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AÑO II NÚMERO XXI

EDICIÓN DE AGOSTO DEL 2010

LA SANTÍSIMA
TRINIDAD DE LAS 4 ESQUINAS
LA PRESENTE EDICIÓN DE LA
SANTÍSIMA TRINIDAD, LA INAUGURAMOS CON
UN PAR DE FRAGMENTOS DEL POEMA "UN PASEO POR
LA LITERATURA" DEL ESCRITOR ROBERTO BOLAÑO...

44. Soñé que traducía al Marqués de Sade a golpes de hacha.


Me había vuelto loco y vivía en un bosque.

53. Soñé que volvía a los caminos, pero esta vez ya


no tenía quince años sino más de cuarenta. Sólo po-
seía un libro, que llevaba en mi pequeña mochila.
De pronto, mientras iba caminando, el libro comen-
zaba a arder. Amanecía y casi no pasaban coches.
Mientras arrojaba la mochila chamuscada en una
acequia sentí que la espalda me escocía como si tu-
viera alas.

56. Soñé que un hombre volvía la vista atrás, sobre


el paisaje anamórfico de los sueños, y que su mirada
era dura como el acero pero igual se fragmentaba en
múltiples miradas cada vez más inocentes, cada vez
más desvalidas.

...ESPERAMOS DISFRUTEN!!!!!!!
LA SANTÍSIMA, SIEMPRE DEDICADA A LA LITERATURA
NACIONAL...
MILVIA ALATA TEJEDO.
09/10/10

Editado en Arica- Chile 2010


Diseño: Daniel Rojas Pachas y Milvia Alata Tejedo
Cinosargo © Daniel Rojas Pachas y Milvia Alata 2000-2010
Contacto: carrollera@gmail.com
Web: www.cinosargo.cl.kz

Cinosargo by Daniel Rojas Pachas y Milvia Alata Tejedo


Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras
derivadas 2.0 Chile
Escape y Aglutinación: Componentes de una dialéctica
Alfonso Grez.
P or D a n i el R oj a s P a c h a s .
Should I stay or should I go now?
Should I stay or should I go now?
If I go there will be trouble
An’ if I stay it will be double
So come on and let me know!

(The Clash - Should I stay or should I go)

Alfonso Grez a ojos de esta lectura propone con


Centrífuga (Ediciones del Temple 2010) un texto polifónico
y multifacético dentro de la poesía Chilena reciente. La
presencia y manipulación de coordenadas, signos y
discursos tomados del cine, la publicidad, la cultura pop, la
ciencia aplicada, lo doméstico y la coyuntura bélica,
económica y burocrática de un mundo autocomplaciente y
globalizado cruzan la unidad de la obra a nivel de
contenido (o sea como materia a poetizar) sin descuidar
en lo absoluto un trabajo polisémico priorizado en la
estructura y diseño del libro.

En el primer caso, a nivel de fondo y contenido, podemos


tomar de ejemplo cualquiera de las diversas “pausas
comerciales”, pequeños textos en los cuales Alfonso Grez
re-escribe con ironía intertextual conocidas publicidades
televisivas como aquella de servilletas Abolengo en que un
río o lago, dependiendo de la versión, era devorado por el
poder de absorción del papel. Grez al parecer busca con
estas intervenciones lingüísticas y retóricas desacralizar el
objeto y desnudar el absurdo de todos los actores dentro
del circuito de consumo. La siguiente cita del poema
(pausa comercial/servilleta) es clarificadora:
“sin saber que el juguete será la catástrofe.
se beberá el lago entero y frente al abismo o
nuevo cañón notorio, no será otro que el fin
del día el comienzo del desierto ese triunfo
a secas, de la servilleta ultra absorbente”.

En otros casos los códigos utilizados por el poeta fungen su rol alterando la disposición del discurso y
el significante, por ejemplo pensemos en “el primer y segundo informe”. Textos del libro que muestran
una escritura fragmentaria pero no alterada en su sintaxis sino que marcada por el raspado o tacha
visual de lo enunciado. Así lo demuestra la siguiente imagen del poemario.
a de violencia y artificialidad en Centrífuga de

El texto sumido en semejante construcción representa mensajes interrumpidos y presumiblemente


tomados de la grabadora de una caja negra encontrada en la “zona zero” (Ground Zero) del World
Trade Center o tal vez del pentágono. En una segunda versión del informe lo que se delata es la
vertiginosa y escamoteada declaración de un proceso de tortura e interrogatorio, quizá en
Guantanamo Bay.

La suma de estas materias y técnicas de comunicación que indistintamente condicionan significado y


significante en la obra están presentes de modo explícito en las consideraciones que el mismo autor
deja entrever de forma directa en su breve reseña biográfica que declara: “Centrífuga está
conformado por poemas de Ciencia aplicada, Defcon 3 y Spot, los tres primeros tomos de un
proyecto en proceso”.

En tal medida esta apreciación que hago desde mi lectura situada coincide en ciertos puntos con otra
mirada hecha a la obra por Rodrigo Arroyo, quien detalla en su artículo, “La nueva perdida: Sobre
Centrífuga de Alfonso Grez”, la existencia de un diálogo intenso entre la obra en cuestión y el
poemario “Paseo Ahumada” de Enrique Lihn anexando de esta manera la importancia de lo
performático: “Y esto se aprecia en los textos de pausas comerciales, vemos que el autor intenta
eliminar la fetichización del objeto en el relato, imitando de cierto modo el camino del grupo Fluxus
(que podríamos verlo como el heredero directo del surrealismo) al intentar llevar al objeto más allá de
los mercados de arte; en este caso, de la publicidad”.

Vale la pena mencionar también que el texto de Grez prioriza de modo urgente y para nada
anecdótico la reiterada interacción y complemento de pluriversidades discursivas, más allá de lo
exclusivamente lingüístico. Arroyo así también lo deja claro en su lectura: “En este sentido lo que
puede permitirse Centrífuga es, como decía anteriormente, prescindir de las palabras porque no está
en ellas, por ahora, el sentido de este libro. Me parece interesante la propuesta y el riesgo, establecer
un diálogo con Lihn, y especialmente la abertura de Alfonso hacia otros lenguajes ajenos a la poesía,
porque en ello él nos dice a contrapelo que todos los lenguajes son los lenguajes de la poesía,
porque el sentido de ella no puede restringirse a las palabras”.
Por ello la presencia de Lihn en Centrífuga y el dialogismo, etéreo o no, que Arroyo acusa entre los
dos autores se valora más allá de ciertas actitudes o posturas frente a la creación y el lenguaje. La
retroalimentación se transparenta y bulle como marco estético en un par de poemas que son de
sobra tributarios del creador de “La musiquilla de las pobres esferas”.

Por citar un caso mencionaré el texto de Grez “El mendigo” el cual provee en su imagen de sociedad
una vuelta a “Cámara de Tortura” de Lihn ya que en ambos poemas se confronta a través de un
marcado antagonismo, a una porción invisible y postergada del universo ciudadano el cual es
instrumentalizado dentro de su miseria por el poder y sus maneras de desgarrar cuotas de
humanidad.

Grez dice en su poema:

recoge un lente de contacto


se lo pone
lee un diario del basurero
recoge un condón usado

lo utiliza en grande
con su compañera mendiga

después del amor


se fuman dos colillas

se tapan con el diario


al aire libre
sobre un pasto de plazoleta
nupcial

Lihn por su parte poetiza del siguiente modo…

Su tranquilidad es mi muerte por la espalda


Su libertad es mi perpetua
Su paz es la mía siempre y cuando yo goce de ella eternamente y usted de por vida
Su vida real es el fin de mi imaginación cuando me pego una volada
Su mujer es en tal caso mi gatita despanzurrada
Su mondadientes es ahora mi tenedor
Su tenedor es mi cuchara
Su cuchillo es mi tentación de degollarlo cuando me mamo un cogollo
Su policial es el guardián de mi impropiedad
Su ovejero es mi degollador a la puerta de su casa como si yo no fuera una maldita oveja extraviada
Su metralleta es mi novia con la que tiro en sueños
Su casco es el molde en el que vaciaron la cabeza de mi hijo cuando nazca
Su retreta es mi marcha nupcial
Su basural es mi panteón mientras no se lleven los cadáveres.
Asimismo en otro texto titulado “paisajismos” Grez dentro de su crítica visión acerca de la hiper-
industrialización de la sociedad también valorable en poemas como “a trazos gruesos, presentamos” o
“al este al oeste” nos revela poéticamente la deconstrucción de una metrópolis, de forma más
específica un edificio, como si estuviésemos presenciando un rewind de la sobrepoblación y
explotación que hemos impuesto al medio y legado a las generaciones venideras.

más impresionante que el grupo de hombrecitos


que levanta el edificio
colocando con cuidado cada ladrillo, cada viga
cada ventana y espátula de cemento

es el grupo que lo desarma –con el mismo cuidado-


sacando cada ladrillo intacto, cada impecable viga
cada espátula fresca de cemento
empezando por los pisos de arriba y terminando
en el sitio eriazo, que pronto es sembrado.

Esa idea de descomposición de lo entendido como real y que Grez acusa de mecánico y tecnócrata
coloca, al estilo de Lihn, en tela de juicio nuestra lógica y lo convencional de nuestras estructuras
mentales y por qué no, en gran medida a ese lenguaje que nos da forma y mesura, al punto que
podemos citar lo que el artífice de “La pieza oscura” declaraba a través de su poesía en relación a la
realidad y lo verbal: “Somos las víctimas de una falsa ciencia los practicantes de una superstición: la
palabra”. En “paisajismos” Grez expone la noción de des-realización del mundo y el conocimiento que
tenemos del mismo en términos afines a los que el desaparecido y destacado poeta nacional de la
generación del cincuenta utilizó en su texto Kandinsky 1904.

La relación de unas cosas con otras


iba borrando, poco a poco, las cosas.
Versos sin palabras.
Formas sin figuras.

No bien partía un barco de oro de la orilla


cuando ya no era orilla ni barco ni partía.
En resumidas cuentas Centrífuga manifiesta un carácter plurisignificativo desde su título y a juicio
personal va proyectando desde éste, además de las citables referencias y nexos con otros discursos
mediáticos y artísticos, tres ideas capitales y heteroglósicas que atraviesan transversalmente el
cuerpo o unidad del libro. Estas tres nociones son las que orientan la presente interpretación y que a
grandes rasgos se pueden graficar del siguiente modo:

“Centrí-fuga” o también fuga de los centros, del núcleo o eje de la matriz.

Esta noción nos permite pensar en la obra de Grez como una lectura que alude de modo constante a
una salida o búsqueda desesperada de alternativas o márgenes que permitan al sujeto, por lo general
cristalizado en calidad de dividuo debido a sus relaciones artificiales y de control cortadas por la
sociedad contemporánea, escapar de aquellas manifestaciones múltiples del poder y sus correlatos.
En definitiva se trata de optar por una periferia frente a la aplastante materialidad y dinámica de los
ejes que asfixian a los usuarios, habitantes o hablantes de una gran ciudad, detentadores de un cargo
o labor y por qué no, atrapados por su lengua. Como dijera William Burroughs: “El lenguaje es un
virus” y todo lo que hemos construido, nominado y sistematizado con él, comparte dicha infección y
letalidad.

Clarificador es el texto “punto cero”

Cuando nace un niño


dicen empíricos
los cuerpos llegan perfectamente sellados
insulados, herméticos
se apresuran
a cortar entonces y perforar
para que el mundo entre de una vez
sin contratiempos.
El poema hace referencia a los sustratos y contenidos simbólicos y semánticos que le son
insuflados a un ser producto del adiestramiento e inserción social desde la más temprana edad.
La idea de normalidad, los códigos de ética y moral, de rectitud y culpa van desde la óptica de
Grez construyendo al reprimido del mañana, relegando una carga y material semiótico al
inconsciente, y si vamos más allá podemos extender ésta lectura a una distopía contemporánea
que avala la experimentación genética, la construcción artificial de un individuo en base a
estereotipos de belleza y éxito con miras a su moldeamiento y encauce en la matriz global.
Argumentos de nuestro presente que nada tienen que envidiar a la ciencia ficción.

Esto último se refuerza en los poemas (pausa comercial / multitienda)

Si la ESTRELLA televisiva compra en esa


TIENDA, debe ser entonces ¡BUENA tienda!
pero si la otra ESTRELLA televisiva compra
en otra, cuál mejor. ELIJA SU TIENDA
SEGÚN SEA SU ESTRELLA TELEVISIVA (…)

La ironía de nuestro devenir y la elaboración de discursos sociales emana desde nuestros más
inocentes juegos de rol y Grez lo proyecta en (pausa comercial / muñeca)

la muñeca toda de rosa que les enseña a las


niñas, a ser muñecas; muchísimos vestidos,
peinados, autos y toda clase de electrodomésticos
en rosa y el novio casto en rubio perfecto:
muñecas sin genitales, rebosantes de sexualidad (…)

Por último el autor en el texto “lullaby” grafica con simpleza el tránsito de la especie bajo la óptica
“nace, come, se reproduce y muere”

gatea niño gatea, a la cuna, a tus cascabeles, al abrazo


elástico de tus padres
al hospital gatea, a la mesa de operaciones niño al hoyo,
donde la carne se pudre.

En síntesis la salida o centri-fuga del sujeto frente a los múltiples núcleos que lo atraviesan y
escinden podemos apreciarla en el poema “ya se ha hecho” como un manifiesto, casi como un
mantra que invoca siquiera una mínima originalidad o seña de individualidad que se persigue
edificar desde un genuino punto cero. Intención que sólo deriva en un gasto de energía
inconmensurable, inmenso como el listado hiperbólico al que el autor alude en aquel poema y que
recorre desde la masturbación en escena recitando poemas hasta practicarse una cirugía plástica
televisada… mera pasión inútil.

voy a hacer una cabeza de sangre, un cuadro de moscas,


voy a partir una vaca en 10 pedazos… ya se ha hecho.
voy a encerrarme con un coyote y que me miren, voy a
seguir a alguien por la calle, voy a disfrazarme de muchas
personas, voy a construir un sol artificial, pero juro, también se ha hecho.
Centrífuga como analogía del espacio y aglutinación de cuerpos que se producen en una
secadora de ropa.

Sin ser antojadizo ya que el mismo autor introduce una variedad de objetos y servicios desde tinturas
de pelo, vitaminas C, bancos, servilletas, isapre, café instantáneo y multitiendas, el título y el sentido de
la obra en esa relación de materiales, códigos y situaciones en interrelación y mixtura podemos,
“desambiguando” como diría wikipedia, asimilarla domésticamente a una centrífuga de ropa o secador
eléctrico mademsa. Lo interesante de la imagen que la máquina genera en relación al libro, estriba en
considerar un espacio o reducto (las páginas del texto) en el cual se yuxtaponen y movilizan una
variedad de cuerpos, en el texto de Grez claro está no se promueve la interacción y establecimiento de
vasos comunicantes entre calcetines, camisas, ropa interior, guantes y peluches sino más bien de
variados discursos y realidades como por ejemplo se puede evidenciar en la presencia delirante de
aquellas re-semantizaciones de los comerciales o spots, en las variadas listas hiperbólicas que
acompañan la caracterización del hombre y su quehacer, en la manera que las ciudades van
construyendo el paisaje urbano y sus contradicciones, los espacios abiertos y cerrados, los discursos
públicos y el encierro. El primer texto del libro “a trazos gruesos, presentamos” nos dice en este sentido:

Un cubo
de aire exhalado
levita exhausto sobre
una montaña de mierda y orina
cáscaras de plátano y envoltorios
electrodomésticos descompuestos

al medio
un hombre apenas visible,
microscópico
responsable.

Dentro de esta mirada al libro vale la pena destacar un par de poemas, “metraje” es uno de ellos. Este
texto muestra una edición, un slideshow de momentos y esperanzas en la mente de un hombre que
afanado cruza o intenta atravesar la frontera hacia Norteamérica. El pasado, las bases de su fe, de su
deseo de superación y la promesa de un sueño, todos aglutinados en una suma que plantea la
búsqueda de identidad, de realizarse dentro de la inclusión en determinada geografía.

el momento en que viejas caras se cuelan en el campo de


visión cuando hierve el té en esa habitación pelada sólo
camastro paredes desiertas en quetta o tijuana o juárez
el rezo en dirección a la virgen, la meca, la bendición del
padre, de la anciana sabia, la quema de incienso en humo (…)

esa estrategia de campo arrasado a mano propia para seguir


saltando, una tras otra las vallas divisiones que amasa
el hombre, tal vez el sueño americano o no
Finalmente el cuestionamiento a esta desesperación por sumarse, por ser parte, por aglutinar
elementos que den sustento a una identidad, se acrecienta en el poema “que ya no gustan tanto”. Allí
Grez nos expone como esa lucha por integrarse y por constituirnos, es otro vago intento, una
artificialidad a la cual nos aferramos procurando construir un sol artificial, un ojo y olfato y mente capaz
de captar todo, de almacenar toda la información existente y por existir.

de dónde viene eso de acumular libros pienso, de


dónde eso de pasarle imán al registro magnético de
audio análogo, eso de borrar los gritos reordenando
los minifragmentos metalizados en cristal de plata del
fotograma y los líquidos que lo fijan, de dónde digo,
de dónde este acumular de info si la ola de sol
se lo lleva todo en arco de triunfo, en corola de flamas

Una lucha por devorar el Aleph y atragantarse con discos duros. Una imagen tan trivial que se puede
sintetizar en una antojadiza papelera de reciclaje de pc en el cual caben La guerra y la paz de Tolstoi
con un peso de 1.3 mb, un mp3 de Hocus Pocus de la banda Focus de 5.7 mb y un sample de video
porno de cinco minutos que pesa 3.7 mb, por ende perderse en la biblioteca infinita, ser parte de ella y
pesarnos o medirnos en la virtualidad del saber y conocer, poseer y anexar… no parece más que un
objeto de decoración, un logos muerto y aterido al papel tapiz, al escritorio y protector de pantalla,
ornamental, anodino, contemplativo y artificioso, muerto en principio.

dificulta los instrumentos de


navegación, este acumular de libros como si acumulara
vida ajena, sabiduría, pero es obvio, experiencia y logos
permanecen en las páginas, tres tapas estantadas de
libro estancado en estante no avanza vida experiencia
sabiduría, si la ví es claro equivocada, pero tras
la ventana cerrada de la bibliotech, al otro lado y
francamente, no cuaja…
Centrífuga como una pseudo fuerza no aplicable a las leyes de Newton.

Por último Centrífuga en física se relaciona para los profanos o neófitos con el concepto de fuerza
pero en realidad para los entendidos en la materia, si revisamos esta mal llamada fuerza a la luz de
las leyes de Newton, descubriremos que estamos más bien ante un efecto, pseudo fuerza o fuerza
ficticia. Un artificio mal entendido pues como dicen los expertos…

“No es correcto llamarla fuerza puesto que no es el resultado de una interacción. PROPONEMOS
usar el término efecto centrífugo de la aceleración centrípeta para designar a lo que sentimos cuando
nuestro coche describe una curva. O simplemente efecto centrífugo en lugar de fuerza centrífuga”
Esta mirada de profano aprendiz H.G Wells la satiriza en su obra “La Estrella” del siguiente modo: “El
alumno, madrugando para su examen, estaba confundido..."Centrífuga, centrípeta", decía, con su
barbilla apoyada en su puño. Parar un planeta en su vuelo, privarlo de su fuerza centrífuga, ¿y luego
que ocurre? ¡Le queda su fuerza centrípeta y cae hacia el Sol! Y esto…!”,

Lo expuesto de manera general podemos relacionarlo con los poemas de Grez que muestran lo
risible de la ciencia aplicada dentro de un estilo de vida burguesa y coloquial, cómoda y
conceptualmente reduccionista manejada a la luz de las insulsas necesidades de un pseudo
mamífero con pantalones y sus artificiales caprichos narcisistas. La maravilla de las ondas
electromagnéticas al servicio de reventar unos huevos o calentar una pizza elaborada con queso
plástico.

Grez en este caso es de sobra cáustico al evidenciar a un hombre atrapado entre sus aparatos y el
derroche de las fuerzas de la naturaleza encapsuladas en una pantalla de plasma o botón.

En este sentido el poema “ciencia aplicada” de Grez nos dice:

así con todo

y las raíces de una antena


bajan buscando
la humedad
de un cuerpo que mira televisión.

y en el texto “mi vida en el cubo” remata…

todo el día
ante la más mínima necesidad
si falta salud
oprimo el botón

si quiero dormir
oprimo el botón, la gente de mi vida
muy cerca
oprimiendo sus botones
El resultado de la interacción de estas nociones de fuga, aglutinación y artificialidad que Grez devela
a lo largo del poemario trasuntan en una muestra global de lo que el medio impone a sus usuarios,
edificando a un hombre y humanidad convertidos en residuos segmentados y empaquetables para su
consumo. Meras unidades, pequeños fonemas o morfemas dentro de un sistema que nos ocupa y
en el cual nos debatimos chocando unos con otros.

En esa medida, en la agonía de ser y estar e interrelacionarnos sin saber si quedarnos o salir, el
correlato imposible de ignorar en la actuación y lógica que orienta nuestros vínculos es la violencia
en que… A mata a B de un balazo a C y a D cuando E planta bomba a M y a Z y a F que electrocuta
a C y D devuelve granada mata L mata B mutua en daga deshace degüella a F y a N y a latigazos
lapida a O y a Q y a R (…)

Meras “figuras” que Grez escribe llegando o partiendo incrustadas a una solución… El botón rojo del
cual pende nuestra caducidad.

Daniel Rojas Pachas.


Arica - agosto del 2010.
Adiós Facebook (o ya la quería) [por Rodrigo Ramos Bañados]
Adiós Facebook (o ya la quería)

¡Oh! Hasta cuándo podré resistir sin Facebook. Decir ¡Oh! es para joder a un poeta medio amigo, un
poeta ingenuo que todavía cree en las buenas intenciones de la gente o que la gente te entrega su
amistad sin nada a cambio. Es de lo que publica sus poemas en Facebook, esperando algo.
Esperando que le pongan me gusta. Me gusta tu poesía. Con eso se le arregla el día. Con eso
sonríe. Con tan poco es feliz. Miguitas de ternura para el poeta. Poemas largo y melosos,
antecedidos por el ¡Oh! –recurso que todavía no logro entender dentro de la poesía aunque a priori
entiendo que es para darle solemnidad al texto-. A los dos minutos sus amigos de siempre, le
responden cosas como: solemne, esplendido y notable. Lo imagino ansioso y moviendo la pierna
después que lanza un poema. Los minutos son segundos. Después una sensación de vacío ante la
nada. Una de sus fans, según noté, es una señora poeta, conocida en el submundo literario chileno
pues recolecta poetas por todo el país y les cobra –aprovechándose de la necesidad de ser leído-
por publicar sus textos en unas antologías que sólo leen los publicados, sus familias y amigos. De
eso vive la mujer. Ya va en 23 antologías. No le va mal pues siempre hay poetas. Siempre hay gente
que quiere ser escuchada, y lo peor, gente se siente especial pues escribe. Escriben desde el alma.
Porque la poesía surge desde el alma y esas cosas. Cursilerías, en el fondo. El segundo de sus
amigos es un tipo de rostro grueso, bien afeitado y que en la foto de Facebook, aparece con una
boina. Tiene apellido compuesto como: Aldunate-Vergara o viceversa. Mi medio amigo dice que es
un crítico uruguayo que tiene un sitio web privado tipo panal de abeja donde, previo pago con Visa o
Master Cards, poetas de todo el mundo son criticados y alabados. Algo así como una secta poética.
Aldunate-Vergara, por supuesto, tiene la última palabra. Un pequeño Dios ¿me sigue? No le compro,
pero en fin, a veces la necesidad de ser leído o escuchado lleva a pagar. Triste. Si se pudiera
catalogar, el tipo es un mercachifle que lucró de la egolatría de otros. Un adelantado diría un
ingeniero comercial amigo. El dice que es filósofo, poeta y crítico literario. Así está escrito en su
Facebook. Mi medio amigo le agrega que es un connotado de la escena literaria del Río de la Plata y
cita un círculo de Galeano. Aldunate-Vergara da para un cuento entero.

Aldunate-Vergara y la señora de la antología tiene convencido a mi medio amigo que eso será uno
de los grandes de la poesía en Chile. El paga para ilusionarse.
Gente como ellos y tantas otras que buscan afecto por Facebook, me terminaron por convencer que
las redes sociales cumplen una función de autoayuda, a veces patética, lo que no es ni bueno ni
malo. Prefiero un abrazo fuerte, un apretón de mano o una conversación en un café –por decir algún
lugar-. En la ciudad donde vivo tengo amigos para lo anterior, sin embargo comprendo a quienes se
sienten solos o llegan de paso en la ciudad donde vivo=población flotante. Facebook los acompaña y
hasta de ese modo, Facebook puede lograr un efecto terapéutico. No me gusta decir terapéutico,
pero aquí cabe. En efecto, quienes más postean en Facebook más solos están. Puede ser una
soledad física, hasta una soledad intelectual. Esta soledad intelectual sumida a un ego del tamaño de
un elefante germina esas bombas o bombitas que, a estas alturas, uno pasa de largo en Facebook.
Bombas en base a discursos reivindicativos metamorfoseados o conspirativos con el estado de ánimo
de quien las escribe. Causas y más causas. Algunas estúpidas y pajeras. Si para algo es bueno
Facebook, es para delatar el momento emocional de quien escribe.

Por una de estas estúpidas causas conocí a Antonia. No me interesan los pingüinos de Humboldt,
pero al ver su foto y sus palabras comprometidas, le pedí su amistad. Ahí partió el problema.

El Facebook es maldito. Cuando quieres desactivar tu cuenta te apela a las emociones básicas ¿Qué
dirá tal persona o esta otra porque te vas? Ellos te extrañarán. ¿Quiénes? Ellos Sí, te extrañarán.
Ellos notarán tu ausencia. Ellos preguntarán: ¿Por qué te fuiste? ¿Acaso me extrañará el escritor pop
que pone todos, pero todos los artículos que se han publicado de sus últimas novelas y además de
sus colaboraciones en el extranjero para medios como El País o El Universal de México? Lo dudo. El
tipo sólo está preocupado de él, y de otros escritores de éxito y así todos se adulan entre ellos. El
resto, a quienes le interesa esa área, leen y pone me gusta. Me gustan. La justificación es que
siempre es bueno tener amigos famosos y participar en sus opiniones pues en una de esa te pescan
y eso, y eso a fin de cuentas te da alegría a tu corazón mendigo. Y recuerdo una canción de Fito
Páez, algo así como: y dale alegría, alegría a mi corazón y otras cosas por el estilo.
No todos mis amigos de Facebook eran escritores o estaban relacionados a la literatura. Entre 300
había de todo: viejos amigos, de colegio, familiares y compañeros de trabajo y de universidad.
Estaban todas sus vidas ahí, expuestas como los tomates y las paltas en la feria. Si uno estaba de
cumpleaños había que saludarlo pues de lo contrario se sentía mal. Una chica me sacó de sus
amistades porque no la saludé. Luego otra. Sentimientos cochinos. La gente se toma muy en serio la
vida en Facebook. Peor con los equipos de fútbol. Que tontera. Cuando perdía la U con Colo Colo,
me etiquetaban en varias fotos. Nunca he sido un tonto grave, pero a veces después cuanto tu
equipo pierde un partido importante no quieres que ningún gueón te mosqueé. Mas rabia te da. Por
esto una vez puse que el que osara a molestarme por la derrota de la U con Chivas, lo sacaría de
mis amigos. No faltó quien me recordó un “Chivas Regal”.

Una vez que Facebook, me colmó por las fotos que Antonia, en una lamentable decisión de su
parte, publicó y etiquetó con mi nombre, el muy imbécil me propuso 7 opciones como para poner en
duda mi decisión. No hay dudas que el gueón que está detrás, un gringo de la CIA, es peor de
canalla que ese Aldunate-Vergara.

1. Esto es temporal. Volveré.


-Lo anterior es una simple y pura manipulación. Cuando uno toma una decisión la toma de un corte.
Lo de temporal y volveré, es lo mismo que le dijera a mi mujer: mi amor déjeme ser soltero por tres
meses y regreso. Desde ese punto de vista no es el malo, pero mi mujer no me acepta de nuevo.
Chao y a la calle. No es un buen ejemplo esto último. Insisto: viajar solo=libertad. Con esto revelo que
soy reprimido y por esto, en un minuto de mi vida, llegué a Facebook.
Además soy indeciso. Por esto creo que el Facebook es demoniaco. Me está jodiendo con esto es
temporal, volveré. Creo que podría volver. Tal vez volvería por dos minutos, miraría como está el
asunto, para ver que sucedió con la vida de Antonia y de otras personas que me interesan. Maldita
ella. Perra. Lo hizo porqué se enteró que era casado.

2. Tengo otra cuenta de Facebook.


-Tengo otra cuenta de Facebook, obvio, para mirar lo que pasa con ella. Prefiero mantenerlo así. Ni
tan lejos ni tan cerca. Temo que mi mujer la acepte como amiga y si lo hiciera tendría que buscar la
manera de hacer algo. Por lo menos sé las claves de mi mujer y podría bloquearla. Sería una buena
carta.

3. No me siento seguro/a en Facebook.


-¿A quién le puede importar mi vida? Tengo 300 y tantos amigos. A 200 no les interesa mi vida.
Descartados. En estos 200 hay editoriales pequeñas y grandes, algunos escritores de éxitos, otros
nuevos o jóvenes escritores, amigos del trabajo y algunos compañeros que por ABC nunca más vi
pero en su momento teníamos afinidades. En los otros 50 hay compañeros de colegios, familiares y
ex pololas. Viven sus vidas y no interfieren en la más. Después hay como diez que son amigos por
interés –trabajo-. No soy un santo. Después de esto, están los claves. Ella fue mi amiga desde del día
después que nos acostamos por primera vez. No tuve problemas en agregarla porque mi mujer nunca
se imaginaría. Entiende. Mi mujer pudo haber sospechado por el interés que ella tenía por todo lo que
yo publicaba en Facebook. Decir inconscientemente sería cobarde de mi parte, pero ponía varias
cosas que le gusta a ella, para darme el gusta de sentirle poner me gusta. Por esto reviví temas de
Sonic Youth, Pixies y mucho Trip hop ¿En qué andas? Me delató un amigo de Facebook. Mi mujer
está demasiado preocupada de su trabajo, le contesté a mi amigo.
4-Paso demasiado tiempo usando Facebook.
-Sí. Pase demasiado tiempo viendo lo que ella hacía y dejaba de hacer. Pasé demasiado tiempo
fisgoneando en las fotos de ella y la de sus amigos. Perdí tiempo fisgoneando en las fotos del
escritor de éxito o de mi ex polola. Horas de horas también pasé esperando respuesta a alguna
cosa que publicaba. A veces se me iba la tarde entera, a veces no estuve bien concentrado para
realizar mi trabajo, a veces esperé respuestas que nunca llegaron. No sé cómo se me fue el tiempo.

5-Facebook no me parece útil.


-Facebook me pareció útil desde que la conocí por los pingüinos de Humboldt De inmediato la
googleé y me apareció en Facebook. Me aceptó de amigo, y de ahí la empecé a chatear. A
conocerla. Sé que pololeaban. Su pololo era como ella. En una foto le pusieron que parecían la
pareja perfecta. Ambos jóvenes. Hermosos. Me imaginé al medio, con ella. Menage e trois. Me dijo
que trabajaba atendiendo en un pub y fui.

6-Recibo demasiados mensajes de correo electrónico, invitaciones y solicitudes de


Facebook.
-Formé un grupo en Facebook para llamarle la atención. Una causa a su medida. Leía sus gustos
en Facebook. Fue fácil inventar un grupo para captar su interés. Me sentí como Aldunate-Vergara.
Me sentí sucio, pero al fin y al cabo logré mi objetivo, la segunda noche en que la visité en el pub.
Después de conversar varias horas, la besé sin preámbulo. Ella me siguió. No sé porque, pero lo
hice. Tampoco entiendo porque ella se dejó llevar. Arrendamos una habitación. Le desnudé el torso
y lamí su piel. Le mordí sus pechos. Mi sexo parecía estallar. Sentí que le gustaban mis
mordeduras. Lo tomé de la cintura y le lamí el vientre y el ombligo. No aguantó. Se bajó los
pantalones y se sentó sobre mi boca. Sabía a óxido. Todo era perfecto en ese instante. Lo chupé
con fuerza. Rió tímidamente, hasta que la penetré. Me sentí como de 20 años.
Luego, en la cama, me confesó que le gustaba mi tranquilidad. Nunca entendí bien a qué se
refería, pues no había tiempo para redondear ideas.

7-No sé cómo utilizar Facebook.


-Pensé en vender por Facebook CDs de los grupos que le gustaban a Antonia, entre ellos
Electrodomésticos, pero nunca me decidí.

8- Otro
-Yo la quería.
Twittie que me salí de Facebook. Espero respuesta.
Una belleza convulsiva: Variaciones sobre la vida de Norman Bates, de
C. Faúndez
La crisis de la narración –la narración como tal, la que supone la comunicación de una experiencia- no
es en absoluto nueva. Cuando Walter Benjamin, en su sugestivo ensayo de 1936 sobre el narrador
ruso Nikolay Lesskov, planteaba la caída en la cotización de la experiencia como una de las causas
fundamentales de esta crisis, debe asumir que “el arte de narrar se aproxima a su fin, porque el
aspecto épico de la verdad, es decir, la sabiduría, se está extinguiendo”. El valor de una literatura
posible, entonces, se encontrará en la belleza de “aquello que se desvanece”, emancipada de la señal
de autenticidad que impondría una voz justa, reconocible y propia. La escritura se asociaría de forma
casi exclusiva a la creación de tesis y representaciones ideales en la novela –y yo agregaría, al
vértigo inefable en la poesía.

Quien crea que esto son abstracciones, es que no entiende bien lo que implica la posibilidad de una
narrativa en épocas de shock. En nuestra era traumática, casi ochenta años posterior a la de
Benjamin, narradores y aspirantes que exhiben su obra antes que su nombre o alguna posibilidad de
talento se han estado haciendo un verdadero festín con la supuesta desaparición de la literatura como
una actividad obsoleta, y fundándose en autores legítimamente conscientes de la crisis como Roberto
Bolaño, dan el paso posterior haciendo mala prosa y luciéndola como muestra de época, insultando y
amenazando al que se les pare adelante y alimentándose de un poder político que ya aprendió
aquello del río revuelto. Entre la administración concertacionista y el momento actual, hay mucho que
no cambiará en absoluto, y una de las desgracias de la época es tener a estos mártires de la
desaparición de la literatura gritando y engordando a costa de la ignorancia de los burócratas, desde
Punto Final o El Mercurio hasta algún blog que encarguen a sus talleristas para poder meter más
bulla y por boca ajena. Y ahí van a seguir, gritando, engordando y dictando cánones payasescos,
encontrando en la creación literaria sólo objetos muertos y taxonomizables.

Mientras tanto, las verdaderas lecciones de la crisis de validez de la literatura para los tiempos que
corren no dejan de ser aprendidas y aplicadas, y no necesariamente en los grandes centros de
distribución editorial: esperan mejores momentos para ser leídas como se debe. Esto pienso ante
Variaciones sobre la vida de Norman Bates (Valparaíso: Narrativa Punto Aparte, 2010), el segundo
libro de narrativa de C. Faúndez (Valparaíso, 1973) después de El silencio: Manuscritos para suicidas
del mañana (Valparaíso: Ed. La Bruja, 2000) –el año 2008 publicó además el poemario 34
(Valparaíso: Ed. Cataclismo). En cuatro nouvelles breves de estilo y perspectiva muy distintas,
Faúndez despliega en su último libro un mosaico narrativo de una poderosa originalidad, centrado en
un mundo que ha decidido darse una clausura ante toda trascendencia, mas con la huella traumática
de tal operación, que le da la necesidad de escapar de una realidad estagnada, desolada en su
sentido más profundo.
Es imposible no recordar a Dostoyevskii –y precisamente en oposición a esa narrativa fundada que
podría reconocerse en Lesskov-, cuando se señala esta breve descripción del mundo que desean
mostrar estas Variaciones. Se presenta acá efectivamente ese mundo sin Dios, en el cual cada detalle
da la impresión de una dolorosa segunda infancia, doblemente huérfana, en que, ya perdida toda
inocencia, tampoco se ha aprecia un estar en casa viviendo en la libertad. El espacio de las elecciones
dentro de las Variaciones es el espacio del acto gratuito, en que la expresión de sí mismo es una pura
irrupción fuera de lugar dentro de una realidad que no puede ser modificada ni en el menor detalle de
su oscuridad. Por eso es que, sin tener descripciones particularmente acuciosas, la visualidad de la
narrativa de Faúndez resulta asombrosa, en cuanto creación de climas en pocos rasgos, a través de lo
que hay fuera de los espacios en que los personajes se mueven. La escena primordial de casi todas
las historias es la mirada a través de ventanales, hacia un cielo con caracteres inhóspitos
–repetidamente invernales- y hacia los omnipresentes pájaros, que tienen un particular y complejo
significado dentro del mundo narrativo de Faúndez.

La aparición de los pájaros en las Variaciones es reiterativa hasta el hartazgo. Desde el pájaro muerto
de “La mujer imposible” hasta los embalsamados de las últimas composiciones del libro, saben ocupar
el privilegio de un símbolo complejo, que refiere a su capacidad voladora –su capacidad de dejar el
suelo. Y aunque el libro empieza con los pájaros que parecen burlarse de Fagestrom en la primera
nouvelle, es en su muerte cuando revelan su real sentido.

Aquel día, Fagestrom se levantó decidido a regar la tumba del pájaro. Tal vez, pensó, de tanto regar, el
pájaro se llenará de nubes y podrá volar otra vez, y de esta manera llegará a la ventana de la mujer
imposible para avisarle que él está vivo, que puede hacer con él lo que se le venga en gana (...)

Pero el pájaro no despierta. Está enterrado tan hondo como una imagen en el espejo. Fagestrom la
llama. Le cuenta estas cosas sobre el pájaro y la mujer le dice que es tierno, pero que la ternura puede
dejarnos vulnerables en este mundo. Él responde que tiene razón y que en verdad el maldito pájaro
está más muerto que la mierda. La mujer imposible cuelga el teléfono.

El pájaro, resumen del deseo de Fagestrom por la “mujer imposible”, termina desenterrado, y su
cuerpo medio devorado por los gusanos es provisto de alas de cartón y un artefacto eléctrico para que
a la orden de un control remoto pudiese volar. Pero ante lo improbable de un pájaro que volase con los
ojos cerrados, el protagonista

(...) mantuvo abiertos los párpados con un palo de fósforo entre sus concavidades, pero el pájaro ya no
tenía ojos. Introdujo dos perlas de fantasía en esos agujeros. Las pintó azules. Un pájaro de ojos
azules debía ser irresistible para cualquier mujer, aunque en verdad las mujeres prefieran a los ciegos.

La operación del protagonista remite inmediatamente a la misma imagen de los relatos finales: el hacer
ver como vivos a estos pájaros muertos, imágenes de una ligereza desvanecida que se intenta recrear
a la fuerza. Tanto el amor a esta “mujer imposible” como los anhelos de los niños que reciben las
clases de embalsamamiento de Norman Bates, dejan ver en su trasfondo una sombría operación
alegórica, en que el retrato de ese mundo clausurado es capaz de mostrar su punto de fuga, aquello
que permite que como narración mantenga sentido, pero representándolo desde su misma negación.
No hay mejor forma de expresar esto que citando el final de la primera sección, “Taller para
embalsamar pájaros”, del relato “Variaciones sobre la vida de Norman Bates”
He terminado por aceptar a las niñas, sobre todo cuando la luz del sol cae sobre sus pequeñas
manos. La niña de las preguntas me ha traído una flor y me ha preguntado si las flores crecen dentro
de los pájaros.

- La llegada de la primavera nos reconforta, se ven más pájaros en el cielo –le explico.
Entonces ella responde:
- Ojalá murieran todos los pájaros, para poder embalsamarlos.

La operación de embalsamar pasa a desenvolverse en una gratuidad sin fundamento, y en el caso de


los últimos textos del libro, los mismos niños del taller son los portavoces de ese abismo de sentido,
antes incluso que podamos, como lectores, acceder a la angustia de Norman Bates.

Una de las puertas de entrada que parecen ser vitales para entender la emoción predominante en el
libro es la de la actividad literaria. De una u otra forma, recorre de principio a fin el libro,
representando siempre una actividad inútil, pero signada por el mismo espíritu de evasión –ese
mismo imposible afuera que parecen encarnar los pájaros. Por ejemplo, en el instante en que
Fagestrom informa sin un objetivo específico, al parecer, a la “mujer imposible” del alto precio de su
cuenta del agua, termina asumiendo

(...) que vendería la colección de libros de poesía que le había regalado su abuela, ya que él nunca
leía porque la poesía lo atemorizaba. La poesía es lúcida, decía, y él estaba loco.

En que el personaje parece querer establecer una transacción imposible que equipara esos libros
con la reunión con la mujer, la cual parece dar absoluta cuenta de este intento presentando ante él el
principio de realidad del que Fagestrom desea escapar:

- Tú no estás loco –replicó la mujer.


- Loco por tenerte –dijo Fagestrom.
- Entonces, si estás loco por mí, sigue regando la tumba del pájaro y cuelga el teléfono.

Como complemento de la idea de extremo escape que constituye la literatura en este trozo, es
interesante apreciar –tal como en el ejemplo anterior- una parte de la sección “Taller para
embalsamar pájaros” (conformada, en términos estrictos, por microrrelatos que pueden valer por sí
mismos): Al niño escritor no le gusta tanto embalsamar pájaros. Le gusta escribir. Todo lo que hizo en
la mañana, lo que hizo en la tarde, y así llenar y llenar páginas con su vida. Le aconsejé que también
escribiera sobre la vida de los otros y se negó, pues reconoce que su vida es más interesante que
cualquier otra. Le digo que de afuera se ve mejor, pero no hay caso: el niño piensa que los que miran
de afuera sólo especulan, pero nunca llegan a la verdad.
En que se aprecia más claro que la presencia de las figuras de la evasión (la mujer de la primera
nouvelle, los pájaros, la literatura) es darle un sentido a la narración, pero desde su mismo aparente
absurdo –el acto de la escritura convierte esta voluntad de evasión en voluntad de verdad. La
desesperanza yace en el momento en que esta verdad sólo puede presentar la apariencia de vida.

Estas mismas certezas, pero asumidas desde un registro extremadamente irónico, son notorias en
“Los arbolitos quemados” y “Esto sucede cuando tres poetas deciden armar una bomba”. En la
primera nouvelle, en el instante en que se empiezan a urdir los hilos de la trama, “la divorciada” le
pide “al hombre”, al principio el aparente protagonista de la historia, que mate a su madre.

- ¿Por cuánto?
- Por muchos poemas.
- ¿Serás capaz de escribir treinta poemas?
- Claro que puedo, con tal de que desaparezca de mi vida.
- Cuarenta sería mejor.

El delirante relato logra revelar esta trama como una dentro de una serie de hilos engañosos que
envuelven todo el relato, produciendo, merced a la habilidad de esta urdimbre y el cuidado dibujo
psicológico de los personajes, una asombrosa representación de este mundo sin trascendencia
posible que sólo puede acabar autodestruyéndose. En la misma forma en que la poesía es puesta en
un paréntesis burlesco, también acá la relación amorosa pierde todo el carácter de redención que
sugería “La mujer imposible”, pasando a ser otra evasión inútil y casi ridícula:

El anciano dice a la anciana que está aburrido de regentar un motel. La anciana dice que regentar un
motel es puro amor, que ellos brindan un espacio para que la gente se ame, no para que se
emborrache, o cometa actos de violencia, ni tampoco pusieron un parque de juegos para que los
padres justifiquen su presencia con sus hijos. No, ellos pusieron un motel para que la gente se ame,
con poemas en sus paredes para que los lean y lloren.

- También se presta para la infidelidad –dice el anciano-, y eso no es bueno.


- En la infidelidad también hay un poco de amor –dice la anciana-, aunque sea un poco, y un poquito
de amor en estos tiempos se agradece.

En que la última pequeña ventana que abre “la anciana” –el amor como un consuelo- terminará
cerrándose con el desolado y violento final de la nouvelle, en que la última frase parece hacer eco de
este carácter de instancia desesperada en el sentido más propio de este adjetivo:
Los testigos de la catástrofe se mantuvieron abrazados, fuertemente abrazados.

En el caso de “Esto sucede cuando tres poetas...”, Faúndez se decide por un tono más llano de relato
netamente sarcástico. Sin embargo, el lugar que la actividad poética ocupa aquí puede dar cuenta de
la misma forma de esta “puesta entre paréntesis” de la posibilidad de escapatoria.

El mundo que se describe en “Esto sucede...” está marcado por una apariencia apacible, recalcando
al principio la cotidianeidad de tres poetas que comparten una casa en “un pueblo” –que no se detalla
ni se describe, lo que desplaza absolutamente la atmósfera lúgubre de las demás nouvelles del libro.
De hecho, el efecto irónico recalca una sensación de normalidad tal que logra acoger dentro de sí
momentos que en otro contexto serían críticos –la posible identificación del “poeta tres” con
Fagestrom, el que éste imagine muertos a los otros dos trágicamente, si es que por trágicamente se
entiende quedar atrapados entre los fierros de un automóvil después de un choque o ser aplastados
por una pala mecánica en una faena de construcción, etc.. Ante este mundo, la actividad de ellos en
cuanto poetas no puede sino revelar una diferencia fundamental con respecto a la gratuidad y burla
que en las demás nouvelles se establece con respecto a la literatura:

Las risotadas en el bar o las opiniones despreocupadas sobre la poesía –que era, en el fondo, lo que
más preocupaba a los tres poetas- eran sólo apariencias. Todos se habrían cortado una oreja, un pie
o un brazo antes de llenar la hoja en blanco con un poema sin pulir.

Desde este suelo seguro, la narración puede llevarse a un punto crítico que no tenga relación con
trascendencia alguna fuera de la literatura en sí misma. Ante la exclusión de los poetas de la casa de
la programación de “la feria del libro”,

El poeta tres dijo que, en ese caso, lo más efectivo era lanzar una bomba en la feria, el mismo día de
la presentación de la poeta mediocre. En esta idea los tres estuvieron de acuerdo.

En que la brutal desproporción entre la causa y la acción presenta nuevamente la idea de la gratuidad
de los actos. La narración cuida de presentar claramente la distinción entre el atentado y la lectura de
una virtual acción artística (UNA BOMBA ES UNA BOMBA / No un poema, les pide repetir “el
anarquista” a los poetas), y la realización misma de aquél logra precisamente desvanecer cualquier
pretensión de una cadena de causas y consecuencias. La llegada de la “mujer imposible” da a la
escena una carga delirante que es cuidadosamente vuelta a su centro en la última sección de la
nouvelle, cuando los dos poetas restantes asumieron como la nueva directiva de la sociedad de
escritores, descabezada con la explosión de la bomba en la feria del libro.

Al llegar a casa, aquella noche, escribieron un poema a cuatro manos, dedicado a la inmolación del
poeta tres.
El poema decía así:
El amor es el amor
No una bomba

Fin.

El centro de la narración constituye, entonces, esta trivialidad en que los actos son asumidos
gratuitamente. Se deja ver, entonces, a los poetas como los que pueden vivir y administrar de manera
fría una cierta “tecnología de la desesperanza”, logrando asumir como cotidianos los saltos más
extremos hacia la trascendencia que pudieran encontrarse en todo el libro: el milagro (así definido) de
la aparición del amor imposible al mismo tiempo que el paso a la muerte, por parte del “poeta tres”.
Éste –enamorado de una “mujer imposible”- es el único personaje signado para salir del mundo llano
de las Variaciones, pues como se señala en las páginas iniciales de la nouvelle: El poeta uno y el
poeta dos habían escrito poemas de amor, pero nunca se habían sentido enamorados y nunca habían
sufrido lo que se entiende por sufrir de amor, que no es otra cosa que llorar bajo la almohada.
El poeta tres, en cambio, estaba profundamente enamorado de una mujer imposible. (...)
Con lo cual sella el destino ya esbozado para el personaje que había sido llamado Fagestrom: lo
maravilloso sólo podría aparecer aquí en la forma de un abismo que se abre hacia la desaparición
física. El gesto final del “poeta tres” implica una fe en la redención que hace colindar el amor y la
muerte.

Una de las características importantes de estas Variaciones es precisamente esta última, y se hace
obvio recordar las páginas finales del movimiento romántico (como ya se recordaba a Dostoyevskii)
hasta su culminación paradójica en el surrealismo como propuesta estética. De hecho, la belleza
convulsiva propugnada por André Breton en Nadja es un modo bastante preciso para definir la prosa
del libro, siempre a punto de escapar desde la sola referencialidad a una percepción casi onírica. De
hecho, hacia las últimas nouvelles, la secuencialidad que podría hacerlas parte de una prosa como
tal desaparece, haciendo aparecer los textos centrados en Norman Bates como una narración
poética que asume sólo puntos de fuga con respecto a posibilidades de solución de argumento. Esto
hace que el uso reiterado de procedimientos que en la prosa como tal darán paso a la acusación de
efectismo –la culminación de narrativas simples en imágenes poéticas o el uso de palabras de
grueso calibre-, en esta narración se hacen parte fundamental de una poética centrada en la
posibilidad de conmover provocativamente al lector: propiamente, un efecto de convulsión llevado a
un asombroso clímax en la narración del “amor real” con la embalsamada, perfecto opuesto al “amor
imposible”. En ambos casos, el concepto de amor es índice de algo completamente distinto, y que se
refiere a la libertad imposible que está en la base del mundo narrativo de Faúndez.

La violencia sobre la narrativa convencional hace entrar a estas nouvelles dentro de un ámbito de
activa conciencia con respecto a la condición presente de una experiencia devaluada y a punto de
desvanecerse. El personaje de Norman Bates representa, como quien determina el libro desde el
título, una fuerza corrosiva sobre la sociabilidad que termina denunciando al texto como mera ficción
–en el mundo de las Variaciones la realidad ya ha dado el pie a su tumba, y la agresiva carta final de
Bates a la embalsamada es, en cierta forma, una demanda imposible ante un mundo que ya ha
desaparecido. Es por esto que el humor del libro corresponde en sentido absoluto al humor negro
–otro enraizamiento con el surrealismo, consecuente con su belleza convulsiva- en una de las
formas más puras que se puedan encontrar en la actual narrativa, al menos en el entorno de las
ediciones independientes del país.

Le corresponde a Variaciones sobre la vida de Norman Bates una presencia en el entorno de la


narrativa nacional, y es de esperar que el trabajo de Narrativa Punto Aparte logre alcanzar la
resonancia que le corresponde –ya ha sido publicado bajo el sello, además, Niño Feo de Yuri Pérez.
Las excepcionales edición y factura de los libros, asimismo, podrían abrir un camino de mayor
exigencia a la publicación independiente, entregándole la posibilidad de acceder a mercados de
lectura que no estén acotados a círculos de especialistas.

Carlos Henrickson
¿Qué premia el Premio Nacional de Literatura de Chile?

"Esto es lo que aprendí de la literatura chilena. Nada pidas que nada se te dará. No te enfermes que
nadie te ayudará. No pidas entrar en ninguna antología que tu nombre siempre se ocultará. No luches
siempre serás vencido… No escatimes halagos a los imbéciles, a los dogmáticos, a los mediocres si no
quieres vivir una temporada en el infierno. La vida sigue aquí, más o menos igual”.

Roberto Bolaño

El Premio Nacional de Literatura de Chile tiene un imán corrosivo en las letras nacionales y nació hace
68 años como un fondo anual para contrarrestar la indigencia para los desvalidos escritores sin
protección de ninguna naturaleza, aunque tiene el pomposo titulo de máximo galardón, no ha dejado
de ser un lauro para el ninguneo, chaqueteo, sacar los trapitos al sol de ganadores y perdedores, de
los eternos postergados y todo ese manejo debajo de la uña oficial del gobierno de turno. Los premios
tienen una cierta gracia que otorgan los jurados y sellan una carrera de toda una vida, la obra de todos
los años juntos, algo Proustiano, como remunerar el insomnio y desvelo del tiempo perdido y
acumulado.

Los corrillos entorno al Premio Nacional duran semanas y van subiendo de tono a medida que se
aproxima la fecha. Las fichas se van acomodando y todos saben que si no es en esta carrera, habrá
que esperar otros cuatro años, porque los premios son bianuales y le corresponde a un narrador y
luego a un poeta. Un cicatearía ejemplar para una economía que tiene como afrontar estos temas de la
cultura más allá del mercado y del uso de los dineros del Estado en asuntos rentables. El premio
debiera ser anual.

Una de las frases más dramáticas se la leí a Pablo de Rokha cuando recibió tardíamente el Premio
Nacional, ya se había muerto su esposa y suicidado dos hijos: Ahora para qué, se pregunto el autor de
Los Gemidos. El se suicidó posteriormente tras escribir su magistral poema Canto del Macho anciano
(Estamos muy cansados de escribir universos sobre universos) y cuando lo velaron en la Casa Central
de la Universidad de Chile, me encontré con Antonio Skármeta, hoy candidato al Premio y profesor mío
en la Escuela de Periodismo en la Universidad de Chile. El muerto hizo un silencio grande esa noche.
Pocos gestos vi alrededor del ataúd. ¿O la muerte es tan pulcra que no exige nada? Nicanor Parra no
cabía en su pellejo cuando obtuvo el premio, era una canonización de su antipoesía entre la Cordillera
de los Andes y el océano Pacifico enmarcada por el desierto de Atacama y los glaciares de La
Patagonia. Es memorable la entrevista que le hizo en La Reina, Mario Benedetti y vaticinó a un poeta
suicida, que este 5 de septiembre cumple 96 años. ¿Parra querrá enterrar la poesía antes de partir?
Qué pocos recursos nos quedan cuando vivimos a la intemperie. Los poetas llegan a tener fama, pero
no dinero. El marketing y la máquina de hacer billetes está enfocada a las páginas llenas de palabras
que superan las 150, 300 carillas, entretienen, banalizan, cotidianean, hacen fiesta con el yo,
manosean la carne, la psiquis, divierten, crean suspenso o simplemente cuentan historias, que podrían
ser nuestras propias historias. Los escaparates tienen nombre y color. La poesía tiene que pasar dos/ y
tres veces/ por la mano de un lector, / para hacer sombra. /Por un cedazo se escurre / Es sal y agua en
ojo ciego/ Radar y luz /sueño si en ti nace/ la palabra trigo/Prueba palabra prueba/mi historia/en un
reloj de arena/el espejismo/la sed de una palabra nueva. (Rolando Gabrielli)
Quizás no era para menos, Vicente Huidobro no recibió el famoso premio, De Rokha se había
disparado con un calibre 45 un año antes que Parra recibiera su premio y Gonzalo Rojas permanecía
en la antesala del limbo nacional. Pero la lista de olvidados es más grande y avergüenza, en especial
en la época de la dictadura, que ignoró a dos poetas indispensables de la literatura chilena, como lo
son Enrique Lihn y Jorge Teillier. A Gabriela Mistral, como se sabe le dieron el Premio Nacional seis
años después del Nobel. Rosamel del Valle, otro poeta vital, absolutamente ignorado, y el mismo olvido
con María Luisa Bombal, una narradora de excepción. Todo esto ya es historia vieja, conocida y
repetida, pero son los antecedentes de una memoria que vuelve a repetir los mismos errores y pasos
de Alzheimer administrado con justicia oficial.

Se dice que Teillier vivía como poeta, pero pareciera ignorarse que creó la Escuela Lárica, todo un
mundo poético de resonancia que supera las fronteras chilenas. Lihn, pienso, que también vivía como
poeta y ambos partieron pronto, pero dejaron una obra significativa y son puntos de referencia en la
poesía chilena e iberoamericana. El Premio Nacional también se perdió a Gonzalo Millán, quien lo
hubiese prestigiado doblemente con su innovadora poética.

Qué Sady Zañartu y Campos Menéndez, dos premios de pacotilla, entre otros, nos guíen por un mejor
derrotero en el año del Bicentenario. De los alrededor 50 Premios Nacionales, sólo 15 son poetas y
Chile, es sabido, es un país de poetas que supera con creces sus fronteras y su poesía renueva la
lengua española.

Un Premio Nacional es para una obra que nos habla a los chilenos con un lenguaje que crea mundos
nuevos, registra la vida y la muerte, la felicidad, los sueños, las pasiones, interpreta una época, da
cuenta de ella, asume la voz de los sin voz, guión escrito por un loco que alquila un centro psiquiátrico
para darle cuerda a la historia de la locura colectiva. Puede ser un largo monólogo como la geografía
accidentada, la memoria, el presente o el futuro, lo real o la ficción. El límite lo ponen las palabras y
aún así, sigue existiendo el horizonte. No todo es confites y golosinas o serpentina. La jubilación del
Premio Nacional es una canallada. Debieran haber, existir otros mecanismos de selección, sin
inscripción y que durante un año, previo al lauro, una Comisión de estudiosos, debatiera el premio a
través de términos estrictamente literarios. Puede que un autor haya escrito tres o cuatro obras, pero
sean significativas, y no tenga 40 años. Poner un corsé, una camisa de fuerza a un lauro que debiera
ser guía de textos de estudio sobre autores nacionales para colegios y universidades. Es más que un
absurdo, negligencia, estupidez y desidia cultural. ¿Por qué el Estado no publica una serie de Clásicos
del Bicentenario? Más de alguna sorpresa se encontrarían.
Ahora estamos en el 2010 y a principios de septiembre se fallará y hay más candidatos que los que
recoge la fotografía grupal de esta nota, presidida por Roberto Bolaño, quien tuvo el descuido, poco
antes de morir de presentar su candidatura al Premio Nacional, (obviamente no llevaba chance alguna)
y preside con mucho derecho esta nueva justa y ajustes de cuentas literarias. Isabel Allende, la mayor
best seller femenina del habla española, quien el 2002 tras coger una rabieta en Santiago, dijo que
jamás se volvería a postular al Premio Nacional y años después se nacionalizó norteamericana, es la
favorita entre las favoritas.

Caso único de una candidata apoyada por todos los ex presidentes de Chile. Volvió a Chile este año y
dijo estar dispuesta a abrirse paso a codazos para alcanzar el máximo lauro, porque "se lo merece".
Roberto Bolaño fue lapidario especialmente con ella al llamarla "escribidora". Allende replicó cuando el
autor de 2666, ya no estaba en la palestra: "Me tenía un odio parido. Fue uno de los que dijo las peores
cosas", atestigua. ¿Leíste sus libros, te produce algún respeto lo que hacía?, pregunta la periodista
Leila Guerrero, de La Nación de Argentina. "No, ninguno", responde Isabel Allende. No leíste nada,
insiste la reportera. "Eché una mirada a un par de libros y me aburrió espantosamente. Agrega Isabel
Allende que "tras su muerte, nadie la recordará. "Los nietos, con suerte", dice. Y extiende el olvido a
todos los escritores. Bueno, comenta la periodista, de Borges alguien se acuerda. "Unos cuantos...
gatos. Cuatro gatos que se morirán y no se acordará nadie. De Cervantes se acuerdan otros cuatro
gatos porque se los obliga a leer el Quijote. Nuestro destino es perecer. Los escritores que perduran
son Shakespeare, Homero. Hablan de las pasiones, de la envidia, y en esos grandes temas un escritor
encuentra la inmortalidad. Pero todas las demás pequeñas historias son pan para hoy y hambre para
mañana. No queda nada". En mi opinión, siguiendo a Allende, ella ha dicho que recibe muchos textos
inéditos y que prácticamente no los lee. Nunca he leído o escuchado una entrevista de ella, donde
hable de literatura, tendencias, lenguaje, todo lo que comprende el mundo literario.

Germán Marín, a su derecha, en la fotografía, es un viejo amigo de décadas, de los setenta, librero,
autor de diversas novelas post golpe y a pesar de ser reconocido y contar con sus lectores, el
oficialismo no lo tiene en la lista. Diamela Eltit, flamante ganadora del José Donoso, hace horas,
renunció a su candidatura en esta oportunidad al Premio Nacional, lo que abre aún más las puertas a la
Allende, que representa a las féminas, el feminismo y a su enorme aureola de winner y "antimachista
doctorada". Todas íbamos, pero no podíamos ser reinas, parodiando a la Mistral, quizás diga Isabel
Allende.

A la derecha, haciendo marco con la fotografía, el inefable Enrique Lafourcade, el único candidato de
derecha pura, un delfín de la dictadura de Pinochet, el más anciano de todos, con una obra voluminosa,
en las postrimerías de su tiempo, el más irónico de todos los postulantes. Podría ser una salida, para un
gobierno de centro derecha, pero temo quedará en la estacada frente a la mujer que ha enviado
Hollywood a la larga y angosta faja, donde un premio de literatura se viene a pelear como un Oscar. De
barba, a la izquierda un viejo profesor de inglés del Pedagógico de la Universidad de Chile, Poli Dèlano,
amigo en ese entones, del círculo de Neruda por relaciones familiares, autor de una treintena de
novelas y cuentos, exiliado en México y residente en Nueva York. Su amigo, mi amigo, el poeta Efraín
Barquero, último Premio Nacional de Literatura, no viajará a Chile a votar porque está enfermo en
Francia y ha cedido su voto al poeta Raúl Zurita, ex esposo de Diamela, quien ya no está en el sorteo,
la tómbola literaria chilena. 14 millones de pesos y una pensión vitalicia de unos 600 mil pesos
mensuales.)
El dólar anda en los 500 pesos, pero puede bajar y subir, es una moneda ascensor que usa
paracaídas, flotador, traje de buzo y de alpinista) Barquero dijo, mi voto es para Poli Dèlano, amigo de
toda mi vida y me consta, nos reuníamos en las largas noches de la bohemia santiaguina en distintas
casas en Ñuñoa o en la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), entidad que impulsó el galardón con
el apoyo del presidente Pedro Aguirre Cerda. ¿A quién transferirá el voto el poeta de Purgatorio, Raúl
Zurita? ¿Todos los caminos conducen a Sausalito? ¿El premio es una cuestión de género? ¿Quién
cortará el bacalao del Premio nacional 2010? Está la autoridad del Estado, -Ministro de Educación-
universitaria, (Universidad Católica y de Chile) el último escritor laureado y la Real Academia de la
Lengua. Los cinco jinetes del jurado. Ninguna mujer es miembro. Sólo un escritor. En la puerta del
horno se queman los panes más horneados. El jurado está vivo, como el mundo de Bolaño, "y nada
vivo tiene remedio y esa es nuestra suerte"

Falta en la foto, por un descuido, porque escribo a control remoto a miles de kilómetros, con la
distancia del tiempo y de los metros cuadrados, millas para otros, el profesor de Estética también del
Pedagógico, Juan Guzmán, un terror para los alumnos de castellano que debían memorizar un capítulo
del Quijote. El Pelado Guzmán, era su apodo, no dejaba volar un pensamiento fuera de su clase y
dentro de ella sin su autorización, la Estética se arrodillaba en silencio. Puede haber otros candidatos,
pero siento que de este muestrario, con la excepción de Diamela Eltit, que no va en esta oportunidad,
debe salir el ganador. (Todo acto generoso e inteligente, merece un paréntesis, y creo que Diamela
Eltit, a quien no conozco, se separó a tiempo de un premio con muchos bombos y platillos). Cuantos
repetirán al final de la jornada, el emblemático verso nerudiano: será de otro como antes de mis besos.
Me refiero al lauro.

Un Premio Nacional no lo debiera darse después de los 50 años, porque se transforma en los pies del
ataúd. Algunos candidatos frisan los 75 años, otros superan los 80, y esto termina siendo lo más
parecido a una maratón en el desierto de quien aguanta más sin agua, pero al final se muere de sed.
Que penoso deben ser los cementerios de elefantes blancos. ¿Menos que los escritores transformados
en empleados públicos?

Un escritor debe escribir, aunque le duelan las muelas. Los premios son necesarios cuando comienzas
la carrera, no cuando te llevan en una silla de ruedas a aplicarte los santos óleos al altar dudoso del
azar. Escribir es la consigna hasta con guantes de box. No olvidar el gusano de la poesía, es mi
mensaje.

No voy a vaticinar, lo que parece ya un hecho, pero sí diré que el próximo Premio Nacional de Poesía
del 2012/¿Habrá mundo?, será Oscar Hahn, un poeta extraordinario, clásico, chileno, nacionalizado
norteamericano, pero su poesía y lenguaje, son chilenazos, aunque provenga de la tradición española
del Siglo de Oro, y sin duda de la chilena, que contamina como el smog de Santiago hasta las pupilas
de Bécquer.

Habrà 2012?/què dicen los Mayas/con su red de pescadores/ inframundo/inframundo/atrapados o


nadaremos/por las aguas/del mar y cielo juntos/àngeles de un mismo vuelo/No sabemos, no
sabemos/la publicidad inunda todo/la mentira/que se repite sin ojeras/sonriente/ufanándose con su
diente de oro/ reluciente espejo le haces brillar/la falsa sonrisa/a la muerte. (Rolando Gabrielli)
Epílogo

Detrás del premio está la historia de la literatura chilena y una pasión de pertenecer a ella, registrarse.
Me gustó el gesto del autor del magnífico y revolucionario libro de cuentos, La Difícil Juventud (1954)
Claudio Giaconi, tenía 27 años, y se perdió en la bruma de los bares de Estados Unidos y convirtió en
leyenda, ausencia, mientras escribía por tres largas décadas una interminable y misteriosa novela
intitulada F. Autoexiliado, recibió una L en su pasaporte a control remoto, cortesía de la dictadura por
sus escritos, para variar, y no sólo vivió en NY, sino estuvo en París, Roma, Bruselas, México, como
periodista y viajero. Un mito alejado de la farándula que regresó por fin a Chile en 1990. La vida se le
iría por el humo del cigarrillo el 2007. Un paréntesis con quien le puso pantalones largos a la narrativa
chilena y forma parte de una historia sin el gran premio.

Tres países influyeron en Bolaño. Chile, México, España, pero sobre todo las lecturas obsesivas que
hizo de sus autores favoritos, los que empujaron su vida, mundo y aventuras hacia la novela, el
cuento y la poesía. Se autoproclamó latinoamericano y por patria identificó a sus dos hijos. Fue
obsesivo en sus gustos y disgustos literarios, que expresó contundentemente. Irónico, mordaz,
sarcástico, sin compasión por quienes no sentían simpatía ni admiración.

Desde luego no todo es literal en Roberto Bolaño y el duro epígrafe que lleva esta nota, representa un
sólo ángulo del tema país que despedaza como un tigre acorralado, sobre todo, del afecto o
desafecto que tiene por Chile, donde nació. La influencia de Parra, Lihn, es notable, y las mismas
residencias nerudianas, como las lecturas borgianas, cortazarianas, alemanas en todos los sentidos
de la lengua y del gran crucigrama de la literatura. No así la narrativa chilena, no la veo por ningún
lado.

Cosas veredes, Sancho. ( La verdad, el paréntesis vuelve ameritarlo: no tuvimos en su oportunidad


narradores como Rulfo, Onetti, Cortázar, Borges, Gabriel García Márquez, Carpentier, Vargas Llosa,
Cabrera Infante y dejamos sólo al gran Pepe Donoso, hasta que llegó Roberto Bolaño) Y con este
telón de fondo, RB se enfrentó al establecimiento literario azteca, chileno, español y las "vacas
sagradas del boom latinoamericano" Es una lógica de supervivencia plantar picas en Flandes,
asesinar al padre y a la madre, a quien se pusiera por delante, para encabezar la nueva manada.

Neruda no escapó del ojo de Bolaño, y se transformo en obsesión contra el Pope de la poesía
chilena. Si le hubiesen levantado una estatua como a Pushkin, pienso que Bolaño la habría intentado
derribar.

Es mi punto de vista, no tengo generación, ni barranco que me ataje, por eso una lengua sin pelos no
necesita ir a un peluquero. Que de los 70 fracasados, los ochenta tortuosos, los 90 con smog, o del fin
de siglo sin más patria que la palabra. Quizás la memoria se transforme en la cucaracha de Kafka y
publique sus propios poemas, aquellos que jamás podrán ser incinerados.

Rolando Gabrielli©2010

http://rolandogabrielli.blogspot.com/
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