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Vitorino.

Dos viejas con el pelo blanco y largo. Las dos son idénticas. Sus ropas son
negras. Una frente a la otra permanecen sentadas en una sala de estar. Desde una gran
ventana, que está sucia, entra una luz rojiza. Apoyada en la pared, una bicicleta de
paseo. Doris mira al exterior.

Doris:

Hoy lloverá veneno.

Lira:

Eso ya paso hace mucho tiempo.

Doris:

Olvidaste lo de mi Padre.

Hoy lloverá veneno.

Lira:

Callate y quítate esas ideas de la cabeza, me estas volviendo loca.

Doris:

Te lo pido otra vez, quedate esta noche.

Doris camina en su dirección y la intenta abrazar. Lira a empujones se zafa.

Lira:

No quiero.

Doris:

Entonces, yo me quedo en casa.


Lira:

¡Cierra la boca! (Silencio) Sé nota que eres mi hija. Nunca aprenderás. (Doris intenta
articular palabra) Cállate, y deja de ser una niña (Pausa) ¡Eres una vieja!

Lira se levanta, se prepara un té. Doris vuelve a la ventana.

Doris:

Ha comenzado a llover.

¿Mamá, tu recuerdas cuando todo esto no existía?

Lira:

¡Te dije que no quie...! (Pausa. Con tranquilidad) Dejalo, dejalo y ven. Ven. Eso, ven,
ven un poquito más. Ven aquí un poquito más cerca. Abrázame. Eso...

Lira y Doris se abrazan. Lira sienta a Doris en sus piernas. Ambas sonríen. Lira
comienza a cantar “El Baila de los Pajaritos”. Doris se coloca de pie, la observa, y
con timidez en un principio baila la coreografía de los pajaritos. Se desenfrena. Al
terminar cae jadeando al sillón que esta frente al de Lira. Lira enciende un cigarrillo.

Lira:

Nunca tendrás la sabiduría de una bruja. Tienes más de setenta años y aún, cuando te
canto esta estúpida canción, realizas la misma coreografía que hacías cuando tenías seis.

Canta la primera estrofa burlándose de Doris. Solamente Lira se ríe. Silencio, se


observan por un momento. Pausa, se colocan de pie las dos al mismo tiempo. Caminan
una frente a la otra hasta chocar sus marices. Se detienen. Pausa, Lira vuelve a
encender otro cigarrillo. Doris se aleja, coge la bicicleta. Comienza a dar vueltas por
el salón.

Lira:

Sin duda tener una hija ha sido mi gran pena… pena… pena… pe…na. Como olvidar
el momento en que la parí, lloraba de pena… pena… pena… pe…na… penita… pe,
todo lo que conocía se acababa y la muy puta no quería salir. Lo único que no me
arrepiento es el momento en que la concebí. Él, ese hombre, esa noche, estaba adentro...
y afuera… adentro… y afuera… más afuera… y volvía entrar... y todo esto se volvía a
repetir. ¡Hay Dios que semental! Y ahora, me muero de calor, y él y yo, y yo tan joven
en esa época, que pena... penita... pena... siento al recordarlo. Sí es como si se me
apareciese aquí, con su cuerpo, su bigote y con esa vitalidad. ¡Uf! Que calor hace aquí.
¡Luego te veré en la cama, campeón, mi hombre de apellido Vitorino!. Así, con estos
ojos que tengo. Te veré tan real que escuchare tú respiración. Te veré (Lira continua
mirando en todo momento al publico. Doris realiza la acción que narra Lira) de la
misma forma en que ahora veo a la infeliz de mi hija, deteniendo su bicicleta, fijar su
mirada hacia la pared, subirse a los pedales y dar de frente y con fuerza contra esa
pared... ¡Que dolor! (Doris se coloca a llorar) El día en que nació la infeliz intentó por
todos los medios de no aparecer en este mundo. Yo empujaba y ella entraba. Empujaba
y ella entraba. Empujaba y entraba. (Doris llora más fuerte) -Discúlpenla. Es tonta.
Salió a su padre, al de apellido Vitorino- Imaginen lo que me hizo sufrir. La Odio. La
matrona me decía que empujase -¡Empuja!- gritaba, pero esa bestia volvía entrar…. Y
gritaba… y empujaba… y gritaba… y empujaba, hasta que al fin la escuche llorar... su
voz, la primera vez que la vi, y lloraba, y lloraba con pena… con tanta pena… ¡Hay
pena…!

canta

¡Ay, pena, penita, pena -pena-,


ay, pena de mi corazón,
ay, que me corre por las venas -pena-
con la fuerza de un ciclón!
Es lo mismo que un nublado
de tiniebla y pedernal.
Es un potro desbocado
que no sabe dónde va.
Es un desierto de arena -pena-,
es mi gloria en un penal.
¡Ay, penal! ¡Ay, penal!
¡Ay, pena, penita, pena!

Al terminar de cantar cambia de actitud. Silencio. Se sienta, se cruza de piernas y


enciende un nuevo cigarrillo. Tararea la canción de los Pajaritos, se detiene y dice...
Y antes, que buena para los hombres que era.
Vuelve a tararear Los pajaritos.

Doris:
Secándose las lagrimas.
Yo era la mejor. La más puta, la más zorra, era la mejor follando. Los hombres se me
quedaban pidiendo más. Cada noche me follaba a uno distinto. ¡Eres lo máximooooo!
-me decían- (La enfrenta) no como tú vieja fea. Todos los días haciendo el mismo
espectáculo. Y el mismo efecto cada noche en los demás: “Somnolencia”. Tú no eres yo.
No me controlas.
Lira:
Solo se detiene para contestarle y continua tarareando

Si lo hago.

Doris:

¡No puedes conmigo, yo soy hija de ese que se apellida Vitorino!

Lira:

Aún lo hago.

Doris:

¡Callate! No pareces mi mamá... pareces, pareces UNA LADILLA.

Lira:

Tú padre me las pego.

Doris:

No te metas con mi padre. Él era fuerte, inteligente. Mi padre fue el mejor padre que cualquier
hija pueda tener, aunque solo lo vi tres veces... él era militar y era de los buenos y... y... debió de
ser demasiado inteligente para engañarte con... (Silencio de ambas, se miran. Pausa. Esta vez
Doris comienza a reír, luego a carcajada) ¡Mamá, por Dios! Como te puedes tragar que
“alguien” te escribió una canción y como no sabía tú nombre, se lo invento (Risas) Y además
una tan cutre. Ese pavo solo quería follarte... pero como tan tonta.
Canta

Dale a tu cuerpo alegría macarena


que tu cuerpo es pa' darle alegría y cosa buena,
dale a tu cuerpo alegría macarena.
eh, macarena. aay
Macarena tiene un novio que se llama,
que se llama de apellido vitorino.
y en la jura de bandera del muchacho

él le regalo un bonito anillo.

Doris se continua riendo por un instante demasiado largo. Cuando al fin esta todo en silencio
Lira habla.

Lira:

No me importa lo que hagas o digas esta noche: Tú vendrás conmigo.

Oscuridad.

Se cierra una puerta.

Vera...

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