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CUADERNILLO DE TEMAS

GRIEGOS Y LATINOS

Constantino el Grande

REDACCIÓN

Susana Fernández Sachaos


Diego Ribeira
María Mercedes Schaefer
Raúl Lavalle

Editor responsable: Raúl Lavalle


Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
raullavalle@fibertel.com.ar

nº 1 - 2010

Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta


publicación.

1
ÍNDICE

Vincenzo Belmonte. Ad maiorem mei gloriam p. 3

Dímitra Christoforidou. Aperokínitos p. 5

Noelia Vanrell. Martin Freundorfer: poeta neolatino p. 8

Raúl Lavalle. El tópico de la vuelta a la escuela p. 10

Luis H. Biondini. Las dos Medeas: coincidencias entre Eurípides


Y Apolonio de Rodas p. 15

Minucias clásicas p.

2
AD MAIOREM MEI GLORIAM

I papërsòsur i përsòsshëm, pas përsòsjes sìme


tër’ jètën u përhùmba. tesi per tutta la vita.
Vèten dèsha e ndërtòva,
horizòntet i shtrìva, allargai gli orizzonti,
njèrëz dhe ideàle i pàta shkas.

Mbi ltèrin e vetvètes bìem fli.


Qùanie, nësè dòni, dashurì.

Imperfetto perfettibile, al mio perfezionamento


tesi per tutta la vita.
Me medesimo amai e costruii,
allargai gli orizzonti,
uomini e ideali ebbi a pretesto.

Sull’altare dell’io ci immoliamo.


Chiamatelo, se volete, amore.

L’amore oblativo è attributo esclusivo di Dio, sole che non può


trattenere i suoi raggi.
Il destino di ogni creatura, imperfetta per natura, è di tendere al meglio,
vero o presunto che sia.
L’amore per gli altri e per Dio non è che un mezzo per raggiungere
l’imprescindibile obiettivo della propria perfezione.

VINCENZO BELMONTE1

Imperfecto perfectible, a mi perfeccionamiento


tendí durante toda mi vida.

1
El autor, italiano contemporáneo, nació y vive en San Cosmo Albanese, provincia de
Cosenza. Es latinista, filólogo y poeta. Desde la infancia aprendió también el albanés,
porque su pueblo tiene una nutrida comunidad de ese grupo. Recomendamos la lectura
del artículo Arbëreshë, en la enciclopedia virtual (http://es.wikipedia.org/wiki/
Arb%C3%ABresh%C3%AB). Un buen número de albaneses se estableció allí en los
siglos XV y XVI. Mi intento de traducción española fue hecho sobre el texto italiano.
En mi humilde sentir, Belmonte une el amor a sí propio y el amor divino bajo un
mismo anhelo; me agrada especialmente la expresión “ensanchar los horizontes”,
porque creo que expresa muy bien la tendencia a la perfección. [R.L.]

3
Me amé y construí a mí mismo,
ensanché los horizontes,
hombres e ideales tuve como pretexto.

Sobre el altar del yo nos inmolamos.


Llamadlo, si queréis, amor.

El amor de oblación es atributo exclusivo de Dios,


sol que no puede retener sus rayos.
El destino de toda criatura, imperfecta por naturaleza,
es tender a lo mejor, sea este verdadero o presunto.
El amor por los otros y por Dios no es más que un medio
para alcanzar el imprescindible objetivo de la propia perfección.

San Cosmo Albanese, cuna del poeta

4
APEROKÍNITOS
DÍMITRA CHRISTOFORIDOU

AПEΡΩKÍNHTOΣ

Nicanor Parra, «Προειδοποίηση στον αναγνώστη»

Ήρθε η ώρα ν’ ανοίξω τα χαρτιά µου


∆εν γράφω για να δηµιουργήσω
Γράφω για να αποδοµήσω
Λέξη γνωστής ετυµολογίας άγνωστης θεµατολογίας
Οι φιλόλογοι θα την οσµισθούν οι άλλοι θα την αφουγκρασθούν
Ανοιχτή κλήση για ερµηνεία µε προειδοποίηση:
Εν οχλήσεις δεν θα λάβουν απάντηση
Ο αναγνώστης θα πρέπει να καταθέσει τον οβολόν του και να πει κι ευχαριστώ
Ελλείψει ευγενικότητας δεκτό και το τραγούδι
Οι απαντήσεις χρήζουν ερωτηµάτων. Σε έσχατη περίπτωση ερωτήσεων
Κι εγώ είµαι υπερβολικά κακοποιός για να διατυπώσω τις µεν και να δεχτώ τα δε
Στην καλύτερη περίπτωση αποτάσσοµαι αµφότερα
Και αντιφάσκω

Πρωτολογώ:
Αδυνατώ να σοβαρευτώ. Ντύνοµαι όψη γελαστή. ∆ηλώνω γελαστή
Μαδώ τη γλώσσα µου για ν’ ακουστούν τα κακαρίσµατά της
Ερωτεύοµαι δεν ερωτεύοµαι ερωτεύοµαι
Είµαι εγώ αυτό κι οι άνθρωποι µαυρίλα
Ερωτεύοµαι δεν ερωτεύοµαι µην τα κοµµάτια µου

Προηγούνται οι αντιθέσεις:
Όσοι δεν κατα νοήσουν θα κατά λογίσουν
Όσοι αρνητικώς κατα νοήσουν θα κατά τάξουν. Με γνώµονα:
Υποκρίνεται. Επιτηδεύεται. Ψεύδεται. ∆εν ερωτεύεται. Γελάει σαν να κλαίει. Χωρίζει
Όπως ενώνει. Κουράζει ν’ αντιτάσσει. Χασµουριέται αντί ν’ αναστενάζει
Ορθόν. Βιολογική εξέλιξη του οργανισµού µου

Έπονται οι θέσεις:
Οι άλλοι που θα δια βάσουν θα ξ ανα δια βάσουν
Κι αφού διαβάσουν θα γράψουν:
Μηχανισµός σε κίνηση. Φυγόκεντρος δύναµη. Κεντροµόλος δύναµη

Απόδειξη:
Κατα τη γνώµη µου δεν γράφω. ∆ιαβάζω. Στην καλύτερη περίπτωση µετα φράζω
Parra

APEROKÍNITOS

Nicanor Parra, “Advertencia al lector”

Es hora de poner las cartas sobre la mesa


No escribo para crear

5
Escribo para destructurar
Palabra de etimología conocida de temática desconocida
Los filólogos la presentirán los otros la vislumbrarán
Abierta invitación para interpretar con previo aviso:
Mol estias no se responderán
El lector deberá depositar su óbolo y también agradecer
Por falta de cortesía se acepta una canción
Las respuestas requieren interrogantes. En caso extremo de preguntas
Y yo soy excesivamente criminal para formular estas y aceptar aquellos
En el mejor de los casos reniego de ambos
Y contradigo

Hablo por primera vez:


Me imposibilito la seriedad. Me visto de sonriente. Me declaro sonriente
Deshojo mi lengua para hacer sonar sus cacareos
Me enamoro no me enamoro me enamoro
Esto soy yo y los demás negrura
Me enamoro no me enamoro que no mis pedazos

Preceden las antítesis:


Quienes no en tiendan im putarán
Quienes negativamente en tiendan en casillarán. Con arreglo a:
Finge. Ostenta. Miente. No se enamora. Ríe como si llorara. Separa
Como une. No para de enfrentar. Bosteza en vez de suspirar
Correcto. Evolución biológica de mi organismo

Siguen las tesis:


Los que lean de nuevo leerán
Y una vez que lean escribirán:
Mecanismo en movimiento. Fuerza centrífuga. Fuerza centrípeta

Comprobación:
En mi opinión no escribo. Leo. En el mejor de los casos tra duzco
Parra

La obra a la que pertenece este poema se titula Hacia fuegos.


Incluye 33 poemas escritos en Buenos Aires en el período 2003-2006.

La mayoría de los poemas se estructuran sobre la técnica de


separación o unión de las palabras, con el fin de que la palabra misma
desteja el hilo de su historia o utopía para conducirme por medio de los
estratos creativos de la lectura a la construcción del poema. En
“Aperokínitos” se vislumbran indicios de dicha poética.

6
Aunque la temática varía, concluye insistentemente en las
analogías que los distintos matices de la franca cotidianidad imponen
más allá de delimitaciones geográficas y temporales. De este modo, el
poema que abre la colección titulado “Cirugía” constituye una recreación
poética de la práctica cotidiana de hurgar en la basura, haciendo un corte
en la bolsa de residuos para extraer con la habilidad de un cirujano lo
apto para usar y vender. Sin embargo, esta imagen infunde un valor o
desvalor transcendental e inalterable. Valores o desvalores de la misma
envergadura predominan en la colección marcando el estilo poético.

En concordancia, entonces, con la temática, el estilo es atrevido,


suficientemente satírico, a veces incisivo con intención humorística
explícita e implícita.

DÍMITRA CHRISTOFORIDOU1

1
Agradecemos a la autora, poetisa griega actual, el habernos permitido publicar este
texto, a modo de adelanto del poemario que a la brevedad se publicará en su patria. La
traducción es de ella misma.

7
MARTIN FREUNDORFER, POETA NEOLATINO
NOELIA VANRELL

Martín Freundorfer es un autor contemporáneo nacido en


Austria. Actualmente reside en su tierra natal, donde se dedica a cultivar
la lengua latina por medio de la enseñanza y de la poesía. A
continuación se traducirán dos poemas suyos1. El primero, compuesto en
ocasión de la celebración de Pentecostés del 2010, nos recuerda el relato
que describe el descenso del Espíritu Santo, narrado en los Hechos de
los Apóstoles2:

Spiritus ad miseros caelesti deuenit arce,


uiribus ut repleat pectora nostra suis.
Hunc fore nobiscum promisit filius ante,
quam repetens abiit regna superna patris.
Cordibus in nostris maneat solaminis auctor,
ut memores simus semper adesse Deum.

El Espíritu desciende desde la ciudad celestial a los pobres,


para colmar con su vigor nuestros corazones.
El Hijo prometió que él iba a estar con nosotros,
antes de haber partido de regreso al reino elevado del Padre.
Que la fuente de consuelo permanezca en nuestros corazones,
para recordar que Dios está siempre presente.

El segundo poema nos cuenta sobre un viaje de estudios que


nuestro poeta realizara a Roma junto a sus alumnos:

Roma petenda mihi est; an papa uidebitur illic?


Non est causa uiae ductor in urbe sedens
Templa sacrata, forum, celsam mirabitur arcem
me duce grex puerum per loca pulchra uagans.
Cum minor ereptis saxis sit arena quibusdam,
maxima adhuc poterit mole mouere sua.
Effigies ueteres monstrabunt atria clara
et credet lapides tunc sibi quisque loqui.

Debo dirigirme a Roma; ¿acaso el Papa se mostrará allí?


No fue la causa del viaje el guía que reside en la Ciudad.

1
Agradezco la ayuda de mi profesor de latín, quien me orientó para resolver las
dificultades de traducción.
2
Hch 2, 1-36.

8
Un rebaño de niños, yendo de un lado a otro por hermosos
lugares, admirará el foro, templos sagrados, elevada ciudadela.
Aunque la arena1 sea hoy más pequeña, porque ha perdido
piedras, conmueve todavía por su imponente mole.
Los ilustres atrios mostrarán las antiguas efigies
y entonces cada uno creerá que las piedras le hablan.

Para concluir con este pequeño aporte, simplemente quisiera


destacar la riqueza que significa encontrarnos con un autor como Martin
Freundorfer quien, a través de su poesía, da un nuevo aliento de vida a la
lengua latina.

NOELIA VANRELL

1
Se refiere al hoy llamado Coliseo.

9
EL TÓPICO DE LA VUELTA A LA ESCUELA
RAÚL LAVALLE

Es justo aclarar que “vuelta a la escuela” no es inscribirse de


nuevo en ella (si me anotara hoy en primero inferior, me mandarían
directo a marzo), sino que alude al retorno –material o fingido– de un
entrecano varón al aula de su ayer. Puse nombre al tópico a partir de “La
vuelta al hogar”, el poema de Olegario Víctor Andrade que muchos
aprendimos de memoria en años mozos (empezaba: “Todo está como era
entonces: / la casa, la calle, el río, / los árboles con sus hojas / y las
ramas con sus nidos”; cf.: http://www.clubdelprogreso.com/index.
php?sec=14&sid=33&id=3402).

Primer ejemplo. Cayo Plinio Cecilio Segundo (62-c.113), más


conocido como Plinio el Joven, nos ha dejó unas Cartas, que ilustran
muchos aspectos de la vida romana de entonces. Pero en una de ellas nos
habla de la escuela de su infancia. Cito por una vieja edición el
comienzo de la misma, dirigida a un personaje importante de aquellos
tiempos, llamado Maurico: “¿Qué encargo más agradable podrás darme
que el de buscar preceptor para los hijos de tu hermano? Te debo el
placer de haber visto de nuevo los parajes donde asistí a la escuela,
pareciéndome que, en cierto modo, vuelvo a aquellos hermosos años.
Comienzo a sentarme, como hacía en otro tiempo, entre los jóvenes, y
echo de ver el respeto que les inspiro por mi afición a las Bellas Letras.”1

En efecto Plinio llama dulcissimam aetatem a su período


escolástico y experimentó el placer de ser alumno de nuevo, al menos en
la nostalgia: sedeo inter iuvenes ut solebam. Aquí, como en tantos otros
temas, la antigüedad clásica nos da el punto de partida. Y desde allí
partió el italiano Renzo Pezzani (1898-1951), quien en puntas de pie,
humildico y sin perturbar, se imagina sentado en el último banco y
repitiendo lleno de nostalgia, con los niños, la antigua lección.2

Ahora nos detenemos en Quinto año, tango de 1979 con música


de Osvaldo Tarantino y letra de Juanca Tavera; sin duda la versión más
conocida es la de la orquesta de Osvaldo Pugliese, con la voz de Adrián

1
Plinio el Joven. Panegírico de Trajano y Cartas (trad. Francisco de Barreda y
Francisco Navarro). Madrid, Librería de Perlado, Páez y C.ª, 1917. Cartas 2, 18, p.
183.
2
E in punta di piedi, discreto, / nell’ultimo banco mi metto / e canto, dal dolce coretto /
dei bimbi, l’antico alfabeto. Cito por la antología Pagine vive (ed. Anna de Maestri
Rugarli – Donatella Tartara Tessi), vol. 1. Milano, Fratelli Fabbri, 1966, p. 127.

10
Guida. Estos datos y el texto se hallan en el sitio TODOTANGO
(http://www.todotango.com/spanish/las_obras/letra.aspx?idletra=1614).
Recordemos que Tavera y Tarantino también son autores de Vamos
todavía, un tango relativamente reciente de mucha repercusión entre
quienes gustan del género.

Nos encontramos a las diez


–y fue en cualquier lugar– la noche
de la cena de egresados.
Ni bien entramos, al llegar,
nos grita su verdad
la pila de almanaques deshojados.
Y desfilaron los años aquellos;
soñar es fácil: el mundo era nuevo.
Quinto año es una terminal,
donde el camino ya no vuelve más.
Si yo pudiera, volver quisiera…
Las mismas cosas que me dio la juventud;
el mismo amor, las mismas ansias;
esas voces, las primeras,
que se llenaron de distancia.
Cerrar los ojos y estar de nuevo,
allá... en el último recreo.
Como en el punto de partida,
tanta gana, tanta vida, tanto adiós.
Unos llegaron por luchar
y algunos por llegar treparon,
pisoteando los peldaños.
Es que la vida al barajar
no encarta siempre igual:
son cosas que se aprenden con los años.
Allá era todo más puro, más tierno,
allá los muros del viejo colegio.
Y andá a saber si alguna vez
nos volveremos a ver después.
Si yo pudiera, volver quisiera…
Las mismas cosas que me dio la juventud;
el mismo amor, las mismas ansias;
esas voces, las primeras,
que se llenaron de distancia.
Cerrar los ojos y estar de nuevo
allá en el último recreo.
Hoy sólo quedan en la mesa
más recuerdos, más tristezas que ilusión.

11
Tavera, poeta, pianista y compositor, falleció en 1991 (cf.:
http://www.fundacionkonex.org/premios/curriculum.asp?ID=973). Me
gustó siempre este tango; y más todavía me gusta hoy, cuando recorro el
cuadragésimo primer aniversario de mi egreso del secundario. Y me
seguirá gustando en lo poco que me queda de vida, porque también ante
mí desfilan los días felices. Todos sabemos que quizás no eran tan
bienaventurados, pero a los poetas no les importa tanto la verdad cuanto
la imaginación. Los sueños juveniles se me mezclan con los sueños de
hoy y vuelvo también, como hacía el viejo Plinio –aunque me refiero a
Plinio el Joven– al patio, al recreo, a las aulas. También yo, cuando me
encuentro con mis amigos en las cenas de egresados, pienso en la vida
con su barajar. Y me viene a la mente, dicho sea de paso, la idea de
escribir algo sobre la imagen de la vida como un juego. Algunos de mis
compañeros murieron; otros viven fuera de mi ciudad. No obstante, poco
pienso en cuán bien o mal les ha ido. Mi encuentro con ellos es el del
itinerario espiritual. A Dios gracias y con la modestia del caso, creo que
no se cumplió en mí el verso de Juanca Tavera: “más recuerdos, más
tristezas que ilusión.” La vida me regala la ocasión de hablar ahora
contigo, querido lector, y eso ya es una paga muy fuerte.

Ahora transcribo el poema que ha inspirado, para bien o para


mal, estas humildes líneas, “Ode ao Ginásio Diocesano”, de Luciano
Maia.1 Este escritor contemporáneo brasileño, oriundo de Fortaleza, es
además poeta, ensayista y traductor. Gran amante y propulsor de la
latinidad, fue distinguido como Cônsul Honorário da Romênia em
Fortaleza. Muy largo sería enumerar sus méritos; nada más me permito
añadir que su amistad es uno de mis mayores bienes.

Ginásio Padre Anchieta


cedo soube que o teu Nome
era o portal que me abria
a Academia da Infância
e as tuas colunas sóbrias
sustentavam a grandeza
de um templo grego erigido
em minha admiração.

Antes foste o meu caderno


cheirando a adivinhações
do livro que o livro agora

1
Luciano Maia. Pátria dos cataventos. Fortaleza, Expressão Gráfica e Editora, 2007,
pp. 111-112.

12
não consegue suplantar.
Antes foste o meu Ginásio
de lições nunca esquecidas
das primeiras descobertas
dos territorios da fala
vinda da língua de mármore.

Certa manhã, meu olhar


descreveu um vasto círculo
em torno das tuas salas.
Jamais pude imaginar
aquela manhã, já tarde
em que ti vi tão menor.

Não: em verdade, o teu vulto


edificado no azul
de um jardim imemorial
tem dimensões intamgíveis.
E é tão grande este mistério
qual somente o duradouro
em nossas vidas descreve
a grandeza extraordinária
de Academia da Infância.

Antes de ensayar un breve comentario, digamos que la vuelta en


espíritu a la escuela se halla también en otro poema del libro citado:
“Penso em recreio e merenda / nas tardes colegiais.1 Pido disculpas por
no traducir esta oda, pero creo que se comprende bien el sentido. Cada
uno después según su conocimiento –yo también– acudirá al diccionario
portugués. Hoy la Red nos da casi todo; y a mí me dio una imagen del
Ginásio Diocesano, el cual se llama hoy Colégio Diocesano
(http://turmade1978.blogspot.com/). Pero es cierto, todo suena a la
Academia da Infância de todos nosotros. Echo a volar mi cabeza e
imagino –seguramente me equivoco– que el Padre Anchieta era un
bondadoso jesuita vasco (quizás no era vasco y tampoco tan bondadoso,
aunque entonces era común acudir a la férula). Pero Luciano es mi
Virgilio en la vuelta a mi propia Escuela, a mi propio Colegio, a mi
propia Universidad. No me cuesta volver, porque, como docente que
soy, nunca terminé de salir del cascarón del aula; y siento siempre la
‘canción en la arena’; y no me considero un perfecto en la vía del
conocimiento sino un eterno catecúmeno y devoto: por eso lo del

1
“Spleen em Paris”, p. 39.

13
‘templo griego’ (con subrayado en cada una de las palabras) que dice mi
amigo Luciano.

Yo, igual que este gran poeta brasileño, aprendí una ‘lengua de
mármol’; una lengua que poco sabía quizás de excepciones. Pero me
gusta que haya sido así, porque aprender es aprender las bases. Más
tarde hubo tiempo para el lunfardo y la gíria. Con sus imperfecciones,
las antiguas aulas nos formaron en un rigor. Después, en todo caso,
estuvo en nosotros salir de los moldes. Pero es cierto: la escuela es
mistério y pocas cosas hoy me gustan más que regresar, con los pasos de
los pies y con los de la mente, a esos evos pueriles, pues son o
duradouro. Otras cosas han pasado, pero la intangible dimensión de
ellos permanece.

Quiero terminar, querido lector, con un agradecimiento a tu


paciencia. Por supuesto, con otro al caro Luciano Maia, inspirador de
estas pobres líneas. Y con el viejo latín, pues ludus significa ‘juego’ y
significa ‘escuela.’

RAÚL LAVALLE

14
LAS DOS MEDEAS: COINCIDENCIAS ENTRE
EURÍPIDES Y APOLONIO DE RODAS
LUIS H. BIONDINI

Introducción

En el presente trabajo intentaremos establecer algunas


coincidencias entre la Medea de Eurípides y las Argonaúticas de
Apolonio de Rodas. Es evidente que ambos poetas comparten un tema
común: el ciclo de los argonautas. En principio abordaremos puntos de
continuidad argumental, en tanto los momentos del mito que ambos
eligen plasmar en sus obras son complementarios: el comienzo de la
relación entre Jasón y Medea, en el caso de las Argonaúticas, y la
ruptura trágica de aquella, en el caso de Eurípides. A su vez,
encontraremos similitudes en cuanto las características de los personajes
centrales, por lo que supondremos una influencia fuerte de Eurípides
sobre el poeta rodio. Pues ambos comparten además el interés por las
pasiones humanas, que unen o aniquilan a los hombres,
representándolas por medio de emotivos monólogos en el caso de
Medea. Los numerosos elementos de continuidad respecto de su
antecesora, la Medea de Eurípides, nos hacen pensar en la alta estima
que Apolonio tenía por el trágico.

1. Viaje de aventuras, regreso y fuga:

Debemos exponer en qué consiste la continuidad argumental


entre la tragedia Medea y el poema de Las argonaúticas. Aunque se
refieren a momentos diferentes de la historia, Eurípides y Apolonio se
valen del mito de Jasón y los argonautas para darle un nuevo
tratamiento1. Lo que vincula ambos episodios es la relación entre Jasón y
Medea. Mientras que Eurípides decide centrarse en el desencuentro
amoroso entre Jasón y Medea, que termina en crimen (infanticidio)
motivado por la esposa despechada, Apolonio se remite a completar, de
alguna manera, el cuadro que presenta su antecesor, incluyendo en la
trama el encuentro entre el joven esónida y Medea. Sin embargo, la
relación amorosa se incorpora en un motivo épico2, que constituye el
punto de partida de la acción. El joven Jasón, junto con una comitiva de
nobles varones, debe obtener el vellocino de oro, pues el déspota Pelias
se lo impone. Para completar la prueba los argonautas deben emprender

1 Cf. García Gual, 2004: 8-11.


2 Cf. Brioso Sánchez, 1986: 22.

15
un viaje a la remota Cólquide, viajando en la nave Argo. Es decir, que
en principio, en los cantos I y II, se trata de una obra colectiva donde
varios héroes son presentados, y liderados por el joven Jasón.

Luego de varias peripecias llegan a destino. Recién en el canto


III comienza la relación entre Jasón y Medea; en él que se narra el
desembarco de los argonautas en la ciudad de Eea, en la Cólquide. Jasón
le solicita a Eetes el vellocino de oro y el rey le da una serie de pruebas
(doma de toros, siembra del campo y combate con los guerreros
terrígenos). Con las artes mágicas de Medea, Jasón logra vencer las
pruebas, y apoderarse del vellocino de oro. Medea tiene que llevar
consigo una gran culpa: la traición a su tierra y a su familia (su padre) y
el desesperado, pero no menos terrible, homicidio de su hermano.

Como el público, formado en el mito, conocía el catastrófico


final de la relación entre los jóvenes, Apolonio interrumpe el poema
antes de que la nave desembarque en la tierra de Corinto. El final
magistralmente ya había sido representado por Eurípides, cuya obra era
conocida y admirada en la época helenística1. Precisamente, la acción de
la tragedia de Eurípides comienza en el punto de la trama en el que se
detiene Apolonio. Por eso decimos que ambas obras se complementan,
ya que leyendo a ambas podemos darnos una idea del ciclo completo.

Medea comienza con la decisión de Creonte, quien, motivado por


el miedo que le tenía a la joven hechicera, decide expulsar de Corinto a
Medea, la extranjera que anda tras los pasos de Jasón, futuro prometido
de su hija. Medea se gana el favoritismo del coro, que se apiada de su
suerte. Si la trama que movía la obra de Apolonio estaba dominada por
el motivo heroico y amoroso, en el caso de Medea se produce un
cambio, pues pasamos a un motivo de traición (el abandono de Jasón) y
la venganza (asesinato de los hijos de la pareja, de Creonte y de su hija).

2. El héroe y la hechicera

¿Cómo nos presenta Apolonio de Rodas al héroe al comenzar su


aventura? La pluma del poeta rodio dibuja un Jasón irresoluto
(améchanos), demasiado cortesano, con poca iniciativa y un valor
mediocre2. No demuestra su excelencia como héroe en toda la historia;
se ve opacado por la joven hechicera enamorada. No tiene ni la fuerza ni
la astucia de los héroes homéricos. Es un personaje claramente reactivo,
de una pasividad penosa: provoca cambios involuntariamente, a través

1 Bowra, 1971: 179-181.


2 Valverde Sánchez, 2007: 32-45.

16
de sus encantos y del favoritismo que las diosas (Atenea, Hera y
Afrodita) depositan en él. En las aventuras marinas la intervención de
Jasón es casi nula, salvo que contabilicemos como tales las correrías
amorosas junto a Hipsípila (vv. 609-910).

Cuando los argonautas llegan a Lemnos, se nos muestra el


encuentro de Jasón con Hipsípila. Prefigura el posterior romance con
Medea, pues en este pasaje tenemos también una princesa en edad núbil
que se enamora del héroe esónida. En efecto, al llegar los argonautas a
Lemnos encuentran que no hay hombres en la ciudad, pues las mujeres
los han expulsado. Hipsípila, la princesa, al ver a Jasón se ruboriza y le
ofrece la soberanía del reino, si se queda (vv. 828-835). Al principio
Jasón declina la oferta (vv. 836-841), pero luego Cipris infunde en los
héroes una pasión desbordante, pues la diosa busca el repoblamiento de
la ciudad (vv. 850-855). Los argonautas se abandonan a los placeres y a
la molicie. Hasta que interviene Heracles, quien debe recordar a sus
compañeros el sentido heroico de su misión (1, 865-877):

¿Nos complace habitar aquí y repartirnos la fértil campiña de


Lemnos?
En verdad no seremos muy celebres recluidos así largo tiempo con
unas mujeres extranjeras.
Ni tampoco el vellocino lo rescatará algún dios y nos lo entregará
espontáneamente porque se lo pidamos. Volvámonos de
nuevo cada uno a su casa; y a él dejadle en el lecho de
Hipsípila los días enteros, hasta que repueble Lemnos con
su viril descendencia y una gran fama le sobrevenga. (1, 868-870)

Con fina ironía1 Heracles cuestiona el comportamiento disoluto


de Jasón y recuerda el motivo que convocó a los argonautas. Este héroe
había permanecido junto a las naves para evitar el acoso de las mujeres
de Lemnos. Los héroes aceptan el reproche de Heracles, por lo que
deciden continuar con la travesía. Al final de este episodio, se ve a una
llorosa Hipsípila despidiéndose apasionadamente de Jasón, invitándolo a
que vuelva una vez finalizada la misión. En este punto, vemos que
nuestro héroe se muestra cauto, al decirle que prefiere regresar a su
patria (vv. 900-909), aunque le sugiere que, si alumbra un hijo varón y él
(Jasón) no puede regresar a Yolcos, que envíe al muchacho para
consolar a sus padres. Por lo menos, muestra aquí cierto sentido de la
prudencia, aunque animado por la censura de Heracles.
Como héroe dubitativo, angustiado por los peligros que le
aguardan, a Jasón parecieran faltarle recursos para estar a la altura de sus
compañeros de viaje. Contrasta, por ejemplo, con el valeroso (y

1 García Gual, 2004: 34.

17
resignado) Idmón que muere atacado por un jabalí, con el púgil
Polideuces, y con el espíritu conciliador y líder de Orfeo.

El ser un protegido de las mujeres explica gran parte de sus


éxitos. Y esto es tan evidente que otro compañero de expedición, el
temperamental Idas, le critica a Jasón el empleo de ayuda femenina y su
inactividad. Como antes lo hiciera Heracles, aparece un portavoz del
sentido común del héroe clásico. La facción de Idas perderá, pues los
argonautas decidirán que lo más conveniente es pedir ayuda a Medea,
recordando la profecía de Fineo.

Podemos suponer que esta falencia de Jasón contribuye a cederle


a Medea su papel heroico. Y ella es todo lo opuesto: pasional, hechicera,
terrible, bárbara, homicida, consciente de sus culpas tanto como de sus
poderes. Como personaje fuerte demuestra sus poderes en varios pasajes.

Eurípides muestra a Jasón como el villano de un drama


pasional1, de un egoísmo casi cínico. Describe magistralmente el
carácter del esónida (85 y ss.), al poner en su boca estas palabras: “todo
el mundo se ama más a si mismo que a su prójimo”. Tal es la máxima
del jefe de los argonautas. Rápido en los ardides dialécticos, elegante en
la burla2. Aparece caracterizado por Eurípides con todos los elementos
del buen sofista, que argumenta para convencer al otro, no para llegar,
por medio de la recta dialéctica, a la verdad. Habrá que esperar a un
personaje de la grandeza de Sócrates, para reorientar el camino de la
retórica hacia fines más nobles.

En cambio, el personaje de Medea aparece con una emotividad


titánica, se agiganta con el correr de los versos y termina en un éxtasis de
violencia, revelando a Jasón la banalidad de sus palabras. Vemos otra
coincidencia entre los poetas, en tanto muestran a Medea como una
mujer con poderes temibles y con un temperamento apasionado, aunque,
como veremos a continuación, esto de lugar a crímenes funestos. En
resumen, la contraposición entre los caracteres de Jasón y Medea
explican gran parte de las acciones y del funesto final de la historia.

3. Del amor y la venganza: pasiones desbordadas

El elemento destructivo de las pasiones aparece como tema en


ambos poetas. En Apolonio el enamoramiento llevará a Medea a
traicionar a su familia y a asesinar a su hermano, mientras que Eurípides

1 Nápoli, 2007: LXXX.


2 Lesky, 1976: 397.

18
nos mostrará el estadio final en el que el amor no correspondido se
transforma en furor vengativo1.

En Apolonio el motivo erótico se convierte en un medio para


hacer posible la consecución de un objetivo heroico2. La pasión de
Medea aparece como instrumento de los dioses, entonces, para favorecer
al irresoluto Jasón. ¿Podría haber superado las pruebas el hijo de Esón,
por sí mismo? Lo dudamos. En eso, Apolonio se muestra sagaz, pues,
antes del encuentro con Medea, había anticipado las escasas virtudes
heroicas de nuestro joven guerrero.

El poeta narra cómo Eros arroja su ardiente saeta hacia el pecho


de la joven (3, 280-290), iniciándose así la pasión amorosa entre Medea
y el héroe. Afrodita, como regente de la pasión, envía a su hijo, el
arquero juguetón Eros, a que arroje su saeta fatal sobre la joven Medea,
y desencadene así su enamoramiento.

En el canto III (vv. 637-644) se describe el enamoramiento de


Medea: En “ensueños funestos” se le impone la idea de una traición de
su padre con respecto a los argonautas; por eso la joven se debate entre
mantenerse fiel a su padre o ayudar a los extranjeros. Se decide por la
segunda opción, no sin dolor: “Desdichada de mí”, se lamenta. La
muchacha sueña con la muerte de Jasón (3, 460). La hermana trata de
detenerla, aunque su intento resulta vano (3, 750-755). En la noche, la
domina el insomnio: no puede por la inquietud de sus pensamientos.
Luego de un momento de duda nocturna, decide hacer caso de la pasión
que siente por el héroe extranjero. Esta inquietud anímica deja paso a la
terrible resolución de traicionar a los suyos (vv. 820 y ss.).

Apolonio caracteriza esta dialéctica entre motivación externa (el


flechazo de Eros) y decisión individual o motivación interna como un
momento de dudas, dolor y expectativas extremas, que van desde la
promesa de dicha hasta el desastre absoluto, entremezcladas en la psykhé
de Medea3.

Como hemos dicho, el amor motiva la partida de Medea con los


argonautas, mientras que la venganza (el resarcimiento por la ofensa que
le propinó Jasón) es lo que moviliza su espíritu en la tragedia.
Consideramos que Apolonio tiene plena conciencia de este movimiento,
por lo que ya en el canto IV, nos muestra el ensombrecimiento del ánimo
de la princesa de Cólquide. (cf. 4, 385-387).

1 Di Benedetto, 1969: 3-9.


2 Brioso Sánchez: 22.
3 Valverde Sánchez, 2007: 81.

19
Es en Eurípides dónde debe buscarse la exploración de las
pasiones. Afrodita infunde una pasión destructora en Fedra para
vengarse del casto Hipólito. En este tragedia, que lleva el nombre del
joven, también Eurípides muestra la pasión amorosa como fuerza
desorganizante, amalgamada con un motivo de venganza. Fedra, como la
Medea enamorada que pinta Apolonio, vive su pasión erótica como una
enfermedad del alma, la pasión es acompañada por intensos dolores
corporales. En estas obras, el trágico tematiza el conflicto de Medea y de
Fedra, las dificultades de controlar el impulso, y los remordimientos de
conciencia de ambas heroínas. La pasión o emoción (thymós) impide
seguir el camino recto, y el conocimiento no basta para detener el
impulso destructor1. En palabras de Fedra: “Conocemos el bien, pero no
lo hacemos, pues nos domina la pasión”.2

El fracaso del amor además moviliza un movimiento aniquilador,


que como consecuencia trae la venganza o el suicidio, como se ve en
Medea y en Hipólito. También, puede provocar estados que lleven a la
persona a cometer crímenes terribles3. Por ejemplo, en el canto IV de las
Argonaúticas el poeta nos narra el regreso a Yolcos, por una ruta
desmesurada. Luego de ayudar a Jasón a apoderarse del vellocino,
Medea huye con el joven héroe. Ante el asedio de la flota de Absirto,
Medea, temerosa por su futuro, contribuye a tenderle una emboscada a
su hermano. Así agrega otro lastre a su atribulada conciencia. Con esta
muerte, el personaje de la joven va adquiriendo tintes más sombríos,
preanunciando el trágico desenlace de su relación con Jasón.

En el agón (446-626) que se da entre la desdichada pareja, Medea


le echa en cara su asistencia en la misión de los Argonautas, y el gran
sacrificio que representó para ella el abandono de la tierra paterna, y la
traición y muerte de su hermano: “Yo te salvé, como saben cuantos
griegos se embarcaron contigo en la nave Argo.” Se lamenta por no
haber recibido a cambio de estos favor lo que merecía. Jasón minimiza la
ayuda recibida, y para ello, hace recaer todo el crédito en manos de su
protectora, la diosa Afrodita: “En lo que a mí se refiere, puesto que
exaltas en demasía tus favores, considero que Cipris fue, en la travesía,
mi única salvadora entre los dioses y los hombres.” En parte Jasón no se
equivoca, aunque no comprende que el hijo de Afrodita clava sus flechas
en los hombres causando desastres como los que pronto vivirá.

1 Hamilton, 2002: 260-263.


2
Eurípides, Hipólito 380 y ss.
3 Rodríguez Adrados: 257-270.

20
4. El descubrimiento del interior

Eurípides descubre los motivos, las intenciones individuales, y la


profundidad del alma humana1. Su gran innovación es incluir monólogos
en escena que expresan las turbulencias anímicas de sus héroes. En él
asistimos a las opciones contradictorias que atormentan a los
personajes2; lo que nos da una excelente descripción de sus
características anímicas y de las dificultades morales que los mortifican.
Además, en los diálogos agónicos entre personajes vemos las diferentes
posiciones de los personajes y deducimos con qué intenciones.

Ahora bien, si en el caso de la Medea de Apolonio contaba con


su hermana Calcíope, para discernir qué camino dar a sus pasiones, al
menos como interlocutora (3, 669-741); en la Medea de Eurípides se ve
una terrible soledad: el alma está siempre sola cuando se deben decidir
cuestiones tan delicadas. Y el coro no puede influir en las decisiones de
la mujer de Cólquide. Luego de obtener la promesa de hospitalidad de
Egeo, soberano de Atenas; Medea revela su plan en un violento
soliloquio (vv. 770-805), en el que se combinan fatalmente, sus deseos
de venganza y su lamento por la suerte terrible de sus hijos. El corifeo le
pide a Medea que interrumpa su plan:

CORIFEO. — Pero tú serás la mujer más desgraciada.


MEDEA. — Déjalo. Inútiles son todas las palabras que digamos.

Ahora vamos a ver las coincidencias en los monólogos de Medea


en las dos obras, en los que violentas pasiones preceden a una delicada
decisión. En las Argonauticas, tenemos un monólogo (3 771-802), en el
que la princesa piensa que es desdichada, e incluso piensa en la muerte.
Llega a hacer coincidir en su pensamiento el momento del triunfo de
Jasón en las pruebas con la destrucción de ella misma. El suicidio y la
deshonra aparecen agitando sus pensamientos:

[...] ¿Qué deshonra no habrá para mí? ¡Ay, qué desgracia la mía!
En verdad mucho mejor sería dejar la vida esta misma noche en
mi alcoba, con un destino insospechado, y escapar a todos
los viles oprobios, antes de cometer esos actos ignominiosos
e innombrables. (3, 797-802)

La muchacha anticipa en estos soliloquios los terribles efectos


que le deparará la pasión que está naciendo en su corazón. Sabe que
cometerá crímenes, pero no puede librarse del influjo maléfico de Eros.

1 Jaeger, 1971: 317-322.


2 López Férez, 1988: 358-360.

21
Vemos cómo Apolonio aprendió la lección del maestro Eurípides, que
había hecho un uso preciso del monólogo para expresar las dudas y
temores de los personajes, posibilitando que el espectador accediera al
interior del alma humana.

En el monólogo de Medea examina su conciencia, con dolor y


vacilaciones, decidiendo al final proseguir con el plan vengativo. Va a
castigar a Jasón a través del asesinato de sus hijos, cancelando así el
futuro del héroe. Jasón no puede convencer a Medea, lo que acarrea el
desastre; aparece dos veces antes del terrible monólogo de Medea. En su
primera aparición se presenta como conciliador, ofreciéndole a la mujer
de Cólquide el financiamiento de su viaje, lo que causa indignación en la
mujer. En su segunda aparición del héroe, Medea se muestra dispuesta a
negociar con Jasón. Por ello le confía los hijos que tienen en común, y
los manda con regalos para el soberano y su hija. La venganza está en
marcha. Lo que hace Eurípides es mostrar la irresoluble tensión moral en
el interior de la mujer abandonada, que se debate entre sus deberes de
madre y su deseo de venganza. Eurípides, como dice Snell (2005), se
configura como un explorador de la moralidad humana:

Eurípides pone la conciencia moral ante una nueva crisis


porque, al basar la moralidad en el sentimiento personal, la
deja a merced de las indecisiones del sujeto. Los valores se
vuelven inseguros y los hombres, inestables. […] La
confrontación dramática de fuerzas opuestas se reduce a una
discusión entre hombres que dudan del sentido de sus propias
vidas. Y así de la tragedia se pasa al diálogo filosófico-moral.1

Medea desconfía de las palabras humanas, pero lo paradójico: las


utiliza tanto como a sus poderes mágicos, para convencer a Jasón de su
pedido de tregua. Necesita de las palabras, para convencer a Jasón de su
cambio de opinión. Aquí es Medea la que se convierte en una sofista
engañadora, que usa su elocuencia como medio para obtener del rival
una posición ventajosa en la batalla. Le da la razón a Jasón (vv 875 y
ss.): dice que si el se convierte en príncipe de Corinto puede darle
hermanos a sus hijos y un buen pasar. Y , en el colmo de su trampa
retórica, se culpa por su condición de mujer. Después, llama a los niños
para que saluden al padre. La escena no puede resultar más patética.
Medea esta emocionada, corren lágrimas por sus ojos, pero no como
podría creer Jasón, a causa de la flamante reconciliación, sino porque la
imaginación de Medea se enturbia con los hechos sangrientos que se
avecinan. Lo que a simple vista parece una escena familiar reconquistada
es en el fondo una primera despedida.

1 Snell, 2007: 219.

22
El coro lo expresa con claridad, (vv 990-995) cuando piensa en
Jasón que sin saberlo lleva la destrucción a la vida de sus hijos y a su
esposa una muerte vergonzosa. Pero Medea vacila. Cuando vuelven sus
hijos del palacio (vv. 1025-1035), se lamenta por lo que no podrán hacer
sus hijos en el futuro. Todos los planes que ella tenia para ellos como
buena madre. No soporta la mirada brillante de los chicos. Medea duda,
quiere abandonar sus planes (vv. 1044 y ss.):

No podría hacerlo. Adiós a mis anteriores planes.


Sacaré a mis hijos de esta tierra. ¿ Por qué, por afligir
a su padre con la desgracia de ellos, debo procurarme
a mi misma un mal doble? ¡No y no! ¡Adiós a mis planes!

Pero irrumpe en ella lo demoníaco: el furor vengativo, la manía


de revancha. Por fin, se despide de los niños. Aparece cierta oposición
entre pasión y reflexión: “Si, conozco los crímenes que voy a realizar,
pero mi pasión es más poderosa que mis reflexiones y ella es la mayor
causante de males para los mortales”.

En Eurípides la reflexión puede convertirse en un instrumento de


la pasión. No creemos que en él exista una polaridad al estilo moderno
entre razón y pasión, sino un continuum, en donde ambas se alimentan
de manera salvaje, confirmando su inseparabilidad y dependencia
mutua1: la pasión termina alimentando las argumentaciones de los
personajes y sus acciones y las más terribles pasiones pueden aparecer
adornadas con un ropaje dialéctico falsamente racional.

Lo demoníaco de los poderes de Medea es presentado por


Eurípides en una escena lúgubre y poderosa. Luego de narrar cómo la
joven princesa se probaba los regalos embrujados (vv. 1155-1165), nos
muestra los efectos devastadores: (v. 1170) temblor, espuma en la boca,
sangre, alaridos. La corona se convirtió en fuego y los peplos devoraban
a la desdichada. El rey muere sosteniendo el cadáver de su hija,
carcomido, con los huesos y la carne separados.

En el prólogo una nueva traducción, Nápoli (2007)2 se detiene a


analizar la entrada Egeo a escena (vv. 663). Ello desemboca en la
planificación de la venganza, pues tiene refugio una vez cometido el
infanticidio. Según el autor, no se trataría de una obra que tematiza el
conflicto interior entre pasiones contradictorias, sino más bien de un
drama cuyo tema es “la recuperación de la honra perdida” y la “justicia”.

1 Padel, 2005: 256-258.


2
Nápoli, 2007: pp. LXXV-LXXXIII.

23
Medea, según este autor buscaría reinsertarse en el marco social,
aprovechando la promesa de Egeo de albergarla en Atenas. 1

Aunque concedemos crédito a la interpretación de este destacado


estudioso, tenemos alguna duda, pues hemos explicado que Eurípides
ofrece un tratamiento importante al tema de la dificultad moral humana,
y en esto juega un papel importante la pasión (thymós), que puede llegar
a destruir tanto al sujeto apasionado como a sus coterráneos. Además, la
pervivencia de la obra precisamente se debe a su fuerza emotiva: el
carácter de Medea fascinó a generaciones enteras. ¿Cómo puede
entenderse la versión de Séneca acaso, si no es por la fascinación (y
condena) que siente el filósofo por la pasión de la mujer de Cólquide? Es
el propio Apolonio el que contesta nuestra pregunta, pues él también
destaca el poder desbordante de la pasión amorosa como motivo de las
acciones de la mujer. Y confirma el gran influjo de un personaje que,
inmortalizado por Eurípides, llega hasta nuestros días.

LUIS H. BIONDINI

Bibliografía

BOWRA, C.M. (1971), Literatura griega antigua. México: Fondo de


Cultura Económica, (reimpr.).
BRIOSO SÁNCHEZ, M. (1986). “Introducción a Las argonaúticas”, en
Apolonio de Rodas, Las argonaúticas, pp. 8-34. Madrid: Cátedra.
DI BENEDETTO, V. (1969). Eurípides. Buenos Aires: C.E.A.L.
EURIPIDES (2007). Tragedias I, II y III. Madrid: Gredos.
GARCÍA GUAL, C. (2004).“Introducción a El viaje de los argonautas”,
en Apolonio de Rodas, El viaje de los argonautas, pp. 8-46. Madrid:
Alianza.
HAMILTON, E. (2002). El camino de los griegos. Madrid: Turner .
JAEGER, W. (1971). Paideia: los ideales de la cultura griega. México:
F.C.E.
LESKY, A. (1970), La tragedia griega. Barcelona: Labor.
LÓPEZ FÉREZ, J.A. (1988), Historia de la literatura griega. Madrid:
Cátedra.
NÁPOLI, J. (2007). “Vida y teatro de Eurípides”, en Eurípides,
Tragedias I. Buenos Aires: Colihue.
PADEL, R. (2005). A quien los dioses destruyen. Elementos de la
locura trágica. México: Sexto Piso.

1 op. cit. LXXXII y sig.

24
RODRÍGUEZ ADRADOS, (1995). Sociedad, amor y poesía en la
Grecia antigua. Madrid.
SNELL, B. (2007). El descubrimiento del espíritu. Estudios sobre la
génesis del pensamiento europeo en los griegos. Barcelona:
Acantilado.
VALVERDE SÁNCHEZ, M. (2007). “Introducción a Las
argonaúticas”, en Apolonio de Rodas, Argonaúticas, pp.7-90.
Madrid: Gredos.

25
MINUCIAS CLÁSICAS

Recordando a un mosquito bueno


Al Culex, variedad de mosquito que siempre da que hablar, que
frecuenta nuestros hogares y que tanto nos lleva a rascarnos a la hora en
que cae el sol, Virgilio, según dicen, le dedicó un poema.
En él, llamado precisamente Culex (‘el mosquito’), nos habla de
la muerte de uno de ellos por parte de un pastor que ha sido picado
mientras dormía, salvándose así de la mordedura de una serpiente.
Después, el mosquito se le aparecerá por la noche reprochándole su
conducta y describiéndole las mansiones del Averno. A la mañana
siguiente el pastor le construye una tumba.
El poema, jocoso en apariencia, desarrolla en forma erudita los
orígenes de un culto a los muertos existente en Iliria. Hay aquí
semejanzas entre el descenso a los infiernos del mosquito y el que
realizará Eneas en la Eneida.
Este insecto, tan molesto y que suele transmitir la encefalitis del
oeste del Nilo, en este caso le salvó la vida a un pastor y el hecho quedó
registrado en un poema que fue escrito (nada menos que por Virgilio)
hace dos mil años.
LUIS ALPOSTA

El espíritu de Grecia en Buenos Aires


Me han llamado siempre la atención las cúpulas de los edificios,
sobre todo las de los más elevados, que en Buenos Aires abundan y
sorprenden. Tal es el caso de la antigua sede de la Embajada de Grecia
sita en la Av. Diagonal Norte 547, que ostenta en su fachada superior
dos dioses griegos que miden más de dos metros. Uno de ellos
representa a Hermes (Mercurio para los romanos) que lleva en una mano
un caduceo, especie de bastón con dos serpientes enlazadas y en su parte
superior dos alas; que siempre lo acompaña y que suele ser presentado
como símbolo del comercio y utilizado como emblema, tal como aparece
en el escudo de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, sita
en Buenos Aires.
Ser dios del comercio es uno de las principales funciones del
dios, aunque posee muchísimas más tales como ser dios olímpico,
mensajero y dios de los poetas.
El otro monumento corresponde al dios Poseidón (Neptuno en la
mitología romana), dios del mar, que porta un tridente que lo caracteriza.
Acompañan a estos dos dioses cuatro mujeres que toman
posición entre ellos y que representan distintas alegorías, entre las que se

26
destaca Atenea, (Minerva para los romanos), diosa de la sabiduría, la
estrategia y la guerra.
Otra interesante presencia del espíritu griego se da en el Museo
Etnográfico, calle Moreno 350, Buenos Aires, donde hay una colección
de piezas clásicas, entre ellas figurillas femeninas en terracota, que
fueron empleadas con fines votivos.
Esta ciudad nuestra nos invita no sólo a mirar el entorno físico
que nos incluye sino también a ver, indagar, conocer, investigar, saber
sobre ese mundo que nos rodea cada día, para valorizar y elevar nuestros
pensamientos.
Espero dejarles un rastro de estas cuestiones, una inquietud, un
gesto invitador.
SUSANA FERNÁNDEZ SACHAOS

Grecia en las calles de Pinamar


Decir verano es para mí volver las sensaciones a los días pasados
en Pinamar. Para quien no la conoce, es un balneario de la costa
atlántica, a unos 400 km de Buenos Aires. Se caracteriza por sus
hermosos bosques de pinos y eucaliptos, por sus magníficos barrios
residenciales, por zonas de calles sin asfalto y desde luego por sus
playas. De este lugar que tiene encantos y muchos para mencionar, nos
detendremos en la onomástica de sus calles. Llama la atención que un
diagrama de semicírculos, calles sin salida, recodos que se abren en
bocacalles múltiples, en fin, un laberinto donde poder perderse, lleven el
nombres de personajes y seres de la literatura. También de pájaros y
peces, como otros.
Así, hacia el norte podemos caminar por Ítaca, Esparta, Éfeso,
Troya, Hélade, Olimpo; recorrer Odisea, Ulises, Penélope Norte y
Penélope Sur, Laertes, Antínoo, Polifemo, Argos; internarnos por
Telémaco, Ajax, Artemisa, Nautilus, Céfiro. O hacia el sur circular por
Odiseo, Circe, Sirenas, Éolo, Ninfas, Tritones, Náyades, Sílfides,
Ondinas, Nereidas. O en el centro avanzar por Júpiter, Eneas, Centauro.
Andar por esas arterias es revivir las historias que de chicos
hemos leído y más tarde revisitado. Pero releyendo esas historias, ellas
me retrotraen a ese añorado lugar turístico. Ambas cosas me llenan de
pasión y deleite.
MARÍA INÉS ALMAZÁN

Una lección de latín en la calle


Días pasados cruzaba una avenida de Buenos aires y un Señor
más o menos de mi edad (sexagenarius prope sum) saludó a otro, que
venía caminando en sentido contrario: “Salve, Carólus” (el lector se da

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cuenta de que la tilde la puse yo). Terminé el cruce junto con el
saludado y me acerqué al saludante: “Discúlpeme mi intromisión, pero
creo que es Cárolus el acento.” A lo que él respondió: “En realidad,
debería ser Cárole, porque es vocativo.” “Sí, tiene toda la razón, le
agradezco el repaso.” Y mi fui feliz y enojado. Feliz, porque todavía el
latín sigue vivo; enojado conmigo mismo, porque cometí un error
elemental. Pero de ese bonito recuerdo me queda la alegría; por otra
parte no debo ser tan soberbio y pensar que puedo andar por ahí
enseñando cosas.
R.L.

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