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Discutíamos sobre nuestro último caso cuando un suave –toc toc- interrumpió nuestra
charla y nuestro café. Theodore, el dueño de casa, se apresuró hacia la puerta, y al abrirla
vimos a una mujer de unos treinta años, regordeta, de baja estatura, cabello castaño y
corto, unas grandes gafas negras y muy bella ropa.
_ ¿Es usted el detective Theodore Umbert Kyle Anthony? _ preguntó con una
decidida voz grave.
_ Si, aunque preferiría que me llamara Tuka. Si necesita de mis servicios como
detective por favor pase y tome asiento_ añadió señalando con elegancia el sofá a mi
lado.
_Oh, ella es mi asistente, la señorita Annie Clicket_ nos presentó Tuka en respuesta a
la inquisitiva mirada de la mujer_ Es de extrema confianza, y ha sido mi compañera por
más de cinco años. Todo lo que desee decirme puede hacerlo delante de ella. _ Saludé a
la mujer con una inclinación de cabeza y ella se tranquilizó.
_Ahora_ comentó Theodore mientras se sentaba_ me gustaría saber por qué ha
viajado tanto para encontrarse conmigo.
_Pues, su vestido posee arrugas que muestran claramente que estuvo como mínimo
tres o cuatro horas seguidas viajando. Además, las personas que viajan siempre tienen un
aspecto particular, se los nota cansados e irritados.
_Al llegar, los policías observaron todo y se marcharon un par de horas después,
alegando que podría haberse tratado de un suicidio o un ataque al corazón. Al parecer, lo
único extraño que hallaron fueron cenizas en la parte exterior de la puerta del despacho,
lo cual es muy extraño: el sobrino de mi jefe, Milo Roses, que vivía en la casa de campo
es fumador, lo que podría explicar las cenizas a no ser por el hecho de que si estuvo
fumando en la casa debió ser por la mañana, ya que a la tarde no estuvo y tampoco a la
noche. Pero de haber fumado a la mañana, la mucama debió de haberlo limpiado…
Aunque, claro, puede haber sido una simple ineficiencia de la mucama sin importancia.
Además, Milo es un excelente muchacho.
_ Yo creo que ella fue la asesina, _continuó_ su novia y futura esposa, Isabella
Montgomery. Hasta la llegada de la policía estaba a punto de irse de viaje, ¿no les parece
sospechoso? ¿Para qué quería viajar con tanta urgencia? ¡Seguramente se hubiera
fugado si no la hubiera descubierto haciendo las valijas!
_Pues… soy… fui su secretaria por muchos años y llegué a apreciarlo mucho. Es…
era una gran persona, una excelente persona, y sin dudas su novia no se merecía a tan
buen hombre. _ Se ruborizó.
_ ¿Y qué hay del sobrino? ¿Tenían una buena relación?_ preguntó Theodore sin dejar
de escribir.
_Si… a veces discutían, pero el señor Roses quería mucho a su sobrino. Milo era casi
un hijo para mi jefe, y éste estaba muy orgulloso de él, sobre todo por la beca que había
obtenido para estudiar medicina en uno de los lugares más prestigiosos de la ciudad. Y
aunque a Michael le disgustaba mucho que su sobrino fumara compulsivamente, y por
ello peleaban muchas veces, le pensaba dejar gran parte de su enorme herencia.
_ ¿Parte?
_Si, por supuesto. La otra mitad iba a ser para su novia, que en muy poco tiempo iba
a convertirse en su esposa. Pero, claro está, si el señor llegaba a tener hijos el sobrino iba
a tener una muy pequeña parte de la herencia.
Tuka asintió.
_No, de hecho casi nunca discutían. Seguramente actuaba como la inocente novia
para que luego nadie sospechase de ella. Pero hace un par de noches discutieron en la
oficina. Sólo puede escuchar que ella decía algo de Milo, el sobrino, y el negaba todo.
Luego ella dio un fuerte portazo y subió a su habitación.
_Entre las cuatro y las cinco de la tarde. Tuvieron que llevarse el cuerpo... y luego fue
el entierro hasta… tal vez hasta las diez de la noche, o un poco más. _ agregó la
secretaria.
_Correcto. Ahora son las diez y veinte de la mañana, ¿Por qué vino tan rápido a
verme?
_Cuando escuché la estúpida hipótesis del suicidio casi enloquezco. Así que luego del
entierro, tomé el primer coche que encontré y me dirigí directo hasta aquí. ¡Si usted
supiera lo lleno de vida que estaba la última vez que lo vi, después de la cena! Y luego fui
a ver por qué se demoraba tanto (generalmente no trabajaba hasta tan tarde, y tal vez
necesitaba ayuda), y estaba… no se movía… ¡estaba muerto! _ La mujer comenzó a
llorar desesperadamente. Traté de calmarla, pero eso sólo lo empeoraba, por lo que la
dejé que llorara y descargara su pena.
A los pocos minutos se tranquilizó y miró a Theodore con una expresión casi infantil
en su formidable rostro:
_Me ayudará, ¿verdad? Debe ayudarme a descubrir quién mató a mi… a Michael. Por
favor. Y no solo por mí: hay dos millones de libras que podrían caer en manos de un
asesino.
_Como guste._ la secretaria sonrió a pesar de las lágrimas, parecía feliz de que
aceptemos. _ La dirección es Ulian Street 2846_ se levantó, nos saludó a ambos con un
gesto de cabeza y se dirigió hacia la puerta_ Nos vemos en un par de horas… ¡Oh, por
cierto! Mi nombre es Merry, Merry Lacost. ¡Adiós!
_Annie, debes estar atenta a cualquier mínimo indicio. Hay demasiado en juego como
para cometer una equivocación_ observó mi colega.
_Buenos días señorita. Mi nombre es Theodore Umbert Kyle Anthony, pero puede
llamarme Tuka. La señorita Merry Lacost ha solicitado mis servicios de detective, y ella es
mi asistente, la señorita Annie. _ añadió señalándome.
_ Si, es…taba enterada. Pa… pa… pase_ consiguió balbucear entre las lágrimas. Nos
condujo hacia una espaciosa sala de estar donde nos acomodamos en los amplios
sillones, pero ella permaneció de pie, temblando y tratando de controlar su llanto.
_ Presumo que usted era la novia del difunto Michael Roses_ comenzó Tuka.
_ Así es, ¿la secretaria les ha hablado de mí? Por supuesto que lo hizo… ella cree
que soy la asesina. _ volvió a llorar.
_Extraño…_ murmuré.
_En la entrada, nada extraño. Todo está en su lugar y la puerta no está forzada…
Veamos que hay en la parte occidental de la casa… ventanas fuertes, ninguna huella,
ningún rastro. ¿Y en la parte oriental?... esto se está tornando aburrido Annie, no hay
absolutamente nada. Vayamos a la parte trasera. Veamos, veamos, ajá, mmm… ¡Aquí
Annie, por aquí! _ gritó Tuka entusiasmado.
_ Pues… parece que alguien golpeó el suelo con un bastón o algo puntiagudo._
respondí vacilante.
_Vamos Annie, creí que tú lo entenderías más fácilmente que yo. Son huellas, pero no
cualquier huella: son de zapatos de tacón. Fíjate en como el césped se aplasta en la parte
delantera, y unos centímetros más atrás se forma el hoyo del tacón. ¿Puedes darme tu
zapato por favor?
_ La señorita que caminó por aquí calzaba exactamente… Treinta y seis, si mis
cálculos son correctos.
Nos incorporamos al mismo tiempo y caminamos siguiendo las huellas, encorvados
con la lupa en la mano, tal y como lo hacían los detectives famosos, o como la gente creía
que caminaban. Ambos nos reímos de lo irónico de la situación y seguimos persiguiendo
las huellas del césped.
En algunas partes era muy difícil, ya que las huellas casi desaparecían, pero
continuamos caminando y descubrimos un camino improvisado, que había sido recorrido
muchas veces y desembocaba en una calle aún más desierta que los alrededores de la
casa. Había allí huellas de carruaje muy recientes.
Al llegar inspeccionó cada rincón del despacho; yo observaba a su lado sin estorbar,
pero no noté nada. Al finalizar el detective dijo:
_ ¿Las tazas? ¿Qué tienen? _ estaban colocadas inocentemente sobre una pequeña
mesilla, como si se hubieran olvidado de limpiarlas con el jaleo que debía haber producido
el asesinato. No les había prestado especial atención, ya que había buscado más entre
los documentos, en el escritorio y el suelo. Pero hasta el detalle más pequeño era
importante.
_Gira un poco esta taza, sólo un poco. ¡Así! ¿Lo ves ahora?_ interrogó Tuka.
Sin duda alguna, en aquel aparentemente inocente pocillo había una macha roja que
contrastaba fuertemente con su color blanco.
_ ¿Sangre? _pregunté
_ No Annie. Vamos, tú eres una elegante señorita, debes saber de qué se trata._
respondió mi detective.
_ ¡Es lápiz labial! _ exclamé mientras analizaba con más detenimiento la inquietante
manchita_ pero no está en el lugar adecuado para corresponder a una mujer que tenía
labios pintados, tomó café de la taza y la manchó accidentalmente. Además está
demasiado suave y difundido, como si no fuera efecto directo de los labios de una
señorita…
_Perfecto querida Annie, ya ves que para este tipo de cosas es para lo que te necesito:
todo lo relacionado con el sentido común femenino (cosas tan normales para ustedes
como extrañas para los hombres) está completamente fuera de mi alcance. Este
descubrimiento pone en aprietos a la novia del difunto, a la que vimos recientemente con
los labios rojos, de un color bastante similar a éste, si no me equivoco.
_Pero _continuó Tuka_ también es posible que la extraña secretaria pudiera estar
mezclada en todo este asunto, e inclusive el sobrino tiene sus escasas pero existentes
chances de tener relación: ¿recuerdas las cenizas de las que habló la secretaria? Pues yo
no las he visto, lo que demuestra que alguien estuvo limpiando después del asesinato…
pero olvidó las tazas.
La mansión era increíblemente enorme, tanto que no pude encontrar las habitaciones,
y por temor a perderme volví a la oficina a esperar la hora indicada por mi detective. A las
siete en punto crucé la puerta y me dirigí hacia la sala.
_ Señorita Montgomery, ¿Cuándo fue la última vez que vio a su novio con vida? _
preguntó mi acompañante.
Los ojos de Isabella se llenaron de lágrimas, pero aún así mantuvo la compostura.
_Si, pensaba irme un par de días a visitar a mi madre, pero luego la policía descubrió
a Michael muerto y ya no tuvo sentido irme…
_ ¿Y su partida tenía algo que ver con discusiones que pudieran haber tenido usted y
Michael? _ interrogó Theodore.
_ ¡No, en absoluto! Michael y yo teníamos una excelente relación. Todo marchaba tan
bien… En un par de semanas iba a ser la boda. Él era tan bueno conmigo, y yo lo amaba
tanto… La única discusión que tuvimos fue hace un par de días por su empleada, ya que
yo estaba tratando de que la despidiera. ¡Si ustedes hubieran visto como miraba esa
mujer a mi futuro marido! Esa chica estaba obsesionada con mi Michael, se los puedo
asegurar: siempre estaba vigilándolo, sabía todo lo que hacía… ¡Incluso la vi una vez en
nuestra habitación aspirando el perfume de su ropa! Además, estoy casi segura de que se
robaba mis vestidos y mis cosméticos, ¡a no ser que desaparezcan por arte de magia!
Merry estaba demente y Michael no me creía…
_ ¿Y qué hay del sobrino? _la interrumpió Tuka antes de que volviera a llorar_ ¿Por
qué no se encuentra en la casa?
_Sólo una pregunta más: ¿Por qué iba usted a irse de viaje? _ Insistió Tuka.
Isabella frunció los labios con fuerza, muy poco dispuesta a responder durante un
eterno y silencioso minuto, y sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas. Pero luego
suspiró y comenzó a hablar:
_ Era un secreto, pero ahora que Michael no está, claramente no habrá boda… Iba a
ir a visitar a mi madre porque ella quería regalarme su antiguo vestido de boda, que
también perteneció a mi abuela, para que lo usara en la ceremonia. La tradición familiar
era que nadie debía saber del vestido hasta el día de la boda… Pero sin Michael, no me
interesa haber roto la tradición.
Sin palabras Tuka me condujo hacia el exterior de la gran mansión, donde volvimos a
pasar enfrente de las huellas de tacón.
_Deseo conocer al misterioso sobrino… Aunque nunca lo he visto, siento que hay algo
extraño en él. _ comenté.
_Cuando te dejé sola, en realidad estaba tratando de probar algo. ¿Pudiste encontrar
las habitaciones?_ preguntó Tuka.
_Verás, cuando fui a citar a la novia del difunto para el interrogatorio le pregunté
dónde se encontraban las habitaciones: aún con sus indicaciones me resultó difícil
encontrarlas y volver a la sala de estar, y casi me pierdo en más de una ocasión.
Además, la mujer me comentó “casualmente” que la puerta principal se cierra a las nueve,
por lo que el asesino o la asesina usó la puerta de la escalera trasera, que da a las
habitaciones, y sabía cómo llegar desde ellas hasta la oficina.
Tuka tomó con dulzura mi mano y le dimos la espalda al sol, a la naturaleza y a la paz,
y nos encaminamos hacia la casa en donde había un asesino suelto.
< Pide un café y espérame en la sala de estar. Tengo una muy seria sospecha. Me
ausenté en la cena porque estuve husmeando en las habitaciones de las damas. Ambas
calzan treinta y seis, pero ninguna posee un lápiz labial rojo. Haz lo que te pido por más
extraño que te parezca: es de vital importancia. Luego te explico.
Rompe esto
T.U.K.A >
Volví al living con la apariencia más natural que pude simular. Luego de unos minutos,
uno a uno se fue retirando. Merry se levantó a terminar unos importantes papeles en el
despacho; dijo que era algo muy común para ella quedarse hasta tarde trabajando, sobre
todo los viernes. Milo Roses se excusó asegurando que debía cambiarse para ir a la
biblioteca a despejarse y olvidarse del horripilante asesinato de su querido tío. Isabella se
demoró, taciturna. Buscaba cualquier tema para conversar, desde política hasta caballos;
supuse que no quería entrar en su habitación y encontrarla vacía, solitaria… Pero terminó
por despedirse. El detective me guiñó un ojo con disimulo y dijo que iba a fumar, lo cual
seguramente era verdad. Era muy normal que fumase una o dos pipas al día.
Al cabo de unos minutos bajó Milo Roses silbando una melodía alegre. Había algo
verdaderamente extraño en él, y mi instinto femenino me lo advertía, aunque no sabía qué
podía ser.
_Disculpe señor Roses, a mí también me gusta mucho la lectura, y pensaba que tal
vez podrimos ir juntos a la biblioteca_ propuse inocentemente.
_ Me temo que no será posible señorita Clicket. Antes me dirijo a la casa de un amigo
y no creo que sea muy cortés de mi parte llevar a una invitada sin avisarle.
_ Pues me preguntaba cómo un joven como usted no tiene una cita con alguna
señorita un viernes en la noche_ respondí.
_ No tengo novia, por suerte. Las mujeres sólo traen dolores de cabeza_ suspiró.
_ Hice lo que me ordenaste, aunque debo añadir que me desagradó mucho _ Tuka
sonrió pero no me interrumpió_ El sobrino no me prestó ninguna atención, parecía que ni
siquiera me veía. Estaba muy impaciente por reunirse con su amigo y negó toda invitación
por mi parte. Se fue casi corriendo, supongo que tú sabrás donde fue, ¿no es así?
_Pero lo que más confirma mis suposiciones_ continuó_ es que no hay hombre en la
Tierra que pueda negarse a conocer a alguien tan bella con tú_ sonrió, me beso en la
frente y se fue.
Eran las nueve de la mañana cuando subimos sigilosamente las escaleras. La novia
se había ido al cementerio, la secretaria estaba en la oficina y Milo se había ido a fumar…
Teníamos unos minutos para registrar las ocho habitaciones, pero por suerte ya habíamos
descartado las dos primeras, que eran de las señoritas y Tuka ya las había revisado, y
dos más que eran las nuestras.
Las dos siguientes estaban desocupadas, y una era la del sobrino. Todo en ella
parecía perfectamente normal, demasiado normal. Había una gran cama en el centro, una
biblioteca repleta de libros de medicina en una esquina, una mesita y un pequeño sofá.
No había nada más, nada fuera de lugar, nada desordenado, lo que era muy extraño
tratándose de un hombre. Estábamos a punto de irnos, decepcionados, cuando Tuka
propuso ir a la habitación frente a la del sobrino. Era la única que no habíamos revisado,
pero nadie más vivía en la casa, por lo que debía estar desocupada.
La puerta estaba cerrada con llave desde dentro, pero eso no es problema para un
detective, y menos para Theodore, que tenía una llave universal que podía abrir cualquier
puerta (autorizada por la policía, por supuesto… O eso suponía yo).
Tuka hizo girar la llave con suavidad, y con un ligero –clic- nos deslizamos
rápidamente en la habitación.
_Oh Dios mío._ susurré. Para mí era como estar encerrada en una enorme tienda de
dulces; casi el paraíso. Tuka tuvo que contenerme para no abalanzarme sobre los
hermosos vestidos; parecía la habitación que debía haber tenido una reina.
Se dirigió a una mesita llena de labiales y me mostró una carta de aspecto normal e
inofensivo… demasiado inofensiva para fijarme en ella… aquello me transportó un día
atrás, me mostró a mí y a Tuka buscando en una oficina, en una mesita, un pequeño
pocillo de café blanco, pero no del todo. En un costado tenía una manchita roja de…
_ Si Annie, esta carta estuvo en la escena del crimen. Tiene sectores en donde las
letras están corridas, como si la hubieran mojado o hubieran llorado sobre ella. Pero
veamos si podemos descifrar que dice_ dijo el detective.
Tuka leyó varias veces la misteriosa carta y luego me transmitió lo que había podido
entender de ella:
<Que bello vestido… Creo que deberías decirle a tu… no lo entiende deberías…
entender… Tú decide qué hacer con la mujer. Sería muy peligroso que lo descubriera y se
lo dijera… sin que puedas hacer nada. El dinero siempre fue, es, y va a ser nuestro… Con
amor, James>
Tuka sonrió
_ A veces, cuando la presa cree que está acorralada y no hay ninguna salida posible,
termina por entregarse ella misma._ comentó con aire misterioso. Eso me confundió aún
más, pero sabía que tendría que esperar. _ Lo principal ahora es contactar a la policía:
nosotros haremos el resto_ finalizó corriendo fuera de la habitación.
Theodore me había explicado todo lo que había deducido su incansable mente, y que
yo no había podido relacionar, y ahora estábamos a segundos de atrapar al asesino de
Michael Roses.
Vimos a Milo Roses mucho antes de que él nos viera a nosotros, ya que venía
cantando en dirección a la casa con la mirada en sus pies. Al levantar la vista se encontró
con los policías y sin salida. El asesino sonrió.
_ Qué gente más mediocre, ¿tanto tiempo tardaron en descubrir que había matado al
viejo? _ Sus ojos se posaron en Isabella y comenzó a reír a carcajadas.
Había confesado, era todo lo que hacía falta para que los policías y Tuka se
abalanzaran sobre él. Milo quedó oculto bajo una maza de brazos y piernas, y para
cuando todos se retiraron, sólo dos policías tenían a Milo sentado en el suelo con las
manos en la espalda.
_ ¿Por qué Milo? _ la voz de Isabella estaba muerta, sin vida. _ ¿Cómo pudiste hacer
esto? Yo… no te comprendo.
Tuve que hacer un esfuerzo enorme para no abrir los ojos como platos cuando
escuche de sus labios la confirmación. Merry, la secretaria, respiró profundamente,
sorprendida.
_Ya lo sé_ continuó sin pausas_ alguien como yo en principios del siglo XIX no es
muy habitual, y para nada aceptable. Sabías que mi tío iba a armar un escándalo cuando
se enterara, iba a odiarme, a avergonzarse de tenerme de sobrino, a echarme de la casa
y seguramente jamás volvería a hablarme_ por un momento sus ojos dejaron de ser
dementes, y lo inundó una enorme tristeza al imaginar el rechazo de su tío… Pero la
mirada delirante volvió a su rostro_ No iba a quedarme sin familia, sin casa, ¡y mucho
menos sin mi herencia! Ese dinero es mío, me pertenecía, y tú lo querías todo para ti y tus
horribles y malcriados futuros hijos con mi tío.
A Isabella se le llenaron los ojos de lágrimas, pero esta vez las lágrimas reflejaban la
rabia de su interior hacia la historia de Milo.
_Estaba esperando una carta: era todo lo que necesitaba para poner el veneno en tu
vaso. Estuve esperando la carta de James toda la tarde, esperando su opinión, pero no
llegó. Como cualquier otro día, me “disfracé” de mujer, como dirían los ignorantes, y me
dirigí a la casa de mi novio.
_ Pero él no estaba allí_ prosiguió_ por lo que supuse que había venido aquí a traer la
carta. Volví a toda prisa; ni siquiera tuve tiempo de cambiarme en el camino como hacía
habitualmente. Subí las escaleras, me cambié y entré por la puerta principal para simular
que venía del gimnasio. En la puerta no había ninguna carta, y eso era peligroso…al
pasar frente a la oficina vi la carta abierta sobre el escritorio del tío. Ya lo sabía.
_Tenía el frasco de Isabella… pero era una decisión difícil. Estuve largo rato en la
cocina con las tazas de café en una mano y el frasco de veneno en la otra, y entonces
me decidí: vacié por completo el frasco en la taza de Michael en el segundo de impulso
asesino que se apoderó de mí. De pronto quería verlo muerto, quería acabar con él más
de lo que quería verte a ti muerta, Isabella. Pero al volver al despacho, vi en el reflejo de
una ventana que me había olvidado de despintarme los labios cuando subí a
descambiarme, así que me los limpié con la mano y continué hacia la oficina, lo que sin
duda fue mi gran error ya que manché la taza, pero no le di importancia en ese momento.
_El tío se sorprendió de verme allí de repente con dos tazas de café sin haberle
avisado siquiera mi vuelta a casa. Me senté con rapidez y tomé mi taza. Le di un largo
tragó y le dije a Michael que probara el café, que no muchas veces se despertaba en mi
interior un amable y servicial cocinero. Hizo una mueca de disgusto, pero probó un largo
trago. Fue suficiente. Ni siquiera tuvo tiempo de comenzar con el sermón; en menos de un
segundo estaba muerto.
_Fumé un par de cigarrillos en la puerta de la oficina, meditando sobre mi
comportamiento, pero como no aparecieron la culpa ni el remordimiento, subí tranquilo a
mi habitación_ el silencio mientras todos escuchábamos la historia homicida de Milo era
sepulcral, y nadie se atrevió a interrumpirlo mientras confesaba.
_Cuando desperté me hice el sorprendido, pero me di cuenta de que habían visto las
cenizas así que las limpié. No pensé en las inofensivas tazas manchadas hasta hoy, y fui
a buscarlas pero no estaban. Los policías no descubrirían nada, y yo tendría me herencia
y mi vida tranquila _sonrió ante la perfección de su mente criminal, pero luego torturó a
Tuka con la mirada_ y luego tú y tu noviecita o lo que sea que sea ella aparecieron y
arruinaron todo, ¡todo! Pero lo mataría otra vez, ¡sí señor! ¡Una vez y otra más si fuera
necesario!_ gritó furioso.
_ ¡Maldito!_ gritó Isabella a mi lado. Me soltó y corrió con la mano en alto, lista para
abofetearlo con fuerza. Pero conseguí tomarla por la cintura en el último segundo, por lo
que cuando se derrumbó en el césped, presa de llanto desesperado que desgarraba el
corazón de todos sólo con escucharlo, yo caí a su lado, y la abracé intentando consolarla,
aunque ningún abrazo podía disminuir la pena desoladora de una mujer que perdió a su
amor.
_Mientras haya gente como yo en este mundo, los criminales como este demente
jamás triunfaran_ juró Tuka.
La secretaria tomó mi lugar al lado de Isabella, ambas podían haber amado al mismo
hombre, pero ya no había rencores, estaba segura. Juntas podrían sobrellevar la pena.
FIN