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José CADALSO (1741-1789)

Nació en Cádiz, hijo de una familia pudiente dedicada al comercio.


Muerta su madre en el parto, y ausente su padre frecuentemente por razón
de negocios, recibió su primera educación en los Jesuitas de su ciudad natal.
Estudió luego en uno de los más selectos centros de Europa, los jesuitas de
París.
Volvió a España en 1758, después de haber viajado por Europa y
desconociendo su patria, para ingresar en el Seminario de Nobles de
Madrid, también de los jesuitas, pero su falta de interés por estos estudios,
que impedían su propósito de seguir la carrera de armas, le llevó a
interrumpirlos y a viajar por varias regiones de España y países europeos
hasta que tras la muerte de su padre en 1761, regresa definitivamente e
ingresa en el ejército en el que en 1764 ya sería capitán.
Ya en Madrid, lleva Cadalso una vida mundana y de preocupaciones
literarias, que compagina con la actividad militar.
Frecuenta a los más destacados escritores y políticos del momento, con
algunos de los cuales entabla estrecha amistas: el Conde de Aranda, Nicolás
Fernández de Moratín, la Tertulia de la Fonda San Sebastián, Jovellanos,
Iriarte…
Tras un breve destierro en Aragón, donde al parecer inició sus
composiciones poéticas, Ocios de mi juventud, publicadas en 1773, vuelve a
Madrid donde mantiene relaciones amorosas con María Ignacia Ibáñez, que
falleció en 1771, lo cual le causó una gran depresión. De estos hechos
surgió la leyenda de que trató de desenterrar su cadáver y la identificación
con el personaje de Noches Lúgubres, compuestas en 1773 y 1774.
Ya entonces, había publicado la obra que más fama le diera en vida, Los
eruditos a la violeta (1772), sátira de la cultura superficial, y estrenado su
tragedia Sancho García, 1771.
Entre 1773 y 1774 se encuentra en Salamanca, relacionándose con los
poetas de la ciudad, como Meléndez Valdés, en el cual ejerció una notable
influencia según él mismo reconoció. En este año de 1774 trató ya de
imprimir sus Cartas Marruecas, obra escrita siguiendo los
modelos de Montesquieu y Goldsmith, y que no verían la luz hasta 1789,
póstumamente.
Tras cuatro años en Extremadura pasó con su destacamento a Andalucía,
donde murió en acción bélica, siendo coronel.

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LAS CARTAS MARRUECAS
Es la obra más conocida de Cadalso.
Comenzó su redacción en 1768 y en 1174 las tenía ya acabadas. LA crítica
no se pone de acuerdo respecto a la influencia de Las Cartas Persas, de
Montesquieu.
Los temas de que se ocupa Cadalso son variadísimos, y aún aprovecha para
ofrecer al lector distintos enfoques merced a las posibilidades que le
permiten los tres corresponsales: Gazel, el joven viajero marroquí,
observador a un tiempo ingenuo e imparcial, que todo lo examina con con la
perspectiva crítica que su diferente mentalidad le otorga; Nuño, inteligente
introductor de Gazel en la sociedad española, y el sabio maestro, Ben Beley,
corresponsal necesariamente distante, para justificar los relatos y
comentarios de Gazel, y a la vez prudente consejero de su discípulo.
Gazel se detiene en numerosas ocasiones a describir costumbres y escenas
típicas, de las que es espectador circunstancial o sobre las que llama Nuño
su atención, como la carta LXXII, donde se refiere a las corridas de toros.
Otras veces reflexiona sobre la condición humana, como lo hace en la Carta
LXXXIV, a propósito de la fama póstuma y entonces aparece la intención
didáctica del autor y la comprensión de las debilidades humanas así como
su transigencia con ellas. Otros temas son la educación o la obligación del
individuo de contribuir al bien de la patria.
En definitiva, muestran las Cartas la visión crítica y constructiva de un
ilustrado que, además, contribuyó al nacimiento de la prosa moderna: clara
y directa, eficaz instrumento para la difusión de las ideas ilustradas.

BIBLIOGRAFÍA:
REAL RAMOS, C y LUIS ALCALDE CUEVAS (ed.): Prosistas del siglo XVIII,
Madrid: Biblioteca Hermes, 1997.
AMORÓS, A.: Antología comentada de la Literatura española. Siglo XVIII,
Madrid: Castalia, 1999.

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