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el renacimiento terminó con las conquistas femeninas de los siglos XI al XIII

      La mujer en el Medievo? La frase misma evoca inmediatamente en la


mente de cada cual una serie de imágenes más o menos variadas pero
que, en su conjunto, se resumen en lo siguiente: el Medievo es la gran
época oscura y medio bárbara (en oposición a la época que seguirá y será
llamada «Renacimiento») de opresión de los «menudos» por un puñado
de feudales, de los hombres por la Iglesia y de las mujeres por todos. En
seguida se mencionan, conjuntamente, el cinturón de castidad, el
«derecho de pernada», la persecución de las brujas y el famoso «concilio»
del año 585, en el cual se llegó incluso a discutir -entre hombres- si la
mujer poseía o no alma.

      De hecho, la situación así examinada no parece muy favorable a la mujer; y las «circunstancias» que
rodean la vida en la Edad Media  del ser humano en general: inseguridad, guerras, epidemias, hambres,
peso del poder feudal, tradición jurídica heredada a la vez de los romanos y  del derecho germánico, y
finalmente poder ideológico de la Iglesia, no pueden sino resultar todavía más perjudiciales a la parte
femenina de la  población. Y así es, desde luego, en la Alta Edad Media: el marido puede matar a su
esposa adúltera después de perseguirla a latigazos, desnuda, a través del pueblo. La multa impuesta al
asesino de una mujer es la mitad del precio de la muerte de un chico hasta los 14 años (época de la
fertilidad femenina), superior al del varón entre los 14 y 20 y, a partir de los 20 años, seis veces inferior.
La mujer sierva o esclava no puede casarse fuera del dominio de su señor y, si lo hace, sus hijos serán
repartidos entre su señor y el de su marido. La mujer no elige, por supuesto, marido, pero acepta el que
ha escogido su padre o su «linaje» por brutal, viejo o, al contrario, joven y amante que sea. De todas
formas, corre siempre el riesgo de ser violada por algún bandido o por un señor rebelde y enemigo, de
ser raptada, o de ser repudiada y condenada al convento si no a la muerte, según el buen parecer y
deseo del hombre en general y del suyo en particular.

     Eternamente menor de edad, la mujer pasa del «poder» de su padre al de su marido y no puede
actuar nunca sin el permiso o la «licencia» de este varón. y no Hablemos finalmente de las condiciones
de vida y existencia de la mujer de un labrador, de un miserable artesano en las ciudades, o de las
viudas que componen la gran mayoria de la población pobre socorrida en las ciudades del final de la
Edad Media. Tal es, más o menos, el retrato somero del destino de la mujer en el Medievo. El hecho de
que, al mismo tiempo, estos largos siglos de «oscurantismo» -unos diez siglos- hayan presenciado la
aparición del culto de la Virgen María (siglo XII); que hayan fomentado la poesía de los trovadores, las
«cortes de amor» y el amor cortés; y que hayan sido jalonados por figuras femeninas, reales o ficticias,
como las de Eloísa, de Isolda, de Maria de Molina o de Juana de Arco, no consigue sobreponerse a la
«leyenda negra» que no ve más, en la época medieval, que cadenas; cinturones de castidad, tornos o
potros, «derecho de pernada» y en general, una denegación total de la mujer hasta como ser humano.

     Se deduce así, lógicamente, que desde la Edad Medía hasta nuestros días, el transcurrir de los años,
decenios y siglos ha significado una evolución positiva, continua, ascendente de la mujer, tanto en lo que
toca a la visión que de elja tiene la sociedad como la que ella lleva sobre sí misma. A lo largo de esta
evolución, que se inicia en la «nada», en lo que sería el punto cero -la Edad Media-;- para llegar a
nuestros días, algunas épocas como el Renacimiento y el Siglo de Las Luces jugarían un papel
fundamental en la «!iberación» de la mujer, hasta desembocar en la aparición del «feminismo» con las
sufragistas de fines de siglo pasado, inicio a su vez de los movimientos actuales.
      Sin embargo, si dejamos de lado estos conceptos «prefabricados» -heredados a menudo del siglo
XIX romántico, y generalmente asimilados sin crítica previapara asomarnos un momento a la realidad
medieval que se transluce de un estudio riguroso y científico, el panorama cambia.

Derecho de pernada

    Sin ir más lejos, empecemos con este famoso «ius primae noctis» o derecho de la primera noche,
vulgarmente llamado derecho de pernada. Este derecho existió efectivamente, escrito u oral, en el
corpus jurídico medieval. En la práctica, no se atestigua más que en la época en que" se ha convertido a
menudo en el pago de una cierta cantidad monetaria al señor por el campesino que se casa; en los
casos en que este derecho señorial no fue transformado en un censo más, la «ceremonia» consistía en
que el señor -literalmente- franqueaba de una zancada el cuerpo de la novia y recibía a cambio un par de
gallinas o un bote de miel.

     Si examinamos además esta costumbre «bárbara» y «arcaica» a la luz de los estudios etnológicos
actuales, nos damos cuenta de que, en muchas sociedades llamadas primitivas, existe una especie de
«tabú» de la sangre virginal en el momento de la desfloración; siendo ésta una operación que libera
fuerzas malignas, al liberar sangre, se la confía a menudo a manos investidas de más poder -mágico,
religioso u otro-, como las del padre o de la madre de la chica, del sacerdote-brujo, de un extranjero o del
jefe de la tribu.

      Enfocado así, nuestro famoso «derecho de pernada» no es más que la supervivencia, en una
sociedad todavía no cristianizada en profundidad, de unos ritos ancestrales de tabú de la sangre virginal;
y deja por lo tanto de ser una manifestación más de la opresión sádica y arbitraria que ejercería el señor
sobre su inferior .

      No olvidemos, por otra parte, que el señor suele vivir dentro de un grupo que incluye su familia en el
sentido amplio, sus criados de ambos sexos y tos niños nacidos en el castillo, legítimos o bastardos
(como lo demuestran las últimas investigaciones del historiador francés Georges Duby), y que las novias
de sus siervos o campesinos no deben aparecernos como siempre guapas y jóvenes; en una sociedad
rural que padece hambre y epidemias, se las puede más fácilmente imaginar como prematuramente
marcadas, sucias, cubiertas de piojos y pulgas y, por lo tanto, seguramente poco apetecibles. Al señor,
en general, le debía ser mucho más provechoso convertir esa «obligación» de su parte en una renta
más, a pagar por el novio en el momento de la boda.

      Otra «leyenda negra» achacada a la Edad Media: la persecución de las brujas por la Inquisición que,
después de torturarlas, las enviaba inevitablemente a la hoguera al mismo tiempo que los gatos o gallos
negros. La realidad, no obstante, resulta ser algo diferente. Desde el siglo VI, en numerosos concilios, se
condena a los que creen en la brujería, en los demonios familiares de las prácticas mágicas y en las
supersticiones en general; condenación moral cuya repetición revela a la vez su ineficacia y, a fin de
cuentas, la escasa importancia que le daba la Iglesia a ese «pecado». A lo largo de los siglos X a XIII, los
«penitenciales» -o manuales para los confesores- sólo dictaban rezos y penas monetarias para esos
casos. Se puede considerar pues que ésta fue la actitud -moderada- y la opinión extendida durante la
mayor parte de la época medieval en lo que concierne a la brujería. Pero ¿y las persecuciones? ¿ y las
hogueras? A este respecto, tenemos que constatar que las mayores persecuciones «anti-brujas» son
contemporáneas, no del Cid Campeador, de Raimundo Lulio o de Pedro el Cruel, sino de Miguel Angel,
de Erasmo y de Cervantes.

       La época más negra, que iluminan las hogueras de brujas, es el siglo «renacentista», cuya ideología
se basa en un «manual del perfecto inquisidor de brujas», el Malleus Maleficarum, escrito en 1486 por
los Dominicos alemanes: de esa fecha en adelante, el «herético», paradójicamente, es el que no cree en
la existencia de los demonios, de los maleficios, de la brujería, de los brujos y brujas, de las
metamorfosis y del aquelarre. Los grandes siglos de la brujería vasca, estudiada por Julio Caro Baroja,
son el XVI y el XVII. La opinión general del medievo que ve en el brujo un resto de paganismo, y en la
que se dice poseída por el demonio una enferma que hay que llevar  al santo para que la cure, se tiñe
entonces de un extraño matiz «moderno».

     Admitido esto, queda una objeción fundamental: la Edad Media, fundamentando su argumentación en
las actas del «Concilio» de Mâcon, llegó hasta plantearse el problema de si la mujer tenía o no tenía
alma. Curiosamente, esta mención del tema de los debates del dicho concilio no apareció sino en un
escrito anónimo holandés publicado en el siglo XVI; tema éste cuyo éxito no se desmintió hasta nuestros
días. ¿Misógino hasta este punto, el Medievo? Averigüémoslo. En primer  lugar, en el año del Señor de
585 no se reunió ningún «concilio» -que se comprende como reunión de la Iglesia en su mayoría-; tuvo
lugar, eso sí, un Mâcon, un sínodo provincial, o sea, la reunión de los clérigos de una diócesis o de una
provincia para discutir problemas eclesiásticos, y no teológicos.

     El estudio de las actas de este famoso sínodo no revela en ningún momento que se haya planteado y
discutido el tema de la existencia del alma de la mujer. Tenemos que recurrir al primer historiador-
cronista de la época franca, a Gregorio de Tours; para encontrar lo que puede haber originado mucho
más tarde la interpretación que conocemos. Gregorio de Tours nos dice, en efecto, que en medio de los
debates que se llevaban en latín, uno de los presentes -sin duda con problemas para con los idiomas en
general y el latín en particular- se extrañó de que el término «homo» (hombre) se aplicara también a la
mujer. Un latinista nunca hubiera cometido este error lingüístico de confundir el término «homo» que se
aplica al hombre en general, o sea, al ser humano, con el vocablo «vir» que designa específicamente al
varón. El problema era pues lingüístico y no filosófico. Pero -y seguramente muy a pesar de su autor- la
frase iba a hacer fortuna. Una fortuna que, seamos justos, empieza en él siglo XVI con este escrito
misóginó holandés -muy de acuerdo por otra parte con el pensamiento renacentista sobre la mujer-,
crece durante el siglo XVIII y, cuando la Revolución francesa, vuelve a repetirse en una petición de las
mujeres en 1848 y no ha menguado hasta nuestros días. ¿El Concilio de Mâcon? Una invencíón
moderna.

«Deficiencia de la naturaleza»

     El estudio de la «condición femenina» en la Edad Media nos deja percibir una realidad que, lejos de
ser simple en su negatividad, se revela como mucho más compleja. En el proceso de acercamiento a esa
realidad de la mujer medieval, señalaremos en primer lugar el marco jurídico e deológico en el cual se
desenvuelve su vida, antes de detenernos un momento en la realidad «social» y en la realidad
«personal» de esta vida.

      El Derecho medieval, heredero del Derecho romano y del Derecho germánico, y cuyo ejemplo más
elaborado es el derecho feudal, a pesar de sus variedades y divergencias, suele considerar a la mujer
como a un ser menor de edad, «incapaz» en general. En los países de derecho oral basado sobre las
costumbres, quizás más emparentado con la legislación germánica, no se reconoce la tutela paterna
sobre la mujer mayor de edad, pero sí la potestad marital. En los países de derecho escrito -que
corresponden a la Europa meridional: Italia, Península Ibérica, Sur de Francia-, a la «potestas» del padre
sigue la del marido. La mujer, en la mayoría de los casos, no puede disponer de su fortuna, administrar
sus bienes, o presentarse ante un tribunal; para cualquiera de estas gestiones, la presencia de un
hombre -padre, marido, hermano o tutor- es imprescindible. Esta incapacidad jurídica total de la mujer
puede parecernos muy arcaica; no olvidemos, sin embargo, que hace poco más de siglo y medio, el
llamado Código Napoleónico la consagraba y le daba una nueva vida, que perdura 10davía en sus líneas
maestras.

        Junto al Derecho, la ideología dominante  -para utilizar términos actuales-  se mostraba más que
hostil a la mujer. La Iglesia Romana, basándose en numerosas referencias bíblicas, asimilando la
doctrina culpabilizadora de San Agustín y dirigiendo finalmente el aristotelismo en el siglo XIII,
promociona a nivel social lo que se puede considerar como una gran campaña «antifeminista», A pesar
de las opiniones de Abelardo y de Robert d' Arbrissel, a finales del siglo XI, que proclamaban la igualdad
del hombre y de la mujer, la imagen que se impone es la de la mujer como tentadora, como ser débil,
pecadora, creada del hombre y para él.

       Con Tomás de Aquino (1225-1274). santo y doctor de la Iglesia, esta «hija de Eva» se convierte en
«una deficiencia de la naturaleza» que es «por naturaleza propia, de menor valor y dignidad que el
hombre»; tras una rigurosa y aplastante demostración, el teólogo afirma que «el hombre ha sido
ordenado para la obra más noble, la de la inteligencia; mientras que la mujer fue ordenada con vista a la
generación». Finalmente, el maestro que dedicara tantas horas y tantos libros a la cuestión fundamental
del sexo de los ángeles, termina diciendo que es evidente que para cualquier obra que no sea la de la
reproducción, «el hombre podía haber sido ayudado mucho más adecuadamente por otro hombre que
por una mujer». No es de extrañar, pues, que el derecho canónico, elaborado en su mayor parte en este
ambiente en los siglos XII y XIII. nos aparezca como tan misógino.

Acceso a la cultura

     Pero entre las «superestructuras» jurídicas e ideológicas y la realidad «bajamente material», no se da
siempre la simbiosis y la adecuaciónperfecta. ¿Cuál es, pues, la realidad social y personal de la mujer
del medievo? A nivel «social», conviene destacar la presencia o la ausencia femenina en el acceso a la
enseñanza, al trabajo y al poder.

     En sentido contrario a lo que suele creerse, en !a Edad Media existe, a nivel del saber y de la
enseñanza, una relativa pero cierta igualdad. Empezando por las capas «bajas» de la sociedad, en su
mayoría campesinas, se advierte una ausencia generalizada de instrucción, tanto para los hombres
como para las mujeres; éstas participan así de las conversaciones y de la vida social en posición de
igualdad con sus maridos o hermanos. En un tipo de sociedad en el cual reina el analfabetismo, la
transmisión oral de la cultura se realiza tanto a través de la madre o del padre a los hijos, como entre
vecinos o vecinas, etc. En su obra titulada Montaillou, village occitan. 1294-1324. al referirse a este
pueblo de los Pirineos orientales, Emmanuel Le Roy Ladurie escribe: «El discurso femenino por lo tanto
está, en este período, tan cargado de sentido y de seriedad como el discurso masculino» (p. 383); de
hecho, las campesinas de este temprano siglo XIV hablan como -o con- sus hombres de resurrección
final, de catarismo o de catolicismo, tanto como de habladurías sobre el cura, un vecino o unas vecinas.

     A un nivel social un poco más alto se encuentra ya una mayor diferenciación, ya que los que más
estudios prosiguen son los clérigos; y la clericatura se mantuvo celosamente reservada a los varones, a
pesar de la rebeldía femenina contra ese «monopolio» expresada por la abadesa de Las Huelgas de
Burgos y por la de Palencia en el siglo XIII. Esa contestación costó a las abadesas la confiscación de sus
rentas y la excomunión. Sin embargo, desde el siglo VI, se exigía que las monjas supieran leer y escribir.
Y se puede así observar que desde los primeros siglos de la Alta Edad Media y hasta más o menos el
siglo XIII, los conventos dieron una educación y una cultura no sólo a las que iban a ser monjas sino
también a aquéllas destinadas «al siglo».

     Enrique Finke, en su obra clásica La mujer en la Edad Media. no duda en escribir: «Basta con recorrer
los manuscritos de diferentes bibliotecas, escritos y redactados por canonisas de diferentes fundaciones
del siglo XI. Estas mujeres conocían a Ovidio, Horacio y Virgilio... Con facilidad componían versos latinos
para un amigo docto» (p 53). El caso de Eloísa, que conocía el latín, el griego. el hebreo y conoció a
Abelardo cuando fue a seguir su clase de teología, es el ejemplo más conocido de esa cultura femenina
medieval. Una prueba del interés intelectual de la mujer en esa época se encuentra en el párrafo que se
añadió al Sachsenspiegel -recopilación de costumbres germánicas- en 1270: «Siendo cierto que los
libros no son leídos más que por las mujeres, deben por lo tanto corresponderles en herencia». Con esta
frase, nos encontramos ya muy lejos de la visión tradicional de la mujer medieval analfabeta, sin cultura,
relegada a las tareas más humildes.
     Resulta interesante, además, en este panorama, notar el gran interés y la gran participación de las
mujeres en todos los movimientos heterodosos o «heréticos» que surgen a lo largo de los siglos XI a XV.
Participación en plan de total igualdad con el hombre en los movimientos Cátaro, Valdense o Husita,
quizás porque representaban una promoción de la mujer a nivel religioso e ideológico, promoción que le
negaba el catolicismo...

     A partir del siglo XIII, con el desarrollo de la vida urbana, se crean escuelas comunales. En 1320
existía en Bruselas una escuela para niños y otra para niñas; en esta última enseñaban unas maestras
pagadas por la ciudad. Si París, en 1272, disponía de once escuelas para niños y sólo una de niñas, en
1380 se contaban veinte más para las niñas. La enseñanza era gratuita e incluía lectura, cálculo, canto,
escritura y enseñanza religiosa. Existían también, en esta época, escuelas «privadas» para niñas,
principalmente en Flandes y Alemania.

     Durante ese mismo siglo XIII, las primeras universidades se convierten en los crisoles de la cultura
europea. La mayoría de ellas eran fundaciones eclesiásticas y estuvieron prohibidas a las mujeres. Sin
embargo, el ambiente intelectual y el afán de saber existían entre la población femenina, hasta el punto
de que en Polonia, en el siglo XIV, una joven se disfrazó de hombre para ir a seguir los cursos de la
universidad de Cracovia; al cabo de dos años, se descubrió el fraude y fue expulsada. Sin embargo, en
Salerno, Italia, funcionó a partir del siglo X una escuela libre de medicina que otorgaba sus diplomas a
mujeres, concediéndoles licencia para practicar la medicina y la cirugía. En Bolonia y en Montpellier
también hubo gran número de estudiantes femeninas en medicina, algunas de ellas dejaron escritos
tratados de ginecología. A partir de final del siglo XIII, se señala la presencia de mujeres practicando la
medicina, la cirugía y la oftalmología en las grandes ciudades europeas, París, Londres, etc. La mujer,
sin embargo, se vio poco a poco sustituida por el varón en la práctíca del arte de la medicina y cirugía,
para desaparecer finalmente de esta profesión en el siglo XVI. De ésta y de todas las demás...

      Sin exagerar el alcance de la instrucción y de la cultura a nivel de conjunto de la población femenina
medieval, no debemos olvidar que la sociedad medieval es una sociedad económica y socialmente
subdesarrollada», que no dispone de los «mass media» actuales, ni siquiera de la imprenta (inventada al
final del siglo XV), que supondrá, según palabras de Carlo Cipolla en Educación y Desarrollo en
Occidente: «no sólo la demanda de instrucción como inversión sino también, y sobre todo, la demanda
de instrucción como bien de consumo». No podemos olvidar, por ejemplo, que a finales del siglo XIII,
había en Florencia unos 8 a 10.000 niños y niñas aprendiendo a leer, de una población total aproximativa
de 90.000 habitantes. Con la aparición del libro impreso, la cultura se extendió mucho más rápidamente y
propagó a través de toda Europa las ideas y los ideales renacentistas..., pero-ya no alcanzó más que a
los varones.  El mundo intelectual y artístico se abre a nuevas influencias y a nuevos horizontes, pero
excluye definitivamente a la mujer y se reduce a la parte masculina de la humanidad. El «renacimiento»
es la muerte intelectual y artística de la mujer.

Acceso al trabajo

     Pero la presencia de la mujer en la sociedad y su papel en ella se manifiestan al mismo tiempo por el
grado de acceso al trabajo -al trabajo «productivo», por oposición al trabajo doméstico o trabajo
«improductivo», así denominado por los que no lo realizan.

      En la economía rural la mujer nunca estuvo ausente, compartió con los varones las diversas tareas
de la siembra, las mieses o  la cosecha, el cuidado de los animales y el mantenimiento de la casa. La
situación no ha variado desde hace siglos, si no milenios. Puede ocurrir que ciertas tareas, como la de
buscar el agua, cuidar del fuego, cocinar, o incluso llevar el trigo al molino, sean reservadas más
específicamente a la mujer, mientras que el hombre ara, se ocupa del ganado y lleva los paños al batán,
División del trabajo pues, pero trabajo al fin y al cabo, y duro.
      A partir del siglo XI y del principio del desarrollo urbano, con la aparición de una burguesia cuya base
económica no es la tierra sino la artesanía y el comercio, se desarrollan nuevas formas de trabajo. La
incorporación de la mujer al trabajo -dividido en «oficios» o «artes»- se realizó a menudo a través de la
asociación familiar: la mujer ayuda a su marido en el oficio de éste, y luego le sustituye o le sucede. En el
seno de esta misma asociación familiar, el padre enseña su arte a hijos e hijas. Tenemos un ejemplo
brillante: las dos estatuas que representan la Iglesia y la Sinagoga en la catedral de Estrasburgo son
obra de Sabina, hija y sucesora de su padre, el gran escultor von Steinbach.

      De hecho, en el siglo XIII, la incorporación femenina al trabajo en las ciudades es una realidad. Los
oficios que desempeñan las mujeres y en los cuales tienen un casi monopolio son, principalmente, los
textiles y la confección -hilanderas, tejedoras, tintoreras, costureras o sastras y hasta lavanderas-, los
relacionados con la alimentación -oficios de panaderas, «verduleras», o fabricantes de cerveza (que en
Inglaterra era monopolio femenino)- y los de «taberneras» y «mesoneras». Se les encuentra también en
los trabajos del cuero y del metal e, incluso, se advierte la presencia femenina en la construcción -en el
transporte de material y fabricación del mortero- y en las minas inglesas a partir del siglo XIV.

     En los «oficios» reservados a las mujeres se encuentra la tradicional jerarquización medieval que va
del aprendiz al maestro, pasando por el obrero o compañero. Se trata, pues, de una ascensión de
aprendiz a la maestra, con el período intermedio, o a veces definitivo, de obreracompañera. Hay en esto
igualdad total entre el hombre y la mujer trabajadores. Incluso se estipulaba en Alemania que el viudo
podía suceder a su mujer «maestra» al frente del negocio, como la mujer a su marido «maestro».

     No obstante, en términos generales -y eso no es para sorprendernos-, los salarios femeninos solían
ser inferiores a los masculinos y las más desfavorecidas eran las obreras que trabajaban en su domicilio.
De ahí la participación de las mujeres en todos los movimientos revolucionarios que agitaron el «popolo
minuto» de las ciudades medievales. No debemos olvidar que una nueva incorporación de la mujer al
trabajo se realizó al principio de la era industrial -finales del siglo XVIII -y se efectuó sobre bases casi
iguales: minas o industria textil, y salarios inferiores a los que cobraban los varones. El proceso siguiente
a la fase de la incorporación femenina al mundo laboral presenta, tanto en el caso del final de la época 
medieval como en el de la segunda fase de la industrialización, unos rasgos muy similares. En 1461 en
Inglaterra, se denunció el trabajo femenino  como la causa de la falta de trabajo para el hombre. Poco a
poco las diversas legislaciones europeas prohibieron el empleo de las mujeres en los oficios y éstas
fueron paulatinamente sustituidas por varones en las artes que desempeñaban. Hacia 1600, la mujer
habla desaparecido practicamente de la vida profesional. El siglo XVI marca así, una vez más, una 
regresión en lo que hoy día se suele llamar la liberación de la mujer. Este «renacimiento» mercantilista,
que antecede a la era capitalista, singnifica la muerte de la mujer como entidad económica activa dentro
de la sociedad. Y el «siglo de oro» la encontrará encerrada en casa, dedicada a la educación de sus
hijos pequeños, a la cocina y a los cuidados destinados a un hombre, su hombre, el marido.

Clausura, matrimonio, prostitución

     A nivel  de la vida pública no es preciso mencionar  la parte activa que tomaron mujeres como María
de Molina en España o Blanca de Castilla, madre del rey San Luis, en Francia.

     Si la participación a la vida activa y política fue generalmente vetada a la muier -y esto no es para
extrañarnos: la mujerr, hoy día, en numerosos países «evolucionados» no tiene posibilidad de
intervención en la vida pública, y menos aún si está casada- se advierten sin embargo varios casos en
los cuales las «burguesas», participan en la asamblea comunal con los «burgueses» o elegían diputados
para las asambleas generales. En las cofradías y en los gremios ocurrió incluso que se designara por
elección a una mujer como dirigente.

     La desaparición de la población femenina de la vida cívica empieza, al par que su desaparición en el
dominio cultural y profesional, en los últimos siglos de la Edad Media, En 1431 se acusó y se quemó
públicamente a una mujer por haberse atrevido a llevar un atuendo masculino y actuar como un varón:
se llamaba Juana de Arco.

     En cuanto a lo que pudiéramos llamar la «realidad personal» de la mujer medieval, ésta difería poco,
en muchos aspectos, de la realidad personal de una mujer contemporánea nuestra. En ambos casos, el
campo de elección de la mujer -haya estudiado o no, ejerza una actividad fuera o dentro de casa y tenga
o no acceso a la vida cívica- es muy reducido: el matrimonio, el convento... o la prostitución, En esto, se
ha adoptado el esquema tradicional de nuestra civilización, reforzado por la «teoría oficial» de la Iglesia
Católica: tomando como punto de partida que la mujer es naturalmente y por esencia un ser malo y
pecador, para salir de este postulado se le ofrece la imagen de María, con sus dos facetas: la de virgen
(el convento} y la de madre (el matrimonio).

      No vamos a hablar aquí detalladamente de la vida monástica femenina en la Edad Media. sino para
subrayar que la clausura total, que es típica de los siglos XVI y XVII y que subsiste en el nuestro, no
consiguió imponerse hasta finalizado el siglo XV, a pesar de los repetidos esfuerzos de la jerarquía
eclesiástica.

      El matrimonio, por su parte, sea legal o ilegal -el matrimonio «de hecho» o concubinato será una de
las constantes del Medievo, socialmente aceptado por una humanidad cuyo sistema de valores escapa
todavía a la acción moralizadora de la ideología dominant-- no ofrece características particulares: las
mujeres se casan jóvenes con hombres que les llevan diez o quince años; el número de niños nacidos
puede ser elevado pero la mortalidad infantil es un factor de regulación del aumento de la población; en
fin, en lo que suele llamar ahora «la tercera edad», se encuentran más viudas que viudos, tanto por la
diferencia inicial de edad en el tiempo de las bodas como por la mayor resistencia física de la mujer en
épocas de hambre o de epidemias. Conviene indicar también que a lo largo de una vida, tanto masculina
como femenina, los matrimonios podían sucederse, legales, ilegales o alternados: dos o tres fueron caso
corriente.

     La prostitución es anterior por supuesto al Medievo. Las prostitutas encontraron su lugar en esa
sociedad medieval que no excluyó a nada ni a nadie de su seno y abarcó sin hacer distinciones tanto a
los locos como a los no-locos, a los niños como a los adultos, a los enfermos como a los sanos y a los
cristianos ortodoxos como a los heréticos.

      La intolerancia que lleva a quemar a Las brujas y a los heterodoxos, a encerrar a los enfermos, a los
locos, a los niños o a las prostitutas, a no dejar coexistir el Orden con el Desorden y la Razón con la
Locura (1. El concepto es de Michel Foucault en su Historia de la Locura.), esa intolerancia es la marca
característica de la sociedad «moderna», la que se inicia en el siglo XVI para desembocar en nuestra
sociedad contemporánea.

     La prostitución medieval se encuentra en calles o casas especializadas, en albergues y tabernas, y


también alrededor de los baños. En la Edad Media, habían sobrevivido los baños, heredados de las
termas romanas y de los baños árabes, y cada ciudad tenía uno o más establecimientos con agua fría,
caliente y de vapor; y el hecho de que esos baños fueran mixtos y que los clientes de ambos sexos
solieran bañarse desnudos, hizo que poco a poco la jerarquía eclesiástica consiguiera prohibir su uso y
hasta su existencia. Una vez más, «progresión» en el dominio intelectual, pero regresión material e
higiénica real: los contemporáneos del siglo XVI ya no se lavarán, sustituirán el uso del agua y del jabón
por el de los perfumes, destinados a ocultar otros olores...

«El amor cortés»

      Llegados a este punto, cabe plantear el problema del «anti-femenino», que conseguirá acabar con
esa muy relativa igualdad de la mujer con el varón. A una sociedad que acepta o «tolera» la presencia de
la mujer en la mayoría de los sectores de la vida social, cultural e, incluso, política, sucederá una
sociedad de varones y para varones, ya no una verdadera «sociedad» sino un «club for men only».

      Esta «revolución» -tomada la palabra «revolución» en su sentido de cambio total, sin darle una
connotación peyorativa o admirativa- este gran giro en el pensamiento civilizado occidental se sitúa
alrededor del siglo XIV. Viene preparado ya desde el anterior, principalmente por la filosofía misógina de
Santo Tomás de Aquino que proporciona una «demostración» lógica, en el terreno ideológico, de la
inferioridad de la mujer. Pero algo mucho más grave que la ideología tomista -mucho más grave por el
alcance y el éxito que obtuvo- iba a originar una visión radicalmente destructora del ser femenino: el
movimiento cultural que propugnó «el amor cortés». Así, se llega a oponer la poesía de los trovadores
meridionales -basada en el amor, generalmente sin esperanza ni posibilidad de realización efectiva, del
poeta hacia su dama- a la «rudeza» y «brutalidad» de las costumbres que reinaban entonces, por lo que
el «amor cortés», en esta perspectiva, representaría a la vez un paso adelante en el camino de la
civilización y una promoción de la mujer, desde entonces «señora» y «dueña» del corazón de su amante.

      Que este movimiento literario signifique un refinamiento hacia costumbres más «civilizadas» es
indudable. Es dudoso, sin embargo, que significase una promoción para la mujer. Porque, en toda la
literatura cortés, la mujer aparece como el «ser amado» al cual rinde su homenaje el amante; «ser
amado» -y no «ser que ama»- que se convierte en un ser pasivo, casi inexistente, objeto del amor del
poeta. Un objeto bello, hermoso, dotado de todas las cualidades, hasta la de hacer sufrir al amante, pero
objeto al fin y al cabo. A la mujer se la glorifica, se la deifica, se la compara a una flor, a una diosa o a la
Virgen María; en resumen, se la coloca en un pedestal: ha dejado de existir como sujeto activo, para
convertirse en el objeto pasivo del amor, del odio o de la indiferencia masculina.

     Al varón le bastan sus propios versos, sus deseos o sus quejas, ya no necesita respuesta: él se ha
transformado en el único sujeto, en el único ser activo, y la mujer será su creación personal como objeto
de su pensamiento. Dentro de este panorama, un tercer factor contribuirá al cambio de mentalidades, un
factor socioeconómico: el «aburguesamiento» general de la mente colectiva, que tiende -como constante
de su ideología- a reduccir a la mujer a su papel de madre y ama de casa. Está comprobado ya que el
«espíritu burgués» ensalza la Naturaleza y rebaja a la mujer (ver el pensamiento de J. J. Rousseau). En
esta línea apareció, al final del siglo XIII, la «Novela de la Rosa», en cuya segunda parte el autor, bajo
una exaltación de la Naturaleza, desarrolla largamente el tema de la perfidia, de la innob!eza y de la
corrupción del ser femenino, comparándolo -¡qué originalidad!- con la serpiente.

      El movimiento antifemenino inició así su carrera, que no decreció nunca desde entonces hasta
nuestros días. Hacia 1400 se dejó oír la primera voz femenina de protesta, la de la poetisa Cristina de
Pisan. Pero no pudo detener la marejada que se extendía por Europa y excluía poco a poco a las
mujeres, tanto aI acceso a la cultura como de la actividad social o cívica, El antifeminismo del final de la
Edad Media, originado por la filosofía oficial de la Iglesia, un movimiento literario y la aparición del
fenómeno burgués, desembocó así en el llamado período del Renacimiento. Mundo oscuro y cerrado en
muchos aspectos, y particularmente en todo lo que toca a la mujer, el renacimiento consagra el triunfo de
un ideal masculino heredado de la Antigüedad y el triunfo de la moral religiosa que se desarrolla tanto al
amparo de las teorías de Lutero o de Calvino como al de la Contrarreforma católica. Epoca de
intolerancia, de guerras de religión, de «encerramiento» de todos los que no son «conformes», marca el
triunfo de la reclusión de la mujer -en el convento, en su casa o en la cárcel-, el invento del «corsé» que
impide todo movimiento libre,y el principio de la represión sexual.

     La opresión de la mujer, en estas condiciones, ¿de qué es fruto?, ¿de un Medievo apodado de
«bárbaro» o de una época moderna que se inicia con el auge del arte y del intelectualismo y desemboca
en el triunfo de la ciencia... y del armamentismo?

La Mujer en la Edad Media


El principal problema que nos encontramos a la hora de definir la
Historia de las Mujeres en la Edad Media, es su ausencia en las
fuentes escritas, por lo que no es fácil rastrear sus actividades
diarias, sus posicionamientos o pensamientos sino que lo poco que
sabemos es a través de los escritos masculinos. Por eso hay que
ser cuidadosos a la hora de tener o no por válida la imagen que los
clérigos, los únicos que sabían escribir, dan sobre la mujer. A
pesar de esta dificultad, hoy en día conocemos a grandes figuras
como Leonor de Aquitania, Juana de Arco o Christine de Pisan, así
como muchos elementos de su vida cotidiana: podemos conocer
qué comían, a qué se dedicaban, cómo cocinaban, qué vestían,
etc.

Es realmente difícil determinar si hubo una evolución o un


retroceso en la situación de la mujer en la Edad Media. Fueron diez
siglos en los que la sociedad, la cultura y las costumbres sufrieron
muchas variaciones. Por ejemplo, España comenzó el siglo VIII
con tres religiones conviviendo: la judía, la musulmana y la
cristiana, que son, además, tres formas distintas de pensar,
entender, definir y construir a la mujer.

Si avanzamos en el tiempo, nos encontramos con una Europa -


incluida España- cristiana, en la que la Iglesia va tomando poco a
poco parcelas de poder; entre ellas, las referidas a la moral. Este
orden se ve reforzado por un sistema social muy rígido, marcado
únicamente por el nacimiento, donde las diferencias de clase son
claras. Estos dos elementos, junto con la proliferación de obras
que tratan sobre el carácter femenino, definirán la posición de la
mujer a lo largo de la Edad Media.

La Iglesia tenía reservadas para la mujer dos imágenes que


pretendía instaurar como modelo en una sociedad cada vez más
compleja, que había que dirigir con mano de hierro si se quería
controlar. La primera de ellas es la de Eva, que fue creada con la
costilla de Adán y propició la expulsión de ambos del Paraíso. La segunda es la de María, que
representa, además de la virginidad, la abnegación como madre y como esposa. Ambas visiones pueden
parecer contradictorias pero no es sino la impresión general que tenemos de la época: lo ideal frente a lo
real.
Ligado directamente a este aspecto, y teniendo en cuenta que la virtud más importante para la mujer es
la castidad, la cuestión de la sexualidad es ampliamente tratada por el clero. Entorno a ella surgen
distintos debates que siempre concluyen en el mismo punto de exigencia para la mujer: despojar al acto
sexual de todo goce y disfrute para entenderlo como un deber conyugal, que tiene como objetivo la
procreación. Es por tanto, sólo posible dentro del matrimonio y con el esposo, no estando permitida para
la mujer, bajo pena de escarnio y muerte, las relaciones extramatrimoniales ni adúlteras. Lo que aún crea
debate para los historiadores es si entre los matrimonios, y por tanto en la práctica sexual, existía o no el
sentimiento de amor y si fuese así, qué sentido y dimensión tendría.

Si hacemos caso a los libros, el ideal de vida, de amor y de mujer era, como ya se ha visto, más idílica
que real, en la que el Amor Cortés era el máximo exponente y la mujer la descrita en él: casta, prudente,
trabajadora, honrada, callada y hermosa y sorprendentemente culta, capaz de entretener y sorprender a
su caballero. No obstante, es posible encontrar diferencias entre las situaciones femeninas. Algunos
historiadores apuntan que la edad es esencial a la hora de estudiar a las mujeres en esta etapa, ya que
la sociedad exigía diferentes virtudes y comportamientos en cada momento de la vida.

Casagrande va más allá: en el mundo medieval infancia y adolescencia se unen en una sola etapa, la de
la virginidad… es considerada una etapa transitoria, incompleta, preparatoria para la siguiente, que se
caracteriza por la reproducción"
Si nos referimos al físico, como en los saberes y la literatura, se impone el modelo clásico: la figura
femenina de las esculturas romana donde las mujeres poseen un vientre abultado y generosos pechos,
símbolo de la fertilidad así como una figura algo redonda signo de su clase social. Además gusta la mujer
de piel clara que no ha ennegrecido trabajando al sol, de cabellos rubios y rizados, limpios y cuidados. Si
tenemos en cuenta las duras condiciones de vida y la casi inexistencia de cosméticos, podemos
considerar que se impusieron unos cánones muy extremos, paralelos a la idealización que se hace del
amor y de las relaciones de pareja. Posiblemente sea consecuencia de que es la visión que impusieron
los hombres religiosos, lejos de la realidad, y por tanto, lejos de las mujeres reales de ese tiempo.

Desde el punto de vista social, podríamos hacer una triple diferenciación en cuanto a la posición de las
mujeres en él: la mujer noble, la campesina y la monja. La primera de ellas era la única que podía gozar
de grandes privilegios y la que, si fuese posible, podría alcanzar un mayor reconocimiento.

Era el centro del hogar donde se encargaba no sólo del cuidado de los hijos y su educación sino que
también de la organización de los empleados que trabajasen para ellos, del control de la economía y en
ausencia de su marido, bastante común en la época por las guerras o las cruzadas, o por quedar viuda,
era la encargada, como administradora, de tomar las decisiones en sustitución de su marido. La realidad
era, según algunos especialistas, que las necesidades que tenían en el del día a día nos permiten
conocer ejemplos a través de documentos-diarios, contabilidades del hogar, permisos especiales, etc.-
sobre ciertas mujeres que ejercían como lo hicieran sus maridos o que incluso podían llegar a alcanzar
un gran poder social.

El día de la mujer noble podía llegar a ser agotador dependiendo de las posesiones que tuviese que
dirigir, de sus empleados y del número de familia. De cualquiera de las formas, era un trabajo más
complicado de lo que la literatura clásica ha dado a entender. No obstante, el dinero o el prestigio no
hacía que estas mujeres fueran plenamente felices y es que se jugaba con ellas desde que eran
utilizadas como moneda de cambio a través de las uniones matrimoniales, que servían para sellar pactos
estratégicos o políticos, y así aumentar las posesiones de uno u otro hombre. A la mayor parte no se les
permitía intervenir en política y, aunque eran las transmisoras de la dote, según la Legislación, no podían
gozar de ella ni en su estado de casadas, solteras o viudas, porque pertenecían al padre, al esposo o al
hijo.

Pero, sin lugar a dudas, era la mujer campesina medieval la que más duras condiciones de vida tuvo que
soportar: dentro del hogar era la encargada de la cocina, de las ropas, de la limpieza, de la educación de
los hijos, etc. Fuera de él debía ocuparse del ganado y del huerto, cuando no debía trabajar también en
las tierras de cultivo. Si por el contrario la mujer residía en la ciudad, además de ocuparse de su familia y
la casa, debía hacerlo del negocio familiar o ayudar a su marido en cualquiera de las actividades que
éste llevase a cabo. Si ambos cobraban un salario, el de la mujer era notablemente menor, a pesar de
que realizasen los mismos trabajos.
Este hecho es especialmente lacerante cuando la mujer es soltera o viuda y deja el hogar para trabajar,
normalmente en el servicio doméstico- representa la mayoría-, en el hilado, o como lavandera o cocinera.
Pero también lo hace, como decimos, en el campo como braceras o jornaleras.

Por último, la mujer que opta por dedicar a Dios su vida es una mujer que ha cometido pecados en su
vida y quiere redimirse, o bien una segundona que ha visto cómo su dote se ha ido con una hermana
mayor, o simplemente una mujer que ve el convento como salida a un casi seguro matrimonio pactado.
Esta mujer ha sido la que más expectación ha generado en la historiografía, derivada de las
particularidades de los conventos y la relativa libertad que se vivían dentro de ellos.

Un caso especial muy estudiado también, lo suponen las beguinas, mujeres que dedican su existencia a
la religión pero que lejos de ingresar en un convento, mantienen su vida cotidiana fuera de éste. Estas
mujeres pretendían tener un contacto inmediato con Dios, sin intermediación de la Iglesia, para
establecer un diálogo directo con Él. Del mismo modo, se dedicaban a la defensa y el cuidado de los
pobres, de los enfermos y los huérfanos, y a un campo poco común, el del conocimiento: traducían obras
religiosas a lenguas comunes.
La Educación es uno de esos campos en los que la mujer tiene cierto espacio en la Edad Media. Era ella,
desde que la mayoría de la población es analfabeta, la encargada de transmitir la cultura y los
conocimientos que poseía a los hijos y las hijas. Si nos referimos a las nobles, hoy en día sabemos que
la mayoría de ellas sí cultivaron los saberes. Dominando la escritura y la lectura, aprendieron otras
lenguas, se instruyeron en ciencias, y en música. Por el contrario, el acceso a la educación para las
clases bajas fue mucho más complicado, especialmente en las zonas rurales.

De cualquier forma y a pesar de los conocimientos que tuviesen o su clase social, las instruían en la
religión y las enseñaban a organizar un hogar. A las niñas plebeyas las iniciarán en la costura, el hilado y
las tareas del huerto y el ganado y si tenían un negocio familiar, a las labores que debían desempeñar. A
las nobles se las mostraba cómo dirigir al servicio así como buenos modales y el saber estar.

Las monjas eran las más afortunadas entre todas las mujeres si a la educación nos referimos ya que
podían llegar incluso a conocer el latín y el griego y por tanto a leer y escribir. A pesar de que no era lo
común, hoy en día sabemos de mujeres que retando a su tiempo, escribieron desde los conventos:
Hildegarda de Bingen o Gertrudis de Helfta. Debieron enfrentarse a un cuestionamiento ya que se
consideraban sin rigor por el simple hecho de ser mujeres. Se las consideraba también con menor
inteligencia, menos capacidades o incluso sin alma: las prescripciones o normas que debían seguir las
mujeres, independientemente de su edad o clase social, se regían por libros de los monasterios o de la
Antigüedad. Destacan las obras de fisiología que argumentaban que la diferencia entre sexos era una
cuestión biológica: a las mujeres les atribuían unos humores fríos y húmedos, mientras que a los
hombres se les consideraba calientes y secos, la perfección y medida de todas las cosas. La naturaleza
de las mujeres les hacía no sólo ser más débiles en los aspectos morales, sino también en los físicos,
porque podía ser causante de todas sus enfermedades, entre ellas la menstruación -que no era sino todo
aquello demoniaco que la mujer expulsaba por la vagina-.
Estos tratados fisiológicos, junto con otros escritos sobre moral
y costumbres, así como una regulación jurídica muy negativa
para la mujer, hicieron de la Edad Medía, en su mayoría, una
etapa oscura, de austeridad y de prohibiciones para la mujer,
en la que su comportamiento estuvo medido por la institución
de la Iglesia como único garante del buen orden social y
vigilado por los maridos como ejecutores de las normas. Pero
también hubo luces.

En la actualidad se han multiplicado los estudios sobre esta época y sabemos gracias al trabajo de
muchas historiadoras, de grandes mujeres que retaron a su tiempo o de actividades en las que la mujer
era el centro. Una de ellas era la medicina familiar de la que las mujeres, especialmente aquellas rurales,
tenían un conocimiento de las plantas y los remedios que podían utilizarse para curar las enfermedades.

Es por tanto una etapa de luz y de sombras, de pasos hacia delante y hacia atrás donde,
desgraciadamente, la posición de la mujer fue de inferioridad pero donde, las mujeres buscaban huecos,
agujeros por los que salir.

(Autora del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:


Ana Molina Reguilón
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LA MUJER EN LA EDAD MEDIA

-HISTORIA MEDIEVAL UNIVERSAL

LA MUJER EN LA EDAD MEDIA

1-CONTEXTO IDEOLOGICO

-PRECEDENTES (TRADICIONES ROMANA, GERMANA Y CRISTIANA)

-EL CRISTIANISMO- FIGURAS DE LA MUJER

-EVA (LA PECADORA)

-LA VIRGEN MARIA

-MAGDALENA (LA REDENTORA)

-SARA (LA BUENA ESPOSA)

-EL MODELO DEL AMOR CORTÉS-

-CAMBIOS IDEOLÓGICOS (DESDE EL XII)

2-EVOLUCION HISTORICA DE LA MUJER

-TRANSICION AL MEDIEVO Y ALTA EDAD MEDIA (SS. V-X)

-PLENA EDAD MEDIA (EPOCA FEUDAL- SS.XI-XII)

-BAJA EDAD MEDIA (SS. XIII-XV)

-MOVIMIENTO FEMENINO

3-LOS ÁMBITOS DE ACTUACION DE LA MUJER

-CLASIFICACIÓN DE LA MUJER
-EL MATRIMONIO (MUJER CASADA Y VIUDA)

-LA VIDA CONVENTUAL (MUJER CASTA)

-LA CULTURA

-OCUPACIONES DE LA MUJER

-ESTADO LLANO

-CLERO

-NOBLEZA

1-CONTEXTO IDEOLOGICO

-EL MODELO PATRIARCAL.

Desde los estudios acerca de la mujer y los movimientos feministas, surgió el término del “patriarcado” y del “modelo
patriarcal”. Este viene a decir que en la sociedad y en la familia, el hombre se establece como el dominador por
encima de todo y dentro de esto, está la mujer.

Se supone que este modelo está presente desde la antigüedad. Es muy polémico y ha suscitado mucha controversia
el origen de este, pero también el propio concepto y su desarrollo. Desde la antigüedad, pasaría al medievo
continuando a la actualidad, aunque ya muy cuestionado por todos los cambios ideológicos, sociales, políticos, etc.

Por eso se concibe a la mujer como una eterna “menor de edad”. En esta se desconfía, se la vincula con elementos
negativos. Además como se la concibe como un ser más débil que el hombre y menos desarrollada a nivel
intelectual, el modelo patriarcal desarrolla una actitud proteccionista hacia la mujer. Al mismo tiempo, que se la
protege se la trata de someter bajo unas normas que responden a la moral y la costumbre. Por supuesto, dentro de
este modelo la mujer colabora activamente, ayudándole a mantenerlo, ya que se ve de forma natural.

Todo esto viene a ser reafirmado no solo por la moral y la costumbre, sino también por la religión. Primero por las
paganas y luego por la cristiana. Aunque hay que reconocer que esta tiene un principio de igualdad para todos los
cristianos, sean hombres o mujeres. De mano de los teólogos y eclesiásticos más importantes, así como de los
propios textos sagrados surgen comentarios y elementos de una tendencia abiertamente patriarcal y misógina. No
siendo así siempre, también hay otros autores y textos más benignos con la mujer.

Además todo esto esta confirmado por la propia legislación, reflejo del espíritu de la época. Si bien la legislación
medieval es muy compleja, por no estar unificada, existiendo múltiples códigos locales y habiendo diversas
tradiciones legislativas de las que partir.

Así, el sometimiento de la mujer se manifiesta, en su relevo a la vida privada. Si bien, esta tiene una trascendencia
fundamental, en un mundo en el que los sectores privilegiados ligados a la vida pública eran minoritarios con
respecto a la mayor parte de la población. Entre estos, la mujer tenía un papel activo, aunque si es cierto que vivía
sometida a una serie de cuestiones morales, legales, políticas, religiosas, culturales, etc.

Sin embargo, el eliminar a la mujer de esfera pública supone quitarle su voz. Excepto escasos personajes,
normalmente ligados a la nobleza o al clero, y por sus personalidades determinantes, muy pocas mujeres se pueden
destacar. Se conocen efectivamente los casos de algunas reinas, nobles, santas o místicas. Pero, como también
pasa con los hombres, el resto de las mujeres, las más cotidianas, las que por su situación no pueden sobresalir
quedan acalladas.

-PRECEDENTES (TRADICIONES ROMANA, GERMANA Y CRISTIANA)


- En la base estructural a nivel ideológico sobre la mujer, hay que tener en cuenta las influencias de tres principales
elementos: las tradiciones romana, germana y cristiana.

La tradición romana es la que estaba impuesta en todo el ámbito europeo y además los territorios comprendidos del
Norte de África y el Asia menor, que ocupaba el Imperio Romano. Aquí existía una determinada cultura, con unas
tradiciones, una religión, etc., características. Esto se complicaba, teniendo en cuenta, que en los diferentes
territorios que componían el Imperio, existían tradiciones propias, que si bien se habían tratado de eliminar bajo la
imposición romana siempre quedan, formando un sustrato entre las gentes. A esto hay que sumarle, la tradición
helénica que subyace en el ámbito romano y que sobre todo, se puede ver a través de la filosofía. Por otro lado, el
mundo romano vivió influencias de otras religiones, especialmente de las llamadas “religiones mistéricas”, del Asia
Menor. Dentro de estas, la más destacada es el cristianismo. Este se fue extendiendo, ya desde su origen. Por ello
fue perseguido duramente por las autoridades romanas. Sin embargo, acabará siendo aceptado y se vinculará al
mundo romano de tal forma que se dará un verdadero sincretismo entre la tradición clásica romana y el cristianismo.

Dentro de la tradición romana, la situación de la mujer vario con el tiempo. Si bien en la etapa imperial, se vivió una
fase de libertad sin precedentes. A pesar de ello, la mujer estaba por debajo del hombre. La legislación no era muy
benigna en ciertos casos como el matrimonio, el adulterio o el divorcio, aunque si reconocía la capacidad para
heredar de la mujer, etc.

- La tradición germana es la ligada a los pueblos germanos, protagonistas de las “invasiones germanas” de los siglos
V, VI y VII. Este hecho vino a agravar la situación crítica que vivía el mundo romano, desde los últimos tiempos. A lo
largo de la decadencia romana, estos pueblos fueron romanizándose y algunos fueron integrados dentro del Imperio.
Por eso, tras su definitiva caída, en el 476, los pueblos germanos conformaron reinos. Estos se constituyeron como
los herederos del Imperio romano. Sin embargo, significaron el desmembramiento político de este en múltiples
reinos. Por encima, la religión cristiana y la cultura romana eran el único elemento de unidad.

Con el tiempo, se produjo una fusión entre la tradición germana y la tradición romana, manifestada en el Imperio
Carolingio y luego posteriormente.

La concepción de la mujer, bajo la tradición germana, suponía que esta era considerada un elemento activo y
fundamental de la sociedad. Sin embargo, su trascendencia se limitaba a ser “madre” o la “compañera” del hombre.
Por eso se las valoraba como “esposas” y “madres”.

- El cristianismo a lo largo de su historia ha ido incorporando nuevos elementos que han ido conformando el dogma
cristiano. A lo largo del siglo III, se organizó la Iglesia cristiana, dando lugar a una de las etapas más esplendorosas
de su historia. Sin embargo, las persecuciones por parte de las autoridades romanas dificultaron su completo auge.
Sin embargo, a partir del siglo IV, el cristianismo por fin será aceptado por los emperadores. En principio, con el
emperador Constantino, se decretó la libertad religiosa en el famoso “Edicto de Milán” y él mismo se convirtió al
cristianismo. Posteriormente, a finales del siglo IV, pasó a ser la religión oficial de Roma, a causa del emperador
Teodosio, con el Edicto de Tesalónica.

Esta época es la etapa de los Padres de la Iglesia, destacando San Pablo, San Jerónimo o San Agustín, entre otros.
Estos permitieron la adaptación de la tradición clásica al cristianismo. Los Padres de la Iglesia, desarrollaron la
Patrística, una de las bases ideológicas de la religión cristiana para la etapa posterior, a lo largo de la Edad Media. Al
mismo tiempo también es una etapa, la del Bajo Imperio Romano, de formación de la jerarquía eclesiástica.

Con el fin del Imperio Romano, la Iglesia y la religión cristiana se constituyeron como el elemento continuador de la
tradición clásica. A lo largo de la Edad Media, se observan diversas fases que irán haciendo evolucionar el contesto
ideológico, y teológico y el funcionamiento de la Iglesia.

La concepción de la mujer, según la tradición cristiana era un tanto contradictoria. Por un lado, se parte de la teoría
de la “igualdad” de los hombres y mujeres ante Dios. Sin embargo, luego se da el tratamiento patriarcal y se aboga
por el sometimiento de la mujer a su marido.

-FILOSOFIA, CIENCIA.
También hay que tener en cuenta otras manifestaciones intelectuales como la filosofía, de origen clásica; luego
adaptada al cristianismo a lo largo de los primeros siglos de este, cuando se mezcla con la cultura clásica romana y
la tradición griega.

Aquí también se daban concepciones sobre la mujer.

Destaca la figura de Aristóteles, de gran trascendencia a lo largo del Medievo, especialmente desde el siglo XIII,
cuando se recuperó la totalidad de su obra.

Aristóteles proporcionó una imagen de la mujer, muy vinculada al contexto de la tradición griega, en el cual la mujer
estaba sometida totalmente a la figura masculina y encerrada en el hogar. Sin realizar ningún tipo de vida pública ni
tener autonomía.

Con la evolución de la filosofía, surgen nuevos conceptos, aplicados a las doctrinas religiosas que en ese momento
estuvieran vigentes, en relación a las corrientes de pensamiento también. A partir del siglo XIII, empezó a
desarrollarse la Teología. También esta es una fuente para saber la posición de la mujer o por lo menos la
concepción global en el pensamiento de la época.

Hubo, a lo largo del medievo enorme cantidad de tratados y de ensayos acerca de diversos aspectos de la mujer,
tanto en la concepción filosófico-religiosa, como doctrinal, moral o también en torno a la medicina.

Así mismo desde la antigüedad existieron tratados científicos, de muy diversa temática. También entre estos hubo
estudios de la mujer. Destacan figuras clásicas como Galeno.

-EL CRISTIANISMO- FIGURAS DE LA MUJER

- Hay que tener en cuenta, la trascendencia de la religión, en la sociedad de la Edad Media. Tanto es así, que esta
determina la existencia de las gentes en todos sus ámbitos, desde el contexto ideológico, con todo lo que ello
implica, a la vida diaria, el trabajo, el tiempo, los acontecimientos fundamentales, las fiestas, etc. Era un elemento
presente de forma continua y establecía la forma de concebir el mundo, la vida, la muerte, la existencia, el estado de
las cosas, etc. También en el caso de la mujer, es la que va a imponer gran parte de los modelos y de las
estructuras ideológicas que se pueden observar. También es cierto que se ven otras influencias, procedentes de
otras corrientes ideológicas, otras culturas y por supuesto, es fundamental el sustrato de las civilizaciones que se
estudian. Al mismo tiempo, las posiciones de la Iglesia varían con el tiempo, evolucionan o desevolucionan,
cambian, etc.

- La etapa, que va desde la caída del Imperio Romano hasta la Alta Edad media, se conoce como “Transición al
medievo”. Comprende los siglos, del V al VIII. Este es un periodo complicado. Es un tiempo de crisis muy agudizada
en todos los ámbitos, continuadora de la crisis del Imperio romano y que ha ido generando una serie de cambios,
que se irán constituyendo como características del mundo medieval.
Se da una gran complejidad. Es un periodo en formación. El referente lo constituye el Imperio Bizantino, continuador
en todos los sentidos del Imperio Romano. A pesar de todo, la sede de la Iglesia continuará en Roma y esto
generará un desligamiento con respecto al mundo bizantino que irá complicando las relaciones entre ambos a lo
largo del tiempo.

En esta etapa, de carencia de un poder fuerte, la Iglesia actuará como el elemento articulador. Los diversos reinos
germanos que se forman, serán débiles en su constitución organizativa y tendrán escasa duración por los problemas
internos junto con otras cuestiones y se irán produciendo cambios. Por otro lado, van integrando las influencias
romanas y cristianas. Por ello, el cristianismo vuelve a ser el gran triunfador, imponiéndose en los diversos territorios
nuevamente frente a las herejías, fundamentalmente el arrianismo, y el paganismo.

Será, a partir de la Alta Edad Media, cuando irá fortaleciéndose la Iglesia verdaderamente y con ello comenzará a
tener todavía mayor peso en la vida política, ideológica, etc. Además se viven etapas de reformas y de cambios,
tanto en la organización y composición de la Iglesia, como en los dogmas. Ahora es cuando se da la expansión del
monaquismo. Aparece la regla de San Benito de Nursia, que viene a organizar y unificar el monacato europeo. Por
otro lado, el modelo del monacato celta de Irlanda, exportará el modelo del “predicamento por cristo”. Es también un
momento de evangelizaciones y de lucha contra el paganismo y por la unificación dogmática, así como de lucha
contra la herejía, especialmente en el mundo bizantino.

Con la formación del Imperio carolingio, se vivió el llamado “Renacimiento Carolingio”. Este no solo fue cultural, sino
también supuso cambios y transformaciones eclesiásticos. Lo más destacado será la aparición del Monasterio de
Cluny y luego la orden cluniacense. Se da un gran impulso a la cultura, vinculada ampliamente a la Iglesia y que
tiene como centro a los monasterios y escuelas catedralicias, principalmente.

Ya desde esta etapa la Iglesia, va conformando un contexto ideológico más maduro y fuerte. Esto tendrá una gran
influencia sobre la situación de la mujer.

-La Plena Edad Media, es un momento de nuevas transformaciones. Es ahora, en los siglos XI, XII y XIIi, cuando se
produce un cambio. El cambio viene dado por la transformación del mundo medieval en todos los sentidos, político,
económico, social, etc. Esto genera modificaciones en las concepciones, en la mentalidad y también en la religión; lo
cual viene a modificar el mundo de la mujer. Ahora aparecen una serie de modelos, es la época mariana: el
desarrollo de la figura de la Virgen María.

Textos morales, teológicos, y hagiográficos tanto de los padres de la iglesia de Occidente -Ambrosio, Jerónimo,
Agustín-, como de la iglesia de Oriente -Clemente, Alejandrino, Juan Crisóstomo- se difundieron ampliamente en el
medievo. Y tal como se indica, en la Historia de las mujeres de Duby, el imaginario se fue poblando de modélicos
personajes femeninos que debían ser imitados; Dina, Ruth, Ester, Sara, Eva, María. Sus vidas eran la norma a
imitar, sus castigos, los que temer.

Estos escritos de la época manifiestan una postura en torno a la mujer, en la que aparece bajo una visión idealizada
o que se haya fuera de la realidad. Muchas veces manifiestan un carácter misógino por tener concepciones
negativas de la mujer.

Sin embargo, para entender la situación de la mujer hay que tener en cuenta una perspectiva mucho más amplia,
que los textos escritos, tan sometidos a las tendencias ideológicas formales.

Ejemplo de la visión negativa de la mujer, son las palabras de Odon de Cluny: "La belleza del cuerpo sólo reside en
la piel. En efecto, si los hombres vieran lo que hay debajo de la piel, la visión de las mujeres le daría náuseas...
Puesto que ni con la punta de los dedos toleraríamos tocar un escupitajo o un excremento, ¿cómo podemos desear
abrazar este saco de heces?"

Todos los modelos religiosos son un ejemplo de la necesidad de piedad; en estas etapas, frente a la idea de un Dios
alejado, justiciero y castigador, se necesitan de mediadores para acceder al ámbito divino. Además se conforman
diversos modelos, que sirven para ejemplificar los valores que se quiere transmitir desde la Iglesia a las masas. Por
eso a parte de las figuras de la piedad, aparecen múltiples santos.

Tal y como dice, Jaques Dalarun en “Historia de las mujeres”: “María nos abre la puerta al paraíso, del que la
maldición de Eva, nos ha excluido, así también el sexo femenino se libera de su aprobio por obra de Magdalena”.
De estas tres figuras femeninas los clérigos y los tratadistas estipularon los destinos de la mujer: del cielo al infierno
pasando por el purgatorio. María arriba, madre y virgen; Eva pecadora, caída, diabólica; Magdalena más terrena,
más real, pero igualmente instituida en santa por obra de hombres. La mujer contemplaba pasivamente estas tres
figuras en las que intentaba reconocer su fragmentada humanidad. (1)

-EVA (LA PECADORA)

La figura de Eva no tanto es un modelo, sino que es un ejemplo negativo que se toma para la mujer y por el cual, se
justifica toda la misoginia y las imposiciones a la mujer por parte de la moral cristiana. Este modelo bíblico vino a
dificultar y a menospreciar la figura de la mujer y de los modelos de actuación a seguir.

En contra posición a ella, surgen otros ejemplos, a lo largo del medievo. Principalmente, el de la virgen María viene a
sustituir esta concepción tan negativa que se tiene de la mujer. Sin embargo, la cuestión es que se le vienen a
imponer entonces una serie de valores y de normas muy estrictas. La mujer vive sometida a todo esto, vive en
permanente control y la moral cristiana viene a justificarlo.

-LA VIRGEN MARIA

En el siglo XII se produce el inicio de la adoración de la virgen María. A partir de este momento, se convertirá en uno
de los pilares de la Iglesia y en uno de los modelos básicos para entender la concepción de la mujer de la época.
Esta etapa se concibe como la etapa de “Nuestra Señora”.

La virgen María viene a ser la sublimación de la mujer, tanto es esto que la idealización de esta lleva a su
alejamiento con respecto a la mujer terrenal.

Es concebida como la “madre del Salvador”, María es la “Madre” por excelencia (la Madre de Dios) y también es “el
refugio del pecador”. Al mismo tiempo, se la concibe como “madre, hermana y esposa de Dios”, lo cual viene a
suponer una gran elevación pero al mismo tiempo, un segundo plano muy alejado y casi de sumisión, manifestando
el reflejo de la sociedad patriarcal.

A pesar de su papel de madre, representa el papel de suma virgen. La idea de virginidad, es uno de los ideales mas
destacados por los clérigos. Incluso se llega a decir, que hay una jerarquía en torno a la salvación de acuerdo a
pertenecer al grupo de las vírgenes, las casadas o las viudas.

La virginidad es la máxima virtud a la que puede acceder una mujer. De hecho se llega a establecer que de esto
depende no solo su honra sino la de toda su familia. La obsesión de los clérigos en la castidad y la virginidad les
llevó a pretender aplicar sus máximas a todos los ámbitos, incluso en el matrimonio.

Esto genera un carácter represivo, aportando un elemento de culpabilidad a la libertad sexual de la mujer, reforzado
y confirmado por la legislación.

Con la imagen de María, la sexualidad se ve escindida entre las vírgenes y las otras; casadas o viudas. Así, la
sexualidad será el eje definitorio de la consideración femenina a partir del surgimiento del culto mariano. (2)

-MAGDALENA (LA REDENTORA)

La figura de Magdalena, también es una aportación de la etapa medieval. Presente en la Biblia, vino a ser tomada
como uno de los ejemplos de redención de los pecados. Magdalena es presentada como la suma redentora. La que
consigue la salvación de sus pecados, por el arrepentimiento y la penitencia.

Los siglos XI y XII señalan el inicio del culto a Magdalena y su inserción en el imaginario y en la cultura medieval
occidental.

El modelo de Magdalena, representa la posibilidad de salvación a pesar de ir por el camino incorrecto. Es un medio
de poder incluir a aquellos que no sigan el “camino correcto” para poder introducirse en él.
-SARA (LA BUENA ESPOSA).

Uno de los grandes empeños de la Iglesia será el establecimiento del matrimonio como uno de los sacramentos
fundamentales del cristianismo. En este contexto, se va a establecer un modelo a seguir: el de la bíblica Sara, el
modelo de la “buena esposa”.

Cuando “Sara salió de su hogar para vivir en la casa del marido, sus padres le pidieron que 1) honrase a sus
suegros, 2) amase al marido, 3) cuidase de su familia, 4) gobernase la casa, y 5), se portara de un modo
irreprochable.

El amor al marido, es fundamental. El marido, bajo la sociedad patriarcal de la que estamos hablando, es el cabeza
de familia. La mujer esta sometida a este. Él debe cuidar de la mujer. El marido es visto como superior. También hay
que saber que se entiende por amor; más bien, en este caso podríamos decir que amor se utiliza como un sinónimo
de respeto y al mismo tiempo de afecto y cortesía para con el marido.

Por supuesto, la maternidad es uno de los fundamentos de la vida de la mujer y el objeto del matrimonio. De hecho
los clérigos, solo defienden las relaciones sexuales en el contexto determinado del matrimonio con el objeto
exclusivo de la procreación. Tan fundamental era la maternidad, que la esterilidad era vista como una especie de
castigo y además era de los pocos motivos, que podían permitir la ruptura de un matrimonio. En cuanto a las
ocupaciones de la mujer dentro del matrimonio, vienen dadas por un lado por la ocupación de la familia, tal y como
se dice pero también del gobierno de la casa. Por supuesto, esto variaba de acuerdo a la posición socio-económica
de las mujeres. Porque las de bajo status, además de las tareas domésticas y el cuidado de la familia, tenían que
ayudar al marido en las labores del campo, la artesanía, o el trabajo que ocupara. Incluso, aquellas mujeres viudas,
tenían que convertirse además, en las cabezas de familia, ocupándose de procurar el sustento. En el caso de las
mujeres de alto status, su situación era distinta pues siempre contaban con múltiples esclavas y sirvientas. Así que
se dedicaban a otros menesteres.

En último caso, se indica la idea de que la mujer se comporte de forma irreprochable. Esto manifiesta la idea de que
la mujer, sea cual sea su posición, debe mantener un comportamiento estricto, marcado por la moral y las
costumbres.

-EL MODELO DEL AMOR CORTÉS-

Se desarrolló durante la Plena Edad Media, vinculado a las cortes de lo grandes nobles de la Europa occidental.

Viene a ser la plasmación de las relaciones de vasallaje al amor. Código de comportamiento que definía las
relaciones entre enamorados. Es una oposición al matrimonio lícito, que era normalmente un contrato entre familias
en el que no tenía trascendencia el afecto previo.

Es difícil definir el amor cortés, pues es en parte un juego. Por otro lado, también tuvo su eco en la literatura.
Destaca la literatura trovadoresca.

En este juego, un hombre joven y de cierta posición trata de conquistar a una dama. Esta suele ser de más alto
status que este y muchas veces, la esposa del señor al cual es vasallo el joven. Este amor, se desarrolla sobre
planteamientos platónicos. Pues se supone que el objeto es simplemente la lucha por la conquista de la dama sin
que ello llegue al éxito y a una relación carnal. Sin embargo, muchas veces tuvo esta consecuencia. Cuanto más
complejo es el objetivo mejor.

La cuestión es que este modelo vino a suponer un desarrollo en la concepción de la mujer. Se la idealiza y se la
pone por encima. Sin embargo, George Duby ha criticado esto y dice que al contrario, la mujer se convierte en una
especie de premio y que el amor cortés es un juego puramente masculino. Una forma de demostrar su virilidad.

Por eso también se lo relaciona con el ideal caballeresco, que tanta importancia tuvo en la época. Precisamente
entre otras cosas, la relación del ideal caballeresco con el amor cortés propiciaron la decadencia del primero.

La literatura sobre la tradición del amor cortés incluye obras como Lancelot, del poeta francés del siglo XII Chrétien
de Troyes, Tristán e Isolda (1210), de Gottfried von Strassburg, Le Roman de la rose (hacia 1240) de Guillaume de
Lorris y Jean de Meun, y los romances relativos a la leyenda del rey Arturo. El tema del amor cortés fue desarrollado
en la Vita nuova (Vida nueva, c. 1293), y en la Divina Comedia (hacia 1307) de Dante Alighieri, y en los sonetos del
poeta italiano del siglo XIV Petrarca

-CAMBIOS IDEOLÓGICOS

Desde el XIII se inician una serie de cambios. Se impone el modelo de maternidad, por encima de la obsesión de la
pureza virginal, aunque sigue presente.

-Plena Edad Media.

Durante esta etapa se viven cambios de gran importancia.

Por un lado, predominaba una imagen negativa de la mujer, como se puede manifestar en la preeminencia de la
figura de Eva, como referente para los eclesiásticos. Al mismo tiempo, se da desde el siglo XII, la reinterpretación del
matrimonio laico como un elemento religioso, al convertirlo en un sacramento. Ello deriva en la intromisión de la
iglesia en este y en lo que ello supone. Desde entonces, la mujer empieza a tomar otro carácter en torno a su papel
de esposa y de madre. La Reforma Gregoriana fue una gran impulsora de cambios.

Desde el siglo XIII, se desarrolla el culto mariano. Este aportará una nueva visión de la mujer, altamente idealizada
en la figura de la virgen. La virginidad será un objeto que se promueve por encima de todo.

La etapa feudal es el momento también de la aparición del amor cortés.

En el plano religioso es una etapa también de herejías, como la cátara o valdense.

Se produce el desarrollo de las órdenes mendicantes con lo que ello supone. Los conventos y monasterios llegan a
su máximo auge como centros culturales, para luego ser relegados por las universidades, a partir del siglo XIII.

-Baja Edad Media.

Esta etapa es una época de profundos cambios, dentro de una enorme crisis que afectó a todo el panorama
(político, demográfico, religioso, social, etc).

Todo esto tendrá su trascendencia en torno al status de la mujer y sus implicaciones.

En el plano político, se produjo el desarrollo de las monarquías y con ello un mayor centralismo, la evolución de las
instituciones y de la legislación. Se esta configurando el camino hacia la formación de los estados modernos de una
forma primigenia. En la legislación se estableció de forma rígida los derechos de acceso al trono de la mujer.
Estableciéndose, en ocasiones, leyes que las excluyen como la Ley Sálica de Francia.

Por otro lado, la Baja Edad Media es una etapa de crisis religiosa. No sólo por los problemas del Papado, en torno al
Pontificado de Avignon o al Cisma. Esto manifestaba la necesidad de una profunda reforma, que precederá a la
reforma protestante. Además es un momento del resurgir de las herejías. Los movimientos heréticos han sido una
constante a lo largo del Medievo. Sin embargo, una posición dura de las autoridades religiosas consiguió acabar con
estas. Un momento de especial trascendencia de las herejías fue la Plena Edad Media. Ahora, también, en el
contexto de degradación de la figura del Pontificado, así como el surgimiento de visiones religiosas distintas, se
desarrollaron multitud de herejías. Estas muchas veces se mezclaron con contexto socio-económicos conflictivo, así
como con visiones apologéticas y milenaristas, a causa de las enormes catástrofes que pervirtieron el bajo medievo.

En muchas de estas herejías, hubo una gran participación de la mujer. Como en otras ocasiones, la mujer veía en
estas una forma de escapar a las fuertes estructuras patriarcales, que las sometían a una autoridad masculina o una
forma de actuar de forma más igualitaria o con mayor preponderancia. Otras causas que motivarían su participación,
además del propio contexto, será porque muchas veces las herejías que se dieron, como el Joaquinismo o el
Husismo, vienen vinculadas a cierto misticismo.
Así mismo, hay que tener en cuenta, que desde la Plena Edad Media, se produjo la decadencia de los monasterios
como centros culturales frente a las universidades. Sin embargo, estas estaban prohibidas para las mujeres. Existía
una legislación expresa sobre ello. Esto limitó su participación en tareas que tradicionalmente habían desempeñado,
como las relacionados con la medicina, etc.

Por otro lado, en el mundo del trabajo, la reducción de la población hizo que los hombres ocuparan los puestos de
trabajo, iniciándose un progresivo desplazamiento de la mujer. Si bien este es muy discutible, ya que es una
apreciación generalista. Otro autores señalan que esto tiene su culminación durante la Edad Moderna.

Otro elemento, muy destacable. Es el desarrollo del modelo burgués. La burguesía, empieza ya desde la Baja Edad
Media a tener gran protagonismo en el ámbito urbano. Con esto surge un nuevo modo de vida, distinto
planteamiento del tiempo y en relación a esto surge el papel de la mujer más ligado al hogar. Si bien este modelo ha
sido muy criticado.

Se produce el cambio de la familia amplia a la “familia nuclear” en el ámbito urbano. En el rural, se dará una
continuación de esa familia amplia. También es difícil, sin embargo, generalizar sobre el modelo de familia.

-LEGISLACIÓN Y CONDICIÓN DE LA MUJER

La legislación del medievo es una legislación compleja, en la que se mezclan varias tradiciones. Por un lado, el
derecho romano, por otro el germánico, el consuetudinario y también el derecho canónico. Este último es el único
uniforme para todos los territorios, ya que la ley secular variaba según el territorio.

La legislación, como ya he indicado, viene a corroborar la situación de sometimiento de la mujer. Es un indicador de


la concepción subordinada de esta con respecto al hombre.

En general, el derecho discriminó a la mujer frente al hombre, y esto la perjudicó no sólo en el ámbito privado, sino
también en el ámbito público (…). Como ámbito público entendemos aquél que concierne a dos actividades
fundamentales: la política y la economía. (4)

“En conjunto el derecho público presentaba a las mujeres como seres carentes de derechos, pero también de
deberes, en el terreno público”. Esto se manifestaba en lo siguiente: “Una mujer no podía ejercer de funcionariado
(…), ni podía ser jurado en un tribunal ni testigo siquiera, salvo que el caso la afectara a ella personalmente” (5)

La mayor parte de la legislación acerca de la mujer viene relacionada con el matrimonio. Esto se explica
precisamente porque era el único acto a nivel público en el que estaba presente.

La concepción de la mujer, como ya he señalado, la establecían como una eterna menor de edad. Esta siempre
estaba controlada por una figura, normalmente masculina, ya fuera su padre, sus hermanos o su marido o bien por
su familia. Por ello pasaba a estar bajo dominio del padre para pasar al del marido. Esto es lo que se denomina:
“tutoría masculina”, en la Historia de las mujeres.

De hecho, muchos autores, indican que las mujeres casadas pierden todos sus derechos de acuerdo al dominio
jurídico que podía ejercer el marido sobre su esposa. Esto se refleja en que por ejemplo, mientras que viviera, el
marido estaba considerado el administrador de los bienes de la esposa.

Al establecerse el modelo matrimonial de la Iglesia católica, el divorcio quedó prohibido. Este si se permitía tanto en
la tradición legal romana como en la germánica. Aunque estaban limitados. Partir de este momento sólo pocos casos
podían motivar la ruptura matrimonial. El fundamental era la consanguinidad, que fue perseguida hasta la saciedad
por la Iglesia, a causa de su modelo exógamo de matrimonio. El otro motivo era la no consumación del matrimonio o
bien la esterilidad del cónyuge (normalmente la mujer).

En las tradiciones anteriores, la mujer tenía menos derechos y posibilidades que el hombre y más aún ahora, le era
prácticamente imposible huir de un matrimonio.
Así mismo podemos ver otros temas vinculados en la legislación a la mujer; como la dote, la capacidad de la mujer
para poder heredar, el poder comerciar o la cuestión del adulterio, etc.

En el caso de la mujer el castigo por adulterio era mucho más severo que para el hombre. La legislación, como la
situación de la mujer, irá variando con el tiempo, así como es diferente en los distintos lugares, etc.

El derecho canónico y la mayoría del Derecho consuetudinario establecían la edad del matrimonio en torno a los 12
años para las mujeres y 14 años para los varones.

Otro elemento ligado a la legislación es lo referente a lo penal. Dentro de esto, destaca la realizada en torno al delito
de la violación contra las mujeres o el infanticidio. Por lo demás, las penas por robo o asesinato eran similares que
las de los hombres. La única excepción que se daba, era en torno a la pena de muerte y la posibilidad de evitarla
para las mujeres embarazadas. Si bien la generalidad contrasta con la aplicación local de las diversas leyes o
tradiciones legislativas establecidas.

2-EVOLUCION HISTORICA DE LA MUJER

Es difícil establecer una historia de la mujer, con diferentes etapas. Hay elementos que se mantienen más o menos
inamovibles a lo largo de este largo periodo, como es la estructura patriarcal que somete a la mujer y el papel activo
dentro del ámbito privado, su amplia actividad laboral y su también minoritaria contribución, al también minoritario
campo de la cultura.

A pesar de ello se pueden señalar con el tiempo ciertos cambios significativos o ciertas innovaciones que modifican
la vida de la mujer.

Aún así las generalizaciones vienen a falsear un poco el panorama histórico, pues se tiende a homogeneizar una
realidad siempre más compleja de lo que es en realidad.

-TRANSICION AL MEDIEVO Y ALTA EDAD MEDIA (SS. V-X)

En el inicio de la Edad Media, con los profundos cambios que se producen, se puede observar un papel muy activo
de la mujer. Esto además se puede entender por la gran trascendencia de la tradición germánica, que frente a la
romana concedía a la mujer un papel más importante. De manera que las mujeres, en todos los ámbitos sociales
actuaban con mayor amplitud que sus semejantes en tiempos posteriores.

Es en esta etapa cuando empiezan a conformarse las estructuras que afectarán a la mujer con posterioridad.

Surgen los primeros conventos de mujeres y con ellos aparecen ya destacadas algunas intelectuales. También se
puede destacar el papel protagonista de algunas reinas y nobles.

“Al hablar de las mujeres de la alta Edad Media, y de los papeles que desempeñaron, es inevitable centrarse en las
que pertenecieron a las clases más altas porque eran las más visibles y hay constancia de sus actividades” dice
Margaret Wade Labarge, en su libro “Historia de las mujeres”. Sin embargo, es un hecho que se repite a lo largo de
toda la historia. Aunque si es cierto, que con el avance del tiempo y la mayor existencia de referencias escritas si
que el conocimiento acerca de los grupos sociales de bajo status se hace más evidente. También es cierto, que los
estudios de historia siempre se han centrado menos en los sectores sociales menos favorecidos y hasta los últimos
años no han aparecido estudios sobre la vida cotidiana, la mujer, etc.

-PLENA EDAD MEDIA (EPOCA FEUDAL- SS.XI-XII)

La plena Edad Media es una etapa de consolidación de los cambios habidos en la etapa previa.

Se produce el establecimiento del matrimonio católico. Se inicia el culto mariano. Todo esto otorga un cambio en el
papel de la mujer. Las restricciones morales y religiosas someten más a la mujer.

El desarrollo urbano, amplia el ámbito urbano y con ello se crea un nuevo mundo para la mujer. La vida en la ciudad
es “revolucionaria”, en comparación a la del campo. Aquí se posibilita una intervención femenina más activa y una
mentalidad más abierta. Además las ciudades son un foco cultural.

En el siglo XIII, además es el siglo de la aparición de las universidades. De las cuales quedan excluidas las mujeres.
Sin embargo, estas significan el desarrollo de la cultura de forma espléndida.

-BAJA EDAD MEDIA (SS. XIV-XV)

Esta etapa es un momento de nuevo de transformaciones. Sin embargo, es una etapa de crisis. Esto afecta mucho a
la población.

Las ciudades se resienten especialmente de las epidemias endémicas.

Se empieza a imponer el llamado “modelo burgués” para la mujer. Por este el hombre copa la mayor parte de los
elementos laborales, mientras que la mujer pasa a estar ligada exclusivamente al hogar. Sin embargo, esta
tendencia se impone más tardíamente y diverge en torno a los grupos sociales diversos.

En comparación, a otros momentos para la mujer, la Baja Edad Media vino a suponer una etapa de recesión.

3-LOS ÁMBITOS DE ACTUACION DE LA MUJER


CLASIFICACIÓN DE LA MUJER

Cuando se inicia un estudio de la mujer, se observa la complejidad de este ya que la situación de la mujer es diversa
atendiendo a diversos factores: temporal, espacial, social, económico, cultural, etc.

A lo largo del tiempo podemos hallar cambios importantes que afectan a la mujer. Al mismo tiempo dentro de cada
espacio temporal podemos observar una gran variedad de diferencias de acuerdo al elemento espacial. Así mismo,
la clasificación social sitúa a la mujer en diversos espacios y medios, como también lo hace el criterio económico.

Partiendo de esto, podemos establecer diferencias de acuerdo al criterio social estamental:

-Estado llano: las mujeres eran cuantitativamente la mayor parte de la población femenina. Así mismo hay que
indicar que este grupo social era muy amplio y a su vez dentro de él se pueden establecer también muchos matices,
especialmente en torno a la cuestión económica. Dentro de este se pueden distinguir:

-campo. Dentro del campo, podemos hallar a labradores y con ellos a sus mujeres, pero predominaba al
campesinado sin propiedad que vivía como colonos o como siervos. En general la vida en el campo siempre es más
dura y mas pobre.

-ciudad. En la ciudad, también vivían campesinos. Luego había pequeños comerciantes y artesanos y por encima de
estos la alta burguesía, a veces relacionada con la nobleza.

La ciudad representa un polo dinámico en lo económico, político y cultural. Esto supone amplias diferencias respecto
a la vida de los campesinos.

Por ser el Estado llano, el sector marginal y más alejado de la vida pública y de la cultura desconocemos mucho de
las mujeres y hombres de este grupo social.

-Nobleza.

La nobleza representa al status más alto, junto al clero, por constituir un estrato privilegiado. Con ello se relacionan
con unas posiciones socio-económicas elevadas, además de controlar el poder. El sector más alto de la nobleza es
la realeza. Por ello, aquí aparecen las mujeres más destacas y es el sector del que más información tenemos, como
también ocurre con el clero.

-Clero. Grupo privilegiado y caracterizado por su dedicación a la vida religiosa. Dentro de este también hay amplias
diferencias. Lo más destacado es que también tienen un amplio poder y además van a ser los que capitalicen la
cultura a lo largo del medievo.
Además de estos elementos generales que afectan no sólo a la mujer sino también a sus compañeros masculinos,
hallamos una clasificación propiamente de la mujer. Las clasificaciones surgen ya desde los textos de la época, en la
que se hace una diferenciación de los diversos tipos de mujeres. Esto amplia en matices el estudio de la mujer.

El elemento clasificador de la mujer viene a ser principalmente su “estado civil”. Por ello se puede diferenciar entre
solteras y casadas. Teóricamente lo normal para una mujer era el matrimonio, por la concepción patriarcal implícita
en su situación. Por ello la mayor parte de mujeres estaban casadas. Junto a estas aparecen aquellas casadas que
ha perdido a sus maridos, es decir, las viudas.

Por otro lado, teniendo en cuenta el predominio del matrimonio para una mujer, la única alternativa era el convento.
Aquí residían las mujeres que no habían llegado al matrimonio, ya fuera por vocación o por designación familiar.
También, muchas veces hallamos aquí a las viudas, bien en los conventos o bien relacionadas con formas de vida
religiosa.

Estas dos clasificaciones se entrelazan y juntas, con otros matices no indicados que complican más el análisis venía
conformar el panorama general de la mujer a lo largo del medievo.

-EL MATRIMONIO (MUJER CASADA Y VIUDA)

Se puede hablar de que existen dos ámbitos: el ámbito privado y el ámbito público. El segundo está vinculado
exclusivamente al hombre, mientras que al primero lo está la mujer. Sin embargo, a pesar de las connotaciones de
cada uno, se puede decir que el primero era el predominante. La mayor parte de la población no se relaciona con el
ámbito público, entendido este como el oficial, el culto. Este solo se basa en las élites de los grupos de alto status.
Mientras, las gentes se relacionan más con la cotidianidad y en ese mundo la mujer, tiene un papel mucho más
activo que sus coetáneas de la nobleza.

Se supone que el estado “natural” de la mujer es el matrimonio. Esto se explica si entendemos que partimos de una
sociedad patriarcal, en la que la mujer está sometida al varón y por ello, el matrimonio asegura ese modelo.

-La concepción del matrimonio. La historia del matrimonio ha ido evolucionando. Al principio, el matrimonio era una
institución laica. Este no se impuso como sacramento hasta el siglo XII. Esto quedó regulado con el Decreto de
Graciano de 1141. A partir de este momento, se trata de controlar por parte de la Iglesia cristiana todo lo referente al
matrimonio y se pretende establecer unos modelos. En este sentido hay que indicar, el modelo de Sara, la buena
esposa. En ella se manifiestan los mandatos que debe regir una esposa ideal.

La Iglesia trata entonces de imponer la monogamia y la exogamia, así como la prohibición del divorcio. El divorcio
estaba permitido bajo los derechos romano y germano.

Finalmente, en la plena y baja Edad media ya se puede hablar de que “el modelo de matrimonio católico”, se había
impuesto. Este se define tal y como dice G. Duby, en Historia de las mujeres, como: “una relación monogámica
indisoluble fundada en Dios y basada en representaciones y valores teológico-eclesiásticos”.

Se mantenía un doble moral, bastante hipócrita en los temas relaciones con la libertad sexual. Mientras que a la
mujer se le impone el modelo de castidad y de fidelidad exclusiva a su marido, este contaba con una mayor libertad
para poder mantener relaciones sexuales con prostitutas, concubinas, etc. Por eso el adulterio en la mujer era
mucho más castigado y mayor era la penalización moral que tenía esta por encima del varón.

El matrimonio era un contrato y esto se hacía mas evidente entre los grupos sociales de alta posición. En los grupos
medios y bajos según el status social y su posición económica, variaba el concepto del matrimonio. Este se
vulgarizaba y tomaba más un carácter más libre y más cercano a nuestra idea de matrimonio. El matrimonio se
considera uno de los fundamentos de la vida del ser humano, puesto que el objeto de este es sobrevivir y procrearse
y esto se vinculaba al matrimonio.

La posición de la Iglesia en torno al carácter de los cónyuges dentro del matrimonio era un tanto contradictoria. Por
un lado, se establecía la idea de “igualdad” entre los esposos, pero al mismo tiempo se insistía en la “autoridad del
marido”. Esto manifiesta quizá la contradicción entre el ideal cristiano y el modelo patriarcal establecido.
Así mismo, se abogaba por parte de las autoridades eclesiásticas por un matrimonio producto del “consenso”, entre
los cónyuges, cosa que se contradice con la tradición del concierto de los matrimonios por los padres o familias. Este
hecho se daba en todos los niveles sociales, si bien era más obvio en el caso de la nobleza.

-El matrimonio entre la nobleza. Sin embargo, el matrimonio entre la nobleza, tenía una carácter político y
económico. Era un contrato, que se hacía con unos fines determinados. Traía la cesión de una dote, según el
derecho romano para poder sustentarse la esposa y por ello, quien la tenía que dar era su padre; mientras que el
derecho germánico establecía un pago del marido a su esposa. En cada país existían diversas tradiciones y ambas
llegaron a combinarse. Pero en general, tanto las arras, la dote o cualquier pago que se diera tenían el mismo fin de
contribuir al mantenimiento de la esposa. Sin embargo, el marido como tutor de la mujer, era quien las tenía que
administrar.

Los matrimonios eran un medio para mantener grandes fortunas, para establecer lazos políticos. De manera que la
mujer era simplemente un medio, lo mismo ocurría con el hombre con el que se casaba. Los intereses de los padres
o las familias primaban por encima de todo.

-La idea de “amor”. No se entendía la idea de casarse por amor. De hecho, el amor, tal y como lo entendemos
nosotros es una aportación de la etapa contemporánea.

El “amor conyugal” se entiende más como una consecuencia de la convivencia que como una causa del matrimonio.

La Iglesia alentaba al amor conyugal, sin embargo, referido más a una acción de respeto, de afecto y de buena
convivencia que a otra cosa.

-La maternidad. Se supone, que el fundamento del matrimonio es la maternidad: “concebir y educar a los hijos era
una de las principales tareas, la profesión de las esposas”.

El ideal de “buena esposa”, se complementa con el de “madre”.

La procreación era fundamental en todos los ámbitos sociales. En el caso de los grupos nobiliarios y la realeza era
fundamental para la continuación del linaje, la posición política y económica, etc.

Para los campesinos era fundamental la descendencia pues aseguraba el mantenimiento de la economía familiar y
la vejez de los padres. Lo mismo ocurría en el caso de los burgueses.

La importancia de la maternidad, hizo que la esterilidad se convirtiera en un verdadero lastre para las mujeres. De
hecho era de los pocos motivos permitidos para la ruptura de matrimonios.

A pesar de ello, esto no evitó que se dieran tanto la existencia de anticonceptivos como el hecho del infanticidio o el
abandono de niños.
-“Las viudas”.

Al enviudar la mujer pierde al elemento tutelar que es el marido y se supone que gana autonomía. Sin embargo, la
mujer no solo estaba sometida a las figuras del marido o el padre, sino que todos los varones de la familia debían
hacerse cargo de ella.

De hecho muchas veces se volvía a casar, para poder asegurar su subsistencia o la de sus hijos o para poder
reestablecer los lazos económicos o políticos, entre las mujeres de la alta nobleza.

A veces también las mujeres viudas se establecían en conventos y así aseguraban su vida y estaban resguardadas
de las miradas ajenas que pudieran ver en estas un interés por desviarse. Muchas buscan pasar sus últimos
tiempos, alejadas del mundo, en una búsqueda interior o simplemente huir de los interesados enlaces matrimoniales.

Sin embargo, hay bastantes ejemplos de mujeres viudas que toman las riendas de su vida y se llegaron a encargar
de los negocios de sus maridos y a prosperar mucho.

Al enviudar la mujer consigue su propia autonomía, recibiendo a menudo la tutela de los hijos menores, la libertad
para volver a casarse sin consentimiento paterno y poder administrar sus bienes. Si estos bienes son cuantiosos
podemos afirmar que el papel de la viuda es importante en la sociedad. En aquellas regiones donde se establezca el
sistema de primogenitura la viuda debe acudir al convento donde, para ingresar, también debe aportar una dote

-MUJER Y RELIGIÓN

La organización eclesiástica se desarrolló a lo largo del medievo y dentro de ella, la mujer también participó. Uno de
los elementos más destacados fue el desarrollo del movimiento monástico y del eremitismo.

Destacan mujeres como Hildegard de Bingen, santa Clara, santa Catalina de Siena o santa Isabel de Portugal.

Pronto surgieron los primeros monasterios de mujeres en tiempos de los reinos germanos. Sin embargo, estos
siempre fueron minoritarios frente a los masculinos.

El acceso a estos, como en el caso de los masculinos era teóricamente por vocación. Sin embargo, pronto se
plantearon como una salida para las mujeres nobles que no tuvieran la suficiente dote y que les permitía permanecer
en una buena posición o como una forma de retiro para las viudas.

El caso de las mujeres donadas a los monasterios se manifiesta en los textos medievales. En torno a ellas surgen
múltiples historias, de monjas sin vocación. Motivando aún más la desconfianza hacia las religiosas.

Por el modelo de virginidad, se promovió por parte de la Iglesia la participación de la mujer en los conventos.
Muchas mujeres se vieron atraídas por la vocación religiosa. Esta se vio como un medio de vida distinto y una
opción muy válida frente a los matrimonios impuestos, en caso de la nobleza. Aunque pueda resultar chocante, la
posibilidad de la elección para una mujer de una vida religiosa, en el caso de la nobleza, si chocaba con los planes
familiares, resultaba un verdadero acto de rebeldía. Se documentan muchos casos de mujeres que lucharon por su
vocación religiosa con diferentes resultados, muchas de ellas llegaron a ser incluso santas.

Otro elemento ha destacar son el desarrollo de las órdenes religiosas. Esto se dio en la Plena Edad Media, a partir
del siglo XIII. Paralelamente, surgieron dentro de estas secciones femeninas. Con ello casi siempre las monjas y sus
abadesas quedaban supeditas a una jerarquía eclesiástica, donde solo existían hombres. Especialmente se
vincularon las mujeres a las órdenes mendicantes. Destacan las monjas franciscanas (las clarisas).

Sin embargo, la tendencia de las autoridades religiosas fue la de recomendar la clausura. Este era un medio para
poder tener más controladas las monjas, pues a lo largo del tiempo se mantuvo el rumor de la vida poco
recomendable que seguían las monjas dentro de los conventos. De hecho se cuentan historias de monjas
seducidas, etc.

No todas las mujeres religiosas procedían del estamento privilegiado, sino que también se incluyó a mujeres menos
favorecidas y para ello, se crearon fundaciones cuyo objetivo era dotar huérfanas y muchachas pobres.
-Eremitismo. Dentro de las mujeres religiosas, aparte de las de los conventos, existía el grupo de las eremitas. Estas
estaban aisladas en celdas, a veces dentro de los conventos o alejadas del mundo exterior.

En los siglos XIV y XV se desarrollará el fenómeno de las emparedadas, mujeres que se introducían en una celda
cuya puerta era tapiada

-Misticismo. Otro elemento a destacar en torno a la vinculación de la mujer a la religión es precisamente el


misticismo. El misticismo supone la máxima expresión religiosa que se puede tener. Esta vinculada a una vida
ascética y a las visiones, que tienen determinadas personas. El misticismo supone la búsqueda de la fusión con lo
divino, a través de la negación de su propia voluntad.

Esto supone en cierta manera saltarse las barreras jerárquicas de la Iglesia, para que el individuo tenga un contacto
personal con Dios. Hubo destacadas místicas a lo largo del medievo.

Destacan las místicas Margarita de Ypres, Beatriz de Nazaret, Ángela de Foligno, Catalina de Siena y la famosa
escritora Hildegarda de Bingen.

Muchas de estas escribieron obras, en las que se manifiesta su pensamiento y sus concepciones místicas.

-Beguinas. También surgieron comunidades cuasi-religiosas de mujeres solteras, viudas o casadas que se
aproximaban a la religión y que lo vivía como una forma de vida sin estar sometidas a la estricta vida del convento.
Esto es el caso de las beguinas o terciarias. Muy en boga sobre todo desde los últimos siglos de la Edad Media, ya
que se relaciona este movimiento al desarrollo urbano.

Estas vivían en comunidades, dirigidas por una directora espiritual. Cada comunidad funcionaba de acuerdo a unas
características. Si bien en general, se asemejaban en la forma. Hacían voto de castidad y podían mantenerse dentro
de la comunidad libremente hasta que quisieran. Otra de las características es que hacían servicios y trabajan para
mantenerse.

Sin embargo, las autoridades eclesiásticas siempre tuvieron cierto recelo de estas comunidades, porque
consideraban que podían ser foco de herejía y además, la confianza en la mujer no era demasiada, de manera que
surgían todo tipo de acusaciones.

Esto hizo mucho daño al movimiento de beguinas, que había crecido en importancia durante la Plena Edad Media.
Esto tuvo su culminación en el Concilio de Vienne de 1311, en el cual Clemente V, condenó el movimiento bajo pena
de excomunión. Sin embargo, esto no acabó con el movimiento, si bien se aumentó el control de este.

-Herejía. Las herejías fueron una constante a lo largo de la Edad Media. Fueron de muy distinto tipo y de distinta
procedencia. Se puede observar una alta participación de la mujer en estas. Estas fueron muchas: cátaros,
valdeses, joaquinistas, franciscanos espirituales, flagelantes, lolardos, husitas, anabaptistas, etc.

La fuerte presencia de la mujer se puede explicar por la mayor vinculación de esta a la espiritualidad y a la piedad,
así como porque estas herejías rompían con lo establecido y muchas veces, deban mayores posibilidades de un
papel más activo de la mujer o tenían concepciones más igualitarias, etc.

Estas fueron especialmente perseguidas. De hecho la relación de la mujer con la herejía fue un temor constante.
Manifiesta una vez más la poca confianza que se tiene en la mujer y el temor de que esta se vincule con lo maligno.

Se vincularon además de la herejía, al paganismo, la hechicería, la brujería y el satanismo.

-MOVIMIENTO FEMENINO

Una de las discusiones historiográficas en torno al clero femenino más trascendentes es precisamente en torno a la
existencia o no de un movimiento femenino en torno a las beguinas, posiblemente muy vinculado a la herejía.
Este se sitúa ya en la Baja Edad Media, en torno al siglo XIV. Este siglo el de la gran crisis bajo-medieval,
caracterizado por tantos problemas y por tantos cambios, vive un momento también de crisis religiosa en torno al
Cisma de Avignon y el surgimiento de numerosas herejías.

Estas herejías manifiestan la crítica de la organización eclesiástica principalmente, dando lugar a movimientos
heréticos con vinculaciones sociales, ideológicas y políticas.

Precisamente el hecho de que las beguinas, al ser unos grupos no ortodoxos y no totalmente controlados por la
jerarquía eclesiástica, les puso en el punto de mira. Una vez más se repetía la desconfianza hacia la mujer.

Si bien esto también puede tener su fundamento, ya que si existía un clima de descontento con la Iglesia y de
tendencias heréticas, puede que algunos grupos de beguinas pudieran relacionarse con estos movimientos.

-LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN

-Educación de la mujer. El nacimiento viene a distinguir entre hombres y mujeres. Desde la infancia la mujer era
educada de forma distinta al hombre y viceversa. Por supuesto, otra diferencia la marcaba el grupo social al que se
perteneciera.

Pero en ambos casos, la mujer es educada como tal y por ello para ser madre y esposa básicamente. A esto se
añadía, de acuerdo a su posición social el aprendizaje de unas labores.

La mujer era educada para conseguir cuatro objetivos: buenos modales, devoción religiosa, buen conocimiento de
las labores del hogar y, en última instancia, instrucción intelectual. (3)

La educación de las mujeres, dependía de la posición socio-económica que ocupara. Las mujeres de mejor posición
podían educarse en conventos o tener profesores particulares. Las mujeres de las ciudades aprendían los oficios de
su familia o sus maridos; mientras que las campesinas, recibían el aprendizaje práctico de una vida dura de
esforzado trabajo, en el campo, en el hogar y la larga tradición oral y popular que se transmitía de madres a hijas.

-“EL SABER TRADICIONAL”. En los grupos mayoritarios, el campesinado, las mujeres aprendían las labores
domésticas y del campo, así como la realización de otras tareas muy variadas, como por ejemplo la artesanía
destinada al consumo propio. Además, se transmiten múltiples saberes, muy variados y referidos a muchos ámbitos.
Las mujeres siempre serán las que transmiten la cultura popular. Conocedoras de unos valiosos conocimientos,
ligados a la cultura pero a una cultura popular, oral frente a la llamada cultura sabia, la cultura escrita, minoritaria.

La cultura popular, a pesar de no estar tan bien considerada, es una cultura muy amplia y rica con muchos matices.
Sin embargo, ya que su medio de transmisión es el oral, pues se tiene menos conocimiento de ello. Pero por las
referencias que se tienen de épocas posteriores se puede imaginar la gran amplitud de este. Versaba sobre la
transmisión de todo tipo de costumbres y tradiciones, referidas a la vida diaria, a la forma de comportarse, a los
hábitos alimenticios, las recetas culinarias, etc. De todo esto lo más destacable es la tradición oral, relacionada con
los proverbios, canciones y narraciones, así como también los saberes en torno a la medicina no oficial. Las mujeres
sabían de curas para casi todo, basadas en una medicina natural, así como también sabían de los ritos relacionados
con la muerte, la vida, el matrimonio, etc.

“Los asuntos relacionados con el nacimiento y los difuntos son exclusivos de mujeres al igual que las curaciones de
enfermedades”.

Posteriormente, el desarrollo de una medicina oficial en la universidad y en manos de los hombres, a partir del siglo
XIII, ensombrecerá a estas mujeres curanderas, aunque en la vida práctica, seguirán teniendo tanta trascendencia
como antaño.

Además también se las relaciona con la práctica de magia y brujería. Lo que si puede ser cierto es la vinculación de
lo grupos de bajo estatus a la superstición. Aunque el mantenimiento del paganismo a través de cultos y sobre todo
de costumbres, siguió presente y teniendo en cuenta que la mujer ha estado siempre más vinculada a las tradiciones
y por ello los ritos del paganismo y otras prácticas relacionadas, se la vinculara las prácticas de brujería y magia.
Además hay toda una vinculación clásica que se ha hecho de la mujer al Diablo, partiendo del modelo de Eva.

-“LA CULTURA SABIA”.

Si bien la cultura sabia, estaba muy limitada para las amplias masas y era muchas veces reducto de los clérigos, la
mujer también tuvo cierto acceso. No sólo por el medio religioso, sino también entre los grupos de alto status.
Se tienen varios ejemplos de mujeres literatas, de mujeres sabias que incluso llegaron a escribir libros. Aunque
escasos manifiestan la contradicción del tópico de la incultura total de la mujer en el medievo. Si bien, también viene
a confirmar la gran incultura que predominaba en las amplias masas de población, vinculadas a la subsistencia y no
tanto a los saberes doctos.

Cuando se crean las universidades, en el siglo XIII, se prohíbe el acceso a la mujer pero no solo a ella porque solo
podían acceder los clérigos, así que se viene a excluir a casi la totalidad de la población. A pesar de todo, hubo
mujeres muy cultas, sobre todo ciertos personajes ligados al ámbito religioso.

La educación primaria era más generalizada. Las educaciones superiores, aunque no universitarias no estuvieron
desligadas de la mujer, muy al contrario.

Además curiosamente, la iconografía medieval viene a representar a las santas con un libro en la mano, lo cual
manifiesta el carácter idealizado del conocimiento como uno de los máximos en la virtud pero también que no se ve
de forma negativa la relación mujer y conocimiento.

A pesar de ello, también se temió el conocimiento excesivo de la mujer, sobre todo porque se vino a vincular a
ámbitos oscuros y peligrosos, lo cual vino a generar en una persecución indiscriminada de la mujer, pero ya en la
Edad Moderna, en la llamada “caza de brujas”.

Además, la mujer está relacionada con las discusiones teológicas, la literatura, el arte, etc. Se sabe que existieron
mujeres artistas. Sin embargo no se conocen sus nombres ya que el carácter individualista de las obras no se
manifiesta hasta el Renacimiento y la mayoría de los autores, ya fueran hombres o mujeres, quedó bajo el
anonimato.

-Christine de Pizan. Es sin duda la mujer de más relevancia en torno a la cultura a lo largo de la Edad media. Sin
embargo no fue la única, pero si la más destacada del bajo medievo. Entre sus obras podemos destacar: “La ciudad
de las damas”, “El tesoro de la ciudad de las damas o Libro de las virtudes”. Este último es muy útil para el estudio
de la mujer, ya que trata de una serie de reglas de conducta para las mujeres en los distintos grupos sociales.

-REPRESION

El silencio social es una forma de represión

“En suma, la palabra de mujer durante la Edad Media es una palabra proscrita, una enunciación circunscrita a un
espacio comunicacional privado. La voz es, por lo general, un eco de la voz masculina. Y cuando el yo-mujer-
escritora surge libertada, esta se adecúa a la normativa canónica para poder insertarse con propiedad en un espacio
que le está restringido”

-CULTURA Y RELIGION

“En los conventos las monjas recibían una educación bastante completa que incluiría latín y griego”. A pesar de ello
incluso entre estos había un amplio índice de analfabetismo o de una educación muy limitada.

Sin embargo, los monasterios se convirtieron en los centros de cultura más destacados. El clero femenino participó
también de esta cultura. “Así encontramos algunas mujeres autoras de textos como el relato de la "Vida de santa
Aldegonda" escrito por una abadesa del monja del monasterio de Rupertsberg: Hildegard de Bingen, autora de libros
apocalípticos y teológicos junto a poesías o un libro sobre el cuerpo humano”.
Sin embargo, “los textos escritos por mujeres religiosas se circunscriben al micro-espacio conventual (…). Por lo
general sus textos poseen un tono edificante, pedagógico; mediante la escritura de hagiografías y biografías, ellas
repiten los preceptos y normas estipuladas por el universo masculino.”

“Dentro de las religiosas, destacaron las místicas. (…). La voz de estas mujeres es un extremo particular, pues
desnudas de la situación social establecida para el género e insertas en el acotado espacio conventual, enuncian
desde sí mismas su personal relación con la divinidad”. (8)- www.artehistoria.com

-OCUPACIONES DE LA MUJER- EL TRABAJO FEMENINO

-ESTADO LLANO

El trabajo es visto en general como una condena bíblica para el hombre. La mujer, en la etapa medieval, a pesar de
ser objeto de un ente pasivo no por ello cumple el ideal de mujer de la etapa burguesa, encerrada en casa y ligada al
ámbito exclusivamente doméstico.

Esto no es algo que se diera ni el ámbito rural ni el ámbito urbano. La mujer cumplía un papel muy activo, tanto
dentro del “hogar”, como fuera de el, ayudando a sus maridos y sus familias en las labores del campo y de la
artesanía.

Las mujeres ayudaban a sus maridos en las tarea agrícolas y ganaderas, cuidaban del huerto o de la viña próximos
a la casa, llevaban los productos al mercado; hilaban y tejían lo necesario para la casa y además de realizar todas
estas tareas, eran las responsables del trabajo doméstico, de atender el hogar y a los hijos. (6)

Hasta el desarrollo urbano, ocurrido en la Alta Edad Media, se puede observar la preeminencia del ámbito rural y con
ello, la mujer estaba ligada al trabajo eminentemente campesino. Pero este no era su único trabajo.

Como se puede ver, las actividades fuera del hogar eran muy variadas y existían trabajos ligados específicamente a
la mujer, sobre todo las ligadas a la industria textil y a las labores artesanales ligadas al hogar, como la panadería, la
lavandería, el molino, todo tipo de vendedoras, cocineras, etc.

A partir de la plena Edad media, con el desarrollo urbano, el número de oficios y actividades vinculados a la mujer
creció. Se vincularon especialmente a la industria textil, a hilar, tejer, bordar, etc. También a la industria de ….

Además de los trabajos citados, se También incluso se dedicaron a ser taberneras, o administrar hospitales o
cárceles. Desde luego la enumeración de oficios y trabajos de las mujeres, como también el de los hombres es
interminable.

Sin embargo, progresivamente y unido a ciertos factores se observa la intromisión masculina de la mujer en ciertas
actividades consideradas exclusivas de esta, como la industria textil. Esto ocurrió desde la plena Edad media pero
se puso de manifiesto en la Baja Edad Media. Esto generó una tendencia al desplazamiento de la mujer. A pesar de
ello, esta siguió trabajando en la industria y en sus múltiples oficios, así como en el sector de los servicios.

Las consecuencias de la incorporación masculina a las labores que durante mucho tiempo fueron solo propias de la
mujer, fue que esta pasó a desempeñar los trabajos menos cualificados. La urbanización trajo consigo la
especialización y profesionalización de las actividades productivas. (6).

Con la Baja Edad Media, se produjo una etapa de profundas crisis, que afectaron tanto a la demografía como a la
propia economía y con ello a la producción.

-los gremios. Teóricamente las mujeres estaban excluidas de los gremios y de sus homónimos las guildas, en el
norte de Europa. Sin embargo, parece que hubo hasta ciertos gremios exclusivos de mujeres y mujeres que
participaban en los gremios, sobre todo ligadas a sus maridos o familiares. A veces también las viudas alcanzaron
altos, pero también mujeres casadas. De hecho se cuenta con mujeres que llegaron a ser oficiales y maestras, etc.

-La Prostitución.
La prostitución es un trabajo realizado desde la antigüedad y por supuesto se siguió dando a lo largo de la Edad
Media. Su existencia se justificaba desde diversos puntos, como la de las barraganas o concubinas.

Eran un medio de desahogo para una población masculina, que al contrario, que la mujer no estaba sometida a
imposiciones del mantenimiento de la honra y la virginidad. De hecho se decía que eran un medio para evitar que los
hombres respetaran a las mujeres de bien y no cometieran violencia contra ellas. Se las justificaba por ello de esta
manera: "la mujer pública es en la sociedad lo que la sentina en el mar y la cloaca en el palacio. Quita esa cloaca y
todo el palacio quedará infectado".

Las causas que llevaban a esta son muchas y vienen desde el carácter de la sociedad, a la imposición monogámica,
a los matrimonios concertados, a la lejanía de sus esposas por la movilidad de estos o por la soltería, entre otras
muchas explicaciones. A esto se añaden las circunstancias socio-económicas que llevaban a las mujeres a
prostituirse y presentes en el contexto medieval. Para muchas mujeres la prostitución era la única salida para poder
sobrevivir. Este era el caso de las mujeres que emigraban en masa a la ciudad en busca de trabajo, huyendo de las
crisis coyunturales del campo y que se hallaban sin ningún medio ni preparación. Estaban solas y la vida para una
mujer sola en el contexto medieval era muy difícil.

Hay legislación variada sobre la prostitución y se pueden observar datos sobre la existencia constante de lupanares
en muchas ciudades. De hecho con el desarrollo de las ciudades, los lupanares crecieron como un elemento más de
esta. Dependiendo de las épocas y los lugares se fue más permisivo con su existencia o no. Como también a los
marginales, se les trato de controlar y por ello de organizar.

Así se las limitaba a ciertos lugares. Se las cobraba rentas y también se pretendía, a veces, que se destacaran por
llevar alguna señal en sus ropas.

Sin embargo, muchos funcionarios se valían de su autoridad para poder hacerse con beneficios por parte de las
prostitutas.

Así mismo aparecen reflejadas en la legislación. En especial, para tomar medias sobre su control

En el campo, también se contabiliza la existencia de prostitución en torno a villas más pequeñas, etc. Sin embargo,
aquí todo se daba de modo más oculto.

Pero en general se puede observar el carácter general de los lupanares. Lugares insalubres, con mujeres
miserables, procedentes de los bajo status, las cuales sin otro medio de subsistir se verían abocadas a este trabajo
tan servil; sujetas a pagos de aquellos que se valían de ellas para vivir, y amoldadas a un modo de vida marginal y
sin posibilidad de reinserción a una vida mejor, morirían jóvenes de cualquier enfermedad y serían un foco de
miseria y de propagación de enfermedades. Precisamente esto último, se convirtió en una obsesión especialmente
en la Baja Edad Media, cuando cundieron entre la población las epidemias.

Desde luego su existencia nunca fue pasada por alto desde el punto de vista de las autoridades tanto laicas como
eclesiásticas, ni tampoco de la moral de las gentes. Condenadas y marginadas y más aun de forma hipócrita por las
gentes, que se pretenden de bien, se verían apocadas a la marginalidad y la exclusión.

También las sirvientas o las esclavas estaban sometidas a formas de prostitución, no formales muchas veces, a las
que sus amos las sometían, valiéndose de su autoridad y el desvalimiento de estas.

A pesar de todo, existían medios de reinserción para las prostitutas. Estos eran, como se puede imaginar muy
limitados. Según la moral, la pretensión fundamental era que una prostituta abandonara su “oficio”, y en cambio
dedicara su vida a la religión o a un matrimonio legal. Para ello se promovió la existencia de lugares para la
recuperación de estas mujeres o incluso los matrimonios con estas, como una obra de caridad. Esto se puede
entender en el contexto de la extensión de la figura de María Magdalena y la posibilidad del arrepentimiento de sus
pecados.

Sin embargo, esto era bastante hipócrita y aunque partía de buenas intenciones era difícil de plantear. Una mujer
que se había visto inmersa en la prostitución era muy complejo que saliera. Esto a su vez, muchas veces la
vinculaba a la delincuencia y como tal, era todavía más complejo poder tomar una vida, moralmente adecuada.
-Las esclavas.

La esclavitud se seguía dando en la Edad Media. Las esclavas eran compradas, como sus compañeros varones en
un mercado amplio, si bien en Europa era bastante reducido a otros coetáneos. Muchas se utilizaban para diferentes
labores; sin embargo, uno de sus fines más comunes era el del servicio sexual para sus dueños.

-Mujeres marginales.

La marginalidad va a ser una constante. Teniendo en cuenta el contexto de coyunturas, debido a la situación social,
económica, etc. Esto se vinculaba a la violencia.

La violencia generaba delincuencia y más marginalidad. Se daban robos, asesinatos, violaciones. Las mujeres
participaron de estos y fueron víctimas al mismo tiempo.

Las violaciones fueron una constante. Aparecen reflejas en la legislación. El paso de los ejércitos, los delincuentes,
asaltadores de caminos o los propios grupos de jóvenes solteros de las ciudades. Por esto, se justificaba la
existencia de la prostitución, ya que servía como medio de escape para evitar las violaciones de mujeres “decentes”.

Las mujeres participaron especialmente en delitos menores, especialmente en robos. El asesinato era más escaso
en el caso de la mujer, a excepción del infanticidio.

Las penas para los robos eran bastante duras. No estaban exentas las mujeres de la pena de muerte, a excepción
de las embarazadas.

Al mismo tiempo, las mujeres juzgadas se relacionan también con los casos de herejía.

-LA OCUPACIÓN DEL CLERO FEMENINO

La ocupación del clero femenino, era similar al masculino en su aspecto general: la meditación, la oración y el
trabajo, eran los pilares ocupaciones de la vida monacal.

Si bien las ocupaciones divergían de acuerdo a las tradiciones y reglas monacales. Sin embargo, la regla
benedictina, así como las diversas reformas, permitieron una mayor uniformidad de los conventos. Como sus
homónimos masculinos, rezaban, meditaban, estudiaban y escribían. También se dedicaban a labores para su
propia supervivencia, como era el tener huertos, etc., y además realizaban otras actividades “propias de las
mujeres”, como la costura, la preparación de ciertos productos alimenticios, etc.

Por otro lado, los monasterios femeninos, como centros culturales principales, sobre todo hasta el surgimiento de las
universidades, sirvieron también para el desarrollo intelectual de las mujeres.

Fueron un medio de educación para las mujeres de las casas nobiliarias. Aquí se les educaba y se las preservaba
de cualquier problema hasta que se las casaba. Con ello se aseguraba que estas hubieran tomado unos modelos de
vida y un modo de comportarse según los valores morales concebidos como adecuados.

Este constituía otro medio de ingreso para los conventos, como también la propia dote de las mujeres que pasaban
a integrarlos.

-NOBLEZA

La enorme diferencia socio-económica e ideológica de cada estrato social, hace que el ámbito femenino sea
bastante diferente.

A diferencia de las demás mujeres, las nobles, contaban con mayor poder de acción, por estar elevadas en un nivel
mayor en lo social.
La nobleza, a diferencia del resto de las mujeres, estaba libre de las preocupaciones de la propia subsistencia. Es
decir, no tenía que trabajar para sobrevivir y ni siquiera, tenía que ocuparse de sus hijos sola. Para ello contaba con
sirvientas y niñeras que le aliviaban el trabajo tanto doméstico como educacional de los hijos.

En este caso, la mujer noble, aunque no tenía que ocuparse directamente de los asuntos domésticos, tenía que
asegurarse de la buena disposición de estos. Así mismo, otra de sus ocupaciones era precisamente la
administración de los recursos del hogar.

Además, de esto la mujer noble podía tener una preparación educacional, por haber pasado su juventud en un
convento o bien por haber tenido tutores. Esto le permitía acceder a la cultura y así una de las posibles ocupaciones
podría ser la de leer o incluso escribir. Si bien hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones la nobleza era
prácticamente analfabeta o carecía de interés por la cultura.

Además de todo esto, la mujer noble tenía un cierto papel dentro de la administración del feudo o del castillo de su
marido. Tenía que tener cierto conocimiento por si la ausencia de este por cualquier asunto o la muerte de este le
llevaban a tener que ocuparse de él. Si bien la tarea de administración recaía de forma directa en una serie de
personajes, el dueño tenía que encargarse de que todo fuera correcto.

También, en el caso de la mujer de la nobleza, podía heredar títulos y posesiones. Sin embargo, sus dominios
pasaban al control del marido, durante el matrimonio y sólo con la viudedad podría acceder al control sobre estas.

Se conocen numerosos casos de mujeres, pertenecientes a la nobleza, bastante destacadas, ya que en este caso la
información documental es mayor que para las mujeres del Estado llano.

Así mismo, otras de las ocupaciones de la nobleza, como ya se ha visto era el clero y también, en ocasiones, el
hacer de damas en la corte regia.

-LAS REINAS

Hay muchos ejemplos de reinas destacadas en la Edad Media. Estas junto con las nobles, son las mujeres con más
presencia en los documentos.

Las reinas y las nobles, constituían un medio de vinculación de linajes, predominantemente.

La política era un papel reservado casi en exclusiva a los hombres en todos sus ámbitos, a excepción del caso del
reino, en el que la mujer pudo acceder. Si bien el acceso de la mujer al trono se veía limitado, ya fuera
temporalmente por ser normalmente una regencia o bien territorialmente o bien dentro del propio poder.

La mujer, solo representaba, en la mayoría de los casos un papel secundario, al lado de su marido o incluso más
secundario todavía al ser una moneda de cambio de los pactos y de las políticas exteriores. Si acaso heredaban un
reino, este pasaba a ser dominio del marido, el cual tomaba las riendas del gobierno en nombre de su mujer.

Luego, además, estaba la cuestión de la posibilidad a la sucesión de un reino. Esto varía de acuerdo a las épocas y
territorios. En general, si que se observa una tendencia a la permisividad de la sucesión o por lo menos la acción
como regentes. Sin embargo, el reinado de una mujer se tomaba como último caso, siempre después del hombre.

En el caso de las reinas, los asuntos a los que podría tener acceso eran mayores o más importantes.

REFERENCIAS

(1)- PAGINA WEB: “historia de la mujer chilena”.

(2)- Ídem

(3)- Las mujeres en la antigüedad y la Edad Media (Pág. 56)


(4)- Ídem (Pág. 67)

(5)-La mujer en la Edad media (Pág. 56)

(6)-Las mujeres en la antigüedad y la Edad media (Pág. 73)

(7)-Página Web: www.artehistoria.com (vida cotidiana de la Edad Media)

(8)- Idem

BIBLIOGRAFIA

-COLECCIÓN HISTORIA DE LAS MUJERES. Dirección de Georges Duby y Michel Perrot. Editorial Taurus. Año
2000.

-LA MUJER MEDIEVAL. Adeline Rucquoi. “Cuadernos de Historia 16”. Editorial Historia 16. Año 1995.

-LA MUJER EN EL TIEMPO DE LAS CATEDRALES. Régine Pernoud. Editorial Andrés Bello. Año 1999 (1edición
1980)

-LAS MUJERES EN LA ANTIGÜEDAD Y LA EDAD MEDIA. María Jesús Fuente y Purificación Fuente. “Colección
Vida cotidiana”. Editorial Anaya. Año 2003.

-LA MUJER EN LA EDAD MEDIA. Margaret Wade Lagarde. Editorial Nerea. Madrid (1986)

-ENCICLOPEDIA ENCARTA 2004. MICROSOFT.

-PÁGINA WEB: WWW.ARTEHISTORIA. COM

-otras páginas WEB

EMBARAZO Y PARTO EN LA EDAD MEDIA


En la edad Media se educaba a la mujer para
ser esposa y madre. El proceso de la maternidad, desde la fecundación hasta la
lactancia, estaba cargado de misterios y de peligros, sobre todo en el momento del
parto.

La falta de menstruación no era el único indicio, el tono rojizo de la orina era otra
señal. También colocaban un diente de ajo bajo la almohada; si al despertar la
mujer no notaba el sabor del ajo en la boca, estaba encinta.

Para evitar los abortos, recomendaban practicar poco el coito, evitar caídas y
golpes y no tomar laxantes.
En los primeros meses de embarazo se preparaban remedios considerados
beneficiosos, uno muy común era hervir en aceite hierva del huerto, espinacardo,
almáciga e incienso, esta mezcla se aplicaba sobre el estómago.

La salud del bebé también preocupaba, sobretodo si había sido concebido durante
el período menstrual, pues decían que las criaturas engendradas, podían ser
susceptibles de sufrir enfermedades como la viruela, el sarampión, o la lepra.

Los síntomas de que nacería varón eran que la mujer se sentía ligera, tenía mejor
apetito, el ojo derecho se movía más, la mejilla derecha engordaba pronto,
adelantaba primero el pie derecho al andar, se hinchaba más la parte derecha del
vientre y se movía antes.
Si no se daban estos indicios, sería una niña.
Cuando se aproximaba el parto, se preparaban un baño con malvas, malvavisco,
violetas, manzanilla y corona de rey. Después se untaban con aceite de ajonjolí,
óleo de almendras dulces y enjundia (grasa) de gallina.

El parto era atendido por una o varias comadronas, mujeres que mezclaban
conocimientos científicos, religiosos y mágicos.
Llevaban en la mano tres granos de pimienta y recitaban una oración.
Otra receta para hacer más soportable el parto era mezclar hisopo, raíz de lirio,
orégano y hierba gatera, se envolvía en lana la mezcla y se ponía sobre la vagina
de la mujer.

Si el parto se complicaba podía practicarse una cesárea con instrumentos


quirúrgicos.
Si la madre fallecía durante el parto, la comadrona abría el cuello de la matriz y
extraía al niño. Asi nació Julio Cesar, y de ahí el nombre de cesárea.

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