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ALVARO MUTIS

PAOLA NASPIRAN PUERRES

11-4

INSTITUCIÓN EDUCATIVA MUNICIPAL MARÍA GORETTI

SAN JUAN DE PASTO

2010
Alvaro Mutis

(Álvaro Mutis Jaramillo; Bogotá, Colombia, 1923) Escritor y poeta colombiano.


Autor destacado por la riqueza verbal de su producción y una característica
combinación de lírica y narratividad, participó en sus inicios del movimiento de
poetas agrupados en torno a la revista Mito. Influido por Pablo Neruda, Octavio
Paz, Saint-John Perse y Walt Withman, empleó la poesía como vía de
conocimiento para el acceso a universos desconocidos, a nuevos mundos donde
fuese posible el amor y la buena muerte. Su álter ego es Maqroll, un aventurero
sombrío y a la vez inocente, que canta a la frágil condición humana. Su obra ha
sido reconocida con galardones tan prestigiosos como el Príncipe de Asturias
(1997) y el Premio Cervantes (2001).

Hijo del abogado internacionalista Santiago Mutis Dávila y de Carolina Jaramillo,


en 1925 su padre ingresó al servicio diplomático y la familia hubo de trasladarse a
Bruselas, donde el jefe de familia había sido nombrado ministro consejero. En
Bélgica nació, en 1928, su hermano Leopoldo, y en 1931 murió repentinamente su
padre. La afligida madre retornó a Colombia y se instaló en la finca Coello
(ubicada en la confluencia de los ríos Coello y Cocora, en el departamento del
Tolima). La finca había pertenecido al abuelo materno, el pionero Jerónimo
Jaramillo Uribe, uno de los fundadores de Armenia, y doña Carolina acababa de
heredarla. Mutis permaneció en Bruselas estudiando en el colegio Saint Michel de
los padres jesuitas, en el que se empapó de conocimientos históricos, muy
especialmente sobre Bizancio.

La finca Coello, y en general Colombia, representaron en esos años para Mutis un


sitio de vacaciones. Sin embargo, la experiencia del contacto físico con el trópico,
con el clima de la tierra caliente, el aroma del café, el plátano y los árboles frutales
marcarían su posterior producción literaria. Pese a que para Mutis el mundo era
Europa, los reiterados viajes en barco a Colombia (en pequeños buques de carga
y pasajeros, que llegaban a Buenaventura tres semanas después de zarpar, al
cabo de las cuales había que desplazarse en automóvil, tren y caballo hasta el
hogar materno) fueron otra experiencia fundamental en la formación del escritor.
No es raro, entonces, encontrar que el personaje principal de las novelas de
Álvaro Mutis, Maqroll el Gaviero, se debata entre ciertas contradicciones, viva
entre Europa y América, en mundos totalmente contrastantes, considere el Viejo
Continente como la cuna de la civilización y al Nuevo Mundo como la fuerza, y
que, insatisfecho con uno y otro, intente crear en sus aventuras un universo
acorde con sus ideales.
Álvaro Mutis no acabó el bachillerato. Por problemas financieros de su madre,
hubo de abandonar el colegio en Bruselas y se matriculó en el Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario en Bogotá. Pero no le interesaba estudiar el pensum
regular; le gustaba leer libros de historia, de viajeros y de literatura, y no le
preocupó aprender matemáticas y otras minucias. En 1941, con sólo dieciocho
años, prefirió casarse con Mireya Durán, con quien tendría tres hijos.

Como muchos de los grandes escritores contemporáneos, cumplió un exigente


periplo de lecturas formativas que se inició con Julio Verne y Emilio Salgari, pasó
por Honoré de Balzac y Flaubert y por los maestros rusos (Dostoievski, Tolstoi,
Chéjov) para terminar, en esa primera etapa, con Kafka, Werfel y Rilke. De los
latinoamericanos también leyó mucho, pero quien más lo conmovió fue Pablo
Neruda con su Residencia en la tierra. En el Colegio del Rosario tuvo como
profesor de literatura a Eduardo Carranza, quien le enseñó la importancia de
poetas como Juan Ramón Jiménez y los españoles de la generación del 27.

Una vez casado, y para ganarse la vida, se vinculó a la radio. Inicialmente, en


1942, trabajó en la emisora Nuevo Mundo, que con los años se convirtió en la
matriz de la Cadena Radial Colombiana, Caracol. Allí reemplazó a Jorge Zalamea
en la dirección del programa "Actualidad literaria". Se relacionó con el mundo
intelectual y bohemio de Bogotá y conoció al crítico Casimiro Eiger, a quien Mutis
agradecería el facilitarle la entrada en el mundo de las letras. Este misterioso
personaje escapado de las obras de Proust ejerció cierto papel tutelar en la joven
intelectualidad de entonces, similar al que cumplió Ramón Vinyes en el Grupo de
Barranquilla.

Se hizo también amigo de los críticos y escritores Hernando Téllez y Eduardo


Zalamea; frecuentaba los tradicionales cafés El Molino, El Asturias y El
Automático, donde se acercó a dos generaciones distintas de poetas: los Nuevos
y los de Piedra y Cielo. Conoció además a los hermanos Otto y León de Greiff, el
primero de ellos muy importante en su formación como melómano. En 1942 fue
contratado por la Radiodifusora Nacional como locutor de noticias, actividad en la
que permaneció hasta 1946, cuando la Compañía Colombiana de Seguros lo
nombró jefe de redacción de su revista institucional Vida; allí aparecieron sus
primeros escritos: pequeños retratos literarios de Joseph Conrad, Alexander
Pushkin, Antoine de Saint-Exupéry o Joachim Murat. Y también su primer poema,
titulado "La creciente".

Durante esa época tuvo un acercamiento importante a los surrealistas: Saint-John


Perse, traducido por Jorge Zalamea, André Breton y su Poisson salubre. Este
último fue determinante en sus primeros poemas, pues quiso ser surrealista, al
punto que sus versos iniciales los iba a titular "La cebra perfumada". También
recibió la influencia del poeta venezolano Juan Sánchez Peláez, agregado cultural
de la Embajada de Venezuela en Bogotá, quien lo llevó a un mundo mágico, a un
vocabulario deslumbrante. En 1947 conoció al poeta guatemalteco Luis Cardoza y
Aragón, que era el embajador de Guatemala en Colombia, y a los pintores
Fernando Botero y Alejandro Obregón.

El año siguiente se hizo amigo de Ernesto Volkening, quien, al igual que Casimiro
Eiger, cumplió un papel importantísimo en el periplo literario de Mutis. Eiger
conoció fragmentos de la obra de Mutis y lo animó a publicar algunos textos en el
suplemento del periódico La Razón, que dirigía Alberto Zalamea. Por ese
entonces existía el grupo de los Cuadernícolas, el cual, aunque no era
homogéneo, gustaba de publicar sus versos en cuadernos. Mutis siguió la moda y,
junto con Carlos Patiño Roselli y alentado por Volkening, publicó el cuaderno de
poesía La balanza, con ilustraciones de Hernando Tejada, que se agotó por
incineración el 9 de abril de 1948. El cuadernito recibió algunas críticas y Mutis
esperó cuatro años para publicar su segundo libro: Los elementos del desastre,
que por su frescura y pureza conmovió el mundo de las letras colombianas.

El trabajo consta de catorce poemas que configuran una visión apocalíptica del
hombre, en los que se muestran la duda, el miedo y la destrucción, elementos que
aniquilan al ser humano. Este libro contó con la lectura crítica de Volkening y con
él se configuró Mutis como el principal poeta joven colombiano. Mientras se
consolidaba como escritor, inició una importante carrera como relacionista público
y publicista pues, desde un comienzo, comprendió que con la literatura no iba a
percibir mayores ingresos. Fue director de publicidad de la Compañía Colombiana
de Seguros y de Bavaria, jefe de relaciones públicas de Lansa, y, tras la quiebra
de esta última compañía, pasó a ser en 1954 jefe de relaciones públicas de la
Esso. Tales empleos le obligaban a viajar, con lo que conoció todo el país y parte
del mundo. Muchos de sus poemas de esa época los escribió en aviones,
aeropuertos y cuartos de hotel.

Los dos años que permaneció en la Esso fueron de casi total receso literario; sin
embargo, Maqroll el Gaviero nació de las experiencias de Mutis en los planchones
petroleros que recorrían el río Magdalena, desde Barrancabermeja hasta
Barranquilla. Cabe destacar que Gaviero es el marino que desde el sitio más alto
del barco vigila por todos los demás; su símbolo para el oficio de la poesía. En la
Esso, Mutis manejaba importantes cantidades de dinero que la compañía
destinaba a diferentes actividades: un buen porcentaje era para obras de caridad,
y muy especialmente para el Secretariado Nacional de Asistencia Social
(SENDAS). Pero el poeta le dio un uso distinto: lo invirtió en quijotescas empresas
culturales y la compañía lo demandó, pues estaban en juego sus relaciones con la
dictadura. Mutis tuvo que viajar con urgencia a México en 1956.

Era la segunda ocasión que visitaba ese país (la primera había sido en 1952) y
desde entonces se convirtió en su lugar de residencia. Entró en contacto con el
gran cineasta español Luis Buñuel y el productor Luis de Llano. Buñuel siempre
soñó con llevar al cine la novela de Mutis La mansión de Araucaíma (1973), "relato
gótico de tierra caliente". Gracias a ambos, Mutis consiguió empleo en una
agencia de publicidad para la televisión. Se vinculó de lleno a la vida cultural
mexicana y se hizo amigo de los escritores Octavio Paz, Juan José Arreola, Juan
Rulfo, Carlos Fuentes y Elena Poniatowska.

No perdió los lazos con Colombia, pues esporádicamente colaboró en la revista


Mito. En 1959, la prestigiosa revista publicó como separata el libro Reseña de los
hospitales de ultramar, que significó la aparición en el mundo de las letras del
romántico personaje de Maqroll el Gaviero, que viene a encarnar la conciencia del
poeta. En 1959 se hicieron efectivas las demandas en su contra y fue recluido en
la cárcel mexicana de Lecumberri durante un año y tres meses. Una nueva
experiencia para su formación como escritor, pues, además de conocer la poco
gratificante vida carcelaria, logró superar miedos y fantasmas. De ese período de
su vida es necesario resaltar la disciplina que tuvo en devorar libros; leyó por
segunda vez los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido, de Marcel
Proust, de quien tenía un retrato en su celda. Dio forma a los relatos "Saraya", "El
último rostro", "Antes que cante el gallo" y "La muerte del estratega", a algunos
poemas de Los trabajos perdidos (1965), y escribió el Diario de Lecumberri (1960),
resultado directo de su estadía en la cárcel, en el que narra, de manera
conmovedora, la vida y muerte de "Palitos". El libro fue publicado por la
Universidad Veracruzana.

Tras la cárcel, algunos años después, Mutis pasó a ser gerente de ventas para
América Latina de la Twentieth Century Fox y luego de la Columbia Pictures (en
donde permaneció hasta jubilarse en 1988), empresas que le permitieron seguir
viajando por el mundo. Entre 1960 y 1973 es relativamente poco lo que hizo en
literatura: en 1962 publicó cuatro textos con el seudónimo de Álvar de Mattos
(diplomático portugués) en la revista Snob, dirigida por Salvador Elizondo y Emilio
García Riera: "Pequeña historia de un gran negocio", "Historia y ficción de un
pequeño militar sarnoso", "El general Bonaparte en Nizza" y "El incidente de
Maiquetía o Isaac salvado de las jaulas". En 1964, en la Casa del Lago de la
Universidad Nacional Autónoma de México, dictó una serie de conferencias
dedicadas a sus devociones literarias: Valéry Larbaud, Joseph Conrad y Marcel
Proust. Tales conferencias serían publicadas ese mismo año en la revista de la
UNAM, dirigida por Jaime García Terrés.
En 1965 se publicó su libro Los trabajos perdidos, con el que obtuvo el Premio
Nacional del nadaísmo para poesía de ese año. Entonces ya era considerado el
mejor poeta colombiano del momento, aunque, definitivamente, su visión de la
literatura y del país era sumamente pesimista. Decía, por ejemplo, que "la
literatura es para mí una servidumbre dolorosa, y no siento por ella la menor
simpatía. Me abruma un poco, por ejemplo, la agobiante montaña de literatura que
producimos los colombianos y que nos oculta en muchos casos la miserable
realidad de nuestra situación ante el mundo". Su enfoque sobre la violencia fue
descarnado y realista: "La violencia en Colombia es el resultado de las seculares
represiones e inhibiciones a que se ha visto sometido el colombiano por razones
históricas y sociales. Como fenómeno me parece sano y recomendable, es un
despertar. Todas las civilizaciones se han basado en sacrificios humanos, en
violencia, en humillación y en sangre. ¿Por qué los colombianos creímos estar
libres de esta servidumbre? Tal vez por retóricos y artificiales nos creímos de
veras que éramos la Suiza de América. No hay que olvidar que los suizos llenaron
de sangre a Europa como soldados mercenarios antes de formar su idílica
confederación".

En 1973, se publicó en España Summa de Maqroll el Gaviero (1947-1970) que


contenía las obras Primeros poemas, Los elementos del desastre, Los trabajos
perdidos, Reseña de los hospitales de ultramar y Recuento de ciertas visiones. En
1977 inició la columna semanal "Rincón Reaccionario" en el periódico Uno más
Uno, que después continuó en El Sol de México y en el diario Novedades. En
1978, se publicó una segunda edición de La mansión de Araucaíma, junto con los
cuatro relatos escritos en la cárcel.

Sólo en 1982 volvió a aparecer un nuevo libro de poemas de Álvaro Mutis:


Caravansary, que publicó el Fondo de Cultura Económica; ese año su gran amigo
Gabriel García Márquez, a quien había conocido en 1950, ganó el premio Nobel
de Literatura. Mutis, junto con otros amigos mutuos como Guillermo Angulo, Álvaro
Castaño Castillo y Gloria Valencia de Castaño, Alfonso Fuenmayor, Gonzalo
Mallarino, Alejandro Obregón, Hernán Vieco y Fernando Gómez Agudelo, fueron
invitados especiales del autor de Cien años de soledad a la ceremonia de entrega
del Nobel en Estocolmo. Al año siguiente se le concedió en Colombia el Premio
Nacional de Poesía.

Tras el premio, la trayectoria literaria de Álvaro Mutis siguió en ascenso. En 1984


el Fondo de Cultura Económica publicó Los emisarios; al año siguiente Editorial
Cátedra publicó Crónica vieja y alabanza del reino, y recibió en México el premio
de crítica Los Abriles por su libro Los emisarios. En 1986 Mutis irrumpió en el
mundo de las letras con su primera gran novela: La nieve del almirante, primer
volumen de la serie Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero; en 1989
obtuvo por esa novela el premio Médicis al mejor libro traducido al francés.
También en 1986, El Equilibrista de México publicó Un homenaje y siete nocturnos

En 1987 apareció la segunda obra de la saga: Ilona llega con la lluvia, que le valió
la Orden del Águila Azteca. En 1988 la Universidad del Valle le concedió el grado
de doctor honoris causa en letras, y recibió el premio Xavier Villaurrutia. La revista
literaria Gradiva, dirigida por su hijo Santiago Mutis Durán, editó el libro Tras las
rutas de Maqroll el Gaviero, que reúne los más importantes estudios críticos sobre
la obra de Álvaro Mutis, algunas entrevistas y una separata del relato La
verdadera historia del flautista de Hamelin.

La tercera obra de la serie de Maqroll, Un bel morir, apareció en 1989; publicó


también La última escala del Tramp Steamer. El gobierno francés le otorgó la
Orden de las Artes y las Letras en el grado de caballero. En 1990 se editó al
mismo tiempo en Colombia y España la novela Amirbar; el gobierno italiano le
concedió el premio Nonino al mejor libro extranjero publicado en Italia y dio a
conocer otro volumen de Empresas y tribulaciones: Abdul Basuhr, soñador de
navíos.

En 1993, con motivo de sus setenta años, se organizó una semana de homenaje a
Álvaro Mutis; entre los actos más conmovedores estuvo el recital que dio en el
Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, al cual asistieron más de seis
mil personas; además, la Universidad de Antioquia le concedió el grado de doctor
honoris causa en literatura y el gobierno colombiano le otorgó la Cruz de Boyacá,
en una cena de gala en la Casa de Nariño. El reconocimiento nacional se vio
refrendado por una serie de premios internacionales de suma importancia. Así, en
el año 1997 fue galardonado con el Premio Cavour, en Italia, y con el Príncipe de
Asturias, en España, y en 2001 se hizo con el máximo galardón de las letras
castellanas, el Premio Cervantes. A su serie de obras sobre Maqroll añadió una
nueva publicación: Contextos para Maqroll (1997).

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