Había una vez dos cerditos y una cerdita que eran hermanos y vivían en el bosque. En el bosquejo también vivía un lobo feroz. Así que un día los tres cerditos decidieron irse a vivir a otro sitio.
El primer cerdito se fue por un camino y encontró un montón
de paja. - Voy a hacerme una casita de paja. ¡Que fácil! – dijo el primer cerdito. Y construyó su casa en un dos por tres.
El segundo cerdito se fue por la vereda y encontró un
montón de leña. - Voy a hacerme una casita de madera – dijo el segundo cerdito. Y construyó su casa en un dos por tres.
La cerdita siguió andando y encontró un montón de ladrillos.
– Me haré una casa resistente con estos ladrillos – dijo la cerdita. Y trabajó mucho tiempo para terminar la casa.
Un día, un lobo hambriento vio a los tres cerditos. Se había
disfrazado de viejecita y fue a golpear la puerta de la casa de paja. – Cerdito, cerdito, abre la puerta y déjame entrar – 1 Versión adaptada de Goldsack, Gaby. (2004). Los tres cerditos. Queen Street House: Parragon. y Sanderson, Jeanette. (2003). Barrington, Illinois: Rigby. por Jelitza Soto Román para la presentación en el panel: “Lo social en la literatura”. gruñó. Pero el primer cerdito se dio cuenta de que era el lobo. – No, no te abro, viejo lobo – dijo el primer cerdito.
- Entonces soplaré y soplaré, y tu casa tumbaré – dijo el
lobo. El lobo sopló y sopló, y la casa tumbó. Así que el primer cerdito corrió a la casa de su hermano.
Al día siguiente, el lobo feroz fue a la casa de madera. Se
había disfrazado de cordero. – Cerdito, cerdito, déjame entrar – dijo el lobo. Pero el segundo cerdito se dio cuenta que era el lobo. – No, no te abro, viejo lobo – dijo el segundo cerdito.
- Entonces soplaré y soplaré, y tu casa tumbaré – dijo el
lobo. El lobo sopló y sopló, y la casa tumbó. Así que el primer cerdito y el segundo cerdito corrieron y se escondieron en la casita de ladrillo de su hermana.
Pero al día siguiente, el lobo feroz se dirigió a la casa de
ladrillos. – Cerdita, cerdita, déjame entrar – dijo el lobo. – No, no te abro, viejo lobo. No te dejaremos entrar – dijo la tercera cerdita.
- Entonces soplaré y soplaré, y tu casa tumbaré – dijo el
lobo. El lobo sopló y sopló, y resopló. Pero la casa de ladrillo no se cayó. El lobo se puso muy furioso y gritó: - No importa que no pueda tumbar tu casa porque me meteré por la chimenea y me los comeré.
Los dos cerditos se asustaron mucho. Pero la cerdita dijo: -
¡Ya sé que hacer! ¡No nos comerás! Encendió el fuego en la chimenea y puso encima una olla grande con agua.
El lobo feroz subió a la chimenea y ¡plop! El lobo cayó en la
olla caliente. - ¡Ayyy! Gritó el lobo, saltó de la olla y salió corriendo de la casa.
Los dos cerditos y la cerdita dieron saltos de alegría; y desde
ese día, vivieron juntos en la casa de ladrillo. Y el lobo feroz nunca los volvió a molestar.