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Quisiera que estas palabras fueran como un (derramar mi corazén, como un derramar mi alma en vuestra presencia. Muchas veces he dicho que mi madre era mi maestra en la vida. Bueno, cuando digo mi madre, quisiera que vosotros vierais un poco a vuestra madre, de modo que mis palabras puedan comunicaros un cantico a Dios, como un cantar a la maternidad de la vida de este mundo, a mi madre y a vuestra madre y a todos vuestros padres también. Cuando digo que mi madre ha sido mi maestra, es porque su presencia, ha sido la que realmente ha inspirado de alguna manera todos mis pasos. La verdad que casi siempre me es imposible aunque lo diga con estas palabras, hablar de mi madre sin hablar de mi padre. Los vi siempre tan unidos, los encontré tan juntos, tan hermanados, en tanta comunién, que realmente hablar de mi madre, es como hablar de mi padre. Mi padre me ensefié muchas cosas. Mi padre siempre labrador, y yo junto a él he aprendido muchas cosas. Aprendi lo que es la vida, aprendi lo que es la tierra. ¥ recuerdo la primera vez que me llevé a sembrar, él me decia cémo tenia que ir echando los garbanzos en el surco. Recuerdo que me decia: "Echa los garbanzos y pisalos". Yo sentia como un cierto temblor cuando los pisaba, porque me parecia que se quejaban, sentia como si los garbanzos me reprocharan que les pisara. Dialogué con mi padre y me explicé, cémo la tierra necesita acoger la semilla en profundidad, porque si la semilla queda en la superficie, si la semilla queda en la exterioridad, en- tonces, no germina, no puede florecer, ni dar fruto. Me ensefiaba cémo la tierra acoge, cémo la tierra transforma y como. la tierra no se queda con nada. La tierra Jo da todo, lo entrega todo. En la vida no hay que retener nada. Aquellas palabras de un hombre tan vivo, de un hombre tan de campo, han sido para mi como una gran luz, como una gran leccién. Incluso, puedo decir que han sido como una gran revelacién de lo que ha sido mi madre, de lo que ha sido vuestra madre, de lo que es la madre de todos. x i Una madre es la que recibe, es la que acoge en su seno la semilla de la vida, y en su seno la semilla se va transformando, como se transforma la semilla en la tierra silenciosamente, durante unos meses, y después, la tierra, nos regala la semilla ya florecida, ya germinada. Asi también la madre, La semilla ha ido germinando, se ha ido transformando, y esta es la maravillosa maternidad. Quisiera cantar y agradecer al Sefior lo que es realmente una maternidad de amor. Creo que es la mujer la que ha ido enamorando el corazén. Esa mujer que realmente ha amado apasionadamente y es la mujer la que despierta en nuestra vida todo el sentido de nuestra existencia. Una existencia, una vida en este mundo, donde realmente hay que permitir que todo germine, que todo florezca, y no hay que interrumpir el ritmo de la vida. Que somos felices, que somos dichosos, cuando nosotros vamos aprendiendo realmente que el ritmo de la vida no se debe detener, el ritmo natural no se puede entorpecer. Unos dias antes de partir el mundo, mi madre me decia: "No tengas pena, yo vivi mis afios y cumpli la misién y ahora hay que pasar al otro mundo". Realmente cuando una persona vive en esta historia, en esta existencia, con este talante, con este corazén, sabiendo realmente que en este mundo nada se Puede retener, nada se puede parar, es sefial de que las mil semillas de la vida que el sembrador sembré en el coraz6n, han germinado, han florecido y estan en su sazén, y es la hora de la cosecha, es la edad de la maduracién y de la plenitud. Yo quisiera que nuestra vida fuera un canto G la maternidad, un canto a la tierra, un canto a lo maternal; que lo maternal de este mundo sea lo que realmente nos sugiere, nos despierta, nos apasiona, nos enamora, de modo que realmente vivamos siempre en este ritmo: Recibir, transformar y dar. Efectivamente, a veces, es imprevisible elllanto y las lagrimas. A veces son como una oleada, oleada que no se puede de- tener en ese mismo momento. Yo mismo he experimentado hablando con vosotros, cémo en unos segundo aparecié esta oleada, esta emocién. Yo creo que las lagrimas, la emocién, el sobresalto, nunca son sospechosos, por el contrario, las lagrimas —_nos desembrutecen, las lagrimas nos vuelven més sencillos, mas acogedores, més hermanos. Hay que ser hermanos en la vida. Vivir esta historia nuestra, vivir este camino nuestro sin fijar nada, dejando todo que siga su ritmo. Todo en este mundo va a acabar bien. Todo en nuestra historia va a acabar bien. La muerte no es nunca un error, una equivocacién, sino que es el auténtico trénsito, es el paso a una vida nueva. Yo asi lo siento y asi quiero compartirlo con todos vosotros. Yo me he tomado la libertad de dejarme envolver por la emocién que en este mo- mento surge, y ademés rodeado por vuestra presencia. Yo me siento muy deudor de esta maternidad, muy deudor de vosotros porque siempre mi contacto en relacién con vosotros ha sido para mi Como una gran inspiracién, como un estimulo para seguir adelante. Creo que en esta vida, nosotros somos, los que hemos sido en el regazo de una mujer, somos lo que hemos sido enel seno, en los Brazos de una mujer. Yo creo que soy, lo que he sido en el regazo, en el seno, en el beso de mi madre. Yo creo que todos vosotros podéis sentir lo mismo. Mis palabras quisiera que fueran como el portavoz de nuestra misma emocién delante de Dios, delante de la vida. La madre es algo muy comin. Es como decir nuestra madre. Podremos decir todos también nuestra madre. Nuestra maternidad es como el eje, es como la flor de la vida. Es la que realmente nos ensefia a entrar en este mundo sin detenernos, sin reservar nada, sin acumular nada, sin apropiarnos de nada, sino entregandolo todo. La madre es madre porque recibe la vida en su seno, la transforma en su corazén y des- pués la da. Os puedo decir que nunca he vivido la libertad tan intensamente cémo en el contacto con mis padres que me han dejado siempre libre, y me han dejado siempre suelto. Nunca he sentido que ellos buscaran aduefiarse de mi, sino todo lo contrario. Y esta maternidad que también estara presente en vuestra vida, es la que realmente nos hace saborear, gustar, una presencia libre, lena de amor, llena de solidaridad. jGracias! José F. Moratiel, 0.P. (Homilfa de la Eucaristia en memoria de su madre en Santo Domingo de Pamplona) leer, releer, orar y dfundir

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