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A. Desindustrialización.
En el sendero del desarrollo económico, algunos autores han defendido (Solow,
refiriéndose al crecimiento económico) que se podría concretar el desempeño de la
economía en varias etapas. Lo que parece indudable es que, según el desarrollo se
consolida, el peso de la agricultura en el empleo nacional cae y tiende a repetirse en
todos los casos un rápido incremento en la proporción del empleo industrial de la
economía. A este proceso se le llama industrialización.
Sin embargo, llega un momento en que la proporción en la economía de empleo
industrial se estabiliza, para luego comenzar a caer. El empleo en el sector secundario se
va viendo sustituido por un incremento en el empleo en el sector servicios (terciario)
dentro de la economía. Este proceso es bautizado como desindustrialización.
Hay que tener en cuenta que estamos hablando en términos relativos; por lo que, si el
empleo total crece lo suficientemente rápido, la proporción del empleo industrial puede
decrecer rápidamente, incluso cuando el número absoluto de trabajadores en el sector se
esté viendo incrementado. Esta parece haber sido la situación de España en los últimos
años (Rowthorn,2004).
Otro elemento importante es el diferenciar el empleo de la producción; en muchas
economías avanzadas, la productividad industrial se ve incrementada dramáticamente,,
hasta el punto en que la producción no deja de crecer, aun cuando el empleo en el sector
sea menor. En conclusión, la desindustrialización en el empleo no determina por sí
misma caídas en la producción.
La mayoría de los estudiosos reconocen la inevitabilidad y los beneficios en potencia
del cambio estructural; pero también reconocen que alguna de las consecuencias de este
cambio para el sector de la manufactura pueden ser tanto indeseables como evitables.
Hay varias razones que pueden explicar la caída de la participación del empleo
industrial en las economías avanzadas:
• Conclusiones:
A. Sin tratar de ser catastrofistas, parece tener poco sentido el abandonar uno de los
principales instrumentos de regulación de la Balanza Corriente (la Balanza
Comercial) y por tanto de la Balanza de Pagos, centrando toda la capacidad de la
economía de prevenir déficits exteriores no manejables en partidas tan a priori
volátiles como las correspondientes a las exportaciones de servicios o las
transferencias.