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Gabriel Magalhães

Columpios republicanos
S
upongo que pocos españoles sa- flamantemente, pero después ignoran el gal hubiese arriesgado en los años cincuen-
ben que, en este día 5 de octubre, modo de salir. Fue lo que ocurrió. La so- ta la carta que Franco jugó en los sesenta,
la República Portuguesa cumple ciedad portuguesa estaba tan fragmenta- nuestra historia habría sido muy distinta.
cien años. Se trata de un hito his- da que los altos mandos del ejército tuvie- Nos hubiéramos transformado en una
tórico, una de esas conmemoraciones que ron que encontrar a alguien que funciona- próspera Dinamarca del sur. Pero Salazar
siempre suenan con muchas campanas. ra como un pegamento político para esa no supo marcharse y los portugueses no
Intentaré contarles lo que está siendo Segunda República que empezaba. Surgió fuimos capaces de echarlo. En el fondo,
nuestra aventura republicana. Porque de este modo en nuestra historia la inefa- las dictaduras constituyen casi siempre un
Portugal es mucho más que un suburbio ble figura de Salazar. crimen silenciosamente compartido.
europeo, un barrio bajo del fútbol, capaz Durante los primeros años de su carre- Cuando se produjo la revolución de
de producir los muslos bronceados de ra, el candidato a dictador no pasaba de 1974 y empezó la Tercera República, Por-
Cristiano Ronaldo y la mirada pistolera un capataz en manos de los militares: su tugal ya había perdido varios trenes de la
de José Mourinho. función era encontrar e imponer los con- historia. No obstante, se ha hecho lo que
Cuando se proclamó la república, en sensos posibles en aquella sociedad esqui- se ha podido. Tenemos un sistema que fun-
1910, se refundó Portugal. Hay que ver lo zofrénica. Y Salazar lo logró. Tenía algo ciona: el presidente es el ancla, el referen-
que cambia la vida de un país cuando su de tecnócrata, pues había sido profesor te moral, y ha habido estabilidad guberna-
nombre se transforma en un sintagma re- universitario de Economía. No obstante, mental. Las dos primeras repúblicas fue-
publicano. Por aquel entonces nos inven-
tamos una bandera nueva, roja y verde:
la anterior era azul y blanca. Nuestro
himno también se adoptó en ese mo-
mento. La revolución republicana
permitió un prodigioso cambio de
imagen de nuestro país.
En el fondo, lo que dijeron los
portugueses de hace un siglo es que
querían seguir siendo lusitanos. Para
ello, les era necesario crear un nuevo
horizonte de esperanzas: algo que les
diera un rumbo. La república fue la estre-
lla polar que se eligió. En ella, también
se concretaba una gran pasión por la
modernidad: en 1910, había muy po-
cas repúblicas en Europa.
Todo en Portugal funciona por
castas invisibles, por oligarquías suti-
les. Nuestro país es una telaraña, cu-
yas arañas están por alguna parte, pero
no se ven. Durante los primeros años re-
publicanos, una élite de izquierdas some-
JORDI BARBA
tió al país, imponiéndole un anticlericalis-
mo brutal, un parlamentarismo feroz, que su figura sombría de eterno solterón re- ron ficciones democráticas: una de izquier-
se transformó en violencia callejera y en cuerda, en forma de cura de pueblo, a das, otra de derechas. Después de estos co-
un constante terremoto gubernamental. esos cardenales franceses, como Riche- lumpios extremistas del pasado, hoy en
Fue en esa sociedad dividida, en ese lieu o Mazarino, que todo lo controlaban día somos una democracia de verdad.
seísmo portugués de la Primera Repúbli- desde la sombra. Ser portugués es algo raro: una suce-
ca, que Fernando Pessoa desarrolló su sis- Fue una de estas personas que supieron sión de derrotas que, en su conjunto, con-
tema de heterónimos. Se trataba de una agacharse para subir: una cosa que se ha- figuran la victoria de nuestra personali-
respuesta poética de diálogos abiertos y ce mucho en Portugal. Con su prodigioso dad. Portugal se ha impregnado de espíri-
tolerantes, para una sociedad que discutía talento político, se mostró capaz de ir en- tu republicano de tal manera que resulta
a gritos. En el fondo, la literatura pessoa- contrando acuerdos y equilibrios donde muy improbable cualquier regreso monár-
na es ese homenaje secreto que la inteli- todo eran guerras. Hasta 1945, Occidente quico. La república es la ciudadela de
gencia rinde a sí misma, en lo oculto del se desangró en una multiplicidad de heri- nuestra nacionalidad. Nos faltan, sin em-
alma, cuando todo a su alrededor son es- das, y Portugal se mantuvo alejado de bargo, horizontes. Desde los años setenta,
cupitajos políticos intercambiados entre esos desastres, como una segunda Luna, nos han fallado todos los sueños: el espe-
barriadas ideológicas. un satélite más del planeta Tierra. La ima- jismo colonial, el proyecto revolucionario
Fueron años caóticos. En 1926, el ejérci- gen exterior de nuestro país era la de una de izquierdas, el paraíso de un Estado so-
to dijo “¡basta!”. Muchas veces, los milita- milagrosa Suiza atlántica. cial de tipo escandinavo. Poco hemos dis-
res saben cómo entrar en un Parlamento, Se cometió en ese momento un error frutado de la abundancia europea. En re-
gravísimo. A finales de los cuarenta, toca- sumen: somos un país de viajes al que le
GABRIEL MAGALHÃES, escritor portugués ba democratizar y descolonizar. Si Portu- falta un mapa.c

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