You are on page 1of 21

El poblamiento marítimo

de los canales occidentales de la Patagonia:

desde Chiloé hasta el Cabo de Hornos

Carlos Ocampo Ercilla y Pilar Rivas Hurtado

Arqueólogos

Fundación Wulaia

El extremo sur del continente americano, presenta, a grandes rasgos, dos zonas
ecológicas longitudinales de marcado contraste entre el mundo montañoso y marítimo de
los archipiélagos —la vertiente Pacífica— y la zona pampeana, plana y continental, de la
vertiente Atlántica. Separados por barreras geográficas infranqueables como los grandes
campos de hielos, los Andes Patagónicos, y una muralla boscosa desde la Cordillera a la
Costa, sólo el Estrecho de Magallanes y más al Sur, el Canal Beagle y archi-piélago Cabo
de Hornos, rompen este panorama aparentemente dicotómico, comunicando ambos
extremos, el Pacífico y el Atlán-tico. Consistente con este paisaje, entre las poblaciones
que habitaron Patagonia, es posible distinguir dos grandes grupos, los cazadores
terrestres continentales y los grupos de nómadas marinos, cuyas diferencias, en ciertos
casos, se esfuman en aquellos sectores litorales-insulares de transición entre pampas y
mares interiores, donde encontramos una suerte de síntesis entre poblaciones terrestres y
marítimas; culturas costeras de origen terrestre que desarrollarían un modo de

subsistencia mixto.1

Los canales occidentales de la Patagonia o vertiente Pacífica, desde Chiloé hasta el Cabo
de Hornos y desde la cordillera al Océano Pacífico, constituyen, desde fines de la retirada

de los hielos del último avance glacial del Pleistoceno,2 aproximadamente hace diez mil

años a.p.,3 uno de los paisajes socioculturales de mayor interés en la historia


sudamericana, hábitat de las poblaciones más australes del planeta. Allí deambularon
durante milenios grupos humanos altamente adaptados al ambiente marítimo,
contrastando fuertemente con la estepa patagónica, hábitat propio de los cazadores
recolectores pedestres, cuyos circuitos de carácter móvil incluían también los parajes
litorales como espacios de dependencia más bien complementarios.

Geográficamente, su vigoroso relieve modelado por los hielos glaciales, presenta una
costa laberíntica recortada en un sinnúmero de fiordos y archipiélagos que se extienden
desde los 41 a los 55 grados de latitud sur; si a vuelo de pájaro comprende
aproximadamente 1.500 kilómetros, su verdadera extensión se multiplica varias veces al
recorrer las costas de cada una de las islas e islotes que lo conforman.

En este recorrido, el hábitat litoral occidental abarca una amplia gama de ambientes

ecotonales,4 es decir, zonas de transición donde interactúan organismos diversos que


provienen de distintos ecosistemas; desde los mares interiores por el este hasta el
Pacífico por el oeste, entrando además en contacto con las aguas del Atlántico en la costa
nororiental del Estrecho de Magallanes, Canal Beagle y archipiélago Cabo de Hornos. Los
patrones de vegetación, temperatura y precipitaciones, altamente correlacionados entre
sí, presentan, en líneas generales, una marcada gradiente este-oeste y norte-sur, con una
pluviosidad anual de 7.000 mm en la costa septentrional occidental, decreciendo hacia la
vertiente atlántica hasta los 200 mm y hacia el Canal Beagle, donde el promedio anual de

precipitaciones es de 500 mm.5

La gran biodiversidad de estos ambientes marítimos una vez retirados los hielos del último
avance glacial, atrajo diversos tipos de poblaciones a estas costas, no sólo a grupos que
posteriormente se especializarían en la subsistencia marítima, sino también a cazadores
recolectores terrestres cuya estrategia de subsistencia estuvo basada fundamentalmente
en los recursos de interior (por ejemplo guanaco) y a grupos de economía mixta, la
mayoría de los cuales, en sus andanzas por la costa patagónica occidental, fueron

dejando testimonios milenarios de su paisaje social,6 reconocibles principalmente en

aquellos depósitos culturales, conocidos como conchales.7

Según los antecedentes hasta ahora disponibles, la historia del poblamiento marítimo de
Patagonia occidental se remonta entre catorce y diez mil años antes del presente, cuando
una elevación de la temperatura ambiental tuvo como consecuencia el derretimiento y la
progresiva retirada, de norte a sur, de las masas de hielos que cubrían el sector occidental
de los Andes patagónicos, desde el Seno de Reloncaví al sur. Sólo una excepción a este
panorama la encontramos en la mitad noroeste de la Isla Grande de Chiloé, hasta donde
nunca alcanzaron los hielos del último avance glacial. Esta situación de recogida de las
masas de hielo hacia los Andes, de ocurrencia más temprana en el área septentrional
(Chiloé), va primero generando importantes lagos glaciales en el mar interior de Chiloé, en
los mares interiores de Seno Otway y Skyring, en el Estrecho de Magallanes y Canal
Beagle, no obstante, durante el Holoceno Temprano (hace diez mil años atrás), en el
sector meridional de los canales patagónicos, el nivel del mar era incluso más bajo que el
actual, y las aguas de estos lagos todavía se mantenían sin conexión con los océanos,
rodeadas hacia el este por hielos y por la estepa patagónica, la que tampoco fue cubierta
por hielos. El cambio de vegetación abierta a vegetación boscosa (cerca de 12.500 años
a.p.) probablemente representa el cambio climático más destacado del que se tiene

registro en la zona y puede ser interpretado como la transición glacial – post-glacial.8

Justamente de esta época final del Pleistoceno datan las primeras evidencias
arqueológicas de ocupación humana en Patagonia. Grupos humanos de adaptación
terrestre, tanto en el sector septentrional (Monte Verde), como en el sector pampeano
continental de Magallanes (zona de Fell, Última Esperanza y Tierra del Fuego), hace trece
mil años antes del presente coexistían y aprovechaban no sólo fauna moderna, sino
también animales extintos tales como mastodontes, milodones, paleolamas y caballos
fósiles, entre otros.

Luego, cerca de ocho a siete mil años antes del presente, comenzando el Holoceno

Medio, se registra un abrupto ascenso de la temperatura de más de siete grados,9


ascendiendo el nivel de las aguas hasta una cota promedio de diez metros sobre el nivel
del mar actual, provocando la conexión de los ambientes oceánicos con los antiguos
lagos glaciales. Para esta época se registran las primeras ocupaciones humanas en
ámbitos marítimos.

Sólo durante el Holoceno Tardío, aproximadamente hace cinco mil años atrás, una nueva
baja en las temperaturas estabiliza la línea del mar en la cota actual, adoptando desde
entonces la costa patagónica una fisonomía similar a la de hoy; para esta época se

evidencia una colonización humana efectiva10 con un significativo aumento de las


ocupaciones humanas que se extendió a una gran diversidad de ambientes,
especialmente en el extremo meridional de los canales patagónicos (Canal Beagle) donde
se ha registrado una presencia promedio de dos sitios arqueológicos por kilómetro lineal
de costa, alcanzando en la costa norte de la isla Navarino más de tres sitios por

kilómetro.11 Es de destacar que tal densidad de sitios significa que prácticamente la


mayor parte de los espacios aptos para el asentamiento fueron ocupados, presentándose
los depósitos arqueológicos como un continuum en la franja costera. Si a ello se suma la
gran visibilidad de los conchales del sector meridional, la mayoría constituidos por
grandes montículos de conchas con una depresión al centro donde instalaban la choza
(montículos anulares), que fluctúan entre uno a cuatro metros de altura y que constituyen
el estilo constructivo distintivo de la región meridional de los canales, nos atrevemos a
decir que parece difícil documentar en otras zonas —no sólo de la Patagonia—, tan alta
concentración de sitios como aquella de las costas del Beagle, lo que hace suponer una
alta densidad poblacional para la época tardía en esta zona (desde hace cinco mil años
a.p.), donde, al contrario de lo que podría imaginarse, se presenta uno de los paisajes

más favorables para el asentamiento humano de la región.12

La expedición de Hernando de Magallanes da cuenta, por primera vez, el año 1520, de la


presencia indígena en las costas de Tierra del Fuego y península de Brunswick,
estableciendo contacto directo con los tehuelche (cazadores pampeanos) en San Julián,
ubicado en la costa Atlántica, al norte de la boca oriental del Estrecho de Magallanes. A
partir de entonces, se inauguran los primeros contactos entre indígenas y el mundo
europeo, cuyo registro documental etnohistórico comienza a proporcionar numerosos
relatos sobre sus habitantes, surgidos de navegantes y científicos de las diversas
expediciones que se propusieron explorar con fines diversos el último confín del mundo,
contacto que acarreará en un plazo breve, las más funestas consecuencias, tales como el
progresivo exterminio de estas poblaciones originarias de América.

Pero, ¿cuáles son los orígenes y cómo tuvo lugar este proceso de adaptación marítima
especializada?

Hasta la fecha no existen certezas sobre el origen y proceso de poblamiento de los


canales patagónicos, sin embargo, las evidencias del registro arqueológico regional junto
a datos paleoambientales, han permitido la generación de diversas hipótesis sobre los

inicios del modo de vida canoero.13

Se reconoce así la presencia de tres núcleos donde se agrupan las evidencias de


ocupaciones marítimas especializadas de mayor antigüedad; uno en el sector
septentrional (Seno de Reloncaví – Golfo de Quetalmahue), el segundo en el sector
central (Estrecho de Magallanes – Mar de Otway) y un tercero, en el sector meridional del
Canal Beagle – Isla Navarino, cuyas diferencias culturales y afiliaciones sugieren un
poblamiento probablemente diverso y bastante más complejo que el que se pensaba
hasta hace pocos años.

Sobre esta base, es que varias hipótesis y modelos de poblamiento surgen al respecto,
los que en ningún caso parecieran ser excluyentes, sino más bien proveen una conjunción
de interpretaciones alternativas que esclarecen la diversidad temprana detectada en los
grupos culturales conocidos. No obstante, las características de sus emplazamientos, en
torno a antiguos lagos glaciales en los tres casos y con depósitos asociados —directa e
indirectamente— de cazadores recolectores terrestres, han jugado un rol significativo en
el predominio de hipótesis que adhieren a lo que se ha llamado el “modelo transicional”,
es decir, grupos continentales que evolucionaron en poblaciones con mayor énfasis en las
estrategias de subsistencia marítima, una vez que los ambientes continentales entraron
en contacto con los océanos.

¿Dónde, en Chiloé y/o en la zona magallánica?

¿Dónde tuvo lugar dicho proceso? La creencia de que la región septentrional de los
canales (región de Chiloé) sea uno de los probables núcleos más tempranos de
poblamiento marítimo se fundamenta en la más temprana deglaciación o retirada de los
hielos en este sector, el que ya durante la transición Finipleistoceno – Holo-ceno
Temprano, estuvo disponible para el poblamiento marítimo, por lo menos dos milenios
antes que el sector central —(Estrecho de Magallanes/ Mares Interiores de Otway y
Skyring) y meridional (Canal Beagle)— entrara en contacto con los ambientes oceánicos.
Como dato anexo, como se señaló, el extremo noroeste de la Isla Grande de Chiloé, hacia
el Océano Pacífico, quedó fuera de los límites del área de cobertura de la última

glaciación.14

Junto a lo anterior, las fechas para las ocupaciones marítimas a que se pueda aspirar en
los canales del sector meridional, no debieran superar en mucho las ya obtenidas como
más tempranas, dado el conocido confinamiento de los glaciales en zonas de más alta
latitud. Arqueológicamente, para esta zona, hasta hace un par de años, el conocimiento
acumulado se remitía a unos pocos hallazgos fortuitos con sólo dos de ellos trabajados
según los estándares metodológicos actuales, sin que hayan existido estudios que
permitieran una caracterización sistemática del registro arqueológico regional ni menos
una aproximación al problema del poblamiento. No obstante, los únicos sitios fechados,

Puente Quilo 6.166 – 6.150 cal. a.p.15 y Piedra Azul 6.430 – 6.290 cal. a.p.16 con fechas
entre el sexto y séptimo milenio antes del presente, dieron una primera base empírica a
las hipótesis paleoambientales recién mencionadas.

Por otra parte, prospecciones arqueológicas17 junto con identificar una serie de áreas que
cultural y paleoambientalmente representan los atributos potenciales de depósitos
finipleistocénicos, destacan el hallazgo de un depósito antrópico en el sector noroeste de
la Isla Grande de Chiloé, Golfo de Ancud, correspondiente a una estructura de cocción

con piedras termofracturadas, carbón y conchas con una data de 11.525 ± 90 a.p.18

Por otra parte, están las evidencias hacia el sur donde de hecho se presentan los sitios de
adaptación marítima con fechas más antiguas como aquellos en el sector de Otway
(Englefield 1, Bahía Colorada); los del sector del Estrecho al sur de Punta Arenas (Punta
Santa Ana y Bahía Buena) y en el sector más meridional Canal Beagle/ Isla Navarino:
Túnel I (segundo componente); Imiwaia, 136 Áridos de Guerrico, 169-B Caleta Segura,

Seno Grandi,19 todos con fechas que datan desde inicios del Holoceno Medio, a partir de
los 7.500 a.p., los que no registran el proceso de transición a la adaptación y tecnología
marítima requerida por el nuevo medio, sino que surgen estratigráficamente como culturas
especializadas. Esta mayor antigüedad detectada en el sector meridional y central ha
llevado a plantear “(...) que los cazadores adaptados a un modo de vida
fundamentalmente marítimo aparecieron originariamente en el sur, entre la zona de los
mares interiores y parte occidental del Estrecho de Magallanes y el Canal Beagle, y desde

allí parecen expandirse hacia el norte”.20

Sin embargo, planteamientos como el citado no consideran la diversidad cultural


detectada y su correlación cronológica en los diferentes registros arqueológicos de los
canales marítimos de Patagonia, ni los escasos estudios desarrollados en el sector
septentrional, lo que por lo demás no constituye evidencia negativa. En este sentido, si
bien es altamente probable que ciertos grupos se originaran en el sur, la situación parece
ser bastante más compleja que una simple expansión sur-norte y norte-sur.

¿Quiénes? Estrategias adaptativas

de los grupos originarios

Esto introduce la problemática sobre quiénes eran estos primeros hombres que poblaron
estas zonas marítimas, de acuerdo a sus particulares estrategias adaptativas.

¿Fueron poblaciones de adaptación marítima precedente?, es decir, que llegaron vía


marítima ya adaptados a dicho medio y en algún lugar desarrollaron el modo particular
cultural que caracteriza a las poblaciones de los canales del extremo sur marítimo, o bien
se trata de una transición regional de cazadores recolectores terrestres que se fueron
adaptando paulatinamente al nuevo medio marítimo motivados por la abundante
diversidad y biomasa del medio costero, luego de que estos espacios quedaran aislados
del continente (efecto insularidad) durante el inicio del Holoceno Medio. ¿O se trata de los
cazadores recolectores finipleistocénicos que comenzaron a experimentar prácticas de
navegación en los antiguos lagos glaciales, y que ya se manejaban con mayor dominio en
el sector, aun pese a los cambios que experimentara a fines de la era glacial? Lo que
parece más probable, sobre la base de la diversidad detectada, como veremos más
adelante, es que se hayan presentado ambas posibilidades de poblamiento.

Las investigaciones de la biología actual establecen, a través del estudio de los linajes
mitocondriales, que los fueguinos en general, tanto pedestres como canoeros e históricos
como tempranos, corresponden a linajes fundadores en el extremo sur, correspondientes
probablemente a una primera oleada migratoria, donde las diferencias entre las

poblaciones fueguinas son atribuibles a factores ambientales.21 Es decir, formaban un


conglomerado bastante compacto, con mayores similitudes entre sí que las que es posible
señalar con otros grupos más lejanos, lo que apoya la posibilidad de que los pueblos
patagónicos fuesen resultado, no de migración u oleadas distintas, sino de la
diferenciación de una población antes homogénea en un momento no muy remoto y en
alguna región relativamente próxima. No obstante, las configuraciones fenotípicas y
genotípicas pueden asimismo converger con el tiempo; en cuanto a las primeras, esto
puede ocurrir por interacción con el ambiente; y por su parte, el genoma de las
poblaciones puede variar en el tiempo por deriva genética, mestizaje o selección. Es decir,
si el origen de los canoeros litorales patagónicos fue independiente de los cazadores
terrestres (llegando ya adaptados al medio marítimo —cultural y o biológicamente—), o
común, habiéndose diversificado biológica y culturalmente en la región como una
respuesta a la transición desde un modo de vida terrestre al medio marítimo, no encuentra
a la fecha respuestas concluyentes en el material bioantropológico.

El problema con estos modelos genéticos es que el patrón genético puede no ser el
resultado de ancestros comunes sino una consecuencia del contacto de poblaciones en el
período Arcaico o en época reciente. Algunas semejanzas pueden deberse a los
contactos a partir de la colonización europea. Para solucionar esto se necesita conocer el
pool genético de los primeros inmigrantes o de los fundadores, sus tierras de origen en el

Viejo Mundo y las rutas de migración hacia América.22


Frente a este problema, para el que la bioantropología no tendrá solución certera mientras
no cuente con restos esqueletarios de las poblaciones iniciales, las únicas herramientas
que parecen promisorias son del dominio cultural y paleoambiental, mediante la
generación de modelos que podrán ser contrastados en la medida que avancen las
investigaciones.

El modelo transicional

Para el modelo transicional —de grupos terrestres a marítimos— encontramos diversas


probabilidades tanto en el sector septentrional como central y meridional. Por una parte,
como se vio, los sitios de adaptación marítima más temprana se encuentran nucleados en
torno a antiguos lagos glaciales, todos ellos precedidos por ocupaciones de cazadores
terrestres del período Finipleistocénico-Holoceno Temprano. En el área septentrional, se
encuentra el sitio Monte Verde; en el área central, el grupo de sitios de la zona Fell, Última
Esperanza y Tierra del Fuego, y en la zona meridional, la ocupación más temprana del
sitio Túnel I atribuida a cazadores terrestres.

Si bien la distribución espacial y antecedentes cronológicos se prestan para la


generación de hipótesis sobre el origen transicional de los grupos marítimos, los
contextos arqueológicos, tan diferentes entre estos, no permiten, por ahora, sostener

tales supuestos. Por otra parte, las industrias líticas23 de los grupos marítimos más
tempranos de la zona del Beagle (Túnel I, segundo componente, Imiwaia I) y zona de los
Mares Interiores (Cultura Englefield), parecen distanciarse de aquellas de Patagonia
meridional continental. Estas últimas muestran mayor proximidad a aquellas ocupaciones
más tardías registradas en los sitios Ponsomby B y C, Lancha Packewaia, y aquellas de
los canales septentrionales, lo que complica el planteamiento de una transición de un
modo de vida cazador recolector terrestre a uno marítimo originado en la región media y
meridional de los canales, para las ocupaciones marítimas más tempranas de Englefield
y Túnel I (segundo componente).

En cuanto al sitio Ponsomby, actualmente se descarta su afiliación y carácter de


antecedente a sus vecinos marítimos inmediatos —La Cultura Englefield—, de la zona

de los mares interiores,24 dada su significativa distancia cultural evidenciada a través de


los contextos artefactuales como en la estrategia de subsis-tencia.

“(...) se puede afirmar ahora que no son cazadores terrestres antiguos que se adaptan al
mar (y por lo tanto el origen de la adaptación marítima en la zona de los mares interiores);
no se trata tampoco de cazadores terrestres aprovechando una oportunidad. Se trataría
más bien de grupos de origen terrestre, perdurando como en Tierra del Fuego, en un
territorio que se transformó en insular desarrollando allí una cultura costera mixta, inspirada

en unos y en otros”.25

Un origen del poblamiento puramente marítimo

Por otra parte, también se presenta la hipótesis de un origen del poblamiento puramente
marítimo, desde el norte, a partir de Chiloé. Pequeños grupos aleutianos de gran
movilidad podrían haber descendido desde el norte a lo largo de la costa Pacífica, y a-
par-tir de Chiloé, atravesar rápidamente las zonas más inhospitas de los archipiélagos
para colonizar las regiones más acogedoras del Estrecho de Magallanes y del Canal

Beagle hace seis o siete mil años.26

En este sentido, debe tenerse en cuenta que en el debate actual sobre el proceso de
poblamiento americano se ha retomado enérgicamente la hipótesis de poblamiento vía
marítima planteada a fines de la década de los setenta por Fladmark (1979). El desarrollo
de modelos para paleocostas de Norteamérica ha conducido al descubrimiento e
investigación de varios sitios arqueológicos del Holoceno Temprano, detectándose
paleocostas que durante el 13.000 a 9.500 a.p. estaban sumergidas profundamente,
mientras que aquellas que datan de 9.500 a 3.000 a.p. se encuentran en el bosque,
alcanzando hasta quince metros sobre el nivel moderno. Los perfiles costeros han
coincidido aproximadamente con la posición actual solamente en los últimos dos o tres

milenios y por un siglo o dos alrededor de 9.400.27

El área de poblamiento de los canales occidentales de la Patagonia se vuelve material


fundamental para verificar tales hipótesis, dada la coherencia temporal en todas las
ocupaciones tempranas del continente americano, con fechas muy similares entre las

primeras ocupaciones de Sudamérica (Monte Verde) o proto-arcaicas28 y aquellas pre-


clovis de Norteamérica, y dado el supuesto parentesco genético de las poblaciones
fueguinas con las originarias de América.

Diversidad temprana

Las similitudes entre los registros de algunos sitios tempranos han llevado a pensar en
orígenes similares para las poblaciones canoeras tempranas. Estas similitudes se
manifiestan en las industrias artefactuales óseas, principalmente, y líticas, de aquellos
sitios de la zona del mar de Otway y península de Brunswick (Complejo Englefield) con
aquellas de la zona norte del Canal Beagle, observándose también semejanzas entre las
industrias líticas de estas últimas con la zona de los canales septentrionales.

Así, en la mayor parte de los estudios recientes, en lugar de agrupar en una misma
unidad cultural todos estos componentes marítimos antiguos, se reconoce para las
ocupaciones litorales de los canales patagónicos la presencia de grupos diferentes, al
interior de los que se postula un parentesco significativo en sus contextos de cultura
material y estrategia de subsistencia no siempre asociados a su ubicación geográfica.
Entre estos se reconocen tres grupos principales de sitios u ocupaciones en lo que a
estrategias de subsistencia se refiere.

Grupos Terrestres que acceden ocasional o estacionalmente a la costa, y entre los que se
puede mencionar principalmente al sitio Ponsomby y al primer componente de Túnel I,
con un énfasis predominante en los recursos de interior complementados con los recursos
ecotonales del intermareal y que habrían dado origen a los grupos mixtos.

Grupos Mixtos, que representan una síntesis entre poblaciones terrestres y marítimas,
constituyéndose como una cultura costera, provista de embarcación y cuyo énfasis en la
subsistencia está dado en los recursos ecotonales tanto terrestres como marítimos; no
obstante para su susbsistencia excederían los límites ecotonales de la costa,
internándose hacia el interior del continente como hacia el mar.

Grupos Marítimos Especializados, cuyo énfasis para la subsistencia está puesto


fundamentalmente en los recursos marítimos, complementados con los recursos interiores
del ecotono litoral.

Entre estos últimos, nuevamente se observan tres conjuntos tempranos cuyas similitudes
y diferencias se expresan no sólo en la subsistencia, sino en el ámbito tecnológico y en el
sistema de asentamiento. Zona del Beagle/ Isla Navarino (Sector Meridional); Complejo o
Cultura Englefield (Sector Central Estrecho de Magallanes); y Conjunto Septentrional, con
fechas un milenio más tarde para los sitios Puente Quilo 1 (Ancud 031) y Piedra Azul; los
que muestran notables semejanzas con aquellas industrias líticas de las ocupaciones
Ponsomby B y Lancha Packewaia componente antiguo, ambas, a su vez, un milenio más
tarde que en la zona septentrional.

Estas diferencias ¿se fueron generando con el tiempo?, o por el contrario, ¿vienen de
orígenes y procesos diferentes que se fueron asimilando con el tiempo?
Características de los sitios

El tipo de sitio o las características de la formación de los sitios tempranos de la isla


Navarino y norte del Canal Beagle, consisten en conchales anulares de alta densidad,
generalmente con más de un montículo de conchas complejamente estratificados por
sucesivas y recurrentes ocupaciones que van formando estratos naturales-culturales
diferenciados, con antigüedades discrepantes en diferentes sectores de un mismo sitio,
los que se van traslapando a través del tiempo (efecto palimpsesto) marcando distintas
épocas.

Los conchales de Navarino presentan formas anulares cuyos fondos de habitación han
sido obtenidos mediante un leve rebaje de la superficie en profundidades variables que
promedian los treinta centímetros, y en torno a los que se depositan los montículos de
desechos conchíferos y basuras en general, que se elevan perimetralmente como muros
constituyendo un estilo arquitectónico, en donde el material constructivo está
representado principalmente por las conchas de moluscos. Asimismo, en el caso de los
sitios de Navarino, los fondos de habitación más antiguos corresponden generalmente a
los espacios interfondos de la topografía actual, al irse desplazando la ubicación de este
con el tiempo, y al irse ordenando el depósito de conchas en las distintas épocas
registradas.

En su lugar, los sitios del área central del Estrecho, y en especial aquellos identificados

como la Cultura Englefield,29 están formados por una sola concentración de conchal de
baja densidad y aparentemente depositado durante una única ocupación de duración
relativa, donde no se pueden distinguir fases diferenciales, sin ordenamiento monticular,
aspectos que han sido interpretados como indicadores de una menor importancia de los
recursos malacológicos en la dieta de estos grupos. Su extensión es igualmente limitada,
no excediendo una centena de metros y con sólo una habitación y una estructuración del

espacio muy simple: un fogón, basural, habitación y área de actividades de trabajo.30


Estos yacimientos no constituyen verdaderos conchales, sino más bien campamentos en
donde se observa la presencia de algunos restos de conchas. Las conchas no han sido
quemadas ni intencional ni accidentalmente.

En la zona de los canales septentrionales los sitios corresponden a depósitos


estratificados, de conchal en los niveles superiores y sin conchal con predominio de
matrices inorgánicas hacia los niveles inferiores, en los que se evidencia un continuum de
depósitos intervalares estratificados hasta el sexto milenio antes del presente. Esto ocurre

tanto en el sitio de Puente Quilo 1 como en Piedra Azul, 31 donde el conchal adquiere
forma de un enorme montículo único de grandes proporciones. En el primer caso se
detectan usos del espacio claramente diferenciados, por lo menos a partir del 5.500 a.p.;
adyacentes al montículo de conchal se presenta un sector de entierros y otro de
campamento taller lítico.

Como se aprecia, hay una marcada diferencia en el estilo de habitar entre los tres
grandes grupos referidos de los distintos sectores latitudinales de los canales de la
Patagonia, lo que sin duda hace referencia a patrones culturales y estrategias de
subsistencia diferenciados de estos grupos.

Características tecnológicas

En cuanto a la industria ósea, tenemos que los sitios de la Cultura Englefield comparten
con aquellos de la costa norte del Canal Beagle, los arpones monodentados de base
cruciforme decorados, las armas de hueso multibarbadas, los punzones sobre hueso de
ave y espátulas sobre ulnas de otaria; los retocadores en metapodio de mamíferos
terrestres.

Pero a la vez existen diferencias en los artefactos mencionados: en la decoración en


hueso, la zona del Beagle exhibe mayor riqueza y sofisticación, presentando motivos
animales incisos y esculpidos; entre los arpones encontramos aquellos vulpicéfalos y
otros que representan siluetas de cetáceos. En el complejo Englefield la decoración se
limita al grabado geométrico.

Por su parte, en la zona de los canales septentrionales, en el sitio Piedra Azul32 se han
registrado arpones o armas de hueso fusiformes multibarbados de características

similares a las registradas en Lancha Packewaia Componente Antiguo.33

En cuanto a la industria lítica, es aquí donde junto con encontrarse la mayor unidad en el
complejo Englefield, se encuentran las mayores diferencias con la zona del Beagle, y más
aún con cada sitio en particular. Lo más notorio de la Cultura Englefield es la industria
bifacial con retoque a presión sobre nódulos o lascas realizada en obsidiana verde, de
origen desconocido, la que sólo está mínimamente representada en las ocupaciones
marítimas tempranas del Canal Beagle (Túnel I, segundo componente). Es decir, difiere
en tecnología y en materias primas, esta última careciendo de una industria bifacial.
En Lancha Packewaia (5.564 – 3.892 a.p. cal. a.p.) Componente Antiguo,34 en la costa
norte del Beagle, casi dos milenios más tarde que Túnel I, segundo componente, se
registra una intensa reducción bifacial sobre preformas de núcleo, se intensifica la
presencia de guanaco y no se encuentra obsidiana. Esto mismo con fechas levemente
anteriores el sitio Ponsomby de la zona central del Estrecho, el que muestra marcadas
semejanzas culturales con Lancha Packewaia Componente Antiguo.

El primer componente del Túnel I, interpretado como de cazadores terrestres con


aprovechamiento de los recursos marítimos, también presenta abundante talla bifacial; se
encuentran seis concentraciones grandes de lascas y desechos de talla (más de 13.000
lascas). Retoque laminar profundo a presión; puntas de arma de forma losángica y
preformas de puntas; raederas bifaciales muy delgadas y foliáceas de finas
terminaciones.

Los sitios tempranos de los canales septentrionales poseen una industria unifacial y
bifacial muy variada, con bifaces de doble punta, puntas foliáceas, lanceoladas,
subtriangulares, entre otras, de obsidiana negra grisácea, riolita, madera petrificada,
calcedonias y andesitas sobre preformas derivadas de núcleo. La mayor parte de los
artefactos tallados presentan fractura transversal en ángulo recto, y se encuentran en
distintos estadios del proceso de reducción, lo que estaría denotando una alta tasa de
descarte durante la fabricación, predominando el porcentaje de preformas en relación a

artefactos que ya estaban casi terminados. 35

Este material muestra semejanzas significativas con el material de otros sitios de Chiloé y

áreas vecinas o de más al norte (Chepu,36 Conchal Gamboa,37 Piedra Azul,38 Chan

Chan,39 todos con fechas similares, y con las industrias bifaciales de Lancha Packewaia,

en la costa norte del Beagle, y Ponsomby B40 en el canal Fitz Roy, zona media del
Estrecho, ambos con fechas algo más tardías, pero dentro de rango similar, al mismo
tiempo que se aleja de aquellas de la zona patagónica continental meridional. No
obstante, la principal diferencia la constituye el uso, además de materias primas
andesíticas y riolíticas, de la obsidiana para la confección de sus armas en los canales
septentrionales, materia prima ausente en Ponsomby y Lancha Packewaia.

En suma, encontramos que los sitios marítimos más tempranos de los canales
meridionales carecen de una industria bifacial y de obsidiana verde, con presencia
excepcional de estas en sus contextos, a diferencia de aquellos de los canales de la parte
central del Estrecho y mares interiores, y los de los canales septentrionales. Dos mil años
más tarde se registra industria bifacial en Lancha Packewaia (área meridional),
contemporáneo a Ponsomby (Otway) y probablemente ambas tecnológicamente
emparentadas con las tradiciones artefactuales, algo anteriores, de los canales
septentrionales.

En este sentido, se distinguen dos grupos tecnológicos bien definidos y un tercero


representado por los sitios más tempranos del Canal Beagle. Entre los primeros, uno está

representado por la Cultura Englefield41 y otro representado por los contextos tempranos
del área septentrional (Quilo, Chepu, Gamboa, Piedra Azul, entre otros) junto a los sitios
Ponsomby y Lancha Packewaia, en la zona central y sur respectivamente. El parentesco
entre estos dos últimos se traduce en el plano tipológico: las piezas bifaciales de
Ponsomby son, en efecto, las únicas que sostienen la comparación con las de Lancha
Packewaia, tales como las raederas de retoque cubriente. Esta se traduce igualmente en
el plano de la gestión de los soportes y de los procedimientos. Y por fin, en el de las
materias primas explotadas. Una tercera red se extiende igualmente del norte al sur, en el
mundo marítimo, pero se distingue totalmente de la Cultura Englefield. Lo ilustran las
industrias de largas puntas foliáceas en lutita y vulcanita de Ponsomby y Lancha

Packewaia, yacimientos que evidentemente no se integran a las redes precedentes”.42

Respecto del tercero, los sitios más tempranos de adaptación marítima del Beagle (Túnel
I, segundo componente; Imiwaia I) hasta lo conocido, estaría ausente la reducción

bifacial,43 tratándose más bien de una industria de tipo expeditivo, artefactos de piedra
piqueteada sobre cantos rodados, con presencia excepcional de artefactos bifaciales e
instrumentos formatizados.

Conclusiones

El proceso de adaptación y poblamiento al mundo marítimo de los canales Patagónicos


en lugar de ser un proceso unilineal norte-sur y/o sur-norte, envuelve gran complejidad y
probablemente varias modalidades que podrían explicar la diversidad registrada y
potencial del registro arqueológico regional. Aún no hay certezas sobre quiénes fueron los
pobladores iniciales de la zona marítima patagónica: diversos grupos, cazadores
recolectores terrestres, grupos mixtos o poblaciones previamente adaptadas al ambiente
marino en otros lugares.

Se distinguen tradiciones tecnológicas y culturales diferentes, que pudieran indicar la


presencia de grupos de distinta procedencia ocupando la zona de los canales
occidentales, a la vez que modalidades disímiles de poblamiento marítimo. En este
sentido, la mayor relación entre todos los grupos identificados está dada por la industria
ósea de notables semejanzas entre las distintas ocupaciones detectadas, lo que imprime
un sello regional a todas las adaptaciones marítimas especializadas de Patagonia y cuyo
origen parece provenir de la zona norte del Canal Beagle, donde junto con presentar
fechas más tempranas, dicha industria alcanza los niveles de más alta sofisticación. Así,
es posible proponer para la industria ósea un origen local que fue adquirido en la región
por los diferentes grupos de adaptación marítima especializada.

No ocurre lo mismo con la industria lítica, que podría estar sugiriendo orígenes distintos
para los diferentes grupos identificados; por una parte, la Cultura Englefield, por otra los
grupos de la Zona del Beagle y finalmente los grupos de la Zona Septentrional, los que
podrían estar emparentados con Lancha Packewaia y Ponsomby B. En este último caso
podría tratarse de grupos marítimos diferentes que desarrollaron su modo particular en la
zona norte de los canales por el año 6.500 a.p. y que de allí habrían bajado, algo más
tarde, a la región austral y media, generando registros relacionados probablemente con
los de Lancha Packewaia y Ponsomby, con fechas entre uno y dos milenios más tardías
que aquellas tempranas del mar de Otway y del Beagle. No obstante el carácter terrestre
que se atribuye a todas las ocupaciones del sitio Ponsomby, se vuelve a enfrentar el
problema de la relación entre la ocupación B con sus anteriores C y D, con Lancha
Packewaia y las ocupaciones del área septentrional, a la vez que llaman la atención sobre
la complejidad del tema y las dificultades que resultan de un agrupamiento simplista de
estos contextos en una sola unidad cultural.

Esta problemática alienta a profundizar y construir nuestras interpretaciones basados en


la integridad de los contextos de distinta escala y resolución en que se insertan estos
depósitos ocupacionales de larga data, cuyo estudio requiere de una profunda rigurosidad
observacional y metodológica que permita abrir caminos e ideas que aproximen hacia el
conocimiento del pasado, entendiendo sus múltiples dimensiones y la complejidad
implicada en miles de años de historias humanas de cientos de generaciones pasadas
que subyacen en el presente, no sólo formatizadas en la memoria o amemoria colectiva,
como un ente cuasi virtual, sino que materializadas físicamente en el sin cronos de
nuestra geomorfología (en la dimensión espacial, generalmente bajo el suelo, o bajo la
cubierta vegetal), desde donde podemos construir la dimensión temporal que permanece
con el tiempo sedimentándose en los futuros que se suceden a las formaciones
presentes.
notas

1 Legoupil 2003.

2 El Período Cuaternario se divide en Pleistoceno y Holoceno. El primero se corresponde


con la era glacial de dos millones de años de duración aproximada, culminando en la era
post-glacial u Holoceno (o Reciente) cuyo inicio relativo ha sido establecido de modo
operacional hace unos diez mil años atrás.

3 a.p. (antes del presente).

4 En ecología general el Ecotono es enunciado como el área de transición que une o


bordea a dos ecosistemas diferentes. En el Ecotono interactúan —compartiendo un
mismo espacio— organismos diversos, provenientes de zonas de vida diferentes. Con
frecuencia la diversidad y la densidad de las especies presentes en el Ecotono es mayor
que en las comunidades que lo bordean. Desde el punto de vista sistémico es en el
Ecotono donde se produce el mayor intercambio de energía. Así, el Ecotono representa
la zona de máxima interacción entre ecosistemas limítrofes (Lascoutx 2002).

5 Mc Culloch et al. 1997.

6 Por paisaje social se entiende un conjunto de relaciones entre la gente y los lugares
que provee el contexto para la conducta cotidiana. El espacio es transformado en un lugar
a través de una intervención humana (Thomas 2002).

7 Los conchales son sitios arqueológicos formados por acumulaciones de una alta
densidad de conchas de fauna marítima invertebrada mezclados con huesos animales,
fogones, cenizas, sedimentos, herramientas desechadas, entre otros, depositados por los
grupos humanos que habitan en ambientes litorales. Por su parte, los sitios arqueológicos
son lugares que presentan vestigios de actividades humanas que se desarrollaron en el
pasado, y, generalmente, son el resultado de un uso intensivo de un mismo sector del
espacio.

8 Villagrán 1998.

9 Incluso superior en más de tres grados sobre la media actual.

10 Borrero 2001.

11 Ocampo y Rivas 2000.

12 Ocampo y Rivas 2000; Orquera y Piana 1999.


13 Legoupil y Fontugne 1997; Ocampo y Rivas 2003; Orquera y Piana 1999; Rivas et al.
1999.

14 Dillehay y Pino 1997; McCulloch et al. 1997.

15 Ocampo y Rivas 2003.

16 Gaete et al. 2000.

17 Prospecciones realizadas en el marco de proyecto Fondecyt nº 1020616 Proceso y


Orígenes del Poblamiento Marítimo de los Canales Patagónicos: Chiloé y el Núcleo
Septentrional, en ejecución (Ocampo y Rivas 2003 Ms.).

18 Fecha convencional sin calibrar, y que será necesario corroborar mediante la


aplicación de nuevos fechados y excavaciones arqueológicas.

19 Legoupil y Fontugne 1997; Orquera y Piana 1999; Ocampo y Rivas 2000.

20 Borrero 2001: 113.

21 Aspillaga 1998; García-Bour et al. 1998.

22 Dillehay 2000.

23 Restos de lugares donde se trabajaron artefactos o instrumentos de piedra, y donde


fueron quedando depositados instrumentos incompletos, fragmentos, lascas o desechos
de talla, así como trozos de la materia prima usada.

24 Legoupil 2003.

25 Legoupil 2003: 377.

26 Legoupil y Fontugne 1997: 85.

27 Fedje y Christensen 1999.

28 Dillehay 2000.

29 Legoupil 1997.

30 Legoupil 1997.

31 Gaete et al. 2000.

32 Gaete et al. 2000.

33 Orquera et al. 1977.

34 Contemporáneo al tercer componente de Túnel I, aunque este último mantiene el


patrón del segundo componente.
35 Nami 1983.

36 Vásquez de Acuña 1963.

37 Díaz y Garretón 1972-73.

38 Gaete et al. 2000.

39 Navarro 1995.

40 Schidlowsky 2000.

41 Legoupil 1997.

42 Las redes precedentes hacen referencia a la red norte-sur de la explotación de la


obsidiana verde desde Skyring hasta Seno Grandi, y a la red de explotación continental
del basalto, calcedonia y ópalo, que se extiende del oeste al este y que relaciona a la
Cultura Englefield con Cueva Fell III (Schidlowsky 2000).

43 Orquera y Piana 2000.

Referencias Bibliográficas

Aspillaga, E. 1998. Discusión Teórica En Proyecto presentado al Concurso Regular


Fondecyt 1999. Manuscrito en posesión del autor.

Aspillaga, E., C. Ocampo, J.C. Olivares, B. Arensburg y J. Meyer. 1995. Una Visita a los
Canoeros de Quetalmahue. Museos 20: 18-20.

1988 Travels and Archaeology in South Chile, editado por J Hyslop, University of Iowa
Press, Iowa City.

Borrero L.A. 2001. El Poblamiento de la Patagonia. Toldos, Milodones y Volcanes. Emecé


Editores, Bs. As.

Díaz, C. y M. Garretón. 1972-1973. El Poblamiento Prehispánico del Área Insular


Septentrional Chilena. Actas del VI Congreso de Arqueología Chilena: 559-584, Santiago.

Dillehay T. (Ed.) 1989. Monte Verde, A Late Pleistocene Settlement In Chile, Volume 1:
Paleoenvironment and Site Context. Smithsonian Institution Press, Washington and
London.

Dillehay, T. (Ed.) 1997. Monte Verde, A Late Pleistocene Settlement in Chile Volume 2: The
Archaeological Context and Interpretation. Smithsonian Institution Press, Washington and
London.
Dillehay T. y M. Pino. 1997. Radiocarbon Chronology. En Monte Verde, A Late Pleistocene
Settlement in Chile Volume 2: The Archaeological Context and Interpretation, editado por
T. Dillehay, pp. 41-52. Smithsonian Institution Press, Washington and London.

Dillehay, T. 2000. The Settlement of The Americas, A New Prehistory. Basic Books, New
York.

Fedje, D. y T. Christensen. 1999. Modelling Paleoshorelines and Locating Early Holocene


Coastal Sites in Haida Gwaii. American Antiquity, Vol. 64, 4: 635-652.

Fladmark, K. 1979. Routes: Alternative Migration Corridors for Early Man in North America.
American Antiquity 44, 1: 183-194.

Gaete, N., X. Navarro, F. Constantinescu, R. Mera, D. Selles, M.E. Solari, M.L. Vargas, D.
Oliva, L. Durán. 2000. Una mirada al modo de vida canoero del mar interior desde piedra
azul. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur
de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica
2000. Manuscrito en posesión del autor.

García-Bour, J., A. Pérez-Pérez, E. Prats y D. Turbon 1998. Secuencias de la Mt DNA de


Aborígenes de la Tierra del Fuego-Patagonia y el Origen de los Fueguinos. Anales del
Instituto de la Patagonia 26: 69-75.

Lascoutx, A. 2002. El Ecotono Como Espacio de las Ideas. En Ecoton n° 0 Año 1


www.eraagricola.org/ecoton/ecotono_0/ ecotono0_art_1.htm - 16k –

Legoupil, D. 1993-1994. El Archipiélago del Cabo de Hornos y la Costa Sur de la Isla


Navarino. En Anales del Instituto de la Patagonia. Ser. Cs. Hnas. 22: 101-121.

Legoupil, D. (Ed.). 1997. Bahía Colorada (île d’Englefield). Editions Recherche sur les
Civilisations, Paris.

Legoupil, D. y M. Fontugne. 1997. El poblamiento marítimo en los archipiélagos de


Patagonia: Núcleos antiguos y dispersión reciente. En Anales del Instituto de la Patagonia.
Ser. Cs. Hnas. 25: 75-87.

Mc Culloch R.D., CH. M. Clapperton, J. Rabassa y A.P. Currant. 1997. The Natural
Setting. The Glacial and Post Glacial Environmental History of Fuego Patagonia. En
Patagonia: 12-31, British Museum Press, London.

Nami, H. 1983. Comentario sobre los bifaces de Bahía Buena. Anales Instituto de la
Patagonia 14: 77-79.

Navarro, X. 1995. Interpretación de ocupaciones precerámicas en los distintos


microambientes de la costa de Chan Chan, Valdivia, X Región. Actas del XIII Congreso de
Arqueología Chilena, Tomo I: 118-127, Antofagasta.

Ocampo, C. y P. Rivas. 2003. Observaciones acerca de procesos y orígenes del


poblamiento marítimo de patagonia occidental. Trabajo presentado al 51° Congreso
Internacional de Americanistas (ICA). Julio 2003, Santiago. Manuscrito en posesión de los
autores.

Ocampo C. y P. Rivas. 2003. Nuevos datos sobre el poblamiento temprano de los


extremos geográficos de los canales patagónicos: isla de Chiloé e isla Navarino. Revista
Chungará, número especial.

Ocampo C. y P. Rivas. 2000. Nuevos datos sobre el poblamiento temprano de los


extremos geográficos de los canales patagónicos: Isla de Chiloé e isla Navarino.
Precirculado del Trabajo Presentado al XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica.
Manuscrito en posesión de los autores.

Ocampo, C. y P. Rivas. 2000. Nuevos fechados 14C de la costa norte de la isla Navarino,
costa sur del Canal Beagle, Provincia Antártica Chilena, Región de Magallanes. Anales del
Instituto de la Patagonia, Cs. Hs. 28: 197-214.

Orquera, L.A. y E.L. Piana. 2000. Imiwaia I: Un Sitio Temprano de canoeros del sexto
milenio a.p. en la costa norte del Canal Beagle. Desde el País de los Gigantes. Actas de
las Cuartas Jornadas de Arqueología de la Patagonia, Tomo II: 441-453, Río Gallegos.

Orquera, L.A. y E.L. Piana. 1999. Arqueología de la Región del Beagle (Tierra del Fuego,
República Argentina). Publicaciones de la SAA, Bs. As.

Orquera, L.A., A.E. Sala, E.L. Piana y A.H. Tapia. 1977. Lancha Packewaia. Editorial
Huemul, Bs. As.

Rivas, P., C. Ocampo y E. Aspillaga. 1999. Poblamiento temprano de los canales


patagónicos: el núcleo ecotonal septentrional. En Anales del Instituto de la Patagonia,
serie Cs. Hs. 27: 221-230.

Rivas, P. y C. Ocampo. 2001 (Ms). El Sitio 169-B de Caleta Segura. Fondecyt 1980654.
Manuscrito en posesión de los autores.

Rivas, P., C. Ocampo y E. Aspillaga. 2000. Informe Final La Humanidad Anterior: puesta
en valor mancomunada y comunitaria del patrimonio arqueológico/ cultural de la
Comunidad Rural de Puente Quilo, Golfo de Quetalmahue, Comuna de Ancud, Chiloé.
Manuscrito en posesión de los autores.
Schidlowsky V. 2000. Los primeros cazadores marítimos y los cazadores terrestres de
Patagonia Austral y Tierra del Fuego: Tecnología Lítica e Identidad Cultural. Precirculado
del Trabajo Presentado al XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica. Manuscrito en
posesión del autor.

Stuiver, M., P.J. Reimer, E. Bard, J.W. Beck, G.S. Burr, K.A. Hughen, B. Kromer, F.G.
McCormac, J.V.D. Plicht, M. Spurk. 1998. Radiocarbon 40: 1041-1083.

Stuiver, M. y P. Reimer.1993. Extended 14C data Base and revised Calib. 3.0 14C Age
Calibration Program. Radiocarbon, 35: 215-230.

Stuiver, M. y H. Pollach. 1977. Discussion Reporting of 14C Data. Radiocarbon 19:


355-363.

Vásquez de Acuña, I. 1963. Arqueología Chiloense: Yacimientos y Material Lítico.


Trabajos de Prehistoria, Madrid.
Villagrán, C. 1998. Late Quaternary Vegetation of Southern Isla Grande de Chiloé, Chile. En Quaternary Research 29: 294-306.

You might also like