de la estructura social (Fielding, 1988), como el paradigma de los hechos sociales, de la de- finicién social o de la conducta social (Ritzer, 1980), bien sea entre metateorfas o paradigmas de segundo orden, como la teorfa del intercambio, la fenomenclog{a, el es. tructuralismo, el funcionalismo, el interaccionismo simb6- lico, el marxismo o la teorfa critica, el hecho cierto es que los investigadores sociales se enfrentan a un complejo pro- ceso de eleccién. Tanto es as{ que los investigadores suelen eludir en lo posible Ias complejidades asociadas al proceso de elecci6n mediante la adscripcién a priori a una u otra de estas pers- pectivas metatedricas de la realidad social, aplicando de forma més 0 menos consciente, con mayor 0 menor grado de coherencia, sus presupuestos axiomaticos a cuantas in- vestigaciones realizan. Las causas de esta adscripcién no son claras y differen pata cada investigador, Presupuestus ideolégicos, orientaciones transmitidas en el proceso de aprendizaje, influencias de escuelas y maestros, climas de las comunidades cientificas donde desarrollan la labor, etc. En suma, los investigadores, o aplican su particular orien- tacién metatedrica a cualquier objeto de estudio, o selec- nan el objeto en funcién de su adaptabilidad a la pers- pectiva con la que suelen trabajar. Pero el multiparadigmatismo también se presenta en el nivel empfrico con una amplia gama de posibles técnicas de observacién entre las que el investigador tiene que optar. Cualquier manual comprensivo de métodos y técnicas de investigacién muestra esta pluralidad basica, dedicando ca- pitulos a las diversas técnicas disponibles, encuesta, grupo de discusién, entrevista en profundidad, observacién parti- cipante 0 no participante, anilisis de contenido, experi- mentaci6n, técnicas no reactivas, histories de vida, andlisis de datos secundarios, etc. (Garcfa Ferrando, Ibanez, Alvira, 1994). También en cualquier manual comprensivo de and- lisis de datos (Garcia Ferrando, 1984), se presentan un todavfa mayor nimero de diferentes técnicas de andlisis. Desde las més simples, como el anélisis descriptivo univa- riable, hasta las més complejas, como los anélisis multiva- riables. Diferencia de proporciones, andlisis de varianza, de LA DOBLE PIRAMIDE, a segmentacién, discriminante, de series temporales, de clus- ter, de regresién lineal, de redes, Q-andlisis, factorial, de es- calamiento multidimensional, de correspondencias, etc., ete. En el plano empirico, por similares aunque no idénti- cas razones, los investigadores también mutestran elevados grados de adscripcién a determinadas técnicas que cono- cen, dominan o estiman de un modo general mas conve- nientes. A Ja inabordable pluralidad de opciones tanto metated- ricas como empiricas, que desazona a cualquier honesto aprendiz de investigador social que desee obtener siquiera un somero dominio del abanico de posibilidades, se anade Ia complejidad procedente de la variedad tematica que abarca Ja sociologia. Dado que esta ciencia presenta una ta indefinicién de su objeto especifico, pero cuenta al mismo tiempo con una clara perspectiva aplicable a multi- tud de objetos, el investigador social ha de seleccionar op- ciones metodolégicas de investigacién en un amplio y di- verso campo temético. Por citar algunas 4reas, piénsese a modo de ejemplo en sociologia politica, de la educacién, de Ia desviacién social, econémica, urbana, del cambio social, de la ciencia, de la estratificacién, de las organizaciones, de la poblacién, del género, del conflicto, de la vida cotidiana, de la cultura, de la comunicacién, etc., etc. No ha de parecer extrafio, dada esta variedad, y dado que el método ha de integrar de modo coherente ios tres niveles citados, que hayan operado intensas fuerzas de simplificacién, estableciéndose a lo largo de la historia de la disciplina una bisica dicotomta metodologica me- diante la cual se ha distinguido entre las orientaciones cuantitativa y cualitativa en la investigacién social. Esta re- duccién, si bien no del todo legitima, tal y como se sostie- ne en este libro, opera sobre unas bases pragmiticas no exentas de justificacién tedrica. Primero, al segmentar el posible universo metodolégico de la investigacién social, queda reducido a la mitad el campo del saber hacer, favo- reciendo asf una mayor especializacién y cualificacién pro- fesional. Segundo, se logra orientar de modo convencional la coherencia metodoldgica entre los tres niveles, dispo- niendo a cada lado de la dicotom{fa elementos metateéri. cos, teéricos y empiricos que presentan mayor sintonia y grado de integracién 22 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL Esta estructuracién dicotémica de la complejidad, que presenta opciones como si fueran una especie de cajas ne- gras 0 paquetes cerrados listos para operar, tiene sin duda, como hemos visto, no s6lo una justificacién pragmética, sino también una Sélida legitimidad tedrica. Sin embargo, no podemos decir que de esta estructuracién sélo se deri- ven ventajas, sin apenas ningiin inconveniente. En primer lugar, fa dicotomfa muestra uno de sus efectos perversos en la ocultacién de otras posibilidades metodolégicas. Por ejemplo, M. Beltran refiere cinco vias de acceso a la rea- lidad social, que son los métodos histérico, comparativo, erttico-racional, cuantitativo y cualitativo (Beltran, 1994). I. Ibéiiez, por su parte, sefiala tres diferentes perspectivas en la investigaciOn social, distributiva, estructural y dialécti- ca (Ibafiez, 1986). En segundo lugar, otro de sus més im- portantes efectos perversos se manifiesta en Ia aplicacién convencional y acritica de las metodologfas por parte de los investigadores, que toman las opciones convencionales como si se tratase de opciones «reales», generando una se- guridad y confortabilidad metodolégica que cercena la apli- cacién creativa e impice el perfeccionamicnto futuro. Respecto a la tematica de este volumen, més alld de la ccultacién de otros métodos, y més alld del convenciona- Hismo que fomenta, la dicotomfa cuantitativo-cualitative muestra sus efectos al inhibir o impedir aquellos desarro- llos que pretenden, traspasando las barreras establecidas, abordar el acceso a Ia realidad con el concurso de una plu- ralidad de orientaciones metodolégicas. La dicotomia no slo ha operado en la comunidad cientifica ofreciendo sen- dos paquetes, sino que los presenta como ofertas excluyen- tes, separando en compartimentos estancos, opuestos, lo que no es sino el producto de un agrupamiento cientifica. mente legitimo pero, segtim hemos dicho, en alguna medi da convencional. {Una adecuada fundamentacién de los disefos de investigacin multimétodo, en tanto pretenden desarrollar investigaciones que combinan ¢ integran las, orientaciones cuantitativa y el cualitativa en el marco de un estudio nico, requiere necesariamente de una previa de- construccién metodoldgica de ambas aproximacione: como también de la estructura de relaciones excluyentes que sostiene y legitima la propia dicotomfa (Hammersley, 1992). De este modo pueden Hlevarse a cabo ésmosis fruet(- LA DOBLE PIRAMIDE 23 feras entre elementos provenientes de ambos lados de la frontera establecida en el proceso del desarrollo histérico- metodolégico de ias ciencias sociales, en general, y de la so- ciologia en particular. La deconstrucci6n que se propone no significa, empero, un rechazo al monumental trabajo de produccién histérica que ha dado lugar a lo que denominamos metaféricamente como a doble pirémide de la investigaci6n social. implica, antes al contrario, un absoluto reconocimiento de la tarea realizada, pero un reconocimiento dual de la robustez y ca- lidad alcanzada por ambas pirdmides. Los cientificos so- ciales no pueden, a nuestro entender, seguir admirando una sola de las construcciones, mientras desprecian la otra. No pueden seguir observando el mundo mientras ascienden por una de las pirdmides, al mismio tiempo que ignoran el horizonte que se divisa desde la otra. No pueden, por tilti- mo, seguir pensando que las piramides estan‘asentadas y se han construido con una arena diferente, Desde nuestra perspectiva han erecida sabre un mismo desierto, sobre una misma ignorancia. Sus bases son muy amplias y estan muy préximas, aunque preciso es reconocer que sus cimas son muy estrechas y distantes entre si. De ahi que su com- pleta integraci6n, dada la solidez y el tamafio de las pird- mides, no slo sea précticamente imposible, sino también dudosamente util. Sin embargo, lo que sf parece tanto itil como posible es servirnos de esta doble construccién para llegar més alto y para ver mas lejos. ‘Aun imaginando ambas metodologias como dos pirémi- des unidas por uno de los lados de sus respectivas bases, queda por resolver el problema de cémo fundir sus distan- tes ciispides, La ciispide, en nuestra metdfora, equivale al componente metatedrico, mientras que las bases equivalen al componente empitico. A la parte alta de la piramide, que en el extremo o ctispide queda reducida a un solo punto, corresponde el maximo de coherencia discursiva (ontol6gi ca, epistemologica y metatedrica) de una perspectiva de investigacién social. Sin embargo, también a esas partes co- rresponde una gran altura, esto es, un maximo distancia- miento respecto de la realidad social y, por ende, un riesgo de proyeccién de Ia mirada del observador sobre el mundo empftico, un evidente riesgo de lo que podrfamos denomi- nar espejismo ideacional. La partes bajas de ta piramide, en 24 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL el Ifmite la base que toma contacto con la realidad, por ser més amplias son de por si mds plurales e incoherentes pero, al mismo tiempo, y ésta es su gran virtud, mAs recal- citrantes. A cada grano de la base corresponde un grano del desierto, y ya la mirada no puede vagar libre, estd someti- da por el pesado vinculo de proximidad que se establece. El problema, en este caso, es que los vinculos o conexiones empfricas, en su atomistica individualidad y aislamiento son incapaces por sf mismos de producir conocimiento y derivar sentido de la observacién. Los problemas que plantea esta doble piramide de la in- -vestigacién social son graves, pero son grandes las ventajas que aporta. Histéricamente, en el proceso de construccién, unas veces se ha orientado el esfuerzo a perfilar las ctispi- des, otras a desarrollar las bases. En unas épocas se ha avanzado en la construccién de la pirdmide cuantitativa, abandonando los trabajos de la cualitativa. En otras, a la inversa, se trabaja intensamente en la cualitativa, olvidan- do la cuantitativa. Ahora, por primera vez en la historia de las ciencias sociales, comenzamos a valorar positiva y multéneamente esta doble construccién, siendo ya incapa- ces de despreciar ninguna de las piramides. Por tanto, des- de esta valoracién equiparable, surge también por vez. pri mera la posibilidad de afrontar una adecuada integracién. Integracién que resulta diffcil llevar a cabo porque esta doble pirémide cuenta ya con una larga historia de enfren- tamiento que se remonta al origen de la sociologia. Las orientaciones explicativa y comprensiva, de las que por co- nocidas sélo se hard aqui una somera menci6n, constituyen una referencia te6rica fundamental de la disputa. La meto- dologfa cuantitativa suele asociarse al positivismo subya- cente ala concepcién durkheimiana de la sociologia, segiin Ia cual esta disciplina tiene por objeto el estudio de los he- chos sociales analizados en tanto cosas, es decir, objetiva- mente y de un modo similar a como los cientificos natura- les realizan sus pesquisas (Durkheim, 1988). A. Giddens, si- guiendo el positivismo filoséfico clisico establecido por A. Comte, sefiala tres aspectos bisicos de su incorporacién alla sociologta. Primero, el ya mencionado monismo meto- dolégico entre ciencias naturales y sociales; segundo, que los resultados sociolégicos han de formularse en términos de leyes o generalizaciones similares a las de las ciencias LA DOBLE PIRAMI naturales; tercero, que la ciencia social debe tener un ca- racter puramente instrumental, para lo cual se debe des. prender de toda influencia valorativa © normativa (Gid- dens, 1974: 3-4). ‘A esta orientacién explicativa suele oponerse la orienta- cidn comprensiva de la sociologfa weberiana (Weber, 1979; Platt, 1985). Su propuesta de que el objeto de la ciencia so- cial ha de ser la accién social, y de que toda accién para ser social ha de contener yn sentido © significado, subraya la importancia del momento comprensivo de la subjetividad del actor o verstehen. Aunque, como es sabido, Weber no renuncié por ello a la orientacién explicativa, presenta un marco de andlisis que difiere sensiblemente de la propues- ta durkheimiana. Esta necesidad de interpretacién, que no puede levarse a cabo sin la mediacién del lenguaje y sin la consideracién de los estados internos del sujeto, ha dado lugar a que se calificase de cualitativa e incluso de huma- nista a esta perspectiva. En el fondo, subyace un repudio manifestado ya desde el principio por historicistas, ideo- gréfos y defensores decimonénicos de las ciencias del espi- ritu, como Wilhem Dilthey, a aplicar idéntica metodologia al mundo natural y al hombre. El mundo natural se expli- ea, e] mundo social se comprende (Wright, 1979). La disputa, esquematicamente representada por los po- los explicativos y comprensivos de la realidad social, nunca hha desaparecido, sino que, antes bien, aparece y reaparece en ondas historicas presentando diversos aspectos y estados del debate, asf como diferentes hegemon‘as entre las posi- ciones. Tal como sefiala Francisco Alvira, «&tomando como ejemplar —en el sentidé kuhniano de la palabra— la obra El campesino polaco, puede afirmarse que durante el pre- dominio de la escuela de Chicago —basicamente 1915- 1935— la perspectiva dominante era la humanista/cualita- tivan (Alvira, 1983: 54). Esta escuela hizo uso de la orien- tacién. cualitativa, aplicada con las técnicas de la observa- cién participante y las historias de vida, bajo el supuesto de ser la orientacién idénea para el estudio de la realidad so- cial. Segan Hammersley, en Estados Unidos, durante las dé- cadas de los afios veinte y treinta, hubo una disputa entre los defensores de los estudios de casos y los defensores de los métodos estadisticos que puede considerarse el origen de los debates actuales (Hammersley, 1989). 26 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL Tras la Segunda Guerra Mundial, en torno a las décadas de los afios cuarenta y cincuenta, la hegemonta de la orien- tacién cuantitativa, auspiciada por el desarrollo de la té- nica de encuesta en sociologia y de la experimentacién en psicologfa social, asi como en otros campos afines, comen- 26 a ser evidente. «Sucesivos autores van configurando a lo largo de los afios treinta una idea clave: los datos y andlisis cualitativos son importantes ¢ interesantes en las fases pre- paratorias de las investigaciones y en las investigaciones exploratorias o pilotos, pero no sirven para la contrastacién y justificacin de hipétesis tedricas» (Alvira, 1983: 56). Sin contar con estas tiltimas posibilidades, ninguna actividad podfa merecer el calificativo de cientifica. La hegemonia cuantitativa coincidié con la hegemonfa del estructural-funcionalismo parsoniano (Parsons, 1988), metateorfa que pronto, en la década de los sesenta,.empe- 26 a recibir la primeras criticas frontales. El proyecto de Schutz, interesado en extender la nocién de verstehen we- beriana haciendo uso de la fenumenvlogla de Musser! (Schutz, 1972), realiment6 junto al interaccionismo simbé- lico y la etnometodologfa la legitimidad de fuentes meta- tedricas que sustentan la perspectiva cualitativa. Por otra parte, en esta misma década, el positivismo clésico 0 inge- muo comenz6 a perder predicamento entre los filésofos de las ciencias. Segin comenta Alvira, en primer lugar, «la idea de verificacién o prueba de hipétesis tedricas ha en- trado en crisis a raiz de las criticas de Popper, Lakatos y Kubn a las tesis del Circulo de Viena y, en segundo lugar, ala perspectiva cientifista/cuantitativista ha impulsado el desarrollo de un sinnimero de avances técnicos para hacer frente al problema de los datos cualitativos» (Alvira, 1983: 36-57). El renacimiento y revalorizacién de la perspectiva y me- todologfa cualitativa (Sarabia y Zarco, 1997), no viene acompafiado, curiosamente, por una pérdida paralela de la legitimidad, vigor y uso de la cuantitativa. Los datos mues- tran que una técnica asociada a esta orientacidn, la en- cuesta estadistica, siguié siendo la mas utilizada en las in- vestigaciones sociales. Wells y Picou (1981) realizaron un estudio de los articulos publicados en The American Socio- logical Review desde 1936 hasta 1978, y concluyeron que «en cuanto a la ulilizacién de la encuesta aumenta cada vez LA DOBLE PIRANIDE 2 mas su uso, ast ‘en el perfodo 1936-49 el 48,2 % de los ar- ticulos emplean la encuesta, este porcentaje pasa a ser del 10,5 % pata el perfodo 1950-64 y del 80,3 % en 1965-78, mientras que los métodos de interpretacién descienden del 50,4 % al 27 % y al 17,1 %, respectivamente» (Latiesa, 19915). Sin confundir frecuencia de uso y relevancia cien- tifica, el debate auspiciado por los defensores de la meto- dologia cualitativa contra la cuantitativa ha sido observado a distancia, casi con indiferencia, por los defensores de esta Uiltima, Seguros de si mismos, siguieron realizando su la- bor, perfeccionando sus técnicas, sin apenas levantar la ca- bbeza,.e incluso hasta muy recientemente, sin apenas volver la vista con la intencién de asimilar los beneficios que la emergencia del cualitativismo pudiera reportarles. Esta actitud no ha impedido la expansién y renovada le- gitimidad de la metodologta cualitativa, como asi se mues- tra en la abrumadora cantidad de publicaciones que dedi- cadas a esta orientacién han aparecido en la tiltima déca- da, En este contexto, es preciso sefialar la importancia del papel desempefiado por una «nueva» técnica como es el ‘grupo de discusion 0 focus group. Esta técnica esté adqui- Tiendo, en el £mbito de la sociologfa cualitativa, similar es- tatuto al que tiene la encuesta en el ambito de la sociologia cuantitativa, Presenta también similares ventajas précticas, por ejemplo respecto a la escasa implicacién del investiga- dor principal en la recogida de datos, y respecto al equi- librado balance entre coste econémico y resultados cienti- ficos. Podrfamos anticipar, en este sentido, que si en la actualidad el socidlogo es popularmente reconocido y aso- ciado casi con exclusividad a la técnica de encuesta, en el futuro proximo ser4 reconocido por su dominio y practica simultanea de las técnicas de encuesia y grupo de discu- si6n, La contribucién de Jestis IbAfez, figura sefiera que in- trodujo y desarroll6 el grupo de discusién en el Ambito aca- démico, elaborando al mismo tiempo una excelentisima y __sélida obra epistemolégica y metodolégica en torno al uso y fundamentacién de la por él denominada perspectiva es- tructural (Ibiiez, 1979), ha sido determinante en el con- texto de la sociologia espafiola. Tanto el uso como la demanda de esta técnica se esté hoy incrementando a fuerte ritmo, pero el grupo de discu- sién tiene ya st: historia, Aqui s6lo destacaremos tna im- 28 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL portante aportacién germinal. Pese a haber estado durante algunos aiios circunscrita, tanto en Estados Unidos como en Espaiia, al Ambito del marketing y de los estudios de mercado, donde en efecto Jesiis IbAfiez realiz6 su trabajo profesional, tiene un evidente origen intelectual en la prac- tica desarrollada por Merton en torno a los efectos de la co- municacién de masas. Tras su experiencia adquirida en la practica investigadora, Merton publicé inicialmente un ar- ticulo en The American Journal of Sociology (Merton y Ken- dall, 1946), y posteriormente un breviario (Merton et al 1956), recientemente reeditado (Merton, 1990), donde ex- ponia los principios metodolégicos de la por él llamada fo- cussed interview, que contemplaba dos variantes, una de en- trevistas individuales y otra de entrevistas en grupo. Aun- que la orientacién metodolégica de Merton y del moderno grupo de discusién no es exactamente la misma, sin duda el substrato germinal puede considerarse muy similar, lo que ha Ilevado a Merton a reclamar Ja continuidad intelec- tual entre la focussed interview y el hoy tan extendido como apreciado grupo de discusién (Merton, 1987). La diferencia principal entre ambos, como puede verse en el ejemplo 3, es que Merton utiliza la entrevista, sea individual o grupal, en combinacién con un minucioso andlisis de la situacién que ha dado lugar a la respuesta de los sujetos, anélisis de donde se derivan las hipétesis que habrén de contrastarse y clarificarse con la subsecuente investigacién cualitativa. Es justo considerar a Merton no sélo precursor intelectual del grupo de discusién, sino también uno de los pioneros de Ja integracién y de los disefios multimétodo. Segtin hemos comentado, el investigador actual se en- cuentra ante dos pirémides de similar magnitud, robustez, tradici6n y calidad, dos pirémides ante las que cada cienti- fico social puede mostrar diferentes actitudes. Es impor- tante, cn este momento, saber cudles son las actitudes po- sibles, como asimismo es importante que cada investigador defina su posicién ante esta realidad metodolégica. Este vo- lumen pretende, entre otros objetivos fundamentales, fo- mentar una clara conciencia de la posicién a Ja que cada cientifico social se adscribe. El mapa bisico de actitudes puede perfilarse atendien- do a distintas logicas. En primer término, el investigador puede optar entre una ldgica de distincién 0 una Idgica de {DOBLE PIRAMIDE 29 convivencia, Desde la légica de la distincién se sostiene una actitud de diferenciacién jerarquica, esto es, se sostiene, Dien que sélo una de las metodoiogfas es valida para el and lisis de la realidad social, bien que tiene un mayor valor y que, por tanto, la otra sdlo puede ser un instrumento aui- xilian Asi, los cuantitativistas puros piensan que sélo su metodologia es cientfficamente legitima para el estudio de cualquier fenémeno de la realidad social. A la inversa, los cualitativistas puros creen que sélo la suya puede aprehen- der verazmente la realidad social. En las respectivas ver- siones atemperadas, los defensores de una orientacién aceptan la otra, pero otorgdndole siempre y en todo caso un estatuto subsidiario y una funcién meramente auxiliar. Desde la logica de la convivencia, por el contrario, se va- Joran igualmente las posibilidades de cada metodologia, respetando sus respectivas aportaciones. Esto no significa, normalmente, que se les otorgue a ambas un valor univer- sal, sino que suele circunscribirse a Ambitos que le son pro- ios, eo decir, al estudio de fendmenos sociales especificns y especialmente adaptados a sus peculiares caracteristicas. Esta es la posicién mantenida claramente por Miguel Bel- tran, quien vineula el uso de las cinco vias de acceso ante- riormente citadas a las diferentes dimensiones de los obje- tos de la realidad social que puedan investigarse. «Si a la complejidad del objeto corresponde necesariamente un planteamiento epistemolégico que he venido calificando de pluralismo cognitivo, ello impone como correlato necesario un pluralismo metodolégico que permita acceder a la con- creta dimensién del objeto a la que en cada caso haya de hacerse frente. La propuesta, pues, aqui formulada es la adecuacién del método a la dimensién considerada en el ‘objeto, y ello no de manera arbitraria o intercambiable;” Sino con el rigor que el propio objeto demanda para que su tratamiento pueda calificarse de cientifico» (Beltran, 1994). Con este tiltimo parrafo, Beltran rechaza oportunamente cualquier tipo de escepticismo 0 eclecticismo. Sosteniendo idéntica posici6n, es ya clésica la cita de un pétrafo de Trow donde el autor atremete, acusdndolos de provincianos, contra aquellos investigadores sociales que, comportindose como zapateros, creen que lo tinico que existe es el cuero. Trow, en un comentario escrito en 1957, comparando las técnicas de observacién participante y de 30 METODOS EN INVESTIGACION SOCtAL entrevista, dej6 sentada claramente la posicién de que «el problema a investigar determina propiamente el método de investigacién», abriendo asf la puerta al uso de maltiples métodos en fa investigacién social. «Cada zapatero piensa que el cuero es lo tinico que importa, La mayoria de los cientificos sociales, incluyendo quien esto escribe, tienen sus métodos favoritos de investigacién con los que estan familiarizados y en cuya utilizacién poseen cierta destreza. Y sospecho que fundamentalmente decidimos investiga aquellos problemas que parecen vulnerables a través de ta- les métodos. Pero deberiamos, por lo menos, tratar de ser menos localistas que los zapateros. Prescindamos ya de las argumentaciones de la “observaci6n participante” frente a la entrevista como ya hemos renunciado en buena medi- da a las discusiones de la psicologfa frente a la sociologia— y prosigamos con la tarea de abordar nuestros problemas con el més amplio despliegue de instrumentos conceptua- les y metodolégicos que poseernos y que tales problemas exigen. Esto uv excluye la discusién y cl debate respecto de la utilidad relativa de los diferentes métodos para el estu- dio de problemas o tipos especificos de problemas. Pero resulta algo muy distinto de la afirmacién de una superio- ridad general e inherente de un método sobre otro, basén- dose'en algunas cualidades intrinsecas que supuestamente pose» (Trow, 1957: 35). En el marco de la actitud convivencial entre metodolo- gias, caben dos diferentes opciones, inspirada la una por la logica segregacionista y la otra por la logica de integracién: La logica segregacionista, aun aceptando ambos métodos, circunscribe su operatividad a determinados problemas de investigacién que le son propios, y no contempla como po- sible ningén tipo de fusién, esto es, tanto los métodos como los resultados se consideran valiosos pero inconmensura- bles. La ldgica de integracién, ejemplificada en el caso de Merton, no sélo reconoce el mérito de cada método en su respectivo’ ambito, sino que cree posible y fructifera -su combinacin complementaria para el estudio de muchos fenémenos sociales. En su versin atemperada, el integra- cionismo reconoce que, al menos en algunos casos, la inte- gracién es util y posible. En su versién radical, el integra- cionismo cree que para toda pregunta’o' problema de in- vestigacién un disefio multimétodo conduciré a mas vilidos LA DOBLE PIRAMIDE 31 resultados, En summa, el integracionismo, en cualquiera de sus dos versiones, avanza un paso més alld de la legitima y reconocida convivencia, preguntindose acerca de la posib lidad, legitimidad y utilidad de integrar en una sola inves- tigacién las orientaciones cualitativa y cuantitativa, Una interesante clasificacién de actitudes frente a la di- cotomta paradigmatica entre cualidad y cantidad es la que presenta Gareth Morgan en su libro Beyond Method. El au- tor distingue cinco posiciones (G. Morgan, 1983): a) Supremacia: pretende establecer una perspectiva como la mejor, por encima de todas las demés. 5) Sintesis: intenta buscar modos de combinacién que maximicen las fortalezas de ambas perspectivas y minimi- cen sus debilidades. ¢) Contingencia: el investigador analiza las circunstan- cias e idiosincrasias del contexto y del fenémeno bajo estu- dio para seleccionar entonces la perspectiva que mejor se adapte. Od) Dialéctica: trata de aprovechar Jas diferencias en tanto estimulo para construir en el futuro nuevos modos de aprehensién de la realidad social. ¢) Todo vale: corresponde a la posicién sostenida por Feyerabend, quien defiende que no hay idea, por trasno- chada o absurda que sea, que no sea capaz de arrojar cier- ta luz sobre nuestro conocimiento de la realidad social. En este marco de opciones, o en cl anteriormente des- crito, cada investigador puede fijar especificamente su po- sicidn. Nuestra particular actitud integradora se nutre de las posiciones de sintesis, contingencia y dialéctica referi- das por G. Morgan, desechando tanto la de supremacia, por su parcialidad, como la del todo vale, por su evidente falta de rigor, si bien no carece absolutamente de sentido. De i | investigador social que procedan. De sintesis. porque creem: ¢ método ni técnica perfecta, de ali{ qiie en-muchas-ocasio- nes_una adecuada combinacién sea imp responder a las preguntas o resolver los problemas q investigador se plantea. Dialéctica porque la integracién de 32 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL métodos. no es una nueva receta, sino un_ nuevo impulsos Ue ha.de servir, desde las diferencias existentes.en el pun- to de partida,-al_pefeccionamiento.de-la-investigacién so cial. Impulso dialéctico que anima el amplio e intenso flu- Jo de integracién que existe en la ciencia social contempo- rénea, afectando a todos y cada uno de los componentes de su quehacer: metatedrico, cientifico tedrico, cientifico apli- cado y técnico. En el plano metatesrico, los esfuerzos integradores se crientan no sélo al reconocimiento convivencial entre pa- radigmas, sino a la superacién del multiparadigmatismo. El éxito que los diversos autores obtienen en el cumplimiento de esta meta, esto es, las soluciones que alcanzan, es obvio que distan de ser ptimas, dejando amplios mérgenes para la critica, pero aquf lo importante es sefalar, a titulo de ejemplo, cémo importantes socidlogos vienen trabajando en pos de este objetivo. Asi, todo el esfuerzo tedrico de G. Ritzer se ha orienta- do casi exclusivamente al andlisis de la integracién meta- teorica (Ritzer, 1993), asi como a la busqueda de un para- digma integrado, paradigma que concibe incluyendo en tuna tinica perspectiva diversas dimensiones del anélisis de la realidad social, micro y macro por un lado, y objetividad y subjetividad por otro, asf como incluyendo los tres para- ‘igmas basicos, el de los hechos sociales, el de la definicion social, y el de la conducta social. Pese a todo, el paradigma integrado es més bien un esquema clasificatorio de las me- tatcorias sociolégicas contempordneas que una verdadera y genuina integracién metatedrica. Otro intento de integra- cidn en el nivel paradigmatico fue desarrollado por A. Gid- dens en su conocida teorfa de la estructuracién (Giddens, 1984). El autor, debatiendo con las teorfas de la accién y de la estructura, avanza una necesaria consideracién dual de accién y de estructura que se manifiesta en las précticas recurrentes de los hombres, a medio camino entre la libre accién individual y las constricciones estructurales. Sin em- bargo, desde este reconocimiento convivencial no constru- ye un paradigma integrado, sino que mas bien fundamenta un escepticismo dialéctico. Otro importante intento inte- grador es e! Ilevado a cabo por Jeffrey Alexander, que esta- blece una combinacién de los dilemas vinculados con el problema del orden social, generado colectiva o individual- LA DOBLE PIRAMIDE 33 mente, y con la accién, sea instrumental 0 normativa (Ale- xander, 1982). En este caso, pese a su afirmacién de fun- damentar una sociologia multidimensional, Alexander no sostiene un equilibrio entre los componentes, sino que con- cede supremacta al componente colectivo-normativo del andlisis. Entre los teéricos espafioles, también pueden citarse obras orientadas a la integracién. El énfasis sostenido por Salvador Giner en la logica situacional (Giner; 1978 y 1996), puede interpretarse como un esfuerzo por diluir los dilemas ¢ integrar paradigmas asociados al holisino, por un lado, y al individualismo metodolégico, por otro. Las reflexiones acerca de las consecuenéias inesperadas de las acciones so- ciales, y los correspondientes conceptos de acto, accidn y re- sultantes, elaborados por Emilio Lamo de Espinosa al ob- Jjeto de establecer conexiones entre las teorfas de la accion social y las teorias del hecho social (Lamo, 1990). También la relevancia metateGrica otorgada por Juan del Pino Arta- cho a los sistemas de personalidad, cultura y sociedad indu- cen a la busqueda de adecuadas propuestas integradoras (Pino, 1990). Rodriguez Ibaiiez, por su parte, se opone a una consideracién dualista de las relaciones entre los nive- les micro y macro, apostando por una perspectiva grada- cional (Rodriguez, 1997). Junto a estos, y otros muchos no mencionades, intentos integradores en el plano metatesrico, también se puede constatar el fuerte flujo integrador en el campo de las in- ‘vestigaciones sociales. Muchisimos son ya los estudios con- eretos que incluyen multiples técnicas de investigacién. Ejemplos de este tipo de investigaciones se ofrecen en la se- gunda parte del presente volumen, por lo que no citaremos aqui ninguno. Sin embargo, st parece importante avanzar dos comentarios. Primero, que las investigaciones multi- método se enfrentan a problemas y dificultades similares a Jas que han de enfrentarse los metatedricos, por lo que no siempre’ las integraciones obtienen resultados coherentes, En segundo lugar, interesa sefialar que las investigaciones se ubican en el Ambito humano del hacer, lo que no siem- pre exige la explicitud discursiva asociada al ambito del de- cir propio de los metatesricos. Esto es, los investigadores sociales integran orientaciones metodolégicas mucho antes de que haya aparecido un discurso explicito sobre la inte- 34 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL gracién, discurso por otra parte clave a la hora de sinteti- zar tanto sus problemas como sus hallazgos. Aunque desde este texto se recomienda ¢ intenta fomentar una explicita conciencia metodolégica en los investigadores sociales, es justo reconocer que buena parte de las soluciones humanas se aleanzan en el Ambito del hacer, cuyos éxitos s6lo poste- riormente son explicitados y formalizados en el Ambito del decir, También matemAlicos y analistas de datos sociales, par- tiendo de dos premisas, estén desarrollando una callada la- bor de integraci6n. La primera se basa en el reconocimien- to de que gran parte de la informacién con la que trabajan los investigadores sociales es de naturaleza cualitativa y, por tanto, opera en el sentido de impulsar el desarrollo de idéneos modelos mateméticos de andlisis. Segin Alvira, esto se ha intentado resolver en tres frentes: primero, creando posibilidades de transformar lo cualitativo en cuantitativo mediante nuevos desarrollos en la teoria de la medicién; segundo, concibiendo nuevas técnicas estadic cas que utilizan datos cualitativos; y, tercero, creando len- guajes formales no necesariamente numéricos que permi tan el tratamiento de datos (Alvira, 1983). Entre estos de- sarrollos podemos citar, a modo de ejemplo, el andlisis de correspondencias, el logit y el probit (Eye y Clogg, 1996; Kennedy, 1992), el andlisis cualitativo comparativo 0 QCA (Ragin, 1987), o la matematica no numérica como la teorfa ds grajbs. La segunda premisa de integracién, més radical, se so- porta sobre la idea de que no puede postularse una canti- dad sino de una predeterminada calidad y, a la inversa, que no se puede postular cualidad sino en una cantidad prede- terminada (Bericat, 1994: 35-37). Toda cuantificacién mé- trica exige el aislamiento de una cualidad pura, de lo que se derivan las grandes dificultades de la ciencia social para aplicar el ntimero, y los modelos matematicos que en él se basan, a cualidades que en general ni estén suficientemen- te definidas ni pueden extraerse u observarse en estado puro en la realidad social. A la inversa, hablar de calidad implica siempre hablar de cantidad, aunque en formas mas menos exactas, mas o menos implicitas. Por ejemplo, atri- buir belleza a un objeto, cuando lo comparamos con otro objeto al que atvibuimos fealdad (atributos considerados LA DOBLE PIRAMIDE 35 convencionalmente categéricos, nominales o cualitativos), implica una medicién, burda si quiere, pero medicién al fin y al cabo del fenémeno que se considera. Decir bello im- plica reconocer «algo» de belleza en el objeto, aunque no se tengan los instrumentos apropiados para precisar 0 cuanti ficar la medida. Cualidad y cantidad se reclaman légica- mente si no quieren perder su sentido. El significado se diluye sin la medida; la medida carente de significado re- sulta mero guarismo. En el marco del anilisis de los siste- mas sociales cualquier valor de una variable cuantitativa, como puede ser la edad 0 los aftos de formacién, sélo co- bra significado y sentido a la luz de los procesos estructu- rantes de una determinada sociedad. Por citar un sim ejemplo, pasar de 63 a 66 afios constituye un cambio de po- sicién social cuya naturaleza va mis alla de la diferencia métrica existente entre ambos valores. La necesidad de cuantificar la cualidad explica, por tl- timo, la intensa corriente de penetracién de lo cuantitativo que puede detectarse en las investigaciones de orientacién cualitativa. Este interés por la medicién ha cobrado nuevo impulso merced al reciente desarrollo de programas infor- mAticos orientados al andlisis de la informacién con la que trabajan y de los datos que se obtienen mediante la aplica- cidn de técnicas cualitativas (Weitzman y Miles, 1995; Fiel- ding y Lee, 1991). También se detecta un reconocimiento por parte de los propios cualitativistas de que la cantidad, hasta cierto punto, ha estado siempre presente en sus estu- dios y consideraciones. La medida expresada lingiifstica- mente, por ejemplo en categorias nominales de frecuencia, forma parte esencial en muchos casos de las conclusiones de los estudios de orientacién cualitativa. La distancia si- gue siendo insalvable, pero el hecho es que se observa una reduccién de los complejos asociados a ambas orientacio- nes metodolégicas, asi como corrientes subterraéneas de aproximacién de las que ya pueden observarse consecuen- cias manifiestas. “Hemos visto en este capitulo cémo, desde la gran varia- bilidad existente en las opciones que tienen los investige- dores para realizar sus estudios, fue operado un proceso basico de simplificacién y reduccién de la complejidad, en alguna medida convencional, hasta concentrar la oferta ‘en dos tinicas opciones, los métodos cuantitativo y cualita- 36 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL tivo, que se presentan como paradigmas alternativos y ex- cluyentes, Hemos visto cémo esta dicotomia aparece en el mismo origen de la sociologia cientifica, y cémo diver- sos periodos de su historia muestran una hegemonia de la orientacién cualitativa seguida de una hegemonia de la orientacién cuantitativa. Tras repasar las posibles actitudes de los investigadores ante la disyuntiva metodolégica, he- mos finalmente puesto de manifiesto que la logica de la dis- tincién esta siendo sustituida, por primera vez, por una nueva légica de convivencia y que, tras la naturalizacién de esta convivencia, se detectan intensos flujos de integracién tanto en el plano metatedrico como en el empfrico. Es, por tanto, en este contexto donde se plantean las posibilidades de integracién metodolégica. Posibilidades que no sdlo de- ben ser facticas, sino también cientificamente legitimas, tema de reflexidn al que se dedica e! siguiente capitulo. CapfruLo 2 LA LEGITIMIDAD CIENTIFICA DE LA INTEGRACION Existen tres razones fundamentales que pueden motivar el diseio multimétodo de una investigacién social, razones que dan lugar a los tres subtipos de estrategias de inte- gracién, tal y como se indica en la figura 2.1: complemen- tacién, combinacién y triangulacién. Existe COMPLEMENTACION cuando, en el marco de un mis- mo estudio, se obtienen dos imagenes, una procedente de métodos de orientacién cualitativa y otra de métodos de orientacién cuantitativa. Asi, obteniendo esta doble y di- ferenciada visién de los hechos completamos nuestro co- nocimiento sobre los mismos. El producto final de este tipo de disefios multimétodo es normelmente un informe con dos partes bien diferenciadas, cada una de las cuales expo- ne los resultados alcanzados por Ia aplicacién del respecti- vo método. Dado que dos perspectivas diferentes iluminan diferentes dimensiones de la realidad, no existe 0 no se pre~ tende solapamiento alguno. En la complementacién el gra- do de integracién metodolégica es mfnimo, y su legitimidad se soporta sobre la creencia de que cada orientacién es ca- paz de revelar diferentes e interesantes zonas de la realidad social, asi como que es necesario contar con esta doble vi sidn para un mejor entendimiento del fenémeno. Una for- ma més elemental de complementacién se lleva a cabo cuando comparamos dos estudios, uno cuantitativo y otro cualitativo, que versan sobre la misma materia, pero obser- vada desde una perspectiva distinta. 38 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL MaiodA ogo B 4 cononeacén i © a connaain — @ + ve Fic, 2.1. Estrategias basicas de integracion, En la estrategia de convergencia, o de TRIANGULACION, el motivo es bien diferente. No se trata de completar nuéstra visién de Ia realidad con dos miradas, sino de utilizar am- bas orientaciones para el reconocimiento de un mismo_¢ idéntica aspecto de Ia realidad social} En esta estrategia, por tanto, se pretende un solapamiento o convergencia de los resultados. Los métodos son implementados de forma independiente, pero se enfocan hacia una misma parcela de Ja realidad, parcela que quiere ser observada o medida con: dos instrumnentos diferentes. En la triangulacién, por tanto, el grado de integracién aumenta, y la legitimidad de la es- trategia est4 condicionada por Is posibilidad de que dos metodologias diferentes, como la cuantitativa y cualitativa, puedan captar, en parte o totalmente, un mismo hecho. Esta estratregia de busqueda de resultados convergentes puede tener dos usos posibles. Uno refiere problemas de medicién, y pretende validar una medida utilizando dos diferentes instrumentos que, en relacién a este objetivo, presentan caracterfsticas peculiares. En caso de que ambos instrumentos conduzcan a idéntica medida, se supone, in- crementaremos nuestra confianza en los resultados. El se gundo uso se refiere a la contrastacién de hipétesis. Si una misma hipétesis puede ser contrastada con metodologias independientes, por ejemplo, cuantitativa y cualitativamen- te, también podremos aumentar nuestra confianza en su veracidad. La legitimidad de esta estrategia depende de creemos que ambas metodologfas realmente pueden captar idéntico aspecto de la realidad, esto es, si el solapamiento LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 39 es posible, En la medida que pensemos que conducen a vi- siones inconmensurables de la realidad, entonces estaria- mos en el caso de la complementacién. La estrategia de la COMBINACION no se basa en la inde- pendencia de métodos y resultados, como en la comple- mentacién, ni en la independencia de métodos pero en la convergencia de resultados, como en la estrategia de la con- vergencia. En este caso se trata de integrar subsidiaria- mente un método, sea el cualitativo o el cuantitativo, en el otro método,.con el objeto dé fortalecet la’ validez dé este iiltimo compensando sus propias débilidades mediante la incorporacién de informaciones que proceden de la aplica- cién del otro método, a tenor de sus fortalezas metodolégi- cas.JPor tanto, en la estrategia de combinacién se busca, no la convergencia.de resultados, que finalmente procederén de un solo método, sino.una adecuada combinacién meto- dolégic ‘se opera cuando empleamos, por ejemplo, los grupos de discusin para mejorar la confeccién de un cues- tionario, o cuando empleamos una encuesta para generali- zar los resultados obtenides por un proceso investigador basado en grupos de discusién. Este tercer tipo de integr cién presenta, como es obvio, diferentes problemas de legi timidad cientifica. ‘Aunque en la segunda parte del libro se retoman y am- - plfan en el marco de la prictica investigadora estas tres es- trategias, era necesario citarlas aqui porque su particular legitimidad cientifica, como es obvio, est diferentemente condicionada. Por tanto, pese a que en el resto del capftu- lo se considere la legitimidad cientifica de la integracién en sentido general, es importante que el lector valore cada ar- gumento con referencia a cada subtipo de integracién. La legitimidad de la integracion de métodos depende de Ja respuesta a dos diferentes pero interrelacionadas cues- tiones (Cook y Reichardt, 1982). En primer lugar, depende de Ja intensidad del vinculo que se establezca entre para- digmas o metateorfas y técnicas de investigacion. Esto es, de un lado se puede sostener que, dada la seleccién de un paradigma, se esta obligado a usar unas determinadas téc- nicas de observaci6n, con una determinada orientacién me- todolégica, y viceversa. De otro, puede pensarse que el nexo entre paradigma y técnica de investigacién no es rigido, y que por tanto Ia Seleccién de uno no compromete necesa- 40 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL riamente la seleccién de las otras ni de sus correspondien- tes orientaciones metodologicas. Por ejemplo, para quienes defienden una necesaria vinculacién, un compromiso con el interaccionismo simbélico o con metateorias fenomeno- logicas, obligaria a utilizar exclusivamente técnicas de orientacién cualitativa. A la inversa, el uso de una técnica de orientacién cualitativa, como puede ser la observacién, determinarfa la imposibilidad de aplicar paradigmas pos vistas. Siguiendo la metafora de la pirémide, denominamos aeste tipo de vinculo entre la ciispide y la base coherencia vertical del método. En consecuencia, ios métodos cualita- tivos de investigacién, por ejemplo, s6lo podrfan utilizar epistemologias, técnicas de observacién y técnicas de ané- lisis de orientacién cualitativa. En segundo lugar, la legitimidad de’la integracién de orientaciones metodolégicas est determinada por el grado en que se considere necesario mantener la coherencia hori- zontal de la pirdmide. Es decir, depende de si se mantiene una concepeién analitica © sintétiea de cada uno de los tres niveles verticales, esto es, de los paradigmas, de los méto- dos y de las técnicas. Si los rasgos definitorios de un para- digma se consideran indisolubles, y no pueden ser tomados unos independientemente de otros sin riesgo de desnatura- lizar el paradigma, entonces la legitimidad de la integracién habré de ponerse en duda. Por otra parte, si desde una con- cepci6n analitica se sostiene que el conglomerado de rasgos. que caracterizan a una metateorfa, a un método o a una técnica de investigacién pueden descomponerse, y aplicar- se en mayor o menor grado, independientemente a cada in- igacién concreta, entonces tanto las posibilidades de integracién como su legitimidad se incrementan. El debate de la integracién se presenta entre dos postu- ras opuestas (Bryman, 1984), la epistemoldgica, que defien- de lo que hemos denominado coherencia vertical y hori- zontal, y la técnica, en la que se relajan ambos criterios de coherencia. Metaféricamente expresada, la postura episte- mol6gica sostiene que cada pirdmide de investigacién so- cial ha de utilizarse como una mole tinica e indivisible, mientras que los defensores de la postura técnica creen que se pueden construir nuevos disefios de investigacién to- mando como material, con mayores o menotes gtados de libertad, bloques o partes de ambas pirémides. Frente a es- LEGITIAUDAD DE LA INTEGRACION aL tos dos extremos, aqui se sostiene la tesis de que, en senti- do estricto, las posibilidades de integracién s6lo pueden ser resueltas en el plano metodolégico, evitando asi tanto el riesgo de un discursive fundamentalismo paradigmatico, como el de un pragmatico relativismo técnico. Metaférica- mente expresada, la defensa mefodoldgica de la integracién acepta“laposibilidad’de-gonstPuir disenos utibizands igtOS dé ai pero siempre y cuando la nue- va con isma doheréiué, && decir7~i ponga de una estructura.propia.que-otorgue al-edificio.su- ficiente estabilidad _y funcionalidad. Al objeto de ir perfi- lando la perspectiva metodolégica de la integraci6n, y de hacerla comprensible a todo investigador social, en el resto Gel capftulo se presentan los argumentos basicos que pue- den encontrarse en la literatura, En primer lugar se pre- sentan los autores que sostienen posiciones epistemolégi- cas. Posteriormente se avanza hasta presentar a aquellos més proximos a posiciones puramente técnicas. Entre los diversos autores que mantienen una posicién epistemolégica mencionaremos en primer lugar a Egon G. Guba, cuya posicién es absolutamente clara, Refiriéndose a Ja posiblidad de integracién: paradigmatica, indica al inicio desu artfculo que «también intentaré refuter la afirmacién de que el positivismo y el naturalismo pueden alcanzer un compromiso en alguna especie de gran sintesis postpositi- vista que reoriente las creencias basicas de ambos sistemas hacia la compatibilidad, llegando a la conclusién de que en este caso nos encontramos ante una proposicién disyunti- va, en la que se debe jurar fidelidad a uno wa otro para- digma; el compromiso no existe» (Guba, 1985: 80). Pese a que en alguna ocasién sefiala que ambas orientaciones, cualitativa o cuantitativa, pueden ser usadas en cada uno de los paradigmas, lo cierto es que los rasgos que aplica a los cuatro paradigmas que el autor considera basicos, a sa- ber, positivismo, postpositivismo, teoria critica y constructi visino, y sobre todo al primero y al tiltimo, al que él se adhiere, corresponden bastante bien con las metodologias cuantitativa y cualitativa. Dicho esto, desarrolla una aguda critica contra el positivismo, al mismo tiempo que afirma, junto a Y. Lincoln, que «las cuestiones de método son se- cundarias respecto de las cuestiones paradigmaticas, las cuales definimos como el sistema basico de creencias o 42 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL concepcién acerca del mundo que gufa al investigador, no sélo en elecciones de método, sino también en sus posicio- nes ontolégicas y epistemolégicas» (Guba y Lincoln, 1994: 105). Esta cita expresa con claridad el tono general de su argumentacién. Guba y Lincoln entienden los paradigmas como un sis- tema bésico de creencias basado en asunciones ontolégi- cas, epistemoldgicas y metodol6gicas, lo que sefiala de por sf la fuerza del vinculo vertical a la que antes nos hemos referido. Un paradigma debe responder, segiin los autores, a la cuestin ontoldgica de la forma y naturaleza de la rea~ lidad, lo que determina qué debe y puede ser conocido. El positivismo, con su realismo ingénuo, cree que puede Hle- gar a conocerse cémo son realmente las cosas y cémo realmente funcionan. El constructivismo, al contrario, par- te de una creencia relativista de la realidad, asi como de una creencia constructivista de la verdad, considerada siempre como una construccién mental, experimental y s6- cialmente sustentada. En segundo lugar. el paradigma debe responder a la pregunta epistemoldgica, que refiere la na- turaleza entre el sujeto cognoscente y Io que pueda ser co- nocido. Aqui Guba advierte que una vez contestada la pre- gunta ontolégica, no puede aceptarse cualquier respuesta “epistemol6gica. El positivismo toma como posicién propia ‘el dualismo y el objetivismo, es decir, asume que sujeto y ‘objeto son entidades independientes. El constructivismo, al contrario, adopta una posicién transaccional y subjetivista, sujeto y objeto estan interactivamente vinculados, asi que los descubrimientos son literalmente creados en el proceso de investigacién. En tercer lugar debe responder a la pre- gunta metodolégica, que refiere el modo en que el investi- gador se ocupa de descubrir aquello que cada cual crea que puede ser descubierto. Segdin Guba, la respuesta que pue- da ofrecerse a esta pregunta vendra determinada por las respuestas ya dadas a las dos anteriores preguntas. Ast, el positivismo adopta una metodologia experimental y mani- pulativa, con el uso de hipétesis sujetas a la verificacién empirica. El constructivismo, de otra parte, adopta una metodologia hermenéutica y dialéctica, basando sus ha- llazgos en la interpretacién consensual que dialécticamen- te alcanzan investigador e investigado (Guba y Lincoln, 1994). LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 43 Expuesta su concepcién, parece claro que se concibe la vinculacién vertical entre paradigma y método de una [or- ida, dado que unas respuestas condicionan a las otras, teniendo en este sentido, como se ha dicho, preemi- nencia el paradigma sobre el método. «Nosotros mantene- mos que ningiin investigador debe emprender una investi- gacion sin haber clarificado precisamente qué paradigma informa y gufa su modo de abordar el problema (Guba y Lincoln, 1994: 116). Guba nos explica su posicién median- te una interesante metéfora tomada de Hofstadter (Hofs- tadter, 1979), con la que este autor intenta explicar el teo- rema matematico de Gédel, que afirma que ninguna teoria puede ser al mismo tiempo internamente consistente, en el sentido que todos sus enunciados sean demostrables, y completa, en el sentido de que contenga todos los enuncia- dos verdaderos y demostrables. Sugiere para ello que ima- ginemos un 4rbol con muchas ramas apoyadas’contra un fondo que representa todo el conocimiento posible. Si tre- pamos a ese Arbol, las ramas nos pueden conducir a mi chos escondrijos y grietas de ese fondo que es la realidad, pero siempre habra partes del fondo que no podran ser al- canzadas desde ninguna posicisn a la que accedemos por sus ramas. Alcanzar esos otros lugares exigira trepar a otros Arboles. Pero al igual que los paradigmas, esos otros Arbo- les tendran sus rafces en otros axiomas, no necesariamente consistentes con los axiomas del primer arbol. «Trepar a un 4rbol particular abre muchas opciones al escalador, pero también cierra otras. Cuando elijamos subir a un arbol par- ticular debemos primero estar tan,seguros como podamos de que sus ramas alcanzarén el lugar al que deseemos lle- gar» (Guba, 1985: 101), Aunque con esta metafora del 4r- bol podria legitimarse la integracién de métodos en su es- trategia de complementacién, Guba sefiala al paradigma naturalista y constructivista como el tinico drbol al que me- rece la pena subirse, por lo que incluso esta estrategia es negada. Entre los metodélogos espafioles, Jestis Ibafiez también mantiene una posicién donde aspectos paradigmaticos y técnicos estén intimamente relacionados. Al igual que otros sociélogos que han contribuido al nuevo reconocimiento de las técnicas cualitativas, su obra tiende a magnificar las di- ferencias entre lo cualitativo y cuantitativo, lendencia que 44 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL, se explica no sélo por la necesidad de transmitir claramen- te la alternativa, sino también por su enfoque critico de la orientacién y de las técnicas cuantitativas, necesario para compensar su hegem6nica legitimidad precedente. La gue- rra de paradigmas tiende a presentar los métodos como ex- cluyentes (Ibaiftez, 1979). Pese a que el tono general de su obra corresponde con el expresado en el parrafo anterior, lo cual ha dejado una impronta clara en sus seguidores, lo cierto es que Jestis Iba- fiez, aun otorgando mayor validez. cientifica a una perspec- tiva metodolégica sobre otra, reconoce, como veremos a continuaci6n, la legitimidad de las tres siempre que se orienten al estudio de fenémenos para les que son aptas. ‘Tampoco desecha su integracién, pero sdlo en el marco de las estrategias de complementacién y de combinacién (Ibé- fiez, 1994: 68-69), y esto con enormes dudas acerca de la va- lidez epistemolégica de los resultados que se obtengan me- diante algunos métodos. El planteamiento de Ibdfiez ce estructura sobre el andi sis de tres perspectivas de investigacién y la consideracién de tres niveles. Las perspectivas son: la distributiva, la es- tructural y la dialéctica. A cada una le hace corresponder tuna técnica de investigacién: la encuesta estadistica, el gru~ po de discusién y el socioandlisis. Los niveles son el técni- co, el metodolégico y el epistemolégico. «A lo largo de los afios —nos dice— he diseftado un paradigma cornplejo para la investigacién social. El paradigma clésico (acorde con Ia vieja o primera cibernética) incluye sélo un nivel (el tecno- I6gico) y una perspectiva (la distributiva). El nuevo para- digma (acorde con la nueva 0 segunda cibernética) incluye: en vertical, tres niveles (tecnolégico, metodolégico y episte- mol6gico); en horizontal tres perspectivas (distributiva, es- tructural y dialéctica)» (Ibafiez, 1990: 188). Ibatiez reconoce explicitamente el valor de cada técnica para el estudio de determinados fenémenos sociales homé- logos a su naturaleza. «El voto tiene la misma forma (dis- tributiva) que la entrevista: hay que elegir uno entre un conjunto cerrado de candidatos, una entre un conjunto cerrado de respuestas. Nada mejor que la encuesta para es- tudiar el comportamiento electoral. La formacién y la ex- presién de la opinién publica tiene la misma forma (es- tructural) que la discusién de grupo: son dispositivos con- LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 45 versacionales. Nada mejor que el grupo de discusién para investigar la opini6n publica. Las movilizaciones —huelgas, manifestaciones— tienen la misma forma (dialéctica) que Ja asamblea: de hecho, Ia asamblea es una pieza central de ambos dispositivos (el de informacién y el de accién). Nada mejor que el socioandlisis para investigar las movilizacio- nes» (Ibafiez, 1990: 190). Pese a este reconocimiento de las tres técnicas, es claro para él la superioridaad del socioanélisis. «Todas las técni cas de investigacién pueden producirse por degeneracién (en sentido matematico de pérdida de dimensiones) (...] En el socioandlisis (juego de lenguaje tipo asamblea) juegan todo el contexto situacional y todo el contexto lingiistico En el grupo de discusién, el contexto lingitistico degenera: pierde el componente semidtico (en otras técnicas, dentro de la perspectiva-estructural, degenera también el contexto situacional: en la entrevista abierta a una simple relacion entrevistador/entrevistado, el andlisis de textos desaparece). En la entrevista con cuestionario, el contexto situacional ‘degenera a una relaci6n entrevistador/entrevistado, el con- texto lingiifstico a un juego de pregunta/respuesta (en otras técnicas, dentro de ia perspectiva distributiva, degenera més: en el andlisis estadistico de datos secundarios el con- texto situacional desaparece)» (Ibafiez, 1990: 190). La contradiccion aparente de esta posici6n dual, de dis- tincién y de convivencia, de supremactfa junto a reconoci- miento, se disuelve en parte si atendemos al hecho de que la realidad social no presenta una tinica naturaleza, siem- pre subjetivamente liberadora y completa, 0 siempre cons- trictiva y reduccionista del sujéto. Asi, Herbert Blumer, que desarroilé metodolégicamente el interaccionismo simbéli co, partiendo de una posicién similar de supremacta de los métodos cualitativos sobre los cuantitativos, deja patente, en una conferencia pronunciada en 1956 donde critica ra~ dicalmente el anélisis cuantitativo, titulada «El anélisis sociolégico y la variable», que también existen realidades sociales que congelan los cursos de accién ¢ institucionali- zan las situaciones. Afirma que «el andlisis de variables es un proceso adecuado para aquellas 4reas de la formacién y de la vida social no mediatizadas por un proceso interpre- tativo. Ademés, en el 4rea de la vida interpretativa, el and lisis de variables puede constituir un medio eficaz de des. 46 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL, cubrir modelos estabilizados de interpretacién que no suelen detectarse mediante un estudio directo de la expe- riencia de Jas personas. El conocimiento de dichos modelos 6, mas bien, de las relaciones entre variables que los refle- Jan, es de gran valor para la comprensién de la vida del gru- po en su cardcter de “aqui y ahora”, y de hecho pueden al- canzar un valor practico relevante. Todos estos usos ade- cuados del anslisis de variables confieren a éste el status meritorio que ocupa en nuestra especialidad» (Blumer, 1982: 106). Estas opiniones de Ibéfiez y Blumer son importantes porque algunos defensores de las metodologias cualitativas muestran actitudes inflexibles de distincién que ni siquiera estén presentes en los autores de donde las tomaron. El hu- manismo del individuo creador, el hombre como construc- tor de realidad presenta, incluso en el plano metodoldgico, tun mayor atractivo ideolégico que el famoso «pelele» del sistema social parsoniano, como gustaba decir a Harold Garfinkel. Sin embargo, cél sea la natiraleza de I reali- dad social y humana no puede ser a mi entender, para las ciencias sociales, un axioma ni ideolégico ni paradigmati- co, sino un importantfsimo problema de investigaciéi En suma, estos dos tiltimos autores, desde una posicién dual, dejan un espacio abierto a la convivencia de las orien- taciones cuantitativa y cualitativa, si bien desde una neta superioridad epistemol6gica y paradigmatica de la perspec- tiva cualitativa. La ambigtiedad reside, siguiendo la meté- fora de Hofstadter, en que aceptan la posibilidad de subir a los dos 4rboles para ver cosas, pero al mismo tiempo in- forman de que sélo desde uno de ellos parecen verse las co- sas reales. Més allé de esta ambigiiedad, sin embargo, pa- rece claro que al menos habria lugar para integrar métodos segtin a estrategia de complementacién, pero sdlo si acer- tamos a trepar, para cada objeto especifico de investiga~ cién, al arbol adecuado. Tender puentes entre los distintos Arboles no se contempla como probable, e integrar sus raf- ces es sin lugar a dudas, para estos autores, una operacién imposible. El vinculo o coherencia entre paradigmas metatedricos y técnicas de investigacién es también reconocido por George Ritzer, pero este autor también muestra, tal y como se expone en los siguientes parrafos, graves inconsistencias LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 47 fen su supuesta coherencia vertical, argumentando hasta cierto punto paraddjicamente que las realidades sociales a Jas que se orienta cada paradigma no pueden ser idénea- mente captadas por sus correspondientes técnicas. Al para digma de los hechos sociales corresponderta el uso de la en- cuesta estadistica, al de la definicién social el uso de la téc- nica de observaci6n, y al de Ia conducta social las técnicas experimentales (Ritzer, 1980). Con respecto a la relaci6n entre el paradigma de los he- chos sociales y la técnica de encuesta, Ritzer argumenta con- vincentemente que los hechos sociales tienen un cardcter ho- ista que diffcilmente puede se captado por una técnica que obtiene su informacién de respuestas individuales, que debe agregar a posteriori, «La interesante, irénica caracteristica de Jos métodos usados por los defensores del paradigma del he- cho social es que realmente no sirven para recoger informa- cién sobre hechos sociales, sino sobre individuos: Después de todo, la entrevista o el cuestionario es respondido por un individuo. Las respuestas individuales pueden ser sumadas, pero esta “suma de partes” no produce un hecho social en el sentido que los defensores de este paradigma lo entienden. Alternativamente, se le puede solicitar al individuo que oftezca informacién acerca de un hecho social, pero la in- formacién estard determinada por su forma de ver las cosas} por este motivo, aportard su definicién de lo que el hecho so- ‘cial sea, no necesariamente lo que realmente es» (Ritzer, 1980: 68). Pese a que otros autores, como J. Coleman en su libro Relational Analysis: The’ study of Social Organization with Survey Methods, siendo conscientes de esta limitacién, establecen estrategias para disefiar cuestionarios capaces de captar aspectos relacionales de la realidad social, Ritzer cree més oportuno utilizar metodologfas comparativas histéri- cas si realmente lo que se pretende es el registro de hechos sociales en el estricto sentido del término. Pese a esta opi- nin, como ha mostrado F. Requena, se pueden desvelar es- tructuras reticulares de relacién social mediante el uso de cuestionarios (Requena, 1997). Por lo que respecta al uso de la técnica de observacién por parte de los defensores cel paradigma de la definicin social, y a su correspondencia, los argumentos de Ritzer no son menos convincentes. «{Nos dice algo la observacién de la gente en sus contextos naturales acerca de las definicio- 48 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL nes sociales que orientan sus acciones? Me parece que lo més que podemos hacer con el método de observacién es “deducir” la intra o intersubjetiva definicién social que lle- va a las acciones que hemos observado. Después de todo, no podemos ver las definiciones sociales dado que existen dentro o entre las mentes de la gente que observamos. No- sotros también podemos preguntar acerca de las definicio- nes sociales con las que opera un individuo, pero gcon qué probabilidad obtendremos una respuesta veraz? Puede un respondente darnos una precisa descripeién de su defini- cién social? @Estara falseado bien consciente o inconscien- temente lo que nos cuente? Creo que la deformacién es pro- bable porque la mayor parte de ld gente no es consciente de, o deforma, la verdadera definicién social que subyace a sus acciones. Las definiciones sociales son en gran parte in- conscientes; asi, no podemos confiar en cémo son descritas por los respondentes» (Ritzer, 1980: 125-26). Considerando ahora el paradigma conductista, proclive al uso de la experimentacién como su técnica base, el pro- blema aparece en la incapacidad para captar patrones de conductas. Estos patrones han de ser necesariamente infe- ridos de pequefias conductas analizadas en el experimento, esto es, de conductas que han sido desgajadas de Ia cadena conductual propia que caracteriza al comportamiento hu- mano, y que han sido observadas en situaciones dificil- mente extrapolables a la realidad social tal y como opera en sus contextos naturales. Asf, es dificil qué el experimento logre un andlisis realista de la conducta, que es precisa- mente lo que se proponia. En suma, los argumentos de Ritzer sefialan dos hechos fundamentales. Primero, la en todo caso imperfecta corres- pondencia que existe entre cada técnica de observacién y su correspondiente paradigma. Segundo, y més csencial, las graves limitaciones inherentes a todas y cada una de las técnicas de investigacion, limitaciones que van mas alla de la seduccién discursiva de veracidad que pretenden pro- porcionar las metateorfas. De ah que, reconociendo la de- bilidad del vinculo vertical, primero, y las limitaciones de cada técnica, segundo, Ritzer abra las puertas a mayores posibilidades de integracién. En coherencia con sus postulados metatesricos, de bi queda de un paradigma integrado, Ritzer sefiala abierta- LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 49 mente que si bien algunos objetos de investigacién socio- logica no requieren para su comprensién la aplicacién del paradigma integrado, ni la consideracién del hecho desde varias aproximaciones metodolégicas, algutios al menos sf (Ritzer, 1980: 241). Ahora bien, segtin el.autor, en cada caso habra de determinarse la respectiva relevancia a otorgar a cada paradigma y a cada aproximacién metodolégica (Rit- zer, 1980: 255). Finalmente, sefiala que el cardcter interre- lacionado de esta perspectiva nos permite obtener informa- cién por cualquiera de todas las técnicas disponibles, esto ¢s, cuestionarios, entrevistas, experimentos, observacién, etc. (Ritzer, 1980: 256). Como argumento de autoridad, tras un andlisis metodolégico de su obra, seftala que practica- mente todos los grandes tedricos de la sociologia, entre ellos E, Durkheim, M. Weber, K. Marx o T. Parsons, tendie- ron puentes entre paradigmas y técnicas, oscilando cémo- damente cada uno de ellos al menos entre dos paradigmas (Ritzer, 1980: 212). Bryman, el siguiente autor a considerar, sostiene que existen diferencias entre las otientaciones cualitativa y cuantitativa, pero también sostiene que sut presentaci6n ex- cluyente ¢s cl resultado de una convencién. A continuacién se muestran sus argumentos en los dos aspectos esenciales del debate, el vinculo entre epistemologia y técnica 0 cohe- rencia vertical, y el grado de cohesi6n intraparadigmatica 0 coherencia horizontal. Respecto del primer aspecto, Bry- man seftala que obtenemos utia diferente respuesta segtin sostengamos que entre paradigma y técnica «debe» haber vinculacién, o si lo que sostenemos es que normalmente en la préctica investigadora hay» vinculacién efectiva entre ambos planos. Si sostenemos esto ciltimo, Bryman advierte ‘que nos encontraremos ante dificultades, pues tras un so- mero analisis metodolégico de investigaciones sociales, po- dremos comprobar que tal vinculo apenas existe en la préc- tica. Muchos investigadores, como por ejemplo Lupton (1963), Gans (1962) y Skolnick (1966), han sido capaces de producir estudios etnograficos altamente considerados sin el recurso a afirmaciones programéticas que rodean la in- vestigacién cualitativa. Las técnicas utilizadas, como la ob- servacién participante y la entrevista no estructurada, fue- ron seleccionadas sobre bases técnicas antes que epistemo- logicas (Bryman, 1988: 124). 50 METODOS EN INVESTIGACIN SOCIAL, Willian Snizek intent comprobar empiticamente la vin- culacién existente en la practica investigadora, segin el modelo de tres paradigmas desarrollado por Ritzer, anali- zando 1.434 articulos publicados en revistas sociolgicas entre 1950 y 1970. La conclusién a la que llegé fue que no existia una clara asociaci6n entre el compromiso paradig- miético y el tipo de técnicas de investigacién utilizadas, siendo Ia encuesta la técnica més utilizada en los tres pa- radigmas. Ritzer, replica, que quizés el uso dominante de la encuesta se deba a su eficiencia practica y a su coste eco- némico y que, concedido esto, podria probarse que cada paradigma tiende a usar relativamente en mayor grado st correspondiente tipo de técnica (Ritzer, 1980: 237). Este matiz, sin embargo, no invalida el argumento clave de que muchos investigadores han utilizado la encuesta tanto en el marco del paradigma de la definici6n social, como en el de la conducta. Esto es, sin vinculacién vertical en su método. Si se defiende la posicién normativa, es decir, que «debe» haber vinculacién, aunque en efecto no la haya en la préctica, entonces, dice Bryman, tendriamos que con- cluir que aquellos que estudian los puntos de vista de los actores sociales mediante una encuesta, por ejemplo Gold- thorpe (Goldthorpe, 1968), estén equivecados, y debieran- haber elegido otros métodos como la entrevista no estruc- turada. eE] problema con el punto de vista normativo, 0 “deber ser", es que falla al no reconocer que un completo conjunto de consideraciones afectan a las decisiones acer- ca de los métodos de recogida de datos. (...] Los métodos son probablemente mucho més auténomos de lo que gran parte de los debatientes (especialmente aquellos que se ads- criben a las posiciones epistemolégicas del debate) recono- cen. Pueden ser usados en una variedad de contextos y con una variada gama de propésitos en mente. [...] La tenden- cia a asociar métodos concretos con concretas posiciones epistemolégicas es poco mas —termina diciendo Bryman— que una convencién» (Bryman, 1988: 125). Este posicionamiento enlaza, por otra parte, con Ia creencia del autor en que, si bien no se deben ni se pueden minusvalorar las diferencias entre la metodologta cuantita- tiva y la cualitativa, hasta ahora més bien Jo que se ha he- cho es exagerar sus diferencias presentandolas como para digmas antitéticos, como modelos excluyentes de invest LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 51 gacién social. Con objeto de resaltar algunas similitudes entre ambas, Bryan cita tres problemas técnicos que les afectan, considerando que una visién menos excluyente fa- vorecerfa la necesaria colaboracién entre los investigadores de ambas orillas con objeto de encontrar soluciones comu- nes a sus problemas. Asf, por ejemplo, primero, es claro que el problema de la reactividad entre el instramento y la rea- iad, el hecho de que su aplicacién modifica la observa- cién, es comin tanto a Jas técnicas de recogida de datos cuantitativas como cualitativas. Segundo, muchos de los problemas asociados con las entrevistas son aplicables tan- toa las entrevistas estructuradas de las encuestas como a las no estructuradas, que se asocian normalmente a la orienta- cién cualitativa. Tercero, se pueden citar los problemas de muestreo, claves para la perspectiva distributiva en funcién de su interés por generalizar los resultados, pero no ausen- tes en la perspectiva estructural, como por ejemplo'se reve- la en los sesgos que pueden afectar a un trabajo de campo ohservacional a la hora de elegir correctamente tanto el in. troductor nativo como los informantes, dado que cada es- pecifico individuo ocupa una especifica posicién social en la comunidad objeto de estudio (Bryman, 1988: 112-18). Bryman, manteniendo una posicién equilibrada, huye tanto del exceso epistemolégico como de la indiferencia técnica, encuentra legitimo y atil tanto el didlogo entre orientaciones como su integracién. Igual que el resto de au tores partidarios de la integracién, el argumento base estri- ba en que cada método tiene un conjunto de debilidades y de fortalezas diferentes, siendo posible disefiar investigacio- nes que compensen unas y otras. Zelditch plantea el pro- blema en los siguientes términos: «Los datos cuantitativos suelen concebirse como datos sélidos y los cualitativos como reales y profundos; asi, si prefieres datos sdlidos es- t4s por la cuantificacién, y si prefieres datos reales y pro- fundos estés por la observacién participante. Pero qué hacer si prefieres datos reales, profundos y sélidos no es in- mediatamente evidente» (Zelditch, 1962: 567). El autor se- fiala, entonces, que las distintas técnicas de observacién, asociadas a orfentaciones metodolégicas especificas, esto es, a) encuesta, b) observacién participante y c) entrevista individual, presentan peculiares relaciones de adecuacién informacional y de eficiencia de coste con los diferentes ti: 52 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL pos de informacién que el investigador necesita, a) distr buciones de frecuencias, b) acontecimientos e historias y ¢) normas institucionalizadas y estatus sociales, y que, por tanto, deberd seleccionar cada técnica, o un conjunto de ellas, de acuerdo a sus necesidades informativas y a los dos criterios anteriormente sefialades. La actitud de Francisco Alvira ante la integracién queda expresada con claridad en el siguiente parrafo: «Las dos perspectivas se presentan hoy de una manera més comple- jaa como se presentaban en 1930 y realmente se han acer- cado mucho, a la vez que se han vuelto complementatias. Frente a las tesis que a veces se oyen de la inconmensura~ bilidad de las dos perspectivas, o sea, de la imposibilidad de comparacién entre.ambas 0 de su mutuo apoyo, mante- nida por autores que de alguna manera siguen las tesis de Kuhn, yo quiero afirmar su complementariedad y necesa- riedad» (Alvira, 1983: 58). Segtin Jestis Ibafiez: «El grupo de discusién no se presenta como alternativa, sino como com- plemento, a otras técnicas de investigacién social. Como complemento excluyente, pues hay objetos de investigacién para los que no vale otra técnica. Como complemento in- cluyente, pues hay objetos de investigacién para los que esta técnica debe conjugarse con otras. Por ejemplo: no se puede disefiar el cuestionario de una encuesta de opinién sin grupos de discusién previos» (Ibdfiez, 1991: 53). En palabras de Latiesa: «Frente al sectarismo pasado, que su- pone la defensa a ultranza de una perspectiva teérica, el eclecticismo permite la tolerancia y la vigencia de muchas aproximaciones a la realidad social. En diltimo término, la admisién de la pluralidad» (Latiesa, 1991b: 105). Ya no se trata, tan sdlo, segtin la opinién mantenida por ‘Trow, de que la naturaleza del problema determina el mé- todo a aplicar, sino del valor que tiene una completa inte- gracién. Se trata de emplear en el marco de un mismo es- tudio ambas orientaciones, Ia cualitativa y la cuantitativa, de cuya integracién, como mostré Sam D. Sieber en un ar {culo pionero acerea del uso combinado del trabajo de ‘campo observacional y de la encuesta, se pueden detivar importantes beneficios en el disefio, en la recogida de da- tos y el anilisis. Si bien reconoce que, al objeto de aprove- char al maximo las ventajas de la integracién, es necesario llevar a cabo ajustes en los procesos tradicionales, creando LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 53 tun nutevo estilo de investigacién social (Sieber, 1973). Euge- ne J. Web et al., refiriéndose al multioperacionalismo, 0 triangulacién de la medida, expresan perfectamente este punto de vista cuando sefiaian que la pregunta tradicional de los investigadores a la hora de elegir el procedimiento es, ccudl de entre las distintas técnicas disponibles de reco- leccién de datos sera la mejor para mi problema de inves- igacin?, sugiriendo por el contrario esta pregunta al- ternativa, gqué conjunto de iécnicas sera la mejor? (Webb et al., 1966: 175). Webb er al. aceptan, en su libro sobre las técnicas no reactivas de investigacién social, que en general los cues- tionarios y las entrevistas son los més flexibles y general- mente dtiles instrumentos que tenemos para recoger infor- macién, pero alegan que estas técnicas no se ajustan a todas las necesidades de observaci6n que se le pueden plan- tear al investigador social. Cada técnica tiene unas fuentes tipicas de error, error que puede ejemplificarse para cues- tionarios y entrevistas en el problema de la reactividad. Las medidas que se obtienen a través de estos utiles son pro- ducto, en parte, de Ja realidad, y en parte de los diversos efectos que genera el instrumento sobre la realidad. No hay pues instrumento perfecto, todos ellos presentan sesgos in- manentes 2 su naturaleza, afirmacién que es valida tam- bién para las ciencias fisicas. La posicién de la aguja de un galvanémetro pretende in- dicar con la maxima exactitud posible la cantidad de vol- tios de una determinada corriente eléctrica. Pero la indica- cién ofrecida por la aguja de cualquier galvanémetro no de- riva sélo de la cantidad de voltios que pasa por el circuito eléctrico. La indicacién final también viene determinada por la gravitacién, la inercia y la friccién que afectan a la aguja que sefiala el voltaje. Su posicién es, por tanto, un complejo resultado en el que concurren diversas fuerzas y leyes. Perfeccionar el galvanémetro implica lograr que el aparato mida exclusivamente una sola dimensién de la realidad, en este caso el voltaje, por lo que la construccién de un buen galvanémetro exige una aguja de masa reduci- da, una adecuada orientacién de la misma, unos adecuados contrapesos, etc., que reduzcan al mfnimo los efectos de aquellas fuerzas colaterales a la dimensién que se pretende medir, En los instrumentos utilizados para medir dimen- 54 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL siones de la realidad social, lograr esta reduccién es una ta- rea pricticamente imposible, dada la dificultad que tene- mos para compensar los efectos colaterales de una medida, asi que, segtin los autores, sélo queda una estrategia, y ésta no es otra que la iriangulaci6n de técnicas de medida, el multioperacionalismo. Es decir, la aplicacién de varios ins- trumentos, en sf mismos imperfectos, aunque con diferen- tes imperfecciones, con la esperanza de que se compensen sus respectivos sesgos y podamos obtener una medida mas Vélida y fiable de fendmeno bajo estudio. Pese a que los autores admiten que a veces la confirma- cién miltiple produce resultados inconsistentes y decep- cionantes, estos mismos resultados «confiman la gravedad del problema y e! riesgo de una engafiosa confianza que se deriva de la dependencia en un solo método» (Webb et al., 1966: 5). La principal objecién de los autores es al uso de solo una técnica de medida. Asf que unas técnicas deben ser usadas junto con otras, siempre que tengan diferentes debilidades metodolégicas, tanto para validar las medidas ‘como para confirmar las hipétesis. En suma, una vez que una proposicién ha sido confirmada por dos o mas proce- sos de medida independientes, la incertidumbre de su in- terpretacién queda grandemente reducida. En conereto, dado que los autores dedican su obra al problema de la reactividad, quiz4s el mds acuciante de los problemas me- todolégicos que afectan a cuestionarios y entrevistas, sefia- lan cémo sus resultados pueden ser mejorados mediante una confirmacién independiente obtenida mediante técni- cas que no presentan esta debilidad, técnicas no reactivas, como los registros ptiblicos 0 privados, los rastros fisicos o a observacién abierta o encubierta. En este punto, sin embargo, es importante hacer notar, como lo hace Sieber, que la triangulacién defendida por Webb et al. implica asumir que las diversas técnicas son in- tercambiables, puesto que tratan, como dijimos al princi. pio, de medir exactamente el mismo fenémeno, requisito imprescindible para multivalidar los resultados. Esta seria la posicién mas extrema entre quienes aceptan la legitimi- dad de la integracién, posicién que se enfrenta en muchos casos, cuando es aplicada a la integracién inter-metodolégi- ca de técnicas cualitativas y cuantitativas, tanto a graves problemas epistemolégicos como técnicos. Se ATES TTT i Si EET 4 L a : | LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 55 Una ltima aportacién argumental, que representa una posicién extrema, 0 en términos de Bryman, puramente técnica, procede de T. D. Cook y Ch. S. Reichardt. En pri- mer lugar no creen en la coherencia vertical, es decir, no creen que exista vinculacién entre los rasgos propios de cada paradigma, el cualitativo y el cuantitativo, y sus res- pectivos métodos. Los propios autores avanzan la «conclu- sin de que los atributos de un paradigma no se hallan inherentemente ligados ni al método cuantitativo ni al cua- litativo. Cabe asociar los dos tipos de métodos tanto con los, atributos de! paradigma cualitativo como con los del cuan- titativo, Esto no significa que, a la hora de elegir un méto- do, carezca de importancia la posicién paradigmnatica; ni tampoco equivale a negar que ciertos métodos se hallan por lo comin unidos a paradigmas especificos. Lo principal es que los paradigmas no constituyen el determinante ‘nico de la eleccién de los métodos» (Cook y Reichardt, :1982b: 37). Los autores sostienen basicamente la autonomfa entre técnica y paradigma, atendiendo a las multiples razones 0 factores que pueden condicionar la elecci6n de una técnica en el marco de una determinada investigacién. En segundo lugar, no creen en la coherencia horizontal, es decir, no creen que todos los atributos de un determina- do paradigma estén indisolublemente unidos. Los autores adoptan al respecto una actitud analitica, frente a la sint tica u holista. Cada rasgo 0 atributo tiene valor por sf mi: mo. «El hecho de que alguien realice una investigacion de un modo holista y naturalista, por ejemplo, no significa que tenga que adherirse a los demas atributos del paradigma cualitativo como el de ser exploratorio y hallarse orientado hacia el proceso. [...] Del mismo modo que los métodos no se hayan ligados légicamente a ninguno de los atributos de Jos paradigmas, los propios atributos no se encuentran logicamente ligados entre sf. [..} Baste con decir que no existe nada, excepto quizas la tradicién, que impida al in- vestigador mezclar y acomodar los atributos de los dos pa- radigmas para lograr la combinacién que resulte mas ade- cuada al problema de la investigacién y a los medios con que se cuenta (Cook y Reichardt, 19882b: 40). Tras acep- tar plenamente la legitimidad de la integracién, terminan seftalando que xexisten al menos tres razones que respaldan Ja idea segiin la cual, cuando se abordan los problemas de 56 METODOS EN INVESTIGACION SOCIAL evaluacién con los instrumentos més apropiados que resul- ten accesibles, se empleara una combinacién de los méto- dos cuantitativo y cualitativo. En primer lugar, Ia investiga cién evaluativa tiene por lo comin propésitos miiltiples que han de ser atendidos bajo las condiciones mas exigentes. Tal variedad de condiciones a menudo exige una variedad de métodos. En segundo lugar, empleados en conjunto y con el mismo propésito, los dos tipos de métodos pueden vigorizarse mutuamente para brindarnos percepciones que ninguno de los dos podrfa conseguir por separado. ¥ en ter- cer lugar, como ningéin método esta libre de sesgos, sélo cabe llegar a la verdad subyacente mediante el empleo de multiples técnicas con las que ¢! investigador efectuaré las correspondientes triangulaciones» (Cook y Reichardt, 1982b: 43). Frente a esta posicién puramente técnica, que descuida los problemas epistemolégicos asociados, y frente a la po- sicién puramente epistemolégica, que resiringe metate6ri- camente las posibilidades de integracién, la actitud defen. dida en este volumen, segin se ha dicho, es estrictamente metodolégica. La posicién metodolégica acepta la legitimi- dad cientifica de la integracién de las orientaciones cuali- tativa y cuantitativa en disefios multimétodo, pero siempre que sea posible integrar, en el disefio de la investigacién, las orientaciones metatedricas y los atributos de las técnicas que piensen utilizarse. Por este motivo, sostenemos como esencial una actitud de prudencia metodolégica ala hora de integrar métodos, sin la cual no tendria sentido hablar de verdaderos disefios multimétodo, sino mds bien de me- ras yuxtaposiciones desordenadas o’absurdos agrupamien- tos técnicos. Complementariamente al principio de pruden- cia, sostenemos con idéntica conviccién el principio de uti- lidad, dado que muchos resultados falaces obtenidos en las, Investigaciones sociales hubieran podido corregirse me- diante una oportuna y coherente integracién. Nuestra posicién implica, por tanto, dos momentos ne- cesarios. Uno previo, que afecta a la DE-CoNsTRUCCION de las dimensiones bisicas tradicional o convencionalmente asociadas a los métodos cualitativo y cuantitativo, proceso y conciencia de deconstrucci6n ai que se dedica fnte- gramente el capitulo tercero. ¥ otro momento posterior, igualmente necesario, que obliga a una RE-coNSTRUCCION de SIRT FEES LEGITIMIDAD DE LA INTEGRACION 37 esas dimensiones en un disefio coherente, atendiendo al singular estatuto que ha de otorgarse al método en todo proceso de investigacién social. En el capitulo 4 de la par- te primera se perfila el estatuto del método en la investi- gacién social,

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