Que el desencanto no sofoque la esperanza
Conversacién con Claudio Magris*
2Cludrido comencasie a eer la obra de Jorge Lis Borges? Lette sus libros
en espaitole Por qu la literarura del escritor argentino ha sido impor
‘ante para tu concepcién de la liceratura y sobre todo, de la vide?
Comencé leer a Borges relativamence tard, si se piensa que,
en general, yo fui siempre un lector precoz. Empecé a leeilo hace
veintiscis o veimtisiete afios, es decir, a leetlo a fondo, y quedé
hondamence impresionado con su lixeratura, En espafol he leido
muchos poemas y pocos cuentos: «El Aleph», «La muerte y la br
julas, «La casa de Asterién, pero sobre todo algunas de sus histo.
ras cortas, de sus fragmentos apécrifos, que cal vez se encuentren
‘entre sus escritos mas excelsos.
Me resulta muy dificil explicar por que su literatura ha sido y es
laporcante para mi, para mi propia concepeidn de la literatura y
de Ia vidas pata poder responder de veras a esta pregunta tendria
que escribir algunos ensayos, cosa que ya he hecho (por lo menos
he escrito tres sobre Borges, publicados en diversos libros: Desde
elas palabras, leaca y més alld-y Utopia y desencanto},
Ji btsvente entrevisa se caliz6 a propia del centenaro dl natalcio de Jonge Luis
Botges,¥ una parce de éraaparecié publicada en la evista Milenio Semanal no 76. a
20 de diciembre de 1999,
uPero sobre todo, cteo quc la presencia de Borges se percibe tam-
bién en muchas de las cosas que escribo, aun si no tienen que ver
directamente con él y no lo mencionan, en las cuales, de alguna
manera, se percibe un eco de su manera de ser y de escribir, un
ambiente, una alusién. Ademds, creo que esta forma de escribir,
valiéndome de ecos y resonancias, que a menudo distingue a mi
estilo, es muy borgeana.
De Borges me impresions profundamente su concepcidn de la
literatura, Toda su obra estd invadida por la certcza melancélica de
que la literatura no puede salvar a la vida y que un poeta, a igual que
en un poema sobre el tigre, sélo logra expresar «palabras, palabras,
palabras», un tigre de stlabas y de papel, buscando en vano al otro
tigre, el que no estd en el verse sino en la selva.
Borges es grande precisamente porque logra evocar la vida, su
plenitud y su vanidad, cantando la inepritud de la fiterarura para
representarla; y al hacer suya esta ineptitud, asume todos los ries-
g0s del vacio y la aridez logrando expresar, de esta manera, la ver-
dad de la ausencia moderna, del significado que no se deja hallar y
de las cosas que no se dejan aferrar. Borges nos hace entender que
la gran literatura es la que nosotros no representamos y, a través de
esta distancia dolorosa y melancélica, aunque no nos permite al-
canzarla, por lo menos podemos sentitla a fondo.
Gran intérprete de la ausencia moderna, Borges sabe ser tambign
victima de ella, y por eso el destino de su obra es ef de identificarse
con el mapa del impetio del que habla una parabola suya, atlas que
reproduce cabalmente a la Tierra, apegindose a ella con exactitud,
pero que al final termina hecho jiones por el viento. Mas él es gran-
de por ser un sobrio poeta de la nostalgia de la vida, de su sencillez
profunda y conmovedora, de su verdad inalcanzable y pertlida; el
gran Borges no es ese ~que gusta muchisimo—que encarna una suti-
leza capciosa ~en realidad bastante superficial-, elaborada con refi-
namientos verbales, artificio complaciente, literal soberbia, al grado
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de volverse mentirosa y extrafia ala vida, El gran Borges es aquel que
se concentra en pocas paginas de altsime poesta (a menudo conti-
‘uadas en variaciones insistentes y avaras), en momentos esenciales
y revelaciones absoluras, mientras que, acaso, es incapaz de la di-
mensién llana e impura de los valores medios. Sabe ser admirable en
votas de una pureza perfecta, mientras que le hace falta la dimensién
Plana, el paisaje habitual y cotidiano que, no obstante, sostiene y
une esas cimas, Quiz por esto Borges, autor de algunos cuentos de
grandeza absolura (pienso por ejemplo en «El in mortal), tiene difi-
cultades con la épica, Ja cual, sin embargo, le ea ean cara, tanto, que
en una ocasidn, como me lo refirié Juan Octavio Prenz, expresé: «Yo
‘no sé narrarm,
Sus dioses, él fo declar6, no le concedieron la expresién que
«rea la vida, sino tinicamente la alusién que apenas y la menciona,
Pero su poesfa es grande cuando canta la melancolfa de este
ligero indicio fugitivo, «la inminencia de una revelacién que no
llega». la espera de un secrero que no es revelado, En un poema
suyo sobre el mar; la mirada se ditige, con el escupor siempre de la
primera vez, a las cosas elementales, ala luz del atardecer, a la luna,
al fuego de ana hoguera, En otra poesia habla de Ulises, quien
cansado de prodigios liora al ver su ftaca humilde y verde, afa-
diendo que la poesta es aquel color tierno y claro de la casa natal.
Borges ha sido uno de los pogu{simos escritores contemporineos
capaces de reencontrar una poesta tan elemental y universal que
parece impersonal y necesatia como la realidad misma: fa frescura
dela sombra y del agua que acompafia ala especulacién de Averroes,
la caida lenta y poderosa de la luvia, la inminencia del suefio, Eles
cl poeta de la valent, de la fidelidad, de la épica familiatidad con
4a vida y con la muerce, de esos valores que él sabe no tener, nien la
existencia ni, salvo racas excepclones, en el arte, y de los cuales slo
le queda cantar la nostalgia
Pero de esta manera nos ha hecho sentir a fondo lo que, pot lo
‘menos para mé, es un tema esencial de nuestra condicién humana,
13es decir, la ausencia, el exilio de la vida verdadera, Nuestra extratie-
zay lejania de la tierra prometida, ese sentirnos fuera de la vida y
nuestro afin por correr hacia clla. Este es el gran Borges, no el
fundmbulo del artficio y el prestidigitador de la relojerta literaria y
tos mecanismos verbales finos en s{ mismos. Este es un truco que
él, actor consumado, para discraerse de su melancolia le ha jugado
a muchos de sus émuilos y admiradores sofisticados, es decir, bur-
dos, destinados a falsificar miserablemente la dolorosa e irénica
ambivalencia de su poesfa, sélo en apariencia ficil de imitar, al igual
que la kafkiana, peto que como ésta es inimitable y no muestra, cier-
tamente, la victoria frivola de los sofismas, sino la avencura y el ex
travio de la inteligencia en ta trama clemental dei mundo.
Por lo demds, Borges mismo, en muchas paginas repetitivas, se
asemeja 2 sus perezosos plagiarios.
Para mi la revelacién més intensa ha sido, acaso, la lectura de
esas lines, al comienzo de «El Aleph», en las que el protagonista,
al salir del hospital en ef que murié la mujer amada, observa que
en Ia pared de una casa de enfrente ya quitaron una réclame de
cigarrillos, yen exe momento siente dolor, porque se percata que el
incesante movimiento del mundo continiia y [o aleja de su amada
Beatriz, En ese momento ha entendido, con una dolorosa punzada
en el corazén, lo que se pierde con la muerte de una persona ama-
dai el hecho contundente de que el mundo se transforma y que, en
este mundo trastocado, ya no se puede hablar con ella,
A propisito de celebraciones, el 23 de agosto, por el centenario del
natalicio de Borges, en toda Latinoamérica se multiplicaron las publi-
eaciones y las mesas redondas en torno a su figura. Qué piensas de
estos rites de aniversario?
Por temperamento, més bien tiendo a sentir poco Jos aniversa-
ros, empezando por los personales y privados, que nunca he feste-
jado ni considerado de manera especial. Por le tanto, digamos que,
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en lo personal, me son mds bien indiferentes. En este caso, con el
debido respeto y amor hacia Borges, ésta no es la ocasién de levan-
tar polémica, Sin duda, el mecanismo cada vez més delirante de la
comunicacién multiplica las cosas hasta el punto en que, cada una
de ellas, como por ejemplo la pdgina de un periddico o una mesa
redonda sobre Borges en su aniversario, para seguir con nuestro tema,
serfa en s{ misma razonable y significativa, pero se convierte en el
momento de un engranaje enloquecido, multiplicado de tal forma
aque le resta sentido a cada uno de sus momentos. En resumen, es
como si se corriera de un congreso a otz0, de una conferencia a otra,
no con el ineerés pot lo que se esté haciendo, sino con el frenesty la
prisa de haberio ya realizado para olvidarlo de inmediato y seguir
cotriendo, Creo que todo esto es muy poco borgeano y podela ser —
¥ quizds haya sido el objeto de una sétira suya.
Un dia, en Venecia, tuviste la maravillasa oportunidad de conocer a
Borges. Llevabas en las manos sobre todo en el corazé— un regalo
para ofrecerte a aquel ciego divino: un cuento. zNos puedes hablar
sobre esto? ;Queé pensaste en aguella época sobre el hombre Borges?
Recuerdo con intensidad la sensacién de un significado muy
profundo de aquel encuentro, ese dfa en la playa de Venecia, uno
de los més grandes dfas de mi vida. En ese entonces pensaba de
Borges lo que pienso ahora, con el entusiasmo por su genio, la
clara certeza de sus limites y el profundo significado particular que
su figura y su obra posefan y poseen para mi, Entre otras cosas,
aquela cerceza de sus limites estd estrechamente ligada al gran amot
que siento por él, es el reverso de la medalla de este amor; siempre
ke estado convencido de que, cuanto mds amamos a una persona o
4 un escritas, vemos con tas claridad sus limitaciones, porque el
amor no es ciego como dice un estupide proverbio, no nos
enceguece sino que agudiza la visa, nos hace ver més fondo por-
«ue precisamente al querer verlo perfecto, ls fltas del objeto amado
resaltan desoladoras.
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