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Las dificultades de la verdad científica se comprenden si tenemos en cuenta que,


en muchas ramas de la ciencia experimental, se utilizan modelos abstractos y
conceptos matemáticos que no son una simple traducción o fotografía de la
realidad. Además, el método experimental exige que se adopten estipulaciones que
no vienen determinadas por la naturaleza misma de las cosas. A todo ello se debe
añadir que, desde el punto de vista de la lógica, no siempre es fácil conseguir
demostraciones concluyentes.

Sin embargo, en muchos casos se consiguen conocimientos verdaderos. Se trata,


sin duda, de una verdad contextual y parcial, porque depende del lenguaje utilizado
(los conceptos propios de cada teoría) y siempre está abierta a ulteriores
precisiones. Pero esta verdad puede ser, a la vez, auténtica. En las ciencias
encontramos una situación semejante a la que se da en otras áreas. Por ejemplo,
el resultado de un encuentro deportivo es un hecho indudable, aunque muchos
aspectos relacionados con el encuentro sean menos ciertos, opinables o muy
difíciles de conocer; algo semejante sucede en las ciencias: los nuevos
conocimientos solucionan unos problemas pero abren otros nuevos, y no
conocemos todo con el mismo grado de certeza.

A veces, se supone que el conocimiento sólo sería verdadero si pudiésemos


demostrar su verdad mediante la pura lógica y de modo absolutamente cierto. Pero
podemos alcanzar muchos conocimientos auténticos mediante pruebas que, si bien
no son demostraciones puramente lógicas, son, sin embargo, suficientemente
convincentes. Que el conocimiento sea limitado, parcial y perfectible no significa
que siempre sea hipotético o conjetural.

Cuando se insiste en el carácter conjetural del conocimiento, lo que con frecuencia


se pretende es subrayar que se debe adoptar una actitud abierta a posteriores
precisiones o rectificaciones, evitando un dogmatismo cerril que puede impedir el
ulterior progreso. Pero esta actitud racional, siempre dispuesta a matizar qué es lo
que verdaderamente sabemos y la forma de expresarlo, nada tiene que ver con
una actitud crítica a ultranza que niega la posibilidad de alcanzar conocimientos
verdaderos o de saber que los poseemos.


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El error médico se le puede aplicar tres fuentes principales, una el simple azar que
crea situaciones inesperadas, la otra es la ignorancia en nuestro ámbito y la tercera
la irresponsabilidad.
El conocimiento científico trata de domesticar el azar mediante los resultados de la
observación y de la investigación y el registro de las mismas para hacerlos
accesibles a la comunidad médica.
Es cierto que el conocimiento reduce lo inesperado. Cada vez que lo conocido
enfrenta lo desconocido nacen la duda, las ideas, la investigación y la ciencia o se
cae en la certidumbre, la fe y las creencias y e n exceso en el fundamentalismo.
La naturaleza de la actividad médica asistencial es trabajar mirando hacia
adelante, con el conocimiento de lo que quedó atrás, tratando de modificar
favorablemente el curso de enfermedades y riesgos. Cuando digo favorablemente,
me refiero a vivir más y mejor, no a destruir células neoplásicas, eliminar gérmenes
ni corregir anormalidades asintomáticas que no aumentan el riesgo de sobrevida ni
afectan la calidad. Esto supone a su vez 2 cosas: una que se conoce el curso
histórico de los mismos y segundo que esto permite prever el curso más probable
en el futuro.
El conocimiento médico no es deductivo ni inductivo ya que lo particular múltiple es
muy limitado a las observaciones e investigaciones realizadas que no podrán ser
infinitas. El conocimiento médico es pues predominantemente abductivo o
retroductivo, es un conocimiento histórico, que se aplica al futuro. El conocimiento
inductivo excede en general las posibilidades de la experiencia personal y se basa
en estudios multitudinarios y multicéntricos.
El determinismo, la relación unívoca de causas y efectos es sorprendido
permanentemente por el azar que frustra nuestra racionalidad y nuestras ansias de
certidumbre.
La ignorancia empeora siempre los efectos adversos del error y se envanece con
los efectos favorables del azar, que crea la ilusión que éstos son producto de su
capacidad. A los médicos, como en todas las profesiones la intolerancia a la
incertidumbre y el narcisismo nos hace vivir los aciertos como producto de nuestra
capacidad olvidando el azar y responsabilizando de los errores a algún otro o al
azar olvidando o negando nuestra incapacidad.
Así concluimos que el conocimiento medico se encuentra en constante cambio y
evolución, utilizando mayormente el método abductivo o retroductivo, el cual es
utilizado en el quehacer diario de un medico, también que el error médico va
disminuyendo conforme va aumentando el conocimiento, pero es difícil que se
llegue a terminar ya que muchas veces falla la ignorancia o el desinterés o amor a
nuestra carrera.
 
    
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Una célula procariota ancestral pierde su pared y esto le permite mediante


deformaciones de la membrana plasmática introducir por fagocitosis a otras
células procariotas más pequeñas, especializadas en rutas metabólicas más
eficientes y que permitirá a estas asociaciones simbióticas más ventajas de
supervivencia
.
De la asociación de estas células con pequeñas procariotas, especiali zadas en
oxidar la materia orgánica hasta inorgánica utilizando el oxígeno como aceptor
de electrones, (respiración celular), surgen las eucariotas animales. Si además
de esta asociación, fagocitan procariotas capaces de sintetizar materia orgánica
a partir de CO2, sales minerales y agua, utilizando la energía solar que absorbe
la clorofila, tendríamos a las eucariotas vegetales.
Los flagelos también se formarían de la asociación con otras bacterias.

La pérdida de la pared permite también que la membrana se invagine hacia el


interior, envolviendo regiones del citoplasma que contengan moléculas
especializadas en reacciones químicas (enzimas) o que lleven la información
genética (ADN), originándose todos los sistemas de endomembranas,
orgánulos membranosos sencillos y el núcleo que junto al citosol forman el
citoplasma de las células eucariotas.

Las pruebas más importantes de esta teoría se basan en la existencia en


mitocondrias y cloroplastos de moléc ulas de ADN circular muy parecido al de
las células procariotas y a la presencia de ribosomas 70s en su interior idénticos
a los de ellas. Esto les permite a estos orgánulos un grado de autonomía que no
tiene ningún otro, pueden sintetizar sus propias prot eínas y dividirse en caso de
necesidad.

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