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EUDEMONISMO

1. DEFINICIÓN:

El eudemonismo es un concepto filosófico de origen


griego (de eudaimonia palabra griega) compuesto de
"eu" bueno y "daimon" divinidad menor, que recoge
esencialmente diversas teorías éticas; tiene como
característica común, ser una justificación de todo
aquello que sirve para alcanzar la felicidad. Se ha
considerado eudemonismo, al hedonismo, la doctrina
estoica, así como también al utilitarismo. Todas estas
doctrinas basan sus normas morales en la realización
plena de la felicidad, entendida como estado de
plenitud y armonía del alma, diferente del placer y
pudiéndose presentar ésta de forma personal.

Entre los eudemonistas cabe destacar a Aristóteles que


fue uno de los primeros y el más importante, y además,
a los eudemonistas que afirmaban que para llegar a la
felicidad hay que actuar de manera natural. Es decir,
con una parte animal (bienes físicos y materiales),
una parte racional (cultivando nuestra mente) y una
parte social, que se concretaría en practicar la
virtud, que según Aristóteles se situaba en el punto
medio entre dos pasiones opuestas.

Los seguidores de esta teoría ética afirmaban que no


se puede ser siempre plenamente feliz. Siglos más
tarde que Aristóteles, Tomás de Aquino afirmaría que
sí se puede llegar a esa felicidad plena y total, pero
en otra vida, ya que en este mundo sólo existe
felicidad relativa. Los eudemonistas pensaban que el
placer era un complemento de la felicidad.

La propuesta principal del eudemonismo es "el bien es


aquello que nos hace felices y la felicidad es el
aumento de nuestras fuerzas para obrar".

2. ¿QUE ES LA FELICIDAD?
Para unos, la felicidad se alcanza con riquezas; para
otros con honores y fama; otros muchos creen obtenerla
a través del placer.

Sin embargo, dice Aristóteles, todos estos no son más


que bienes externos que no son perseguidos por sí
mismos, sino son medios para alcanzar la felicidad. Es
ésta la única que se basta a sí misma para ser: es
autárquica y perfecta. Los demás bienes externos se
buscan porque pueden acercarnos más a la felicidad,
aunque su posesión no implica que seamos felices.
Tampoco esto significa que el bien sea trascendente al
hombre; es decir, que se trate de un Bien en sí,
separado de todos los bienes particulares. Aristóteles
rechazará la concepción platónica del Bien, aquélla
que ignora que sólo es posible realizar el bien en
situaciones concretas y particulares, y nunca iguales:
"No es la salud lo que considera el médico, sino la
salud del hombre y, acaso mejor, la salud de tal
hombre, porque es al individuo a quien cura"
Por lo tanto, pese a que no haya un acuerdo entre los
hombres acerca de qué proporciona la felicidad como
bien último del hombre, la ética ha de dedicarse a
dilucidar qué clases de bienes hay. Según Aristóteles,
podemos dividirlos en tres tipos:
a. bienes externos: riqueza, honores, fama,
poder...
b. Bienes del cuerpo: salud, placer,
integridad...
c. Bienes del alma: la contemplación, la
sabiduría...

No por poseer riquezas garantizamos nuestra felicidad.


Tampoco solamente la consecución del placer nos hace
felices. Normalmente necesitamos algo más para serlo y
en eso nos distinguimos de los animales. Aunque estos
bienes particulares no basten, sin embargo ayudan. En
esto Aristóteles mantiene una postura moral bastante
desmitificada y realista: el bien no puede ser algo
ilusorio e inalcanzable. Sin ciertos bienes exteriores
(salud, riqueza, etc.) la felicidad será casi
imposible de alcanzar.

3. ¿EN QUÉ CONSISTE LA FELICIDAD (EUDAIMONÍA)?


Si es el bien supremo, aquel que ya no es medio para
ningún otro fin, habrá que determinar en qué consiste
el bien para cada ser.
El bien es el acto (energéia) propio de cada ser, es
decir; aquel que viene determinado por su propia
esencia o naturaleza. Y puesto que la naturaleza del
hombre viene determinada por la función específica de
su alma, el pensamiento, la felicidad consistirá
fundamentalmente en un bien del alma: la
contemplación.
El mayor bien para un hombre será el pleno desarrollo
de aquello que le es más esencial: la inteligencia; la
actividad contemplativa. Será la virtud de la
sabiduría la que le procure al hombre la verdadera
felicidad, aunque deba conjugarla con otras virtudes y
con los bienes exteriores.

4. JEREMÍAS BENTHAM Y EL EUDEMONISMO SOCIAL

4.1 JEREMÍAS BENTHAM


Jeremías Bentham (1748-1832).
Filósofo inglés considerado
padre y desarrollador del
eudemonismo o utilitarismo
social, consistente en buscar
la felicidad para el mayor
número de personas, tal y como
expresa en su obra Introducción
a los principios de la
legislación y las costumbres
(1789). La felicidad se halla en el placer y es
opuesta al dolor, y el hombre, la Ética y las normas
jurídicas se mueven bajo ese supuesto. Cualquiera de
los actos (incluyendo aquí no sólo los actos
individuales, sino también a los grupos políticos y
a las demás instituciones) humanos debe ser
enjuiciado y considerado dependiendo de la utilidad
que posea, dependiendo por tanto, de la cantidad de
felicidad que produzca.
Estas teorías utilitaristas tuvieron gran influencia
en política, sobre todo en el parlamento británico,
donde se generó una corriente utilitarista. También
en ciencias sociales, se ha reconocido la influencia
de Bentham en las teorías económicas que defienden
la subjetividad en el valor económico: marginalismo
o teoría del valor basado en la utilidad marginal.
Por encargo de Jorge III, Jeremías Bentham participó
en la reforma del sistema penitenciario. Para ello
ideó un tipo de cárcel revolucionaria, el panóptico,
en la cual, el oscuro y frío calabozo tradicional,
era sustituido por unas celdas de paredes
transparentes en función de un determinado ideal de
economía de la vigilancia: un sólo vigilante real
debía bastar para mantener el orden en cada fábrica
o en cada penitenciaría. Foucault interpretó el
aspecto de la iluminación del panóptico, como
manifestación de la razón ilustrada en oposición al
oscurantismo escolástico, contrarreformista y
barroco, olvidando a nuestro juicio, que si las
celdas o las paredes de las fábricas eran
transparentes en el ideal panóptico, no era para que
"entraran las luces de la razón", sino más bien,
para no perder ni un segundo de producción y
control, en una época en la que todavía no se podía
perforar los cuerpos opacos con cámaras de
televisión.
Jeremías Bentham fue momificado y expuesto en la
Sala de Profesores de la Universidad de Londres por
expreso deseo suyo. Allí se le puede observar
todavía hoy.
4.2 Eudemonismo social
Esta doctrina se ha formado en Inglaterra. Su
formulación más importante se debe a Jeremías
Bentham (1748 - 1832) especialmente en sus
Principios de la legislación civil y criminal. Le
sigue en importáncia John Stuart Mill (1806 - 1873)
con su Utilitarismo.
Ambos parten del postulado de que los motores de la
conducta humana son el placer y el dolor y
pretenden, con ayuda de ellos, juzgar la legitimidad
de la voluntad humana. Las acciones son buenas o
malas según fomenten o dificulten la felicidad.
Según ello el fin último del orden social sería la
utilidad de todos. Si esto no es posible ha de
perseguir al menos el mayor bien del mayor número.
Por lo demás, el eudemonismo estuvo generalizado en
el siglo XVIII, aun en Alemania. La doctrina de Wolf
no lo contradecía puesto que dejaba abierto el
camino para el perfeccionamiento que predicaba este
pensador. Sólo Kant destruyó el eudemonismo en su
Crítica de la Razón Práctica (1788) al hacer
resaltar el sencillo argumento de que los
sentimientos de placer y dolor son puramente
subjetivos por lo que, dada su limitación, no pueden
aspirar a ser la norma de la ley general de la
voluntad de la que dependa la justificación
fundamental de toda voluntad concreta. Entre los
demás filósofos del derecho de fama sólo Hugo en su
Derecho Natural (4a. ed. 1819) ha roto una lanza por
el eudemonismo sin dar razones dignas de mención;
también fue el último defensor teórico de la
esclavitud. Sin embargo el eudemonismo, no obstante
su fracaso teórico, ha tenido mucha influencia en la
práctica.

5. ASPECTOS RESALTANTES SOBRE EL EUDEMONISMO

a. El eudemonismo, como en general la doctrina del


placer, carece de toda solidez científica.
• El fomento de la dicha subjetiva de los
diversos miembros de la comunidad es de antemano
un problema insoluble. El derecho no puede
proporcionar la felicidad íntima, como la paz
consigo mismo. Sobre lo que podríamos llamar
felicidad exterior no hay unanimidad de
pareceres.
• 2. Los utilitarios proponen lo siguiente:
consígase la mayor suma posible del mayor
bienestar posible y transfiérase a los individuos
del modo más igual posible. Pero el sentimiento
de la felicidad no puede desgajarse del sujeto y
repartirse con los demás.
• El fomento del placer personal sólo
podría postularse como el fin ideal del
legislador si la ley suprema de la voluntad
jurídica del individuo fuese el fomento de su
bienestar personal. Pero como no es así sino que
la característica de la voluntad justa está en el
cumplimiento del deber sin consideración al
placer individual del actor. tampoco puede
consistir la ley suprema de la sociedad humana en
la felicidad de los miembros de la comunidad.
• Más recientemente los hedonistas han
postulado una especie de felicidad normal. Según
ellos, el fin del derecho ha de consistir en
proporcionar a cada ciudadano una existencia
digna (digna del hombre) .Es cierto, pero
equivale a decir racional, digno de la razón. Es
una voluntad digna del hombre, en su calidad de
deber querer lo objetivamente justo. Con lo cual
no se habla más de la mera felicidad subjetiva.

b. Sobre el principio hedonista o eudemonista se


edifica la doctrina del la igualdad cuantitativa
• En la antigüedad fue combatida por Platón
y Aristóteles, reaparece en la edad modema con
Tomás Moro y Wolf, se infiltra en la doctrina de
Rousseau y desaparece entonces del campo
filosófico para andar a sus anchas en el campo
político. Es formulada detalladamente por Babeuf
(1795) que reclama para cada uno una
participación en los bienes materiales según sus
necesidades. Desde entonces es frecuente en
discusiones políticas confundir la justicia con
la igualdad.
Materialmente considerados son los hombres
desiguales en todo. No se justifica pues la
necesidad de la igualdad material, tanto más en
cuanto la desigualdad social es técnicamente
beneficiosa como fuente de emulación y del
progreso de la cultura material.
Desde el punto de vista ideal todos los hombres
son iguales ante Dios, es docir: imperfectos, lo
cual no es otra cosa que una constatación
negativa. En cambio, el principio de la igualdad
ante la ley significa simplemente que cada
individuo ha de ser tratado según la ley y la
justicia.

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