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SALA EN ESPERA

OCTUBRE 2010

Compromisos de una maceta Ι Alberto Vazquez


Hace algunas semanas la organización Ciudad para todos intervino secciones de
Avenida Inglaterra –alrededor de su cruce con Avenida López Mateos– para
declararse en contra de la construcción de la Vía Express y promover un
proyecto previamente aprobado para esta zona: el Parque Lineal.

Para reclamar este espacio público, los activistas, en colaboración con los
vecinos del área, han plantado árboles, instalado bancas y juegos infantiles,
colgado letreros y pintado banquetas alrededor de las vías del tren, simulando
precariamente lo que sería el Parque Lineal. También se intervino el paisaje de
la avenida con la instalación de un Auto-maceta: Un Chrysler de antaño que
sirve como nuevo hogar para un árbol que atraviesa su techo, unas cuantas
plantas que viven en lo que era su motor e incluso un par de cansados peatones
que pueden disfrutar de la sombra y la comodidad de sus asientos al aire libre.

La peculiar maceta contrasta con su derredor; la introducción de un elemento,


que claramente no pertenece al lugar, señala un conflicto, incluso un
enfrentamiento y un posible ganador. En palabras de sus propios creadores, los
integrantes de Ciudad para todos, el Auto-maceta representa la muerte del
automóvil en pos de la recuperación de la ciudad. Entonces, quizás no estemos
ante un auto que da refugio a la vida; nos encontramos ante un carro empalado
por un árbol. Y nada más.

La idea es simple e ingenua, pero tal vez ése sea su propósito. El Auto-maceta
llama la atención, impacta, se digiere fácilmente y genera una respuesta, todo
en menos de un instante, todo sin que sus espectadores deban estacionarse y
bajar de su propio automóvil.

Después de todo, nos encontramos ante una pieza de arte comprometido, arte
con propósito y causa social. Después de todo, ésta no es una maceta cualquiera
a la que le queda eso de ser por el solo gusto de ser. No. Esta maceta comenta
sobre la realidad actual de nuestra ciudad y propone una sociedad alternativa,
un mejor estilo de vida, un mejor futuro y todas esas cosas que sólo las macetas
que son activistas políticas tienen tiempo de pensar.

Quiero pensar que esta maceta –como muchos de mis amigos y amigas
intelectuales– ha decidido priorizar el contenido sobre la forma. Parece que,
escudándose en aquello de que el fondo es lo vital, se descuidaron y
precipitaron todos los detalles relativos al diseño de la pieza, el cual
probablemente nunca pasó de ser mucho más que un bosquejo inicial.
Entonces, no se pensó en materiales, tratamientos, tamaños, cantidades,
orientaciones y ubicaciones que fortalecieran a la pieza -ni siquiera se pensó en
quitar las bolsas de tierra de las plantas -: debe ser porque esas son cosas que
no importan.

El problema es que al no explorar las diferentes formas que esta idea pudo
tomar, al no desarrollar y madurar la presentación de esta o cualquier otra
maceta, se está arriesgando la comunicación e incluso la credibilidad del
mensaje.

El problema crece cuando el pobre desempeño de la forma permite ver las


contradicciones y las disonancias no intencionales del mensaje. El Auto-maceta
habla de vida, una mejor vida, habla de alternativas más sanas, habla de
diversión, familia, diversidad e inclusión, habla de una ciudad para todos, pero
lo hace a través del conflicto y el antagonismo. Para que la ciudad viva el
automóvil debe perecer; para lograr inclusión social se debe primero excluir y
condenar al automovilista; para construir una ciudad para todos debemos
atacar a aquellos que no concuerden con nosotros. ¿No es así?

Efectivamente, la idea es simple e ingenua, infantil y maniqueísta, pero esta vez


dudamos que sea a propósito. El resultado es una reacción y una provocación,
no una propuesta; una discusión y no un diálogo; otro punto de fuga y no un
compromiso ciudadano. Esta maceta no alberga vida y todo lo que derive de
ella amenaza con ser infructífero.

Al final, la intervención de Ciudad para todos descuida sus propósitos y arriesga


sus propuestas dándolas a entender como poco trabajadas e inmaduras. El
Auto-maceta queda corto, incompleto; su discurso se transmite débilmente y se
refleja en un espectador desanimado, atraído por la propuesta pero jamás
comprometido a seguirla, o siquiera rechazarla. No hay forma, entonces la idea
se convierte en ocurrencia.

URL: http://www.salaenespera.mx/2010/10/compromisos-de-una-maceta-alberto.html

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