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A. Tariq West

España en el Escenario

Primavera 2009

Reseña N° 3

Enfoque en la ambientación etc…

Reseña de Teatro: Mercado Libre

Mercado Libre es un drama serio, duro y difícil de aguantar. Abarca los temas mas

inquietantes y profundas de la mentalidad y el sistema de capitalismo a través de escenas que

empiezan por ser excitantes y terminan por ser profundamente repugnantes. Escrita por Luis

Araújo y dirigida por Jesús Cracio, es una obra que cuestiona los preceptos del mercado libre,

deconstruyendo la idea de consentimiento libre entre agentes económicos y criticando los

valores de un sistema que intenta determinar un precio para todo – incluso el sufrimiento de

los seres humanos.

Esta obra polémica se estrenó el 26 de Marzo en el Teatro Español y se representa

hasta el 3 de Mayo. La representación que yo asistí el 23 de Abril me dejo llenó de una rabia

justificada y un asco que me hizo encoger y temblar – es decir que fue una representación

supremamente impactante que me hizo sentir exactamente lo que uno debe sentir frente a los

hechos mas retorcidos de la experiencia humana.

En esta obra la ambientación tiene un papel tan importante como la actuación en si. El

director y los diseñadores del espacio escénico y la iluminación (Ana Garay y Roberto Cerdá)

han colaborado para crear una ambientación que sirve para representar físicamente los temas

de la obra. El escenario consiste en cuatro sub-escenarios que están utilizados como conjunto

y también como sitios separados dependiendo en la escena.

Como conjunto el escenografía esta compuesta de elementos que aluden a un


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apartamento “loft” con plano de planta abierta, decorado de estilo posmoderno, y otros que

sugieren una tienda o centro comercial de lujo. Blanco, negro y gris predominan y los

muebles y accesorios están hechos casi todos de vidrio, metal o madera pintada de color

negro. La yuxtaposición de elementos de la casa con elementos comerciales alude quizás a la

rendición de la vida cotidiana y del hogar a los valores del mercado. El elemento comercial

sugiere además el tema central de la insatisfacción continua que – según el dramaturgo – guía

los transacciones de agentes en el mercado y ordena y domina la vida contemporánea.

El escenario de primer plano, donde ocurre la acción central de la obra, es un

dormitorio constando de una cama redonda con bastidor de metal o madera negra con

cabeceras bajas en lados paralelos y un mini-bar a lo largo de un hemisferio. La cama tiene

un mecanismo mecánico invisible por debajo que la deja girar como una plataforma de

presentación de productos en el programa de televisión “El precio justo”.

Este pedazo de escenario tiene importancia central en el léxico simbólico de la obra –

si el Mercado Libre fuera un lugar del mundo real y tuviera una plaza central, seria esta cama.

En esta cama reúnen los dos personajes de la obra – la prostituta (Yoima Valdés) y el

abogado (Daniel Freire) – para un intercambio libre de dinero por sexo. Vemos al fin, que en

lo alto de esta pedestal al centro del mercado libre, se vende mas que sexo – se convierten en

comodidades la dignidad, la voluntad y hasta la vida humana.

Las cabeceras de la cama sirven en una escena sórdida como los barrotes de una jaula,

contra las cuales la prostituta esta arrojada y violada brutalmente por el abogado quien a

“comprado el derecho” de violarla. Cuando la prostituta accede estar enjaulado en esta cama,

damos cuenta de que los barreras en su vida – es emigrante indocumentado, tiene hijos y

tiene que ganar para apoyarlos – les exigen aceptar esta jaula. En la escena de clímax la

prostituta esta atada a los cabeceras y dejado como un regalo a unos clientes del abogado. Es

decir que en el centro de este mercado supuestamente libre hay “consentimiento”, pero por la
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coacción.

Este escenario central esta rodeado por tres sub-escenarios que sirven como sitios

auxiliarlos al dormitorio. Del punto de vista de los espectadores el sub-escenario que queda a

la extrema izquierda consiste en un espejo, una otomana, un maniquí de sastre con esmoquin

y una lámpara cuadrada que extiende del techo. Este sub-escenario parece al vestidor de una

tienda de alta costura. Cuando la prostituta arregla su maquillaje en este espejo, llevando su

ropa nueva y elegante, después de estar acostado por el abogado, el contraste entre el lugar –

un vestidor lujoso – y lo sucedido alude a las limitaciones de lo que uno puede comprar. En

este vestidor de lujo, con su espejo adornado no hay seguridad ni dignidad, solo una mujer

abusada, con su maquillaje y la promesa de más sufrimiento en el futuro.

En el fondo central del espacio escénico hay una plataforma elevada con un techo

metálico y curvado apoyado por columnas. La plataforma esta escasamente decorado con

maniquís vestidos de lencería como una escaparate. A la extrema derecha del escenario hay

una mesa y sillas que sugieren un café pijo. En la plataforma de las columnas, se venden

cosas, objetos – en una escena la prostituta se vende a si mismo bajo un luz rojo; en otra, la

misma saca un traje de lencería de un maniquí y la pone ella. La prostituta y el maniquí son

“sustitutos perfectos” – como me decían en mis clases de económica – uno por otro.

El carácter intimo del espacio teatral de estilo caja negra se reforzó el impacto de la

obra – los espectadores podían ver en detalle el pene violador del abogado (quedaba tan cerca

que uno casi podría cortarlo) y la cara torcida con miseria de la prostituta. Sentado en la

quinta fila, podía oír los movimientos nerviosos de mis vecinos y hasta sentir la inquietud en

sus entrañas tanto como en las mías. Esta obra realmente trata de un enfrentamiento bélico

entre los valores del mercado y los valores humanos, entre la posesión y el amor - es un

trabajo cáustico, enorme e importante.

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