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La tecno ética es la especialidad de la ética que se ocupa de las implicaciones

morales de las aplicaciones de la técnica.

La ética de la tecnología (tecnoética) y la ciberètica son derivaciones de la


llamada "ética de la ingeniería" desarrollada ya desde finales del siglo XIX
como una ética profesional. Pero del mismo modo que la bioética se ha
convertido en una forma global de mirar la ética desde el punto de vista de la
vida, también la tecnoética consiste, cada vez más, en una manera de mirar la
ética desde el punto de vista de la tecnología que nos constituye como
humanos. Ya desde el siglo XIX, los socialistas utópicos y Marx habían
conectado las condiciones tecnológicas con los hábitos psicológicos y las
conductas morales. Muy a menudo la historia se ha definido a partir de las
condiciones tecnológicas (Edad de piedra, vinculante técnica y liberación
humana. Edad de los metales, Edad del Hierro ... Revolución industrial). Hoy
nos encontramos ante una nueva edad tecnológica que llamamos Tecnopol
(Neil Postman) o Telepolis (Javier Echevarría), que se caracterizan por usar
como energía no un elemento físico (carbón, electricidad), sino las tecnologías
de la información.

2.2 IMPLICACIONES ETICAS EN EL DESARROLLO Y APLICACIÓN DE LA TECNOLOGIA


En el sentido más amplio, la tecnología posibilita transformar el mundo, según las necesidades del
hombre. Estas transformaciones pueden obedecer a requerimientos de supervivencia como
alimento, higiene, servicios médicos; refugio o defensa o pueden relacionarse con aspiraciones
humanas como el conocimiento, el arte o el control. La tecnología es un medio importante para
crear entornos físicos y humanos nuevos. Sin embargo, los resultados de cambiar el mundo son
impredecibles con frecuencia. Anticiparse a los efectos de la tecnología es tan importante como
prever comprender sus potencialidades.
Se asocia particularmente con la innovación -la transformación de una idea en un producto, en un
proceso productivo, o en nuevo enfoque o procedimiento para la organización social y que
transcurre por una serie de etapas científicas, técnicas, comerciales y financieras necesarias para
su desarrollo y comercialización con éxito. Constituye una actividad -la transformación- y también
un resultado, porque sólo después que aquella ha finalizado con éxito puede considerarse que se
ha generado la innovación. Esta definición incluye, consecuentemente, la innovación en el ámbito
de lo social. Hoy, la tecnología puede definirse como la aplicación del conocimiento científico a la
solución de problemas prácticos y la obtención de metas humanas; un cuerpo de conocimientos
desarrollados por una cultura que provee métodos o medios para controlar el entorno, extraer las
fuentes, producir bienes y servicios, así como mejorar las condiciones de vida.
Tecnología apropiada, conveniente o intermedia
El uso inadecuado de la tecnología ha ocasionado diversos problemas ambientales:
Globales: pérdida de la diversidad biológica, aumento de la contaminación del suelo, aire y agua,
degradación del suelo, cambios climáticos y agotamiento de la capa de ozono.
Regionales: contaminación transfronteriza del aire, acidificación de la lluvia y el aire. Deposición
ácida atmosférica, incremento de las concentraciones de ozono superficial y deposición
atmosférica de tóxicos.
Locales: degradación de la calidad del aire en las ciudades y emisiones accidentales durante el
uso, procesamiento, manipulación o transporte de sustancias tóxicas o radioactivas que originan
episodios agudos de contaminación del aire.
Se entiende por tecnología apropiada, conveniente o intermedia a aquella que contribuye, en
mayor medida, al cumplimiento de objetivos socioeconómicos y ambientales de una sociedad en
desarrollo. Para ello, debe adaptarse a las condiciones y los requerimientos del medio donde se
utilizará y aprovechar racionalmente los recursos de la región donde se instala. Se considera como
una alternativa para responder a los problemas tecnológicos de las naciones industrializadas, así
como una solución al problema del desequilibrio social, que genera la transferencia de tecnologías
avanzadas de países altamente desarrollados a países subdesarrollados.
Una tecnología de esta clase se adapta localmente, interpreta y enriquece las tecnologías
autóctonas. Ello, sin dudas, genera:
Una elevación de la calidad de vida y una propensión al desarrollo con un uso racional de los
recursos.
Una interpretación, análisis, incorporación y enriquecimiento de las tecnologías autóctonas. Un
consumo sostenible de energía o combustible, el uso racional de los recursos renovables y el
empleo de materias locales o regionales.
Un estímulo para la confianza en las capacidades creativas de los pueblos y considera los
elementos de la cultura donde se inserta.
Una contribución a la solución de los problemas propios y a la independencia.
Los principios básicos conceptuales para la gestión de una tecnología apropiada son:
La existencia de estrategias y políticas para el alcance de la sostenibilidad en el desarrollo
tecnológico a diferentes niveles: internacional, nacional, organizacional y cultural.
El alcance de las tres dimensiones del desarrollo sostenible: el crecimiento económico, la equidad
y el equilibrio ecológico.
La disposición de un enfoque para el desarrollo tecnológico que considere la solución más
apropiada para las posibles interrelaciones entre tecnología-sociedad-desarrollo, en
dependencia de cada contexto y de los objetivos propuestos.
La combinación de la autosuficiencia económica y del desarrollo de tecnologías tradicionales,
locales y populares, con el avance de tecnologías modernas y de punta en sectores con
estrategias ofensivas y defensivas.
La consideración de la innovación tecnológica como un proceso de investigación, que comienza
con la detección de una situación problemática y culmina con la modificación socialmente útil y
ventajosa, desde el punto de vista comercial, de dicha situación en la práctica, y que supone la
realización de estudios de factibilidad técnica, económica, socio ambiental y cultural.
La comprensión de que "lo apropiado" está dentro y fuera de la tecnología, en la capacidad
tecnológica para asimilar, adaptar e innovar nuevos conocimientos; por ello, se requiere de la
existencia una armonía entre los sistemas educativo, investigativo y productivo.
La formación de recursos humanos con capacidades de aprendizaje, investigación, creatividad y
una sólida formación socio humanista que les permita elegir con sencillez y sensibilidad la
tecnología en beneficio del hombre y la naturaleza.
El conocimiento tecnológico, a diferencia del científico, se conforma por nuevos procedimientos
para alcanzar ciertos fines prácticos; pueden considerarse como el conocimiento de
procedimientos probados por los que se logran objetivos predeterminados. Los avances
tecnológicos se desarrollaron durante una larga etapa de la historia sin el uso de los conocimientos
científicos; claro, hoy, esta perspectiva es bastante improbable.
En las últimas dos décadas hemos sido testigos de enormes cambios en el área de la tecnología,
información y comunicaciones, pareciéndonos que todo lo que hoy conocemos y utilizamos, de una
manera normal y cotidiana, era producto exclusivo de las películas de ciencia ficción. De esta
manera llegó el tiempo en que la realidad nuevamente superó a la ficción.
Teléfonos celulares, computadores personales, Internet, banda ancha, televisión por cable, video
conferencias, mundo globalizado, páginas Web, Chat, Web 2.0, WiFi, WiTv. etc., son términos y
productos a los cuales nos hemos ido habituando con mayor o menor resistencia, constituyéndose,
incluso, en una nueva forma de servicio básico que estamos dispuestos a pagar.
Estos nuevos medios que traen consigo una nueva forma de relacionarse con el mundo llegan para
quedarse y sin duda para seguir evolucionando. Así las cosas, no podemos correr el riesgo de
convertirnos en meros espectadores de estos procesos ya que este transporte de los cambios nos
puede dejar abajo y consiguientemente aislados de un mundo que cambia y nos exige más y
nuevos conocimientos, en otras palabras nos, obliga a ser flexibles.
Toda revolución trae grandes transformaciones, quedando atrás las viejas concepciones, ideas y
paradigmas. La revolución tecnológica plantea un desafío a las empresas, instituciones y sociedad
en general ya que en su uso hay enormes ventajas competitivas. Se abre un abanico de
posibilidades, una nueva forma de hacer negocios, más y mejor información para tomar buenas
decisiones, otras formas de trabajo o relación laboral (teletrabajo), ciudadanos mejor informados y
conectados con el mundo, estudiantes que pueden interactuar desde su hogar con los profesores,
una educación que incorpora nuevas metodologías interactivas que logran mejores resultados de
aprendizaje, etc. Todo lo anterior nos hace suponer que los avances tecnológicos traen consigo
sólo beneficios, lo que hasta cierto punto parece correcto. Sin embargo, y en este punto, cabe
incorporar un tema ético y moral que no puede quedar excluido.
La tecnología se ha desarrollado con propósitos que hasta ahora aparecen como buenos o
beneficiosos para la humanidad, es discutible, sin embargo, que su uso siempre tenga un propósito
noble, pues también puede ser usada con fines egoístas que muchas veces vulneran los derechos
de otros. En definitiva, nos movemos en los umbrales de lo permitido y lo moralmente aceptable,
pero no es que falle en este punto la tecnología sino que quien la usa y abusa de sus posibilidades.
A raíz de lo anterior se dictaron leyes que permiten regular sobre aspectos como la protección de la
vida privada, de los delitos informáticos, entre otros, pero no es menos cierto que el efecto de una
ley no sólo debe estar basada en el castigo que ella considera si es transgredida, sino que en la
conciencia de que aquello que se expresa ahí corresponde a una forma correcta de conducirse.
¿Pero de qué forma logramos esto cuando nos parece natural copiar, adquirir y reproducir
creaciones que tienen autor y cuya fuente de ingreso está siendo gravemente afectada cuando no
se realiza su adquisición por la vía legítima. O en otros casos donde la vida privada de las
personas queda expuesta al mundo para obtener más rating, o en las redes de pedofilia y
pornografía infantil donde se vulneran los derechos más elementales de quienes deben estar más
protegidos, o de quienes valiéndose de sus conocimientos en estos medios pueden crear páginas
donde la violencia se legitima y se pierde el respeto por la dignidad humana?
Es verdad que los cambios, el progreso y la modernización en sus distintas formas son
elementales en el desarrollo de los pueblos, pero no debemos olvidar que ellos traen consigo otros
flagelos que no sólo debemos tratar de combatir con innumerables leyes, sino que a través de la
sólida formación de las nuevas generaciones, basada en principios y valores que no sean relativos.
¿Por qué las nuevas generaciones?, porque son ellas las que están naciendo en este mundo
tecnológico (son los llamados Nativos Digitales), informático y comunicacional que muchas veces
es cruel, agresivo e indolente con el otro.
2.2.1 CONCEPTOS Y PROBLEMAS DE LA TECNOETICA
Tecnoética
Tecnoética no viene de ética tecnológica, sino de la palabra griega noetikos, que significa mente.
Por lo tanto, tecnoética representa el punto de encuentro de la tecnología y la mente. El encuentro
de la física de la información con la biotecnología, una forma de cultura post-biológica. Esta
combina la conciencia con la tecnología, lo antiguo con lo moderno, lo espiritual con lo artificial y lo
cósmico con lo cultural.
La tecnoética estudia la relación entre las opciones tecnológicas y sus consecuencias éticas.
La tecnoética intenta comprender y ayuda a perfilar unas reglas para la nueva sociedad tecnológica
que lo invade todo. Define y describe la sociedad de la información desde un punto de vista que
nos llamará la atención a muchos de los que estamos implicados en ella, con una distancia muy
efectiva y saludable, y afirma con rotundidad que no podrá ser una sociedad de control tecnológico
si no aprendemos a gestionarla con reglas éticas.
Tanto la ciencia como la tecnología sólo pueden estudiarse dentro del contexto social en el que se
manifiestan; ya que sus desarrollos han modificado esencialmente la relación de los seres
humanos con el medio ambiente y la interacción con sus congéneres. La sinergia de estos
factores: fenómenos naturales y acciones sociales se ve reflejada en la creciente complejidad y los
efectos adversos inesperados que las innovaciones tecnológicas producen y que exceden la
capacidad de previsión de los científicos. “Los científicos, demasiado ocupados en sus tareas de
investigación y experimentación, demasiado urgidos por los empresarios que financian esas tareas,
y, ahora, además, fascinados, maravillados ante las inmensas posibilidades inéditas con que se
encuentran, no tienen tiempo ni tampoco muchas ganas, de ponerse a calcular los riesgos que
todo esto implica para la salud y el medio ambiente. (…)No es que ignoren los riesgos implícitos en
lo que hacen, sino que sus tareas se han vuelto demasiado específicas; sienten que no pueden
ocuparse de todo.
A todas luces emerge la necesidad de un control externo a la propia comunidad tecnocientífica, un
límite moral a la ya infinita gama de posibilidades tecnológicas. Introducir como componente
fundamental la reflexión ética con el mismo grado de importancia con que se dirimen las cuestiones
epistemológicas. Promover el reconocimiento de los factores sociales y culturales en los que se
manifiesta el conocimiento científico y que modificarán sustancialmente la vida de las personas.
El ejemplo típico lo tenemos en la mayoría de los jóvenes, para quienes la posesión de
determinados productos tecnológicos deja de estar en el orden del tener y pasa al orden del ser,
como elemento que configura la propia identidad. Esto sucede, generalmente, en forma sutil e
inadvertida. Lo natural y lo artificial aparecen como una unidad de mutua interdependencia. La
elección de determinadas tecnologías puede llegar a establecer la percepción que tenemos de
nosotros mismos como individuos y condicionar nuestras relaciones sociales. “La consideración de
cuestiones sociales y morales de una práctica científico-tecnológica particular puede revertir más
importancia que cualquier detalle de contrastación científica.”
La tecnoética refiere al estudio de los códigos morales inherentes a las diversas ramas de la
tecnología, tanto los adoptados de hechos como los aceptados de palabra (pero no siempre de
hecho) cuanto los que debieran adoptarse. Toda actividad humana es controlable o criticable a la
luz de un código de conducta que es en parte moral y en parte legal. Bunge (2000) explicita unas
máximas de tipo axiológico o moral, tales como: el hombre está separado de la naturaleza y es
mas valioso que esta; el hombre tiene el derecho y el deber de someter a la naturaleza en su
propio beneficio (individual-social); el hombre no es responsable de la naturaleza: podrá proteger a
su hermano (por ejemplo haciéndole preso) pero no es la nana de la naturaleza; la tarea suprema
de la tecnología es alcanzar la explotación más compleja de los recursos naturales y humanos
(maximizar el PTB al menor costo), sin importarle nada más; los tecnólogos y los técnicos son
moralmente irresponsables: su deber es desempeñar sus tareas sin dejar distraer por escrúpulos
estéticos o éticos. Estos últimos son de responsabilidad exclusiva de quienes formulan la política
tecnología, y muy particular los políticos.
Estas máximas constituyen el núcleo de la tecno ética que ha prevalecido hasta ahora en todas las
sociedades industriales, cualquiera que sea su tipo de organización social. La tecnología no
justifica dichas máximas sino que estas han servido para usar y abusar de la tecnología. El uso de
esa tecno ética justifica el lado oscuro de la tecnología. Bunge (2000:209) define a la praxiologia
como “los estudios que dan cuenta de la acción humana en general, sea racional o irracional. Sin
embargo, hoy día se observa un cambio en la forma en que el hombre valora la naturaleza y la usa
racionalmente con criterios de sostenibilidad y sustentabilidad. Se ha venido comunicando a la
sociedad una conciencia ecológica. Las empresas por su parte, están llamadas a cultivar una
responsabilidad social. La tarea suprema de la tecnología es a favor del hombre y su bienestar,
incluyendo las futuras generaciones.
2.2.2 COMPORTAMIENTO ETICO DEL TECNOLOGO
Las personas con formación profesional deben estar consientes que, gracias a su preparación,
pueden ocupar cargos que imponen responsabilidades especiales, como mantener la
confidencialidad de sus clientes, que no tendrían si no estuviesen ejerciendo su labor de
tecnólogos. Además, el aumento de la importancia de tecnologías como los computadores y las
redes en la sociedad actual obliga a los profesionales a meditar sobre ¿cuáles deben ser los
lineamientos éticos que deben seguir para su uso?
Las diferentes profesiones tienen un código de ética establecido, esto con el fin de mostrarles lo
bueno o malo que pueden ejercer en su carrera. De cada profesional, tecnólogo depende un
comportamiento ético ante la sociedad a la cual se va a desempeñar, dirigiendo su responsabilidad
de diferentes maneras, ya sea dando la mejor solución y lo mejor de sí para un desempeño
intachable o tal vez escoger el camino fácil y jugar con su nombre, imagen, y demás colegas en el
campo.
Tener conocimiento de nuestro código de ética nos permite crear una imagen, un nombre, una
credibilidad a mis servicios, esto nos ofrece confianza y autonomismo en la hora de presentar
nuestro portafolio al cliente. El partir de una buena imagen es el inicio de una carrera con éxito.
Ser un “tecnólogo” hoy en día implica un reto y un compromiso verdaderamente grandes. Esto es
debido al papel relevante que cumple este personaje en la sociedad actual. Se tratará de realizar
un desglose de las características más relevantes de su perfil.
El tecnólogo, como su propio nombre lo indica, es el hombre que materializa los conocimientos
científicos a través de sus productos y los pone al alcance de la sociedad. Es un promotor de los
avances de la ciencia, difundiendo, sugiriendo, implementando o creando nuevas tecnologías a fin
de mantener la eficiencia de la producción de bienes y servicios que mejoren la calidad de vida de
todos los seres humanos y del medio ambiente.
Es un ente con visión de futuro y de reflexión, crítica, sensibilidad y percepción de las necesidades
y problemas que surgen y que atentan contra el avance saludable y positivo de la raza humana.
Por ello es un profesional, comprometido con la sociedad y su promoción, destinado al manejo de
procedimientos y equipos altamente sofisticados para lograr ese fin y con una mentalidad abierta
que le ayude a afrontar sin mayores traumas o esfuerzos los constantes devenires de la evolución
científica y tecnológica.
Ante todo, un tecnólogo debe ser un humanista. Una persona con valores morales y éticos muy
bien fundamentados, puesto que sus productos impactan de manera considerable el orden social,
económico, cultural y hasta político del mundo. Y es en este ámbito, el de la moral y ética, en que
se debe hacer hincapié.
El tecnólogo es un agente moral aun cuando sus decisiones y actos sean tachados de inmorales
por aquellos que son perjudicados por estos. Y, como es bien sabido, el tecnólogo puede hacer
daño, sea poniendo buena tecnología al servicio de malas metas, sea empleando tecnología
inherentemente perversa. En ello reside su poder. Y es por ello que muchos estudiosos, notables,
hombres de ciencia y filósofos como Mario Bunge apunta en dirección de formular o crear la_
tecnoética_ , partiendo de una teoría de valores que permita sopesar medios y fines, así como
concebir las normas morales a imagen y semejanza de las normas tecnológicas. .
"Si el científico como tal formula juicios de valor, el técnico va más allá: a veces formula, juicios
éticos. La tecnología, al ocuparse en satisfacer requerimientos individuales y sociales no teóricos,
construye un puente entre el campo del conocimiento y el de la evaluación" (Mario Bunge)
El tecnólogo se convierte así, y en un camino de ida y vuelta, en puente de conexión entre el
conocimiento generado y el individuo (usuario) que lo requiere, por su conocimiento del mundo y
por estar en disposición de manejar con pericia las herramientas que le brindan las infraestructuras
tecnológicas.
Es indiscutible que tecnólogos, a la par que científicos y administradores, están en la raíz de la
existencia de nuestra sociedad tecnológica universalizada, y, sin embargo, informes de la
sociología avisan de la no conciencia de responsabilidad moral sobre la suerte de efectos de sus
propias actuaciones. No tienen conciencia de responsabilidades exigibles más allá de la anexa al
buen hacer y dominio de la profesión. Todavía más, el ideal perseguido de eficacia se vería
mermado, en opinión de aquéllos, por una conciencia sensibilizada. Los códigos deontológicos,
lamenta Bunge, atienden con frecuencia más a la salvaguarda del status de profesional que a los
derechos de los previsibles receptores de su labor.
La ciencia teórica pura es siempre buena pues el conocimiento de la verdad es en sí mismo bueno,
y porque la verdad se dirige a mejorar el mundo; pero "la tecnología se ocupa de la acción humana
sobre cosas y personas. Esto es, la tecnología da poder sobre cosas y seres humanos, y no todo
poder es bueno para todos" (Bunge, 1996) Por ello el periplo del tecnólogo se centra en una
disyuntiva: la realización de su sensible labor forjadora de sociedades o la pasividad silenciosa y
evasiva frente a su rol dentro de ellas.
Una de las implicaciones que se deducen es que dentro de las prioridades de la ciencia se debe
analizar si la ciencia puede contribuir efectivamente al desarrollo sostenible. Este es un mensaje
que se tiene que comunicar a sí misma la comunidad científica; la práctica científica no está
básicamente libre de valores, pero tiene que encontrar sus justificaciones en referencia a las
preocupaciones sociales prevalecientes. El objeto del ámbito científico, en este nuevo contexto,
podría bien ser el de impulsar el proceso de resolución social del problema, incluyendo la
participación y el aprendizaje mutuo entre los agentes involucrados, en vez de la búsqueda de
soluciones definitivas o implementaciones tecnológicas.
Los avances de la ciencia y la tecnología propician nuevos escenarios que reclaman esfuerzos
específicos de creación ética, no únicamente en aplicaciones concretas, sino en los principios a
cuya luz pueden tomarse ciertas decisiones. Entre normas, actitudes y acciones, están las posturas
y visiones de seres humanos en contexto determinado. Las normas son validas solo en la medida
en que son asumidas en los comportamientos. Entonces, debemos tener en cuenta los factores
que otorgan a los criterios su pertinencia social. El problema radica en reconocer como valido el
sistema de valores éticos. Las motivaciones constituyen una parte fundamental del dominio ético,
en el reconocimiento y aceptación de criterios que tiene, a la vez, carácter individual social. De esta
manera, pueden deducirse mecanismos que aseguren que los individuos asuman representaciones
y símbolos producidos por una colectividad en su contexto tradicional y en su evolución histórica.
En este marco conceptual que acabamos de exponer, intentamos situar las circunstancias y los
espacios de vinculación entre la ética, y la ciencia y la tecnología. El problema se puede plantear
analizando, no como modifican la ciencia y la tecnología a la naturaleza de la voluntad libre en su
esfuerzo hacia la autonomía, sino como puede ser examinada e interpretada, a la luz de estas
tensiones, la relación entre ciencia y tecnología, y conciencia ética.
De la ciencia y la tecnología nacen situaciones nuevas que reclaman un planteamiento específico
de creación ética, no solo en las decisiones concretas que pueden tomarse en el curso de la
acción, sino también en los principios a cuya luz pueden originarse decisiones trascendentes.
Para situar zonas y modalidades del impacto de la ciencia y la tecnología en el campo de la ética,
debemos examinar cómo la ciencia y la tecnología modifican la naturaleza de la voluntad libre. La
voluntad libre es el poder puro y exigencia pura, su acción solo es efectiva en la medida en que
pueda llegar a inscribirse en el curso de los acontecimientos. La ampliación del dominio de la ética
viene acompañada de la creación de nuevos problemas, planteados por los científicos y por la
evolución tecnológica. La ciencia y la tecnología esbozan básicamente dos categorías de
problemas: unos relativos al funcionamiento mismo de la ciencia y la tecnología, y otros
engendrados indirectamente por su desarrollo. Surgen problemas intrínsecos que dependen de la
responsabilidad de los científicos y, por lo que respecta a la tecnología, a la de los expertos. El
hecho de ser un especialista competente en cualquier campo del conocimiento, le confiere una
responsabilidad social que, en ciertas circunstancias, puede tener una gran trascendencia. Con la
ciencia y la tecnología aparecen nuevos problemas que suscitan también la aparición de nuevos
valores.
La creación de valores consiste en descubrir, reconocer y evaluar la exigencia ética tal como se
manifiesta en situaciones objetivas concretas. De esta manera, la intención de las normas es el
resultado del encuentro de la intención ética fundamental y las situaciones novedosas originadas
por los avances científicos y tecnológicos. Lo esencial es el esfuerzo de la conciencia ética cuando
descubre situaciones de significación axiológica y reflexiona acerca de sus consecuencias
relativas. En este contexto el desarrollo científico no solo multiplica las circunstancias en que hace
falta tal creación normativa, sino que la hace más lucida y eficaz aclarando los problemas y sus
posibles consecuencias.
Todos estos son aspectos de gran relevancia sobre el tema de la ética en la ciencia.
El punto de partida para justificar la ética de la ciencia se resume en el principio ético de que no
todo vale igual. Existe la distinción entre lo bueno y lo malo; que corresponde a cada científico en
su esencia como persona, decisión que queda en el plano puramente personal y moral sin estar
especificado por la ciencia ni por el método científico. Cada científico, investigador de hoy y cada
estudiante que va en camino de serlo, tiene frente a sí la gran responsabilidad de plantearse el
problema, de enfrentarlo y de orientar su accionar en función de las consideraciones éticas
teniendo en cuenta que la pretendida neutralidad de la ciencia no es tal sino que existe en función
la orientación que el investigador le inserte al hacer uso de ella.

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