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El enigma de la muerte

- La pregunta por la muerte patentiza el carácter irrepetible, temporal y personal de


la vida humana.
- Hay dos maneras de considerar la muerte:

1. Como un hecho biológico: constatamos la cesación irreversible del


metabolismo de un organismo viviente, ya sea por deterioro (violento
o natural) o por una progresiva diferenciación.
2. Como un enigma vital (misterio): como enigma la muerte nos da
qué pensar, puesto que el enigma es algo que sugiere y oculta.
- El hecho de considerar la muerte humana nos sugiere el misterio de la persona
humana que se revela y se rebela:
1. Se revela a sí misma: crecer es ir muriendo.
2. se rebela: teme que con ella acabe todo.

1. nacer, vivir y morir.

- Nadie tiene experiencia del morir. El nacer y el morir de otra persona se


pueden observar, pero no es posible tener experiencia directa del nacer y morir de
uno mismo. Podemos tener experiencia de haber enfermado, sufrido y hasta de
haber estado a punto de morir o en coma profundo; pero nadie tiene experiencia
de haberse muerto y de poder contarlo después.
“si, antes de nacer, tuviéramos el espíritu dispuesto para reflexionar, ¡qué inquietud,
qué pavor nos invadiría en el momento de asomar los ojos a la luz del sol!
Encarcelados en la cripta materna, nuestra vida prenatal se desliza en una órbita
estrechísima. No hay luz allí; no nos alcanzan, en aquellas profundidades, los ruidos, ni
las armonías que suenan fuera del recinto; bañados constantemente en una linfa tibia,
no sentimos el calor ni la frigidez del aire, ni apenas nos sacuden las conmociones del
exterior; desconocemos las espuelas del hambre y de la sed, puesto que recibimos, sin
esfuerzo alguno, el sustento preciso. Todo, en fin, lo que está fuera nos es desconocido
en absoluto; y si en estas condiciones se nos dijesen que teníamos que dejar aquel
pequeño mundo ciego, y mudo, e inactivo; si, en vistas de un milagro, tuviésemos la
certidumbre de que habíamos de saltar a otra vida ignota -¡a la misma vida que
vivimos en este momento!- ¿responderíamos como el aventurero que siente sed de lo
desconocido, o, por le contrario, sentiríamos miedo de lo que se avecina?
¿Preferiríamos ser dueños de aquel estrecho mundo, sin luz ni armonías, o nos
lanzaríamos, resueltos, hacia la nueva vida llena de misterios? Esta es nuestra
situación frente al enigma de ultratumba…” NOVOA, Santo, Patografía de Santa
Teresa de Jesús y el instinto de muerte, Morata, Madrid 1932, 68-69.

- Nuestro presente lo vivimos desde la incógnita y la incertidumbre. Tanto nuestro


recuerdo de la infancia como nuestro anticipo de los últimos días se pierde en la
niebla: nadie recuerda su nacimiento ni retorna desde el más allá para contarnos
su muerte.
- Asumimos en nuestra corporalidad la muerte. Al nacer se empieza a respirar, a
llorar y a sonreír. Con ello se sienta también las bases para hablar de la vida y de
la muerte tomando como hilo conductor los grades temas de la respiración y el
llanto.

2. Perspectivas del morir humano.

2.1. Antropologías Biológicas:

- Cuando no existían los recursos actuales de respiración artificial y otros cuidados


intensivos, la interrupción de las palpitaciones del corazón era sinónimo de
muerte. Todo eso ha cambiado hoy.
- Hoy se define como muerte clínica: `perdida irreversible de la capacidad de
respirar y de la capacidad para estar consciente.” Ambas pérdidas están
relacionadas con la disfuncionalidad en los dos extremos del tronco cerebral:
1) En la parte que controla la respiración espontánea, circulación
sanguínea, etc.
2) En la parte que, en conexión con el resto del cerebro, tiene que
ver con la capacidad para las funciones de la conciencia, cuyo
ejercicio se desarrolla con la intervención de la zona cortical; más
exactamente en la interacción que se ha llamado diálogo tálamo-
cortical.
- En mitos y narraciones ancestrales:
o “Marcharse el aliento”
o “Salirse el espíritu del cuerpo”
o Se compara al sueño con la muerte,

2.2. Antropologías socio-culturales:

- La respiración y el llanto siguen siendo el hilo conductor. Decimos:


o “Expiro” = falleció.
o “Dio su último aliento”
o “Entregó su espíritu”
o Japón: “recogió el aliento y se guardó dentro, es decir, que dejó
de expirar el aire hacia fuera.
- Lo que es claro es que el ser humano es un animal que entierra a sus muertos.

2.3. Enfoque personalista:

- Destaca la importancia del proceso biográfico del vivir caminando el morir y, a


través del morir, hacia el sobrevivir.

“Si la muerte no es un momento sino un proceso, hay en ese proceso dos aspectos:
el biológico y el antropológico. El proceso biológico de morir comienza bien pronto. El
organismo se va deteriorando. Una enfermedad lo acelera. La enfermedad Terminal
lo precipita. Después de la muerte sigue la corrupción del cadáver hasta la total
putrefacción. El proceso humano del morir también comienza antes y prosigue
después del momento de la muerte. Antes de ella es importante el proceso humano
del moribundo que ve acercarse su propia muerte y el proceso humano de
acompañarle por parte de los que lo rodean. Después de la muerte es importante el
proceso humano de duelo”

3. Un-ser-de-cara-a-la-muerte. (Platón, Agustín, Unamuno, Heidegger,


Xavier, Zubiri, Pedro Laín)

- La filosofía nos permite adentrarnos en el enfoque personalista de la muerte.

3.1. La previsión anticipadora de la muerte afecta a nuestro modo de vivir el


tiempo.

- La muerte del hombre tiene un sentido diferente de la muerte del animal:


o El animal perece. Hecho biológico: cesa.
o El hombre muere. Tiene que ver con el acontecimiento biológico
del ser humano. El ser humano sabe que morirá y prevé su
muerte, incluso, a veces la desea.
- La consideración de la muerte es un lugar privilegiado para ahondar en lo que
significa para el ser humano el existir como sujeto personal insustituible. Permite
considerar los temas principales de la antropología: especialmente la unidad y la
temporalidad.
o ¿Quién soy yo?
o ¿Qué será de mí?

- Heidegger y Unamuno:

“Unamuno se desgarraba entre la imposibilidad de concebir la


aniquilación y la de probar la sobrevivencia. “Imposible no es concebirnos
como no existentes”. No quería morir, se veía abocado a la muerte y le
angustiaba tanto la nada como la incógnita acerca del cómo de una
posible inmortalidad: “Y si no muero, ¿qué será de mí?”. Pero temiendo
aún más “el paso de la nada que el de la muerte”, seguía interrogando de
cara al enigma: “si del todo morimos, ¿para qué todo?”

- La postura de Unamuno ve cómo el modo de anticipar la muerte repercute en nuestro


modo de vida. El texto:

“¿Por qué quiero saber de dónde vengo y adónde voy, de dónde viene y
adónde va lo que me rodea, y qué significa todo esto? Porque no quiero morirme
del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no muero, ¿Qué
será de mí?; y si muero, ya nada tiene sentido. Y Hay tres soluciones: a) o sé que
me muero del todo, y entonces la desesperación irremediable, o b) sé que no
muero del todo, y entonces, la resignación, o c) no puedo saber ni una cosa ni otra,
y entonces la resignación en la desesperación o está en aquella, una resignación
desesperada o una desesperación resignada, y la lucha.”

3.2. La presencia de la muerte en el horizonte de la vida condiciona el modo de


sentirnos temporales e históricos.

- La muerte es un fenómeno de la vida. Esta debe comprenderse como una forma


de ser a la que es inherente un en el mundo. En la muerte se abre con máxima
agudeza el carácter de posibilidad del ser-ahí.
- La muerte revela la característica temporal del existir humano de cara a un fin.
- Revela la finitud de esa existencia para la que es una incógnita el de dónde viene
y adónde va.
- Heidegger: en la temporalidad, la muerte es nuestra posibilidad más radical: la
muerte es la posibilidad de no ser ya más, la posibilidad de mi
imposibilidad:

El “precursar” la posibilidad irrebasable abre con ésta todas las posibilidades que
están antepuestas a ella: por eso reside en él la posibilidad de un tomar por
anticipado existencialmente el “ser total” …el encontrarse capaz de mantener
patente la amenaza constante y absoluta que para el ser más peculiar y
singularizado del “ser ahí” asciende de este mismo, es la angustia. En ésta se
encuentra el “ser ahí” ante la nada de la posible imposibilidad de su existencia. La
angustia por el “poder ser”: por eso es inherente a este comprenderse el ser-ahí
desde su mismo fondo el fundamental encontrarse de la angustia.” (HEIDEGGER,
50)

- Yo soy posibilidad de mi fin. La muerte es nuestra posibilidad más radical: la de no


ser ya más. Por eso revela mi puro poder ser, mi ser relativamente al fin, de cara a
la muerte.

3.3. La muerte irrepetible de cada uno y la muerte del otro.


- Heidegger: Nadie puede morir la muerte de otro. Podrá morir en lugar de
otro, pero no muere la muerte del otro. La muerte es algo personal e
intransferible.
- El hecho de que nos demos cuenta del valor de una persona cuando muere,
significa que es irrepetible y única, insustituible.
- Podemos vivir el dolor de la pérdida de alguien pero no vivimos su morir desde
dentro: (Citar p 261 – 262)

- Julián Marías: Decir que alguien ha muerto es decir que ha vivido. Lo que cesa
con la muerte es toda la vida, es un conjunto de funciones, un ser y una vida. Lo
que cesa es la biografía de alguien que puede decir, muero, luego existía.

- No podemos con-morir con una persona que amamos. Por eso la muerte nos
revela nuestra individualidad irrepetible, sola y responsable.

- La muerte pone de relieve nuestra socializad porque la muerte de la


persona querida nos hace vivir intensamente el problema de la socializad
y concebir mejor la propia muerte. El otro, si es un ser querido se nos muere,
se me muere. Con él muere algo mío. Para él la muerte supone separarse de mí
que soy también algo suyo. En vez de comprender a los demás a partir de nuestra
experiencia, sería al revés: comprendernos a nosotros mismos como configurados
y conformados por otros.

Postura:

• Epicuro: cuando la muerte llega yo no estaré y, mientras yo esté, aún no habrá


llegado l muerte.
• Unamuno: se angustia desesperado por la falta de respuesta a una pregunta
ineludible.
• Descartes: cuando uno se da cuenta de lo mucho que difieren (animales y
humanos) comprendemos mejor las razones para probar que nuestra alma es
enteramente independiente del cuerpo y, por tanto, no debe morir con él. Y así
como observamos otras causas capaces de destruirla, estamos naturalmente
inclinados a juzgar que es inmortal.
• Spinoza: Sentimos y conocemos por experiencia que somos eternos.

4. Hacia el más allá desde el cuerpo y la persona.

- La muerte pensada desde la corporalidad = filosofar sobre el morir a partir del


cuerpo y esa persona que empezó su recorrido por este mundo respirando y
llorando. Para este cuerpo y esta persona que soy yo, la muerte plantea una triple
trascendencia:
o un descubrimiento,
o una amenaza
o una pregunta.

- Tres modos de trascender más allá del espacio temporal. Esto nos muestra lo más
característico de este cuerpo personal y de esta persona corporal que somos cada
uno.

Le dijeron a un niño en catequesis: “tu abuelito se fue al cielo. Y


cuando tu mueras, también llevarán tu cuerpo a la tumba y tu alma se
irá al cielo.
El niño preguntó: “y yo, ¿dónde me iré?.
- La respuesta para ese niño debe ser desde la unidad cuerpo-espiritual que somos.
Debemos pensar nuestras teologías que manejamos cuando decimos que alguien
se fue al cielo.

1. Nuestro punto de partida es que somos cuerpo. Soy un cuerpo


que dice yo. Soy cuerpo y soy persona en unidad insoluble.
2. Ese cuerpo que soy yo es radicalmente deseo y desea vivir, pero
le amenaza la muerte inevitable.
3. Con esa inevitabilidad se plantea la pregunta filosófica.

Por lo tanto: Este cuerpo persona y esta persona corporal que


somos nosotros se abre más allá de tres maneras:
• En forma de deseo de sobrevivir
• En forma de amenaza de morir
• En forma de pregunta por un posible más allá del morir.

1. En este filosofar sobre la muerte el punto central es partir de que soy un cuerpo
que dice yo y un yo que no sólo tiene cuerpo, sino que es cuerpo. Desde ese cuerpo
me abro o trasciendo al más allá e una triple forma.

2. No puedo filosofar sobre la muerte como un objeto. Es la muerte la que me obliga


a filosofar. La muerte del ser querido terminado interpelando mi existencia.

Resumen al filosofar desde el cuerpo:

a) descubro que este cuerpo que soy parece estar pidiendo un final que no sea la
muerte.
b) Percibo la amenaza de la muerte, que cuestiona lo que más radicalmente parecía
postular este cuerpo.
c) Ante la tensión entre ambas maneras de trascender, surge una tercera manera
de trascender en forma de pregunta: afirmatividad, negatividad e interrogación.

Por lo tanto, pensar la muerte desde el cuerpo y la persona con sus relaciones
humanas, desde el cuerpo personal, resulta una perspectiva nueva de pensarla un alma
separada. La muerte me hace percatarme de mi individualidad, de lo insustituible e
irrepetible de mi subjetividad individual y, en último término, amenazada por la máxima
vulnerabilidad: posibilidad de mi imposibilidad = morir.

En el filosofar lo que captamos de la muerte es la anticipación presentimiento en el


presente, unido a ver desde fuera las otras muertes de los demás. El pensamiento jamás
capta la muerte como objeto. Lo que acompaña a mi pensamiento no es la muerte
misma, sino el pensamiento de que he de morir, el pensar que anticipa.

La filosofía me enseña a ver la muerte como misterio, a vivirla y anticiparla, no como un


hueco negro del que escapar. Se trata vivir e cara a la muerte, no por morbo, sino para
vivir despierto. La muerte nos lleva a pensarnos como únicos.

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