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Fiebre de Primavera

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Fiebre de Primavera

El amor, no tiene fronteras, y supera cualquier


obstáculo y barrera.

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Fiebre de Primavera

A las personas que me infunden la lectura y


escritura, y me enseñan a mejorar cada día.

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Fiebre de Primavera

Prólogo:

Entramos a mi recamara, y este me comenzó a deslizar el vestido. Yo me puse un tanto


nerviosa y lo pare.
-Jack- le dije, entre beso y beso- Jack- intente nuevamente ya que este seguía
besándome el cuello.
-¿Qué pasa?- dijo, mirándome con su boca colorada.
-Esto... Ehmmm- me puse nerviosa, y el se dio cuenta.
-Oh-musitó y se apartó de encima mió.
-Si, eh, yo no se como decirte...- me interrumpió.
-No hay nada que decir Demi, esta todo bien- contestó, y me beso dulcemente en los
labios. El se estaba parando de mi lecho y yo lo frené.
-No, es solo que es mi primera vez- le conté, con la cara roja como un tomate.
-Yo no te voy a forzar a nada Ademia- me contestó serio.
-No, eso ya lo se- le respondí, sentándome, con las piernas cruzadas como indio. El se
sentó a mi lado, y acarició mi mejilla.- Es que yo quiero- le conté- pero tengo miedo-
confesé, bajando la vista.
-Mi amor,- dijo, levantándome la barbilla.- no tengas miedo, yo te voy a cuidar, eso
sábelo- dicho esto me beso la boca, y tomo mis manos, besándolas también. Este me
agarró de la cintura, y me recostó nuevamente en la cama. Este me besaba
peristálticamente en la boca, y luego se bajaba a mi cuello. Sus dientes se hincaban en
mi pescuezo, y yo soltaba leves gemidos de placer. Jackson quitó mi vestido, en menos
de cinco segundos, y yo quede en indumentaria; hice un movimiento rápido y quedé
sobre el, me senté en su parte intima, todavía vestido, y comencé a sacarle la corbata,
después desabroche lentamente su camisa, saqué sus pantalones y el quedo en bóxer.
Luego mi amado se puso sobre mí. La luz de la luna, entraba por la habitación e
iluminaba su hermoso rostro, él sonreía con sus dientes centellantes. Me vedó la ropa
interior. Quede completamente desnuda y a continuación el quedo igual que yo. Su
cuerpo cálido contra mi piel, emanaban un calor externo e interno. Su boca se dirigía a
mis senos y lo succionaba con un frenesí de lujuria desembocada.
Me tomó la espalde, y me elevó un poco hacia él, este me penetró, con dulzura y
suavidad, y yo gemí con un placer desesperado, hundía mis uñas en su espalda y mordía
su cuello, con una desesperación absoluta. Los movimientos se fueron acelerando, y la
dulzura y suavidad fue remplazada por un deseo irrefrenable de nuestros cuerpos. El
amor y el deseo mezclados en una misma acción,”Te amo”, me dijo, adentrándose en mi
nuevamente, “yo También” le respondí, y luego le siguió un grito de placer. Caí
desfallecida en la cama, y me quedé completamente dormida.

Capítulo 1: Solo conocidos

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Fiebre de Primavera

— ¿Están listas? —Preguntó mi madre, a mi hermana y a mí.


—Si, ya bajamos. —Dijo Rebecca, mi hermana.
Mientras yo arreglaba mi cabello, peinándolo con bucles bien formados y fijándolos con
fijador, y poniéndome un adorno de brillantes en mi pelo.
Cuando estuvimos listas bajamos, yo tenía un vestido con un corsé de color negro
entrelazado en la parte de atrás, con unos detalles en dorado y la pollera poseía un leve
levantamiento, de igual color y unos detalles de tonalidades doradas. Con unos zapatos
de tacón negros. Rebecca estaba usando un vestido largo de matices color esmeralda y
zapatos negros, con taco, obviamente. Y mi madre vestía con un elegante traje blanco,
muy fino.
Yo me preguntaba a donde iríamos las tres tan elegantes, era muy raro que nos vistamos
con ropas de alta costura, pero Carolina, mi madre, siempre respondía que ya lo íbamos
a averiguar luego, y que dejemos las dos de preguntarle tanto. Subimos a nuestro auto,
un Toyota Matriz Jaguar XF color negro.
Nuestra familia, formada por tres integrantes, tenía una buena situación económica.
Carolina, era la directora de la revista “Femme Tendance” donde también tenía
acciones, la revista es una de las más leídas del país y además era productora ejecutiva
de un canal de televisión, “ABC”.
Mi padre nos dejo cuando mi hermana tenía once y yo diez años. La verdad al
enterarnos fue muy duro,ñ pero luego con mi madre y hermana nos repusimos. El viaje
por la autopista fue agotador, me aburría ver las luces centelleantes de los automóviles y
letreros de la ciudad. Mi madre coloco la radio y la música de Coldplay, Glass of water,
inundaba el coche.
Yo pensaba a donde nos llevaría mi madre, para que ella se comporte tan misteriosa. No
tengo mucha imaginación asi que no lo se. Haber pensado en mi padre, me deprimió un
poco, saber que no me vio crecer y no baile el vals cuando cumplí mis quince años y
que no lo tendré cuando camine por el altar, bueno claro, si me excedí en pensar en el
casamiento, pero se que eso va a pasar, y que yo no lo voy a tener.
Carolina estaciono en la parte delantera de una lujosa casa, de color blanco, con dos
plantas y dos entradas para coches. Poseía unas ventanas amplias, rodeada por un jardín
de color jade y unas flores blancas. En la parte trasera había una piscina olímpica y en la
l porche una mujer. Una señora, con una vestimenta elegante de color marfil salió a
nuestro encuentro, abrazó por los hombros a mi progenitora y luego nos saludo a
nosotras.
-Hola Carolina, Rebecca y Ademia, bienvenidas, me presento a ustedes niñas, mi
nombre es Cassandra Howard, una intima amiga de su familia.- nos saludo la mujer
muy amablemente- Vengan, entren a la fiesta. Ahora entendía porque estábamos tan
bien vestidas. Caminamos por el pasillo que iba desde la vereda hasta la mansión,
porque eso es lo que era.
Entramos a la ostentosa estancia y Cassandra nos presentó a su familia.
-Rebecca, Ademia, el es mi esposo Prince- señaló a un hombre alto de espalda erguida y
de ojos penetrantes, una mirada que asustaba y por la forma en que todos los presentes
lo miraban, él era poderoso. Su mujer, con la mirada parecía que lo alababa. Estaba
vestido de traje negro con una corbata azul Francia u con unos gemelos de oro. Su
cabello color ocre y sus ojos de igual color se dirigían directamente a los míos, cuando
vio que yo lo observaba con atención, en ese momento baje la mirada.-
-Y ellos son mis hijos Spencer.- el primer muchacho que presento, tenía unos ojos
dulces y tiernos de matices ámbar con un pelo del mismo color, una sonrisa llamativa y
parecía mucho más diferente que su padre, mucho más... relajado que su progenitor. La

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mujer siguió presentando a sus hijos.- el es Jackson- habló, marco con la mano a un
chico de pelo negro como la brea y sus ojos de color avellana, tenia un mirar tan
ardiente y hechicero, que eso fue lo que hizo, hechizarme, una belleza que sobresalía del
resto de los invitados y un cuerpo esculpido por el mismo Miguel Ángel. Era el
muchacho mas hermoso que jamás había visto y lo tenía acá enfrente mió. Obvio que
como una tonta me ruborice y debie la vista hacia su acogedora madre.
-Y el es mi pequeño hijo Tom- dijo, refiriéndose a un niño de aproximadamente unos
diez u once años, con un cabello del mismo color del hermano primer presentado y ojos
igual que el más bello de sus hermanos. Su sonrisa era deleitante y poseía una felicidad
tan ingenua y real que no se comparaba con ninguna de la de los asistentes de la
celebración.-
-Mucho gusto- respondimos mi hermana y yo al unísono y sonriendo a la familia, pero
yo sin dirigir la vista al hermano mayor.
Nos sentamos en una mesa espaciosa, con mi familia y una familia de la alta sociedad,
pero debo decir, que si no lo eras no podías estar en esta festividad.
-Es un deleite, encontrarme sentado con tres bellas mujeres- nos halago un hombre de
cabellera blanca como la nieve y ojos almíbar.
-El placer es mió verlo aquí, señor Urcola- le respondió mi madre- no pensé que usted
vendría aquí- le cuestionó ella.-
-Claro que si, la familia Howard me invitan todos los años, y es un placer asistir a esta
hermosa velada.- dijo, con su voz precisa.
-Me alegra que lo hiciera- dijo la mujer- le presento a mis hijas.- nos presento mi
madre- ellas son Ademia y Rebecca.
-Es un placer, señoritas- nos saludó el hombre, cortésmente.
La gala transcurrió normal, nos trajeron el primar plato, que fue punta de anca a la jem,
no me queje pero la verdad no fue mi favorito, luego trajeron el segundo plato, trucha
rellena con champiñones, eso estuvo delicioso debo reconocer, y antes del postre,
empezó a sonar la música y las parejas se fueron acercando a la pista de baile.
La música “Beauty an the beast” enriquecía el salón, todos los bailarines daban vueltas
al mismo tiempo.
Con mi hermana tomábamos agua y nos reíamos de cosas sin sentido hasta que siento
que una mano se posa en mi hombro.
-Disculpe señorita- dijo el de Cassandra, el mayor- ¿Quisiera permitirme esta pieza?-
preguntó, con un brillo misterioso en los ojos.
-Claro- musite, un poco, muy nerviosa. Me levante de la silla y escuchaba las
silenciosas risas de Rebecca en mi espalda. Cuando llegamos a la pista de baile, Jackson
me tomo de la cintura y yo pase mis manos por detrás de su cuello, y nos mecíamos al
son de la hermosa melodía. En ese instante veo que los danzantes se empiezan a ir a sus
respectivos asientos y el él lugar quedamos solo cuatro parejas. Parece que a mi
acompañante este hecho no le importo, porque siguió con la danza, sin inmutarse. Las
miradas clavadas en mi espalda, de Carolina y Rebecca y los murmullos de los demás
invitados me ponían más nerviosa de lo que estaba, y además tenía que controlar mis
pies, a ver si lo que me faltaba era pisarlo.
Jackson al notar mi nerviosismo, se rió entre dientes.
-¿De que te ríes?- le pregunté a mi escolta bailarín, y cuando se lo dijo dejo de hacerlo.
-Estas muy pendiente de lo que los demás miren de ti, porque no te relajas.- me dijo,
acercándome a su cuerpo por mi cintura.
-si, creo que tienes razón- musite y seguí sacudiendo mi cuerpo al compás de la bella
melodía.

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La pista de baile termine y el muchacho, caballerosamente me llevo hasta donde se


encontraba mi familia. Mi hermana, soltaba pequeñas risitas tontas, que a mi me daban
ganas de pegarle un golpe en la cabeza.
-Fue un placer- comentó, dejándome donde me encontraba anteriormente- nos veremos
luego- dijo besando la parte de arriba de mi mano. Luego de eso, se fue, con un andar
grácil entre los bailarines a encontrarse con su familia. Yo me quedé equipada por sus
palabras y sonrojada por su acto.
-Me parece que alguien se esta enamorando- insinuó mi madre, ya que el señor Urcola y
su mujer se encontraban socializando con otros amigos.
-No me estoy enamorando, solo que me vio aquí aburrida con Rebe y me saco a bailar.-
me defendí
-Si, claro- contestó mi hermana, revoleando los ojos para arriba.
-Basta- fue la última palabra de la conversación
Después nos trajeron el postre, mangos con rompope, todo estuvo delicioso.
Se finalizo la velada con un brindis y los invitados se fueron de a poco. Algunos se
quedaban conversando y otros se iban a sus hogares. Nosotras saludamos al señor y
señora Urcola y a otras personas que estaban cerca de nosotros.
Luego saludamos a la familia Howard, cuando salude a mi bailarín, este me sonrió, y
cuando me despedí de el con un beso en la mejilla, me dijo al oído “-hasta la próxima,
bailarina-“. Al oír esas palabras, me agarro taquicardia. Casi me muero por lo que dijo.
Y mi hermana, al darse cuenta de que estaba atónita me tomo del brazo y me jalo hacia
la salida.
Subimos al automóvil y mi madre encendió el motor, al darme cuenta eran las dos y
cuarenta y cinco de la madrugada. Tenía tanto sueño, que creo que me dormí antes de
llegar a la mitad del camino.
Al llegar a mi amada morada, mi hermana me despertó y nos dirigimos a la planta alta.
Yo fui hacia mi habitación, me quite el elegante vestido y me coloque mi pijama, de
color negro, con una musculosa de esa tonalidad y con pequeñas flores por decoración y
un pantalón con unas pantuflas, todo de ese mismo esmalte.
Me dormí, muy cansada, ya que había sido una larga noche. Me recosté en mi cama de
dos plazas y media y en menos de cinco minutos me termine durmiéndome.
A la mañana siguiente me desperté de muy buen humor. Abrí la ventana para que los
rayos del sol se extiendan por toda la habitación. Luego fui hacia mi armario y me vesti
de una manera sencilla, unos jeans de color negro claro, una remera violeta uva y un
saquito cortito muy pegado al cuerpo del mismo tono que el pantalón. Me maquille muy
suavemente y luego baje a desayunar. Me encontré con mi madre sirviendo la comida y
a mi hermana en las escaleras.
-Buenos días- le dije a Rebecca, al verla con cara de dormida aún.
-Hola Demi- me respondió mi hermana y luego salude a mi madre y ella respondió igual
que mi hermana.
A continuación del desayuno subí a mi cuarto voy a buscar mi celular, al recordar que lo
tenia en la cartera que lleve ayer a la fiesta. Cuando halle mi móvil, me percaté de un
papel doblado, lo tome y luego leí lo que estaba escrito
Era un número de teléfono, y decía: Jackson. Me emocione al saber de que se había
tomado el tiempo de escribir, pero trate de no gritar, porque eso alteraría a mi hermana
y madre.
Lo agendé a mi lista de contactos y luego prendí mi computadora. Me conecte y hay
estaba mi mejor amiga.
Conversación por mail:
Demmi: Hola amiga

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Fiebre de Primavera

Lissa: Hola Dem, ¿Qué era al final el secreto que tenía tu mamá?
Demmi: Era una fiesta de sociedad
Lissa: Ahh, ¿Y cómo la pasaste?
Demmi: Bien, fue muy lindo. Pero mañana te tengo que contar algo
Lissa: ¿Qué es?
Demmi: Mañana te lo diré, ahora me tengo que ir.
(En eso escucho el llamado de mi hermana desde la otra habitación)
Lissa: Esta bien, mañana me cuentas en la escuela Demi, adiós.
Demmi: Adiós

Y luego me fui al cuarto continuo que era el de Rebecca.


-¿Qué sucede?- pregunté al entrar.
-Necesito ayuda con la maquina- dijo señalando la computadora. Yo me senté en la silla
del escritorio, y vi lo que sucedía, el computador se trabo y lo único que había que hacer
es recetiarla.
-Gracias- me agradeció mi hermana, y yo me retire de la habitación.
Baje las escaleras y me dirigí a la puerta, le avise a mi madre que iba a dar un paseo
porque con solo dieciséis años no iba a salir sin su consentimiento.
Caminé por las desiertas calles de la ciudad, y entonces comenzó a nevar. Amo la nieve,
pero para como estaba vestida y solo con una campera liviana ya tenía frío.
Mi vecindario es uno de los más caros del país y de los más hermosos. Los arboles sin
hojas y la blancura de la nieva deleitaba a cualquier persona que pasara por allí.
Otra vez, la nostalgia de no tener a mi padre conmigo volvió. Recuerdo cuando era niña,
íbamos con mi hermana y mi madre a esquiar o sino salíamos de casa y jugábamos a
hacer ángeles de nieve o guerra de bolas de nieve.
Anduve por las calles por más de una hora y me di cuenta de que me estaba alejando
mucho, asi que decidí volver. En ese momento choco con alguien.
-Hay disculpa- dije parándome.
-No, esta bien- contesto el, levantándose del suelo- un momento, yo te conozco-
comento el.- Tú eres Ademia Harrison- me identifico el individuo.
-Si, ¿Tú eras?-
-Spencer Howard- se presentó.
-A claro, ya me acorde. ¿Cómo andas?- le pregunté, sonriéndole.
-Bien, ¿y tú?- inquirió caminando a mi lado.
-Bien- respondí
-¿Y tú, vives por aquí?- indago cruzando la calle, y yo siguiéndolo.
-Si, vivo por aquí, unas cuantas cuadras para allá.- conteste, señalando el horizonte.
-¿Y tú que haces aquí?, tu casa queda lejos de aquí.- lo cuestione
-Si. Pero la casa de un amigo queda por aquí, y como no me di cuenta de que se fue este
fin de semana, decidí caminar por aquí.
-Ah- musite, ante su respuesta- ¿Y te gustaría venir a mi casa?, digo a tomar algo
caliente, hace mucho frió.- le dije, con una sonrisa en mi semblante, acto que el imito.
-Claro, me encantaría- respondió, y caminamos hablando de cosas como la familia,
viajes y la escuela.
Llegamos a mi casa, y a mi madre le pregunte si Spencer se podía quedar, cuando le dije
quien era, ella acepto si más.
Carolina nos preparo un chocolate caliente a mi invitado y a mí.
-¿Rompiste una escultura?- le pregunte, atónita, cuando me contó una anécdota, de su
viaje a Francia.

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-Si, fue un accidente, pero mi padre tuvo que pagar una gran suma de dinero por lo que
yo destruí- me respondió, y los dos reímos al unísono.
La hora nos pillo desprevenidos, ya era tarde asi que el cofre de Spencer vino por el,
este se fue, dándome un beso en la mejilla y retirándose por la puerta principal
Luego de que mi invitado se fue, subí a mi habitación, allí se encontraba Rebecca.
-Muy lindos los hermanitos- comento al verme entrar
-Aja- respondía yo, sin tomarle importancia a su comentario.
-Digo ayer con uno hoy con el otro- musitó, esperando a que yo le cuente algo más.
-Rebe, no paso nada. ¿Si?, solo lo invite a tomar algo porque lo vi en la calle solo y ayer
baile con su hermano porque el me lo pidió. Nada más.
-Esta bien Dem, no te pongas así- contesto a mi monologo, y me rozó la mejilla con su
pulgar, acto seguido se retiró de la escena.

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Capítulo 2: Jornada Extensa

Mi madre nos llamo a mi y a mi hermana a cenar, yo tenía hambre ya que al mediodía


no almorcé.
Comimos carne al horno con papas. Una comida debo decir, deliciosa.
Subí a mi dormitorio y veo mi celular sobre mi cama, con un mensaje sin remitente que
decía “LLAMALO”.
Esa fue la entrometida de Rebecca y lo peor fue que sabía a quien se refería.
Pensando en que el tal vez estaría cenando, decidí llamarlo luego. Se hicieron las diez
de la noche y lo llame.
El me atendió, algo adormecido y me quería matar al darme cuenta de que estaba
durmiendo.
-Hola Jackson, soy Ademia- le dije, algo avergonzada, por haberlo despertado. Sentí un
golpe sordo del otro lado de la llamada y luego volví a escuchar su voz.
-Hola Ademia, ¿Cómo estas?- preguntó el con un nuevo tono en la voz... ¿Alegría?...
no, me respondí a mi misma.
-Bien ¿y tú?- le pregunte.
-Muy bien, ahora que escucho tu voz.- me dijo él, y sentí que mi corazón se paro en ese
instante y volvió a tomar su curso normal dos segundos después
-Jaja- reí nerviosa- y ¿Qué estas haciendo?- le pregunte sabiendo la obvia respuesta.
-Bueno, en realidad estaba en el quinto sueño- ambos reímos- ¿Y tú?
-Preparando las cosas para mañana, tengo que ir a la escuela- dije fatigada.
-A claro, yo también.- me contestó el, con pesar.- ¿Cuántos años tienes Ademia?-
pregunto el de sopetón.
-Prefiero que me digas Demi, primero, y segundo tengo dieciséis ¿Tú?
-Bueno, Demi, yo tengo diecisiete.- respondió el muchacho al otro lado de la línea.
-Ademia a dormir, escucho tu voz, mañana hay clases- gritó mi madre desde la
habitación del fondo del pasillo-
-Bueno mamá- conteste a mi vez.
-Mejor Demi vete a dormir que sino te van a retar por mi culpa- dicho esto, yo me
sonroje.
-Si, mañana hablamos- le conteste con esperanza, en cada una de mis palabras.
-Claro, mañana te llamaré yo- cuando dijo esto, sonreí como una boba.
-Esta bien, hasta mañana- me despedí.
-Hasta mañana, que duermas bien.- me lo dijo con su voz monocorde.
-Igualmente- respondí, y colgué la llamada.
Me dormi muy feliz, con la dulce voz de mi bailarín, rodeándome por la mente. Hasta
que la melodía de mi alarma me despertó. Quería decir que me tenía que levantar para ir
a la escuela.
Me vesti con el uniforme de la escuela, la pollera roja escocesa, la camisa blanca con la
corbata bordo y la boina negra y un saco de coloración negra y unos zapatos del mismo
tono.
Baje las escaleras y tome el desayuno, con mi hermana ya que mi madre se fue a
trabajar temprano. Al finalizar el desayuno precario que ambas cocinamos, nos
dirigimos al auto, un Mercedes CR-Z Concept color rojo.
El camino hacia la escuela fue callado, solo escuchábamos el cd favorito de mi
hermana, Music de Madonna.
Llegamos al instituto, y me encontré con Elisa, ella es mi mejor amiga, es la persona
que mas me conoce, además de mi hermana, es mi confidente, aquella persona en la que
siempre puedo confiar. Sus rulos color canela y sus ojos color ámbar, siempre

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reluciendo con la típica inocencia de mi amiga. Tan dulce y frágil como ella es.
Obviamente vestida igual que yo, porque asi es el uniforme de las chicas del Instituto
Amherst.
Toco el timbre, que indicaba que cada uno debía ir a sus respectivas clases, me despedí
de Rebe y me fui hacia mi aula con Lisa de acompañante. Con ella estábamos en todas
las clases a excepción de historia y biología.
En la clase de lengua y literatura, estábamos leyendo “Rebelión en la granja”, ese libro
lo leí más de dos veces, asi que estaba tan aburrida, porque otra vez volvíamos
analizarlo. Elisa estaba tomando nota, de todo lo que el señor Landon decia, y yo me
sumergí en mis pensamientos. Pensaba en la llegada de la primavera y consigo las
vacaciones. Pensé en donde iríamos este año y... en la llamada de ayer.
Eso fue lo que mas ocupo mi mente, y con esa hermosura de chico, quien no.
El señor Landon me hizo una pregunta, a la que no respondí, porque estaba colgada en
una nube.
-¿Y señorita Harrison?- pregunto el profesor-
-¿Qué?- inquirí yo, sin entender nada.
-¿Cuáles son los temas que trata esta novela?- dijo el maestro, con poca paciencia.
-Emmm- en ese momento, me olvide hasta de que libro hablaban, y oí en ese instante el
sonido preferido de un alumno en problemas, el timbre.
Salimos de esa aula infernal y fui con Lisa al receso. Nos sentamos al pie de la escalera
y nuestras otras “amigas” vinieron a nuestro encontró.
Esas “amigas” son “amigas” porque están conmigo por interés, ya que las cinco sueñan
con ser modelos y grandes celebridades, y teniendo a mi madre, la directora de una
importante revista de modas y productora de “ABC” les podría conseguir un papel en
un abrir y cerrar de ojo.
Luego de esa charla con “mis chicas”. Me mande directamente al salón de clases. Claro
y obvio yo seguida por “mis chicas” las barbies huecas del colegio. Eso era lo que yo
era. Tenía a mi sequito de huecas retardadas detrás de mí, que hacían y decían todo lo
que yo quisiera. A mi esto la verdad nunca me molesto, pero ya llego un punto que
comenzó a fastidiarme. La única amiga verdadera, que aunque pertenecía al sequito ella
estaba aparte, era Elisa.
Después de una hora agobiante de química, me fui a la cafetería y me encontré a “mis
chicas” con sus novios, todos los capitanes de algún club o los más populares por tener
dinero. Claro que de todos ellos el que sobresalía era el capitán de equipo de Rugby,
hijo de un importante marca de ropa del mundo y muy apuesto debo admitir, Nathan
Redford, era el chico con el que todas mis amigas, a excepción de Lisa, querían que este
con ella. Al principio me pareció lindo y atento, pero luego me di cuenta de que era un
cretino.
Luego de almorzar con los “chicos populares” me fui a mi clase de historia, una de las
que no compartía con Lisa, pero si con Britany Who, ella era la “sub. Capitana” se
podría decir de mi “grupo” pero bueno. Nada mas me la aguantaba una hora completa,
volviéndome loca con sus planes de estrella.
Al finalizar la clase más insoportable del día, y no por la materia en si, me fui al salón
406 donde la maestra Linn Farrel daba la clase de francés. Era la profesora más dulce y
liberal del colegio, que hacia que nos expresemos libremente con la magia y la alegría
de un idioma tan bello y romántico como el que esa docente ejercía.
Al tocar el timbre, que anunciaba que la jornada había llegado a su fin, camine por todo
el pasillo a encontrarme con Rebecca e irnos a casa. Ella me saludo y subimos al
vehiculo. Abrí la puerta de mi amado hogar, y subí las escaleras hasta llegar a mi
dormitorio, tire mis útiles y fui hacia la computadora, ya que tenía que hacer un trabajo

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de La Primera Guerra Mundial, y lo debía entregar en un plazo de tres días, al ser un


trabajo extenso me puse manos a la obra.

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Capítulo 3: Los inversionistas

Cuando me di cuenta eran las ocho de la noche y en ese momento, escucho a un auto
aparcar enfrente de la casa. Esa era Carolina, al llegar de su trabajo. Baje las escaleras y
la salude con un efusivo abrazo y luego fue mi hermana a darle la bienvenida a la
morada.
Después de eso subí a mi cuarto a terminar lo que estuve haciendo toda la tarde y en eso
comienza a sonar mi celular. Yo no lo localizaba hasta que me acorde donde lo puse lo
agarre tan rápidamente, por miedo a que se corte que no vi quien llamaba.
-Hola.- dije agitaba por la búsqueda.-
-Hola bailarina, pensé que no querías hablar conmigo.- cuando escuche su dulce voz, mi
día se volvió repentinamente maravilloso.
-No, es solo que no encontraba el móvil.- dije, apenada.
-Ah, bueno.- dijo, cambiando de tema.- ¿Y como te ha ido el día hoy?- pregunto, con un
suspiro.
-Algo agotador, debería decir. Muy cansada-le respondí, soltando un soplo muy
profundo.- ¿Y tú?
-Yo, también, algo agotador y cansado, pero ahora estoy mucho mejor. ¿Sabes por
que?- preguntó riendo bajo.-
-Mmmm. Dije haciéndome la misteriosa- No, ¿Por qué?- le pregunte al fin.
-Porque a esta hora hablo contigo.- dijo con su voz suave y sedosa.
-Para mi también, créelo.- en eso escucho del otro lado de la línea que alguien lo llama-
-lo siento bailarina, pero tengo que dejarte, es hora de cenar y no quiero discutir con mi
padre.- dijo, como sabiendo lo que esperaba después de esa discusión-
-Esta bien- dije riendo, por el tono de voz que empleo.- ve, hablamos luego.- y colgué
Luego de eso, acomode las cosas para el día siguiente y baje las escaleras para ir a cenar
con mi familia. Al finalizar la cena en un silencio sepulcral, subí a mi habitación y me
fui a bañar.
Tome un dulce baño de inversión y al salir, me puse mi pijama y me fui a dormir.
Desperté con la misma melodía que el día anterior.
La semana trascurrió normal, hasta el día viernes, que fue cuando mi madre nos dijo que
iríamos a cenar a lo de unos inversionistas de la revista.
Nos vistió muy elegantes, yo lucia un vestido color gris perla, muy apretado al cuerpo,
con unos zapatos platiados.
Mi madre tenia un vestido negro sencillo pero elegante y mi hermana uno de color lila
apagado de corte lardo, también distinguido.
El camino me resulto muy familiar, pero mantuve la boca cerrada hasta que aparcamos
enfrente de la casa de los Howard.
-¿qué hacemos acá¿- pregunte, desconcertada.
-Ellos son los inversionistas, Demi.- dicho esto, caminamos las tres por el pasillo que
daba a la puerta de la gran casona.
-Bienvenidas- dijo Cassandra al vernos.
-Gracias.- y Carolina, Rebecca y yo entramos a la morada. En eso veo a Spencer y Tom
y luego mi bailarín.
-Buenas noches- dijo Jackson en un tono arcaico.
-Buenas noches- respondí yo y luego me acompañaron en el saludo las dos mujeres.
Ingresamos al ilustre lugar, y nos sentamos en una mesa alargada con ocho platos y con
una fila larga de tenedores a la izquierda y otra de cuchillos a la derecha.
Me senté junto a mi hermana y a Spencer y un hombre, vestido de esmoquin negro con
dos mujeres vestidas de mucamas, apareció en la estancia, con un carro, donde llevaban

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la comida. La señora más regordeta, de pelo rojizo, sirvió a los que estábamos del lado
derecho, y la otra de pelo igual que la primera pero delgada a los restante presentes.
Comimos en silencio, o salvo yo por mi parte y la de los demás presentes, claro que los
tres adultos conversaban de sus negocios y a veces de cosas como la familia o alguno
que otro plan para que las familias se junten.
Tom estaba junto a su hermano mayor y en la cabecera de la mesa Prince, a la derecha
de este su esposa Cassandra y a la izquierda Carolina.
Desviando un poco la mirada, casi tenia enfrente mió a Jackson que no me quitaba los
ojos de encima. Juro que me ponía nerviosa. Y para colmo me guiñaba un ojo o hacia
muecas, y lo que lograba era que yo me ruborizara o me ponga aun mas nerviosa.
La mucama regordeta trajo el postre, el que para mi estuvo delicioso. Los adultos
tomaron café y Prince encendió un avaro y comenzaron a hablar de lo que iba la
reunión.
-Yo creo que tener más satélites, haría que nos podremos extender a otros países tanto
de Latinoamérica como a Europa.- trataba de convencer a los señores Howard.
-Claro, pero el costo de este seria mucho, quisiera ver las ganancias- decía el padre de
familia-
-Las ganancias seria muy buenas- le atajo mi madre- tendríamos a la mayoría de los
televidentes de todo el mundo, en nuestra cadena.
En ese momento deje de escuchar la insulsa conversación de los mayores ya que solo
hablaban de intereses económicos.
Comencé a hablar con Spencer, ya que hace bastante no lo veía.
-¿Y la escuela esta bien?- pregunto mi amigo
-Si, es un poco agotadora pero si.- le respondí sonriéndole. Mi hermana se había ido al
dormitorio de Tom, porque el niño le quería enseñar unos nuevos juguetes que su abuela
le trajo de un viaje a Irlanda.
-Tú debes conocer a Nathan Rodford, ¿No?- pregunto mi amigo, y yo no entendía de
donde saco su nombre.
-Emm, si, es amigo mió de la escuela- respondí desconcertada.
-Lo conozco de los partiodos y las practicas de polo, y yo le comente de ti y me dijo que
te conocía- puso cara de desagrado, y en ese momento me percate de que nuestra
conversación era oída por terceros.- me dijo que eras la novia. – me soltó, muy deprisa.
En ese momento, siento que se rompe algo, gire la cabeza y vi un jarrón destrozado en
el suelo, al lado de Jackson.
-¿Te encuentras bien?- inquirí al chico, cuando veo una sustancia roja, salir de su mano
derecha. – estas herido, ven- le dije llevándolo a la cocina.
Su madre, estaba mas preocupada por el jarrón que su hijo había roto, que porque el
estaba sangrando. Al entrar a la luminosa cocina, llego la mujer que nos sirvió la cena y
le pedí que trajera un botiquín de primeros auxilios.
Este salio del lugar corriendo, cuando giro su vista al mal herido. La mujer de cabellos
rojizos volvió con el maletín, sentí que ella se iba a desmayar a si que le dije que se
valla, que yo me ocupaba. Tome la mano de Jackson y la lave con agua del grifo.
-Ah- de quejo de dolor, cuando la lastimadura rozo con el agua.
-Lo siento, es para desinfectar y sacar cualquier rastro de laja- le conteste a su alarido de
dolor.
-Gracias- me agradeció el muchacho de cabellos negros.- por todo- me lo dijo, con una
sonrisa en su semblante.
-De nada- le respondí de igual manera.
-¿Te puedo preguntar algo?- inquirió, un tanto nervioso, no se si por la pregunta o por la
respuesta.

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Fiebre de Primavera

-Claro- le respondí, llevándolo a sentar a unas banquetas altas del recinto.


-¿Ese amigo de Spencer, de verdad es tu novio?- me pregunto, con la vista fija en la
mesa de mármol.
-Claro...-se desilusiono- que no, el es un amigo, nada más. Solo que somos los “chicos
populares”- hice una mueca a tales palabras.- y todos quieren y dicen que estamos
saliendo.
-Ah,- musito, tratando de esconder la satisfacción de sus facciones. Luego volvimos a
donde estaban todos, y cuando Cassandra nos vio ingresar a la sala de estar, se volvió
hacia su primogénito, para ver como se encontraba.
Salvo ese desagradable altercado, la cena fue maravillosa. Mi familia se fue de la
residencia Howard y nos fuimos hacia nuestra morada.
Me acosté en mi lecho, con mi vestimenta para dormir, y el sueño hizo acto de
presencia.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 4: Amigos

Me levante con el sol, brillando, estaba muy feliz, ya que en una semana eran
vacaciones de primavera. Sinceramente amo estas fechas, son tan románticas y libres,
que hace que mi alma se llene de regocijo.
Me dirigí hacia el baño, tome una ducha rápida y me fui al vestidor, envuelta en una
toalla blanca.
Me vestí con un short corto negro, unas zapatillas del mismo tono y una remera color
nívea larga estampada.
Baje las escaleras, y me encontré con Rebecca.
-¿Y mamá?- pregunte al darme cuenta de que no estaba y que hoy es domingo.
-Esta en una reunión en Nueva York, tenía que hacer algo importante y se va a quedar
hasta el martes.- me informo mi hermana.-
-Ah- le dije, sin ánimos. Desayunamos y luego tome el auto, le dije a mi hermana que
saldría con Lisa, ella acepto y yo me fui.
Maneje por menos de diez minutos y ví a mi amiga, esperándome en el porche de su
casa. Subió al auto y me dio un beso en la mejilla.
-Hola Dem, ¿Cómo estas?- me pregunto, colocándose el cinturón de seguridad.
-Bien- le respondí y puse en marcha el auto.
-¿Qué paso ayer, a donde fuiste?- cuando pregunto eso yo le empecé a contar todo lo
sucedido, y cuando digo todo es todo. Le conté lo que Nathan le había dicho a Spencer.
-No puedo creerlo- dijo, después de que le relate lo que paso ayer.- Nathan es un hueco,
y Jackson... es un dulce.- musito, sonriendo.
-Si es muy... dulce- dije, sonrojándome.
-Te gusta- me acuso mi amiga, y eso no fue una pregunta, sino una afirmación.
-Claro, es hermoso- suspire, como una tonta enamorada.
Conduje hasta llegar a un centro comercial. Allí saque la billetera y la extensión de la
tarjeta dorada de mamá. Ella me dejaba gastar, y si que lo hacia.
Fuimos primero a las tiendas de ropa, y obvio que la que mas gasto fui yo,
caminábamos con mas de diez bolsas cada una y luego nos dirigimos a una tienda de
zapatos. Compre tres pares que me hacían juego con la vestimenta que había adquirido.
Mas tarde descansamos un poco en unas bancas color arena y a continuación, entramos
en una tienda de lentes. Yo compre cuatro pares de anteojos y mi amiga me dijo que me
tenía que llevar unos lentes de contacto verdes. Pero yo amaba mis ojos color canela.
Recorrimos todo el centro comercial, luego fuimos a un restaurante y pedí una ensalada
de lechuga con una gaseosa, y mi amiga ordeno lo mismo.
Charlamos de cosas sin sentido y luego volvimos a emprender la caminata. Hasta que
nos encontramos con Nathan y su sequito de presuntuosos.
-Hola bellezas- saludo Nathan.
-Hola Nath, ¿Cómo andas?- le contesto mi amiga, amablemente.
-Bien, gracias... y tú ¿Demi?- me pregunto
-Bien, fue un placer verlos... pero nosotras nos vamos.- dije, tomando del brazo a Lisa.
-En otra ocasión será- se despidió.
-Adiós.- y nos fuimos volando.
Llegamos al automóvil y subimos con todas las bolsas, luego deje a mi amiga en su casa
y me fui a mi casa. Llegue y salude a mi hermana. Después subí a mi dormitorio.
Acomode todo lo que traje del shopping y lo deje en mi armario. Estaba muy cansada,
pero no tanto como para irme a dormir, así que fui a la computadora y me conecte. Y
me fijo que alguien me agrego.
Conversación de mail:

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Fiebre de Primavera

Spen: Hola Dem, soy Spencer.


Demm: Hola Spenser, ¿Cómo andas?
Spen: Bien y ¿Tú?
Demm: Bien, acabo de llegar del centro comercial
Spen: Que bueno, ¿Compraste mucho?
Demm: Si. La verdad que si jaja.
Demm:¿Cómo obtuviste mi cuenta?
Spen: Me la paso tu hermana, la pasada noche
Demm: Ah, y ¿qué cuentas?
Spen: Nada, acá con mi hermanito Tom
Demm: Ah, y ¿Cómo anda el?
Spen: Bien, molestándome a mi para que juegue con el
Demm: Jaja
Spen: Te quería preguntar algo
Demm: Si dime
Spen: ¿Quieres venir a mi casa?
Demm: Claro... ¿Cuándo?
Spen: Ahora, en un rato, a cenar. Se que tu madre no esta
Demm: A... si, mi hermana se va a ir a lo de una amiga. Así que si. Voy en un rato.
Spen: Dale, te voy a estar esperando.
Demm: Besos
Spen: Igualmente

Luego de esa conversación, baje las escaleras y le dije a mi hermana. Ella me dijo que
no vuelva tan tarde. Me fui en el auto y maneje hasta la casa de Spencer. El mercedes es
mío claro, mi hermana iba a ir a la casa de Sarah con su automóvil.
Llegue a la vivienda y me abrió la puerta la mucama regordeta del otro día. Ella me
sonrió y me indico donde estaba el cuarto de Spencer.
La verdad que las indicaciones de la sirvienta no las entendí muy bien. La casona era
exactamente eso una casona. Era inmensa y bueno al haber tantos cuartos en un solo
pasillo, me perdí.
Lo único que me acorde fue que me dijo que tenia que doblar a la izquierda, asi lo hice
pero me equivoque
-Lo siento- me disculpe, al ver el cuarto de quien era, y al verlo a él en toalla.
-No esta bien- dijo el, con una sonrisa picarona.
-Yo estaba buscando el cuarto de Spencer- dije mirando para otro lado, pero la verdad
era imposible. Es tan perfecto
-Es el que esta aquí junto- dicho esto me fui corriendo de allí, con un “¡lo siento!”.
Entre a la habitación, ahora si de Spencer, y lo salude.
-Hola, Dem, ¿Qué cuentas?- al verme detenidamente me pregunto.- ¿Por qué estas tan
colorada?
-Tuve un pequeño altercado al venir aquí, pero no es nada.- contesté, tratando de evitar
el tema
-¿Segura?- insistió el.
-Si, segura.
Nos sentamos en su cama, y me mostraba las fotos familiares. Yo me reía por el corte
de pelo o las cosas tontas que hacia cuando era pequeño el y su hermano.
Me contó de sus vacaciones en Egipto, que piso la cola de un gato, y en ese occidente
no se lo tomaron muy bien. Yo seguía riendo por las anécdotas que él relataba.

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Fiebre de Primavera

La hora me pillo desprevenida, y cuando vi mi muñeca derecha, observé que eran las
diez de la noche pasadas. Me despedí de mi amigo, de sus hermanos y su madre, ya que
Prince estaba trabajando.
Conduje despacio, porque al volante no soy muy buena y llegue a casa en media hora.
Mi hermana me regaño por el horario de mi llegada, diciendo que estaba preocupada
porque llamo a los Howard y dijeron que yo no estaba allí.
Me fui a mi habitación me coloque mi vestimenta de dormir, y en menos de dos
minutos estaba placidamente dormida.
A la mañana siguiente, la alarma sonó, me cambie con el uniforme de la escuela y
fuimos en el auto de mi hermana, un Audi A4 color bordo.
El día en la escuela, fue uno tranquilo y normal. Pase todo la jornada con “las huecas”
de mi grupo y mi mejor amiga Elisa.
Llegue a casa a las tres de la tarde porque tuve gimnasia y practica de porristas. Luego
fui hasta mi habitación, me puse una remera larga, con unos shorts cortos blancos y
encendí la computadora para mandar un mail a la profesora de computación con el
trabajo que tendríamos que haber mandado ayer con Lisa.
Lo envié y al instante de este acto suena mi celular. Lo encontré y atendí, y obvio, muy
común de mi; no vi de quien era la llamada.
-Hola bailarina- me saludo, una voz que parecía un coro de ángeles.
-Hola- respondí, algo nerviosa.
-Te quería invitar a comer, ya que tu madre no esta, no me digas que no te dejan.- yo reí
a tal suposición.
-Claro- respondí, con un suspiro.
-Te paso a buscar a las ocho y media- me dijo, y su voz lo delataba feliz.
-Esta bien, aquí te espero.- le contesté.- Adiós- me expedí y el igual.
En ese momento me di cuenta de que el no conoce mi casa, peo después pensé que le
puede pedir la dirección a Spencer que él si la conoce o a su padre que es el “jefe” de mi
madre.
Tome un baño de inversión y le avise a Rebecca que iba a salir con Jackson. Me hizo
una carita de picara, pero no le di importancia. Luego subía a mi habitación a buscar que
me iba a poner para la ¿Cita?, si era eso lo que era ¿No?, bueno... para la “salida” con
Jackson.
Después de tanto buscar me puse un vestido largo, de tonalidades castaños con piedras
delicadas en la parte superior, en el busto. Con dos tiras que se ata atrás del cuello y
quedan cruzadas en la parte delantera, unos zapatos plateados con taco y un bolso del
mismo color. Un maquillaje suave y el pelo lacio suelto.
Rebecca al verme me dijo que estaba muy hermosa, y yo le dije “gracias”. En eso
escucho el timbre de la casa. Clara, nuestra ama de llaves, abrió la puerta e hizo pasar a
Jackson. El al verme me sonrió.
-Estas hermosa- me halago el-
-Gracias, tú también.- le conteste. Estaba perfecto, con su cabello liso como siempre, un
taje de color negro con una camisa blanca y una corbata de tonos azules.
-¿Vamos?- preguntó, al ver que me quedé embobada viéndolo.
-Claro- salimos por la puerta pero antes saludamos ambos a Clara y a Rebecca. Jackson
caballerosamente me abrió la puerta del auto, un modelo Aston Martín DB9 color
negro.
Subimos y fuimos hablando de lo que hicimos en la semana, mientras se escuchaba, de
música de fondo, Coleman Hawkins jazz.
-¿Cuál es tu color favorito?- preguntó de improviso.
-Mmmm- dudé- el negro- contesté ahora si decidida.

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Fiebre de Primavera

-¿El negro?- preguntó asombrado.


-Si, ¿por qué?- inquirí sin entender su asombro.
-Eres una chica, esperaba que me digas rosa o violeta, digo... esos colores- rió entre
dientes-
-Bueno, no yo no soy igual a ellas- le respondí riendo con el.
-Si, ya lo se- respondió, con algo oculto tras su sonrisa.
-¿Y el tuyo?- indagué, mirándolo a de reojo, ya que el miraba para adelante.
-El mío es el azul.- contestó, seguro.
-¿Y tu comida favorita?- le pregunté a él.
-Spaghetti 'ccu niuru ri sicci, mi abuela es italiana y siempre me lo cocinaba- me
respondió.- y ¿La tuya?-
-Hojas de vid rellenas, es una comida que me hace mi mamá, es griega al igual que yo.
-¿Eres griega?- inquirió sorprendido.
-Si, nací allá y viví hasta los cinco años- le refute.
En ese momento, aparcó enfrente de un hombre de uniforme, que tomo el auto y lo fue a
estacionar.
Otro muchacho abrió la puerta y nos acompaño a una mesa apartada del resto y sin luz
eléctrica, solo iluminada con velas.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 5: Nos vamos de viaje

Todo era absolutamente hermoso, el restaurante quedaba en medio de un pequeño


bosque, estaba adentro de un bosque, y los árboles estaban iluminados por la luz de la
luna.
El lugar era hermoso más la compañía era lo mejor.
-Es hermoso- comenté, atónita ante tanta belleza.
-Me alegra que te guste, lo arregle todo pensando en ti- dicho esto, me sonrojé.
Luego vino un mozo con nuestra comida, a mi me trajo Hojas de vid rellenas, y no
entendí porque, es mi comida favorita, pero a Jackson eso se lo dije hace menos de
quince minutos y a el le trajeron Spaghetti 'ccu niuru ri sicci, su plato preferido según lo
hablado en el auto.
-¿Cómo encargaste esto, si te lo conté en el auto?- pregunté perpleja.
-Tengo mis contactos.- respondió, sonando misterioso.
-Te lo dijo Rebecca- musite, no tan sorprendida de que haya sido mi hermana.
-En realidad...- dudo en decirme la verdad, y luego al ver mi cara de que no me iba a
tragar una mentira me dijo la verdad- si fue ella.- contestó con una sonrisa. Yo reí ante
la situación.
Comí lo traído por el mozo, y la realidad era que estaba exquisito, era muy parecido,
casi igual, a como lo hace mi madre y mi abuela.
-Tengo un chisme para contarte.- comentó súbitamente.
-Ah si... ¿Qué?- pregunté, pensando que sería.
-Mi padre y tu madre, están muy ansiosos por lanzar su nueva cadena, y van a abrir las
estaciones locales en algunos países del mundo. Y para que sea la cadena que esperan,
ellos quieren que esto sea “familiar” y van a llevar a la familia de tu madre y a la mía, a
abrir las locaciones en distintos puntos del globo.- dijo, con una sonrisa en su
semblante.
-Pero... ¿vamos a ir todos?- pregunté aturdida.
-Si, mi madre, mi padre y mis hermanos, y tu madre, tu hermana y tú... y claro yo.- dijo
con una sonrisa.
-¿Vamos a estar juntos?- dije sin pensar en que lo dije en voz alta.
-Si- contestó riendo entre dientes.
-Digo, todos juntos, tu familia y la mía.- trate de arreglar lo que había dicho.
Cenamos y cuando me di cuenta eran las doce de la noche, Jackson me llevo a casa, y
yo me despedí con un beso en la mejilla. La verdad estaba muy emocionada. Voy a
pasar todas mis vacaciones con él, mi hermana y Spencer que el se convirtió en un buen
amigo para mi. Recorriendo países del mundo. Estas vacaciones van a ser las mejores
de todas.
Subí a mi dormitorio y me saque el vestido que llevaba y me coloque mi ropa de
dormir, un camisón corto de color rojo con escote en v.
Tarde en dormir, estaba muy cansada pero también emocionada por lo que Jackson me
contó.
A la mañana siguiente, los gritos procedentes de Rebecca me despertaron.
-¡Demi!, ¡Demi!- gritaba ella- tienes que venir urgente.- decía, jalándome del brazo
escaleras abajo. Me tironeo tanto que me dejo doliendo, pero entonces me dejó frente la
gran televisión del living. En el noticiero decían:
“La directora de la revista Femme Tendance Carolina Harrison, y el empresario Prince
Howard, vana inaugurar este verano, una nueva cadena televisiva, donde se emitirán:
películas, programas de música, reality’s, telenovelas y más. Este nuevo
emprendimiento de ambos apoderados se va a publicitar por ellos mismos en las

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Fiebre de Primavera

ciudades y países más importantes del mundo, ellos y sus respectivas familias van a ser
sus mismos publicitarios; porque ellos quieren que esta cadena sea algo “familiar”, el
primer lugar donde desencadenaran esta nueva revolución de la cadena “Fech Mont”
iniciara en Buenos Aires, capital de Argentina. Esperemos que todo quede en familia”.
-¿Oíste?- preguntó Rebecca incrédula de lo que sus propios oídos escuchaban.
-Si- respondí, no tan excitada como ella, ya que la noticia me llegó un poco antes.
-¿Y tú por qué no estas tan contenta?- inquirió extrañada mi hermana.
-Es que esto me lo dijo Jackson ayer en la cena.- le contesté, y sonreí al recordar la
noche más hermosa de mi vida.
-¿Y él cómo sabia?- preguntó la muchacha ofendida.
-Es el hijo del señor Howard, el a sus hijos le cuenta lo que va a hacer con ellos, a
nosotras mamá no nos cuenta absolutamente nada.- le recordé a mi ingenua hermana.
Luego de ver la noticia en la televisión subí a mi recamara, me di un ligero baño y me
vestí con una pollera de jean corta y una remera de color rojo sangre, y los zapatos eran
con taco de matiz negro. Me peine con el pelo suelto y un poco de maquillaje suave.
Descendí las escaleras para desayunar y encuentro un papel doblado por la mitad sobre
la mesa, diciendo que Rebe se fue a la casa de Martín, un “amigo” y que a la tarde
volvía. En realidad las comillas las puse yo.
En ese momento escucho el sonido del teléfono, fui a atender y era mi madre.
-Hola cariño- saludo, tan dulcemente como es ella.
-Hola mamá, ¿Cómo estas?- pregunté preocupada por ella.
-Bien y tú hija- dijo interrumpiéndome- ¿Viste la televisión hoy?- inquirió inquietada.
-Si, y no lo puedo creer... ¿Es verdad?- interrogué aunque yo ya sabía que lo era.
-Si Ademia lo es, mañana salimos de viaje- contesto apurada
-¿Mañana?- dije sorprendida
-Si, ya se que las clases no han acabado, pero los hijos de Prince y ustedes mis niñas,
tienen notas excelentes.- dijo muy orgullosa- Hable con su directora y me dijo que no
había ningún problema.- concluyó al fin.- Dile a tu hermana que a las siete de la tarde
Cassandra irá por ustedes con sus hijos y nos encontraremos todos en el hotel, acá en
Buenos Aires.- dijo todo, con una emoción muy grande en la voz que no la podía
ocultar.
-Un momento... – la detuve- ¿Ya están en Argentina?- inquirí extrañada.
-Si Dem, ya estoy aquí, mañana a la tarde estarán por acá- dijo muy feliz- las amo,
adiós.- y colgó.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 6: Calle Corrientes

Pasaporte: Buenos Aires, Argentina

Colgué y me dirigí a mi recamara a hacer las maletas. Pensé que ya que ese país esta en
el hemisferio sur, es otoño allá. Busqué mi ropa de invierno y la guardé en mi maleta,
también guarde ropa de primavera por si no hacia tanto frío.
En recoger toda mis pertenezcas que quería llevar estuve toda la tarde. Y en eso escuchó
el motor de Rebecca.
Baje las escaleras y saludé a mi hermana.
-Hola Rebe, ¿Cómo estuvo tu día?- le pregunté a mi hermana, sentándome en la mesa,
comiendo una manzana.
-Bien Demi, la pase bien, ¿Y tú?- inquirió realizando mi mismo acto y comiendo una
banana-
-Empaqué mi ropa todo el día, porque hoy a las siete la familia Howard viene a
buscarnos para ir a la terminal.- le comenté, prendiendo la televisión, poniendo canales
de música, estaban pasando: “Famous last words”, My Chimical Romance.
-¿Pero cómo?- dijo mi hermana sobresaltada- Supuestamente nos ibamos a irnos en una
semana.- exclamó alterada- todavía no terminamos el colegio y...
-¡Calma!- solté interrumpiéndola- mamá dijo que nos vamos a Argentina, y llegaremos
mañana a la tardecita. Las cosas se apresuraron, eso es todo, tranquilízate.
Luego de esta pequeña charla que tuvimos, Rebecca fue hacia su habitación a empacar.
Yo por mi parte, me quedé viendo a ver la transmisión de la pantalla. Ya eran las
18:34hs y mi hermana no encontraba su vestido violeta; dio vuelta la casa buscándolo y
nada. Hasta que yo lo hallé debajo de la cama de esta.
Mi consanguínea bajo las escalinatas, y en eso escucho el timbre. Voy a ver quien era y
allí estaba “mi bailarín”, me sonreía.
-Hola Dem- saludo el, luego de que yo abriera.
-Hola Jackson- contesté a su saludo. En ese momento, llega mi hermana con tres valijas
de ella y siete mías.
-¿Van a llevar todo eso?- preguntó sorprendido. Rebe y yo reímos al unísono. Subimos
al auto y saludamos a toda la familia.
Estábamos llegando al aeropuerto, estacionamos y bajamos del vehículo, Jackson me
abrió la puerta caballerosamente y me extendió su mano, yo la tome y luego un
muchacho de cabellos negros y piel morena llevó las maletas en un carro.
Nos sentamos en unas sillas de terciopelo negro que se encontraban al lado del sitio de
informes, yo estaba entre Spencer y su hermano mayor. Este me sonreía y yo se la
devolvía. Por el altavoz, una chica de voz dulce informó que los pasajeros con destino a
Buenos Aires tenían que abordar por la plataforma número 23.
Caminamos por el estrecho corredor y una azafata nos indico nuestros asientos. Mi
pasaje era el número 89, del lado de la ventanilla. Y cuando me senté, viene un chico de
pelo color carbón que tenía el asiento número 90 del lado del corredor. El chico tomó su
lugar, y luego hablo.
-Demi, parece que vamos a viajar juntos- informó Jackson, sonriéndome.
-Si, que bueno- le contesté regalándole una sonrisa.
La azafata nos trajo nuestras viandas y comí muy poco, ya que no me gustó mucho lo
que sirvieron. Estaba muy cansada así que cerré los ojos y me quedé profundamente
dormida.
Me desperté cuando una señora subida de peso, se quejó de que otra persona tardaba
mucho en el toilette. Me di cuenta de que estaba recostada en el pecho de mi

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Fiebre de Primavera

acompañante y de que este me tenía envuelta en sus brazos. Yo quería despertarlo de la


manera más dulce. Así que lo besé, en la barbilla y luego en la mejilla. Este comenzó a
abrir los ojos lentamente y al ver lo que yo hacia me sonrió.
-Buenos días- me saludó dándome un beso en la mejilla.
-Buenos días- le contesté, devolviéndole el beso, tal como el me lo había dado.- Tengo
hambre- dije de repente.
-¿Querés que te traiga algo?- preguntó levantando las comisuras de sus labios.
-No, no quiero que te vallas- le atajé antes de que se valla.
-Esta bien- dijo feliz ante tal respuesta mía. Nos quedamos en silencio, abrazados tal
como dormimos. Yo miraba por la ventanilla del avión, mirando el hermoso paisaje de
las ciudades a tanta altura, y él me clavaba la mirada, con sus ojos dulces y penetrantes.
De mis ensoñaciones me saco el llamado de la mujer del avión, diciendo que en diez
minutos íbamos a llegar a la ciudad. Yo me levanté del pecho de mi acompañante y
junté mis cosas, las que saqué ayer a la noche y este a su vez hizo lo mismo.
Bajamos del avión y tomamos dos taxis, en uno fuimos Rebecca, Jackson y yo, y en el
otro Cassandra, Spenser y Tom. El auto nos llevó al hotel y hay encontré a mi madre,
después de tanto tiempo. Mi hermana y yo corrimos a abrazarla.
-Hola mis amores- saludó mi madre, abrazándonos- ¿Cómo han viajado?- preguntó la
mujer besando mi rostro y el de su primogénita.
-Bien- contestó su hija. Luego de ese rencuentro subimos a nuestras recamaras, había
una para cada uno, excepto para Prince y Cassandra ya que ambos son casados.
Acomodé mi ropa en e closet y luego me cambié. Me puse un vestido corto de color
chocolate con un estampado cruzado de líneas grises y negras, con un pequeño volado
en las mangas cortas, unas calzas de color negro y unas botas largas del mismo color.
En el ascensor me encontré con mi hermana, y no paró de hablar hasta llegar al último
piso, ya que nosotras estábamos en el ciento cuatro.
-Los vi- acusó esta al momento que me vio entrar.
-¿Los vi de que?- contesté haciéndome la desentendida ya que yo sabía a que ella se
estaba refiriendo.
-Los vi a Jackson y a ti, muy abrazaditos y dándose besos.- me refutó ella.
-Ah eso- dije sin darle tanta importancia.
-¿Cómo que ah?- preguntó esta, algo impaciente porque no contaba detalles.
-Si, bueno, él y yo no somos nada.- le contesté indiferente.
-Si, pero como los observé hoy cualquiera diría que son novios- me contradijo ella,
remarcando las dos últimas palabras.
-Si, pero no lo somos- dicho esto, salí del ascensor y me dirigí a la puerta de la calle.
Caminé por el centro de la ciudad hasta llegar al Obelisco, según me dijo una chica de
un Mc’Donals. Era alto y terminaba en punta de color blanco y con una reja negra
alrededor.
Caminé hasta llegar a una calle que decía “Corrientes”, yo me adentré allí y había
muchos carteles anunciando obras de teatros, comedias y musicales, yo pensé que era
como mi calle de Broadway en mi país.
Fui a un café y me pedí un expreso doble con unas medialunas. Ese era el combo y
ahora lo probaría. Luego el chico que atendía la mesa me lo trajo y me sonrió. Tomé lo
que ordené y mire por la ventana, ya que me senté en una mesa un poco alejada del lado
de la ventanilla que daba a la vía pública tan transitada.
En ese momento, dirijo mi mirada al frente mío y me encuentro con el chico de mis
sueños.

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Fiebre de Primavera

-Me parece que una señorita tan linda y decente como usted, no debe andar sola por las
calles de una ciudad que ni conoce y sin informarle de esto a su madre.- informó en
tono zalamero.
-Bueno señor, yo tenía la esperanza de que alguien me viniera a buscar, y esperaba que
fuera usted- contesté, siguiéndole el juego.
-A, entonces esta bien- dijo, parándose y sentándose a mi lado.
-¿Y usted me vino a buscar?- pregunté, mirándolo como se acercaba a mí.
-Claro que sí- dicho esto me besó. Me besó de una manera dulce y luego apasionada;
me tomó de la cintura y yo enredé mis brazos contorno a su cuello y mis dedos en su
pelo suave y sedoso. Sentí su lengua caliente en mi cavidad bucal, el momento parecía
no acabarse nunca hasta que tuvimos que separarnos para respirar.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 7: Tango

Bienvenida señorita Harrison, a La Boca, Caminito

Luego del beso más hermoso de mi vida, Jackson se separó de mí, me miró y me sonrió.
-Eres hermosa- dijo volviéndome a besar en los labios, pero esta vez un beso más corto.
-Tú también- le contesté imitando su acción.
Salimos de la cafetería cuando paró de llover, y caminamos por la ciudad. Él me llevó a
los lugares turísticos más concurridos de la metrópoli ya que él había conocido unos
años atrás en unas vacaciones familiares.
Estábamos en una calle de empedrado, rodeados de gente vestida de negro, las mujeres
de vestidos o polleras con zapatos con taco del mismo tono, y los hombres de traje, al
mismo color que la mujer, algunos con sombrero y otros no, y con camisas de diferentes
matices pero todos muy parecidos entre sí.
-¿Dónde estamos?- pregunté al ver a todas esas personas con esos atuendos, y las casas
muy colorinches.
-Bienvenida señorita Harrison, a La Boca, Caminito. Es uno de los centros turísticos
más importantes de este lugar. Acá es donde se origino el tango, es un baile argentino,
que usted y yo vamos a bailar.- dicho esto, me besó dulcemente en los labios y me llevó
a una tienda de ropa.
El me eligió mis prendas, y luego de colocármelas salí del probador. Tenía puesto un
vestido negro, con un corten en diagonal, y uno calzado de tacones.
Jackson tenía la misma vestimenta que un hombre que estaba en la calle, salvo que él
tenía una camisa blanca y el otro rallada.
Cuando salimos del lugar, el me tomó por la cintura y caminamos a un bar, que quedaba
en la esquina de la calle. Entramos y mi acompañante saludó a los que estaban en la
barra en un perfecto español. Yo no entendí nada de lo que dijo, ya que ese idioma no lo
eh aprendido.
El hombre de cabellos negros y ojos celestes le preguntó algo que no entendí a lo que
Jackson respondió.
-Es mi novia- contestó, y sentí que mi corazón se detenía ya que él nunca me lo
propuso- vinimos a bailar- cuando dijo eso, tenía ganas de decirle ¿Cómo?, yo no se
bailar tango, nunca lo he bailado, si lo vi en la televisión pero esto es la vida real y no
me va a salir nunca.
El hombre le dijo, en un ingles mal pronunciado- Te felicito, Jack... tengo tu mesa- y
nos guió a una mesilla, un poco apartada del resto del gentío.
-¿Así que novia?- pregunté, cuando nos sentamos en una mesa para dos.
-Si- se rió por lo bajo- claro, si tu quieres serlo.- me insinuó levantando las ceja.
-Claro que quiero tonto- le conteste, besándolo.
Una chica, de unos veinte años, nos trajo las cartas. Yo al no entender absolutamente
nada de lo que decía, mi novio pidió por mí. La muchacha se retiró y en ese momento
escucho un bandoneón. Me doy vuelta y una pareja, vestidos parecidos a nosotros, o
más bien, vestidos a como estábamos todos en ese sitio. Comenzaron un baile, una
danza sensual y compleja. Los dos bailarines se movían como uno solo en el escenario.
La música acabó y todos los presentes empezaron a aplaudir.
Entonces Jackson me tomó de la mano, y me llevó al pequeño tablado y le hizo una
seña a la banda sonora.
-¿Qué haces?- le pregunté en un tono histérico. Ya que yo no sabía bailar y lo quería
hacer frente a todo el mundo.
-Bailar- contesto el, fresco.

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Fiebre de Primavera

-Pero...- la música me interrumpió, y este me tomo de la cintura y comenzamos a girar,


en un momento el me empuja y yo agache la pierna izquierda instintivamente. Todos
aplaudieron y yo estaba colorada como un tomate. Girábamos con gracia y elegancia.
Hasta que el me detuvo en su pecho y la melodía finalizó.
La gente del lugar, aplaudió y yo sonreía hasta que los labios de Jackson se posaron en
los míos.
Salimos del lugar, yo colorada como un tomate. Y Jackson se reía de mí, al verme
avergonzada.
-Te felicito.- me dijo, rozando con su dedo índice mi mejilla.
-Gracias- conteste, dándole un beso en el pómulo.
Caminamos en silencio por las calles, por la lluvia, había un día nublado, que parecía de
noche. Él andaba por la calle, y yo haciendo equilibrio en el cordón de l vereda. En eso,
pierdo el equilibrio y me caigo, pero antes de llegar al suelo, Jackson me sostiene y me
deja pegada a su cuerpo. Los dos comenzamos a reír, hasta que siento sus cálidos labios
sobre los míos.
Llegamos al hotel y mi madre y Calrissa nos esperaban, con cara de pocos amigos, en la
puerta del hotel. Inmediatamente solté la mano de Jackson, ya que la tenía agarrada.
-¿Dónde estaban?- preguntó molesta mi madre.
-Estábamos recorriendo la ciudad- contestó tranquilo mi novio- Ya que Demi no la
conocía.- prosiguió sin inmutarse.
-Ah, esta bien- le contestó Clarissa.
- Pero podrían haber avisado- dijo mi madre, con un son de molestia
-Me quedé sin batería Carolina- le alegó mi amado.
¿Y tú Demi?- inquirió mi madre.
-Me dejé el celular en la habitación, mamá- le conteste
Después del interrogatorio, subimos cada uno a sus respectivas habitaciones. Yo me
despedí con un corto beso en los labios de Jackson. Entre a mi recamara y me vestí, ya
que en media hora tendríamos que cenar.
Me puse un vestido rojo, con escote y que se ata atrás del cuello. Era una vestimenta
corta y muy sugestiva. Y unos zapatos del mismo color, que se enredaban por toda la
pantorrilla.
Pedí el ascensor y me encontré con Spencer, este me saludo con un beso en la mejilla y
me sonrió.
-Estas muy hermosa- me halagó, observándome de pies a cabeza.
-Gracias- le contesté con una sonrisa en mi semblante.
Llegamos al comedor, y mucha gente, vestida de gala estaba conversando y sentados,
comiendo platillos exquisitos.
En eso veo a toda la familia Howard y a mi familia sentados. Y luego mi mirada, se
dirigió hacia Jackson. Que los ojos se les salían de los platos.
Yo le sonreí seductoramente al darme de porque se encontraba a si. Rebeca me
observaba y seguía mi mirada. Al darse cuenta de a quien miraba, vio la cara de Jackson
y reía entre dientes.

26
Fiebre de Primavera

Capítulo 8: Mi primera vez

Saludé al igual que Spencer a todos los reunidos. Me senté en medio de Tom y Jackson.
Este último me tomó la mano por debajo de la mesa. Y yo sonreí a su acto.
-Así que han salido hoy- dijo Prince, rompiendo el silencio.
-Si, y fue un paseo muy...- y Jackson se detuvo- gratificante- concluyó con una mueca
picarona en los labios.
-Me alegro- contestó su padre.
Luego llegaron dos camareros, vestidos de esmoquin. Y nos trajeron la comida. El
primer plato era una sopa de verduras. La cual comimos en silencio. Bueno, casi todos,
porque mi madre y Prince estaban hablando de negocios, como era lo habitual.
Cuando me estoy llevando la cuchara, con sopa a la boca, siento algo en mi pierna
derecha. Y solté la cuchara de sopetón, y todos los que estaban sentados en la mesa, me
miraron sobresaltados, a excepción de mi novio, que reía entre dientes. Yo a este lo
fulmine con la mirada, pero el no se inmuto.
-¿Qué te sucede Ademia?- preguntó exaltada mi madre.
-Es que... Bueno...- dudé.- Sentí que un asqueroso bicho recorría mi pierna- contesté
remarcando la palabra asqueroso. Mi novio bajo la vista, y volvió a pasar su mano,
nuevamente por mi muslo. Yo me sobresalte, pero no con tanta brusquedad como en la
primera.
-¿Un bicho?- inquirió, horrorizada Cassandra.
-Sí, pero no es nada- contesté. Ahora mi mano, la pasaba por la pierna de Jackson, este
se alarmó. Pero luego sonrió de oreja a oreja.
-¿Jackson te encuentras bien?- le preguntó Cassandra, al ver la cara de estúpido que su
hijo traía.
-Si, si- contesto el rápidamente. Yo reí por lo bajo y el me miro con cara de pocos
amigos.
Llegaron dos mozos, y nos sirvieron. Yo me sorprendí al darme cuenta de que era Hojas
de vid rellenas, yo giré la cabeza y lo vi a mi amado sonriendo. Comimos en un silencio
sepulcral, salvo por las miraditas y los roces entre Jackson y yo, de los que ninguno de
los presentes se percató.
Al finalizar la cena, los hombres de negro nos trajeron el postre. Era helado de
chocolate con crema y una frutilla.
-Delicioso- acotó Rebecca comiendo el postre.- Dem, ¿Me das la frutilla?, no te gusta-
yo asentí.
-No, hoy la frutilla del postre me la como yo- dijo Jackson, para que yo sola lo oiga.- yo
le di la fruta a mi hermana.
Terminamos la velada, y me dirigí al ascensor. Pero cuando se estaban a punto de cerrar
las puertas del elevador, mi novio las abre con la mano y sube conmigo. Yo con lo que
hizo me iluminé.
-No te ibas a ir si mi ¿No?- me preguntó, tomándome por la cintura cuando las puertas
se cerraron.
-Claro que no, mi amor- le respondí, dándole un beso en la mejilla.
-Eso espero- dicho esto, me besó, fue un beso dulce pero a la vez apasionado. Nuestras
lenguas se rozaban con un frenesí de necesidad de una de la otra. Sus manos, se
deslizaban por mi vestido, tocándome toda. Cada tacto de su piel contra la mía era una
descarga eléctrica en mi corazón.
Estábamos en el piso de mi habitación, y yo abrí la puerta, con Jackson detrás de mí,
tomándome por la cintura.

27
Fiebre de Primavera

Entramos a mi recamara, y este me comenzó a deslizar el vestido. Yo me puse un tanto


nerviosa y lo pare.
-Jack- le dije, entre beso y beso- Jack- intente nuevamente ya que este seguía
besándome el cuello.
-¿Qué pasa?- dijo, mirándome con su boca colorada.
-Esto... Ehmmm- me puse nerviosa, y el se dio cuenta.
-Oh-musitó y se apartó de encima mió.
-Si, eh, yo no se como decirte...- me interrumpió.
-No hay nada que decir Demi, esta todo bien- contestó, y me beso dulcemente en los
labios. El se estaba parando de mi lecho y yo lo frené.
-No, es solo que es mi primera vez- le conté, con la cara roja como un tomate.
-Yo no te voy a forzar a nada Ademia- me contestó serio.
-No, eso ya lo se- le respondí, sentándome, con las piernas cruzadas como indio. El se
sentó a mi lado, y acarició mi mejilla.- Es que yo quiero- le conté- pero tengo miedo-
confesé, bajando la vista.
-Mi amor,- dijo, levantándome la barbilla.- no tengas miedo, yo te voy a cuidar, eso
sábelo- dicho esto me beso la boca, y tomo mis manos, besándolas también. Este me
agarró de la cintura, y me recostó nuevamente en la cama. Este me besaba
peristálticamente en la boca, y luego se bajaba a mi cuello. Sus dientes se incaban en mi
pescuezo, y yo soltaba leves gemidos de placer. Jackson quitó mi vestido, en menos de
cinco segundos, y yo quede en indumentaria; hice un movimiento rápido y quedé sobre
el, me senté en su parte intima, todavía vestido, y comencé a sacarle la corbata, después
desabroche lentamente su camisa, saqué sus pantalones y el quedo en bóxer. Luego mi
amado se puso sobre mí. La luz de la luna, entraba por la habitación e iluminaba su
hermoso rostro, él sonreía con sus dientes centellantes. Me vedó la ropa interior. Quede
completamente desnuda y a continuación el quedo igual que yo. Su cuerpo cálido contra
mi piel, emanaban un calor externo e interno. Su boca se dirigía a mis senos y lo
succionaba con un frenesí de lujuria desembocada.
Me tomó la espalde, y me elevó un poco hacia él, este me penetró, con dulzura y
suavidad, y yo gemí con un placer desesperado, hundía mis uñas en su espalda y mordía
su cuello, con una desesperación absoluta. Los movimientos se fueron acelerando, y la
dulzura y suavidad fue remplazada por un deseo irrefrenable de nuestros cuerpos. El
amor y el deseo mezclados en una misma acción,”Te amo”, me dijo, adentrándose en mi
nuevamente, “yo También” le respondí, y luego le siguió un grito de placer. Caí
desfallecida en la cama, y me quedé completamente dormida.
A la mañana siguiente, el sol entraba por la ventana y mi amante, se encontraba a mi
lado. Me puse de mi costado derecho, y lo observe dormido, era tan hermoso, y era solo
mío. Luego de mirarlo por unos minutos, el se despertó y al verme me sonrió.
-Buenos días bailarina- me saludó, dándome un beso en los labios.
-Buenos días mi amor- le respondí, devolviéndole el beso. Jackson pidió servicio a la
habitación, y luego de diez minutos nos trajeron el desayuno.
-Gracias- le agradeció a la muchacha que nos trajo lo víveres. Nos trajeron café, leche,
jugo de naranja, galletitas, facturas y de más.
Comimos en silencio, hasta que tocaron mi puerta, yo me puse nerviosa, ya que mi
novio estaba semi desnudo y yo cubierta con la sabana.
-Vete- le dije a Jackson empujándolo hacia el baño.
-Hay voy- grité, cerrando la puerta del toilette. Abrí la puerta y vi a mi madre, parada
fuera de la recamara.
-Hola mamá- le dije, cubriéndome mejor con la sabanilla.

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Fiebre de Primavera

-Hola hija- me devolvió el saludo-¿Por qué estas así?- preguntó alarmada mi madre,
percatándose de mi escasa vestimenta.
-Me estaba vistiendo, y justo tú tocaste la puerta- le conté a mi madre.
-Ah, bueno- dijo mi mamá- Hija, tenemos que ir a la apertura en la capital- me contó mi
progenitora- así que vístete elegante mi amor.
Mi madre siguió su camino y yo cerré aliviada la puerta.
Jackson salió del baño vestido y me miro con una sonrisa pícara en los labios.
-Te amo, y te veo abajo- me dijo el muchacho.
-Yo también.- y me besó. Luego salió del lugar.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 9: ¿Tú me amas?

Me dirigí al baño y tome una ducha corta, y luego me sequé el pelo con el secador, y lo
alise. Me maquillé no sobrecargadamente y después me puse un vestido de corte en v y
recortado en forma oblicua, con estampados negros, blancos y violetas, con un borde
marcado color plateado y tiras. Acompañado con unos zapatos de tacón negros en punta
LV.
Salí de la habitación y me encontré con mi hermana. Nos saludamos y bajamos por el
elevador. En el hall estaban todos reunidos, subimos a la limusina con el chofer de los
Howard y fuimos hacia la apertura.
Al llegar, estaba lleno de personas, gente bien vestida al igual que nosotros, y
camionetas de diferentes medios comunicativos. En frente del edificio Fech Mont, había
una tira de lienzo rojo hecho un moño. Mi madre y Prince se pusieron al lado de sus
respectivas familias.
Todos sonreímos como la típica familia feliz, y luego mi madre y Prince se fueron a una
conferencia de prensa que darían en el lugar.
Luego de eso, todos fuimos a un salón, repleto de personas vestidas de elegante sport.
Había en el lado oeste una banda musical y en el lado este los invitados, sentados en
mesas redondas, con flores rojas de centro de mesa.
La gente en la pista de baile se detuvo al igual que la multitud sentada en las mesas
conversando al vernos ingresar.
Todos saludaban a Carolina y al señor Howard. Nos sentamos y la música comenzó. La
luz solar iluminaba la estancia, ya que el techo era de cristal. A mi me saco a bailar mi
novio, yo me sonrojé ya que todos nos veían.
-Estas hermosa- me señaló mi amado, de sopetón.
-Gracias- le agradecí- tu también, muy elegante.- y lo abracé por el cuello y el hizo lo
mismo por mi cintura.
Al terminar la melodía, nos fuimos a sentar, y el mozo nos trajo la comida. Yo no tenía
hambre y no comí nada.
Al finalizar la inauguración nos fuimos al hotel. Yo subí a mi recamara y me puse un
pijama corto de color blanco y una bata del mismo tono.
Estaba recostada en la cama mirando la televisión, una película de terror, y en la parte
de más suspenso tocan la puerta. Yo me sobresalte, y apague el artefacto y ver quien
era.
Me encontré con el, el ser más perfecto jamás conseguido.
-¿Lista?- preguntó dándome un beso en los labios.
-¿Lista?- repetí confundida- ¿Para qué?- inquirí confundida, viéndolo a el vestido de un
traje negro, con una camisa rayada de color blanca y rayas azules.
-Vamos a salir mi amor- me informó- además en la última noche en Buenos Aires.-me
recordó.
-Yo estoy con ropa de cama- le comenté gesticulando mi atuendo.
-Bueno, te espero a que te prepares- me contestó, y el mismo cerró la puerta.
Me peine rápidamente y me maquille muy delicadamente, me coloqué un vestido color
rojo sangre por la rodilla y que se ata en la parte trasera del cuello, con unos zapatos
dorados y una cartera haciendo juego.
Al salir de la recamara, Jackson me esperaba sonriendo y me beso en la mejilla, luego
me tomó de la mano y entramos en elevador. Salimos a la calle y caminamos los dos,
agarrados de la mano con una sonrisa destellante. Las calles iluminadas por luz artificial
y pobladas de porteños observando la bella ciudad.

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Fiebre de Primavera

Tomamos un taxi que nos dejó en un Puerto Madero, según le dijo mi amado al chofer.
Bajamos y estaba lleno de locales. Lugares para ir a cenar, cine, baile y demás planes
para la noche.
Nosotros entramos a un restaurante y yo le dije a Jack que pida para mi lo mismo que
para el, y este así lo hizo. Comimos mirando un espectáculo, una mujer con una voz
preciosa, acompañada de un pianista ejemplar.
Salimos del local, y caminamos por un entablado que estaba al lado del río. La luna
alumbraba las aguas calmas oscuras. Hasta que él se detuvo y apoyó sus brazos en la
baranda; yo a su acto hice lo mismo.
-Amo este país- comentó con nostalgia- me recuerda a mi infancia- me contó- Mi padre
en este lugar solamente compartió unas vacaciones de verdad conmigo.- confesó.
>> ¿Sabias que la nostalgia es meramente de acá?, el porteño siempre se remonta al
pasado- contó, con un brillo especial en los ojos.
-No, no lo sabia- respondí yo, acariciando su mejilla.
-Es eso lo que me ocurre cuando estoy aquí.- me relató- Yo, aunque este rodeado de
gente continuamente, me siento solo. –Confesó- ya se que tengo a mis padres y a mis
hermanos, pero... Mi papá esta mucho más pendiente del trabajo que de mí y mis
hermanos, y mi madre... Ella solo le importa el qué dirán, solo le importa eso.- dijo,
mirando la luna despejada de nubes en el cielo negro.- Y mis hermanos, Tom es muy
chico para entenderlo; y Spencer es, no se, el vive como en su mundo.- acabó.- Yo de
verdad estoy solo.- concluyó su monólogo.
-Eso no es verdad- le contesté a todo lo dicho- Tus padres te aman, al igual que tus
hermanos.- le respondí.
-No Dem, ellos se interesan más por el trabajo o por las clases sociales que por su
familia.- habló mirándome fijamente a los ojos.- Yo veo a tu madre y a Rebecca que se
desviven por ti, al igual que tú por ellos, yo eso en mi familia no lo veo- me contradijo,
con una tristeza tan palpable que me angustiaba en el alma.
-Ellos te aman, a su manera Jackson- le reconforté.
-Si, ya se que me aman, pero no lo demuestran Demi y eso es horrible.- dicho esto,
derramó una lágrima en silencio, yo con mi mano la hice desaparecer.- ¿Tú me amas?-
me preguntó de sopetón.
-Claro que te amo.- le respondí besando dulcemente sus labios.
Cuando terminamos nuestra pequeña charla, caminamos por el lugar. Hasta que se hizo
muy de noche y subimos a un taxi, que nos dejo en el hotel. Jackson me llevó a la puerta
de mi habitación y se despidió con un beso en la boca, que duró hasta que no tenía aire
en mis pulmones.
Entre al condominio y me puse nuevamente el pijama que traía anteriormente, y me
recosté en la cama, hasta que el sueño hizo acto de presencia.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 10: Sol, arena y olas

Pasaporte: Río de Janeiro, Brasil.

Bienvenida señorita Harrison, a Las Playas de Río

Me desperté con un ruido en la habitación de al lado, y no me pude despertar más. Me


bañe y me vestí, me puse una pollera mini falda de Jean con lentejuelas en la parte de
abajo y calzas negras, una remera musculosa dorada con lentejuelas, una campera negra
y unos zapatos dorados sin tacón. Baje a desayunar y en el camino me topé con
Spencer.
-Buenos días- me saludó el muchacho amablemente.
-Buenos días- le respondí el saludo.
-No hay nadie- me informó- mi padre y tu madre se fueron a una reunión, mi madre a
un grupo de lectura con Tom, tu hermana y el mío siguen durmiendo- me contó
sentándose en la silla.- ¿Quieres desayunar conmigo?- me preguntó cortésmente.
-Claro- le respondí sentándome en la silla continua.
Spencer en todo el desayuno hacia bromas y contaba a cerca de su escuela, familia y
amigos. Yo me reía con las anécdotas de Jackson, las locuras que hacia. Hasta que se
hicieron las once y cuarenta y cinco, yo me despedí de el y salí del gran comedor.
Subí a mi recamara y me llegó un mensaje de texto que decía: “Demi, junta tus cosas.
Hoy a las tres de la tarde, nos vamos a Río de Janeiro. Te quiere, mamá.”
Terminé de leer, y me fui a empacar, terminé a las doce y media y dejé la habitación
ordenada. Al retirarme de mi cuarto me choqué con Jackson.
-¡Ay!- exclamé sobándome el brazo izquierdo que fue con el que nos chocamos.
-¿Estas bien?- me preguntó él asustado.
-Si mi amor, estoy bien- le respondí acariciándole la mejilla.
-¿Lista para Río?- inquirió con una sonrisa picarona.
-Claro, ¿Tú?- le contesté con otra pregunta y una sonrisa pícara.
-Obvio- me alegó- Sol, arena y olas- dijo con voz de agente de turismo- Y claro.- se
detuvo- la mujer más hermosa del mundo- me halagó tomándome la mano izquierda y
besándola.
Estábamos en Ezeiza, el aeropuerto de Buenos Aires. Embarcamos luego de media hora
de espera. Rebecca quedó completamente dormida cuando se sentó. Mi madre y Prince
se sentaron juntos con dos computadoras portátiles organizando lo que harían en la bella
ciudad brasileña, Cassandra, estaba leyendo un libro más espeso que una enciclopedia y
Tom y Spencer estaban jugando a los video juegos. Jackson y yo estábamos un poco
apartados del resto y sentados juntos.
-Sabes una cosa- dijo tomándome la mano, para atraer mi atención- Te quiero mucho.-
me confesó.
-Yo también te quiero mucho- le respondí y lo bese débilmente en los labios.
Me recosté sobre su pecho escuchando los latidos de su corazón. Hasta que el sueño que
sentía me ganó y me quedé dormida. La azafata nos despertó a todos diciéndonos que
ya habíamos llegado.
Yo le dije a la mujer de cabellos del color de la avena, que me encargaba de despertar a
Jackson, ya que estaba profundamente dormido.
Bajamos del avión y fuimos al hotel: Windsor Miramar Palace. Llegamos y fuimos a
nuestras respectivas habitaciones.
Fui al hall y me topé con mi hermana.

32
Fiebre de Primavera

-Hola Dem- me saludó esta al verme.


-Hola Rebe- le devolví el saludo.
-¿Salimos?- me preguntó de sopetón
-¿A dónde?- inquirí extrañada.
-A conocer, ¿Vienes conmigo?- dijo con su vez de pobrecita
-Esta bien, vamos.- le respondí tomándola de la mano.
Salimos del hotel y nos fuimos a la ciudad, ya que el hotel estaba frente a la playa.
Fuimos, como mujeres que somos, al centro comercial, Barra Shopping Square,
compramos trajes de baño y ropa de verano, ya que aunque era invierno, acá hacia calor.
Vimos una película, Ángeles y Demonios, a mi me interesó y ya que trabajaba un actor
que me gusta la vi muy contenta, pero con Rebecca no tenemos los mismos gustos,
salvo en la ropa mayormente, a ella no le gustó mucho.
Salimos del shopping y nos dirigimos a la hostería. Cuando llegamos, nos dimos cuenta
que eran las siete y media de la tarde. Saludé a Spencer y Tom, ya que se encontraban
allí, y subí a mi recamara.
Cuando estoy en la ducha, me llega un mensaje de texto de Jackson que decía: “Mi
amor, nos vemos en una hora en la playa, acá frente al hotel. Te amo, Jackson.”
Yo salí del baño y me fui a cambiar. Me puse una bikini marrón, con un pareo de hilo
negro, y unas hojotas negras.
Me fui a la playa, y no encontraba por ningún lado a mi amado. Hasta que alguien tapo
mis ojos con sus manos, y me doy vuelta y lo veo. Tenía un traje de baño blanco, con
unas flores exóticas negras. El tenía el pelo alisado, como lo poseía habitualmente. Era
la persona más hermosa que jamás había visto. Y estaba completa e irremediablemente
enamorada de él.
-Hola mi amor- me dijo, y me besó en los labios. Yo le respondí en beso.-Estas
hermosa- me halagó, haciéndome un chequeo de los pies a la cabeza.
-Tú también- le respondí y lo bese. Este me tomó de la mano, y caminamos. Hablamos
tomados de la mano en todo el tiempo y observando el bello paisaje. Me preguntó
donde fui, y que hice. Yo le conté que salí con Rebecca y el se puso muy feliz ante mi
respuesta.
-¿A dónde vamos?- inquirí, dándome cuenta de que llevábamos más de una hora
caminando, y entre charla y charla no me percaté hasta ahora.
-Vamos a un lugar donde no hay nadie- me respondió con una sonrisa dibujada en su
rostro.
Llegamos a un lugar hermoso, donde las aguas eran iluminadas por la luna llena y las
estrellas brillantes. No había un alma en ese sitio. La arena blanca como la nieve se
metía por entre mis dedos de los pies y mis respiraciones se acompasaban con la ruptura
de las olas. Hasta que Jackson me cortó el hilo de mis pensamientos.
-Ven- me dijo, tomándome la mano, dirigiéndome hacia el mar.
-¿Estas loco?- jadeé, al ver que el agua me tocaba los pies- es de noche, no podemos
meternos al mar.- le dije
-No nos vamos a meter tan hondo- me explicó- Tranquila, yo te cuido- me contestó,
agarrándome por la cintura. Yo, obviamente, acepte.
Nos adentramos a las aguas nocturnas y cálidas. Las pequeñas olas rompían a nuestro
paso. Cuando el agua me llegó un poco más de la cintura, el se detuvo.
Agarró mi cintura en sus manos y me beso. Fue un beso diferente a los otros, este estaba
lleno de desesperación y salvajismo. Yo enrosqué mis manos por su cuello y los dedos
los enredaba en su cabello. Este empezó a quitarme la parte superior de mi maya. Hasta
que la sacó por completo. Yo enrolle mis piernas en su cintura, y el con su lengua
juguetona, besaba con pasión mi pecho. Luego su lengua la dirigió hacia mi boca. Me

33
Fiebre de Primavera

besaba con una desesperación como si su vida dependiera de estar entrelazada con la
mía. Nuestras lenguas estaban en una batalla en la que ninguno quería ceder. Hasta que
la falta de aire en mis pulmones y en los suyos lo lograron, pero ni en ese momento, su
poca se apartó de mi anatomía. Sus labios se prendieron en mi cuello, dejando una
cadena de pequeñas marcas hasta llegar nuevamente a mis pezones. El los succionaba
con un ímpetu incontrolable y yo gemía de placer en su oído.
Sacó de en medio, la parte inferior de mi bikini y lo tiró en el agua, dejándome a mi
completamente desnuda. El me volvió a tomar por la cintura y yo enrosqué mis piernas
en la de el. Su erección era palpable bajo su maya y yo se la intentaba sacar con mis
piernas. El ayudó y se la quitó. El deseo de su cuerpo unido al mío como uno solo. Era
el éxtasis de desenfreno que yo necesitaba. Era la droga que calmaba mi alma y mi
cuerpo. Yo sabía que el también quería lo mismo que yo así que me penetró. Fue de una
manera diferente que la anterior, fue de una manera feroz y precisa. Los dos gritábamos
de placer y el aumento sus movimientos rítmicos más veloces. Nos besábamos con tanto
amor y deseo que era increíble que ambos vallan de la mano.
Hasta que llegamos al clímax total. Y yo lo bese, con suavidad en los labios y este me
respondió el beso.
Salimos del agua y nos recostamos despojados de nuestras ropas en la arena húmeda.
Nos pusimos sobre nuestro costado y nos besamos. De una manera dulce y apetecible.
Nos levantamos del suelo y nos pusimos nuestra respectiva ropa. Y nos volvimos a
recostar donde estábamos antes. Yo me coloqué sobre su pecho y allí perdí la
conciencia.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 11: Me siento mal.

Cuando desperté, sentí el sol hermoso en la cara, y mi cuerpo enroscado entre las
sábanas. Al darme cuenta de que estaba en la habitación del hotel me extrañe. Pero
luego vi un papel doblado por la mitad que decía “Para la más hermosa”, yo lo abrí y en
su interior estaba escrito, con una perfecta caligrafía “Espero que hayas dormido bien,
ayer a la noche te quedaste dormida y yo te traje. El desayuno esta arriba de la
mesada. Te amo, Jackson”
Al leer eso, mi corazón empezó a latir desbocadamente. Cómo se podía sentir esto en
tan poco tiempo. Sentía que lo amaba más que nada, y que el es la persona indicada, que
me cuida y me quiere.
Me fui a bañar y me cambie, hoy sería un día largo.
Baje a la recepción y Spencer me dijo que hoy era una inauguración, pero que si no
quería ir que no valla. Yo decidí que no quería ir. Me sentía mal, me dolía mucho la
cabeza, no comí porque no tenía apetito.
Me dormí hasta que llaman a la puerta. Yo voy a abrir y me encuentro con los labios
más dulces del mundo.
-Te extrañe- me dijo, cuando separó su boca de la mía.
-Yo también amor- le respondí.
-Spencer me dijo que te sentías mal- me comentó tomándome por la cintura.
-Si- le contesté.
-Bueno, yo te iba invitar a salir- me confesó- pero ya que te encuentras mal, podríamos
quedarnos acá, mirando una película- me ofreció.
-Si, dale- le respondí.
Nos acostamos y vimos un filme de terror. Yo soy muy miedosa, así que cada vez que
me asustaba, abrazaba fuertemente a mi novio. Yo me di cuenta de que ya era tarde, y al
caí que me adormecí toda la tarde.
Me despedí de Jackson y me fui a recostar, yo me sentía cada vez más mal. El dolor de
cabeza no pasaba, y ya había tomado dos pastillas para el dolor.
Me dormí, pero la cabeza me seguía doliendo. Mi madre, a la mañana siguiente, me
despertó, diciéndome que el vuelo hacia Venezuela, Caracas salía a las once. Me cambié
con una remera violeta sencilla y una mini falda de Jean, con unos zapatos altos de color
plateado al igual que el bolso que llevaba.
En el avión me senté con mi hermana, todos los demás estaban muy cansados, pero
parece que Rebecca tenía ganas de hablar.
-...y por eso no me metí en la pileta- concluyó su relato por el cual no había ido a la
piscina del hotel.- ¿Te puedo preguntar algo?- dijo la muchacha de cabellos negros, algo
nerviosa.
-Si dime Rebe- le contesté. Ella antes de hablar se dio vuelta, inspeccionando, me
pareció, que todos estén como sospechábamos, dormidos.
-¿Te acostaste con Jack...?- antes de que concluya le tape la boca con mi mano derecha.
-Shhh- le chiste a mi hermana mayor.
-Esta bien, pero no lo puedo creer, tienes dieciséis años Ademia- me reprocho- Pero
cuéntame, cómo fue.- dijo algo entusiasta.
-Te voy a contar, por que te quiero- le confesé- Fue algo mágico, nunca me sentí tan
bien.- le conté.
>>Te juro Rebe- le prometí- lo amo más que nada- le dije, mirando hacia donde estaba
dormido Jackson.
-Hay Dem, es tan lindo lo que dices.- me dijo, con los ojos deslumbrantes.

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Fiebre de Primavera

La plática siguió, hasta llegar a Caracas. Bajamos en la ciudad venezolana, y un chofer


nos fue a recoger al aeropuerto.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 12: ¿Sabes que te amo?

Pasaporte: Caracas, Venezuela

Bienvenida señorita Harrison, a El botánico de Venezuela

Fuimos a un hotel muy lujoso. Yo tire las maletas –una manera de decir- y salí de la
habitación. Me encontré con mi amado, quien me tomó la mano, y no esperó a que
digamos nada, que ya estábamos en las calles de Caracas.
Subimos a un taxi, y llegamos a un lugar de color verde esmeralda. Era un botánico.
Las palmeras de una altitud extravagante, rodeaban los huecos de casa lugar. Había
bancas de color blanco, con dos muchachos de unos veinte años besándose; un hombre
tirando pan a las palomas y una mujer, corriendo a un niño de unos seis años.
Ambos caminamos, agarrados de la mano, y aunque el dolor de cabeza que sentía le
quitaba un poco de hermosura al paisaje, no lo lograba del todo. Jackson me robaba
besos cuando andábamos por las sendas de color arena. Después de recorrer casi todo el
botánico, nos sentamos en un banco, frente a una fuente sin activación, que solo tenía
agua estancada.
Este me beso, con una pasión y desenfreno, hasta que lo paré, porque estábamos en un
lugar público.
-¿Sabes que te amo?- me preguntó, dándome pequeños besos en el cuello.
-Mmmm- dudé, besando el lóbulo de su oreja.
-No dudes tanto- me recriminó- Te amo más que nada.- me dijo con una sonrisa en su
semblante.
-Yo también te amo- dicho esto, sentí un desvanecimiento total de los sentidos. No
sabía que pasaba, hasta que desperté en una cama blanca, rodeada de mi madre, mi
hermana y Jackson.
-¿Qué sucedió?- pregunté confundida, viendo a un hombre vestido con una bata blanca
a mi derecha.
-Tienes mucha fiebre Dem- me dijo mi madre.
Yo sentía un ardor en la cabeza, más intenso que el de ayer y el de hoy a la mañana. El
dolor que sentía no pasaba. Transpiraba y tenía mucho frío, el médico mandó a mi
madre que me bañe con agua fría y que no me abrigue. Que lo que yo tenía era una
gripe que andaba dando vueltas por la ciudad.
Carolina, obviamente, obedeció al doctor. Yo me fui a bañar con agua helada y al salir
me coloqué un camisón liviano. Me recosté con todo el pesar de mi cuerpo, y a pesar
del padecimiento que estaba sufriendo. Me quedé dormida.
Vi por la ventana, y estaba oscuro, a mi lado estaba Jackson, recostado en una silla
plenamente dormido, con la cabeza apoyada contra la pared y las piernas para el otro
costado.
La fiebre no pasaba y el dolor de cabeza seguía latente. Me volví a recostar, tratando de
dormir pero fue inútil.
De tanto moverme en mi lecho, desperté a mi amado, este acudió a mí con una sonrisa
tranquilizadora, pero el malestar continuaba atacándome.
La luz de la ventana me incitó a despertar. Y hay estaba el ser más dulce y cariñoso del
mundo.
Yo seguía con fiebre, y mi familia estaba preocupada, ya que tenía 41º grados, era muy
alto, teniendo en cuenta la edad que tengo.
Me trajeron alimentos, pero yo no probé bocado, solo tomé un poco de agua.

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Fiebre de Primavera

Habían pasado ya tres días y la fiebre continuaba. Me llevaron al hospital, pero los
médicos siguieron diciendo que era algo pasajero, que ya se me iba a pasar con la
medicación dada. Dormía mucho hasta que me desperté, a las cinco y cuatro minutos, y
me di cuenta de que ya no me dolía la cabeza, y que la fiebre había desaparecido.
Desperté a mi hermana, para avisarle de que ya me encontraba mejor, y que no
necesitaba que me cuidara. Que ella se valla a su cuarto y duerma cómoda; no así toda
acurrucada en una silla.
Me fui a bañar a la hora que era, y tomé un baño de inversión que duró dos horas y algo.
Me cambié, con un vestido liviano, ya que no estábamos tan en el sur como antaño.
Jackson estaba muy feliz de verme plena de vuelta y yo también. Me dijo que hoy a la
noche íbamos a salir a algún lugar bonito, pero que hoy iríamos a una fiesta de
sociedad, con nuestras respectivas familias.
Me puse un vestido ajustado de color morado oscuro, muy corto y sin breteles. Con un
collar de corazón negro, que me regaló Lisa para el día del amigo, y unos zapatos sin
taco color negro.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 13: El Avila

La apertura fue muy aburrida, claro pero yo estaba con Jackson que me hacía reír
mucho, con sus ocurrencias del momento. Mi madre y Prince dieron un discurso que yo,
particularmente, no escuche nada, pero al finalizarlo todos los presentes aplaudieron.
Volvimos a la hostería, a eso de las seis de la tarde, me fui a bañar y en eso suena mi
celular.
-Hola- dije al atender el móvil.
-¡Hola Demi!- me saludó del otro lado del teléfono Eli.- ¿Cómo has estado amiga?-
preguntó ella, emocionada.
-Excelente, esto es lo mejor del mundo.- le respondí, pensando en una sola cosa que me
hacía tan feliz.
-Valla, valla- respondió mi amiga pícara.- Parece que hay algo, o alguien que te hace
pensar así- me insinuó ella, remarcando la palabra alguien.
-Si, estoy de novia- le respondí sin andarme con vueltas.
-¡Ahhhh!- me gritó ella del otro lado- Me muero, yo sabía que ese chico te gustaba.- me
contestó.
-¿Cómo sabes quien es?- la desafié.
-Es Jackson Howard ¿No?- inquirió ella victoriosa, sabiendo la respuesta.
-Si, es lo más lindo que me pasó- confesé.
-Wuau- exclamó- estas enamorada Dem.
-Si, claro que lo estoy- le aseguré.- Te tengo que contar algo- dije en otro tono de voz.
-Dime, ¿Qué pasó?, no me asustes.- musitó, nerviosa.
-Fue el primero- le revelé tímida.
-¿Qué?- jadeó ella sorprendida.- No lo puedo creer, de verdad que lo amas Demi- me
reconoció ella.
-Claro que lo amo- le respondí, y ahí veo el reloj que estaba al costado de mi cama, ya
eran las siete, y supuestamente a las ocho pasaba por mí mi novio.- Te tengo que dejar
Lisa- le corté el mambo- Voy a salir con él, dentro de una hora, y todavía no me
preparé- le conté.
-Esta bien- me respondió ella- te deseo lo mejor- me deseó.
-Gracias, para ti también- y le corté.
Me fui a maquillar primero, con una sombra negra difuminada con plateado y un poco
de brillo en los labios. Me coloqué un vestido negro, corto, con lentejuelas en la parte
del busto. Zapatos negros, con taco alto y de acrílico y un bolso pequeño a composé.
El pelo me lo dejé lacio, con una bincha plateada con un moño. Viéndome en el espejo
los últimos detalles, llaman a la puerta. Yo abro y me encuentro con él.
-Buenas noches- me saludó formalmente.
-Buenas noches- le respondí el saludo, y lo bese en los labios tiernamente.
Fuera del hotel nos esperaba un taxi y nos subimos. Después del viaje, llegamos a un
lugar oscuro, rodeado de árboles tupidos. Subimos a un teleférico que nos llevaría a la
sima de la montaña. Yo estaba un tanto nerviosa por la altura, no soy muy valiente en
esa área, así que mi novio al darse cuenta de esto, se sentó a mi lado, tomándome de la
mano.
Llegamos a la sima de la montaña El Avila, y había un mantel a cuadros rojos y
blancos, con dos velas de centro, y dos platos vacíos, con una fuente tapada con una
tapa de metal brillante. El me escoltó hasta hay y nos sentamos, uno frente a otro.
-Esto es hermoso- dije, viendo a mi alrededor el hermoso paisaje que nos rodeaba, lleno
de naturaleza y vegetación. El verde no se notaba tanto con la oscuridad de la noche, y
las velas iluminaban nuestros rostros para podernos ver a la cara.

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Fiebre de Primavera

-Esto es hermoso- le dije mirando a mi costado.


-Me alegra que te guste- contestó- esto lo preparé yo para ti.- confesó bajando la vista.
-Me encanto- le refuté. El sirvió la comida, eran ravioles cuatro quesos con salsa
venezolana.
Yo me senté a su lado para comer, y el me hacía cosquillas o nos besábamos en algún
momento. Estar a su lado era algo que me hacía muy feliz.
-¿Sabes?- dijo, después de haberme ahogado en risas.- Siento que con la única persona
con la que estoy bien, es contigo- me reveló, y a mi se me dibujo una sonrisa en la cara.-
No se, siento que eres la única persona que me escucha y me entiende.- continuó este.
-Si, yo siento lo mismo- coincidimos.- No se, es diferente, con Rebecca y Elisa, mi
amiga, no se...- dude- es diferente. Las quiero y les cuento todo a ellas.- proseguí- pero
contigo, es como que me siento segura- le confesé.
Este me beso, con dulzura y amor. Yo ahora, mientras sus labios estaban pegados a los
míos, pensaba en él. Se encuentra solo, y no tiene una muy buna comunicación con su
hermano, de sus amigos nunca me ha hablado, solamente cosas insignificantes, no
como yo que le he contado que Lisa es mi mejor amiga. Y sus padres... Están ausentes,
al igual que los míos. Prince no se ocupa de su familia afectivamente, solo por lo
materia y Cassandra nunca está. Eso me duele mucho, me hiere verlo así tan...
Desprotegido.
Se hicieron las doce de la noche y volvimos al hotel, cada uno en su respectiva
habitación. Me fui a dormir con una angustia en el pecho, por el dolor de mi amado.

Capítulo 14: Solo mío

Pasaporte: Bogotá, Colombia

Bienvenida señorita Harrison a La plaza Bolivar

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Fiebre de Primavera

Me desperté, y acomodé mi equipaje, hoy nos iríamos a Bogotá, Colombia. La cadena


de mamá y Prince seguía bien. Ellos estaban ganando mucho dinero y fama, que ese era
el fin de ellos.
Me fui a bañar y al salir de la ducha me observé en el espejo, completamente desnuda,
que tenía en el toilette. Me observé en el espejo, y vi que estaba más flaca. Yo era de
esas chicas más populares del colegio, con su físico perfecto. Mis ojos eran del mismo
tono que mi cabellos castaño, y los dientes blancos como la nieve.
No me percaté demasiado por lo que había descubierto, así que me puse una camisa
manga corta de color blanco, con puntos negros, un cinturón chocolate a la cintura y
unos Jeans desgastados, y unos zapatos de plataforma plateados.
En el camino me encontré con Cassandra y ambas fuimos a la limosina que nos dejaría
en el aeropuerto.
El viaje fue tranquilo, me senté con Jackson, yo creo que ya todos saben que somos
novios pero igual. Hablábamos de muchas cosas, como de su colegio y también de su
mejor amigo, Max Crowly, era el hijo del publicista de su padre.
En menos de tres horas ya estábamos en Bogotá. Hicimos lo habitual y yo me recosté en
la cama. Estaba muy débil, sin fuerzas.
Me sentía muy mal, pero de mi estado no le avise a nadie.
El Bogotá íbamos a estar hoy solamente, ya que teníamos una agenda muy apretada.
Nos dirigimos a una apertura de unas estaciones del canal, y después a la recepción, me
había puesto un vestido violeta metalizado, con unos zapatos de plataforma del mismo
color.
Yo no podía más del cansancio, y eso que descansaba, pero mi cuerpo estaba exhausto.
Llegamos a la hostería a las ocho de la noche, ya que hicieron una entrevista, donde
Prince y Carolina, querían a toda “la familia feliz”.
Jackson me invitó a salir, y ya que íbamos a estar un solo día en Colombia acepte, a
pesar de mi cansancio.
Salí con la misma ropa que fui a la recepción y fuimos a la plaza Bolivar, estaba lleno
de puestos de artesanías, con tejidos, pinturas y demás cosas del lugar. También había
una pareja bailando a la gorra.
Las calles estaban repletas al igual que la plaza. Todas las familias unidas y muy felices.
Era un pueblo muy tranquilo y fastuoso.
-Que lindo- dije, tomando un anillo plateado, con una piedra brillante oblicua.
-¿Te gusta?- preguntó Jackson
-Si, pero vamos- musité tomándolo del brazo.
-No espera- se detuvo y volvió al puesto de donde yo había salido. Este volvió conmigo,
y nos fuimos a ver el espectáculo. Era una pareja bailando el Folklore colombiano.
Todos los presentes, al finalizar, aplaudieron a la joven pareja y le dieron dinero.
Después de ese paseo, yo estaba exhausta y nos dirigimos al albergue. Yo me despedí
de Jackson pero este me detuvo.
-Espera- me dijo antes de cerrar la puerta.
-¿Qué pasa mi amor?- le pregunté, y este entró a mi recamara.
-Te tengo que dar algo- me contestó con una sonrisa en su semblante. Este me sentó en
la cama y el se arrodilló sobre su pierna izquierda.
-Demi- musitó- ¿Quieres ser mi novia?- preguntó con un brillo especial en los ojos-
Desde hoy y para siempre.- continuo.
Yo no sabía que decir, mi corazón latía a mil por hora. El amor y la felicidad no cabían
en mi pecho. Me di cuenta de que el anillo que tenía ahí exhibiendo, proponiéndome ser
su novia, es el de la plaza, es aquel que me gustó.
-Claro- le respondí, lanzándome hacia el, besándolo con amor y dependencia.

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Fiebre de Primavera

Este se fue a su cuarto y yo me puse mi pijama. Me recosté en mi lecho, con una


felicidad y alegría que no me cabía en el pecho. Éramos novios, era mí novio.

Capítulo 15: ¿Cómo haces eso?

Pasaporte: Lima, Perú

Bienvenida señorita Harrison a El Parque de las Leyendas

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Fiebre de Primavera

El hotel Swissotel, tenía una elegancia por dentro, como por fuera. Mi habitación estaba
en el segundo piso, rara vez ocurría esto, y la ventana del lado izquierdo, había un jardín
bellísimo, lleno de verde y colores, por la flores tan magníficas.
Mi madre y Prince ya habían arreglado una conferencia de prensa y luego una reunión
de trabajo.
Cassandra se llevó a Tom a pasear por la ciudad y esta invito a todos, solo Spencer y
Rebecca aceptaron.
Yo me quedé en la recamara. Me dolían los huesos y la cabeza. Me quedé dormida por
una hora y media más o menos, hasta que mi celular me sacó de ensueños.
-Hola- respondí adormecida.
-Hola mi amor- me saludó mi novio muy contento.- Te quiero invitar a salir.- me dijo,
con una alegría en la voz palpable. Yo dudé un momento, pero al escuchar que estaba
tan emocionado acepté.
Para salir me puse una musculosa blanca con un lazo negro en un moño, unos Jeans y
unos zapatos de tacón altos negros, siempre uso tacos, ya que mi estatura no es muy
alta.
Localicé a Jackson, y salimos de la hostería. Fuimos a El Parque de las Leyendas, era
un zoológico muy bonito. Él pagó y entramos, había muchas especies de animales, yo
me tomé fotos con la llama y la jirafa y mi amado con un caballo pura sangre. Le dimos
de comer a los osos y a los hipopótamos. Yo estaba muy cansada, no solo por el
recorrido, si no también porque me sentía mal.
Fuimos hasta una laguna, con patos y cisnes, un sitio muy relajante. Nos sentamos a la
orilla del agua, observando el bello paisaje, había una pequeña isla, bordeando el agua
cristalina, el verde jade tan hermoso y salvaje de la selva. Las aves que estaban en el
agua, parecía que formaban figuras tras su nado. Y los pájaros en los árboles nos
regalaban su bello canto.
-Es una inyección de calma- musitó Jackson con los ojos cerrados.
-Si, es muy relajante- le contesté, tirando mi cabeza para atrás.
-Sabes una cosa- me dijo- en un lugar así vendría solo... O contigo- me confesó,
abriendo los ojos, y sonriendo.
-Yo también- y me acerqué hacia él, uniendo mis labios con los suyos en un cálido
beso.
Cuando estaba así con el, juntos. El dolor desaparecía por completo. Siento que el es la
persona más importante, que más me conoce. Cada detalle de mí, que cualquier persona
pasaría sin darle importancia, él lo anota en un cuaderno imaginario, y se lo deja
grabado. De una bolsa, sacó dos bebidas, una seven up y una coca-cola. Este me dio la
seven up, sabiendo que la cafeína no la tolero. ¿Pero cómo sabía eso?
-¿Cómo haces eso?- le pregunté por fin.
-¿El qué?- inquirió confundido.
-Eso, saber cosas de mi, que yo nunca te he dicho.- le conté.
-Ah, eso- entendió por fin- Solo observo, veo como te mueves y lo que te gusta- me
contestó.- Como por ejemplo, que no te gustan mucho las verduras,- acertó- que amas la
naturaleza,- enumeró- y que te gusta mucho el invierno- concluyó su lista. Una que
nunca me había imaginado. Ni Carolina, ni Rebecca ni Eli, saben esas cosas de mí, por
el hecho de que nunca se las he dicho.
-Wuahu- exclamé sorprendida, y este a tal sonido sonrió.
Nos quedamos en silencio, el tomándome por los hombros, y luego de un rato nos
dirigimos a otro lado del zoológico. Fuimos a la zona costa, donde había toda clase de
animales marinos, desde focas hasta ballenas. Jackson sacaba muchas fotos, a mi con

43
Fiebre de Primavera

los animales o yo le sacaba a él, y siempre pedía a alguna persona que pasara que nos
tome una.
Recorrimos toda la parte “animal” del lugar y luego fuimos a la zona arqueológica, en
ese parte del parque, nos contaron las historias y descubrimientos de los antiguos
habitantes de Lima, Perú.
Ya estaba por caer la noche y nos dirigimos al hotel. Carolina y Prince no habían
llegado, y tampoco Cassandra con el resto.
Me despedí de mi novio y fui a mi habitación, tome un baño y veo en mi piel unos
hematomas pequeños, en mi costado derecho. No recordé haberme golpeado, pero yo
soy muy torpe, y tal vez lo hice y no lo recuerdo. Con Jackson quedamos que a la noche
saldríamos, así que me preparé. Me puse un vestido negro, con un cinto dorado abajo
del busto y unos zapatos con tacón del mismo color.
Jackson me fue a buscar a mi dormitorio, y salimos a la ciudad de Lima.

Capítulo 16: Obsesión por... ¿Mí?

Bienvenida señorita Harrison a Barranco

Llegamos a una zona muy pintoresca, todo con aires coloniales. Caminamos por un
sendero, iluminado por luces circulares de dos bolas blancas. Había bancas a los

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Fiebre de Primavera

costados y las paredes pintadas con una enredadera de color verde oscuro. El cielo
estaba pintado de negro, con unas luces titilantes y las calles no estaban muy sobre
pobladas. Llegamos a un puente, hecho de madera de roble, y abajo estaba el camino
por donde nosotros pasamos anteriormente.
Desde allí arriba, se podía observar la hermosa ciudad colonial. Su arquitectura y su
población, era una característica, sin duda, del lugar. Jackson me tomó de la mano
izquierda, y me sacó de mi ensueño.
-Te amo- me dijo, así de sopetón.
-Yo también- le respondí, estando segura de lo que afirmaba.
-¿Te encuentras bien?- preguntó mi novio, acariciando la superficie de mi mano.
-Si- mentí, ya que anímicamente así era, pero corporalmente sentía que me iba a morir.
Me dolía mucho la cabeza y el cuerpo estaba molido.
Bajamos del puente y nos dirigimos a un café, de apariencia arcaica. Nos sentamos en la
mesa del lado de la ventana. Donde se observaba a las personas pasar. El café del lugar,
era un poco más fuerte del que suelo tomar, así que más de la mitad del vaso poseía
leche, este me puso dos sobrecitos y medio de azúcar y empezamos a tomar. Cuando el
le puso dulzor a mi café, me asuste un poco, ya que este tenía razón; se fijaba hasta en el
más mínimo detalle de lo que hiciera.
En el bar, había una banda musical, tocaban blues, el saxista tocaba tan bien, que cada
nota que el interpretaba me llegaba directo al corazón. Lo que me sorprendió fue que
ese chico tendría entre diecisiete o dieciocho años, muy joven para la edad que tenían
los demás miembros de la banda, entre treinta y cuarenta años.
El muchacho, tenía el pelo color ámbar, con los ojos color de cielo. Eran tan profundos
que en un momento me perdí en ellos. Su sonrisa era cautivadora y al ver la pasión que
le ponía a cada nota, era realmente atrayente.
Después de la segunda canción, tocaron "Five Long Years", uno de mis canciones de
blues favorita. La banda se retiró, y el muchacho de ojos turquesa me miró, y sonrió.

Salimos del bar, y caminamos por las oscuras calles limeñas. Era una ciudad muy
bonita.
Yo estaba exhausta, mi cuerpo no aguantaba más el dolor y el cansancio. Así que con
mi novio, nos fuimos de vuelta al hotel.
Allí me despedí de el, con un beso en los labios, con amor y dulzura. Y me dirigí a
dormir.
El dolor era incesante. Me dolía toda la columna y el cuello, el mal estar era tortuoso.
Me tomé dos pastillas de Tylenol para el dolor, pero no me hacía efecto alguno. El sol
entraba por la ventana, y me iluminaba el rostro.
Seguía doliéndome todo el cuerpo, pero me tenía que levantar, ya eran las doce y media.
Me bañé y cambié, me puse una blusa sin mangas negra, una pollera gris en tabla y unas
botas negras con un lazo gris con tacón.
Saludé a Spencer, a Rebecca y a Jackson, este último tenía cara de preocupado. Pero los
cuatro almorzamos tranquilos. Rebecca dijo que iba a ir al gimnasio del hotel y Spencer
que iba a la piscina. Jackson, por otro lado, se quedó conmigo.
-Dormiste mucho- anunció el.
-Si, no dormí bien anoche- confesé, tomando mi vaso de agua.
-¿Se puede saber porque?- me preguntó este, agarrándome la mano.
-No podía dormir- mentí, bajando la mirada.
-¿Me vas a seguir mintiendo o me vas a decir la verdad?- preguntó irónico.
-¿Qué?- jadeé asustada.

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Fiebre de Primavera

-Se que te sientes mal Ademia, no me mientas. Desde hace días estas rara. Dormís
mucho y te duele todo. Te toco y te duele.- me acusó el- y mira- señaló mi pierna, yo
tenía un moretón, del que no me acordaba que me había hecho.- ¿Cómo te has hecho
eso?- indagó alarmado.
-No lo se- le conteste con la verdad.
-Eso no es normal- musitó, más para el que para mí.- hoy vamos a ir al médico.-
anunció.
-¿Qué?- exclamé atemorizada, a lo que más miedo le tenía era al doctor, era lo peor que
me podía pasar. Desde que soy niña que le temo.
-Si- afirmó.
-No- me negué
-Ademia no voy a discutir contigo- dijo serio.
-No hay nada que discutir,- le contesté- porque no voy a ir.- lo contradije.
-Si vas a ir- me recrimino- y si no lo haces le digo a tu madre.- me amenazó- si le cueto
ella va a estar de acuerdo conmigo- en ese punto el tenía razón, así que en vez de irme a
todo o nada, y perder de seguro. Traté de negociar.
-Esta bien- le respondí- pero no acá- me negué, nuevamente- mañana vamos a ir a Quito
y allá tengo un médico conocido- le propuse.
-De acuerdo- contestó- pero vas a ir, de lo contrario, ya sabes.- me amenazó
nuevamente.
Subí a mi habitación, y empaque, hoy nos iríamos a Quito, Ecuador.

Capítulo 17: Calle Mariana de Jesús al 3302

Pasaporte: Quito, Ecuador.

Fui al médico con Jackson sin decirle a mi mamá.

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Fiebre de Primavera

El consultorio del doctor Daniel Row quedaba en la avenida Mariana de Jesús al 3302.
Este al escuchar mi nombre de la secretaria de pelo rubio, me atendió primera y me
abrazó con mucho cariño.
-Hola Demi- me saludó-¿Cómo has estado?- preguntó feliz.
-Muy bien-le respondí- ¿Y tú?
-Bien, bien- contestó- ¿Él quien es?- inquirió dirigiendo su mirada a Jackson.
-El es Jackson, mi novio- indiqué al doctor.
-Ya veo, mucho gusto- y extendió la mano hacia mi amado, este acepto.
-¿Qué te trae por aquí Demi?- preguntó curioso el médico.
-He tenido fiebre, y mucho dolor muscular- confesé- y aquí el señor- señalé a Jackson-
me ha dicho que tengo que venir al médico.- concluí.
-Veamos- dijo con una sonrisa, dirigiéndome a una camilla.
El doctor terminó de examinarme y me encontré con Jack, me senté a su lado,
esperando la conclusión del médico.
-Bueno- dijo, con un son de tristeza en la voz- Ademia, hablándote como médico. Lo
que veo que tienes es una enfermedad común en los niños y adolescentes de tu edad.-
continuó con su voz de profesional- Tienes fiebre reumática. Es una enfermedad que
afecta el corazón en mucho de los casos, pero en el tuyo ha afectado a tu cabeza, a tus
huesos y a tu peso.- afirmó.
>>Según lo que me has contado, tu peso ha ido bajando notablemente y el no querer
comer nada también. Los dolores óseos que tienes, es una parte de la enfermedad y la
fiebre tan alta que tardó en bajarte es otra de las características.- me informó.
>>Esta enfermedad es tratable, tus síntomas son de criterios menores, esta indisposición
es manejable con Penicilina Procaínica vía intramuscular cada 24 horas. Toma- me
extendió un papel para el remedio, así lo compraría y me inyectarían.
Me despedí de Daniel, y me fui caminando con Jackson hasta la farmacia. Estaba muy
asustada, no podía creer que estuviera enferma así. De una enfermedad tan grave.
-No tengas miedo- me dijo mi novio, tomándome de la mano, con la bolsita de los
remedios en la otra.- Yo estoy contigo-afirmó. Dicho esto, me abrazó, con tanto amor y
cariño que hicieron que el corazón me estalle dentro del cuerpo.
-Gracias- le contesté.
Llegamos al hotel, y le conté Carolina todo lo sucedido. Mi madre se asustó mucho,
entonces yo la trate de calmar. Cuando se lo relaté a Rebecca, esta se aterrorizó por mi
salud, y comenzó a llorar.
Yo no podía verlas así, sufriendo por mí causa.
Todos se fueron a la gran recepción por la apertura del canal en Ecuador. Yo no fui
porque me sentía muy cansada.
-Permiso- dijo mi novio, entrando a mi habitación, vestido de gala.
-Pasa- le contesté.- ¿Qué haces aquí?- pregunté confundida.
-Me quedo contigo- informó
-De verdad mi amor, me encuentro bien- aseguré.
-Si, ya lo se- contestó- Pero igual, quiero quedarme contigo.- y me sonrió.
Se acostó a mi lado, y nos quedamos dormidos, hablando de muchas cosas. Era
increíble sentirse así con el. No le importaba lo que me sucedía, el estaba conmigo.
Me desperté, con la mirada de Jackson clavada en mí.
-Buenos días princesa- me saludó, con una sonrisa muy amplia.
-Buenos días bebe- le contesté, besándolo en los labios.
El se fue, pero antes me inyectó la penicilina, era una parte que odiaba, pero me tenía
que acostumbrar.

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Fiebre de Primavera

Me fui a bañar y luego me cambie; me puse una remera amarilla clara, unos pantalones
blancos y unos zapatos del mismo color con taco.
Salí y me encontré con mi amado, quien en el desayuno me obligo a comer todo el
tiempo. Era agobiante. Mi madre no me cuidaba tanto como él.

Capítulo 18: Me cuida más que nadie

Bienvenida señorita Harrison a Termas Papallacta

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Fiebre de Primavera

-De verdad te encuentras bien- me decía Jackson, mientras me arreglaba la musculosa


gris que traía, con un moño a la cintura. Un pantalón negro con estrases plateados y
unos zapatos del mismos color del pantalón.
-Si bebe, me encuentro bien- le respondí por enésima vez.-Vamos a salir, me lo
prometiste.- puse mi mejor puchero.
-Si, esta bien- contestó- pero lo más importante es tu salud- aseguró.
-Bueno, estoy bien. Ahora vamos- lo tomé de la mano, y lo jalé al exterior de la
habitación.
Después de una hora y media, más o menos, de auto, estacionamos frente a un cartel
que decía Termas Papallacta. Yo mire a mi novio, y tenía una mirada pícara. El lugar
estaba rodeado por unas montañas tan bellas que llenaban de paz y tranquilidad el lugar.
Ingresamos al establecimiento y una mujer de cabellos oscuro, nos llevó a una parte, un
poco alejada del resto. Había una piscina olímpica con rocas en los bordes y una línea
verde del pasto perfectamente cortado, una cabaña pequeña que parecía de cuentos y al
lado de la pileta un cartel que decía “Termas” y una flecha señalando hacia la derecha.
La mujer le extendió unas llaves a Jackson, y este le agradeció en un perfecto español.
-¿Qué es esto?- pregunté intrigada.
-Y bueno, ya que decidimos salir.- empezó- encontré un lugar bellísimo.- dijo con esa
sonrisa pícara nuevamente.
>>Toma- extendió las llaves que la empleada le había dado.- Vas a encontrar todo.-este
se fue hacia donde señalaba el cartel, yo estaba un poco confundida, pero lo hice caso y
fui hacia la cabaña.
Sobre la cama había un traje de baño blanco con rayas gruesas naranjas, celestes,
amarillas y verdes; y una tarjeta que decía “Póntelo”. Yo me lo coloqué, con una bata
blanca que había al costado de la maya y salí de la cabaña.
Caminé hasta encontrarlo a el de espaldas a mí en las aguas calientes. El se percató de
mi presencia, se giró y me extendió su mano, para que me zambullera en el agua.
Este me tomó por la cintura delicadamente y empezó a besarme, con amor y
desesperación. Era como si fuera la primera vez. El deseo nos carcomía a los dos
intensamente, estábamos atraídos como dos imanes.
Su boca, penetraba la mía, recorriendo cada recoveco de esta. Y sus manos transitaban
mi piel, con un frenesí de lujuria y desenfreno. Me quitó el traje de baño en un abrir y
cerrar de ojos, los dos nadábamos despojados de nuestras prendas. Y el me tocaba cada
parte de mi cuerpo, y su tacto era como una descarga eléctrica en mi pecho.
Me besaba el cuello, creando un camino desde mi clavícula hasta mis senos. El los
besaba y los succionaba con desesperación. Hasta que los dos deseábamos mas que nada
que estuviéramos conectados. El me penetró salvajemente, con una consternación y
deseo que ambos sentíamos el uno por el otro.
Sus manos seguían recorriendo mi anatomía al igual que las mías. Yo gemía en su oído
cada penetración de miembro en mí y enterraba mis uñas en su espalda. Era mágico
sentirse tan bien con una persona.
Su boca y la mía estaban pegadas y nuestras lenguas entraban a la cavidad bucal de cada
uno, descubriendo cada parte de nosotros.
En un momento nos separamos y quedamos los dos juntos abrazados.
Lo amaba tanto, que nada ni nadie nos podrían separar.
Fuimos a la cabaña, y dormimos juntos en una cama de dos plazas y media. Me puse un
pijama rojo que se ataba bajo el busto, y que en la parte de abajo era suelto. Con un
short cortito del mismo color. El estaba en bóxer negro, y dormimos abrazados hasta el
otro día.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 19: Solo tres

Volvimos al hotel, y como era de costumbre nadie notó nuestra ausencia. Mi madre y
sus padres, estaban más preocupados por cómo iban los negocios o la posición social de
sus respectivas familias que por nosotros.

50
Fiebre de Primavera

Carolina, se había enterado hace menos de una semana que yo tenía una enfermedad
grave, tratable, pero grave al fin.
El primer día se hizo la madre preocupada, pero luego... Luego no le importó nada. Le
conté a Lisa lo que me había ocurrido, y ella también se puso a llorar al igual que
Rebecca, yo le dije que no se preocupara, que todo iba a estar muy bien.
A veces creo que le preocupo a tres personas en el mundo nada más. Mi hermana, que
es esa persona dulce y fuerte que siempre me va a apoyar, Eli, que es mi amiga y
hermana de toda la vida, que me quiere y me cuida. Y ahora a Jackson, que si el no
estuviera, no se cómo tomaría las cosas; el es el que me acompaña y me cuida. El que
me dice te amo, y se que se preocupa por mí, y que tiene miedo de perderme, y que ese
miedo significa que me ama ¿No?
Mi padre nunca esta, en realidad, nunca estuvo. Así que mucho de el no puedo decir. Y
mis otros familiares están muy lejos como para sentirme contenida por ellos no puedo.
Se que es horrible sentirse solo, pero ahora con esas tres personas que sé que me
demuestran su amor, me basta y me sobra.
Jackson, yo se que es con la persona que quiero estar toda mi vida. Es el hombre que me
cuida como si fuera su hija, y es el que me ama como su mujer. No se que haría sin el.
Sin contarle todo de mí. Hay cosas que a Rebecca y a Lisa no les puedo contar que a él
si.
El es todo para mí...

Capítulo 20: Mi enfermero

Pasaporte: Santiago, Chile

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Fiebre de Primavera

El viaje a Chile fue inesperado, según mamá, ella iba a ir sola, pero a último momento
nos necesitaba allá. Supuestamente era para velar por mi salud, pero en realidad, era
para ir a las conferencias y recepciones de las inauguraciones del canal.
Llegamos al hotel Santiago Marriot, la habitación que me tocó era muy amplia y estaba
al lado de la de Jackson.
Tuvimos a las ocho de la noche, una hora después de llegar, una recepción. Me puse un
vestido rosa pálido con un cinto de brillantes a la cintura, y debajo cuatro volados que
llegaba casi a los pies. Unos zapatos plateados con un bolso del mismo color, un collar
de brillantes haciendo juego con la pulsera y el pelo recogido en una cola alta.
Toda la gente, al igual que en los demás países, aplaudían el discurso de Prince y
Carolina al finalizar.
Me senté al lado de Rebecca, a quien le conté todo lo sucedido con Jackson la noche en
las termas.
-No lo puedo creer- me dijo, con los ojos abiertos como platos.- O sea, esto es increíble,
muy fogoso- dijo en tono de burla. Y yo la golpeé teatralmente.
-¿De qué hablan chicas?- preguntó Jackson con una sonrisa pícara.
-De nada- dijimos las dos al unísono.
La comida estaba muy rica, según lo que dijo Rebecca porque yo no provee bocado. En
la mesa, Jackson hacía cosas graciosas, por las que Rebecca y yo nos reíamos sin parar.
En un momento, siento olor a sangre. Y me empezó a sangrar sin parar por la nariz. Mi
hermana y mi novio, me llevaron corriendo al baño y pidieron un botiquín. Yo no
paraba de sangrar, y me sentía mariada por tanta sangre perdida.
Cuando me repuse me mandaron al hotel, mi madre obviamente no se preocupo por mi,
lo único que no quería era que no pensaran que no cuida a su hija.
Sinceramente vagaba en la inconciencia, pero escuchaba unas voces y luego las
reconocí. Trate de prestar atención y no irme devuelta.
-Tenemos que llevarla al hospital- decía Jackson en un tono de voz alto, estaba muy
molesto.
-Te digo que no- le respondía mi madre
-Mamá, tal vez le tengan que hacer transfusión de sangre, perdió mucha- hablaba mi
hermana, casi rogando.
-No- contestó tajante Carolina.
-Usted no entiende- decía mi novio algo nervioso- si perdió mucha sangre puede morir-
dijo, y se le ahogo la voz en la última parte.
-No muchachito, te digo que no.
-A usted le importa más lo que dirá la prensa y la gente que la salud de su hija- le gritó,
con una furia incontrolable. En eso siento que no estaba en algo firme, si no que estaba
en brazos de Jack. Pero se movía mucho, cosa que me mariava y me hacía mal.
-Suélteme- decía el muy enojado. El suelo se empezó a mover más veloz.
Abrí los ojos y me encontré con mi amado.
-Princesa- dijo con alivio- ¿Cómo estas?- preguntó preocupado.
-Estoy...- me toque la cabeza- me duele mucho la cabeza y estoy mariada.- respondí,
mirando a mi alrededor, estaba en un auto, y el hombre que conducía no lo reconocía.
-Ahora vamos a llegar al hospital- me informó él.
Dos minutos después ya estábamos en la clínica. Me hicieron transfusión de sangre, ya
que había perdido mucha, Jackson le explicó al doctor de mi enfermedad, y este dijo
que no era algo común que sucediera, pero tal vez la falta de alimentación lo provocó.
Me dejaron en observación toda la noche, y conmigo se quedó él. No pude dormir en
toda la noche, y para que no esté sola, mi novio me hablaba y contaba tonterías. Me

52
Fiebre de Primavera

relataba historias de su familia y de su abuela, a la que ama mucho, según lo que me


dijo.
Hablando se hicieron las cinco de la mañana y el sueño me ganó, me quedé
placidamente dormida, e imagino que mi enfermero también.
Cuando desperté estaba en la habitación del hotel, con mi acompañante a mi lado. El
dormía, en una silla todo acurrucado con una almohada contra la pared y su cabeza
apoyada.
Yo fui al baño y tomé una ducha, al salir me pesé con la balanza que había en el baño,
45kg es un peso demasiado bajo para mi edad. Según lo que me habían dicho, era parte
de la enfermedad, pero igual no me gustaba. Me daban un remedio, para que me entrara
el apetito, y lo lograba pero no tanto como para recuperarme de un momento a otro.
Los hematomas seguían saliendo, tenía una mancha negra en el tórax y uno en la pierna
izquierda.
Salí del baño y me cambié, me puse una remera manga larga negra, con una campera a
cuadros, unos pantalones negros y unas botas del mismo color.
Jackson ya se había despertado y lo mandé a su cuarto así iba a descansar, este rechistó
pero el sueño lo ganó y yo a él.

Capítulo 21: Si te pierdo me muero

Bienvenida señorita Harrison a el Cerro San Cristóbal

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Fiebre de Primavera

-Por favor- le decía a Jackson mientras lo zarandeaba de un lado a otro


-No Dem, no podemos salir- me contestó cortante
-No Jack si que podemos- le contradije- Es el último día en Chile, quiero pasear.- le
rogué nuevamente.
-Estuviste en el hospital hace unas horas Ademia, estas delicada- me respondió tajante.
-Estoy bien- le refuté.-Por favor, si me siento mal, te digo y volvemos- le juré.
-No se- el dudo, ese era mi momento.
-De verdad, a demás voy a estar contigo, no me va a pasar nada.- le recordé.
-Esta bien- me contestó con una sonrisa- pero si te duele algo, por más mínimo que sea
me lo dices- habló serio.
-Si, te lo prometo- prometí.
Mi madre y Prince ya habían ido a abrir una estación televisiva en Bolivia y Paraguay,
ahora estaban de camino a Uruguay, donde les quedaba abrir la última estación en
América del sur. Ellos quisieron ir solos, porque no hacían ninguna “celebración” por
así decirlo, solo una conferencia y una reunión.
Ya eran las cinco y media de la tarde, me fui a cambiar, me puse unos Jeans gastados,
una remera blanca y arriba un saco tejido verde esmeralda, de abrigo un tapado escoses
verde agua y gris y unos zapatos blancos.
Nos fuimos ambos a un lugar llamado Barrio Bellavista, donde cada casa cotaba una
historia. Era un barrio de la época colonial, una zona católica.
Conocimos la casa del poeta Pablo Neruda, La Choscana, ahora convertida en museo.
Fuimos a un restaurante donde nos sirvieron comida de diferentes países, todo muy
delicioso, y con una banda de sonido como música de fondo.
Luego terminamos nuestra última noche en el Cerro San Cristóbal, subimos en un
funicular, hasta a cumbre donde se encontraba una estatua de la Virgen María. Se podía
todo el barrio iluminado desde la cima. Jackson me tomó de la cintura y me beso,
teniendo como testigo de nuestro amor, todo el barrio Bellavista.
-Si te pierdo me muero.- dijo este, separándose de mis labios.
-Eso no va a pasar- lo contradije- Yo voy a estar contigo siempre- y lo volví a besar.
Volvimos al hotel a eso de las diez de la noche, ya que el vuelo salía a eso de las doce.
Cogimos nuestras maletas y fuimos al aeropuerto.
Mi cuerpo estaba muy adolorido, y había roto mi primera promesa con Jackson. Toda la
salida me dolió, tengo todos los huesos molidos por dentro y me duele mucho la cabeza.
En el avión me dormí en el pecho de mi novio hasta llegar a Panamá.

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Fiebre de Primavera

Capítulo 22: El más preocupado por lo que a mi me pasa es el

Pasaporte: Panamá, Panamá

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Fiebre de Primavera

Bienvenida señorita Harrison a Playa Blanca de Portobelo

A mi madre le avisé que iba a salir con Jackson. Ella dijo que si, ya que sabía que
éramos novios, y que no se iba a oponer en nuestra relación.
Fuimos a la playa Blanca de Portobelo, era una playa de arenas blancas de coral, llena
de vida marina, cuando nos zambullimos en el agua, había de todas las clases de peces
que uno se pueda imaginar. Eran aguas cristalinas y tranquilas.
Donde con mi amado hicimos el amor.

***
Nos quedamos a dormir en Portobelo, mi madre, ella, después de una larga charla
conmigo, acepto.
A la noche, estaba fría como la nieve. Me dolía la cabeza y todos los huesos de mi
adolorido cuerpo. Jackson en un momento de la noche se dio vuelta hacia mi, y cuando
me toco, y me sintió temblar se despertó.
Mi novio estaba asustado, ya que en Panamá hace mucho calor, estamos en Centro
América, acá hace siempre calor.
Pero el frío estaba apoderado de mi cuerpo, al igual que el mal estar. Yo le pedí que no
valláramos al hospital, que estaba muy cansada y quería dormir. El cedió.

***

Volvimos al hotel, y yo seguía con mis ya normales dolores.


Me pusieron la penicilina, y me mandaron a dormir. Mi madre estaba muy preocupada,
pero obviamente su trabajo era mucho más importante que yo, así que a la noche me
cuidaban Jackson o Rebecca.

***

Luego de eso, salimos todos juntos, me refiero a todos, y nos fuimos al centro de
Panamá, comimos en un restaurante muy lujoso y después fuimos a ver una obra
musical. Todo estuvo hermoso hasta el momento en el que en medio de la función, me e
pieza a sangrar la parte interna de la boca. Yo salí corriendo al baño, y Jackson me
siguió.
Me paró después de unos cinco minutos.
De todas las personas que me aman. El más preocupado por lo que a mi me pasa, es él.
Y aunque me cueste, siento que esta “cura” que dijo el médico no se esta controlando.
Me siento cada vez peor, como si subiera un grado del dolor del cuerpo o de cabeza a
cada momento.
Al día siguiente fue la recepción. Estuvo aburrida al igual que siempre pero con mi
amor, todo era diferente, claro.
Carolina y Prince se fueron a Costa Rica y luego a Nicaragua, se fueron sin nosotros
porque el proceso de inauguración allá era diferente. No había una “fiesta” como en
otros países donde tenían que aparentar con su “súper” familia ante la sociedad.

Capítulo 23: ¿Cómo te atreves?

Pasaporte: México, D.F

56
Fiebre de Primavera

Bienvenida señorita Harrison a La catedral metropolitana.

Nosotros íbamos a esperar en México a mi madre y Prince, dado que ellos terminaron
su recorrido solos en Belice.
El hotel Best Western Hotel Majestic, era de un aspecto colonial, frente a la Plaza
Zócalo. Con Jackson prácticamente dormíamos juntos, el se pasaba a mi habitación a la
noche, me abrazaba y me decía que me amaba.
Con Jackson fuimos a La catedral metropolitana. Tenía una arquitectura bellísima. Con
quince capillas laterales y una cúpula tan majestuosa que parecía pintada por el
mismísimo Miguel Ángel.
-Ves allá- señalo mi amado hacia el altar.
-Si- le contesté mirando sus facciones.
-Hay es donde nos vamos a casar- contestó el con una sonrisa. Yo lo abracé.
-¿Si?- inquirí desafiándolo.
-Claro- musitó- dime cuando y lo hacemos- me respondió y lo dijo tan seguro que
parecía en serio.
-Ja, ja- me reí yo.
-Te lo digo de verdad.- habló serio.
-Bueno, cuando seamos un poco más grandes, nos casamos.- este al decir eso, su cara se
iluminó y me beso de sopetón.
Recorrimos cada una de las capillas, el campanario, el sagrario, la sacristía y las criptas.
Esta última me daba miedo, pero Jackson me dijo que quería entrar y que si me daba
miedo que le aprete el brazo.
-¡Buuu!- me gritó Jackson, cuando estaba casi sobre la piedra que sostenía la cruz.
-¡Ahhh!- exclamé horrorizada. Y al darme vuelta comienzo a pegarle con las manos,
este se cubría para que no le dañara la cara.
-Esta bien, perdón- se disculpó el, entre golpe y golpe.
-¿Cómo te atreves?- le dije furiosa- Casi me matas- continué molesta.
-Perdón- este me detuvo las manos con las suyas- De verdad, lo siento. No quería
asustarte tanto- me pidió disculpas de panera sincera. Yo me calme.
-Bueno- dije- te perdono.-y lo tomé de la mano para salir de allí.
Salimos de la catedral y comimos unos mangos empalados. Era algo muy rico, pero
raro.
Nos sentamos en una banca, de la plaza Zócalo frente a nuestro hotel.
-Te amo.- me dijo, besándome la punta de la nariz.
-Yo más- le respondí, besando su mejilla.
Fuimos al mesón a prepararnos para la recepción.
Me vestí con un vestido color salmón con un escote en V profundo, tanto en la espalda
como en la parte delantera, era largo hasta por los tobillos y con detalles en plateado,
zapatos con tacón de el mismo tono y un bolso igual. El cabello suelto, y el maquillaje
suave.
La fiesta estuvo muy entretenida, había una banda de mariachis y la gente mexicana era
muy alegre.
Volvimos al hotel, ya que mañana a la mañana viajaríamos a Canadá.

Capítulo 24: Tú estas completamente loca.

Pasaporte: Canadá, Ottawa

57
Fiebre de Primavera

Fuimos al albergue Ottawa Downtown City Centre, era muy espacioso y acogedor.
Mi habitación estaba al lado de la de Spencer y Tom.
Decidí irme a la piscina del hotel, me puse una bikini verde esmeralda con un pareo de
hilo, del mismo color.
Fui a la pileta, y me encontré con Jackson. Este me besó en los labios y se zambulló
conmigo en el agua.
Éste me ponía en sus hombros y me arrojaba al agua. Después me perseguía o me hacía
cosquillas.
Fue una linda mañana-tarde, porque cuando salimos eran las dos de la tarde.
Me despedí de el, y fui a mi cuarto. Me dolía todo el cuerpo, yo supuse que era por la
actividad de hoy. Pero después me empezó el malestar de cabeza.
Estaba cansaba de estos dolores, así que fui al médico sin que nadie supiera.
El hospital de Ottawa era muy higiénico y me atendieron en seguida. El doctor me dijo,
que los síntomas anteriores que había tenido no eran comunes para la enfermedad que
me habían diagnosticado. Así que me mandó a hacer un hemograma y un examen de la
médula ósea, ya que mis dolores frecuentes de los huesos se los comenté.
Me contestaron que al día siguiente me darían los exámenes.
Caminando por la calle, yendo para el hotel, estaba temblando. Y no de frío ya que acá
es primavera-verano.
El médico dijo que eso era algo raro. Que mi falta de apetito, mis dolores óseos y de
cabeza constante, el sangrar tanto sin que pare al igual que la fiebre le preocupaba. Él
me pidió que venga mi madre, pero yo le había respondido que ella estaba de viaje en
Estados Unidos.
Al llegar a la hostería, Jackson me noto rara. Y siendo franca, lo estaba. El me quería
levantar el ánimo, me dijo de ir a pasear por la ciudad. Pero yo me negué, diciéndole
que mañana saldríamos, que hoy estaba cansada. Este respeto mi decisión.
No dormí en toda la noche, Morfeo no se decidía a pasar por acá y el sueño no llegaba.
A la mañana siguiente, fui a “desayunar”, con todos. Y luego me fui al hospital porque
me darían los resultados de los análisis.
Llegué y una enfermera de pelo colorado, me dio los exámenes. Cuando abrí el sobre
papel madera, la verdad no entendí nada, así que fui a ver al doctor Mesan. Este me
atendió y yo le extendí los resultados.
Leyó con minuciosa atención, y por la cara descompuesta que el tenía. Se quedó
callado, como evaluando la situación hasta que habló.
-El hemograma que se ha hecho señorita Harrison.- empezó- no esta bien.- dijo con su
voz de profesional.-
>>Sus glóbulos blancos están descendiendo y los glóbulos rojos están aumentando.-
confesó- Pero yo antes de decirle esto, preferiría que aya algún familiar. Su padre o
madre- dijo el, con sus ojos color topacio, cansados.
-Doctor, mi madre y mi padre están de viaje- contesté- yo estoy con mi hermana y mi
novio, nada más- revelé, mirando hacia la ventana del consultorio.
-Mire señorita Harrison, esto es muy delicado.- me contó- será mejor que aunque sea
trajera a alguien, no importa que sea menor de edad.
Yo estaba tan nerviosa, que me equivoqué dos veces en marcar, llamé primero a
Rebecca, pero su celular estaba apagado, y luego llamé a Jackson, le dije donde estaba y
que si podía venir. Este me dijo que ya estaba saliendo. Se lo notaba muy nervioso.
Espere unos cinco minutos, y mi novio ya estaba en el hospital.
-Buenos días- estrechó la mano al médico, este saludo y también se la estrechó.

58
Fiebre de Primavera

-Bueno como les iba diciendo, lo que usted tiene, es algo muy delicado- explicó el
doctor.- Lo que se le diagnostica en este caso, es leucemia.- cuando dijo esto, yo no lo
podía creer. Estaba enferma de verdad, y no sabía que me hacía esta enfermedad.
>>La leucemia es un cáncer que afecta a niños y adolescentes, desde cinco a diecisiete
años.- contó el médico-Esta enfermedad se puede... Retrasar, con quimioterapia, tomar
o inyectar prednisona y de más tratamientos.
>> Leucemia linfoide aguda, es lo que usted tiene. Y esto se puede retasar y/o con un
transplante de médula.
>>Ahora, si me dejara señor- dijo, refiriéndose a Jackson- quisiera hablar a solas con la
señorita Harrison.- pidió el doctor amablemente, mi novio me miró, y yo asentí en
silencio. Este se fue y yo me quedé con el doctor.
-Mire señorita, yo no dije esto, porque tal vez, usted no quiere que lo diga en presencia
de su novio- dijo el médico.
-¿Qué es doctor?- pregunté confundida.
-Mira, los análisis que le realizamos, dieron unas hormonas que se dan, solo en
mujeres...- se cayó.
-¿En mujeres...?- lo animé.
-En mujeres embarazadas- concluyó el. Yo me quedé con la mirada perdida. No lo
puedo creer, estaba embarazada, un hijo de Jackson. Mi corazón se salió de su lugar, no
lo podía creer. Una tristeza y una alegría mezcladas en un solo día.
-Y los tratamientos- empecé pensando en lo que tendría que hacer para mejorarme- ¿Lo
pueden dañar?- pregunté asustada.
-En el primer trimestre de la quimioterapia, el feto puede tener deformaciones- me dijo.
-No eso no- le dijo horrorizada.
-Mire señorita, usted tiene que hacerse los tratamientos.- me aconsejó.
-A mi no me importa- le respondí, con la voz ahogada.-Gracias por todo doctor- le
agradecí, y salí del consultorio.
Me encontré con Jackson, y salimos del hospital. El estaba muy callado, con la mirada
perdida. Yo lo frené, en medio de la calle, levanté su mentón para que me mirara a los
ojos.
-No estés mal- le dije, besándolo en los labios.
-Si, claro, el amor de mi vida se muere, y voy a estar bien- repuso irónico.
-No me digas así- le contesté, con una lágrima derramándose por mi mejilla.
-Perdón- se disculpó, y me abrazó.
Llegamos al hotel, y me fui a bañar, salí de la ducha y me cambie. Me puse un vestido
azul Francia melatizado, con unos zapatos negros con tacón.
Fui hacia la habitación de Jackson, pero el no estaba. Así que fui a la piscina, al bar, a
la recamara de Spencer y no lo encontré. Después me dirigí al jardín, y allí estaba él, de
espaldas a mí. Me acerqué y lo abracé por la espalda.
-Tenemos que hablar-le informé, mirándolo a los ojos.
-¿De qué?- contestó, acariciando mi mejilla.
-Hay algo que te tengo que decir.- comencé- Yo estoy...- y me callé.
-¿Qué mi amor?- inquirió el, con sus ojos centellantes.
Yo me quedé en blanco, no sabía como decirlo, pero tomé valor y se lo conté.
-Estoy embarazada, Jack- le conté, mirando el césped verde oscuro.
-¿Qué?- preguntó confuso.
-Si, estoy embarazada- confirmé. Este me sonrió, y luego me beso, pero ahora venía la
parte, a mi parecer, más difícil.
-Ya averigüé- me comentó- En Nueva York, hacen los tratamientos. Son las mejores
clínicas del mundo- dijo, mirándome fijamente.- Allá te vas a curar mi amor.- me dijo.

59
Fiebre de Primavera

-Jackson- comencé- yo no voy a hacer el tratamiento- dicho esto, baje la mirada, y a él,
lo observaba de reojo. Sus facciones cambiaron, se veía incredulidad en su rostro.
-¿Qué has dicho?- inquirió aturdido.
-El tratamiento, en los primeros tres meses, puede dañar al bebe- le expliqué- voy a
esperar hasta los cuatro meses- finalicé.
-Tú estas completamente loca.- exclamó en un tono de voz alto.
-No- le respondí calmada- Eso lo puede dañar.- le contesté.- Y no lo voy a hacer- lo
contradije.
-Ademia, te puedes morir- refutó, gritando ya.
-Si, ya lo se- le contesté- pero si lo hago, el que se puede morir o salir con problemas
por ese tratamiento es mi hijo.- le grité en la cara. Y salí del lugar.

Capítulo 25: ¿Cómo se va a llamar?

60
Fiebre de Primavera

Bienvenida señorita Harrison al Centro Comercial 240 Sparks.

Me encerré en mi habitación y me fui a bañar. Quería descansar y relajarme, pero cinco


minutos después, Jackson estaba golpeando la puerta y pidiéndome perdón. Yo no le
respondí, hasta que me dio lástima y salí del baño me cambie y me abrí la puerta, el
estaba apoyado contra ella, y cuando la aparté este se cayó.
-¡Auch!- se quejó este porque terminó en el piso, yo no pude evitar reír a tal acto.
-¿Te encuentras bien?- le pregunté, ayudándolo a pararse.
-Si- me contestó.-Demi, perdóname, es que entiende- me explicó- perderte es algo que
no estoy dispuesto a tolerar.- me contó, y una lágrima se derramo por su mejilla. Yo la
sequé, y lo besé. Fue un beso lleno de amor, cariño y...Miedo. Miedo de perderlo, y de
él perderme a mí.
Nos recostamos en la cama, y ahí estuvimos abrazados mirando una película. Luego nos
pusimos a hablar.
-Para mi, va a ser nene.- dijo el.
-No, va a ser nena- lo contradije
-No, Dem, va a ser varón- me refutó este.
-No Jack, va a ser mujer.
-Y si es varón ¿Cómo se va a llamar?- inquirió el.
-Mmmm- dudé- Lisandro.- le respondí.
-Me gusta- contestó el- o, Alexander- dijo este.
-Si es lindo, me gustan los dos- le reconocí
-¿Y si es mujer?- musitó el- aunque no lo creo.
-Si es mujer, que va a ser, Antígona o Alana- le contesté
-Qué nombres raros, pero me gustan- afirmó el.
Nos quedamos hablando de eso, hasta que el sueño nos venció y nos quedamos
dormidos.
A la mañana siguiente me desperté antes que el, y me fui a bañar. Me puse una remera
sin mangas, con estampados en negro, y un borde tanto arriba como abajo del mismo
color, un short negro y unos tacones blancos con borde negro.
Al salir del baño, mi novio estaba levantado y vestido.
-¿Cómo dormiste princesa?- preguntó el besándome en los labios.
-Muy bien, ¿Y tú bebe?- musité entre sus labios.
-Bien, ¿Salimos?- inquirió, besándome el cuello.
-Esta bien.- respondí
Fuimos al Centro Comercial 240 Sparks. Caminamos por todos los negocios, yo,
obviamente, compre mucha ropa para mí, y le compre a mi novio. Después nos
dirigimos a la sección de bebes.
Jack adquirió un enterito azul, con un saquito de hilo haciendo juego, y unos escarpines
del mismo tono. Y yo un vestidito rosa, con un saquito de polar y unos zapatitos de
charol. A mi novio, se lo veía muy feliz. Comimos en el centro comercial, el ordenó en
el Mc’ Donalds, y yo una ensalada. La verdad no tenía hambre, pero el señoriíto de al
lado mío, dijo que ahora tenía que comer por dos, y pidió una porción de carne.
Eran como las seis de la tarde, y volvimos al hotel.
Deje las cosas en mi habitación, y me dirigí a la recamara de mi hermana. Toqué la
puerta y ella me abrió con una sonrisa. Ahora tenía que contarle todo a ella.

Capítulo 26: No me voy a morir

61
Fiebre de Primavera

-¿Podemos hablar?- inquirí, mirando por la ventana a la gente pasar.


-Si, dime Dem- respondió ella con una sonrisa
-En realidad- comencé- son dos noticias, una buena y una mala.- Que rebuscada que
soy, pensé. Ella me miro confusa.
-Bueno, dime- me animó.
-Primero la buena- le informé- Estoy embarazada- le conté. Rebecca se quedó
congelada en la silla, con los ojos abiertos como platos.
-¿Qué?- jadeó esta.
-Si, y la mala,- dije, tomándola de la mano izquierda- es que estoy enferma- sus ojos se
volvieron en mí, y me observó incrédula- Tengo leucemia, en otras palabras, cáncer- los
ojos de mi hermana se fueron nublando con una capa de negrura, angustia y desolación.
Y le empezaron a brotar pequeñas lágrimas.
-No, eso no puede ser.- habló ahogada- No te podes morir.- dijo en el mismo tono de
voz.
-No me voy a morir.- refuté- Hay muchos tratamientos- expliqué- Los voy a realizar
después de los tres primeros meses.
-¿Y por qué tan tarde?- gritó ella enojada, histérica.
-Porque si lo hago antes,- expliqué- el bebe puede morir, o tener problemas en su
desarrollo.- yo la abracé, esta no paraba de llorar.
Me quedé con Rebe toda la noche, me decía que me quería. Y cuando se daba cuenta de
que hablar de mi presunta muerte me hacía mal, cambiaba de tema. Me contaba todas
las cosas que iba a hacer con Antígona -ya que ambas decíamos que iba a hacer una
nena- y que ella iba a ser la madrina.
Le relaté lo vivido hoy en el centro comercial. Y luego de las cosas tan lindas que
hablamos. Volvimos al tema que a ella, realmente le preocupaba, mi salud.
Le expliqué con lujo de detalle que era lo que tenía, y le dije que al estar embarazada,
todo se complicaba más. Pero ella me entendió, entendió que a mi hijo lo amo más que
nada, y que su salud es la que de verdad me importa.

Capítulo 27: ¿Qué me quieres decir Ademia?

62
Fiebre de Primavera

Bajamos por el elevador, y vimos a toda la familia reunida. La suya tanto como la mía.
De ellos Spencer y Rebecca eran los únicos que sabían todo.
Nos sentamos en la mesa, como lo hacíamos habitualmente, para desayunar. Hasta que
mi amado rompió el silencio.
-¿Podemos hablar con ustedes?- preguntó a todos los presentes.
-Si, dime hijo- respondió Prince, desde el otro lado de la mesa. Con su rostro tan serio y
calculador habitual, con sus ojos penetrantes, decía más de lo que se podía oír.
-Les queremos contar una buena noticia- contó muy feliz el padre de mi hijo.
-A ver cuéntanos Jackson- dijo mi madre.
-Demi, esta embarazada- al decir eso, la cara de los tres adultos sentados en la mesa se
transfiguró, mi madre tenía una expresión que daba miedo. Parecía que iba a matar a
Jackson y a mí en cualquier momento. Las facciones de Cassandra eran de disgusto, ella
no quería esto para su hijo. Que pensaría la sociedad, era lo que a ella realmente le
importaba. Y las líneas del rostro de Prince, eran de desilusión, parecía que le aborrecía
su hijo. Jack me tomó la mano bajo la mesa para infundirme valor. Pero yo negué con la
cabeza lentamente, este no era el momento de decir a Carolina que estaba enferma, y
que la madre de su nieto o nieta lo estaba a mis suegros.
El desayuno estuvo en un silencio sepulcral, nadie hablaba, solo nos mirábamos. En la
mesa había distintos sentimientos. Amor, odio, bronca, rencor, cariño, dolor, y demás
sentimientos.
Terminamos esa comida, y yo agarré a mi mamá por la muñeca derecha. Ella me
rechazó.
-Carolina, tengo que hablar contigo, por favor- le pedí a mi madre, ella asintió y me
llevó a su habitación.
-¿Qué me quieres decir Ademia?- preguntó enojada ella.
-Estoy enferma- confesé de sopetón. Las facciones de mi madre cambiaron, de las
severas que hace un momento lucía a unas de asombro y incredulidad.
-¿Cómo?- inquirió ahogada.
-Leucemia- expliqué- tengo que hacerme tratamientos- comenté. Ella me abrazó, con
amor y cariño. Era la primera vez que mi madre era así de afectuosa conmigo. Siempre
se mostró tan vacía, tan que nunca le importamos. Y ahora era la madre ejemplar.
Le comenté todo, y le mentí también. Yo sabía que entre mi salud y la de mi hijo, ella
iba a preferir la mía, así que le conté que después de tres meses de que se descubre la
enfermedad se comienza con la quimioterapia. Yo la entendía por una parte, estoy
dando mi vida por mi hijo, ella daría la vida por la suya.
Volví a mi cuarto, y allí estaba mi amado. Este me abrazó y yo comencé a llorar.
Aquellas lágrimas que había guardado en estos dos días.

Capítulo 28: Tengo muchas cosas por las que vivir

63
Fiebre de Primavera

Pasaporte: Lisboa, Portugal.

Bienvenida señorita Harrison a El Mirador Santa Lucía.

El viaje a Europa fue agotador. Tantas horas de travesía por el Atlántico no se las
recomiendo a nadie. Pero al fin llegamos.
Eran las once de la mañana, y a las ocho teníamos la recepción.
El hotel Bairro Alto, era muy suntuoso. Con Jackson fuimos a pasear al Mirador de
Santa Lucía. Sobre la colina de Alfama y junto a algunos de los edificios más antiguos
de la ciudad.
Estábamos sentados sobre el pequeño muro de la glorieta. Y se observaba la
tranquilidad del río Tajo a nuestra derecha. Era un lugar donde la paz se respiraba y la
calma adornaba cada rincón de este sitio.
Jack estaba frente a mí, con su mano colocada en mi vientre. Y miraba hacia el río, con
una mirada pensativa.
-¿En que piensas bebe?- pregunté, cuando estuvo más de cinco minutos así.
-En nada- respondió rápido.
-Me voy a quedar contigo- le contesté, ante la pregunta que seguramente se estaba
formulando en su mente. Este sonrió al descubrir sus pensamientos.
-Tengo miedo Dem- refutó este.
-Tengo muchas cosas por las que vivir- le recordé, mirándolo a él y luego a mi vientre.
El solo sonrió en silencio.
Salimos de la glorieta, y fuimos a comer algo, claro que otra vez, obligada. La comida
era algo que no me llamaba, pero Jackson tenía razón. Tenía que comer.
Caminamos por las callejuelas de la hermosa ciudad. Viendo la arquitectura tan bella
con siglos de antigüedad.
Luego de esa mirada a la ciudad, estuvimos recorriendo el Castillo de San Jorge, tenía
una edificación muy amplia y anticuaria. Las torres de la fortaleza, eran inmensos, y
recorrer esa arcaica construcción era bellísimo. Un guía turístico, mientras andábamos
por dentro tanto como por fuera el fuerte, nos relataba los acontecimientos históricos.
Volvimos a la hostería, ya que me encontraba cansada, y a la noche tendríamos que
salir. Llegamos y me fui a recostar, mi novio se negó rotundamente a dejarme sola, y se
recostó a mi lado.
Ya era la hora de prepararse; me fui a bañar y luego me vestí acorde a la ocació. Me
puse un vestido negro, con corsé en la parte superior, y una flor del mismo color en la
parte inferior del busto con unos zapatos en un matiz negro.
Bajé las escaleras, y allí me esperaba el, tan flamante y perfecto, con sus centellantes
dientes a relucir, y su sonrisa característica.
Fuimos en las limosinas que el hotel nos ofrecía. Llegamos, y como de costumbre, la
prensa fotografiando cada acto y movimiento que cada uno de nosotros realizaba.
Las mesas, con manteles blancos, y las sillas vestidas de igual color, con centros de
mesa, con velas flotando en un recipiente de crital, la banda musical en el lado oeste, y
la pista de baile, tan común en estos eventos.
Con mi amado, fuimos a la pista de baile, y me sacó a bailar, como el primer día en que
nos conocimos.
La noche fue larga, y mi cuerpo no daba más. Desde hay, nos dirigimos a la posada y de
allí al aeródromo.

Capítulo 29: Mantener vivo a mi hijo.

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Fiebre de Primavera

Pasaporte: Madrid, España

Bienvenida señorita Harrison a El Teatro Real

Cuando llegamos a Ritz, uno de los hoteles más lujosos y glamorosos de Madrid, me
recosté en la cama, y la almohada blanca tomó un color rojizo.
Mi boca sangraba, primero con poca cantidad, pero luego a borbotones. Yo me asusté
mucho, y no pude avisarle a nadie. Me dirigí corriendo al baño, y escupía la sangre, que
se iba mezclada con el agua, por el drenaje.
Rebecca tocaba la puerta de mi recamara, yo grité para que ingresara y ella lo hizo
corriendo. Al verme se desesperó y trato de ayudarme. Pero las técnicas de estas,
contingencias, las sabía Jackson, ya que el médico en Canadá se las explicó a él.
Este al verme se petrificó, pero luego reacciono y me colocó boca a bajo, para no
ahogarme con mi propia sangre. Y me hacía tragar pequeños sorbos de agua cada treinta
segundos sincronizados.
Cuando la sangre cesó, me percaté de que mi hermana ya no estaba. Jackson me ayudó a
ponerme ropa limpia y me recostó en la cama.
Se quedó conmigo, vigilándome.
Toda la madrugada y parte de la mañana tuve escalofríos y estaba pálida como un
fantasma. La cara de mi amor, se le notaba la preocupación, pero él para no
preocuparme no decía nada.
El doctor, me había dicho que cada dos semanas, tenía que hacerme ecografías para ver
como estaba el bebe, y también me dijo que cada una semana, me debía hacer un
chequeo por mi salud.
Jackson me inyectó la prednisona, era una de las partes del día que menos me agradaba
pero lo debía hacer.
Tenía tanto dolor en mis cansados huesos, que aunque estaba plenamente despierta, y
sabía que Jackson también, no di señales de estarlo.
Solo sentí las manos cálidas de mi amado, tocándome el cuello, sintiendo el crecimiento
de los ganglios linfáticos.
Siendo sincera, vagando en mi subconsciente, no me quería morir. Pero dudaba de mi
supervivencia.
Desde los comienzos de la humanidad y de los animales, las hembras, aman y cuidan
más que a nada ni a nadie a sus crías.
Eso era lo que yo debía e iba a hacer.

Mantener vivo a mi hijo.

Me levanté, y me fui a bañar, me puse una musculosa blanca a lunares pequeños rojos,
con un borde en la parte superior del mismo color; unos Jeans gastados, unos zapatos de
tacón plancos y un bolso del mismo color.
Le pedí, o más bien supliqué, salir de esa habitación. Y como era de esperar, después de
estar fastidiando por más de media hora, mi novio dijo que si.
Tomamos las calles de Madrid por nuestra cuenta, fuimos a el Teatro Real, a ver una
obra de teatro “Un ballo in maschera”, un baile de máscaras.
Estábamos en un de las butacas principales del gran salón. Con las tiras de lienzo, las
bambalinas y el telón de terciopelo rojo, adornando el hermoso lugar.
La obra, era una de las más hermosas que jamás había presenciado en mi vida, los
atuendos y la puesta en escena fue magnifica. Cada detalle del libreto de Eugène Scribe
fue exactamente relatado.

65
Fiebre de Primavera

La historia era una de mis favoritas de la época, que demuestra que la hipocresía sigue
hasta nuestras fechas y que no es algo novedoso.
Salimos del teatro, y fuimos a tomar algo. Obviamente, no tome alcohol- en realidad
nunca eh tomado-, pero ahora con mayores razones. El bar, era de madera, se parecía
mucho a una cabaña. En la televisión del lugar, estaba el partido, y al ver a todos los
presentes, parecía interesante, para los hombres del lugar.
A Jackson no le gusta el football, si no el baseball y el rugby. Que ahora que lo pienso,
nunca lo vi haciendo eso.
Fuimos al hotel, ya que estaba cansada y no tenía que hacer esfuerzos.

Capítulo 31: pedí un deseo

Pasaporte: Roma, Italia

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Fiebre de Primavera

Bienvenida señorita Harrison a La Fontana di Trevi

Llegamos a Roma, era una ciudad bellísima.


Me sentía tan mal, que mi cuerpo no daba más. Estuvimos mucho tiempo en Madrid. Ya
que hubo problemas. Anduvimos por allí un mes, luego en Irlanda, Reino Unido,
Alemania Suiza, Austria, Eslovenia, Croacia y Dinamarca. Mi madre y Prince, trajeron
a un profesor particular para nosotros. Yo me sentía muy mal, el médico me dijo que a
pesar de haber pasado los ocho meses de embarazo, todavía había problemas. Mi hijo
podría sufrir daños.
Me peleé mucho con Jackson, ya que mi enfermedad seguía avanzando, pero yo no iba
a dar el brazo a torcer con esto.
Hicimos un tour por la ciudad italiana, era hermosa.
Fuimos a La Fontana di Trevi, y cuando estábamos en frente de esta, pedí un deseo. La
verdad estaba cada vez peor. Ayer a la noche por suerte me paró la fiebre de más de
cuatro días. Más los síntomas comunes del embarazo, nauseas, dolores de espalda y
cabeza, calambres abdominales y demás.
Volvimos al hotel, ya que el dolor era perturbador. Hoy en la noche, íbamos a salir con
Jackson. Fuimos a cenar a IL Barroccio.
Todos nos miraban extrañados, al ver la edad que teníamos y ya íbamos a ser padres. A
mi amante eso no le importaba, pero las miradas del resto a mi si.
-No le des importancia- me dijo Jackson, viendo que miraba para atrás donde un
matrimonio nos veía serios.
-No- contesté, agachando la mirada.
-Sabes que lo que diga el resto no me importa- confesó. Soy la persona más feliz del
mundo al tenerte a ti y a Antígona.- y me beso, dulcemente en los labios, con una
tranquilidad, que me hacía desfallecer.
-Tú eres lo más hermoso que me paso en la vida- le confesé- Te amo- me declaré.
Comimos hablando de nosotros, y obviamente de nuestro milagrito, que pronto nacería.
Me tomó la mano derecha y subimos al deportivo que había alquilado el en este sitio.
Me llevó al Hotel Atlante Garden, uno de los más lujosos de la capital. Era una de las
suites más magnificas del sitio. Cerró la puerta detrás de mí. Me beso con lujuria y
pasión. A pesar de que me sentía mal, yo no podía no disfrutar. Mi vientre crecido, era
un obstáculo entre su cuerpo y el mío. Su boca, se depositaba en mi cuello, dejando
leves marcas en el. Me quitó la blusa color caramelo, y luego la pollera negra. Yo le
quite el saco negro y la corbata azul marino, con su boca pegada a la mía. Su lengua y la
mía desataban una guerra interminable, donde se separaban por la falta de oxígeno en
nuestros pulmones.
La desesperación de sentir el cálido rose de su piel contra la mía era un éxtasis de locura
irrefrenable. Las palabras que el susurraba en mi oído era un golpe a mi corazón que me
dejaba sin aire alguno. La colcha de terciopelo rojo, tocaba mi espalda desnuda, con
solo mi bracier. Y este ya comenzaba a estorbar, así que el lo quito de en medio. Yo
hice lo mismo con su camisa, ya que ahora era parte de la decoración de la recamara.
Me quitó la pollera, en un rápido movimiento vertiginoso, y se colocó sobre mí,
haciendo una leve presión en mis piernas. Yo le quité el pantalón, para luego quitarle su
bóxer.
Abrió mis piernas, con una velocidad desesperada, y me penetró como si fuera la
primera vez. Su olor se impregnaba en cada parte de mi anatomía, como así también el
amor incontrolable que ambos sentíamos el uno por el otro. Cada movimiento ejercido

67
Fiebre de Primavera

por el, me ocasionaba un mínimo dolor, pero la satisfacción de sesear el deseo era
mucho más grande.
Su boca, ya hinchada por el contacto de la suya con la mía, era una droga para mí. Y
cada vez que recorría con ella, desde mis labios hasta el final de mi cuerpo, era una
corriente eléctrica, que nada ni nadie podría romper.
Me acariciaba, con un frenesí de efusión irreconocible en el. En ningún momento de
esto, se corto el contacto visual.
Ambos caímos desfallecidos sobre el lecho colorado. Y yo recostada sobre su pecho. La
cadencia de su respiración iba a compás con la mía. Me seguía besando, el pelo, la
frente hasta llegar a mis labios.
Y en ese momento, perdí conciencia de donde me encontraba.

Capítulo 32: “Por siempre”.

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Fiebre de Primavera

Me desperté, con el ruido del agua, cayendo sobre una superficie plana. Mi amado
estaba tomando un baño. Me paré de la cama, y me fui a colocar la ropa que tenía
anteriormente. Cuando Jack salió, depositó un suave y cálido beso en mis labios.
-¿Cómo amaneciste?- preguntó, poniéndose su ropa, al igual que yo hace unos minutos.
-Bien, solo me duele la cabeza y el cuerpo- reconocí sobándome el hombro y el cuello.
-Ahora vamos a ir a la hostería- informó- hay que inyectarte la prednisona- comentó,
haciendo el nudo de su corbata, este no lo logró y yo lo hice por el.
-Si, lo sé- le respondí.
En el camino de vuelta a donde se encontraba nuestra familia nadie dijo nada. Había un
tema delicado que yo no quería tratar, que era el matrimonio.
Los padres de Jackson y mi madre, acordaron, que ya que íbamos a ser padres, lo mejor,
para ellos obviamente- ya que no querían oír a la sociedad hablar mal de ellos- era que
nos casáramos. Yo no quería. Y no por no amarlo, porque Jackson es la persona que
más amo en la vida, pero no me quiero casar con el porque estoy embarazada, si no
porque es un acto de amor, al igual que nuestra hija.
Mi novio, me propuso esto, en cada cena romántica que tuvimos, desde hace cinco
meses, y yo la rechazaba, diciéndole que no quería que fuera así, y el me refutaba
diciéndome que el a mi me amaba, no porque fuera la madre de su hija, si no porque de
verdad me amaba.
Sinceramente, yo le creo, obviamente. Pero no quiero que sea así el modo. Yo tengo la
esperanza, aunque Jackson no, de que después del embarazo, en la operación de médula
ósea, voy a salir bien. Pero este no cree lo mismo y dice que es mejor casarnos.
Yo no entiendo la diferencia, pero creo que debo cambiar esa forma de pensar.
Todas las mujeres, más grandes que yo, quieren un matrimonio con todo. Pero yo no. A
mi me gustaría algo sencillo. Y mi novio me dijo que si yo lo prefería, así iba a ser.
Era una de las partes que más me gustaba, la parte en la que me dijo, si quería que en el
casamiento estuviéramos Rebecca, Spencer el y yo.
Llegamos al lugar donde nos hospedamos, y me recosté en mi lecho. Atrás mío venia mi
amante, sonriendo muy feliz.
-¿Te puedo preguntar algo?- inquirí, recorriendo la habitación, con la mirada.
-Si hermosa, dime- contestó el.
-¿El casamiento, sigue en pie?- dije, con una mano en mi vientre y la otra en su mejilla.
-Claro- contestó, casi gritando, emocionado. De su saco, sacó una pequeña caja de
terciopelo negro. La abre y en su interior había un anillo, de oro blanco y una gema
transparente en el centro. Con una red brillante, encerrando a pequeñas piedras
preciosas del mismo color. Dentro del anillo, escrito en una letra cursiva decía, “Por
siempre”.
Mi corazón estallaba en felicidad, como pude me abalancé sobre el, y lo bese de una
manera tierna y dulce.
-Vas a ser mi mujer- afirmó.
-Claro- le respondí- cuando tú quieras- informé.
-Dentro de tres días- me contestó.
-¿Tan pronto?- pregunté extrañada.
-Pienso que todavía sigues queriendo la parte en la que hay solo dos invitados.-
contestó, sabiendo a quienes de refería.
-En realidad no- dicho esto, el se extraño- Tres, quiero que Tom valla al casamiento, el
va a guardar el secreto.- anuncié.
-Esta bien, como tu quieras mi vida- me contestó, besándome de una forma deliberada.
-¿Qué pasa?- pregunté, mirándolo fijamente a los ojos.
-Tienes que preparar todo- me respondió.

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Fiebre de Primavera

Este se fue, y yo me dirigí a la habitación de mi hermana. Le conté lo de nuestro


casamiento en tres días. Ella me tomó de la mano, y nos fuimos a las mejores tiendas de
vestidos de novias y optamos por Mollet Del Valles. Después de probarme un montón
de vestidos, elegí un traje blanco, con corsé y una cola de unos cinco metros y el velo
largo hasta la cintura.
Después de las compras de mi vestido, zapatos y la ropa de Rebecca, volvimos al hotel,
y nos encontramos a Spencer y Jackson con bolsas en la mano.
-Hola mi amor- me saludó mi futuro esposo.
-Hola bebe- le respondí y lo besé.
Subimos a nuestras respectivas habitaciones.

Capítulo 33: Noche de Bodas

Pasaporte: París, Francia

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Fiebre de Primavera

Bienvenida señorita Harrison a La Torre Eiffel

Hoy era el gran día, estaba nerviosa y me sentía muy mal. A la noche sangré mucho y el
cuerpo me dolía.
Al mediodía, después de almorzar, me fui con Rebecca a un centro de belleza. Me
hicieron tratamientos de exfoliación en la piel, para regenerarla. Me maquillaron, me
peinaron me hicieron manicura y pedicura.
Luego de que a ambas nos hicieran parecer dos reinas de belleza, fuimos al hotel, que
Rebe había alquilado por hoy, así los adultos, no se enteraban.
Me coloqué el vestido de novia, y mi hermana, se puso su vestido rosa pastel. Ella
manejo en el auto que alquiló en Roma, llegamos a una capilla pequeña. Mi hermana
entró por la parte trasera, y ella ya estaba de lado izquierdo del altar cuando yo entré.
Me encontré con Spencer en la puesta de la iglesia, yo me tomé de su brazo izquierdo y
caminamos por el pasillo de la capilla.
Allí se hallaba él, con un traje negro, una camisa blanca, zapatos de matiz negro y la
corbata de color azul Francia.
Caminaba lentamente, al compás de la marcha nupcial, Wagner. Todo era perfecto. Al
llegar al lado de mi amado. El cura dijo los votos matrimoniales.
-Acepto- contestó Jackson, cuando el sacerdote finalizó el discurso.
-¿Y usted Ademia Harrison, acepta por esposo a Jackson Howard?- preguntó el cura
mirándome a mí.
-Acepto- contesté, dicho esto, Jackson me beso, sin esperar a que el cura se lo pidiera.
Salimos de la iglesia, ya que después teníamos que ir al civil de Roma. Allí fue un
papeleo, firmar y también besarnos. Mi hermana y Tom, no paraban de sacar fotos y yo
era la persona más feliz del mundo.
A continuación, Rebecca me dio un bolso, donde supuestamente había ropa mía y
Spencer le dio a su hermano otro. Nos despedimos de todos los presentes. Jackson subió
a su auto, me abrió la puerta del copiloto y nos dispusimos a un viaje que... No sabía
donde terminaría.
Llegamos al aeropuerto, y mi esposo, no me dijo a donde iríamos. Tomamos el vuelo
que duró tres horas.
Me encontraba frente a la ciudad parisina. Todo era mágico. La noche de la ciudad
francesa, con sus luces y sus enamorados paseando por las calles europeas.
Jackson me llevó a un hotel que se encontraba a una cuadra de la Torre Eiffel, y en piso
donde nos encontrábamos, 233, se podía ver la hermosa atalaya.
Salimos del lugar, dispuestos a recorrer la noche parisina, fuimos a comer a un
restaurante que daba frente a la torre. En todo momento, lo único que podía contemplar
era a mi esposo, tomándome de la mano y diciéndome que me amaba.
Al volver a la hostería, me recosté en la cama, exhausta por el día vivido, y mis dolores
comunes volvieron a hacer acto de presencia. El dolor era insoportable, pero al ser
nuestra primera noche de casados, no podía decir, “No”.
Me tomó por la cintura, y me recostó en el lecho dorado. Sus manos recorrían mi
cuerpo, con desesperación y frenesí. Mis manos hacían lo mismo con el suyo. Me quitó,
el vestido negro que poseía en un abrir y cerrar de ojos. Todo era tan perfecto, tan
hermoso. Yo le saqué de en medio su camisa, pantalón saco y corbata, y quedó en ropa
interior al igual que yo.
Sus manos calientes, me hacían pequeños masajes en todo mi cuerpo, produciendo en
mí pequeños gemidos, que ahogaba en su oído. Su cuerpo pétreo, frente al mío, era lo

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Fiebre de Primavera

más majestuoso que la vida me ah dado. Tomaba mis manos, y las besaba en un acto de
amor, irrefrenable.
Nuestras últimas prendas, ahora formaban parte del suelo, y abrió mis piernas y se
adentró en mí con amor y salvajismo a la vez. Cada rose de su piel con la mía, era como
un sismo, eso producía en mi.
Los gemidos de ambos, resonaban en toda la habitación. Yo enterraba mis uñas en su
espalda y el, me apretó contra su cuerpo. Cada penetración era más profunda y su sudor
se impregnaba en mí. Nuestros cuerpos, emanaban calor, más que en cualquier
momento de mi vida.
Llegamos a un clímax total, mis gemidos los ahogaba en sus labios y viceversa.
Recorría mi cuerpo con su boca, hasta llegar a mi feminidad, la absorbía con lujuria y
desesperación.
Mi cuello ardía, ya que yo sabía que tenía marcas por sus besos. La brutalidad de sus
penetraciones se hizo más profunda y más veloz.
Caí desfallecida sobre su pecho, y me quedé completamente inerte, en un mundo
fantástico.

Capítulo 34: Antígona Alba Howard

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Fiebre de Primavera

Nuestros padres se enteraron de la boda. Ellos obviamente, estaban de acuerdo con


nuestra desición, pero no que se la hayamos ocultado.
En un momento del día siento una opresión en el vientre.
Las contracciones comenzaron y el dolor acumulado de mi cuerpo explotó. Jackson me
llevó corriendo al hospital.
Estábamos en la sala de parto, y un médico me preguntó cuantas contracciones tuve, yo
le respondí tres y de cuántos meses estaba en un perfecto ingles. Me colocaron
anestesia. El dolor abrumador, era algo impresionante. Los doctores y enfermeros que
me estaban atendiendo me dijeron que cuando ellos me dijeran tenía que pujar. Mi
Antígona iba a nacer.
Los médicos decían que estaba en el período de expulsión. Yo pujaba según lo que el
doctor me decía, yo con mis dolores musculares y óseos no aguantaba más y también
ahora añadiendo el dolor que me producía esta nueva sensación.
El médico me alentaba y me decía que la niña estaba a punto de nacer, que yo solo
debía de hacer un mínimo esfuerzo. Yo lo lograba, con todas mis ansias.
Escuché el llanto de un bebe, y mi corazón se salió de su cavidad, al ver a mi hija, toda
ensangrentada. La enfermera se la llevó de mi lado.
Luego la tomé en mis brazos, con mi esposo a mi lado. Este me besó en la coronilla y
después a Antígona. Yo la besaba y la acariciaba.
Hasta que vi todo negro y no pude ver ni escuchar nada.

Fin

Epílogo:

73
Fiebre de Primavera

Narra Jackson:

-Estas hermosa- halagué.


-Gracias papá- me respondió mi hija y me dio un beso en la mejilla.
-Eres igual a tu madre.- le comenté, arreglando su vestido color blanco nieve.
-¿De verdad?- preguntó ella, curiosa.
-Si, Anni, de verdad- afirmé.
-Era hermosa- me dijo mi hija, viendo la foto que estaba sobre su mesita de luz.
-Si, al igual que tú- le contesté, y bese su frente.
-Cuéntame de ella- pidió Antígona, como era habitual.
-Ella te amaba más que nada en el mundo- le conté.- Cuando se enteró de que te iba a
tener, fuimos las personas más felices del mundo- relaté, mirándola a los ojos.
>>Tenía los mismos ojos que tú- dije, acariciando su mejilla.- y la misma sonrisa.-
agregué.
>>Tus abuelos, al ser nosotros chicos- le conté- no estuvieron de acuerdo, pero después
fueron las personas muy felices- comenté.
-Pero la tía Rebecca y la abuela Carolina, están tristes porque extrañan a mamá- me
contradijo ella.
-Si, claro- le respondí- Pero te aman mucho, porque eres tan parecida, que le haces
recordar a ella, al igual que a mí- refuté.
>> ¿Qué vamos a hacer?- pregunté, mirando el cuarto de mi hija.
-Ay papá- dijo- mañana cumplo diez años- informó- y la fiesta ya esta planeada-
comentó.
-Si, ya lo se- le contesté.
- ¿Entonces?- inquirió ella, mirándome.
-Bueno, dime que es lo que quieres de regalo- le contesté.
-Ya me lo diste, hoy fuimos a ver a mamá, y le regalamos sus flores favoritas-me
contestó.
-Pero dime otra cosa- dije, tratando de que no se me notase el nudo en la garganta.
-Nada más, era solo eso.- concluyó al fin.
-Mañana llegaremos a París.- le avisé.
-Si, estoy muy contenta, pero yo preferiría pasarlo acá en Estados Unidos con mamá-
me confió ella.
-Si, pero sabías qué tu mamá eligió París porque era la ciudad que más le gustaba.-
relaté- Fuimos de luna de miel allí por eso, y allá naciste.- concluí.
-Esta bien- me contestó.- Es solo por eso que vamos.

Personajes:

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Fiebre de Primavera

Familia Harrison:

Ademia Harrison
Rebbeca Harrison
Carolina Harrison

Familia Howard:

Jackson Howard
Spencer Howard
Tom Howard
Prince Howard
Cassandra Howard
Antígona Alba Howard Harrison

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