INTERVENCIÓN EN LA TESIS DE Dª MARGARITA MARÍA MILAGROS
ÁLVAREZ URCELAY: TRANSGRESIONES A LA MORAL SEXUAL Y SU
CASTIGO EN GUIPUZKOA DURANTE LOS SIGLOS XVI, XVII Y XVIII (Vitoria, 19 de octubre de 2010)
Se trata de un trabajo excelente en muchos aspectos:
(a) Magnífico trabajo de análisis conceptual, de las nociones referidas a las distintas conductas y sus diversas modulaciones en textos y ordenanzas legislativas y comentarios jurídicos doctrinales, calibrando además las distancias entre sus significados en el plano discursivo y el sentido que reciben en la práctica judicial concreta. (b) Se trata de una meticulosa reconstrucción de la morfología de las prácticas implicadas, de sus tipos y subtipos, tanto de las transgresiones sexuales como de sus consecuencias, las instancias de control y los procedimientos de castigo. Es un inventario muy completo y muy bien establecido. (c) Destaco asimismo, en el análisis conceptual, un cierto uso de lo que Marc Bloch denominaba “método regresivo”. Se parte del uso de la noción en los Códigos Penales y literatura jurídica actual (v.g. “delitos contra la libertad sexual”) y se retorna hacia atrás hasta el momento en que su sentido se hace irreconocible y su lugar pasa a ocuparlo un delito de características diferentes, tanto por su significado como por el bien afectado. (d) Las fuentes utilizadas son variadas y abundantes, y se cruzan y analizan exhaustivamente haciendo un uso diferente d elas mismas según el problema abordado (la morfología de las transgresiones, sus consecuencias, el procedimiento criminal y las formas de castigo, el perfil sociológico de los implicados). (e) El texto además está muy bien escrito y se lee con amenidad. (f) Las conclusiones tienen el mérito de incluir las nuevas pistas abiertas por el trabajo realizado y las nuevas vías que se tiene en expectativa explorar. Esto no es tan común en las tesis como se puede pensar.
Aparte de estas referencias a las excelencias del trabajo, me gustaría realizar
algunas observaciones: (1) Ciertamente, como revela el capítulo sobre los perfiles sociológicos o el énfasis siempre presente en la asimetría de los castigos y las persecuciones según el género, la historia social está muy presente en el enfoque de la tesis. También lo está la perspectiva de la antropología histórica y la historia cultural, por ejemplo en los pasajes dedicados al estudio del tocado de las prostitutas o al examen de los modos de control informal por parte de la comunidad, como las coplas, los apaleamientos y las cencerradas. (2) Sin embargo, echo en falta una elaboración más en profundidad de estos aspectos. En la tesis prima quizás en exceso la perspectiva de la historia instituiconal, de la práctica judicial y el procedimiento criminal. (3) Uno de los argumentos centrales de su tesis, yo diría que pod´ria tratarse del hilo conductor, y algo de esto se ve en sus conclusiones, es la cuestión de la colonización de la moral sexual cotidiana por parte de las distintas agencias de la Contrarreforma en el curso de la edad moderna. ¿Hasta qué punto tuvo éxito esta ofensiva?; ¿qué estrategias desplegó y qué resistencias tuvo que vencer?. Este drama, que debería ocupar el centro del escenario de su trabajo, a veces queda desdibujado con los promenores de la historia institucional. En la versión publicada quizás debería paliarse este efecto; la trama de su obra se vería mejor y ganaría la motivación del lector. (4) Usted apunta muy bien a las instancias principales: la colaboración – no exenta de fricciones entre la autoridad eclesiástica y la justicia civil –esta a su vez poblada de colisiones internas; por otra parte alude a la presencia de los controles comunitarios, cuyos planteamientos en materia de moral sexual no siempre coincidirían con los criterios tridentinos. (5) También detecta bien las resistencias: a) la gran extensión de las formas de convivencia marital extraconyugal, incluida la barraganía de sacerdotes; b) la gran extensión de las frecuentaciones sexuales previas al matrimonio y c) la amplia aceptación de los bastardos y la elevada tasa de hijos ilegítimos. Por lo que usted describe, estas resistencias sólo van a ser vencidas con dificultad y sólo tardíamente. Así, por ejemplo, los niveles de ilegitimidad y una sensibilidad más hostil hacia los bastardos sólo se encuentra a fines del siglo XVIII. (6) Quizás la documentación judicial no daba más de sí, pero tal vez cruzada con otras fuentes (¿estudios de folkloristas?) permitiría saber algo más acerca de estas resistencias, acerca de esta “economía moral” que operaba en unas comunidades vecinales, relativamente permisivas con las frecuentaciones sexuales preconyugales entre los jóvenes. En este sentido, me llama la atención que en la literatura secundaria, abundante y sabiamente utilizada (sobre todo a efectos comparativos), no esté presente un libro capital de J.L. Flandrin, Amours Paysannes. Ahí se habla extensamente, en perspectiva antropológica, de una cultura sexual campesina que daba un amplio margen, bien entrada la edad moderna, a la frecuentación sexual entre jóvenes. (7) Pues bien, Flandrin se refiere por ejemplo a lo habitual que era el “matrimonio de ensayo” en el País Vasco, donde al parecer el casamiento de novias encintas era bastante usual. Esto no se debía obviamente a una mayor tolerancia o individualismo en sentido moderno, sino a la importancia que tenía constatar la fecundidad de la novia antes del casamiento, algo que interesaba, no al cónyuge, sino al orden de las alianzas, a las familias. Es curioso que en su tesis nada se dice sobre este asunto de los ensayos de fecundidad; ¿no tendrá que ver esto con la elevada tasa de ilegítimos y su extendida aceptación?; ¿no tendrá quizás, asimismo, relación con la habitual presencia de relaciones sexuales bajo palabra de matrimonio o de convivencias maritales extraconyugales?. (8) Tal vez, sin perder nunca la prudente proximidad al documento, se podía haber tomado a veces más distancia interpretativa respecto a él; afrontando su estudio de caso (Guipúzkoa en la edad moderna) en todo su alcance probatorio y poniendo a prueba hipótesis muy conocidas sobre el proceso de inculcación moral que acompañó a la Contrarreforma en el terreno de los comportamientos sexuales, hipótesis como las de Elias, Flandrin, Muchembled, Stone, Shorter, o más recientemente la historiadora norteamericana Wiesner-Hanks (cuyo libro Cristianismo y Sexualidad en la Edad Moderna, curiosamente no aparece citado en su tesis). (9) Pero todo esto que digo debe tomarse como un halago, el de las enormes expectativas que abre su tesis, más que como una censura del mismo. Un trabajo de dimensiones monumentales que es todo un ejemplo de las mejores virtudes de paciencia y modestia que debe tener un historiador. A fin de cuentas, como decía Duby, el método de este oficio es sobre todo una deontología, antes que una técnica.