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Este primer capítulo estudia la historia de los delirios crónicos. Es interesante porque da
cuenta detallada de las distintas opiniones de la Psiquiatría europea de la época (francesa,
alemana, inglesa e italiana) en un momento que la psiquiatría está empeñada en la
descripción y aislamiento de los cuadros clínicos. Aquí, en este momento, está el origen de
las formas delirantes crónicas, un tema por otro lado poco analizado en la literatura actual,
si se compara con otros temas.
especie patológica enfermos que curan con frecuencia con otros que no curan jamás".
Así pues, dos hechos asemejan la concepción de Magnan y Sérieux con la de Kraepelin, la
evolución fatal hacia la demencia y su origen interno, endógeno del proceso.
Lo que no supieron ver bien Magnan y Sérieux fue la discusión alemana sobre Primäre
Verrücktheit que tuvo una significación importante para la construcción nosológica de
Kraepelin. La descripción de una locura delirante primaria, paranoia, significó que debía
admitirse la existencia de distintas locuras, de hecho, distintas enfermedades y no especies
clínicas y, en segundo lugar, sirvió para que Kraepelin señalara existencia de dos formas
distintas de delirios crónicos, la Paranoia y la Demencia paranoide, enriquecida luego, en la
8ª. edición con la descripción de las Parafrenias, o Esquizofrenias tardías, como se prefiere
hoy a partir de trabajo de M. Roth.
El capítulo que comentamos, representa por lo tanto un trabajo importante que sirve para
entender cómo se inició la discusión de las formas delirantes crónicas.
V. Magnan, P. Sérieux
Delirio crónico.
Capítulo I. Los delirios sistematizados y el delirio de evolución sistemática.
Con el nombre de delirio crónico de evolución sistemática (1), entendemos una especie
morbosa siempre idéntica que, por su naturaleza, su principio y su curso, debe estar
completamente separada de las psicosis sistematizadas de los degenerados. En su evolución
regular, la enfermedad recorre cuatro estadios bien definidos, que se suceden en un orden
variable. El delirante crónico queda al principio sujeto á un periodo de incubación que, con
frecuencia, pasa inadvertido; está triste; sus ideas son sombrías, el mundo exterior le
molesta, contrae una vaga ansiedad de la que no se da explicación. No delira todavía; está
inquieto, se acostumbra poco á poco á interpretaciones falsas, á las ilusiones sensoriales
(período de inquietud). Después se presenta el delirio de persecución; las concepciones
delirantes se sistematizan bajo la influencia de alucinaciones auditivas y otras (período de
persecución). La enfermedad sigue su marcha progresiva; ve, a través de las ideas de
persecución, aparecer algunas ideas de satisfación; llega un día en que el delirio de
grandezas hace casi desaparecer el delirio persecutorio (período de grandezas ó período
ambicioso). En el cuarto estadio del delirio crónico aparece la demencia y paralelmente las
concepciones delirantes (período de demencia).
Antes de abordar la descripción de los cuatro períodos del delirio crónico de evolución
sistemática, nos es necesario hacer rápidamente la historia de las variaciones por las cuales
han pasado de modo sucesivo las concepciones de los delirios sistematizados. En todo
tiempo han existido, entre los alienados, enfermos en los que las formas características, la
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Paul Zacchias, Boerhaave, Lorry, Rush, Kant á fin de siglo último y á principios del
nuestro, han señalado, sin insistir en ello, los delirios parciales, que confunden con el
nombre de melancolía y los distinguen del delirio general. Pinel, en 1809, describe las dos
formas opuestas que puede adoptar el delirio melancólico: "Este es algunas veces una
manifestación de orgullo, y la idea quimérica de poseer inmensas riquezas ó un poder sin
límites; otras veces el abatimiento, la desesperación". Pero esto no es, por decirlo así, más
que un hecho de observación vulgar; el clínico tiene el deber de ir más allá y establecer
entre, estos enfermos de delirio limitado, las distinciones que se inponen. Esquirol fué el
primero que hizo entrar la medicina mental en una vía nueva; hizo numerosas observaciones
de estas diversas formas clínicas, las aisló de otras especies patológicas, las impuso una
denominación especial, y creó la monomanía (PRQRV) uno (PDQLD) locura, caracterizada
por una lesión parcial de la inteligencia, de las afecciones ó de la voluntad.
Los enfermos que nosotros estudiamos aquí los incluye Esquirol: unos, en la lipemanía,
otros, en las monomanías intelectuales, al lado de estados psicopáticos, muy diferentes y
hoy perfectamente separados. (Delirios de los degenerados. Impulsiones y obsesiones,
síndromes episódicos de la degeneración mental.) Esta confusión no debe ser fácil de
destruir, puesto que diez años después de la publicación de la Memoria de Lasègue sobre el
delirio de persecución, se encuentra todavía en los autores esta última forma, entre las
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A pesar de las críticas de que ha sido objeto, este concepto de monomanías ha tenido su
razón de ser; esta ha sido una de las etapas por las cuales es preciso pasar para llegar al
concepto actual de las psicosis sistematizadas y del delirio crónico de evolución sistemática.
Durante mucho tiempo ha reinado casi sin oposición de la ciencia, y ha contado entre sus
defensores los nombres más autorizados. "Qué diferencia, dice Baillarguer, entre el alienado
que, en medio de las innumerables ideas que la inteligencia puede concebir, no ofrece más
un pequeño número de anomalías, conserva una actividad normal, puede ocuparse de las
cosas ordiniarias de la vida, y el maniático ó el melancólico, cuya inteligencia, enteramente
desconcertada, tiene una actividad desordenada ó una inercia que nada puede vencer!" Sin
embargo de las legítimas críticas, las monomanías han suscitado: una división artificial,
fijándose más en el aspecto exterior del enfermo y su manera de ser, que en la patogenia y
evolución de la enfermedad; la monomanía de una parte, agrupada en unión de especies
diferentes, de la otra, repartiendo en clases distintas formas idénticas, en fin, separando y
constituyendo entidades patológicas de aspectos sintomáticos en los episodios de la misma
afección.
Después se hicieron tentativas para separar los monomaníacos y los melancólicos de los
enfermos que representan un tipo particular. La más aceptada de todas es la constitución de
la forma descripta por Lasègue con el nombre de delirio persecutorio. Antes de abordar el
examen de esta obra capital, recordemos los trabajos de Guislain, que en 1852, separaba el
delirio acusatorio ó monodelirio acusatorio, de la melancolía, é insistía sobre la actitud
característica de este delirio, que consideraba como un estado maniático. "Este maniático,
lejos de acusar, es una víctima. Lanza acusaciones contra sus amigos, sus parientes, contra
seres imaginarios. Se cree rodeado de malhechores. Está expuesto á la malquerencia... Se
trama con él toda clase de maquinaciones, de conspiraciones; "yo veo... que las influencias
malignas se dirigen contra mí: la electricidad, el magnetismo".
Lasègue, en su monografía (Del delirio persecutorio, Arch. gén. de Méd., Febrero 1852), ha
tenido el raro mérito de separar del gran complejo sintomático, designado por Esquirol con
el nombre de lipemanía, un grupo de enfermos presentando un delirio parcial caracterizado
por la existencia de ideas de persecución sistematizadas. No se trata de estas ideas de
persecución más ó menos confusas que se suelen encontrar, de carácter episódico, en el
delirio de los alcoholizados, en los maniáticos, en la demencia senil, la epilepsia; en la
forma por él descrita, el delirio persecutorio, organizado en sistema, constituye toda la
enfermedad. No se puede, desde luego, proclamar el progreso realizado por Lasègue; es
preciso reconocer que tiene puntos por los cuales su obra ha sido juzgada por la crítica. Para
señalar el tipo se fija en el período de iniciación, pero hace observar que si ciertos
perseguidos llegan lenta y progresivamente á formar su carácter sistemático, hay otros en
los cuales la formación del delirio es tan rápida que apenas se percibe el primer grado. Si
Lasègue no se hubiera detenido en el período de eflorescencia, como él dice; si hubiera
seguido la evolución y la terminación de la enfermedad, habría llegado al resultado
inevitable de que los perseguidos en los que falta el período de iniciación son justamente
aquellos que él señala como de pronta curación. Por consiguiente, no hubiera incluído en
una misma especie patológica enfermos que curan con frecuencia con otros que no curan
jamás. Estos perseguidos alucinados que sanan rápidamente son, la mayor parte,
hereditarios degenerados y, también algunas veces, alcoholizados subagudos y raras veces
intermitentes. Tienen la apariencia de un delirante crónico en el segundo período, pero se
diferencian completamente por sus antecedentes, por la forma del principio del delirio y,
sobretodo, por su evolución ulterior. No presentan nunca la marcha del delirio crónico.
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Otra afirmación que debemos hacer, puesto que ha sido causa de frecuentes errores, es que
el delirio persecutorio puede presentarse acompañado ó no de alucinaciones. Después de
ahber hablado de las ilusiones y las interpretaciones delirantes del principio, Lasègue añade:
"Hasta aquí el infeliz perseguido se sostiene en los límites de las sensaciones verdaderas, en
las cuales ha fundado sus inducciones delirantes; un cierto número de enfermos no pasa más
allá. Aquello que ha oído, ha podido, ha debido entenderlo, y, aunque no pasa de este límite,
puede recorrer todos los escalones y llegar al término más avanzado de la enfermedad;
otros, por lo contrario, son perseguidos de alucinaciones sin estar ni más ni menos
gravemente enfermos." Más adelante vemos todavía: "La alucinación del oído no es ni la
consecuencia obligada ni el antecedente necesario del delirio persecutorio, pero sí la que
sólo es compatible con él."
De aquí nace una confusión sensible que no deja de ejercer todavía cierta influencia en los
debates actuales. Ahora es necesario hacer una selección entre los persguidos de Lasègue,
porque unos son alucinados y otros no lo son; unos llegan directamente á la idea
sistematizada de persecución; otros no llegan sino después de una preparación larga; los
primeros, sanan; los segundos, son incurables.
Morel, en 1860 (2), á propósito del delirio y de los actos consecutivos á la hipocondría
nerviosa, describe el delirio hipocondríaco, y en un capítulo especial habla de los
perseguidos que se convierten en ambiciosos.
estos últimos, parece poco probable que el hipocondríaco perseguido, ambicioso, haya
podido presentar caracteres bastante fijos para entrar en el cuadro del delirio crónico.
La lectura de las dos observaciones que Morel da como ejemplos tipos, muestra
sobradamente que se trata de degenerados que presentan en su delirio la movilidad que
caracteriza á la mayor parte de ellos. En la primera, se trata de un hombre de veintiocho
años, con tendencias melancólicas desde la primera edad, de una agitación extrema,
neuróapta, hemicránico, que á causa de un bofetón recibido en una reunión pública, se
volvió más triste, tímido, medroso, y al mismo tiempo, hipocondríaco y perseguido. Tenía
alternativas de estupor profundo y de violenta agitación con paroxismos de furor;
presentaba; presentaba turbación de la sensibilidad general y alucinaciones múltiples de
todos los sentidos; se creía en el infierno; temía ser envenenado; luego se convirtió
rápidamente en ambicioso, oía la voz de Dios que le llamaba para reinar, etc... En fin,
después de la sucesión de delirios tan variados, el paciente acabó por curar, lo que no nos
sorprende de ningún modo dadas esta movolidad y esta multiplicidad de fases delirantes.
Este enfermo no puede, evidentemente, entrar ni en el delirio de persecución de Lasègue, ni
en el delirio crónico.
"Para evitar esta tendencia que le arrastraba al homocidio de una manera irresistible,
Lemaitre huía del domicilio conyugal llevándose el dinero que podía coger; entonces,
desatinado, entraba en las tabernas y cometía excesos increíbles.
Cuando hubo dado fin á todos sus recursos, volvió á sus casa, embrutecido, atontado,
abatido, avergonzado de sí mismo, pero calmado, en apariencia. Se dedicó de nuevo al
trabajo, hizo promesa de enmienda,pidió perdón á su mujer y deploró sus errores. La crisis
había pasado; pero, después de algún tiempo de reposo, se reprodujeron los mismos
fenómenos bajo la influencia de idénticas causas, y las ausencias se prolongaron más.
Después se inició el delirio ambicioso; el enfermo decía que estaba llamado á salvar al
Estado, y que llegaría á ser uno de los más firmes apoyos del Imperio. Más tarde se presenta
ante los Tribunales de justicia con el fin de que se le castigue, por haber prendido fuego a
unos haces de trigo. Este enfermo curó de su primer acceso, y pudo abandonar el asilo; pero
después de la recaída fue llevada á Quatre Mares". Este enfermo, como el precedente, no es
el perseguido descrito por Lasègue y Falret, como tampoco es nuestro delirante crónico.
diferentes, desde el punto de vista no solamente de los caracteres del delirio, sino del
principio y evolución de la enfermedad.
Foville divide la magalomanía en doce observaciones; en las cuatro primeras trata de los
degenerados herditerios. El primer enfermo es un joven de veintidós años, hijo natural de
una madre que murió alienada y que ya anteriormente había presentado anomalías de
instintos y de sentimientos: el delirio ambiciosos se produjo sin la intervención de
alucinaciones. El enfermo siguiente es un degenerado con delirio ambicioso consecutivo á
las alucinaciones.
Esto es suficiente para darnos una idea de las agrupaciones hechas que, á pesar del carácter
sintomático común que han puesto en la megalomanía, no dejan de constituir un mosaico
clínico donde en vano se buscará una marcha y un pronóstico aplicable á todos los casos.
En los autores alemanes, hallamos opiniones análogas á éstas que acabamos de exponer;
pero reina una gran confusión en la nomenclatura psiquiátrica. Los términos deWahnsinn y
de Verräcktheit, tienen para varios autores una significación diferente; casi se puede decir
que corresponden á la monomanía y á los delirios parciales de los antiguos alienistas
franceses. Mendel (1881), Werner (1889), y recientemente Snell se han propuesto renunciar
definitivamente á las apelaciones anteriores, que han hecho inextricables las diversas
clasificaciones, y emplear el término de paranoia para designar la locura sistemática. Pero
las antiguas denominaciones de Wahnsinn y de Verrücktheit no por eso han desaparecido de
la terminología y son empleadas todavía juntamente con la paranoia. Con este último
nombre agrupan ciertos autores, como veremos, no solamente los delirios sistematizados
(Paranoia crónica), sino las formas de alucinaciones agudas, que son bien diferentes
(Paranoia aguda).
Greisinger incluía las locuras sistematizadas entre los estados de debilidad intelectual.
Baillarger ha protestado de este hecho; Greisinger, por otra parte, declaraba: " que se
realizaba en estas psicosis un trabajo intelectual bastante activo todavía, y que el delirio
recibía la influencia de la reflexión, del razonamiento, y se sistematizaba." El mismo autor
distingue una forma de locura sistematizada con un delirio activo, exaltado (el sujeto es
Dios, rey, dueño de la naturaleza); otro, con delirio pasivo, abatido (el enfermo es
perseguido, atormentado por la electricidad, etc.). Greisinger insiste en que las
alucinaciones y las ilusiones no son, en ninguna de las formas de la locura, tan frecuentes
como en la sistematizada, y en muchos casos, son las que mantienen y conservan
principalmente el delirio.
Examinemos ahora las opiniones de los autores contemporáneos, tales como Scüle, Krafft-
Ebing y Kraepelin. Recordemos brevemente las grandes líneas de la clasificación del doctor
Schüle (4). Distingue las psicosis que sobrevienen en el individuo en manifestación del
órgano psíquico completo y las psicosis del individuo en manifestación del órgano psíquico
defectuoso (degenerados con sus señales psíquicas particulares: intermisiones morales é
intelectuales, ideas dominantes, perversiones sexuales). En la primera división el autor
establece dos grandes grupos, basados en la fuerza de resistencia cerebral, y describe así las
psicosis del cerebro válido y las del cerebro invalidado. La debilidad de la resistencia
cerebral puede ser congénita (simple predisposición) ó adquirida; las psicosis del cerebro
inválido pueden, por ejemplo, suceder á psicosis del cerebro válido. Ciertos delirios
sistematizados (delirios de persecución, delirios ambiciosos) entran en las psicosis de los
degenerados; éste es el delirio sistematizado de los hereditarios (originäre Verrücktheit) los
otros forman parte de las psicosis del cerebro inválido. Citemos entre estos últimos el
delirio crónico (chronischer Wahnsinn), que comprende dos formas: el delirio persecutorio
y el delirio sistematizado ambicioso crónico. El originäre Verrücktheit tiene semajanza con
el Wahnsinn chronique por los síntomas, pero difiere por los signos de los degenerados; en
esta forma, el delirio persecutorio y el delirio ambicioso pueden precederse el uno al otro,
presentarse simultáneamente, marchar paralelamente, reemplazarse ó mezclarse.
V. Krafft-Ebing (5) designa con el nombre de Wahnsinn formas diferentes de nuestro delirio
crónico y del Wahnsinn de Schüle. La hallucinatorischer Wahnsinn es esencialmente
caracerizada "por la excitación de los centros sensoriales en un cerebro agotado!; la
multiplicidad de las alucinaciones trae una perturbación profunda de la conciencia con
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Estas formas alucinatorias agudas, que corresponden la mayor parte á los delirios rápidos de
los degenerados, no tienen nada que ver con el delirio crónico. Dejando á un lado la
distinción establecida por Schüle, el autor describe en el grupo de las degeneraciones
psíquicas la Paranoia ó primäre Verrücktheit, que divide en originäre Paranoia y en
Paranoia tardía. La primera forma principia en la infancia ó en la pubertad, y es
relativamente poco frecuente (diez y seis casos en 550 paranoicos.
El autor describe estos perseguidos como teniendo desde la infancia un carácter sombrío,
excentríco, de ideas hipocondríacas. Admite que, aunque muy raramente, puede no haber
alucinaciones; declara no haber visto un caso de curación en quinientas observaciones;
únicamente intervalos de lucidez con duración efímera. Lo que precede nos demuestra que
la chronischer Wahnsinn, de Schüle, y la paranoia persecutoria, de Krafft-Ebing,
comprenden más que el delirio crónico, y encerrando como el de persecución de Lasègue,
los perseguidos hipocondríacos de Morel y la megalomanía de Foville, formas clínicas
desatinadas.
Hace constar las dificultades que se han opuesto hasta aquí á todas las tentativas hechas
para establecer en el grupo de las locuras sistematizadas divisiones realmente clínicas. Las
causas de la afección, la génesis de las concepciones delirantes, la fase de delirio, no pueden
servir de norma á una clasificación científica de formas diversas á la Verrücktheit.
Las consideraciones que acabamos de hacer con respecto á las diferentes opiniones sobre
los delirios sistematizados en Francia y Alemania, no permiten ser breves en el estudio de
las doctrinas aceptadas en Inglaterra y en Italia. En 1882, Buccola (7) hizo conocer en este
último país las ideas de los alemanes sobre las locuras sistemáticas primitivas. Morselli y
Buccola (1883) (8) insisten sobre las diferencias que deben hacer separar estas formas de
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otras especies clínicas; volvemos á encontrar aquí los argumentos que hace tiempo habían
hecho creer en Francia, para estos estados psicopáticos, el término del delirio parcial. Pero
los autores precedentes engloban en la pazzia sistematizzata primitiva enfermos bien
diversos; se ve al lado de las monomanías intelectuales de Esquirol y de los delirios de
persecución, ideas fijas, locuras hipocondríacas, delirios histéricos de forma erótica, estados
razonantes (mattoïdes) , etcétera.
Esto es para ellos una psicosis degenerativa; señalan la marcha crónica, la poca repercusión
sobre las facultades intelectuales propiamente dichas, la transformación muy tardía en una
verdadera demencia (distinción con la manía y la melancolía), insisten sobre la rareza de las
curaciones y sobre el nivel intelectual de los sujetos que forman la parte más inteligente y la
más laboriosa en los asilos.
Amadei y Tonnini (9) admiten, en contra de los autores precedentes, que existen delirios
sistematizadosprimitivos que sobrevienen fuera de la degeneración mental, comparan esta
paranoia psicho-neurotica con la paranoia degenerativa. Distinguen bien las formas
agudas de las crónicas, las originales de las tardías, las formas alucinatorias de las no
alucinatorias; señalan la transformación del delirio persecutorio en delirio de grandezas,
pero no tienen en cuenta la evolución particular de las concepciones delirantes para separar
una especie de otra.
Con el nombre de locura intelectual Hammond (11) engloba las formas más diversas
teniendo por carácter esencial la desilusión. "Las desilusiones pueden apoyarse en las
ilusiones ó en las alucinaciones; otras veces resultan de un razonamiento falso, fundadas en
premisas imaginarias, pero no teniendo referencia alguna con las impresiones sensoriales".
En suma, encontramos aquí la monomanía intelectual de Esquirol.
Acabamos de ver las deficiencias en los trabajos de nuestros antecesores y las opiniones de
los contemporáneos. Los perseguidos de Lasègue, los megalómanos de Foville, los
paranoicos de los alemanes, ¿presentan los caracteres de una especie patológica con marcha
y pronóstico constante? No vacilamos al repsonder con la negativa. La concepción del
delirio crónico con evolución sistemática nos parece á propósito para arrojar alguna luz en
el grupo de los delirios sistematizados; nos permite llevar más lejos el análisis y separar
entre las formas actualmente confundidas una especie distinta. El carácter del delirio se
muestra insuficiente para servir á la determinación de grupor clínicos homogéneos; es
necesario inquirir los antecedentes del enfermo, estudiar la historia completa de la afección,
su principio y su evolución para separar, bajo la aparente uniformidad de los síntomas, los
tipos morbosos substancialmente diferentes, que merecen una descripción y una
denominación especiales.
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Notas y referencias
(1) Paul Garnier propuso el nombre de "psicosis sistemática progresiva"; Camuset, el de "delirio
crónico regular"; Marandon de Montyel, el de "psicosis sistemática".
(2) Morel: "Tratado de la enfermedades mentales", 1860, p. 703.
(3) Foville: "Estudio clínico de la locura con predominio del delirio de grandezas".
(4) Schüle: "Tratado clínico de las enfermedades mentales", 3ª edición. Tratado francés de
Duhamel y J. Dagonet, París, 1888.
(5) R.V. Krafft-Ebing: "Lehrbuch der Psychiatrie", 3ª edición. Stuttgart, 1888.
(6) Kraepelin: "Psychiatrie", dritte Auflage. Leipzig, 1889.
(7) Buccola: "I delirii sistematizzati primitive" (Riv. Sperim. Di freniatria, 1882).
(8) Morselli y Buccola: "Contributo clinico alla dotrina della pazzia sistematizzata primitiva".
Torino, 1883.
(9) Amadei et Tonnini: "La paranoia e le sue forme" (Archivio italiano per la malattie nervose,
Milán, 1883-84).
(10) John Charles Bucknill y Daniel Hack Tuke: "A manual of psychological medicine", 1874, p. 51
y 202.
(11) Hammond: "Tratado de enfermedades del sistema nervioso", Traducción francesa, 1819.
Magnan V, Sérieux P. Delirio crónico. I. Los delirios sistematizados y el delirio de evolución sistemática.
Psiquiatría.COM [revista electrónica] 1999 Marzo [citado 1 Abr 1999];3(1):[20 pantallas]. Disponible en: URL:
http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol3num1/art_8.htm
NOTA: la fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo.
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